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Etiqueta: prejuicios

Hablemos de la sangre: La menstruación es una cuestión laboral y sindical

Al conmemorar el 28 de mayo el Día Internacional de la Higiene Menstrual, el movimiento sindical debe reconocer que la menstruación es una función corporal natural que las mujeres y las niñas experimentan de diversas maneras y que puede agravar su exclusión de las sociedades debido a la ignorancia, los prejuicios y los tabúes. La falta de instalaciones sanitarias privadas y limpias, el dolor menstrual y otras molestias físicas relacionadas con la menstruación son otros factores que contribuyen a la posición desigual de las mujeres en el lugar de trabajo. La menstruación sigue siendo una barrera importante para la igualdad, ¡y esto no es aceptable!

Sobre la base de la resolución del Congreso de la UITA de 2017 de hacer de la menstruación una cuestión laboral y sindical, la UITA ha elaborado un breve documento político (disponible en inglés, español y francés) centrado en:

  • Cómo organizar acciones concretas en torno a la igualdad de la menstruación en el lugar de trabajo
  • Cómo crear un entorno de trabajo solidario e informado
  • Cómo negociar con los empresarios sobre la menstruación
  • Cómo participar en campañas nacionales cruciales

La presidenta del Comité de Mujeres de la UITA, Patricia Alonso, declaró: «No existe una solución única aplicable a todos los contextos, países y lugares de trabajo. Lo que sí es cierto es que los sindicatos deben asegurarse de que cualquier trabajo en torno a la menstruación no conduzca a la discriminación en la contratación o la promoción de las mujeres trabajadoras y no fomente ningún estereotipo de género”.

Fuente: iuf.org

La terca pérdida de contacto con la realidad

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (9).
Tercera época.

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

Si bien es cierto que resulta imposible el poder captar en todo su significado y extensión eso que, con mucha frecuencia, llamamos simplemente “la realidad”, lo más deseable es tratar de acercarnos a todo aquello que sea más cercano, a lo que efectivamente acontece o ha ocurrido en distintos momentos o trances del devenir histórico, tratando de entenderlo, para poder actuar y reaccionar con alguna efectividad frente a determinados eventos, que podrían resultar fatales o negativos para nuestra existencia, tanto como especie como en tanto individuos.

En medio del fragor de esta hipermodernidad o posmodernidad desbocada en la que vivimos, traída a cuento con suma frecuencia por innumerables autores(Marc Augé LOS “NO LUGARES” Una antropología de la sobremodernidad Gedisa editorial Barcelona 1996), como un período histórico en el que los seres humanos parecen haber decidido prescindir del uso de la razón, del análisis de la información, y de una indispensable dosis de honestidad, en la difícil tarea de hacer afirmaciones sobre numerosas, y complejas situaciones a las que nos vemos enfrentados, aunque podría resultar que simplemente todo esto responde a “otra racionalidad” o a otras percepciones del entorno, ligadas a una aceleración de la historia y del achicamiento del planeta (Marc Augé), ambos en cuanto vendrían a ser el resultado o las consecuencias más visibles de la revolución tecnológica en el campo de las comunicaciones, tanto en lo referente a la velocidad de nuestro desplazamiento por el planeta, en naves y todo tipo de transporte terrestre, aéreo o marítimo más veloces, como en la velocidad creciente impresa a la noticia por las redes sociales, por lo que se ha implantado un aquí y un ahora que ya no reconocen las fronteras de los estados nacionales.

La ligereza y falta de seriedad con las que alguna gente se atreve a hacer afirmaciones, sin fundamento alguno sobre toda clase de temas, resulta ser algo abrumador y tedioso para quienes intentamos atenernos a los datos, y a la elaboración sistemática de pensamiento sobre ellos, algo que las páginas de los diarios, la radiodifusión, las televisoras y las redes sociales nos muestran, de manera cotidiana, en cientos e innumerables casos.

