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Etiqueta: patriarcado

No más guerras, no más feminicidios. Por la niñez y la mujer

Mainier Barboza

Mainier Barboza

Una lágrima menos, una vida más.

Al evocar el llanto, esa composición física, emocional, que lleva implícita la huella de la alegría, el sufrimiento, que, sin lugar a duda es una manifestación de los sentimientos más hermosos que tiene la humanidad, y, por qué no, nuestra naturaleza, que viva o inerte representa algo en la configuración de nuestra Tierra.

Celebramos con pasión y llanto, nuestros triunfos, conquistas, sueños; también con nostalgia y lágrimas nuestras ausencias amadas, frustraciones y derrotas; empero, hay otras lágrimas que se derraman por torrentes

generando caudales que ahogan los gritos, dolores, sufrimientos sin par y cuyos ecos no se perciben: esas lágrimas que suman millones llenan ríos, lagos y mares y se pierden en la inmensidad de los océanos.

Nunca las percibimos, porque semejan esas gotas de rocío que nos trae la mañana fresca; pero, siempre hay un pero, que nos indica muchas realidades, entre esas las millones de personas, entre niñez, ancianidad, mujeres y hombres que mueren por día en el mundo, sea de hambre, por enfermedades curables, frío, inanición, por crímenes sin sentido; por consumo de drogas ilícitas, sin descartar esa comida denominada «chatarra».

No hemos tocado la mayor monstruosidad, bajeza y desequilibrio enfermizo de las élites del poder, los que acumulan millones de unidades monetarias y riquezas en suntuosas mansiones, que desperdicias millones en lujos innecesarios. Esas son barbaridades baratas, a la par de la monstruosidad que señalaré, es la guerra, el acto de salvajismo, de vileza más inhumano, antinatural que se pueda imaginar…

Todas las guerras, que parecieran ser parte del desarrollo «natural» del mundo, es una de las fallas, al lado del patriarcado, que no ha permitido, ni la paz, ni la equidad, ni la igualdad; menos la distribución justa de la riqueza y participación plena de las mujeres bis a bis.

Con la más vergonzosa agresión a un pueblo, como Gaza, donde es la sociedad civil la que ha sido masacrada, con el beneplácito de la comunidad internacional y la manipulación de un grupo de poder criminal, como el que detenta el poder en Israel, la responsabilidad del mundo es evidente.

Por eso es necesario una lágrima menos para que florezca una vida más, en especial de la niñez y la mujer…

Que está navidad en su preámbulo de adviento, traiga la paz a este pueblo de Gaza y sea el eslabón para una paz duradera.

Podemos transformar las relaciones desiguales e injustas con el compromiso personal y social

Kattia Isabel Castro Flores

La cultura ha construido relaciones desiguales e injustas y una de sus manifestaciones se ve de forma clara en los vínculos que se establecen entre hombres y mujeres. La buena noticia es que podemos transformar esta triste realidad por medio del compromiso personal y social en el cultivo del cuidado mutuo, de relaciones respetuosas, equitativas, que reconocen el valor y la dignidad que nos corresponde a hombres y a mujeres por igual.

Solo un par de generaciones atrás las mujeres no podían estudiar, debían casarse a edades tempranas y tener múltiples embarazos y partos. Nuestras abuelas y madres tuvieron vidas marcadas por carencias económicas, pero además por falta de oportunidades para expresar lo que sentían y pensaban. Se limitaba la participación de las mujeres en actividades fuera del hogar, fueran estas de tipo recreativo o de participación comunal.

Se promovía que era virtud en las mujeres ser calladas, obedientes, tímidas y sumisas. Todo lo contrario se pensaba para los hombres, a ellos se les asignaba la libertad de movimiento y de actuación. El ejercicio del liderazgo era parte de su identidad, aunque se pareciera más al autoritarismo. Se autodesignaron los administradores de los recursos económicos familiares.

Muchos hombres hicieron un mal uso del poder que la sociedad les otorgaba y lo usaron para humillar, golpear, intimidar, toquetear y hasta violar a mujeres de sus propias familias, vecinas o conocidas. Muchas mujeres han tenido que llevar adelante embarazos que son resultado de violencia sexual, mientras que otras han sufrido abortos espontáneos y también fruto de agresiones sufridas en el hogar.

¿Conoce usted algún caso de violencia física, emocional, patrimonial o sexual en el entorno familiar o comunitario? Sabemos que lamentablemente la respuesta a esta pregunta es positiva. Tristemente usted y yo podemos ser una de las víctimas. La violencia era y sigue siendo parte de la vida cotidiana de las familias y de la comunidad. Frente a la violencia sufrida se guarda silencio porque el dolor es inconmensurable y se piensa, de forma errónea, que es mejor ignorarlo y seguir como si nada hubiera pasado. No puede haber una familia feliz si hay violencia en cualquiera de sus formas, tener que aparentarlo es revictimizar a la persona que sufrió violencia y alcahuetear a quien la ejerció o la sigue ejerciendo. El silencio nos hace cómplices del dolor y el sufrimiento de muchas personas y esto está lejos del amor, la paz y la justicia. Los agresores sexuales deben ser frenados, denunciados y condenados.

