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Etiqueta: procesos electorales

¿Existe el péndulo político?

Vladimir de la Cruz

La política y los procesos electorales son en cierta forma movimientos pendulares, donde partidos y personajes se mueven en una dirección, dejando atrás, a propios y extraños, en la propia estela de su marcha, a otros movimientos políticos, partidos, dirigentes políticos y personajes destacados, con posibilidad, siempre, de que ese movimiento pendular continúe, o se regrese, si así fuera el caso, cualitativamente más nuevo y enriquecido, antes que empobrecido y añejo. Por ello se espera que el movimiento pendular se produzca de manera cada vez con más calidad, hacia adelante o de retorno.

Si valoramos el proceso político nacional desde 1948 hasta hoy, desde esta óptica, considerando, las restricciones políticas y electorales que la Junta Fundadora de la Segunda República, y la Asamblea Nacional Constituyente establecieron, Decreto No. 105 y Segundo Párrafo del Artículo 98, que impedían y restringían la participación política electoral, de derecho hasta 1974, a partidos de izquierda, eso condujo al surgimiento de una situación política, que al fundarse el Partido Liberación Nacional, el 12 de octubre de 1951, marcó el surgimiento de un partido político, que desde entonces, con el gobierno que surgió en 1953, ha gobernado nueve veces el país, y que su principal grupo opositor, los socialcristianos, así fundados en 1983, lo hayan hecho seis veces, lo que dio origen al llamado bipartidismo nacional, en la esfera del Poder Ejecutivo, donde solo esos dos partidos alternaron en el ejercicio del Gobierno y del control del Poder Ejecutivo.

Ese péndulo político se movió en una sola dirección, alternando entre esos dos partidos en el control del Poder Ejecutivo, sin que se sintieran cambios profundos en el hilo económico e institucional que se iba tejiendo. Al contrario, se iba conformando una arquitectura institucional, en cierta forma avalada de común acuerdo, con matices de diferencia no muy profundos. Aun cuando al cambiar un partido por otro, en el ejercicio de Gobierno de manera continua, no se sentía un retroceso pendular político abismal, ni tampoco sucedió dicha sensación, cuando se cambiaba a un nuevo gobierno cuando se habían tenido dos gobiernos seguidos de un mismo partido político.

Hoy, sin embargo, aun cuando el Partido Acción Ciudadana, como partido gobernante, en control del Poder Ejecutivo, con dos gobiernos seguidos, como los ha tenido Liberación Nacional o la Unidad Social Cristiana, no se produce la misma sensación de continuidad del péndulo institucional más allá del 2022, sea con un tercer gobierno del Partido Acción Ciudadana, que es una probabilidad, sino que pareciera que se ha llegado al límite de ese movimiento pendular, a partir del cual el péndulo se moverá a la inversa, en reversa.

Hoy tenemos un tripartidismo político partidario en la esfera del Poder Ejecutivo. Tres partidos han ejercido la Presidencia de la República y han gobernado el Poder Ejecutivo.

En la historia nacional desde 1953 ningún partido político ha logrado mantenerse en tres gobiernos seguidos.

Pareciera que nadie quiere que el péndulo se mueva en la posibilidad de tres gobiernos seguidos del Partido Acción Ciudadana. La razón de esto es la consideración que el actual Gobierno defraudó al electorado, de la primera como de la segunda ronda electoral del 2018. La percepción general, en este momento, es que no se debe continuar el péndulo político con este Partido en el Gobierno. ¿Pero, entonces con cuál, si nos atenemos a los partidos políticos existentes?

Si así es, la mirada se posará, en primer lugar, en los dos partidos que han ejercido gobiernos anteriores, Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, casi sobre la consideración de que es mejor malo conocido que malo por conocer, llevando la ventaja, por experiencia política, su trayectoria histórica y su experiencia gubernativa, Liberación Nacional. Además de que ha mantenido la mayor presencia partidaria en todas las administraciones cantonales y de alcaldías, desde el 2006, superando en el control de sus gobiernos, en más del 50% de ellas, en todo este tiempo, lo que es, si sabe aprovechar y articular, una base organizativa y partidaria, muy importante para el próximo proceso electoral, porque, también tiene, en ese espectro pendular, la mayor cantidad de dirigentes políticos, incluidos expresidentes, exministros y exdiputados, así como actuales diputados, que se mantienen con vigencia y presencia, que lo hacen sentir como el portaviones del próximo proceso electoral, lo que aun así no asegura ningún triunfo, que dependerá mucho, al igual que con todos los partidos, de su propia unidad interna, de su posible candidato, y especialmente de su Programa Político, que logre enfrentar con ánimo de superación las políticas retrógradas que en este gobierno se han impulsado, especialmente, en el campo social y laboral, y de recuperar niveles, en salarios, pensiones e ingresos, consumo y capacidad de gasto, en este sentido, al menos al nivel del 2018.

La segunda opción del movimiento pendular en retorno es mirar los otros partidos políticos, del espectro actual, de los que tienen representación popular en la Asamblea Legislativa como en las municipalidades, y ese panorama no es muy halagador.

La tercera opción es buscar, en nuevas alternativas que puedan surgir hacia el 2020, con los riesgos de que sean movimientos populistas de cualquier signo y radicalismo con que aparezcan.