Es así como se olvida, con suma frecuencia, que resulta esencial la confiabilidad de la información disponible, tanto en lo que se refiere a los datos estadísticos como en cuanto al sustento de lo que suele llamarse “juicios de valor”, emitidos desde la subjetividad más profunda. ¿será por eso que tanta gente se deja decir sus ocurrencias pura y simplemente importándoles, muy poco o nada, si lo que dicen está conectado con la realidad?

Es por todo lo anterior, que como una consecuencia visible de este diálogo (más bien monólogo) que hemos venido sosteniendo en voz alta, resulta ser un ejercicio vano tratar de entender a qué se refieren algunas gentes cuando emplean ciertos términos para descalificar a otros, tanto en el orden de lo político como en el de lo social, quienes en realidad lo único que hacen es exteriorizar sus obsesiones y prejuicios.

Es así como el término “comunista” y la doctrina (o doctrinas políticas) que lo originó, el “comunismo” no pasan de ser fantasmagorías enraizadas en las mentes de quienes lo ven como la encarnación de todos los males posibles, endilgándoselo a sus adversarios o rivales políticos o sociales, todo con el propósito de sacarlos de la escena política por ser una amenaza, no sabemos si real o ficticia, tal y como sucede en el Perú del bicentenario, un lugar donde el mentado “comunismo” no aparece por ninguna parte, a pesar de su invocación constante, por parte de una ultraderecha que extravió su contacto con la realidad, después de haber perdido las elecciones frente una izquierda provinciana (a la que en vano trataron de satanizar), mucho más moderada que la que ellos ven el espejo imaginario como la encarnación de un “marxismo-leninismo”, y una “dictadura del proletariado” que nunca fueron realidad, ni siquiera en los países así llamados “comunistas”, razón por la que todo este affaire no pasa de ser un juego retórico, o a lo sumo la fabricación de un esperpéntico juego de los que nos hablaban en sus novelas, tanto el español Ramón del Valle Inclán, como el estadounidense Sherwood Anderson autor, entre otras obras de una célebre novela que tituló “WINSBURG OHIO”, por no mencionar el mítico condado de Yoknapatawpha en el Mississipi de William Faulkner, el que sólo existió en el universo de las complejas y bien tramadas novelas de este otro autor norteamericano.

El problema, a medida que avanzamos en esta vía. es que también, a manera de lo que sucede con un inmenso espejo o en una sala llena de espejos, quienes afirman ser “comunistas”, o hacen profesión de fe del comunismo como si fuera la encarnación del “reino de Dios sobre la tierra”, no importa si lo hacen desde una perspectiva secular (El filibustero del sur de los Estados Unidos que nos invadió entre 1854 y 1857, el famoso William Walker pensaba que estaba llamado a implantar el reino de Dios en la América Central nos dice el escritor costarricense Óscar Núñez Olivas en su novela “LA GUERRA PROMETIDA”, Editorial Alfaguara, varias ediciones, el que consistía en implantar o reimplantar la esclavitud en nuestro istmo, para que fuera un calco o una extensión del Sur de los Estados Unidos de aquella época), resultan incapaces de explicarnos con certeza a que se están refiriendo cuando usan, con gran ligereza los términos “comunismo” e incluso “socialismo”. Han pasado más de tres décadas desde la disolución de la llamada Unión Soviética, un hecho con el que se habría puesto fin a la llamada “guerra fría” que libraron durante casi medio siglo dos bloques encabezados por los Estados Unidos y la mencionada potencia, a la cabeza del bloque “comunista”, aunque resulta evidente que mucha gente ni siquiera se enteró de lo sucedido.

