Ir al contenido principal

Etiqueta: memoria

Sembrar memoria contra la impunidad y el olvido

Por Mauricio Álvarez Mora. Docente Escuela de Geografía, Ciencias Políticas, Programa Kioscos Socio ambientales UCR, IDELA-UNA

Han pasado 27 años desde aquel 7 de diciembre de 1994 donde Óscar Fallas, María del Mar Cordero y Jaime Bustamante murieron juntos, cuando un incendio destruyó la casa donde vivían los dos primeros.

Esa semana nos pagaron el aguinaldo y fuimos de compras en la tarde con María del Mar que estaba armando nido con Oscar. Hubo una invitación para esa noche, pero pudo más la responsabilidad de la propuesta que teníamos que presentar al otro día en el IMAS, para financiar un campamento de verano con jóvenes de la comunidad de Los Guidos organizado por el Programa de Juventud de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO). Ese 6 de diciembre Oscar y María nos dejaron la llave de la oficina y fue la última vez que los veríamos con vida.

Eran tiempos de celebrar porque le habíamos ganado el pulso a las intenciones de industrializar el Golfo Dulce, recién el 3 de diciembre, tuvimos una actividad con la gente de las comunidades.

Cuatro días después, la casa de Óscar y María del Mar, en Guadalupe, fue destruida por un incendio. Nadie pudo escapar. Encontraron a María del Mar carbonizada mientras trataba de abrir la puerta, sin llave. Las rasgaduras en la puerta evidenciaron que trató de luchar hasta el final por salir, pero algo o alguien le impidió salir. Mientras Óscar y Jaime murieron sin incorporarse de las camas.

La investigación oficial del Organismo de Investigación Judicial no encontró causa oficial del incendio y que no hubo evidencias de “mano criminal”, mientras la construcción mediática fue cruel y despiadada al enfocar que la “fiesta” fue la responsable de las muertes, ya se venía construyendo una estigmatización mediática del ecologismo como unas personas “comunistas recicladas, bohemias, opuesta al desarrollo y subversivas.” Esa estigmatización sumada a lo inédito del acontecimiento sirvió para invisibilizar el contexto que estaba sucediendo como las amenazas y ataques al vehículo de la AECO y que se recibieron llamadas anónimas después de las muertes para asegurar que “la lista de asesinatos no había terminado.”

Sobre el contexto, desde finales de 1992 se llevó a cabo una campaña para frenar la construcción de un muelle y una planta astilladora en medio de la Reserva Forestal Golfo Dulce, en la península de Osa y en la parte más interior del golfo en el sector de Mogos.

A la cabeza de la campaña estuvo Óscar Fallas Baldi y María del Mar Cordero y muchos otros que integrábamos en ese momento AECO conformamos una alianza de vecinos de la península, ecologistas, grupos de mujeres, estudiantes, campesinos, científicos y redes internacionales. Esta coalición permitió llevar a cabo una de las más importantes luchas ecologistas del país, contra la Ston Forestal S.A. subsidiaria del gigante papelero Stone Container Corporation.

La parte industrial del proyecto se ubicaría en Punta Estrella, cortando el corredor biológico entre Corcovado y el Parque Nacional Esquinas. La intención era procesar y transportar la producción de 24.000 hectáreas de melina sembrada en la zona. Para esto se construiría un muelle para barcos de hasta 70.000 toneladas, y se esperaba un tránsito de 184 tráileres diarios en promedio uno cada cuatro minutos.

Lo que argumentábamos en contra del proyecto de Ston Forestal era, entre otras cosas, que la industrialización afectaría la biodiversidad del Golfo Dulce y de importantes áreas boscosas y protegidas, que el muelle traería contaminación a un sector prácticamente prístino y se llenaría de barcos con su contaminación donde habitan delfines, ballenas y una gran diversidad marina.

Después de poco más de dos años de lucha, la AECO y la gente de las comunidades lograron que se cambiara el sitio de la construcción y las condiciones del proyecto. Fue la primera campaña del ecologismo social que se gestionó en el país partiendo de la articulación con las comunidades, formación de comités locales, giras con periodistas y autoridades nacionales, gestiones de incidencia ante entidades estatales, denuncias ante la Defensoría de los Habitantes, manifestaciones, recursos de amparo, debates y un factor decisivo fue la articulación internacional con organizaciones como Greenpeace, Amigos de la Tierra y muchas otras.

