Skip to main content

Etiqueta: miseria

LOS MÁS POBRES

Manuel Delgado

Para ellos la vida no se vive, se sufre. El día es un tránsito amargo cuyo único propósito es llegar vivo a la noche. Son los pobres de México, una porción de la humanidad atormentada hasta lo indecible, condenada a vivir en un status que apenas podría considerarse humano.

Así son los personajes de “Una muerte en la familia Sánchez” de Oscar Lewis (1969), una consecuencia o un residuo de “Los hijos de Sánchez”, su obra más famosa, publicada ocho años antes.

“Una muerte…” narra la vida, muerte y entierro a Guadalupe, una integrante del clan Sánchez aunque muy alejada de su patriarca, Jesús. Está realizada mediante tres entrevistas a cada uno de tres testigos: Manuel, Roberto y Consuelo, familiares cercanos de Guadalupe, entrevistas que son la materia de las tres partes de la obra: La muerte, que en realidad es el transcurso de la vida de Guadalupe y su epílogo, la muerte; segunda, El Velorio, que reúne a la familia y muestra sus trifulcas y, tercero, El entierro o cierre. Y es que la muerte es solo una parte del sufrimiento. Vivir cuesta mucho, pero morirse no menos. Para una familia tan pobre, es una carga demasiado grande velar el cuerpo, ofrecer comida y bebida a los asistentes, casi todos los vecinos alcohólicos, comprar el ataúd, pagar el transporte del féretro, enterrar al muerto.

Guadalupe, al igual que todos los Sánchez, es un ejemplo de esos mexicanos expulsados de sus tierras lejanas por la pobreza y la violencia, obligados a cambiar una y otra vez de residencia y, por último, arrojados a algún barrio pobre de la capital. Son ejemplo de la explotación, la miseria, la violencia, de un hambre insaciable que llevan en sus estómagos y en sus almas.

Tres cosas llaman la atención: la primera es esa misma miseria, la carencia absoluta de todo o de casi todo, que los hace llevar una vida en la que la única preocupación es cómo no morir antes de que caiga la noche. La segunda es la violencia insoportable de vidas hechas para producir daño. Los hombres golpean siempre a las mujeres y a los niños. Tercero, el alcoholismo que todos, incluida Guadalupe, padecen en un grado extremo. Al fin y al cabo, pasar borracho todo el día no es solo la forma de olvidar el hambre, sino además la manera, valga la paradoja, de conservar la vida.

Tuve que parar muchas veces la lectura porque, le decía a mi esposa, ya no soportaba tanto dolor ni tanto sufrimiento de este pueblo al que tanto amo.

Lewis creó una corriente llamada “antropología de la pobreza” y tuvo como método principal la entrevista de personas salidas de los estratos más desfavorecidos de las sociedades del continente.

Su obra más conocida, la ya citada “Los hijos de Sánchez” (1961), de más de 500 páginas, es un largo recorrido de la vida y experiencias de Jesús Sánchez, recogida en muchas horas de entrevista viva y volcada al papel casi sin cambios.

No obstante, las experiencias de pobreza, Lewis reconoce que Jesús Sánchez no es en realidad un pobre entre los pobres, sino más bien un representante de una clase media muy modesta que creció como resultado del desarrollo del país después de la Revolución Mexicana.

Los verdaderos libros sobre la pobreza son otros, en especial, “La vida”, un tomazo de 700 páginas, que retrata la terrible situación de los pobres puertorriqueños tanto en San Juan como en Nueva York, y “Pedro Martínez”, una historia de campesinos pobres. Antes, en 1946, Lewis había publicado una obra acerca de los indígenas de Tepoztlán, ese mismo pueblo donde vivió Chavela Vargas.

“Una muerte en la familia Sánchez” pasa a ser, entonces, la verdadera obra acerca de la pobreza urbana mexicana. Pero, además, es la más literaria, la más elaborada y una verdadera pieza maestra de la narrativa del continente.

Un detalle curioso acerca de Lewis es que en la preparación de su obra “Pedro Martínez” colaboró la joven periodista Elena Poniatowska, quien poco después iba a emplear esa técnica de la entrevista para la realización de su obra “Hasta no verte Jesús mío”, pieza maestra de la antropología de la pobreza urbana y el libro que coloca a Poniatowska en la primera línea de la literatura mexicana.