Ha llegado el tiempo de romper el silencio y de llamar a las cosas por su nombre: los mal llamados “piropos” son violencia. Los hombres que se masturban delante de niñas, niños y mujeres de todas las edades, ejercen violencia; también los hombres que observan a las mujeres mientras se bañan o se visten. El lenguaje soez de contenido sexual es violencia. El acoso sexual callejero, es violencia. La exposición a pornografía es violencia. El sexo sin consentimiento, aún dentro de la vida de pareja es violencia. La violación es violencia. Compartir en redes sociales fotos de contenido sexual que no fueron creadas con esa finalidad también es violencia.

Las mujeres tenemos derecho y exigimos una familia y una comunidad libre de violencia. Queremos salir a caminar y saber que estamos seguras. Queremos viajar con la alegría de conocer el mundo y saber que solo pasarán cosas bonitas. Queremos salir a divertirnos y regresar a casa cansadas y satisfechas. Queremos sonreír y tener una vida tranquila y en paz.

Insólita actuación de Laura Fernández candidata

Alberto Salom Echeverría
albertolsalom@gmail.com
Preludio.

He estudiado la política, casi más de lo que la he practicado. Soy un admirador y a la vez defensor de la extensa lucha en todo el mundo de las mujeres por obtener igualdad de derechos civiles y políticos, por ser respetadas integralmente, por haber logrado visibilizar la violencia verbal y el maltrato físico que ejercen millones de hombres en todo el mundo contra ellas. Quienes así actúan no merecen identificarse dentro del género masculino; al contrario de lo que algunos violadores y cobardes creen de sí mismos. El machismo es en mi opinión la más cobarde y sórdida abyección que puede caracterizar a un ser humano. Quien agrede, viola o asesina a una mujer, es sencillamente un depredador de la especie.

La lucha de las mujeres es probablemente la más ética de todas las luchas de la humanidad, por la dimensión de su propósito. Es la más señera en el campo de los derechos humanos, junto con la lucha en contra de la esclavitud. No tiene otro parangón.

Lo cardinal estriba en que la humanidad no podía dar un paso más certero, en la vindicación integral de la especie contra la opresión en general, mientras no se tomara consciencia del derecho de la mujer a la íntegra y plena igualdad respecto del género masculino.

Breve recuento de los movimientos feministas a finales del siglo XVIII

La lucha de las mujeres por su vindicación alcanzó una dimensión colosal a finales del siglo XVIII, primeramente, con los movimientos feministas liberales, los cuales estuvieron centrados en el derecho al sufragio y a la educación. Creo necesario citar la obra de la escritora, dramaturga y filósofa política, la francesa Olympe de Gouges que escribió “Los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana”, en el año de 1791. Olympe destacaría además porque emprendió un movimiento para eliminar definitivamente la esclavitud en Francia. En 1793 moriría decapitada, tan solo por haber defendido los principios de un estado federado.

En el año de 1792, otra extraordinaria mujer, Mary Wollstonecraft, inspirada en Olympe de Gouges escribió con una visión más amplia, una obra que dio pie a que iniciara una cruzada contra el patriarcado, un sistema político excluyente de la mujer, es decir arremetió contra el poder centrado en las relaciones desiguales de poder entre varones y mujeres.

Dos pensadores masculinos de significación en la literatura politológica feminista

El primero de estos pensadores feministas de género masculino en la época de la Ilustración fue el Marqués de Condorcet. Defendió con vigor la igualdad de género, y encontró con razón que la falta de educación femenina era la base de las diferencias entre los sexos.

Por otra parte, John Stuart Mill nació en 1806 en Inglaterra y falleció en 1873 en Francia. Uno de los liberales más influyentes en el siglo XIX. Dada la influencia que recibió de dos de los socialistas utópicos Fourier y Owen, tuvo ciertos devaneos con el socialismo utópico, pero nunca llegó a acercarse al socialismo de Marx, o socialismo científico.

Mill abogó por la emancipación de las mujeres de la hegemonía del patriarcado. Escribió la obra que intituló “La Servidumbre de las Mujeres”; con anterioridad Taylor Mill había escrito “El Sufragio de las mujeres”. Ambos argumentaron similarmente que la desigualdad de género era una injusticia económica, pero también generaba ineficiencia económica. Asimismo, abogaron por reformas legales, el acceso a la educación y la autonomía femenina. Plantearon críticas profundas, agudas en contra del trabajo no remunerado, la brecha salarial entre géneros masculino y femenino y la opresión estructural. Desde el parlamento Stuart Mill abogó por el sufragio femenino, siguiendo en esto al parlamentario inglés Henry Hunt en 1832.

El siglo XX. La lucha de las mujeres en la ONU

En el siglo XX, se desarrolla con mucho ímpetu la lucha de las mujeres en todo el mundo, aunque no ha sido suficiente para erradicar la violencia del patriarcado en su contra, ni el acoso sexual y laboral, tampoco el crimen en ningún continente. No obstante, se ha avanzado en la definición de los principios del feminismo.

El Pacto de las Naciones Unidas definió el empoderamiento de las mujeres en el siglo XX. De este modo se definieron los principales principios entre los cuales citamos:

1.La promoción de la igualdad de género al más alto nivel de dirección.

2. Se prestó atención principal a resguardar el trato a hombres y mujeres en el trabajo en forma igualitaria. En cuenta el principio de a igual trabajo, igual salario.

3.Respetar y defender los derechos humanos y la no discriminación de las mujeres en ningún ámbito de la vida social y laboral.

