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Etiqueta: participación

Sin participación de las comunidades se desbordará la pandemia

Miguel Sobrado

Hasta el momento la pandemia ha sido enfrentada centralmente, con éxito, por el Ministro de Salud y el presidente de la CCSS, pero ya ha empezado a salirse de control. Por una parte, el enclaustramiento con desempleo y sin recursos básicos no puede prolongarse, y por otra el centralismo en condiciones de la democracia costarricense tiene límites, que no los tiene por ejemplo en China con otra cultura, recursos y disciplina militar.

En cuanto a lo primero, la población expuesta al dilema del hambre o al Covid-19 en la calle, no tendrá alternativa más que salir a buscar ingresos en la informalidad.

En cuanto a lo segundo o sea la organización vertical desde casa Presidencial, esta ha dado síntomas de estarse agotando. La propuesta del presidente de la CCSS, de contratar “informantes” que algunos llamaron espías en las comunidades, denota, no solo falta de información operativa a nivel de comunidades, sino de conocimiento de las funciones, que la reforma del sector salud, a principios de los noventa del siglo pasado, le asignó a los EBAIS una relación estrecha con la comunidad.

La organización centralizada es insuficiente, como se está haciendo cada vez más evidente, para educar y gestionar la salud en las comunidades. Hace falta que la organización descienda en cascada hasta las comunidades aprovechando las ventajas del programa EDUS, pero con una participación efectiva de las comunidades y aquí es donde está el problema de fondo. Hay una interpretación de participación implícita en el quehacer institucional, esto es que las comunidades atiendan y ejecuten las directrices que se les transmite desde arriba, que a menudo se limita a ejecutar labores de apoyo como utilizar los recursos del Estado o conseguir recursos adicionales. Esta forma de “participación” que el profesor Raff Carmen de la Universidad de Manchester llama “participulación” no genera entusiasmo ni el necesario involucramiento de las comunidades en las tareas de prevención y apoyo a los trabajos ejecutados en el área de salud.

La participación que sí involucra a las comunidades, es aquella descrita por la antropóloga norteamericana Lynn M. Morgan, en su libro “La política de atención primaria en Costa Rica” como el modelo seguido, en esencia, por la experiencia del Hospital sin Paredes. Este modelo perfila la participación por 1) Un proceso en que la comunidad participa en el diagnóstico de la salud, donde la salud no se limita a lo médico preventivo o curativo, sino que abarca las condiciones de vida e ingreso; 2) Una planificación de las medidas a tomar; 3) Una implementación del Plan; 4) Un control continuo sobre los avances; 5) evaluación de resultados; y 6) reformulación y adecuación de las actividades.

Los logros alcanzados por la experiencia de San Ramón merecieron premios de la Organización Panamericana y Mundial de la Salud y su impulsor el Dr. Juan Guillermo Ortiz Guier ha sido declarado por su trabajo como Benemérito de la Patria.

Lamentablemente, como bien lo describe la doctora Lynn Morgan, el concepto de participación tomó connotaciones políticas y provocó el rechazo de muchos técnicos acostumbrados a que se obedecieran sus órdenes y “Conforme se hicieron más aparentes estas contradicciones, la participación fue redefinida y eventualmente eliminada de la lista de iniciativas estatales”.

La actual pandemia, por sus alcances y consecuencias nos está obligando a desechar viejos paradigmas que nos conducen a callejones sin salida y abrirnos a reconsiderar las mejores prácticas democráticas del pasado reciente.

Las finanzas públicas no están en condiciones de atender por muchos meses más, sin ingresos frescos, la atención del desempleo y la pobreza creciente. En el horizonte se perfilan negros nubarrones y desequilibrios sociales y políticos. La organización vertical está llegando a sus límites y sus rendimientos tenderán a ser decrecientes.

Descentralizar involucrando a las comunidades, no solo en el diagnóstico y puesta en marcha de la política sanitaria y de atención a los financiamientos que contribuyan a encadenar las economías locales es fundamental, aunque no pueda realizarse de un día para otro. Debemos empezar cuanto antes aprovechando la experiencia que nos dejó el Hospital sin Paredes, es una buena oportunidad para una buena práctica cívica que abra un sendero a la reforma institucional urgente que requiere nuestro país.

Con esto no se resuelve el problema de los ingresos, pero se generan condiciones para utilizar mejor los que existen y las condiciones para estimular que cada uno tribute en esto momentos cruciales de acuerdo con sus ingresos y las oportunidades que se abran en una nueva economía más encadenada. Cosmopolita, pero enraizada profundamente en nuestro medio.

Esquipulas o la paz regional que nunca se construyó

Rogelio Cedeño Castro (*)

La frase tantas, veces repetida por Óscar Arias Sánchez, de que durante el conflicto armado centroamericano de los años setenta y ochenta del siglo anterior, los centroamericanos ponían los muertos y las superpotencias ponían las armas, no es más que un lugar común o verdad a medias cuyos alcances convendría examinar, con especial cuidado y atención. Aquel no fue simplemente un conflicto más de la no tan fría guerra que libraron la URSS y los EUA, a lo largo de varias décadas; más bien, cabe destacar que las causas de ese conflicto fueron endógenas y será, desde ese ángulo que intentaremos reflexionar sobre lo ocurrido, durante el cuarto de siglo transcurrido desde que empezaron a ponerse en ejecución los acuerdos de Esquipulas.

El mero hecho del cese del fuego, con el que se pretende muchas veces poner fin a un largo y cruento conflicto bélico, dentro de una determinada área continental, no puede ser confundido con la construcción de una paz positiva y duradera, basada en la superación de las causas profundas que le dieron origen, a partir de acuerdos cuya materialización debe conducir a profundas transformaciones sociales, políticas y económicas dentro de las sociedades y naciones donde han tenido lugar los enfrentamientos armados. Ese y no otro es el caso de la escalada de los enfrentamientos armados que tuvo lugar en el istmo centroamericano, a lo largo de varias décadas, como consecuencia de los graves problemas de legitimidad del poder de las elites regionales, originados en la crisis profunda de las formas tradicionales de la dominación, la que se puso de manifiesto a partir de las crecientes demandas de participación democrática efectiva y de una redistribución de la riqueza, el conocimiento y el poder, las que fueron cobrando presencia e intensidad crecientes, a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, en la conciencia y en el actuar de las grandes mayorías centroamericanas.