La izquierda de estas latitudes más confusa que radical, incluso aquella conformada por quienes se autodenominan orgullosamente “comunistas”, ha sido incapaz de explicarnos ¿qué fue lo que ocurrió en la Europa Central, llamada entonces “oriental” y en la Unión Soviética, la que cayó como un castillo de naipes? Nos quedaron debiendo una explicación que tuviera alguna lógica o el despliegue de una dialéctica elemental en el análisis, algo que no fuera una simple pelea entre los “buenos” y los “malos”, es por todo esto que no puedo dejar de pensar que sólo el filósofo y escritor tico chileno, Helio Gallardo, publicó en aquel entonces un fascinante libro que tituló “CRISIS DEL SOCIALISMO HISTÓRICO Ideologías y desafíos”, editado por el Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI, y fechado en San José de Costa Rica, en 1991, en cuyas páginas convendría volvernos a adentrar…de ahí en adelante, hacia los dos lados o bandos interesados, el tema parece que nos conduce a adentramos en el terreno de las fantasmagorías o en el corazón de una nueva Torre de Babel la que, como su homónima bíblica, nos impide construir algo que siquiera tenga la apariencia de sólido.

4º domingo t.o.: nuestro voto del próximo domingo y el Reino de Dios

Lect.: Deuteronomio 18:15-20; I Corintios 7:32-35; Marcos 1:21-28

 

  1. Tomar una decisión de voto para elegir a un presidente de la república y un congreso de diputados siempre es algo difícil. No es fácil liberarse de los bombardeos de las propagandas abiertas de los partidos y de las más o menos disimuladas que transmiten los medios de comunicación, –periódicos, radios y canales de TV—. En la actualidad unos y otros utilizando recursos técnicos más sofisticados. Pero esta vez la decisión, para muchos en Costa Rica, se torna más difícil porque en el escenario público se han mezclado argumentos religiosos con la política electoral. Ciertamente, en alguna medida esto se dio otras veces en el pasado, pero en esta ocasión ha sido un argumento más persistente y pegadizo, probablemente por tres razones: primero porque uno de los candidatos a la presidencia y varios de los que aspiran a curules de diputados, son pastores o predicadores de grupos cristianos neopentecostales; segundo, porque a estos se han asociado los obispos católicos y, en fin, porque la mezcla religión – política, ahora se relaciona con temas que causan mucha inseguridad y temor en gran parte de las personas: temas relacionados con la identidad sexual y con la estabilidad del matrimonio tradicional.
  2. Una homilía o reflexión sobre las lecturas de la liturgia no son el lugar para hacer un análisis socio político de esta situación, pero sí para intentar, —a partir del mensaje que contienen los textos, es decir, desde un punto de vista bíblico -teológico—, clarificarnos sobre la validez del uso de argumentos religiosos para resolver temas como los electorales.
  3. En la primera lectura de hoy, tomada del libro del Deuteronomio, el Dios del pueblo de Israel, al prometer que después de Moisés siempre suscitará profetas que transmitan sus palabras hace, al mismo tiempo, una severa advertencia: “si un profeta tiene la arrogancia de decir en mi nombre una palabra que yo no he mandado decir, (…) ese profeta morirá”. Más allá de la dramática amenaza, el texto interesa mucho porque constata, desde entonces, lo que muchos otros pasajes bíblicos posteriores narrarán, la existencia de “falsos profetas” o dicho menos radicalmente, la posibilidad que siempre existe de que quienes tenemos el encargo de predicar la palabra de Dios, caigamos en el error, —por ignorancia o por malicia— de presentar como “palabra divina” lo que no es más que expresión de nuestros intereses materiales, o de nuestros prejuicios ideológicos.
  4. De manera positiva, en la tercera lectura Marcos nos presenta hoy un pasaje luminoso que marca, desde el inicio del evangelio, toda la actividad de Jesús de Nazaret. La curación de “un hombre poseído por un espíritu inmundo”, provoca que “todos los presentes en la sinagoga se queden pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!” Quedan sorprendidos porque estaban acostumbrados a escuchar las enseñanzas de los escribas o maestros de la ley, que se limitaban a interpretar y comentar los libros y las tradiciones del pasado. Más de lo mismo. Jesús, en cambio, habla por autoridad propia, no la de documentos, con una autoridad que le sale de dentro, habla de algo nuevo, de su experiencia del reino de Dios en su propia vida. Lo que Jesús habla no son meramente palabras muy bonitas y piadosas, o discursos políticamente correctos; lo que él habla, viene de su propia vivencia y es, además, refrendado por su acción poderosa que nace de esa vivencia de lo trascendente, de lo divino. Erradicar el mal que hace daño a las personas, a los enfermos, a los pobres, a los excluidos es, entonces, lo que da a conocer a quienes lo escuchan y lo ven que el reinado de Dios en la vida humana ha llegado en él.
  5. En la Buena Noticia, en el evangelio de Jesús, nunca encontraremos ni directa ni indirectamente, ningún argumento para votar por un candidato o candidatos pero no por otros. Porque, como dice san Pablo, “Después de todo el Reino de Dios no es cuestión de comida o de bebida, sino de justicia, de paz y de gozo en el Espíritu Santo. El que sirve a Cristo de esta manera es agradable a Dios y goza de la aprobación de los hombres. Busquemos, por lo tanto, lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Rom 14: 17 – 19). Modernizando la expresión de Pablo, podemos decir, que el Reino de Dios no es política, ni economía, ni sexología,… sino la desinteresada construcción de la justicia, la fraternidad y la solidaridad en esos y en todos los ámbitos. El reino de Dios es una aspiración suprema, de plenitud humana, indescriptible, a la que Jesús nos invitaba a convertirnos, a sumergirnos en ella y a experimentarla, como él la experimentó, y desde ahí podemos empezar a vivir en la construcción de una nueva convivencia humana.

