Ir al contenido principal

Etiqueta: Rusia

La disuasión integrada y América Latina

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Como es característico de los medios de comunicación hegemónicos y sensacionalistas en la era digital, no todos los acontecimientos relevantes son considerados noticias, ni mucho menos divulgados con la misma vehemencia que se publican notas sobre algún programa de baile o concurso de canto de moda. Aquella famosa frase romana de pan y circo se sigue aplicando al pie de la letra con buenos resultados. Sucede especialmente con la política, y ni para qué decir de la política internacional, en un contexto de tensiones, desglobalización y conflictos territoriales alrededor del mundo. La posverdad, las fake news y la infoxicación derivada es el nuevo opio de los pueblos.

Entre el 25 y 29 de julio de 2022 ha acaecido un hecho de gran importancia para América Latina y el Caribe en lo que a seguridad y política internacional se refiere, y casi nadie se ha enterado de ello. Se llevó a cabo la XV Reunión de Ministros de Defensa de las Américas, en Brasil. En dicho evento, los EE. UU. posicionaron el nuevo concepto para ellos estratégico, en su lucha contra China y Rusia en América Latina y el Caribe; la disuasión integrada (integrated deterrence). Advirtieron a los países de la región que la nueva forma de lucha es por todos los frentes, medios, recursos y de manera integrada. Algo así como un tipo de guerra total en el siglo XXI.

En esta reunión los norteamericanos insistieron en la necesidad de contener especialmente el avance de China en América Latina y el Caribe. Daniel P. Erikson, subsecretario adjunto de defensa para el Hemisferio Occidental y participante de dicho evento, instó a los países a sopesar cuidadosamente cuál podría ser el costo de un mayor compromiso con China. Esto no es para nada casual, ya que para esas mismas fechas pero en el mes de junio, se realizó la Cumbre de la OTAN en Madrid, producto de la guerra en Ucrania, donde se expuso al mundo el nuevo concepto estratégico de esta organización militar, con Rusia, China y el terrorismo internacional como principales amenazas, según su perspectiva, para la paz mundial y la democracia (neo) liberal. También se realizaron las negociaciones para el ingreso de Finlandia y Suecia a la organización.

Este nuevo concepto lleva el nombre de Enfoque de 360°. Busca fortalecer la resiliencia nacional y colectiva, y redefine los tres objetivos principales de la OTAN en esta nueva etapa: disuasión y defensa, seguridad cooperativa y prevención y gestión de crisis. Así posicionan el respeto de la soberanía, la integridad territorial, los derechos humanos y el derecho internacional como unos de sus ejes prioritarios. Expone además el documento hecho público por la alianza, que las fuerzas nucleares estratégicas de esta, en particular las de EE. UU., siguen siendo la garantía suprema de la seguridad para el bloque.

Dentro del marco de esta coyuntura global se desarrolló la reunión de ministros de defensa de las Américas. Lloyd Austin, secretario de defensa de los EE. UU. participó de este encuentro para posicionar no solo el concepto de la disuasión integrada, sino los temas de ciberdefensa, la mujer, la paz y la seguridad, la ayuda humanitaria y la respuesta a las catástrofes. Pero sin duda, el más relevante de todos en términos geoestratégicos es el de la disuasión integrada.

Este nuevo concepto planteado por Colin Kahl, subsecretario de políticas de defensa, durante la cumbre Defense One Outlook 2022, busca vislumbrar con claridad aquello que esta nación debería defender y que puede ponerlos en condiciones de desventaja estratégica frente a sus adversarios en caso de crisis y conflicto. Esto implica el análisis significativo y la determinación de áreas claves de infraestructura crítica que deben protegerse, entre las cuales se encuentran; finanzas, energía y economía, con el telón de fondo de la amenaza climática. El general del ejército James H. Dickinson, comandante del Comando Espacial de EE. UU. afirmó que la disuasión integrada es un enfoque de todo el gobierno.

Esto quiere decir que se integra todos los instrumentos del poder nacional; a todos los comandos combatientes en todos los dominios (convencional, nuclear, cibernético, espacial e informativo), el gobierno, aliados y socios. Tenemos que trabajar junto a nuestros aliados y socios para que nuestros adversarios sepan que no solo se están enfrentando a Estados Unidos, sino que se están enfrentando a una coalición de países que están comprometidos a defender un orden internacional basado en reglas, ha declarado Colin Kahl recientemente.

La presentación de esta nueva doctrina de defensa nacional norteamericana en la reunión de ministros recién pasada en Brasil, deja en evidencia la necesidad de este país de involucrar tanto a América Latina como el Caribe en esa estrategia de lucha integrada contra las naciones consideradas por este como enemigas. Una vez más, nos encontramos frente a una encrucijada existencial, pues la importancia que vuelve a cobrar la región a nivel geopolítico para los intereses de las grandes potencias es prominente; ya sea por temas de recursos naturales, mercados o competencia por influencia política, y hace de este un espacio con alarmantes niveles de inestabilidad.