Debido lo anterior, puede afirmarse que los acuerdos de paz de Esquipulas, Guatemala firmados hace veinticinco años, en el mes de agosto de 1987, no trajeron la paz a la región centroamericana, puesto que de lo que se trató de la ejecución del plan maestro de una contrarrevolución blanda (ver nuestro libro La desmovilización militar en América Central. Dice Libro Editores San José Costa Rica 2008), ejecutado a contrapelo de la fórmula reaganiana de intervención militar directa de la armada estadounidense en todo el istmo, todo un plan político a partir de cuya paulatina materialización quedaron a salvo los intereses de las oligarquías centroamericanas, a pesar de algunos cambios cosméticos en las formas políticas de la dominación. De esta manera, se pasó de la era de las dictaduras militares y las formas más groseras de la dominación tradicional a unas democracias de baja intensidad, a las que calificamos de esa manera, empleando una especie de paráfrasis de las guerras de baja intensidad (Low intensity conflct) promovidas por el Pentágono Estadounidense, durante la década de los ochenta y noventa. Es decir, democracias formales, con periódicas consultas electorales, pero con la condición de que, a partir de sus resultados numéricos, no se vieran afectados los intereses de las viejas élites regionales, las que salieron fortalecidas y parcialmente relegitimadas, al ponerse fin a los enfrentamientos armados en el transcurso de la década de los 1990.

El incumplimiento constante y reiterado de los acuerdos de paz en materia de derechos humanos, en su dimensión política, para no hablar de los de carácter económico y social que tienen sumida a la región en la violencia y la miseria más degradantes y extendidas, fueron una parte esencial de esa gran mentira que buscaba no sólo mantener intacto del statu quo regional, sino que a acentuar las políticas neoliberales en beneficio de ciertos intereses locales y con preferencia, en beneficio de algunas empresas transnacionales, lanzadas al saqueo de los recursos naturales. La impunidad para los criminales de guerra, en su mayoría integrantes de las fuerzas armadas de cada país y de algunos cuerpos paramilitares fue la nota dominante, a lo largo de las más de dos décadas transcurridas desde el inicio de la materialización del llamado plan de paz regional, habiendo sido llevados a juicio sólo unos pocos de los responsables. El reciente golpe empresarial-militar en Honduras, del mes junio de 2009, ejecutado en uno de los países más violentos del mundo, lugar que disputaba con El Salvador, no ha sido otra cosa que una exacerbación de las mismas políticas sociales y económicas, impulsadas por quienes consideran que ellos ganaron -por así decirlo- el conflicto armado, fue el inicio de una grave sucesión de eventos, caracterizados por su secuela de asesinatos sistemáticos de dirigentes populares, periodistas y funcionarios del derrocado gobierno del presidente Manuel Zelaya , todo ello dentro de la misma visión totalitaria de las derechas regionales y de la administración estadounidense de los Obama-Clinton, en su afán de recuperar el control de su patio trasero que se ha visto reducido, en cierta medida, en algunos países situados el sur del continente.

La otra cara de esta contrarrevolución blanda, hábilmente impulsada y ejecutada por la figura más relevante del régimen de la dictadura en democracia, a quien por estos días de conmemoración de los Acuerdos de Esquipulas, Guatemala, del mes de agosto de 1987, se ha pretendido canonizar por parte de algunos de sus más notables corifeos, ha sido la ejecución de los planes del Consenso de Washington con su acelerada destrucción regional del Estado de Bienestar Social o Welfare State. Todo ello con el propósito de hacer retornar a las mayorías centroamericanas, obreras y campesinas, por no decir incluso a muchos sectores empresariales, a las condiciones de vida de por lo menos un siglo hacia atrás, en vísperas de lo conoce ahora como la Primera Guerra Mundial (1914-1918), sin organizaciones sindicales, seguridad social, prestaciones, pago de riesgos del trabajo y otras conquistas sociales no menos importantes por las que hubo que luchar hasta con pérdida de vidas, de manera heroica y tenaz, a lo largo de las primeras décadas del siglo anterior.

El plan de paz de Óscar Arias Sánchez, para el caso de Costa Rica, una nación que tuvo participación indirecta en el conflicto armado fue apenas una fachada para la intensificación de las políticas neoliberales, con estrategias de mediano y largo plazo para acabar con instituciones como la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). Durante ese período se bajó el aporte del estado a la caja del seguro social del 3.25 al 0.25 y se comenzó a pagar esa mermada aportación en bonos, de baja denominación y redimibles hasta por períodos de quince años (Ver el libro de Luis Alberto Jaén Martínez El gran asalto del PLUSC al seguro social San José Costa Rica 2011), de ahí en adelante la estrategia de la contrarrevolución blanda, caracterizada por el saqueo de los fondos públicos y su mala administración, se basó en la negativa a comprar equipos médicos para favorecer la contratación de servicios con las clínicas privadas (católica y bíblica que empezaron a crecer de manera monstruosa, como un buen negocio para los integrantes de las elites del poder en Costa Rica), las compras irregulares y fraudulentas (préstamo español y finlandés, a comienzos de la primera década del nuevo siglo) y un deterioro generalizado de los servicios públicos de salud, dentro de lo que constituye otra forma de la guerra contra el enemigo interno , dicho de otro modo la población o los habitantes del propio país. La destrucción sistemática del ICE, a partir de proyectos como el Combo Energético del ICE del año 2000 o la reciente apertura en el campo de las telecomunicaciones, ejecutada a partir de la mal llamada agenda de implementación del Tratado de Libre comercio con los Estados Unidos (TLC-CAEU-RD), también fueron parte de estas estrategias de la contrarrevolución blanda, dentro de su rostro social y económico, el que convendría analizar y estudiar con detenimiento.

Tal y como habíamos señalado en nuestro libro La desmovilización militar en América Central, al que habíamos hecho mención supra, las presuntas políticas de paz llevadas a cabo en el istmo marcharon a contrapelo de lo que había indicado el economista inglés John Maynard Keynes , integrante de la delegación de Inglaterra en la conferencia de paz de Versalles de 1919-1920, en relación con la reconstrucción del tejido social europeo después del primer conflicto bélico, a escala mundial, cosa que no de no hacerse (tal y como ocurrió) llevaría a otro conflagración armada, al condenar a Alemania y Austria al pago de indemnizaciones de guerra a los vencedores. Las políticas económicas y sociales de shock, en el mejor estilo del neoliberal /neoconservador Consenso de Washington, no fueron otra cosa que la continuación de la guerra por otros medios, sólo que, en contra de los vencidos, en este caso las grandes mayorías empobrecidas que habitan en el istmo centroamericano, lo que ha traído una exacerbación de otras expresiones de la violencia en la región, articuladas en las maras y toda clase de organizaciones del crimen organizado. En síntesis, el engaño de una paz que nunca fue otra cosa que un espectáculo para la platea de incautos, en ciertos casos o de interesados cortesanos, en otros.