Con el cambio de gobierno el primer reto ambiental de la administración Figueres fue resolver el conflicto con la Ston. Pronto se dan las primeras reuniones entre la AECO y el nuevo ministro de Ambiente, René Castro, para buscar una salida al problema. En ese momento se forma un comité de análisis y replanteamiento de la autorización concedida a Ston Conteiner y sus subsidiarias, en el que participa la AECO y otros actores institucionales. Luego de un proceso de negociación, en octubre de 1994 se logra un acuerdo histórico y la Stone Container acepta la reubicación del proyecto en Cerro Partido o Punta Purrujas, cerca de Golfito. El acuerdo fue precipitado porque la Contraloría rechazó el contrato entre Ston Forestal y el gobierno costarricense por la construcción del muelle en sector de Mogos.

Estos hechos marcaron para siempre muchas vidas, tuvieron repercusiones a todos los niveles y dimensiones. Por un lado, la campaña exitosa fue semilla de muchas otras más que vinieron y que usaron de modelo de inspiración y por otro lado terminó de desmembrar a AECO para dar paso a otro tipo de organicidad social, para las familias hubo muchos impactos que hoy siguen presentes. Un gran dolor, incertidumbre, miedo y luto envolvió a gente muy cercana que simplemente no pudo superar estos hechos.

Hoy, 27 años después, se les sigue queriendo y recordando de muchas formas, siguen presentes siempre multiplicando la vida.

FOTO DE FAMILIA

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En un primerísimo plano la imagen nos devuelve las caras sonrientes y seguras de un grupo familiar completo. El puctum, como llama Barthes, dirigido a captar la necesaria esencia de ese lugar de añoranzas, recuerdos y proyectos.

En la fotografía pareciera no existir tiempo ni espacio. Es solamente un momento histórico que quizá refleje para siempre la forma simple en que se tatuó en la memoria el significado de eso que llamamos coloquialmente estar juntos.

No es este el espacio para discutir las esencialidades asignadas a los núcleos familiares, envueltos como están en procesos complejos, incompletos, a veces contradictorios. Pero valga la referencia sobre la imagen, el momento.

Recientemente fui invitado a conversar sobre migración centroamericana con un grupo de guías turísticos costarricenses. Propuse una serie de contenidos sobre las continuidades y las rupturas recientes en los procesos de movilidad humana.

Conversamos sobre fronteras, interrupciones y necesidades de las personas para emprender eso que tan glamorosamente algunos llaman “el proyecto migratorio” y que justamente puede ser definido como un acto último para sobrevivir, huir de la barbarie y la depredación de la violencia y los modelos económicos de los gobiernos regionales.

Ese éxodo que ha continuado a pesar de la clausura, la intensificación de las respuestas securitarias y como hemos comentado recientemente, la producción de hipérboles discursivas que colocan el acento en estigmatizar a la persona migrante tanto, al punto de compararla con el terrorismo y el narcotráfico, ha significado un hiato en la construcción de Centroamérica, un desgarre constante en su piel.

Como ejercicio final de la conversación con los guías turísticos propuse una pregunta que también he formulado en otros momentos en el marco de estas reflexiones: ¿qué objeto se llevaría consigo si tuviera que dejar su hogar de forma obligada? ¿Por qué?

La mayoría de sus respuestas tenían que ver con hacerse acompañar de una imagen, una foto de la familia. Las justificaciones fueron variadas, pero acudían a nombrar la fuerza que da ese concepto para seguir adelante: motor, motivación, razón.

Como hemos dicho ya en varias oportunidades, la vera del camino que van construyendo las personas centroamericanas en contextos de movilidad se convierte en un museo de fósiles en el que cientos de miles de objetos y pertenencias son encontrados. Entre ellos, si, fotografías familiares que alguna vez aprisionaron contra sus pechos para tomar valor y salir adelante.

Las narrativas de los medios de comunicación empresariales nos devuelven a menudo lecturas homogenizantes sobre las movilidades humanas. Una forma de cuestionarlas es preguntarse por esas subjetividades y biografías significantes que son más que estadísticas. Es un paso necesario, absoluto, hacia la empatía.

 

Imagen: https://departamento19.hn

Huellas de Pablo Richard

El pasado 20 de septiembre de 2021, se dio a conocer la triste noticia de la partida de Pablo Richard.

Llantos, palabras no dichas, manos y corazones llenos de gratitud. Mensajes y palabras que no fueron suficientes para expresar el cariño, amor y reconocimiento a Pablo.