Hay mucha gasolina derramada en el escenario electoral. A eso solo le falta el fósforo de algún incendiario populista, que logre calar con inteligencia, y no solo con arenga pública antisistema, anti-partidos y anti políticos, en el ánimo estropeado y la confianza perdida de los electores, en la consideración extrema de que con ellos, con estos nuevos partidos, no hay nada que perder, cuando se estima que se ha perdido todo, y que solo hay posibilidades de ganar, aún a ese riesgo.

El populismo y los planteamientos populistas no serán ajenos al próximo proceso electoral.

Los grupos cristianos, pentecostales, si no logran tener una agenda nacional, que además los unifique, no tienen mucho que hacer.

De los tres partidos autodenominados liberales el que mejor presagia es el de Eli Feinzag, si encabeza él la candidatura presidencial y la de diputados a la vez.

A la llamada izquierda aún no la vislumbro en el horizonte electoral del 2022. Por ahora muy débil, sin repercusiones importantes, y sin un claro planteamiento táctico estratégico para el momento actual e inmediato.

Las coaliciones posibles son, por ahora, tan solo un sueño, y, a veces, un bostezo. Aquí, en las coaliciones, el problema es de liderazgos, ¿quién encabezará la fórmula presidencial y quienes encabezarán los primeros puestos de las listas de diputados? En esta discusión se quebrarán estas coaliciones. Los que están impulsando algunas de estas coaliciones son un montón de arribistas políticos, sin generosidad alguna de ceder en puestos, sin visión estratégica de largo alcance y enredándose en el tacticismo inmediato.

Así las cosas, ¿se devolverá el péndulo político de la esfera del gobierno a Liberación Nacional o la Unidad Social Cristiana?, ¿continuará con el Partido Acción Ciudadana?, ¿o avanzaremos a un tetra partidismo, con un nuevo partido en el Poder Ejecutivo?

Lo que cambiará post-pandemia

Óscar Madrigal, abogado

Muchas cosas cambiarán después de esta pandemia, pero esas cosas y los asuntos sociales y de Estado no lo harán automáticamente, de manera mecánica, sino que requieren del empuje de los movimientos sociales y políticos para que el país avance. Cuando no se genera una fuerza innovadora, las sociedades se estancan, se inmovilizan y tienden inercialmente por volver al viejo estado de cosas. En estas circunstancias, como lo ha mostrado la historia, por regla general ocurre una descomposición social, que se traduce en más pobreza, desigualdad y desesperación.

De aquí surge la imperiosa necesidad de la articulación del movimiento social y del movimiento progresista para desarrollar un programa que permita a la sociedad costarricense planear y avanzar en un nuevo concepto de sociedad.

Esa nueva alternativa de sociedad deberá fundamentarse en nuevos conceptos. Pienso en los siguientes:

1-. Ciudadanía. La ciudadanía debe concebirse de manera activa, contralora y propositiva. Los ciudadanos dejan de ser solo sujetos de momentos electorales, para asumir el poder ciudadano desde la sociedad misma para pedir cuentas, exigir cumplimiento de promesas o censurar a todos los ciudadanos que ocupan puestos de dirección en el Estado.

2-. Nación. La globalización como ha sido concebida ha mostrado ser insuficiente para afrontar los problemas globales. El concepto de Nación debe ser retomado para asumir el compromiso de desarrollo económico nacional y para exigir normas internacionales que resguarden los intereses laborales y económicos de todos los países.

3-. Soberanía. Solo mediante un concepto de soberanía que recupere el poder de decisión nacional en cuanto al apoyo a la producción nacional, así como la capacidad del país de mantener una política internacional independiente, sea manteniendo una neutralidad y respeto por a la autodeterminación de los países.

4-. Producción. El desarrollo productivo seguido hasta ahora debe cambiar de paradigma. El crecimiento económico desmedido sin considerar a la Naturaleza y la igualdad social es insostenible. El crecimiento del PIB no debe ser un único parámetro de medición de la riqueza social o natural. El respeto por la Naturaleza debe sustentarse en el apoyo y desarrollo de un fuerte movimiento ecologista para revertir los daños que estamos ocasionando a nuestro Planeta.

5-. Igualdad. La brecha social que cada vez se agranda más entre unos cada vez más ricos y otros cada vez más pobres, debe revertirse inmediatamente. La distribución de la riqueza, que es producida por los trabajadores, debe hacerse de manera equitativa. La igualdad de derechos humanos y patrimoniales entre hombres y mujeres es la única forma de mantener un desarrollo realmente humano.

6-. Solidaridad y humanismo. La sociedad debe fundamentarse en nuevos conceptos de solidaridad para que el desarrollo se vea como responsabilidad de todos, pero también para beneficio de todos. El humanismo es el fundamento del respeto a los derechos humanos de todas las personas como un atributo natural: creencias religiosas, preferencias sexuales, políticas, etc., la política es la no discriminación.

La democracia es el mecanismo político que permitirá el acceso de todos los grupos sociales y partidos políticos, en un plano de igualdad, a los medios de comunicación y a los procesos electorales.

Estos son algunos conceptos que debemos asumir para la sociedad post-pandemia. No son, lógicamente, los únicos, ni tal vez lo mejor elaborados, pero pueden ser una base de pensamiento.  De ellos se deducirán medidas concretas, como debe ser.