(*) Catedrático de la UNA.

Parque de la Paz, Panabaj, Santiago Atitlán, Guatemala.

El Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo no volverá a ser igual

“Ayer en mi turno de trabajo comprobé, por primera vez, cómo la vida y la muerte se miran en un parpadeo.” (Fátima, Enfermera de UCI de un Hospital de Madrid)

Manuel Hernández

Hoy, 28 de abril, se celebra el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo.

Este día se celebra en el inédito escenario de una crisis global sanitaria, extendida vertiginosamente a todos los confines del planeta, que está causando una grave disrupción del mundo del trabajo.

Ya se estiman 200 millones de empleos que se han destruido y otros tantos de millones de personas que perdieron sus ingresos, cuyos sistemas de protección social, donde existen, no han logrado dar una respuesta institucional adecuada, efectiva y oportuna.

La pandemia, por una parte, ha alentado un renovado pensamiento, un repensar del valor central del trabajo, como categoría fundamental del tejido social, productivo y la importancia de los derechos del trabajo, la ciudadanía del trabajo.

Pero por otra parte, ha evidenciado la necesidad e importancia de fortalecer los sistemas de protección laboral y social de los trabajadores, tan frágiles que volaron con el primer estornudo de la fatídica enfermedad.

En nuestro país, el covit19 ha puesto en la superficie la vulnerabilidad del modelo de prevención y seguridad de las personas trabajadoras, no solo en el sector público, sino aun más, en el sector privado de la economía, en que los empresarios, aun en tiempos de pandemia, no están dispuestos a sacrificar sus tasas de ganancia, aunque sea a expensas de la salud y vida de los trabajadores.

En este escenario emergente, es necesario revisar, articular y fortalecer las políticas y las medidas de protección de la clase trabajadora, entre las cuales destacan las siguientes:

1.- La protección de los y las trabajadoras tiene que ser asumida integralmente dentro de las políticas de salud pública.

La tutela de las personas trabajadoras tiene que ser declarada un objetivo supremo del Estado.

Los propios sindicatos tendrán que asumir y priorizar en sus objetivos estratégicos, la transversalidad de la promoción y defensa de la salud ocupacional.

2.- Es necesario revisar y actualizar las disposiciones del Código de Trabajo, que en esta materia datan de hace casi 40 años, con la finalidad que brinden una cobertura adecuada y eficiente a estas contingencias y desastres que impactan el mundo del trabajo.

La legislación de riesgos de trabajo debe tener un enfoque más centrado en la prevención y protección de los trabajadores y además, replantearse la definición de los riesgos que supere la tradicional y estrecha concepción del accidente y la enfermedad de trabajo.

3.- Es urgente fortalecer el Diálogo Social y la participación de los órganos paritarios de los trabajadores y patronos en la materia.

El Consejo de Salud Ocupacional (CSO) es un órgano de composición tripartida, regulado en el papel del Código de Trabajo, que le compete la rectoría específica de la salud ocupacional.

El CSO padece, desde hace mucho tiempo, de una severa y crónica anemia, cuya falta de liderazgo e incidencia institucional es notoria y manifiesta en esta emergencia sanitaria, que trastoca el conjunto del sistema de relaciones laborales.

Tan es así que el CSO de facto fue remplazado, con la complacencia o inacción de sus integrantes directores, por un grupo de trabajo de la Comisión de Inversión Productiva, conformado exclusivamente por representantes del sector institucional y el sector privado, que promulgó la Guía para la prevención, mitigación y continuidad del negocio por la pandemia COVIT-19 en los centros de trabajo.

Esta herramienta define los lineamientos generales de prevención de salud de los trabajadores, subordinando las medidas preventivas y de protección a las necesidades prioritarias de la continuidad del negocio de las empresas.

Resulta insólito que esta atribución se la haya arrogado ese grupo de trabajo, contra legem, que no tiene ninguna representación de los trabajadores, pero que además es propia de la competencia del CSO.

Por otra parte, las comisiones de salud ocupacional, órganos paritarios de la mayor importancia, creados en la legislación laboral, desde que empezó esta emergencia, los tienen silenciados y pegados a un respirador mecánico.

Es necesario que estas comisiones mixtas recuperen su rol y potencien su participación en las empresas e instituciones, conforme el mandato legal que tienen.

Ahora que oficialmente se anunció la vuelta paulatina y escalonada a la regularidad de la actividad productiva y comercial, las comisiones de salud ocupacional tienen que salir de las UCI y participar activamente en el diseño de los protocolos de protección y vigilancia permanente de la salud y seguridad de los y las trabajadoras.

4.- En estos tiempos de emergencia sanitaria, la función de la Inspección de Trabajo se ha destinado a sacar a flote los intereses económicos de los empleadores y empresarios.

La Inspección de Trabajo tiene que recuperar su misión natural de tutela de los derechos laborales y protección de la seguridad y salud de los trabajadores.

Este fue el origen del Derecho del Trabajo, de la mano con la Inspección de Trabajo.

En el presionado retorno a la actividad productiva, la Inspección de Trabajo debe salir de las oficinas en las que la tiene confinada la patronal, dedicada a dictar masivamente resoluciones administrativas de suspensión de los contratos y reducción de las jornada de trabajo, y volcarse de lleno a velar que en los centros de trabajo se cumplan los requerimientos que aseguren efectivamente la protección de la seguridad y salud de las y los trabajadores.

5.- Es necesario que Costa Rica apruebe el Convenio N° 155 de OIT, sobre la seguridad y salud de los trabajadores (1981), que tiene por objeto asegurar que el ámbito de aplicación de la política, la legislación y prácticas nacionales, en este campo, sea lo más amplio y completo posible.

6.- A nivel de OIT, los sindicatos tendrán que reivindicar, a la misma altura de la libertad sindical, la eliminación del trabajo forzoso, la abolición del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación en el empleo y la ocupación, la incorporación en la Declaración de los principios y derechos fundamentales en el trabajo (OIT/1998), la protección de la seguridad y salud en el trabajo.

Por último, pero no por esto menos importante, no podría dejar pasar un día como hoy, sin transmitir mi profundo agradecimiento a todas las personas trabajadoras, que durante todo este tiempo que llevamos confinados, al borde del hastío, nos han asegurado la continuidad del funcionamiento de la sociedad.