Al conmemorar un mes de su muerte, se busca reunir a algunas personas y organizaciones con las cuales Pablo Richard compartió su vida, haciendo memoria, reconociendo sus huellas y reafirmando el compromiso con las causas que dieron sentido a su legado.

¡Únase a este gran canto de acción de gracias!

Día: miércoles 20 de octubre 2021

Hora: 4 p.m., hora de Centroamérica

Organiza: Departamento Ecuménico de investigaciones

Invitan: Amerindia, Hogar de la Esperanza y RIBLA

La transmisión será por el Facebook Live del Departamento Ecuménico de Investigaciones

Puede seguir el evento en el siguiente enlace: https://fb.me/e/4LEIhX7Eo

 

Compartido con SURCOS por DEI, Departamento Ecuménico de Investigaciones.

Exigimos debido respeto a don Braulio

Por Freddy Pacheco

La memoria de don Braulio Carrillo, Benemérito de la Patria, merece respeto. Por haber creado el Estado soberano e independiente, al separar a Costa Rica de la República Federal de Centroamérica el 14 de noviembre de 1838 (hace 183 años), merece respeto. 

su inmensa obra en lo jurídico, político, fiscal, hacendario y económico, cimientos del nuevo Estado libre que nos enorgullece, merece respeto Por haber consolidado con muy buen tino, a San José como la ciudad capital de Costa Rica, merece respeto.

 Por haber convertido a Puntarenas como la ciudad portuaria comercial de Costa Rica en el litoral Pacífico, merece respeto. Por haber redactado el primer código jurídico de Costa Rica, merece respeto. Por haber organizado los Tribunales de Justicia, merece respeto. 

Por haber tenido la visión de promover el cultivo del café como producto de exportación, merece respeto. Por haber tratado de comunicar el valle central con el litoral Caribe, a través de las enmarañadas montañas de esa vertiente, merece respeto.

Por eso y mucho más, los compatriotas agradecidos dedicaron a su memoria un parque urbano que lleva su nombre, donde se levanta un muy sencillo monumento con su egregia figura. Monumento y nombre del parque que obviamente también merecen respeto. Solo por común ignorancia se puede tratar de irrespetar su memoria, cuando más bien hemos de esforzarnos por exaltar la figura de este otro gran costarricense, para que las nuevas generaciones respeten su memoria y la sangre patriótica que corre por nuestras venas, se manifieste con el sentimiento de agradecimiento que don Braulio merece.

Información compartida con SURCOS por Freddy Pacheco León.

Imagen tomada de Museo Nacional de Costa Rica

Celebrar el 4 de julio

¿Qué representa el obelisco del parque de Cartago? ¿Qué se celebra el 4 de julio? ¿Quién es Pablu Presberu? Parecen preguntas ajenas entre sí.

Osvaldo Durán-Castro (Sociólogo Y Profesor ITCR)

El 4 de julio del 2012 el Semanario Universidad publicó un artículo del sociólogo Osvaldo Durán-Castro en el cual formula las siguientes preguntas: «¿Qué representa el obelisco del parque de Cartago? ¿Qué se celebra el 4 de julio? ¿Quién es Pablu Presberu?» Por la vigencia del texto, SURCOS lo reproduce e invita a leerlo y compartirlo:

Si buscamos el significado del obelisco de la “plaza mayor” de Cartago, aparece de primero la respuesta de la “historia oficial”: representa la unión entre los poderes eclesiástico y político; explicación que rima con la condición planetaria exclusiva –a no ser por el propio Vaticano- de Costa Rica como Estado confesional aliado al catolicismo. Tal unión “colonial” mantiene tradiciones y acciones ceñidas en el conservadurismo.

Si preguntamos, supongamos que a gente medianamente informada, qué se celebra el 4 de julio, muchas personas contestarán que “la independencia de América”. Así: “América”, de donde son los “americanos”, distintos a la gente del resto del continente. Algo que abona para hacer realidad el delirio del Presidente William H. Taft de los Estados Unidos, de tener 3 banderas: una en el Polo norte, otra en Canal de Panamá y otra en el Polo sur, para recordarnos que ellos son “moralmente” y por “superioridad racial”, los dueños de este continente.

Y si preguntáramos quién es Pablu Presberu, es casi seguro que muy poca gente daría una respuesta acertada, pues este nombre nunca ha sido expuesto a profundidad, y si lo fue en alguna rápida mención en la primaria o el colegio, es probable que haya sido borrado a falta de “uso” y necesidad. Pareciera que se logró borrar de la memoria colectiva la sangre indígena.