Es en este escenario donde académicos y políticos han planteado el tema de recuperar una autonomía mínima y una posición de no alineamiento activo. Estas corrientes, consisten básicamente en conservar ciertos niveles de neutralidad, equidistancia estratégica y acercamientos pragmáticos tanto con unos como con otros al mismo tiempo. Se puede y debe tener buenas relaciones con todos, sin que esto signifique necesariamente casarse con nadie. Por ello el fortalecimiento del regionalismo es importante, no obstante, este atraviesa una de sus crisis más agudas de los últimos años, encontrándose así en sus mínimos históricos, como argumenta la Dra. Josette Altmann Borbón en sus análisis sobre la región.

Equilibrar los lazos constructivos con todos es indispensable, tanto entre países vecinos como con potencias emergentes y consolidadas, pero pareciera que adoptar una postura definitiva de un bando u otro atrayendo dichas pugnas a estas latitudes, no es una opción con posibilidades de éxito para nadie en estos momentos. Si América Latina y el Caribe pasan a ser parte de este teatro de guerra planetario adoptando una postura hacia un único bando, estaría perdiendo más de lo que puede ganar, con consecuencias imprevisibles a corto y mediano plazo en todos los campos; desde el económico, hasta el social, político y militar, sumado a una mayor fragmentación política tanto interna como regional.  

Los grandes y verdaderos enemigos comunes de la región hoy son la desigualdad, la pobreza, la exclusión social, la falta de empleos de calidad y formales, la lucha frontal contra el cambio climático, las nuevas desigualdades digitales y pérdida de oportunidades para el desarrollo integral de las personas. Todo esto implica altas dosis de pragmatismo y realismo, pero sobre todo, capacidad de diálogo en medio de las diferencias, un ejercicio responsable de la democracia con una diplomacia activa en defensa del derecho internacional, el multilateralismo, así como el trato con respeto hacia la soberanía, tradiciones y visión de vida de cada pueblo, con una hoja de ruta clara como región, y pensando siempre desde una perspectiva latinoamericana.

¿Cómo ha afectado la guerra entre Rusia y Ucrania el Cambio Climático?

Alberto Salom Echeverría

1. ¿Cuál es el estado del calentamiento global en la era industrial?

En este escrito, les brindo primero algunos datos que he encontrado que nos muestran actualizado el estado del calentamiento global. Pero en segundo término me interesa poner sobre el tapete el impacto de la actual guerra entre Rusia y Ucrania sobre el clima en la tierra y cómo se suma a lo anterior.

Hay algo que debemos tener claro y es que el clima en la tierra ha cambiado más en los últimos cien años (época industrial) que en los 1.000 años anteriores. No cabe duda del influjo de la actividad humana para acicatear la producción de gases tóxicos de efecto invernadero y con ello provocar el calentamiento global. La gran mayoría de los científicos reconocen, como he venido insistiendo en mis escritos, que la contaminación provocada por los seres humanos de la época industrial es el factor del cambio climático por excelencia. Otro dato espeluznante que agrego para ustedes es que el dióxido de carbono (CO2), está en 403.28 partes por millón. No espero que podamos aquilatar este indicador que es para científicos especializados, bástenos saber que, constituye el récord histórico en 650.000 años. Quiere decir que la contaminación de la atmósfera con gases de efecto invernadero provoca un calentamiento más acelerado y abundante que el que se produjo en épocas pretéritas por efectos naturales o impactos de asteroides que chocaron con nuestro planeta u otros fenómenos.

A ello se debe sin duda alguna que la temperatura del globo ha subido casi 1.5° desde 1880. Por ello es por lo que 9 de los 10 años más calurosos registrados en nuestra casa común han ocurrido en los últimos 16 años. En consonancia con lo dicho, el hielo ártico está decreciendo a un ritmo de 13.4% cada década de esta época industrial. Es claro para la generalidad de las personas la importancia que han tenido los glaciares (las enormes masas de hielo), para hacer viable la vida. Pero, el hielo peligrosamente se pierde a razón de 28 mil millones de metros cúbicos al año. En Groenlandia nos revela la investigación científica, las pérdidas de las masas congeladas se han duplicado entre 1996 y el 2005 respecto de todo el período inmediato anterior desde 1880. Por eso es por lo que el nivel de los mares sube un promedio de 3,4 milímetros cada año. Hemos encontrado que la media mundial del nivel del mar sube 178 mm en los últimos cien años. Se calcula que están amenazados de sufrir las consecuencias 100 millones de personas. (Cfr. Xataka.com/energia/plena-crisis-energetica-alemanoa-vuelve-a-viejo-enemigo-medioambiental-europa-carbón).