Mi reconocimiento a las imprescindibles personas del trabajo doméstico remunerado, cuido de personas, por cierto, las ocupaciones peor remuneradas, de eso que mercantilmente llaman el mercado del trabajo, compuestas mayoritariamente por mujeres, a las indispensables trabajadoras y trabajadores del transporte público de personas y mercancías, servicios de cuerpos de policía, bomberos, acueductos, energía, telecomunicaciones, periodistas, los infaltables recolectores municipales de basura, dependientes de negocios, farmacias y otros colectivos esenciales tantos más, y especialmente al personal de la salud, que codo a codo, durante las interminables horas de sus extenuantes jornadas, acometen desde sus trincheras de esperanza el virus letal.

Esta efeméride, el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, por mucho tiempo tristemente desconocido, no volverá a ser el mismo, cuya importancia fue rescatada por la trágica pandemia.

28/04/2020

La gobernanza de las relaciones laborales en la pandemia

Ojalá que el virus nos haga salir de la caverna, la oscuridad y las sombras” (E. LLedó)

Manuel Hernández

  • La proscripción de la participación de los sindicatos y la contribución normativa del subgrupo de trabajo de la Mesa de Infraestructura Productiva

1.– El tema y objeto de esta entrega

Ahora que las autoridades del Ministerio de Salud esperan hacer un giro de tuerca y flexibilizar las medidas sanitarias, tendiente a normalizar la actividad productiva y “un retomar organizado” y controlado de las actividades comerciales, que prometedoramente se anticipó que se anunciará el lunes de la próxima semana, en la infaltable y aséptica conferencia de prensa del medio día, cuya primicia ha generado mucha expectativa, es pertinente y oportuno, después de más de un mes de aciaga pandemia, tratar de hacer un intento jurídico, que es mi trinchera, de análisis y caracterización del manejo de la gobernanza de las relaciones laborales, en estos tiempos tan difíciles e inciertos.

2.– La importancia y urgencia del diálogo social

La cuestión tiene que ver con la importancia y urgencia del diálogo social, la participación de los agentes sociales y la intervención de los órganos paritarios o tripartitos radicados en nuestro ordenamiento, en materia relaciones laborales, prevención y protección de la seguridad y salud de las personas trabajadoras.

La OIT estableció en el Marco de las políticas de lucha contra el COVID-19, que el Diálogo Social constituye uno de los pilares fundamentales, dirigido a fortalecer la negociación colectiva, las instituciones y los mecanismos de relaciones laborales.

Desde luego que el asunto tiene que ver, en definitiva, con la gobernanza democrática de las relaciones de trabajo.

3.- Algunas experiencias internacionales de gobernanza laboral

Pero antes de cumplir mi objetivo, no deja de ser relevante, aunque sea de manera muy general, reseñar la experiencia de algunos países de Europa y América Latina, en los cuales los agentes económicos, pero no sólo los productivos, sino también los agentes sociales, han tenido una significativa participación en la determinación conjunta de la protección del empleo, los salarios y la salud de las y los trabajadores, hasta donde políticamente ha sido posible.

En algunos de estos países, incluido Argentina, se llegó hasta la prohibición del despido, por motivos de fuerza mayor o causas económicas relacionadas con la pandemia del covit-19.

En Italia, por ejemplo, los sindicatos CGIL, CISL y UIL pactaron con la patronal un acuerdo de 13 puntos, que contiene medidas para proteger la seguridad y salud de los trabajadores (control de ingreso al centro trabajo, limpieza y saneamiento de locales de trabajo, precauciones higiénicas, uso de mascarilla y guantes, vestuarios, tiempos de entrada y salidas escalonados, comité de aplicación del protocolo, entre otras).

En España, los principales sindicatos de trabajadores (CCOO Y UGT) y la patronal (CEPYME Y CEOE), desde el principio de la pandemia, celebraron un sustantivo acuerdo que contiene un conjunto de medidas extraordinarias para abordar la problemática laboral generada por el coronavirus.

Ahora que varios países de Europa llegaron al punto alto o pico y se está aplanando la famosa curva, con lamentable pérdida de tantas vidas humanas, la negociación colectiva tiende a volcarse y priorizar en la definición de las condiciones y medidas laborales atinentes a la vuelta de la reactivación de la actividad económica y normalización del funcionamiento del aparato productivo, garantizándose el papel activo de los sindicatos, como tiene que ser en un ordenamiento democrático, en el diseño de protocolos, control y cumplimiento de las medidas de protección de las y los trabajadores.

La discusión está enfocada en la consecución de un equilibrio, hasta donde sea posible pactarlo, entre la protección de las y los trabajadores y la regularización de la actividad productiva.

En Uruguay, en el ámbito del comercio y la industria de la construcción se han celebrado importantes arreglos. El sindicato de la construcción SUNCA pactó con la Cámara de la Construcción un acuerdo que establece las condiciones del retorno de operaciones de esta actividad y las medidas de protección y seguridad de los trabajadores para mitigar el contagio.[1]

No deja de ser interesante un acuerdo global que pactó esta misma semana, la Confederación Sindical Internacional (CSI), IndustriALL y la Organización Internacional de Empleadores (OIE), cuyo objetivo es construir un espacio para el desarrollo de medidas dirigidas a proteger los ingresos de los trabajadores de la industria de la moda y las empresas integradas en la cadena mundial de producción y suministros, con la finalidad de mitigar los efectos del COVID-19.

A este acuerdo se han adherido fuertes empresas del sector, como Inditex, C§A, Adidas, Primark, Bestseller, Tchibo, Zalando y otras.

4.- La gobernanza de las relaciones laborales en Costa Rica en el escenario de la crisis sanitaria

Mientras en otras latitudes se ha venido gobernando así las relaciones laborales, ciertamente en un escenario inédito, complejo y dinámico, marcado de tensiones entre los intereses patronales y los trabajadores, entre el poder de dirección del patrono y la autonomía colectiva, en nuestro país, el manejo de la crisis ha sido radicalmente no sólo distinto, sino diametralmente opuesto.

El tratamiento político de la emergencia sanitaria se ha caracterizado por una gobernanza unilateral de las relaciones laborales –mejor dicho, relativamente unilateral, por el motivo que se expone en el próximo acápite-, cuya nota más relevante consiste en la exclusión total de la participación de los sindicatos, pero no sólo de los sindicatos, sino además, en la eliminación de los foros institucionales establecidos en nuestro ordenamiento, particularmente en materia de salud ocupacional.

5.– Las medidas laborales de emergencia

Hagamos un ligero repaso de las medidas laborales más significativas, tratando de enfocarnos, no tanto en su contenido, que ya abordé en varios artículos precedentes[2], sino más bien centrándonos en la forma en que se instrumentaron esas medidas, prácticamente sin ninguna resistencia.