El “ñak”, palabra cabécar que significa encuentro o conjunción, entre las preguntas puede resultar impensable, pero no es así si aceptamos la historia real y la multiculturalidad costarricense. Desgraciadamente nos estancamos en una versión de la vida de herencia colonial, inquisidora y eclesiástica, reforzada por el neocolonialismo moderno. Ambas visiones, antigua y moderna, refuerzan el racismo, la negación de la-os otra-os, y hacen pensar que la gente “no blanca”, ya sea indígena, negra, o simplemente distinta, es salvaje, incivilizada, infiel, hereje, inferior, chola.

El 4 de julio es el aniversario del asesinato de Pablu Presberu. Fue exhibido encima de un caballo por las calles de Cartago, con un pregonero gritando sus crímenes, amarrado a un palo y fusilado con arcabuz. Luego fue decapitado y su cabeza fue “puesta en el alto para que todos la vean en dicho palo”, según reza la sentencia del entonces Gobernador de su madre patria –y la iglesia católica- Lorenzo A. de Granda y Balbín. (Tatiana Lobo Wiehoff, autora de Asalto al paraíso, posee una copia completa de esta sentencia, y también puede verse una transcripción en el libro “Indios, reducciones y el cacao” de León Fernández. 1976. ECR). Esa cabeza clavada en un palo, subida y exhibida en la plaza mayor de Cartago, era para que herejes y rebeldes supieran del poderío de la iglesia católica y de España. Casualmente la cabeza de Lev Traru –Lautaro- el guerrero indígena chileno, también fue clavada y exhibida en una “pica” en 1557, y la de Tupac Amaru igual en 1781 en Ecuador, pero luego de que le arrancaron la lengua e intentaron, sin éxito, descuartizarlo jalándolo con 4 caballos.

Ciertamente “Pablo Presbere y otros aliados suyos, indios bárbaros infieles de las montañas de Talamanca”, según el gobernador, dieron muerte a curas y soldados (unos diez) y quemaron iglesias, para que Arä, nombre real de la región, nunca fuera conquistada. Pero esas muertes son incomparables con el exterminio por esclavitud y asesinato de la población originaria. Esa masacre se mantiene en la memoria indígena, y ha sido recuperada en parte por la historia crítica, y en la mejor obra sobre el tema que es libro Tatiana Lobo Wiehoff.

Hace 302 años Pablu, “Rey de las Lapas”, fue asesinado. Ese crimen nunca ha sido reconocido como tal, sino más bien “suavizado” y hasta negado por la historia oficial. Ahora los territorios y pueblos indígenas siguen enfrentando invasiones: represas como las que el ICE ha querido construir en Pacuare, en Térraba o en el río Duchí. A las represas se suman exploraciones petroleras, mineras y biopiratería, y prácticas productivas y comerciales que explotan a la tierra y a la población originaria. Mientras tanto mucha gente blanca piensa que “no hay” o “casi no hay indios” y que con llevarle a esos “pobrecitos” vacunas, juguetes plásticos en navidad, cuadernos y unas bolsas de fideos, arroz y azúcar, se arregla su “miserable” existencia.

Pero ante ese sino mucha gente indígena está recuperando su cultura y sabiduría y no quiere que se le tenga como miserable y despojada. Cuando se recorre Arä hasta sus cimas en Alto Urén, Coen, Lari, cuando se camina por las calzadas en el sagrado SuLayӧm o en sus ríos, Presberu sobrevuela de muchas formas sensoriales, espirituales y materiales. En territorios Cabécar y Bribri desde Pacuare, Duchí, Telire, Lari y otros ríos, y en los valles y montañas entrecruzadas que se tocan con el atlántico sur, no ha muerto el más indómito indígena y anticolonialista de Costa Rica.

Ojalá este país se permitiera un destello de decoro y vergüenza con su propio origen, para que esa “pica” de exhibir cabezas conocida como “obelisco”, sea derribada (o al menos escondida), para recuperar un poco de dignidad y para que el 4 de julio tenga sentido costarricense. Tal vez ese día las lapas quieran retornar a Cartago.

 

Imagen tomada de la página de la UCR.

Procesos de reconstrucción comunitaria

En el libro se podrán encontrar temas sobre luchas de los bienes comunes en Perú, lucha por la tierra en el ejido de Tila, Chiapas, la urbanización de la cuestión agraria en Brasil, la lucha comunitaria por el buen vivir en la Amazonía ecuatoriana, y el caminar de la memoria y la lucha por el territorio en San José Apartadó Colombia.