4. Se debe velar al mismo nivel por la salud, la seguridad y el bienestar entre los trabajadores y las trabajadoras.

5. La promoción de la educación, la formación y el desarrollo profesional de las mujeres debe convertirse en una obligación de los Estados.

6. Deben llevarse a cabo prácticas de desarrollo empresarial, cadenas de suministro y mercadotecnia a favor del empoderamiento de las mujeres, y

7. Es necesario que los gobiernos evalúen y difundan los progresos en favor de la igualdad de género.

Las luchas de la mujer en Costa Rica y la Insólita actuación de Laura Fernández

Pancha Carrasco es la primera mujer que mi recuerdo retiene, representativa de un coraje y una decisión singular. Pancha Carrasco acompañó las luchas patrióticas del Ejército Nacional en el decenio de los años cincuenta del siglo XIX contra los invasores filibusteros en Centroamérica. Más concretamente se integró al Ejército Libertador, convirtiéndose así en un símbolo de entrega y generosidad de la mujer para los anales de la Historia Nacional. En el año de 1994, la Asamblea Legislativa de Costa Rica la declaró “Defensora de las Libertades Patrias”, una heroína que ha moldeado el alma nacional femenina y no se arredra ante nada. Pancha Carrasco puso el listón muy alto, por lo que es difícil de sobrepasar.

No obstante, desde la década de los años veinte del siglo anterior, aparece la figura de Carmen Lyra, otro de los más altos ejemplos de la mujer costarricense que yace en el altar de la Patria junto a Pancha Carrasco y otras como ellas. Carmen Lyra se enfrentó en 1917 a la dictadura de los Tinoco. Trabajó con denuedo con los maestros, organizó marchas y al principio de la década de los treinta fundó junto a otro Benemérito de la Patria, Manuel Mora Valverde el Partido Comunista de Costa Rica. Desde entonces comenzó a promover el derecho al sufragio para las mujeres mayores de edad de Costa Rica. Fundó el primer jardín infantil de nuestro país y lo unió con la lucha por una educación inclusiva. Mediante sus escritos poéticos y en prosa, escribió cuentos para la niñez, y para la población en general promoviendo la crítica social. Murió lejos de la Patria, exiliada, lo que cada segundo le produjo un intenso dolor espiritual.

Otras grandes mujeres de las letras fueron: Ángela Acuña, Emma Gamboa, Luisa González Gutiérrez, Eunice Odio, Yolanda Oreamuno, Emilia Prieto, Lilia Ramos, Adela Ferreto, Lilia González González, Corina Rodíguez, Vitalia Madrigal, Julia Lang, Vera Yamuni Tabush.

La Liga Feminista fue fundada en 1923 y tuvo desde el principio el objetivo de lucha por el voto femenino. Angela Acuña fue la primera presidenta de dicha Liga. El 20 de junio de 1949, la Asamblea Constituyente de Costa Rica aprobó el voto de la mujer. Alrededor del 80% de los diputados votaron a favor de esta enorme conquista.

No cuento con el espacio para continuar narrando toda la heroica y valerosa lucha del movimiento feminista en Costa Rica, pero no puedo poner punto final, sin dejar de sorprenderme por la pusilanimidad de una persona mujer que aspira a la presidencia de nuestro país, que no tuvo el valor de presentarse a la primera de las mesas redondas, la cual fue celebrada en la Benemérita Universidad Nacional. Hablo como ya sabrán de Laura Fernández. Se excusó de presentarse sin haber presentado una disculpa atendible. Les dio la espalda a las mujeres costarricenses, a toda la población que esperaba escucharla, a la Universidad pública costarricense.

Ni siquiera escatimó el menor esfuerzo, a sabiendas que entre los participantes se encontraba otra mujer, de gran valía e inteligencia que jamás declinaría su participación, porque tiene honor para enfrentar los argumentos de otros cuatro candidatos varones, se llama Claudia Dobles Camargo. Así le cedió a Claudia todo el honor como dije, y también la gloria de haber hablado en nombre de la mujer costarricense y, además para todos los que quisieron escuchar el debate. Mis felicitaciones a todos los participantes, pero especialmente para Claudia Dobles quien intervino con gran calidad y dignidad femenina.

Voces de fe contra la violencia de género

Denunciamos los femicidios, la violencia y la invisibilización de las mujeres en Costa Rica.

“No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4,20).

Carta abierta a las Iglesias y comunidades de fe, en especial a las jerarquías de la Iglesia Católica, Iglesia Luterana, Iglesia Adventista, Federación de Alianza Evangélica, Iglesia Episcopal Costarricense, Comunidad Bahaí, Asociación Budista, Comunidad Musulmana, Comunidad Judía, Sociedad Bíblica de Costa Rica, Gedeones Internacionales, y a la comunidad costarricense en general.

Costa Rica vive una ola de violencia sin precedentes contra las mujeres. Los medios de comunicación han dado a conocer los recientes casos de femicidio, desaparición, maltrato y otras formas de violencia contra las mujeres. Aunque hay casos que permanecen ocultos, ya sea por las instituciones, las personas familiares o la vecindad, muchas veces por temor a represalias o de la exposición pública.

Esta realidad responde a una coyuntura que fortalece y promociona valores del sistema dominante, caracterizado por el autoritarismo, la verticalidad, la imposición, el machismo, el racismo, la xenofobia y la homofobia, todos rasgos de “la militarización de la sociedad”, violencia patriarcal que se proyecta en las relaciones de pareja, familiares, laborales, deportivas, político/económicas y por supuesto en lo religioso.