Los invito a que realicemos una rápida revista de las principales medidas de carácter laboral impuestas.

La ley que licenció la reducción de la jornada de trabajo, por voluntad unilateral del patrono, con la consecuente disminución proporcional hasta de un 75% de los salarios, se aprobó a expensas de un procedimiento legislativo, fast track y a la carta, a instancia del Poder Ejecutivo, sin que se concediera ninguna instancia de participación a los sindicatos.

La creativa y generosa normativa reglamentaria promulgada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, estableció un mecanismo ultra rápido y unilateral de suspensión de los contratos y reducción de las jornadas de trabajo, que se estableció también sin conceder, por lo menos, audiencia previa a los sindicatos.

Pero hasta aquí no llega esta política de Estado de corte unilateralista.

6.- La defenestración de los órganos tripartitos y paritarios en salud ocupacional

Cómo si lo anterior no fuera poco, el Consejo de Salud Ocupacional (CSO) ha sido confinado a una participación simbólica, prácticamente sustituido por un grupo ad hoc de trabajo institucional, con participación del sector privado, que de facto asumió la rectoría de la salud ocupacional.

Las comisiones de salud ocupacional, que por mandato de ley deben funcionar en todas las empresas e instituciones, integradas paritariamente por representantes del patrono y trabajadores, fueron inutilizadas, bloqueadas, que sólo están a la espera que algún samaritano les retire el respirador mecánico, que les conectaron desde que empezó la pandemia.

7.- El cogobierno de los empresarios y patronos

Toda esta política sistemática de interdicción de la Libertad Sindical, la negociación colectiva, la exclusión de la participación de los sindicatos y la defenestración del órgano tripartito (CSO) y los bipartitos en materia de salud ocupacional, contrasta ostentosamente con el co-gobierno y la participación hegemónica del sindicato patronal UCCAEP.

Este sindicato corporativo asumió un rol conductor y determinante en la emisión de aquella ignominiosa ley de rebajo de jornadas, en la reglamentación inconsulta del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, con base en la cual, como he dicho en artículos anteriores, las autorizaciones administrativas de suspensión de los contratos y reducción de jornada de trabajo, se editan masivamente como rotativos de periódicos impresos.

Ya llevamos al hilo, de acuerdo con el corte de la Inspección de Trabajo, de 20 del mes en curso, cuya misión es -por contrario a lo que ha hecho- velar por los derechos de trabajadores, más de 39.000 personas trabajadoras, con contratos “temporalmente” suspendidos y más de 71.000 a quienes se les redujo la jornada de trabajo y los salarios.

La suspensión “temporal” de los contratos de trabajo, hasta por un período de tres meses, prorrogables por un período igual, configuran materialmente despidos encubiertos, que han sido cohonestados por esa normativa de muy dudosa constitucionalidad y legalidad, para favorecer los intereses del empresariado costarricense y transnacional.

8.- El grupo de trabajo de la Mesa de Infraestructura Productiva: el golpe de facto al CSO y las comisiones de salud ocupacional

Pero en esta entrega, para ir cerrando, quiero concentrarme en un tema, que me permito llamar poderosamente la atención de las y los lectores, ampliamente desconocido, que no podría dejar pasar inadvertido, expresión de esa política de Estado de carácter unilateral y antisindical.

En el seno de la Mesa de Infraestructura Productiva se aprobó la “Guía para la prevención, mitigación y construcción del negocio para la pandemia COVIT-19 en los Centros de Trabajo”.

Esta guía define los lineamientos generales orientados al empresariado, para que implemente las medidas de prevención de salud de los trabajadores, desde la lógica la continuidad de las operaciones de las empresas.

La guía fue elaborada por esa instancia, integrada exclusivamente por varias autoridades institucionales, representantes y asesores del sector privado.

La guía comprende tres áreas: recurso humano, implementación de protocolos y condiciones de trabajo.

El instrumento es bastante extenso del cual se pueden inferir las siguientes conclusiones:

En primer lugar, fue elaborado por un grupo de trabajo, con representantes del sector privado, que excluyó totalmente la participación de los representantes de las y los trabajadores.

La guía contiene medidas concernientes a las condiciones de trabajo, implementación de protocolos, obligaciones que deben cumplir las y los trabajadores y otros aspectos relacionados con el recurso humano, que son del interés natural de la clase trabajadora; por lo que resulta totalmente insólito que ese instrumento se haya construido privándose a la representación de los trabajadores toda clase de intervención.

No puede ser que un grupo institucional, conjuntamente con representantes del sector privado, regule esta importantísima materia, de la mayor trascendencia de la clase trabajadora, dejando por fuera a las representaciones sindicales.

La segunda conclusión a la que uno puede llegar es que las medidas de protección de los trabajadores quedan subordinadas a las necesidades prevalecientes de preservación del tejido empresarial y la continuidad de operación de las empresas: “orientar al empresariado costarricense hacia una cultura de prevención en sus centros de trabajo, desde una lógica de continuidad del negocio.”

Es decir, se privilegia el interés económico y productivo de las empresas, sacrificando el interés público fundamental de tutela de la vida y salud de los y las trabajadoras.

Esto es sumamente grave, pero responde a esa “lógica” empresarial que privilegia las ganancias del capital, a costa de los intereses supremos de la clase trabajadora.

En tercer lugar, lo cual no es menos grave, las competencias que por ley le corresponden al Consejo de Salud Ocupacional, fueron asumidas por ese grupo de trabajo, que con participación de autoridades del Ministerio de Trabajo y otras instancias institucionales, consintieron que esas atribuciones se las arrogara, contra legem, ese grupo de trabajo con participación determinante y exclusiva del sector privado.

9.- Un virus contagioso de la democracia

En conclusión, la gobernanza de las relaciones laborales se ha manejado de manera unilateral, a merced de un ejercicio autoritario del poder político, al mejor estilo neoliberal, al que ya, a fuerza de tanta normativa heterónoma, nos quieren acostumbrar.

El coronavirus pareciera que convenientemente está hecho a la medida de los grandes intereses económicos del empresariado y sus interlocutores políticos, que se aprovechan de la pandemia para reforzar todavía más su sistema de dominación política y económica.

El profesor Cas Mude, autor del libro “La extrema derecha de hoy”, (Polity Press, 2019) a propósito de las medidas extraordinarias que el Gobierno de EEUU aprobó a raíz del 11 de setiembre de 2001, se planteó tres preguntas, que resulta legítimo hoy rescatar y testearlas a la aplicación de aquellas medidas laborales de emergencia:

¿cuál es la contribución efectiva y real que tienen esas medidas en la lucha contra el coronavirus?,

¿cuáles son las consecuencias que tienen para la democracia?, y por último:

 ¿cuándo serán abolidas?