El libro se podrá descargar en el siguiente enlace: https://bit.ly/3cYXlDc

 

Compartido con SURCOS por Oscar Jara Holliday.

Memoria del Campamento Audiovisual de Mujeres y Territorios

El lunes 12 de julio a las 6:00 p.m. (CST) estará presentando la publicación “Memoria del Campamento Audiovisual de Mujeres y Territorios”, desde el Facebook Live del Programa Kioscos Socioambientales.

En este espacio virtual, se contará con el apoyo de Shirley Barrantes como maestra de ceremonias. Shirley es integrante COOVIFUDAM y estará acompañando desde La Carpio.

La Dra. Isabel Avendaño, decana de la Facultad de Ciencias Sociales, nos compartirá unas palabras de apertura.

Además, se contará con la intervención de compañeras defensoras de territorios que provienen de distintas organizaciones del país y que participaron en el Campamento Audiovisual de Mujeres y Territorios (CAM).

Se expondrán los segmentos generales de este archivo del proceso, un vistazo sobre las herramientas metodológicas utilizadas y el enlace donde podrán descargar la publicación gratuitamente.

 

Compartido con SURCOS por Zuiri Méndez.

¿Es suficiente indignarse con la Cochinilla?

Por Alberto Morales Bejarano

Pienso que estaríamos de acuerdo en que no, sin embargo nuestra historia nos confirma con significativas excepciones como ejemplo la Guerra contra los filibusteros, que tenemos memoria flaca o domesticada y en menos que el gallo cante tres veces todo se habrá desinflado. Más aún si la eliminatoria inicia y Keylor Navas se digna venir a jugar con la selección.

Como pueblo regularmente educado, en donde el 52 % de los adolescentes no terminan secundaria y de estos solo el 19 % accede a la educación universitaria, pienso que la natural malicia indígena costarricense, la de Mora y Cañas, podrá ser la que den un vuelco al estado actual de las cosas.

Quisiera pensar eso, sin ser un bucólico cuento porque a veces reaccionamos.

Es de tal magnitud el descaro empresarial y la complicidad institucional, para un entrenado que era un secreto a voces pero que hasta ahora se tienen pruebas y testimonios, que verifican lo obvio, que una reacción de peso es justificable.

Cuando todo esto se contrapone a nuestros niveles de desempleo, de pobreza y de desigualdad y cuando escuchamos historias de personas reales, de verdad, sufriendo porque están pasando hambre y viven el día a día con la zozobra de si tendrán comida para el día siguiente y vuelve a pasar que no. No podemos indignarnos solamente, es la hora de que esto tiene que cambiar. Una revolución armada? indeseable por su costo pero factible; un escoger en las elecciones al menos malo? lo más probable; un populista que nos llene los oídos de lo que queremos oír? está de camino; una manifestación ciudadana multitudinaria que exija cambios reales? lo mínimo necesario pero no suficiente, para enfrentar y parar este despeñadero.

Como costarricense quisiera no olvidar ni el más mínimo detalle de la Cochinilla y mientras tengamos este sistema patético de elección de diputados y de solo representación a través de los partidos, de que hasta donde llegue, poder al menos ejercer mi derecho al voto pretendiendo el mejor cambio posible, que espero no sea votar por el menos malo. Sin embargo este esquema está en vías de agotarse y ojalá de extinción.

Quisiera poder plantearme escenarios alternativos, pero es el tal el embudo que nos ha llevado la clase político-empresarial, particularmente en los últimos treinta años, que cualquier reacción desesperada está a la vuelta de la esquina.

 

Imagen de cabecera tomada de Semanario Universidad.

¡Jornada por la memoria y la defensa del territorio!

En la semana de las Jornadas de Estudios Ecologistas en el marco del Mes por la Tierra y Contra el Capital, están dedicadas a la Jornada por la memoria y defensa del territorio en memoria de la defensora del territorio, lideresa indígena Lenca del COPINH, feminista y ecologista Berta Cáceres, que al oponerse a un proyecto hidroeléctrico y luchar por la autonomía para su pueblo – territorio fue asesinada por la empresa privada DESA y las fuerzas armadas del estado de Honduras. En esta semana apuntaremos nuestros esfuerzos para conversar con personas de comunidades en lucha por la defensa de su territorio y autonomía, además con activistas ecologistas que nos refrescaran la memoria sobre el movimiento ecologista y la represión que ha recibido por proteger de la tierra, los bienes comunes y la vida digna. Recordando que en la democracia más antigua de Latinoamérica también encarcelan, reprimen, desaparecen y asesinan a les luchadores sociales.

