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Etiqueta: paz universal

La crisis de Occidente y sus causas

Por Arnoldo Mora

La crisis global   que vive y sufre hoy en día la humanidad entera evoca la vivida hace un siglo a partir de la crisis del 29. Ambas provienen del modelo ortodoxo capitalista, que consiste en una absolutización del mercado, entendiendo por “mercado” aquellas relaciones comerciales que se rigen preponderantemente por la ley de la oferta y la demanda, la cual determina el valor fundamental de la economía. Con ello, se convierte el producto del trabajo en mercancía, el valor de cambio sustituye al valor de uso; lo cual implica la destrucción de todos los valores que hacen al hombre ser precisamente eso: HUMANO. La esencia del ser humano es el trabajo; el ser humano construye la economía porque trabaja; el hombre tiene, como actividad principal en toda su vida, que luchar por su sobrevivencia recurriendo al trabajo, entendiendo por “trabajo” toda acción transformadora de lo real; por lo que el trabajo no es solamente el esfuerzo físico, también lo es el intelectual; por lo que hoy con la IA podríamos hablar no tanto de trabajo físico sino de creatividad. Cuando el mercado es el que domina en todo y no el trabajo-creatividad, se le quita el valor humano a la economía, por lo que la economía deja de ser una fuente de vida, lo que lleva a que millones y millones de seres humanos sean marginados.

Volviendo al pasado, debemos hoy recordar cuál fue la respuesta dada por las grandes potencias a la crisis del 29: impulsar el ascenso incontenible de Hitler en una Alemania que era el país más golpeado por la crisis luego de haber perdido la I Guerra Mundial. Ahora nos corresponde indagar las causas de la actual, porque, si las comparamos entre sí, veremos que las diferencias son abismales. La crisis del 29 fue de producción, dado el todavía insuficiente desarrollo científico-tecnológico de la época; por el contrario, la crisis actual es provocada por la sociedad de consumo. El ser humano en su condición de trabajador cumple un doble rol: en su lugar de trabajo produce riqueza, pero cuando regresa a su casa, se convierte en consumidor de aquello mismo que ha producido; pero sus relaciones económico-sociales han cambiado, en vista de que, entre el trabajador y el consumidor, aun siendo la misma persona, existe el salario; el trabajador produce más de lo que su salario le permite consumir; esta diferencia pasa a manos del propietario de los medios de producción, en lo que se llama “plusvalía”; el capital no es más que acumulación de plusvalía; esa es la razón de ser del sistema capitalista: la acumulación en manos privadas de plusvalía. En consecuencia, se da un sobrante cada vez mayor de productos no consumidos, mientras un número considerable de trabajadores carece de recursos que le permitan satisfacer sus necesidades básicas; mientras en las vitrinas de tiendas exclusivas se exhiben artículos de lujo, en las aceras se atropellan las multitudes que sólo pueden contentarse con mirar. En consecuencia, la sociedad en su conjunto no puede consumir todo lo que produce. Este exceso de mercancía lleva al colapso del sistema en su totalidad; la amenaza de estallidos sociales y de revoluciones políticas se hace patente. Para enfrentar esa amenaza, los sectores dominantes sólo encuentran una “solución” (¿?!!): activar la industria pesada, es decir, la producción masiva de armas y provocar conflictos con otros países, a fin de unir a la población en lo que consideran una “lucha patriótica”; con ello, igualmente, justifican en caso extremo decretar un estado de excepción que les permita cercenar las libertades públicas y reprimir cualquier intento de revuelta popular. El recurso a la industria del armamentismo se vuelve una necesidad de sobrevivencia del sistema, la economía de punta y los mejores intelectos se ponen al servicio de la producción de los armamentos más sofisticados y mortíferos con el fin macabro de usarlos en seres humanos. Esto es lo que hoy la humanidad entera, contempla horrorizada y estupefacta en la Guerra de Ucrania. Además, con el desarrollo de la tecnología más avanzada la guerra impulsa a los gobiernos a renovar su armamento permanentemente; la guerra destruye el armamento obsoleto, por lo que debe probarse y consumirse en la guerra real con la consiguiente destrucción de vidas humanas y bienes materiales.