No existe la menor duda que el coronavirus plantea un serio desafío para el sistema democrático.

26/04/2020

Imagen: https://blog.powerdata.es/el-valor-de-la-gestion-de-datos/ataque-cibernetico-como-protegerte-con-ia

[1] El acuerdo firmado el 12 de abril, establece, entre otras estipulaciones, que los trabajadores que no tengan acceso al subsidio por enfermedad, durante la cuarentena tienen derecho a 16.377 pesos, los trabajadores con enfermedades preexistentes a una partida de 23.822 pesos mensuales, hasta por un máximo de 2 meses, incluidos aquellos trabajadores mayores de 65 años que no tengan acceso al susidio por enfermedad. El protocolo pactado estipula que el personal que trabaje en cuadrillas debe mantenerse a una distancia mínima de un metro, la obligatoriedad del uso de la mascarilla, que las herramientas deben estar desinfectadas previo a su uso, rutinas de lavado de manos, focalizarse únicamente en el lugar de trabajo de trabajo de la cuadrilla, entre otras.

[2] Pueden consultarse de mi autoría los siguientes artículos acerca del contenido de las medidas laborales de emergencia: La distribución de los riesgos laborales, sociales y económicos de la pandemia, La participación autónoma y orgánica de las personas trabajadoras en la lucha contra la pandemia, Dos rutas políticas muy diferentes para mitigar la situación de las personas trabajadoras, Trabajo doméstico remunerado, Reducción de la jornada laboral y suspensión contractual, Suspensión exprés y a la carta de los contratos de trabajo, Neoliberalismo en tiempos de pandemia, El procedimiento extraordinario de suspensión de los contratos de trabajo, y Pandemia y suspensión de los contratos de trabajo (2020).

 

 

La política social según el enfoque sobre la pobreza y el ajuste institucional regional

Miguel Sobrado

Nuestro país realiza una de las mayores inversiones per cápita, en política social en el continente, pero está estancado desde hace 20 años en su esfuerzo por reducir la pobreza, mientras que Uruguay en ese mismo período de tiempo eliminó la pobreza extrema y redujo la pobreza a un 7%.

Conviene rastrear nuestra política social, especialmente la promocional para hacerla más efectiva. En días recientes se realizó un video foro en el Museo de Jade sobre algunos de los productos del proyecto Germinadora realizado durante la última década en 5 cantones de la región sur, mostrando los resultados que puede dar la inversión social cuando, por una parte se incorpora a la comunidad organizada a las soluciones, y por otra se ajusta el quehacer del órgano regional, en este caso JUDESUR, a las necesidades de la gente organizada.

Las visiones contrapuestas y la participación

Existen dos enfoques predominantes en la aplicación en las diversas modalidades de la política social, de los cuales dependen los resultados obtenidos.

Estos enfoques van más allá de las declaraciones de la política y de sus de principios formales. Se definen por su aplicación en la práctica, esto es en el diseño institucional y con la consecuente forma de elaborar y aplicar los programas y proyectos en las comunidades y grupos.

Los perdedores

Se trata de un enfoque ideológico, a menudo subyacente que se sustenta en las relaciones sociales y políticas prevalecientes, que ve a la población pobre como perdedores, en contraposición con los “ganadores” que tienen buen ingreso. Esto se le atribuye a que carecen de capacidades adaptativas, interés y voluntad de tensar el arco creativo para superarse. En otras palabras la pobreza, aunque tenga diversas causas, es un problema de las personas que solo puede resolverse a través de una intervención realizada por profesionales capacitados desde las instituciones. Esta intervención puede adquirir forma de asistencia con las personas que no pueden valerse por sí mismas, donde los profesionales definen criterios para asignar recursos. O puede adquirir forma “promoción” donde los especialistas intervienen para que los pobres salgan adelante, elaborando desde los escritorios proyectos o designando a los ejecutivos su tutelaje directo. En este proceso, rara vez los beneficiarios participan en la definición y ejecución del proyecto. De tal forma que éstos lo ven como un proyecto institucional, no como algo propio, y así asumen su éxito o fracaso. Los funcionarios institucionales, por su parte, ven los fracasos como una confirmación de la incapacidad de los perdedores.

Este tipo de enfoque es simbiótico con los sistemas de clientelismo político, donde se buscan grupos de apoyo y lealtades, más que resultados. No es casual que desde el diseño institucional se impulse el paternalismo y la intervención de los funcionarios “para ayudar a la gente”, castrando simultáneamente la iniciativa y creatividad de los supuestos beneficiarios.

La construcción de capacidades y apoderamiento a través de la actividad objetivada impulsada por la capacitación masiva.

Aquí hay también visión ideológica, que habla del potencial humano, incluso en los casos donde se requiere de asistencia por razones de edad y salud, ya que no se limita a facilitar recursos básicos, sino que estimula la calidad de vida con actividades y ocupaciones.

Para efectos de promoción social, esta concepción parte que los seres humanos estamos configurados por el papel y la experiencia organizativa que hemos desempeñado hasta el momento pero, y esto es fundamental, no estamos determinados. Podemos reconfigurarnos, eso sí, a través de una nueva práctica. Un proceso de capacitación donde percibamos lo límites de las inercias históricas y sus techos sociales, al mismo tiempo que descubrimos y aprehendemos los nuevos modelos organizacionales y sociales, ajustando simultáneamente las expectativas a las nuevas realidades y posibilidades.

Dentro de esta visión los excluidos son considerados protagonistas activos de su propio desarrollo que requieren, de capacitación organizacional y alfabetización en el montaje de sus propios proyectos. Al apoderarse organizacionalmente en el montaje de sus propios proyectos se inician también el sendero de gestión ciudadana.

Con este tipo de participación se formaron las primeras cooperativas de autogestión con campesinos y obreros bananeros en Costa Rica; se desarrolló el programa Hospital sin Paredes en cinco cantones con más de 161 puestos de salud con resultados que fueron premiados por la Organización Mundial de la Salud. Se construyeron 1063 empresas asociativas también con campesinos y obreros en el proceso de reforma agraria hondureña en los años 70 y centenares de experiencias en Brasil, México, y Sur África donde actualmente aplica en 49 cantones de seis provincias para el desarrollo municipal.

Evidencias de la efectividad del método están registradas en artículos, informes e incluso libros donde se detallan experiencias en tres continentes como “Un futuro para los excluidos” de la editorial de UNA. La resistencia a su aplicación, producto de su choque con las relaciones de poder y el paternalismo y comodidad institucional, que prefiere servirse que servir a las comunidades, también está documentada en artículos e informes. Un caso reciente ha sido el informe sobre una década de obstáculos en la aplicación del proyecto Germinadora en la zona sur del país, que a pesar de todos los obstáculos que se le interpusieron, pudo presentar logros destacados.