2. ¿Cuánto contribuye la guerra entre Rusia y Ucrania a sobrecalentar la temperatura del clima?

Y bien, en medio de esta situación tan crítica ¿cómo impacta la guerra entre Rusia y Ucrania en el cambio climático? A todos los que creemos tener conciencia de las causas del mal de nuestro tiempo, el calentamiento global y el cambio climático, nos produce comezón saber qué impacto tiene esta guerra en la aceleración del calentamiento del Planeta.

Con sentido común y dado el conocimiento, si bien general, que se tiene de otras guerras como la segunda guerra mundial, no es difícil imaginar soldados haciendo excavaciones en la tierra para abrir trincheras y refugiarse, podemos visualizar los tanques en su curso aplanando la vegetación, así como incendios propagarse a causa de la explosión de las bombas que se han disparado copiosamente. Desde luego que, todos pensamos en los gases tóxicos derivados de esas mismas explosiones y otras partículas que fluyen hacia el aire, o los metales más pesados que se filtran en el suelo y contaminan las aguas de lagos, ríos u océanos. Todo eso lo hemos presenciado en estos días, aparte del dolor de ver morir a decenas de miles de personas, incluso los niños, ancianos, enfermos radicados en hospitales bombardeados, y la enorme pérdida de flora y fauna.

No obstante, hay algo que está ocurriendo como un efecto político de la guerra, Rusia ha comenzado a restringir el gas natural que, producto de acuerdos previos envía por medio del gasoducto llamado “Nord Stream 1” a los países europeo-occidentales. Esta acción provino en respuesta a la férrea alianza de la Unión Europea con los Estados Unidos para apoyar a Ucrania, a la cual le han proporcionado inclusive ayuda en armamento pesado y apoyo logístico.

Antes de estallar la guerra, varios de los países europeos como Alemania, Austria, Holanda, Suiza y Bélgica habían tomado la decisión de obtener la neutralidad en emisiones de CO2 para el año 2045. La energía nuclear era clave para cumplir ese objetivo. Pero, a causa de la guerra y como respuesta a las políticas rusas, Alemania comenzó a apagar las centrales nucleares. Como se ve las autoridades provocaron un viraje en la decisión estratégica, ya que resolvieron volver a encender las centrales térmicas de carbón y mantener como reserva el gas ruso para hacerle frente al frío invierno que se avecina. Así piensan ir reduciendo la dependencia que habían establecido con el petróleo y el gas proveniente de Rusia.

Este cambio radical de estrategia, que lo hacen también Austria y Holanda, trastorna por completo el objetivo de obtener la carbono neutralidad en el 2045. Debe tomarse en cuenta que Alemania es el país que más dióxido de carbono emite de toda Europa. Por su parte Austria, empezó a importar un 80% del gas de Rusia, por lo cual casi simultáneamente había decidido abandonar la producción de carbón; hoy volvió a activar las plantas térmicas de este mineral. En Holanda, como lo hemos anticipado, la situación es parecida: ahora, tras la crisis energética derivada de la guerra, las plantas térmicas de carbón se mantendrán encendidas al menos hasta el año 2024.

Debido a la guerra, los países europeos han acelerado decisiones para disminuir la dependencia de Rusia. Recientemente en marzo pasado, la Comunidad Europea lanzó la estrategia que se ha denominado: “REPowerEU”, cuyo fin es reducir precisamente las importaciones de gas, petróleo y carbón desde Rusia y acudir a otras fuentes. Esta estrategia implica retrotraerse al 2021, año en el que las autoridades comunitarias habían adoptado oficialmente una serie de objetivos conducentes a lograr la neutralidad climática en el 2050.

(Cfr. www.antena3.com/ economía/invasión-rusa-ucrania-obliga-europa-volver-carbón-como-sera-invierno_2022062662b87cc875230700015c733e.html).

Conclusión. La guerra entre Rusia y Ucrania ha provocado que muchos de los países europeo-occidentales que habían establecido gran dependencia del gas ruso vuelvan ahora a encender sus centrales térmicas de carbón, a pesar de que saben que el carbón es el más contaminante de los hidrocarburos. Se pone en grave riesgo el propósito de alcanzar la neutralidad climática en 2050. Rusia sin duda tiene responsabilidad, pero no menos incumbencia tiene los Estados Unidos, principal promotor de la estrategia de cercar a Rusia, junto a los países de la Unión Europea.

Compartido con SURCOS por el autor.

Mantengamos la esperanza de lograr lo que esperábamos de este siglo

José Luis Pacheco Murillo

Se suponía que el siglo 21 sería un siglo que depararía un desarrollo social y económico como nunca antes se había tenido. Se suponía que todos los adelantos tecnológicos harían que nuestra vida fuera de una mayor calidad y que esos avances nos depararían condiciones para que no hubiera tantas enfermedades y que más bien ya se iban a controlar muchas más, por ejemplo, el cáncer. Se suponía que a estas alturas los hidrocarburos se utilizarían casi nada y que las fuentes renovables serían las que ocuparían el primer lugar.