¡Quisieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas!

Ni perdón ni olvido por nuestros compañeros y compañeras: Berta Cáceres, Jairo Mora, Jehry Rivera, Sergio Rojas, Óscar Fallas, Jaime Bustamante, María del Mar Cordero, David Maradiaga, Óscar Quirós, Viviana Gallardo, Antonio Zúñiga, Luis, Kimberly Blackwell, Diego Armando Saborío, Carlos Fletes y por quienes nos faltan por luchar.

La huella profunda en las luchas latinoamericanas: memorias sobre un viaje al centro de las resistencias

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Para subir y bajar de el Barrio La Honda, pequeños buses colectivos llamados “alimentadores” desafían la gravedad del espacio y el tiempo. Son topos que van horadando la montaña, volviéndola penetrable, transitable contra toda lógica científica pero amparada a un principio de las epistemologías de esta parte del planeta: resguardar la vida a toda costa. Pienso en los alimentadores como pienso en las famosas “parrilleras” guatemaltecas, tan acostumbradas al vértigo, la tortilla y la frontera entre seguir viviendo o dormir para siempre.

Esa mañana de domingo hemos ido a conocer la experiencia de la Casa Comunitaria que los otros topos, los de Cátedra Libre Martin Baró de Medellín, han ido convirtiendo poco a poco en un espacio lleno de color, lucha, encuentro, alegría, poesía. También horadan la montaña con juegos, acompañamiento y sensibilidad desde otras lógicas disciplinarias de hacer psicología y ciencia social en un país, en una región tan marcada por la necesidad y la resistencia. Es mayo de 2019.

Al regresar en un “alimentador” me percato de que en teoría urbana lo que los intelectuales llaman “fragmentación y segregación” se queda corto como concepto, al escuchar el reclamo airado de cerca de 10 personas que tienen más de una hora esperando transporte que los conecte con la ciudad varios kilómetros abajo y que reaccionan ante la negativa del conductor a subirlos al bus.

“Es que ya no hay campo”, pienso; ¿adonde se subirá y se acomodará esa gente”, reacciona mi pequeña claustrofobia súbita. Pero suben, se acomodan, van. Latinoamérica es eso: una casa común donde la gente, su gente, pese a las adversidades se va acomodando, luchando, caminando. El resto del viaje fue la continuación de una tensión equilibrista entre el conductor, la máquina y el camino apenas preparado para dejar pasar quizá una oruga y su descendencia.

El barrio La Honda es un lugar emblemático de la Comuna 3, en Medellín, conformado hará hace 20 años, por personas que llegaron a sus alturas e irregularidades, provenientes del conflicto interno colombiano. Eran familias desplazadas, arrancadas de raíz en un país donde los movimientos internos forzados han movilizado una fuerza afectiva, social y cultural de más de cinco millones de personas. 15.000 de ellas hoy hacen La Honda, la construyen y la mueven.

Pinceles en mano y un lienzo de cemento listo, junto a Daniela, en ese entonces colega de Cátedra, me apresto a alterar el orden público con pájaros volando.

Es una mañana hermosa y clara en el barrio, lo que nos permite observar sus distribuciones, sus acomodos sobre el cerro. Sobre una pequeña loma, una casa restaurada, recuperada como todo lo que han hecho los sectores populares latinoamericanos en tiempos de neoliberalismo violento: recuperar su memoria y su dignidad, luchar por ellas, sirve de campo de sueños, espacio lúdico y trabajo de acompañamiento psicosocial en el que primordialmente se busca hacer parte de las lógicas comunitarias y no absorber sus energías y vibraciones. Hay juego, hay cine, hay construcción social comunitaria. No es extractivismo disciplinario: es arte, abrazo, amor.

Hemos conocido esa y otras historias. Lo que vemos en realidad son procesos sociales y comunitarios en medio de lógicas de segregación social y económica. Contra ellas los niños y mujeres del barrio resisten, le dan otro sentido a la acción comunitaria. Se preparan para, todos los días, horadar de nuevo los obstáculos y construir su futuro.

Hemos terminado de plasmar sobre una de las paredes de la casa comunitaria en La Honda, mi alteración del orden público. Quizá en un futuro regrese para pintar allí los pájaros que hacen falta. Mientras tanto, cientos de personas alimentan su vida desde la lucha y la resistencia. Nos queda la tarea hermosa de caminar junto a ellas, con ellas. siempre.