El problema del archipiélago institucional y ajuste institucional

En el caso costarricense vale la pena destacar que la evaluación intermedia del proyecto Germinadora en 2103, señaló por una parte, la eficacia de la metodología de capacitación masiva aplicada e incluso la recomienda como método para un proyecto país, pero por otra parte la incapacidad institucional de darle seguimiento. Por tal razón pide suspender la capacitación porque el aparato institucional, no ofrece seguimiento ni atiende al decreto presidencial que declara al proyecto de interés público, y propone concentrarse en el seguimiento. El aparato institucional nacional es un archipiélago, donde cada isla desciende hasta lo local, que no tiene instancias regionales de coordinación y ejecución. En el caso de Germinadora, aunque está pendientes el ajuste de la estructura institucional nacional, se dio un fenómeno regional a través de la asignación de recursos financieros y acompañamiento por parte de los Grupos de Acción Territorial. Esta fue una pieza complementaria que ajusto la acción institucional a las necesidades de los emprendedores generando éxitos en el proyecto. Pero este es un tema que amerita estudio y aprendizaje para quienes trabajan en la reforma del Estado. Más claro no canta un gallo, incorporar a las comunidades como actores de un quehacer institucional articulado a sus necesidades es fundamental para incorporar el haz de voluntades local y obtener resultados y productos. Sin este ajuste, por más funcionarios que se contraten no se pueden realizar las transformaciones necesarias ya que va contra naturaleza de la capacitación y el aprendizaje de adultos.

Foto: Semanario Universidad

Programas de Acción Social abogan por participación

Por casualidad, los programas institucionales de Acción Social se enteraron la semana pasada, que una comisión del Consejo Universitario sometería a consulta un reglamento que la mayoría de los programas desconoce y que fue iniciada hace más de 13 años.

Mediante una carta firmada por más de 10 programas, pretenden hacer su descontento porque “las consultas, audiencias y otras formas de participación para tomar criterio sobre el reglamento se dieron en algún caso hace 10 o 12 años. Inclusive muchos de los entes que participaron se transformaron o fueron cerrando”. Por lo que consideran que en la parte normativa han surgido nuevos elementos que deberían ser retomados para establecer “una actualización de la temática y sobre todo garantizar la participación a los programas institucionales.”

También insistieron que, “durante la administración Jensen Pennington, la Vicerrectoría de Acción Social y los programas institucionales ligados a la misma han estado bajo la dirección de 3 personas que han fungido como vicerrectores, con posiciones muy distintas sobre temas medulares de lo que es un programa, su duración, adscripción y estructura. Es por esta razón que hemos sido sometidos a procesos y procedimientos que han sido contradictorios y que han provocado un desgaste de energía y recursos, así como un debilitamiento en los mismos Programas”.

La Comisión de Investigación y Acción social (CIAS) del Consejo Universitario está elaborando un nuevo reglamento (Resolución CIAS-6-2019) para los programas institucionales de la Universidad de Costa Rica. Con la propuesta de reglamento los programas pasan a adscribirse a rectoría y a limitar el tiempo de duración de un programa de 4 hasta 8 años como máximo. De ser aprobado, esta acción implicaría el cierre eventual de programas con una larga y exitosa trayectoria, como por ejemplo algunos casos de programas que tienen más de 20 años de existir, realizando aportes fundamentales para las poblaciones vulnerabilizadas por el modelo neoliberal.

Los Programas entregarán una carta al Consejo Universitario el martes 3 de diciembre solicitando: habilitar un proceso amplio de consulta, que incluya la participación de todos los programas de la Universidad y que se extienda hasta el mes de junio del 2020, para estudiar a fondo la propuesta y hacer las observaciones pertinentes del caso.

Además solicitarán una audiencia ante el Consejo para compartir la visión de los Programas ante el citado Reglamento. En especial, porque se requiere una visión más fresca y actualizada del quehacer de los Programas en aras de que se defina una estructura y procedimientos acordes con estos espacios institucionales.

También solicitarán a la administración, “no tomar acciones de fondo que continúen afectando los programas institucionales, hasta que se termine la consulta y la aprobación final del reglamento específico de “programas institucionales” y el reglamento general de la VAS donde también se incluye el tema de los Programas institucionales”.

Por último, se convoca a las Comisiones de Acción Social de todas las unidades académicas de la Universidad de Costa Rica, para que también nos acompañen con oficios dirigidos al Consejo Universitario visibilizando las diversas reflexiones alrededor de este nuevo reglamento.

Ver carta firmada por programas en: http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/CartalineamientosprogramasCU.pdf

Ver dictamen de un nuevo reglamento (Resolución CIAS-6-2019): http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/DictamenCIAS-6-2019.pdf

Lunes 2 de diciembre del 2019

Programas Institucionales de Acción Social

Universidad de Costa Rica

Enviado a SURCOS por Mauricio Álvarez Mora y Alberto Gutiérrez Arguedas.

UCR: ‘Aprendamos sobre Gestión del Riesgo’ es un nuevo manual práctico

  • Estudiantes de Antropología elaboraron documento educativo dirigido a población joven

UCR Aprendamos sobre Gestion del Riesgo es un nuevo manual practico
El manual promueve la transmisión del conocimiento mediante una metodología más dinámica, que invite a los jóvenes a participar y a “aprender jugando”.

La desinformación es una de las razones que vuelven vulnerables a las comunidades en el momento de un desastre. Esta es la premisa que motivó a tres estudiantes de Antropología de la Universidad de Costa Rica a elaborar un manual formativo con herramientas interactivas para educar sobre el tema a la población joven.

El manual surgió a partir del trabajo realizado con estudiantes del Liceo Académico de Puriscal quienes enfrentan amenazas geológicas como un sistema local de fallas sísmicas y uno de los deslizamientos catalogado como de los más grandes de Centroamérica.

La propuesta enseña e invita a reflexionar sobre el tema del riesgo, mediante una metodología dinámica en la cual se “aprender jugando”. El módulo posee diversas bondades, una de ellas es que puede aplicarse en otras comunidades que enfrentan diferentes riesgos como por ejemplo, inundaciones, actividad volcánica y sísmica.