Esta violencia alcanza todos los estratos sociales, lugares geográficos, Instituciones del Estado, organizaciones, partidos y liderazgos; que conllevan a “un” pensamiento único que desprecia, discrimina, persigue y reprime lo diferente y diverso.

Esta promoción sistémica y sistemática, se une a la campaña solapada pero abierta con discursos de odio, hacia personas extranjeras y de preferencia sexual diversa, lo que promueve y justifica la violencia, el femicidio y el etnocidio. Lo más lamentable es que muchas de estas destructivas acciones provienen de personas ubicadas en las estructuras de gobierno, cúpulas político/religiosas, que envían una señal equivocada, con lo que alientan a los responsables de la violencia, incluso usando la falsa y criminal premisa de la inexistente e imaginaria “Agenda de Género”. De esta forma, impiden avanzar y fortalecer derechos, apadrinan y son cómplices – por acción y por omisión – de la violencia y la impunidad femicida.

Las acciones en favor de la violencia y el silencio cómplice, nos esclaviza la consciencia como sociedad y nos vuelve esclavistas y opresores de nuestras hermanas y hermanos más débiles.

Un clamor de liberación debe brotar de nuestras voces, por esto, como personas de fe, condenamos enérgicamente los femicidios y su escalada, en el país. Y al mismo tiempo expresamos nuestra preocupación ante los factores que se mantienen como catalizadores del silencio y la inacción sobre las siguientes acciones:

  • La persistencia de las estructuras de poder patriarcal presentes en las organizaciones religiosas, las iglesias, instituciones públicas y privadas, en las comunidades, las organizaciones y las familias.
  • La responsabilidad personal de cada creyente en no practicar los valores evangélicos que nos liberan de toda opresión y nos envía a liberar.
  • La responsabilidad institucional, social, familiar, es también de las cúpulas religiosas (mayoría masculinas) que, desde su silencio, se hacen cómplices.
  • La indiferencia como personas creyentes, cristianas o de fe, a prestar atención a la pregunta “¿Dónde está tu hermana, donde está tu hermano?” (Gn 4,9).

Convocamos e instamos a las iglesias y comunidades de fe, en particular, y a la sociedad en general, a formalizar acciones propositivas y concretas como parte de su agenda de evangelización, capaces de promover relaciones humanas y ecológicas respetuosas, horizontales, inclusivas, en especial en este momento crucial para las mujeres, quiénes además son mayoría en la sociedad costarricense.

Proponemos:

Referirse a esta realidad de violencia en los momentos de Asamblea, en los Cursos de Formación Pastoral, Escuelas Dominicales; Oraciones cotidianas y liturgias, entre otras.

Invitamos a aprovechar el tiempo litúrgico de la Cuaresma, para visibilizar esta ola femicida, de violencia contra las mujeres y otras personas, teniendo en cuenta que somos personas creadas y amadas por Dios. Por eso, nos resuena en estos tiempos el llamado a «ser embajadores de Cristo, lo cual es como si Dios mismo les rogara a ustedes por medio de nosotros» (2Cor 5,20), es decir, como si el mismo Dios nos rogara a las personas de fe, ser el clamor de las mujeres que sufren violencia. Dicho de otra manera, es preparar el corazón para abrirnos a la gracia de Dios Padre-Madre. Es poder “tocar siquiera el borde del manto de Jesús y conseguir sanación” (Mc 6,56). Porque una sociedad marcada por la violencia no está sana.

Nos unimos a las diversas voces y sentires de personas creyentes de Dios en una sociedad multicultural, en la cual solo la inclusión de estos valores puede garantizar una convivencia pacífica, justa y respetuosa hacia las mujeres.

Estamos convencidas y convencidos, de que con sus y nuestras actitudes, podemos optar y señalar un camino distinto a la violencia contra las mujeres, que promuevan espacios y acciones que contengan valores permanentes, inclusivos, amorosos, respetuosos y equitativos.

Nos alegra la existencia en muchas de nuestras Iglesias y Movimientos, de grupos de personas, que cada vez son más con la misma Esperanza, que coinciden con estos pensamientos y propuestas. Seguiremos acompañando estos procesos, nos colocamos al servicio de las comunidades de fe, a fin de apoyar las acciones concretas que nos liberen del pecado de la violencia contra las mujeres y contra toda injusticia y discriminación.

¡Ni una menos!

Suscriben

Equipo de trabajo:

Voces de Fe contra el femicidio en CR

Red Ecuménica de Lectura Popular de la Bíblica de Costa Rica

Foro de Educación Religiosa

Servicio de Paz y Justicia – Costa Rica

Coordinación de Comunidades Cristianas de Costa Rica – COCRIC.

Coordinación Oscar Romero de Centroamérica – Capítulo Costa Rica.

Universidad Bíblica Latinoamericana. UBL

Departamento Ecuménico de Investigaciones. DEI

Movimiento Reflexión en Acción

Colectiva Coexistir. Cartago

Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense

Pronunciamiento público Foro de Mujeres INAMU

San José, 28 de enero 2025

Las organizaciones de mujeres integrantes del Foro de Mujeres INAMU nos manifestamos ante los femicidios ocurridos en nuestro país.