 

Nota:

Una destacada teóloga estadounidense, Kathryn M. Schifferdecker, Profesora Asociada de Antiguo Testamento, en Saint Paul, Minn., comentando el texto de la primera lectura de hoy, Deuteronomio 18:15-20, narra su experiencia enseñando en un Seminario en Addis Abeba. Uno de los estudiantes, pastor de mediana edad, con mucho sentido de sabiduría, le preguntó cómo distinguir los “verdaderos” de los “falsos profetas”. La pregunta representaba una inquietud urgente porque, decía, “hay mucha gente en las diversas iglesias etíopes que pretenden ser “profetas”, y quienes los escuchan necesitan criterios para saber si estos individuos son confiables o no. (Parecido a como se necesita en situaciones confusas como lo son las coyunturas político electorales). La Dra. Schifferdecker, comenta ¿Quién habla en nombre de Dios? Hay montones de gente que se presenta “hablando en nombre de Dios”: teólogos de la prosperidad, gurús de auto ayuda, predicadores de radio y televisión, blogueros religiosos de la abundancia, e incluso el predicador que proclama la palabra domingo tras domingo en un lugar y momento concretos”. Basada en muchos testimonios proféticos de la Sagrada Escritura, la profesora señala, al menos, cinco criterios para discernir quién es de verdad “profeta”, quién comunica la palabra de Dios. 1º El verdadero profeta no busca ser profeta. [Esto me recordó cuando hace poco una niña estudiante le preguntó al papa Francisco si él quería ser Papa. Francisco respondió que él no había querido ser Papa porque, a su juicio, si una persona quiere ser Papa es que no se quiere mucho”. Dios no la bendice]. 2º El verdadero profeta no busca ni la auto promoción, ni ganar bienes y riqueza; 3º El verdadero profeta busca discernir la palabra de Dios y no mezclarla con la suya propia; 4º El profeta habla nuevas palabras en situaciones nuevas. El Espíritu Santo lo mueve a lo nuevo, por caminos inesperados. Finalmente, tanto el verdadero como el falso profeta se dan a conocer por sus frutos. Puede verse: http://www.workingpreacher.org/preaching.aspx?commentary_id=2353

Jorge Arturo Chaves O.

**Puede ver una reflexión que amplía estos conceptos en el siguiente enlace: https://youtu.be/4Of0p_52G4M

 

 

Tomado del blog http://losquequeremosser.blogspot.com/2018/01/4-domingo-to-nuestro-voto-del-proximo.html

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