No es fácil conseguir la obra de Lewis, pero los invito a intentarlo y les doy la bienvenida al gremio de sus seguidores.

La patronal desfila y se manifiesta en defensa de sus ganancias

Oscar Madrigal

Óscar Madrigal

Las cámaras patronales protestarán con un desfile por el bajo precio del dólar y a lo mejor hasta bloquearán calles. Al respecto he escuchado opiniones de todo tipo: he visto a pequeños empresarios afirmar que la bajada del dólar no los ha afectado porque obtienen menos recursos por lo que venden, pero pagan menos por lo que compran; los grandes empresarios, especialmente los exportadores y las grandes cadenas turísticas, expresan que están a punto de quebrar y amenazan con despidos de trabajadores.

No hay estudios serios que demuestren las “congojas” de los grandes empresarios y mucho menos que estén por cerrar.

Hace unos días la Standard Fruit Company, la heredera de Mamita Yunai, despidió a 412 trabajadores y ya había despedido hace tres meses a 111 más. Sin embargo, Corbana en esa misma información da unos datos interesantes.

El precio de la tonelada de banano subió de $1.160 en 2021 a $1.627 en abril 2024, un aumento de $467 por tonelada. Si Costa Rica exporta 2,4 millones de toneladas, los exportadores de banano -solo por el sobreprecio- obtendrían más de 1,2 millones de dólares de más.

Mientras tanto el dólar pasó de costar ¢542,99 en el 2022 a ¢512,01 en el 2024, una caída de ¢30, lo que representa un $0,05 (cinco céntimos de dólar). A esto alcanza la “pérdida” por la valoración del colón o la “caída” del dólar. Costa Rica exporta por banano $1.000 millones por año. Por la diferencia en el tipo de cambio ($0,05) las bananeras dejarían de recibir alrededor de $50 millones de dólares.

Ahora, si comparamos lo que los exportadores de banano ganaron por el aumento del precio internacional de banano, que fue como de $1,2 millones, con la pérdida del valor del dólar que les causó un gasto extra de $50 millones, queda claro que no están al borde de la quiebra o que han sufrido un descalabro financiero. Tal vez lo que ocurre es que los exportadores solo quieran ganar y ganar y ganar siempre.

Ahora bien, no existe ninguna justificación financiera de las bananeras para despedir trabajadores a menos que lo que estén considerando es la tercerización de todas las labores que hacen esos obreros bananeros despedidos, como el embolse de la fruta, y con ello aumentar la explotación y las ganancias por esa vía.

Es posible que las ganancias de los exportadores hayan disminuido o no hayan crecido como desean. Habría que estudiarlo en detalle.

Pero lo que si es cierto es que cuando los precios suben, como por ejemplo ahora con el banano de exportación, los salarios de los obreros y trabajadores en general, por ejemplo, los de la Standard Fruit Co., no aumentan, pero cuando se trata de una pequeña disminución de esas utilidades se opta por despedirlos y condenarlos a la miseria.

La Standard Fruit Co., es el principal patrono de la provincia de Limón, que es a su vez la más pobre del país. Por algo será. Y ahora recetan más desocupación y probablemente peores salarios, sea más pobreza.

¿Quién podría apoyar semejante conducta de los grandes exportadores?

La manifestación que convocan los grandes empresarios es a los trabajadores ponerse la soga al cuello, condenarse a no salir de la pobreza.

Las múltiples cabezas de la hidra

Manuel Delgado

El capitalismo produce riqueza en uno de sus polos, en el polo minoritario de los grandes propietarios, pero produce pobreza y miseria en el otro, el de los trabajadores asalariados. Es el resultado normal, natural, de su funcionamiento.

En 1820, cuando la revolución industrial era una señora de setenta años de vida, casi el 90% de la población vivía todavía en la pobreza extrema, según datos del Banco Mundial (para esta entidad, están en pobreza extrema aquellos que reciben por día un dólar y medio, llevado a valor presente).

Ese régimen se basaba en un sistema de libre empresa y libre mercado, y se inspiraba en una filosofía llamada liberalismo. Según el liberalismo, el mercado se regía por leyes naturales y sus formas de desarrollo estaban determinadas por lo que llamaron la “ libre mercado ”. Cualquier intervención que corrigiera los mandatos de esa “mano invisible” era inaceptable. Se suele identificar el liberalismo decimonónico con la frase francesa “Laisser faire, laisser passer”, que quiere decir: “Dejar hacer, dejar pasar”. Y añadían: “Que el mundo marcha por sí solo”.