La violencia contra las mujeres es un problema social complejo, multidimensional y multicausal que afecta a nivel nacional y hoy se refleja en la cifra alarmante de 5 femicidios en lo que va del año 2025.

Creemos urgente que como sociedad entender que el aumento de la violencia siendo que esta es una construcción social que permea toda la sociedad de diferentes formas.

Primero. Nos solidarizamos con los familiares de las víctimas de femicidio

Recordamos la necesidad que la Asamblea retome la ley de reparación integral a las personas sobrevivientes de femicidio para que pueda ser aplicada.

Segundo. Exigimos la Declaratoria de emergencia.

Según el artículo 21 de la ley de penalización los femicidios han aumentado en un 200% en esta administración y los homicidios dolosos de mujeres han aumentado en un 65% lo que nos habla que nuestro país está cayendo en una crisis profunda acompañado del aumento de la desigualdad y la precariedad de la vida donde las mujeres llevan la peor parte y se les toma como objeto y toman control de su vida y entorno.

Tercero. El Estado tiene la obligación y el deber de garantizar el bienestar y respeto a la vida de las mujeres.

Que esto ocurra requiere del compromiso de toda la institucionalidad.

Instamos a las instituciones asumir como una prioridad la generación y puesta en marcha estrategias concretas que respondan a los reclamos que por muchos años han hecho las mujereres en la búsqueda de la erradicación de la violencia contra las mujeres y una mejor calidad de vida y el respeto de la vida de las mujeres.

Cuarto. Que la Asamblea legislativa trabaje en la gestación de leyes que atiendan los nuevos aspectos que potencian la violencia hacia las mujeres -narcotráfico -trata entre otros.

Consideramos que la reducción en edad de en las relaciones impropias en el gobierno de Alvarado debe revertir y volver a la mayoría de edad.

Que se garantice el cumplimiento y la aplicación de leyes convenios y convenciones internacionales existentes que fomenten la igualdad de género.

Invitamos a las autoridades judiciales a apegarse al estricto proceso de las leyes que garanticen la integridad de las mujeres y el cumplimiento de las sanciones para el agresor.

Quinto. Invertir en el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres que trabajen en la defensa de los derechos de las mujeres.

Abordar las múltiples formas de discriminación a las que se enfrentan las mujeres a diario.

Sexto. Exigencia de servicios de atención a las mujeres víctimas de violencia

La violencia contra las mujeres no conoce horarios de oficina, por ello la atención deben ser adecuados, a tiempo y en horario 24/7 con personal sensibilizado y profesionalmente preparado.

Sétimo. Demostrar con acciones concretas el rechazo de la cultura de la violencia en todas sus odiosas formas.

Fortalecer una práctica de comunicación asertiva con mensajes que no normalicen la violencia, sin exaltación de la misoginia, ni utilice gestos, desde los medios de difusión masivas, estructuras gobierno y otras instancias.

Octavo. Crear y/o fortalecer estrategias para abordar la violencia machista y patriarcal.

La violencia machista y patriarcal es parte de una construcción social que permea toda la sociedad. Trabajar para deconstruirla debe ser una tarea permanente como la solución a un problema que solo genera más dolor y sufrimiento.

Noveno. Impulsar campañas permanentes y visibles para sensibilizar a la sociedad sobre la violencia hacia las mujeres.

Las campañas deben estar orientas a que la población reconozca que el uso de la violencia es una forma de control de la vida de las mujeres y puede causar daños irreparables en las personas que las sufren y es un flagelo para toda la sociedad.

Decimo. Trabajar desde toda la sociedad para construir un futuro mejor.

La lucha por la defensa de los derechos de las mujeres y lograr una sociedad más justa, reconstruida desde la formación desde los años preescolares promoviendo y motivando espacios para aprender a escuchar y creer en los relatos de las sobrevivientes.

Enseñar a las próximas generaciones sobre los impactos de la violencia machista y patriarcal, reconocer rasgos patológicos de la persona violenta para que sepan reconocerlos y que se alejen de ellos y no terminen engrosando la lista victimarios y victimas de femicidio.

Por último.

Invitamos a los formadores de los y las comunicadoras, a los y las comunicadoras y a toda la sociedad a conocer sobre los principios del feminismo y su posición política, económica y cultural para que entiendan que su objetivo es generar conciencia y condiciones para la transformación de relaciones sociales, lograr la igualdad entre las personas y eliminar cualquier forma de violencia contra las mujeres, la mitad de la población del país, en los ámbito públicos y privados, incluida la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación. El feminismo nunca ha Matado a nadie, el machismo sí.

Instamos a la población a unirse en un movimiento contra el femicidio, que es la lucha permanente del feminismo, que busca poner en evidencia, discutir y proponer las distintas manifestaciones de las violencias, no solo aquellas que son evidentes, no solo el femicidio, sino también aquellas otras violencias cotidianas que son las que permiten el avance de las violencia que terminan en femicidio, como las otras manifestaciones de violencia que hemos visto en los últimos años hacia niñez, juventud, personas con discapacidad y personas mayores, poblaciones vulnerabilizadas como efecto de lo que estamos viviendo.

PREVENCIÓN ES LA ÚNICA MANERA DE DETENER LA VIOLENIA ANTES INCLUSO DE FEMICIDIO.

¿Marxismo cultural o neoliberalismo disfrazado?