Se suponía que la civilización avanzaría a pasos agigantados a una mayor y mejor organización sobre temas como la alimentación, el trabajo, la seguridad pública, las migraciones y en general un disfrute mayor de nuestra vida.

Ya estamos llegando casi al cuarto de este siglo 21 y las cosas no andan nada bien. En lo económico el tema inflacionario tiene al mundo de cabeza, las enfermedades han venido a afectarnos más que los últimos cien años, con una pandemia que no acaba el COVID-19 y otra en ciernes, la viruela del mono. La seguridad es cada vez más débil y son innumerables las acciones violentas que se suceden cada día. El petróleo sigue reinando y más bien se ha sentido en el mundo esa dependencia ante las decisiones que se han tomado por la situación de guerra entre Rusia y Ucrania. Otra cosa que se suponía obtendríamos: jamás guerras.

Es definitivo, la humanidad no avanza por los caminos que habíamos imaginado. Los liderazgos, políticos y sociales, a nivel mundial, han sido débiles y poco preparados para enfrentar y desarrollar lo que el siglo 21 nos deparaba con sueños y esperanzas.

Y es definitivo que la decisión de la inmensa mayoría de sacar a Dios de nuestras vidas y actividades tiene mucho que ver con esta calamidad de desarrollo del siglo 21. Ese sacar a Dios para en su lugar promover abortos, eutanasias, educación de pésima calidad que desarrolla y genera pobreza, una riqueza para muy pocos y una pobreza para la gran mayoría, un mundo cada vez menos equitativo y en donde en muchísimos países la decisión de sus habitantes es abandonar su tierra para emigrar, sin saber ni su destino y sin tener planificado el futuro. Mejor sacar a DIOS para que no interfiera en los actos de corrupción que han generado como práctica común esos líderes y gobernantes que se dedicaron a servirse ellos en lugar de servir a los demás. A esos, Dios es una molestia y una traba para sus intereses.

Aún queda muchos años de este siglo 21, tan prometedor, pero tan poco real ante lo que esperábamos.

Precisamente Dios quiera que quienes nos gobiernan y nos gobernarán, cambien sus actitudes y cambien sus decisiones para que con la ayuda de Dios se humanicen más y se encaminen por ese rumbo que todos esperábamos tener. Sigo manteniendo la esperanza de que se podrá lograr.

LEYENDO LAS RUNAS DE LA GUERRA

Alastair Crooke

18 de julio Fundación de la Cultura Estratégica

Por supuesto, el conflicto, a todos los efectos, está resuelto, aunque está lejos de terminar. Está claro que Rusia prevalecerá en la guerra militar, y también en la guerra política, lo que significa que cualquier cosa que surja en Ucrania después de que se complete la acción militar será dictada por Moscú en sus términos.

Claramente, por un lado, el régimen de Kiev colapsaría si Moscú le dictara los términos. Y, por otro lado, toda la agenda occidental detrás del golpe de estado de Maidan en 2014 también implosionaría. (Esta es la razón por la cual una rampa de salida, salvo una derrota ucraniana, es casi imposible).

Este momento marca así un punto crucial de inflexión. Una opción estadounidense podría ser poner fin al conflicto, y hay muchas voces que piden un acuerdo, o un alto el fuego, con la intención comprensiblemente humana de poner fin a la masacre sin sentido de los jóvenes ucranianos enviados al «frente» para defender posiciones indefendibles, solo ser asesinado cínicamente sin obtener ganancias militares, simplemente para mantener la guerra.

Aunque racional, el argumento a favor de una rampa de salida pasa por alto el punto geopolítico más importante: Occidente está tan involucrado en su narrativa fantástica del inminente colapso y la humillación de Rusia que se encuentra «atascado». No puede avanzar por temor a que la OTAN no esté a la altura de enfrentarse a las fuerzas rusas (Putin ha señalado que Rusia ni siquiera había comenzado a utilizar toda su fuerza). Y, sin embargo, cerrar un trato, retroceder, sería perder la cara.

Y ‘perder la cara’ se traduce aproximadamente como la pérdida del occidente liberal.

Occidente se ha convertido así en rehén de su triunfalismo desenfrenado, haciéndose pasar por info-war. Escogió este jingoísmo desenfrenado. Sin embargo, los asesores de Biden, al leer las runas de la guerra, de las incesantes ganancias rusas, han comenzado a oler otra debacle de política exterior que se avecina rápidamente.

Ellos ven eventos, lejos de reafirmar el ‘Orden basado en reglas’, más bien la puesta al descubierto ante el mundo de los límites del poder de los EE. UU (aunque es un hecho al que Occidente todavía tiene que despertar).