El proceso de creación se realizó a lo largo del año 2016 bajo el nombre IE-43 Construyendo, generando y aprendiendo: la gestión del riesgo en mi cole con el apoyo y asesoría de Iniciativas Estudiantiles de la Vicerrectoría de Acción Social de la Universidad de Costa Rica, logró determinar que es necesario cambiar el enfoque sobre cómo se enseña el riesgo en las aulas.

Así lo enfatizaron los tres estudiantes de Antropología durante la presentación oficial del Manual «Aprendamos sobre Gestión del Riesgo». Karol Vargas, Dayana Mora y Cristian Montenegro, señalaron, además, que tradicionalmente los y las estudiantes reciben los conceptos de gestión del riesgo de manera teórica.

Preguntas vitales

Resulta necesario, de acuerdo con sus hallazgos, abordar este tema desde una forma creativa, que no sea pesada y que permita a los jóvenes comenzar a cuestionarse de primera entrada, si: ¿Dónde yo vivo hay riesgo o peligros? ¿Dónde me siento seguro o segura? ¿Qué puedo hacer para prevenir algún riesgo?

El Manual promueve espacios de trabajo que se realicen a partir de la horizontalidad y el diálogo de saberes, donde los y las jóvenes sean tomados en cuenta como agentes activos de sus instituciones y comunidades.

Es necesario comprender que la adolescencia es una etapa de creación y descubrimiento, por lo que se debe generar un espacio de dialogo, respeto, horizontalidad y empatía en el trabajo de estas poblaciones. En este sentido, el dibujo, la música, la fotografía o el teatro son herramientas de comunicación y reflexión que se pueden usar para difundir algún tema o caso particular que existen en la comunidad educativa.

UCR Aprendamos sobre Gestion del Riesgo es un nuevo manual practico2
El módulo es un instrumento valioso para generar programas de trabajo y capacitación a nivel regional o nacional que permitan incluir a los y las jóvenes en el tema de la prevención, la emergencia y el riesgo a desastres.

En general, resulta vital incorporar nuevas formas de abordar, explicar y difundir el tema del riesgo dentro de las poblaciones jóvenes.

Los estudiantes de Antropología consideran que este Manual es un instrumento valioso para las autoridades de gobierno ya que es la base para generar programas de trabajo y capacitación a nivel regional o nacional que permitan incluir a los y las jóvenes en el tema de la prevención, la emergencia y el riesgo a desastres. Lo anterior, no solo para informar a los jóvenes en la temática sino también para propiciar procesos reflexivos sobre la importancia de la prevención, preparación y los riesgos a los que puede estar expuesta en su lugar de estudio, trabajo o en su vivienda.

 

Rebeca Madrigal López

Periodista Oficina de Divulgación e Información

 

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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UNA: La acreditación promueve la innovación, el compromiso y la excelencia

  • Rectora Ajunta de la UNA resalta el papel de la Escuela de Planificación y Promoción Social

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El acuerdo del Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (SINAES), de acreditar con sello de calidad, a la carrera de Bachillerato y Licenciatura en Planificación Económica y Social, llena de orgullo a la Universidad Nacional.

Por ello felicitamos calurosamente a las autoridades de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Escuela de Planificación y Promoción Social, a su personal académico y administrativo y a sus estudiantes, así como también a la Vicerrectoría de Docencia y a las diversas instancias que apoyaron el proceso.

Esta carrera es ampliamente reconocida por formar profesionales de excelencia, capaces de interpretar la realidad socioeconómica del país y de la región, y proponer estrategias participativas para el desarrollo de la sociedad, y esta acreditación le consolida y le ofrece nuevos horizontes.

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Se subraya en sus planes de estudio, la formación para trabajar en equipo y para promover la participación en grupos y organizaciones en la toma de decisiones, características que sitúan a sus graduados como profesionales capaces de forjar un verdadero cambio social.

Destaca además, la labor de esta escuela, por su contribución a la generación de conocimiento teórico, práctico y metodológico de la planificación.

La naturaleza misma de esta carrera, así como la decisión de la unidad académica de un abordaje interdisciplinario, la ha colocado a la vanguardia a nivel nacional e internacional.

Quiero también subrayar su coherencia con los valores institucionales de excelencia, compromiso social, participación democrática, equidad y respeto.

Lo anterior nos hace celebrar que esta acreditación se lleve a cabo en el marco del año de la UNA por la vida, el diálogo y la paz, donde precisamente se exaltan esos valores.

Con este lema invitamos a reflexionar sobre los derechos de la humanidad y de la comunidad de vida, para promover mejores relaciones entre los seres humanos y con la naturaleza, así como contribuir en la construcción de una sociedad más inclusiva y equitativa.

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Aunado a ello, la institución realiza esfuerzos importantes por garantizar altos niveles de calidad en todo su quehacer.

El Estatuto Orgánico de la Universidad Nacional, establece la excelencia como uno de los valores que sustentan el quehacer universitario. Este valor se entiende como “la búsqueda constante de los más altos parámetros de calidad internacionalmente reconocidos en el quehacer académico y la gestión institucional.”

Por su parte, el Plan de Mediano Plazo (2017-2021), aprobado por la Asamblea de Representantes, incluye una meta estratégica que establece “implementar un sistema de gestión de calidad para la excelencia”, sistema que se encuentra en construcción, para responder al compromiso institucional de garantizar la pertinencia social y científica de su quehacer, e impulsar una cultura de la excelencia que se fundamente en la satisfacción de los usuarios internos y externos de los servicios y productos del quehacer institucional.

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En ese marco se inscriben los procesos de autoevaluación para el mejoramiento y la acreditación de carreras, y por ello, festejamos el día de hoy la acreditación de la carrera de Planificación Económica y Social.

La decisión de la Escuela de autoevaluarse y someterse al proceso de acreditación, sin duda lleva consigo el compromiso por su mejoramiento continuo, compromiso que asumimos también como institución, desde las diversas instancias, en un esfuerzo incesante para cumplir en forma responsable con la excelencia.

Sabemos que de esa manera, respondemos a la dinámica propia del desarrollo del conocimiento y a las necesidades de la sociedad, especialmente de los sectores menos favorecidos, sentido mismo de la existencia de la Universidad Nacional.

Para finalizar, deseo expresar nuestro agradecimiento al SINAES, por su labor rigurosa que garantiza a la comunidad nacional, la calidad de las carreras que acredita.

Sin duda alguna, la participación en un proceso de acreditación promueve la innovación, el compromiso y la excelencia.

Muchas gracias.

 

Dra. Luz Emilia Flores Davis

Rectora Adjunta-UNA

Msc.Efrain Cavallini Acuña. Académico EPPS

 

Enviado por MSc. Efraín Cavallini Acuña, Asesor Comunicación, Rectoría UNA.

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