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez Núñez

En las últimas décadas, los movimientos por los derechos sexuales y de género han logrado avances significativos dentro de las sociedades occidentales. La visibilidad de las comunidades LGBTQ+, la reivindicación de los derechos de las personas trans y el debate sobre la diversidad de identidades han ocupado un lugar central en la esfera pública, impulsando cambios legales y sociales en algunos países. Sin embargo, más allá de estos hechos, surge una pregunta incómoda: ¿en qué medida estas luchas han sido absorbidas o parte del sistema dominante, convirtiéndose en herramientas funcionales para su perpetuación? Más aún, ¿cómo se relacionan con una estrategia geopolítica e ideológica (imperial) de largo alcance contra el mundo no occidental diseñada desde los centros de poder occidentales?

La llamada revolución sexual y de género no surgió de manera espontánea ni fuera del marco de las dinámicas de poder globales de su época. Por el contrario, su desarrollo ha sido impulsado y vendido como un paso más hacia el progreso, la libertad individual y la igualdad real. Eso sí, una “revolución” centrada exclusivamente en el individuo y su identidad, que no altera la estructura real del poder y deja de lado los aspectos colectivos que podrían haber desafiado al sistema capitalista.

Este enfoque individualista, entiéndase, de raíz estrictamente liberal, responde a una lógica promovida por los aparatos de inteligencia de los centros de poder occidentales, particularmente durante la Guerra Fría, como parte de una estrategia geopolítica más amplia. Al ensalzar la libertad individual —entendida como la capacidad de expresión personal, identidad y consumo—, se construyó un discurso que contrastaba directamente con los ideales colectivos y materialistas del comunismo soviético.

La lucha por los derechos individuales, especialmente en temas de género y sexualidad, se convirtió así en una herramienta ideológica para demostrar la supuesta superioridad moral de las libertades del “mundo libre” frente a los modelos comunistas. El mensaje era claro: en las democracias capitalistas, las personas tienen libertad para ser quienes quieran ser, mientras que en los regímenes socialistas esta diversidad estaría reprimida. Esto permitió desviar el foco de atención de las jóvenes generaciones sobre las desigualdades económicas y sociales que también existían (y existen) en las democracias liberales para evitar que se convirtieran en fervientes militantes socialistas y guerrilleros. En aquel momento el ejemplo de Fidel Castro y el Che Guevara era algo que no podían permitir que se propagara en las juventudes disidentes, especialmente en los Estados Unidos y algunos países de Europa.

El capitalismo, con su extraordinaria capacidad de absorción, transformó estas luchas en oportunidades económicas y narrativas funcionales al sistema. Posteriormente las demandas de las comunidades LGBTQ+ por reconocimiento y derechos fueron rápidamente integradas en el mercado global. Desde las campañas publicitarias en el Mes del Orgullo hasta la creación de productos y servicios para estas comunidades. La diversidad se convirtió en un nicho rentable que genera millones al patriarcado, así como a muchos hombres heterosexuales blancos, que, desde los ojos de estas comunidades, son algo así como el mismo diablo.

Sin embargo, esta “integración” no cuestionó ni alteró las bases del sistema, ya que de marxista tiene poco. Como resultado, las conquistas en materia de derechos sexuales y de género no han afectado las desigualdades estructurales. Un pobre que es trans sigue siendo pobre; su identidad puede ser reconocida, pero su posición económica permanece inalterada. En este sentido, la inclusión se convierte en una forma de control simbólico o lo que el filósofo Byung Chul Han llama psicopolítica (control mental): se otorgan derechos parciales que no alteran el statu quo, mientras las jerarquías económicas y sociales permanecen intactas.

La promoción de esta revolución individualista de corte neoliberal, frecuentemente catalogada como «de izquierdas» o incluso como «marxismo cultural» por parte de la extrema derecha, simplemente por no alinearse con valores conservadores o tradicionales, debe entenderse como una extensión posmoderna de la estrategia de Occidente para debilitar el comunismo durante el siglo XX. Esta narrativa, sin embargo, ignora un aspecto fundamental: tanto el liberalismo como el comunismo son ideologías nacidas de la modernidad, profundamente materialistas y con poca o ninguna conexión con lo espiritual.

Mientras el comunismo niega cualquier posibilidad de una realidad más allá de las relaciones de producción y el conflicto de clases, el liberalismo eleva al individuo y a su razón autónoma (voluntad) al nivel de un dogma casi sagrado. Es precisamente esta exaltación del individuo en el liberalismo lo que, paradójicamente, genera confusión en los críticos que asocian las luchas por derechos individuales o la diversidad con un supuesto «marxismo cultural». En realidad, estas luchas son, más bien, una evolución lógica del liberalismo posmoderno que, en su afán de hegemonía, se apropió de ciertas demandas para acomodarlas al marco del capitalismo.

Por lo tanto, la extrema derecha no solo malinterpreta el origen de estas luchas al identificarlas erróneamente con el marxismo, sino que también pierde de vista que el individualismo que critica como «progresista» es, en esencia, un producto de la misma tradición liberal que dice defender. Esto pone en evidencia una contradicción profunda: su rechazo no es contra el individualismo per se, sino contra ciertas expresiones de este que desafían su visión conservadora del mundo, sin comprender que estas formas de individualismo también forman parte de la lógica del sistema que buscan preservar.