Fue la libre mercado , sus sindicatos y sus partidos la que logró volcar esa mano invisible y conquistar mejoras en la condición de vida de los asalariados.

En los años siguientes muchos millones salieron de la pobreza extrema y se sumaron al ejército de los pobres no extremos. En 1820, estos sumaban 117 millones. En 1859, ya eran 164 millones. En 1910, 445 millones. En todo este tiempo, sin embargo, el número de pobres extremos siguió creciendo.

Esas espantosas cifras de pobreza, que se mantenían en momentos enorme crecimiento económico, tenían que ser subsanadas, aliviadas, para impedir estallidos sociales que ya se habían producido a montones, tanto en Europa como en Estados Unidos, y que ponían en peligro la existencia misma del capitalismo. Pero para subsanar esos extremos del capitalismo no bastaba el libre juego del mercado. Había que introducir correctivos desde fuera de la economía, desde la política y la lucha social. Es decir, eran correctivos extraeconómicos.

Así fue como tomaron auge las doctrinas reformistas procedentes de las iglesias y de los partidos reformistas, entre ellos los partidos socialdemócratas.

En Estados Unidos, esas reformas las introdujo el presidente Franklin Delano Roosevelt y su New Deal, un plan de reforma de la economía basada en las doctrinas económicas de keynesianismo (llamadas así porque estaban inspiradas en la teoría del economista británico John M. Keynes).

En contra de la doctrina liberal que abogaba por la no intervención del estado en la producción, el New Deal inyectó sumas gigantescas a la economía para crear fuentes de empleo que la empresa privada no podía o no quería abrir. Con ese método, el desempleo se redujo del 25% al 10%.

Además, este plan elevó los salarios de los trabajadores; fortaleció los sindicatos obreros; creó un sistema de seguro de desempleo; creó un sistema de ayuda médica para la población más pobre; favoreció la educación; creó normas de protección al consumidor; protegió la agricultura; impuso severos controles a la banca.

En 1934, Roosevelt y sus diputados aprobaron una ley subiendo el impuesto de la renta al 79% para las fortunas más elevadas y del 70% para las grandes herencias.

El New Deal comenzó a aplicarse en 1933 y ya para 1950 el porcentaje de pobreza se había reducido en el país al 30%. En los siguientes 15 años, la pobreza se redujo al 15%. Curiosamente aún hoy se mantiene en esa cifra porcentual.

Esta experiencia fue muy similar a la vivida por los países capitalistas de Europa. También allí las cifras de pobreza descendieron en proporciones similares. Los detalles de ese proceso no son el tema de este material.

El capitalismo se mantuvo así hasta los años setenta y ochenta del siglo pasado y, de nuevo, son las dos principales escuelas económicas, la norteamericana y la británica, los que crean un nuevo concepto de economía. Este nuevo concepto se llama neoliberalismo.

¿Cuál es el nervio teórico del neoliberalismo? Pues volver a la economía liberal de comienzos y mediado del siglo XIX, es decir, eliminar las “distorsiones” extraeconómicas que afectaban el mercado, volviendo hacer que reinara el “laisser faire, laisser passer”.

El neoliberalismo, aparecido en textos teóricos de mediados del siglo XX, no era nada novedoso ni revolucionario. Es la teoría más conservadora, una momia del siglo XIX. Es una teoría que, en esencia, se propuso hacer retroceder las cosas al estado en que se hallaban antes de la introducción de las reformas arriba descritas. Era la época de Reagan y Thatcher, los dos líderes del reaccionarismo mundial.

Para lograrlo los grupos dirigentes recurrieron a todas las medidas. En las ideológicas, por ejemplo, pusieron las universidades a formar líderes de opinión afines, y separaron de los puestos directivos y académicos a los intelectuales que no estaban de acuerdo. En nuestra región jugó un importante papel el INCAE, creado por Kennedy para otra cosa, fue copado por gente de esta ideología para formar los cuadros que hoy son los que dirigen el estado, los centros de investigación, los grupos empresariales y los partidos políticos.