Además, la alianza occidental se está desintegrando a medida que se asienta la fatiga de la guerra y las economías europeas se enfrentan a la recesión. La tendencia instintiva contemporánea a decidir primero y pensar después (sanciones europeas) ha llevado a Europa a una crisis existencial.

El Reino Unido ejemplifica el enigma europeo más amplio: la clase política del Reino Unido, asustada y en desorden, primero ‘decidió’ apuñalar a su líder, solo para darse cuenta después de que no tenían un sucesor a mano con seriedad para manejar la nueva normalidad, y no idea de cómo escapar de la trampa en la que está atrapado.

No se atreven a perder la cara por Ucrania y no tienen una solución que haga frente a la recesión que se avecina (¿excepto un regreso al thatcherismo?). Y lo mismo puede decirse de la clase política europea: son como ciervos atrapados en los faros de un vehículo veloz que se aproxima.

Biden y cierta red que se extiende por Washington, Londres, Bruselas, Varsovia y los países bálticos ven a Rusia desde una altura de 30.000 pies por encima de la del conflicto de Ucrania. Según los informes, Biden cree que está en una posición equidistante entre dos tendencias peligrosas y ominosas que envuelven a EE. UU. y Occidente: el trumpismo en casa y el putinismo en el exterior. Él cree que ambos presentan peligros claros y presentes para el orden liberal basado en reglas en el que el Team Biden cree apasionadamente.

Otras voces, principalmente del campo realista estadounidense, no están tan enamoradas de Rusia; para ellos, los ‘hombres de verdad’ se enfrentan a China. Estos solo quieren mantener el conflicto de Ucrania en un punto muerto, si es posible (más armas), mientras se activa el pivote hacia China.

En un discurso en el Instituto Hudson , Mike Pompeo hizo una declaración de política exterior que claramente tenía la vista puesta en 2024 y en ocupar el puesto de vicepresidente. La esencia de esto era sobre China, pero lo que dijo sobre Ucrania fue interesante: la importancia de Zelensky para los EE. UU. dependía de que mantuviera la guerra (es decir, salvar la cara occidental). No se refirió explícitamente a ‘botas en el suelo’, pero estaba claro que no abogó por ese paso.

Su mensaje fue armas, armas, armas a Ucrania y ‘adelante’, girando hacia China AHORA. Pompeo insistió en que Estados Unidos reconozca diplomáticamente a Taiwán hoy, independientemente de lo que ocurra. (es decir, independientemente de si esta acción desencadena una guerra con China). E incorporó a Rusia a la ecuación simplemente diciendo que Rusia y China deberían ser tratadas como una sola.

Sin embargo, Biden parece movido a dejar pasar el momento y continuar con la trayectoria actual. Esto es también lo que quieren los muchos participantes en el despilfarro. El punto es que las opiniones de Deep State están en conflicto, y los banqueros influyentes de Wall Street ciertamente no se entusiasman con las nociones de Pompeo. Preferirían la desescalada con China. Continuar, por lo tanto, es la opción fácil, ya que la atención interna de los EE. UU. se centra en los problemas económicos.

El punto aquí es que Occidente está completamente atascado: no puede avanzar ni retroceder. Sus estructuras políticas y económicas lo impiden. Biden está atascado en Ucrania; Europa está estancada en Ucrania y en su beligerancia hacia Putin; lo mismo para el Reino Unido; y Occidente está estancado en sus relaciones con Rusia y China. Más importante aún, ninguno de ellos puede abordar las insistentes demandas de Rusia y China de una reestructuración de la arquitectura de seguridad global.

Si no pueden moverse en este plano de seguridad, por miedo a perder la cara, no podrán asimilar (o escuchar, dado el cinismo arraigado que acompaña a cualquier palabra pronunciada por el presidente Putin) que la agenda de Rusia va mucho más allá de la arquitectura de seguridad.

Por ejemplo, el veterano diplomático y comentarista indio MK Badrakhumar escribe :

“Después de Sakhalin-2, [en una isla en el Lejano Oriente ruso] Moscú también planea nacionalizar el proyecto de desarrollo de petróleo y gas Sakhalin-1 expulsando a los accionistas estadounidenses y japoneses. La capacidad de Sakhalin-1 es bastante impresionante. Hubo un tiempo antes de que la OPEP+ estableciera límites en los niveles de producción, cuando Rusia extraía hasta 400 000 barriles por día, pero el nivel de producción reciente ha sido de unos 220 000 barriles por día.

La tendencia general de nacionalizar las participaciones de capital estadounidense, británico, japonés y europeo en los sectores estratégicos de la economía de Rusia se está cristalizando como la nueva política. Se espera que la limpieza de la economía rusa, liberada del capital occidental, se acelere en el próximo período.