En los países del bloque socialista, donde la agenda colectiva y las metas del Estado se imponían sobre los derechos individuales, la diversidad sexual y de género fue históricamente tratada de forma represiva. Este enfoque, basado en la homogeneización de las identidades como parte del proyecto revolucionario, se convirtió en un punto débil que Occidente no tardó en explotar. Esta narrativa no solo reforzó al capitalismo como modelo económico, vinculándolo con conceptos de libertad personal, sino que también sirvió como una estrategia geopolítica para debilitar la influencia del comunismo en los movimientos sociales y culturales, especialmente en el hemisferio occidental. Una vez caída la Cortina de Hierro en el este, la bandera de la diversidad se convirtió en una herramienta ideológica para terminar de minar la cohesión del socialismo, asociándolo con represión en contraposición a la «libertad» ofrecida por el sistema capitalista tras el “fin de la historia”.

El resultado de esta estrategia es evidente en el presente. Hoy, muchos partidos de izquierda en Occidente, que históricamente enarbolaban la hoz y el martillo como símbolo de lucha por los derechos de los trabajadores y la transformación estructural, han desplazado esa agenda en favor de las luchas por la diversidad sexual y de género. Esto plantea una pregunta fundamental: ¿se han hecho neoliberales estos partidos sin darse cuenta?

La realidad es más compleja. En muchos casos, las luchas por la diversidad se han integrado de forma acrítica al sistema capitalista, promoviendo una agenda identitaria que no cuestiona las bases estructurales del modelo económico. En lugar de representar una amenaza al statu quo, estas luchas han sido neutralizadas, convirtiéndose en herramientas funcionales a un sistema que utiliza el discurso de la inclusión como una forma de legitimarse, mientras perpetúa las dinámicas de explotación y desigualdad.

Así, la izquierda y la social democracia occidental enfrentan un dilema: ¿pueden volver a conectar las grandes mayorías excluidas con una agenda revolucionaria integral que cuestione al capitalismo y promueva transformaciones colectivas profundas? ¿O se limitarán a enarbolar banderas simbólicas que no desafían las estructuras económicas y políticas que perpetúan las desigualdades? La respuesta a estas preguntas definirá su relevancia y su capacidad para liderar un verdadero cambio sistémico, al menos en esta parte del mundo.

Es fundamental reconocer que una revolución centrada únicamente en el individuo y promovida desde los centros de poder occidentales (financiero y tecnológico), no puede transformar las estructuras que perpetúan la desigualdad. Que las izquierdas hoy reduzcan sus luchas prácticamente a esto, no quiere decir que sean realmente izquierdas, defensoras del progresismo o garantes únicos de la justicia social.

Una verdadera agenda revolucionaria y social democrática hoy debe empezar por no negar el Estado nación o menospreciar la soberanía, la tradición propia de cada pueblo y sus valores tradicionales. Debe reforzar las luchas colectivas en favor de una educación y salud públicas de calidad, empleos y salarios competitivos y dignos para todas las personas, así como garantizar oportunidades para que cada ciudadano pueda salir adelante. También es esencial priorizar la seguridad, la protección del ambiente, la seguridad alimentaria y la construcción de un mercado con rostro humano, entender el justo equilibrio que se requiere entre estado y mercado, uno que no sea dejado en manos de especuladores ni de manipuladores de la verdad que financian campañas e imponen agendas ajenas a nuestras costumbres, dirigidas exclusivamente al beneficio de unas minorías.

En una verdadera democracia, las minorías se reconocen, se respetan y se protegen, pero nunca se puede perder de vista que el objetivo supremo no puede ser jamás el beneficio exclusivo de minorías económicas o de otro tipo. El objetivo tiene que ser el país en su conjunto, trabajando un proyecto de nación que priorice el bienestar colectivo y las necesidades de las grandes mayorías, sin sacrificar nuestra identidad, tradiciones ni los derechos fundamentales de todas las personas.

La violencia contra la mujer en América Latina – con Ana Marcia Aguiluz Soto

Durante este, se desarrollaron 5 apartados relacionados a la temática “La violencia contra las mujeres”. En primera instancia se consultó sobre la situación actual de la violencia contra las mujeres en Latinoamérica.

Ana Marcia comenta que, según las Naciones Unidas, una de cada tres mujeres en el mundo sufre o ha sufrido algún tipo de violencia. Ahora bien, recalca la relevancia de entender las nuevas formas de violencia, más allá de la violencia “tradicional”. A esta refiere la violencia: sexual, institucional, el acoso callejero, la falta de acceso a servicios de salud y la obstétrica. También comenta que existe una violencia estructural la cual se basa en las brechas entre hombre y mujeres. Algunos datos al respecto que menciona Ana Marcia son que al día de hoy se requieren 131 años para alcanzar la paridad de género, así como para cerrar las brechas legales se requieren 286 años, en términos de representación en puestos de poder 140 años, esto según el Foro Económico Mundial

Seguidamente se le consultó sobre cuáles medidas se pueden implementar para eliminar la normalización de la violencia contra la mujer. Ella comenta que es importante entender que existe un sistema y este es patriarcal. Es a este al que hay que atacar, en donde se busque cambiar patrones culturales, establecidos en instituciones que lo replican como: el sistema educativo, la iglesia y los medios de comunicación. Estos espacios se dedican a establecer roles predeterminados para hombres y mujeres, el comportamiento de cada uno de esos roles, desarrollar sesgos y estereotipos.