La sociedad de consumo sin control conduce a la destrucción de la Naturaleza con la consiguiente contaminación del medio ambiente, los océanos se contaminan, los bosques desaparecen, el 90% de la enfermedades que sufrimos los humanos no tienen un origen natural sino cultural, producto y consecuencia de la manera en que la sociedad de consumo nos obliga a (sobre)vivir. La economía capitalista está íntimamente ligada a la sociedad del despilfarro que priva hoy en día. Más aun, con la crisis se da una mayor concentración de la riqueza en menos manos, por lo que pequeños y medianos productores se reducen en número y poder político y económico; por lo que hoy vivimos estupefactos el mayor desequilibrio socio-económico que haya conocido la humanidad, pues 6 personas físicas (no familias ni empresas sino individuos con nombres y apellidos) poseen más riquezas que el 30% de los países más pobres del mundo juntos. Todo lo cual trae como consecuencia que más de mil millones de seres humanos tan sólo logran sobrevivir al borde de la miseria; esto explica igualmente el poder económico y político alcanzado por el tráfico ilegal de armas, personas y drogas, llegando hasta el extremo de que en algunos países la crisis llega hasta provocar Estados fallidos, como fue la Honduras de los gobiernos anteriores al actual, o el Ecuador de hoy; esta amenaza se cierne sobre nuestro propio país.

La única salida frente a este escalofriante panorama que se cierne sobre la humanidad entera es que los pueblos tomen conciencia de esta ominosa problemática y se organicen para enfrentarla mediante la construcción de un Estado planetario que busque la paz universal, inspirado en una democracia pluricultural, basada en el respeto irrestricto a las normas del derecho internacional y la justicia distributiva…Tal es la utopía que debe inspirar sin desmayo a todos los hombres y mujeres de bien en el mundo, sin diferencias de ninguna especie.

Por una paz y un estado planetarios

Por Arnoldo Mora

La creciente y alarmante violencia en todo el planeta, los abultados presupuestos de los gobiernos para dotarse de las más modernas y mortíferas armas, lo que conlleva la proliferación de armas de guerra, no solo en los estados, sino también en instituciones y miembros de la sociedad civil, hacen impostergable la urgencia de crear las condiciones para ir construyendo un estado planetario que haga factible el logro de la paz universal, condición sin la cual la especie humana corre el riesgo de desparecer abruptamente en un futuro cercano.

Para lograr esos objetivos mayores del quehacer político actual, he pergeñado algunas reflexiones que a continuación comparto.

Respecto a la posibilidad del «Estado planetario», me permito explicitar y puntualizar lo siguiente:

1-) En los procesos históricos, no existe el libre albedrío: la paz se construye o, si no, la especie desaparece en este mismo siglo, dada la capacidad de destrucción debido al poder nuclear que dispone la Humanidad (15 mil ojivas nucleares disponibles para ser usadas de inmediato y sin previo aviso).

2-) La destrucción de las especies por parte del desenfrenado crecimiento industrial es mayor y más rápido que la provocada por la evolución natural en los casi 600 millones de años que tiene la vida sobre la corteza terrestre. SI no se detiene cuanto antes este infernal proceso, las especies vivientes (al menos, las más evolucionadas) desaparecerán pronto (¿un siglo?).

3-) Pero la ventaja y, al mismo tiempo, la desgracia es que esta amenaza apocalíptica ha sido provocada por la acción del hombre, gracias al poder que la especie ha logrado sobre la naturaleza. Lo cual ha provocado en Occidente una actitud de suicida soberbia. Si no tomamos en cuenta los límites del conocimiento inspirada en una ética humanista para impregnar el desarrollo científico-tecnológico, la especie humana, insisto, desaparecerá a corto plazo.

4-) Lo cual solo se podrá lograr con un acuerdo general de índole POLITICA. Por eso he insistido en que detrás de las crisis económicas, confrontaciones sociales, o divergencias jurídicas, solo existen problemas POLITICOS, es decir, provocados por el uso de nuestro albedrío. La humanidad, por primera vez en la historia ha logrado en el siglo XX alcanzar la capacidad real, gracias al poder que da el conocimiento científico y el desarrollo tecnológico que de ahí se desprende, de acabar con el hambre y cuadruplicar la expectativa de vida, alfabetizar a toda la población y crear condiciones de trabajo digno para todo el mundo; si las cifras reales dicen lo contrario, no es un problema técnico sino de voluntad. Y eso se llama POLITICA.