Moscú era muy consciente del carácter depredador del capital occidental en el sector petrolero de Rusia, un legado de la era de Boris Yeltsin, pero tuvo que vivir con la explotación porque no quería enemistarse con otros inversores occidentales potenciales. Pero eso es historia ahora. El deterioro de las relaciones con Occidente hasta casi el punto de ruptura libera a Moscú de tales inhibiciones arcaicas.

Después de llegar al poder en 1999, el presidente Vladimir Putin emprendió la gigantesca tarea de limpiar los establos de Augias de la colaboración extranjera de Rusia en el sector petrolero. El proceso de “descolonización” fue insoportablemente difícil, pero Putin lo sacó adelante”.

Sin embargo, eso es solo la mitad. Putin sigue diciendo en sus discursos que Occidente es el autor de su propia deuda y de su crisis inflacionaria (y no Rusia), lo que da lugar a que Occidente se rasque la cabeza. Sin embargo, dejemos que el profesor Hudson explique por qué gran parte del resto del mundo considera que Occidente ha tomado un «giro equivocado» económicamente. En resumen, el giro equivocado de Occidente lo ha llevado a un ‘callejón sin salida’, insinúa Putin.

El profesor Hudson argumenta (parafraseado y reformulado) que existen esencialmente dos modelos económicos amplios que han descendido a lo largo de la historia: “Por un lado, vemos sociedades del Cercano Oriente y Asia organizadas para mantener el equilibrio y la cohesión social manteniendo las relaciones de deuda y la riqueza mercantil subordinadas al bienestar general de la comunidad en su conjunto”.

Todas las sociedades antiguas desconfiaban de la riqueza, porque tendía a acumularse a expensas de la sociedad en general, y conducía a la polarización social y a grandes desigualdades de riqueza. Mirando el recorrido de la historia antigua, podemos ver (dice Hudson) que el principal objetivo de los gobernantes desde Babilonia hasta el sur y el este de Asia era evitar que surgiera una oligarquía mercantil y acreedora que concentrara la propiedad de la tierra en sus propias manos. Este es un modelo histórico.

El gran problema que resolvió el Cercano Oriente de la Edad del Bronce, pero que la antigüedad clásica y la civilización occidental no resolvieron, fue cómo lidiar con las crecientes deudas (jubileos periódicos de la deuda) sin polarizar a la sociedad y, en última instancia, empobrecer la economía al reducir a la mayoría de la población a la dependencia de la deuda. .

Uno de los principios clave de Hudson es cómo China está estructurada como una economía de «bajo costo»: vivienda barata, educación subsidiada, atención médica y transporte, lo que significa que a los consumidores les sobra algún ingreso disponible gratuito, y China en su conjunto se vuelve competitiva. Sin embargo, el modelo financiarizado basado en la deuda de Occidente tiene un alto costo, con sectores de la población cada vez más empobrecidos y privados de ingresos discrecionales después de pagar los costos del servicio de la deuda.

Sin embargo, la periferia occidental, que carecía de la tradición del Cercano Oriente, «recurrió» a permitir que una rica oligarquía acreedora tomara el poder y concentrara la propiedad de la tierra y la propiedad en sus propias manos. A efectos de relaciones públicas, afirmó ser una ‘democracia’ y denunció cualquier regulación gubernamental protectora termino siendo, por definición, ‘autocracia’. Este es el segundo gran modelo, pero con su exceso de deuda y ahora en una espiral inflacionaria, también está estancado, sin los medios para dar un paso adelante.

Este último modelo es lo que ocurrió en Roma. Y todavía estamos viviendo en las secuelas. Hacer que los deudores dependan de los acreedores ricos es lo que los economistas de hoy llaman ‘mercado libre’. Es uno sin frenos y contrapesos públicos contra la desigualdad, el fraude o la privatización del dominio público.

Esta ética neoliberal pro-acreedor, afirma el profesor Hudson, está en la raíz de la Nueva Guerra Fría actual. Cuando el presidente Biden describe este gran conflicto mundial destinado a aislar a China, Rusia, India, Irán y sus socios comerciales euroasiáticos, lo caracteriza como una lucha existencial entre la ‘democracia’ y la ‘autocracia’.

Por democracia quiere decir oligarquía. Y por ‘autocracia’ se refiere a cualquier gobierno lo suficientemente fuerte como para evitar que una oligarquía financiera se haga cargo del gobierno y la sociedad e imponga reglas neoliberales, por la fuerza, como lo ha hecho Putin. El ideal ‘democrático’ es hacer que el resto del mundo se parezca a la Rusia de Boris Yeltsin, donde los neoliberales estadounidenses tenían las manos libres para despojar a toda la propiedad pública de la tierra, los derechos mineros y los servicios públicos básicos.

Pero hoy lidiamos con tonos de gris: no existe un mercado verdaderamente libre en los EE. UU.; y China y Rusia son economías mixtas, aunque se inclinan a priorizar la responsabilidad por el bienestar de la comunidad en su conjunto, en lugar de imaginar que los individuos abandonados a sus propios dispositivos egoístas de alguna manera resultarán en la maximización del bienestar nacional.