Asimismo, se le consultó por cuáles medidas legales pueden ser más efectivas para reducir la impunidad en casos de violencia de género y feminicidio. Ana Marcia comenta que sobre todo deben ser medidas de prevención, en las cuales se trabaje en los patrones culturales, asimismo, paralelamente deben existir leyes que penalicen conductas de violencia. En esta línea, se le preguntó sobre cambios legislativos o iniciativas para combatir la violencia de género en línea. Ella comenta que hay que comenzar por tipificar las conductas de violencia de género ante las nuevas formas de violencia, posteriormente realizar una revisión de las normas existentes y por último trabajar con las grandes empresas de tecnología para contribuir a la educación de la población.

Finalmente, se le consultó sobre el rol de las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil en la prevención de la violencia de género. A lo cual respondió que estas actúan como contrapeso social, ya que denuncian todas las problemáticas. Por otro lado, comenta la labor de sensibilización, que busca un mundo igualitario y un mundo justo, que sea realmente inclusivo.

Le invitamos a ver la entrevista en: https://www.youtube.com/watch?v=KNTOJgPMQQ8

Foro Nacional: Hacia una Costa Rica libre de violencia de género

Este 25 de noviembre se estará llevando a cabo en el Hotel Radisson, a las 7:00 p.m. el Foro Nacional: Hacia una Costa Rica libre de violencia de género, en el marco de la marcha nacional de ese mismo día, el 25N.

Este foro está organizado por el SEC, la Mesa Nacional de Diálogo Social y Productivo, la Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras del Banco Popular, y la organización Mujeres por Costa Rica.

Le invitamos a participar de este espacio para mantenerse al tanto de un tema tan importante como es erradicar la violencia del género, y les recordamos que este evento es de cupo limitado, por lo que se reciben confirmaciones al 8780-1108.

Información compartida con SURCOS.

Reunión inicial de cara al 25N este sábado 12

Mañana, 12 de octubre del 2024, a las 3:00 p.m en el Edificio Saprissa, frente al Pretil, UCR se realizará una reunión inicial de cara a las marchas del 25 de noviembre, con el lema “Fuego global al patriarcado: contra las violencias machistas”. 

Le invitamos a unirse a esta primera reunión feminista de organización, en el Frente Ecologista Universitario, para articularse en la organización de cara a la conmemoración del 25N desde los feminismos interseccionales. 

Agregamos un enlace que redirige al formulario de inscripción.

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSf3ZgeEPNzcuplTwWVSOv7gabOlGpwjr2m5ke2j5qEWBGHtNg/viewform?usp=sf_link

La actividad invita a las personas interesadas a participar en esta primera reunión para colaborar en la planificación y coordinación de actividades. Las personas interesadas pueden inscribirse a través del enlace proporcionado. Es una oportunidad para involucrarse en el activismo y la construcción comunitaria, en un espacio que acoge diversas identidades y perspectivas en la lucha contra la violencia patriarcal.

Foro virtual «8M: Día Internacional de la Mujer» reflexiona sobre las luchas sociales en Costa Rica

Por José Daniel Gamboa Araya

En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el foro virtual «8M: Día Internacional de la Mujer: ¿Qué pasa en Costa Rica?» reunió destacadas voces feministas para analizar las luchas sociales de las mujeres, especialmente en la zona de Occidente de Alajuela. El evento, organizado por el programa ALTERNATIVAS, se llevó a cabo el pasado 8 de marzo a las 6 p. m.

Durante el foro,mse abordaron temas críticos y políticos relacionados con la violencia de género y las causas estructurales que la perpetúan en la sociedad costarricense. Se realizó un análisis exhaustivo de las instancias en las que las mujeres enfrentan violencia, así como una evaluación de las acciones tomadas hasta el momento para proteger integralmente los derechos de las mujeres.

Entre los aspectos discutidos destacaron la sexualización de los cuerpos femeninos, la desigualdad que enfrentan las mujeres con discapacidad y las políticas públicas vigentes para abordar estas problemáticas. Se enfatizó en la necesidad de una perspectiva crítica y reflexiva para comprender las complejas dinámicas que subyacen a la violencia de género en la sociedad costarricense.

El foro contó con la participación activa de destacadas figuras del activismo y la academia, quienes aportaron su experiencia y conocimientos en el debate sobre la situación de las mujeres en Costa Rica. Entre las panelistas se encontraban Ericka Álvarez Ramírez, presidenta de la ALAMUD (Asociación Latinoamericana de Mujeres Urbanas y Rurales por el Desarrollo), Darla Villarreal Medina, estudiante de la Escuela de Ciencias Políticas e Historia, la activista y educadora feminista Irené Barrantes Jiménez, y la activista feminista Enid Cruz Ramírez.

La transmisión en vivo del foro estuvo disponible a través de las plataformas de Facebook Live, Youtube y Spotify del programa ALTERNATIVAS, así como su retransmisión en Radio Actual, Radio Guanacaste, Radio Soberanía y Radio Evolución, permitiendo ampliar el alcance y la accesibilidad del evento a nivel nacional.

El evento ya está disponible para su visualización en el siguiente enlace de Facebook: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1506917460036532&id=100039176114597&sfnsn=wa&mibextid=RUbZ1f

Se destaca la importancia de este espacio de reflexión y debate para contribuir a la construcción de una sociedad más justa e igualitaria para todas y todos, y se agradece la participación de todas las personas interesadas en la lucha por los derechos de las mujeres en Costa Rica.