Pero su carácter antipopular, esta teoría solo podía ponerse en práctica por la fuerza, con la persecución y la represión de los grupos progresistas y los sindicatos en las esas dos naciones, y mediante las dictaduras sangrientas en América Latina. Aquí se empezó con Pinochet, se pasó luego a las dictaduras del cono sur y luego lo extendieron por todo el continente.

Los resultados no pudieron ser más devastadores. Después de 1965 la pobreza en Estados Unidos había descendido aún más, colocándose cerca del 10%. Subió otra vez al 15% en 1983, producto de la crisis de los mercados mundiales. A partir de ese comento comenzó el ataque neoliberal y hoy la pobreza ha subido. Antes de la pandemia de la covid se había posicionado en 14,8%. Pero el número absoluto de pobres sí creció, pasando de 40 millones en 1983 a más de 47 millones antes de la pandemia. Ahora ha crecido mucho más.

Según fuentes cercanas al Banco Mundial, pobreza extrema ascendía, antes de la pandemia, a 20,5 millones, lo que obligaba a 39,5 millones de personas a recibir estampilla de comida, es decir, a vivir de la ayuda social.

Si exceptuamos los altos salarios de los ejecutivos de las grandes compañías, los salarios reales en EEUU se han reducido a la mitad entre 1993 y 2003, un descenso de alrededor de 0,75% por año.

En Europa las cosas son similares. Antes de la pandemia era pobre el 12% de la población. Ahora se habla de 120 millones de pobres, que corresponde al 25% de la población. En España son el 27%. La Unión Europea había creado el concepto de privación severa, que afectaba al 45,1% de la población en el 2010.

Si quisiéramos seguir, veríamos que las tendencias se repiten por todo el mundo.

Lo que no cesa de crecer es la riqueza. Hoy el 1% de la población adulta mundial es dueña del 51% de la riqueza mundial. El 10% de la población mundial es dueña del 89% de toda la riqueza. Mientras tanto solo una centésima parte de esa riqueza llega al 50% de la población. Lo anterior es un estudio del Credit Suisse Bank.

¿Qué se propuso y se propone el neoliberalismo? ¿Cuál es su programa? Hagamos un breve resumen.

-1. La fuerza de trabajo, es decir, la mano de obra, es una mercancía y su precio, el salario, lo fijan las leyes de la oferta y la demanda. Para corregir las injusticias provocadas por la “mano invisible” se crearon leyes, procedimientos y organismos de defensa de trabajador. Entre ellos cabe citar las leyes de protección del trabajo, los salarios mínimos, la jornada de ocho horas, las leyes de protección de los menores y las mujeres trabajadoras, los derechos a huelga y a contraer contratos colectivos de trabajo, así como una serie de formas del salario no monetario, como son la escuela gratuita, los seguros de salud y los regímenes de pensiones subvencionados por el estado.

El neoliberalismo cree que esa “intervenciones extraeconómicas” deben desaparecer y han estado trabajando para eliminarlas.

Dado que a veces no es fácil eliminar, por ejemplo, los salarios mínimos o las convenciones colectivas de trabajo, se legisla para hacer esos derechos o inaplicables o inservibles. En relación con los salarios mínimos, su propósito es bajarlo a tales niveles que simplemente sería una norma irrelevante, dejando el precio de la fuerza de trabajo por la libre. En el caso de las convenciones colectivas la ley ya aprobada hace el proceso tan engorroso que las hacen casi inaplicables.

Una parte esencial de este punto es que el neoliberalismo pretende eliminar la organización sindical, criminalizarla y reducirla a la mínima expresión. En esta tarea han avanzado mucho en nuestro país y en todo el mundo.

-2. Uno de los puntos esenciales de esta filosofía es reducir el tamaño del estado y sus funciones, privatizando la mayor parte de los servicios que presta. Para ello han levantado una gigantesca labor ideológica haciendo que la población reniegue del estado. Esa campaña va a acompañada de una labor de zapa consistente en empeorar los servicios para lograr el apoyo de la población a sus propósitos.