Este es el punto: la economía de Adam Smith más el individualismo está arraigado en el espíritu de la época occidental. No cambiará. Sin embargo, la nueva política del presidente Putin de limpiar los Establos de Augías del ‘capital occidental depredador’ y el ejemplo dado por Rusia de su metamófósis hacia una economía en gran medida autosuficiente, inmune a la hegemonía del dólar, es música para los oídos del Sur Global y para gran parte del Resto del Mundo.

Junto con el liderazgo de Rusia y China en desafiar el ‘derecho’ de Occidente a establecer reglas; monopolizar los medios (el dólar) como base para liquidar el comercio interestatal; y con BRICS y SCO constantemente adquiriendo ‘fondo’, los discursos de Putin revelan su agenda revolucionaria.

Queda un aspecto: cómo llevar a cabo una metamorfosis ‘revolucionaria’, sin incurrir en la guerra con Occidente. Estados Unidos y Europa están estancados. Son incapaces de renovarse, ya que las contradicciones políticas y económicas estructurales han bloqueado su paradigma. Entonces, ¿cómo ‘desatascar’ la situación, sin llegar a la guerra?

La clave, paradójicamente, puede residir en la profunda comprensión de Rusia y China de las fallas del modelo económico occidental. Occidente necesita catarsis para ‘despegarse’. La catarsis se puede definir como el proceso de liberación y, por lo tanto, de alivio de las emociones fuertes o reprimidas asociadas a las creencias.

Para evitar la catarsis militar, parece que los líderes ruso y chino, al comprender las fallas del modelo económico occidental, deben visitar Occidente con una catarsis económica.

Será doloroso, sin duda, pero mejor que la catarsis nuclear. Recordemos el final del poema de CV Cafavy, Esperando a los bárbaros,

Porque ha caído la noche y no han venido los bárbaros.
Y algunos de nuestros hombres recién llegados de la frontera dicen
que ya no hay bárbaros.

Ahora, ¿qué será de nosotros sin los bárbaros?
Esas personas eran una especie de solución.

El cinismo y la desmemoria de Anthony Blinken

Luis Fernando Astorga Gatjens

«No se trata solo de las terribles perturbaciones y muertes en Ucrania, sino también del hecho de que, si se permite a Rusia hacer lo que está haciendo, significará que vamos a volver a un mundo en el que la fuerza da derecho, en el que las grandes naciones pueden intimidar a las pequeñas. Eso es lo contrario del orden basado en normas», declaró Anthony Blinken, secretario de Estado del Gobierno de Estados Unidos, en entrevista al medio tailandés Thai PBS.

Claro está lo que es bueno para la gansa no es bueno para el ganso. Como se atreve el secretario Blinken al proferir tal afirmación sin antes mirar el espejo de la historia y todos los desmanes que ha impulsado Estados Unidos en el mundo, sin importarle el orden internacional y, más recientemente, lo que diga la debilitada Organización de las Naciones Unidas (ONU) al respecto.

La historia de la política de Estados Unidos, desde que emergió como potencia mundial, es la historia de un imperio en expansión, que en este atribulado presente pareciera que muestra su inevitable caída y el principio de su fin.

¡Cuánta desfachatez existe en las palabras de Blinken! Su país ha intervenido en el mundo en innumerables ocasiones en defensa de sus intereses geopolíticos, políticos y económicos, como lo atestigua el Informe RL30172 del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos sobre Relaciones Internacionales. Este informe incluye tanto guerras como envío de fuerzas militares.

Los países y pueblos de América Latina han sido presa en los siglos XIX, XX y en presente siglo XXI de este tipo de intervenciones estadounidenses.

México (a quien le despojara de la mitad de su territorio), Argentina, Nicaragua, Uruguay, Paraguay, Colombia, Chile, Cuba, Puerto Rico, Guatemala, República Dominicana, Panamá, Granada, Haití han debido enfrentar en distintos momentos de su historia, intervenciones de la potencia imperial del norte. Y tales intervenciones no han sido para favorecer a los pueblos de los países latinoamericanos, han sido para defender y asegurar los intereses de Estados Unidos en nuestra región. Bien lo dijo John Foster Dulles, secretario de Estado durante el mandato del presidente de Dwight D. Eisenhower: “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”.

Sin embargo, la lista del intervencionismo estadounidense es mucho más amplia si abarcamos todo el globo terráqueo. África del Norte, Japón, China, Angola, Hawai, Corea, Indonesia, Viet Nam, Laos, Camboya, Líbano, Libia, Somalia, Bosnia y Herzegovina, Sudán, Afganistán, Yugoeslavia, Filipinas, Yemen, Pakistán, Irak y Siria, forman parte de la lista de países y regiones a las que han llegado militares estadounidenses a sembrar de sangre, muerte y luto naciones y pueblos.