5-) Lo anterior lleva a la inviabilidad de la guerra. Y por ello mismo, la utopía de la PAZ se convierte en el único camino ético para ejercer el poder en todas las esferas del quehacer humano: ciencia, economía, arte, vida cotidiana, religiones, tecnología, industria, etc. La humanidad, junto a la ciencia y la técnica, lo que requiere es sabiduría. El dicho de Heráclito de que «Polemos, el dios de la guerra es el dios de la historia», o el de Marx: «La violencia es la partera de la historia», se hacen inviables por absurdos. La paz hay que construirla ya. Eso es hacer política hoy día.

6-) Lo cual implica la desaparición del Estado tal como lo había concebido Hobbes: Leviatán o monopolio de la violencia por el sector dominante en una sociedad, a fin de evitar que haya una guerra de todos contra todos … y la humanidad terminará por destruirse. Pero para llegar a eso, se requiere un período intermedio en que debe haber estados fuertes inspirados en el principio ético de legítima defensa. En el momento actual de crisis de los estados-nación surgidos de la Revolución Francesa, estos deben convertirse en repúblicas federales que descentralicen el poder en beneficio de las regiones. En base a esos estados democráticos, deben darse alianzas democráticas que formen amplias regiones y configurar centros de poder regionales (América Latina y el Caribe, África Subsahariana, países árabes, China, India, América del Norte, Unión Europea, Rusia).

7-) Para eso se requiere ir conformando un nuevo sujeto histórico: la humanidad como un todo. En consecuencia, es hora de que desaparezcan los imperios como aquellos con los que Occidente ha pretendido conquistar el mundo. Hoy el último de esos imperios, el yanqui, está en decadencia. Lo malo es que todavía no se ha forjado un sustituto y, como decía Aristóteles, la naturaleza aborrece el vacío. Este vacío por ahora solo puede ser llenado por alianzas de naciones que se organicen en regiones según factores geográficos, culturales y comerciales, de modo que se den focos múltiples de poder que levanten su voz y se hagan sentir y respetar en los organismos internacionales y neutralicen, con el apoyo de sectores progresistas surgidos en el seno de las propias potencias occidentales, las peligrosas pretensiones imperiales de poderosos sectores de Occidente.

😎 Esto me lleva a hablar de lo que hay que hacer ahora mismo, como construir una liga de naciones que, a partir de un pluralismo o plurifoquismo, reforme las Naciones Unidas y la conviertan en árbitro político y en tribunal jurídico de los conflictos que amenazan la paz mundial, todo a la luz del derecho internacional. Para eso se debe dotar a las Naciones Unidas de un poder universalmente aceptado, tanto económico y mediático, como militar y policíaco.

9-) La población de Occidente no es más que un 15% de la población del planeta. Occidente corre el riesgo de desaparecer en un siglo y ser absorbido por el crecimiento demográfico de los pueblos hasta ahora considerados periféricos. Algunos datos de prueba; la mayoría de los adolescentes en el mundo de hoy son negros; el África Subsahariana tendrá en la próxima década mil millones. Los latinos en Estados Unidos son el 17% y los negros el 13%. En el año 2050 llegarán a ser la mitad de la población. Eso explica el racismo criminal de la policía rubia. En el año 2050 Occidente no tendrás más que el 25% de la economía mundial…Y no sigo dando datos.

10-) Lo que hay que evitar es que algún loco (y hay miles de desquiciados en Estados Unidos, Alemania y otros poderosos sectores racistas y xenófobos en todo el mundo, incluidas las oligarquías fascistoides de América Latina) llegue a tener un poder que le permita incidir en los destinos de la humanidad. Para lograr eso se requiere lanzar una lucha sin tregua con hombres y mujeres de todos los rincones del planeta de «buena voluntad» en pro de la paz.