El programa privatizador tiene varias vertientes:

a.- Una es vender simple y llanamente. Aquí esa propuesta no ha sido efectiva por la oposición de los trabajadores y usuarios, pero también porque a la burguesía le conviene que el estado le brinde servicios eficientes y baratos, como lo hace el ICE con la producción y distribución de la electricidad, el AyA con el suministro de agua, Recope con la distribución de los combustibles, y otros.

b.- Una segunda forma es colocar al lado de las instituciones existentes empresas privadas que venden esos mismos servicios, pero exigiendo ventajas de parte de las entidades estales. Así ha ocurrido con la cogeneración eléctrica, la educación superior, la banca, los seguros, la infraestructura y la salud

c.- La tercera fórmula es la tercerización de servicios, de la que son testigos, principalmente, los servicios de salud.

3.- El país realizó grandes avances en materia social, una gran parte de ellos financiados con el dinero de los mismos usuarios o trabajadores, otros cubiertos por el fisco. Independientemente que los que han gobernado, muchos de ellos neoliberales convencidos, han utilizados esos recursos para la corrupción y la politiquería, lo cierto es que buena parte de la población más pobre se ha visto beneficiada por muchas décadas.

El plan neoliberal contiene propósitos muy claros de eliminar eso que llamó “estado de bienestar social” o “estado solidario”. Su meta más importante y ambiciosa es acabar con el sistema de salud, parte del cual ya han tercerizado, a veces con pésimos resultados, pero que se plantean reducir a los servicios básicos, dejando a las grandes empresas de la salud el ejercicio (y lucro) que representan los servicios y procedimiento más complejos.

Lo mismo ocurre con las pensiones, parte de las cuales se han privatizado por la vía de los sistemas de pensión complementaria que, aunque a veces en manos en entidades estatales, actúan como bancos privados de capitalización individual que favorecen en muy poco la población más pobre, que paga proporcionalmente mucho por esos ahorros.

En estos dos rubros el plan es ir reduciendo servicios, bajando su calidad y obligando a los trabajadores mejor remunerados a recurrir a los servicios privados.

Más o menos lo mismo ocurre con la educación. Hoy en día la educación superior estatal recibe a una minoría de los graduados de secundaria y la mayoría de los profesionales son graduados por las universidades privadas y carecen casi totalmente de control estatal.

4.- El neoliberalismo es inseparable de los programas fiscales regresivos e injustos. Ese fue uno de los mayores “logros” de Reagan: reducir a casi nada los impuestos a las grandes fortunas que habían sido creados por el programa de Roosevelt, y que mencionamos arriba.

Impedir toda ley o procedimiento que pretenda hacer tributar a los grandes ricos y las compañías extranjeras y, por el contrario, estrujar fiscalmente cada vez más a las clases medias, esa ha sido la política aplicada en nuestro país y en todo el mundo.

5.- La desregularización de la producción es otra de las vertientes de esa filosofía. El país ha hecho un enorme y sostenido esfuerzo por proteger el medioambiente y el entorno social y eso molesta a las grandes compañías, que siguen adueñándose de nuestras playas en contra de la ley y siguen aplicando sistemas productivos que dañan el ambiente, agotan o contaminan las fuentes de agua, deforestan y dañan nuestra fauna. Acabar con las leyes de protección de la salud y el medioambiente es parte de la política del neoliberalismo.

Pese a la enorme campaña ideológica de los medios de comunicación, las cámaras patronales y los partidos políticos, nuestro pueblo rechaza esta ideología y sus políticas. Desdichadamente esa es la ideología de los partidos más grandes del país, de Liberación Nacional, el PUSC, los religiosos fundamentalistas y, en buena medida, el saliente PAC. Lo candidatos de esta segunda vuelta no dan trazas de querer darle vuelta a las cosas. O más o menos palabras, insisten en la receta que ellos mismo generaron desde el gobierno del país y desde el Banco Mundial.

La justicia social, la erradicación de la explotación y la libertad y democracia verdaderas solo se pueden alcanzar en otro tipo de sociedad, la sociedad socialista. Pero la unión del pueblo y su lucha pueden hacer avanzar la sociedad hacia una relación más igualitaria, más justa, más responsable con el medioambiente y, sobre todo, una sociedad que preserve y mejore los logros del pasado, esa aspiración, digo, no es ilusoria. Tenemos derecho a pensar en un mundo mejor todos nosotros, los que creemos en una sociedad distinta del capitalismo, pero también los que creen que en capitalismo es viable, o irremediable o incluso defendible. Muchos cabemos en esa bandera que tiene como centro el humanismo.