En la mayoría de los lugares llegaron sin ser invitados; en unos pocos mediante “solicitudes” de gobiernos aliados o que actuaron a partir de sus asfixiantes presiones.

Los argumentos (para no decir vanos pretextos) han sido la defensa de la democracia, de las libertades y los derechos humanos. Aunque es bien sabido por la fuerza de los hechos, que a Washington poco le han importado la democracia y otros valores porque, de distinta manera y en diferentes momentos, han promovido y defendido regímenes autoritarios, violadores sistemáticos de los derechos humanos.

Tres ejemplos concretos:

Indonesia en 1965. Estados Unidos y otros países occidentales propiciaron el derrocamiento violento contra Sukarno y su partido PKI, en el que fueron asesinados entre 500 mil y un millón de personas, miembros y simpatizantes del partido de gobierno. Una sucesión de masacres y gravísimas violaciones de los derechos humanos fueron la estela trágica de la intervención de Estados Unidos en Indonesia.

Chile en 1973. Estados Unidos, de distintas formas, promovió y apoyó el sangriento golpe de Estado de Augusto Pinochet contra Salvador Allende y luego, sin el mayor reparo, sustentaron el régimen opresor de Pinochet por varios lustros; responsable directo de múltiples violaciones de derechos humanos.

Arabia Saudita en el presente. De igual manera, sucesivos gobiernos de Estados Unidos han apoyado la represora autocracia que gobierna Arabia Saudita, país donde los partidos políticos y sindicatos están prohibidos, y se violan sistemáticamente los derechos humanos; incluidos de manera grave, los derechos de las mujeres.

También podemos afirmar que la historia de Estados Unidos es la historia de un país que siempre ha buscado intimidar a las naciones pequeñas, para afirmarse como potencia imperial.

Sin embargo, las cosas han empezado a cambiar. China ha emergido, en los últimos lustros, como una potencia económica que desplazará a Estados Unidos como primera economía mundial en la presente década y se ha convertido en una creciente potencia militar y geopolítica.

Aquí es oportuno recordar lo que le dijo el Expresidente Jimmy Carter a Donald Trump: «Desde 1979, ¿sabes cuántas veces China ha estado en guerra con alguien? Ninguna. Y nosotros vivimos en guerra … somos la nación más guerrera de la historia del mundo, debido a la tendencia de Estados Unidos de obligar a otras naciones a adoptar nuestros principios». Quizás Carter hubiese sido más certero al sustituir “nuestros principios” por “nuestros intereses”.

Claro está, el “orden internacional basado en reglas” al que que hace alusión Blinken, es al orden cuyas reglas siempre impuso (o buscó imponer) Estados Unidos. Lo que realmente está sucediendo en que en este siglo ha empezado a emerger un nuevo orden internacional (el cual ha sido acelerado por la crisis global de 2007-2008, la pandemia de la Covid-19 y el conflicto Rusia-Ucrania), donde Occidente –entendido como Estados Unidos y sus alicaídos aliados europeos– cada vez juegan un papel menos estelar mientras crece la importancia de países como China, Rusia, India, Irán, entre otros.

La reciente cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) así lo atestigua tanto por la reunión misma como por las resoluciones adoptadas. Pronto los BRICS serán BRICS+ con la presencia de Argentina, Irán y otros países que han solicitado su ingreso.

Otra muestra del debilitamiento de Estados Unidos y su política imperial se manifestó en la “Cumbre de las Américas”, celebrada en Los Ángeles en junio reciente. Frente ella, varios países latinoamericanos dieron muestras de independencia y dignidad al rechazar la imposición de la Casa Blanca de no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua. El liderazgo de López Obrador y de otros lideres de la región fijó el camino de que otra América es posible.

Vivimos ese momento de la historia, que muy bien definió Antonio Gramsci: «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».

(12 de julio, 2022)

El mundo se cae a pedazos, pero la OTAN decide doblar la apuesta

Gilberto Lopes

San José, 6 julio 2022

La historia se repite, recuerda Ravi Agrawal, editor jefe de la publicación norteamericana Foreign Policy: la guerra entre Estados está de regreso, el mundo vuelve la mirada a las armas nucleares, la pandemia mata a millones de personas e interrumpe las cadenas de comercio habituales; la inflación alcanza niveles no vistos desde 1970, gran parte del mundo empieza a quedarse sin comida; hay una crisis energética. Como en la Guerra Fría, Estados Unidos alinea sus socios contra Rusia, en un conflicto que tuvo dos grandes momentos. El primero fue impedir la terminación y funcionamiento del Nord Stream 2, un gaseoducto que uniría Rusia con Alemania y Europa Central. Un “proyecto geopolítico con el que Rusia pretendía dividir Europa”, en opinión del secretario de Estado Antony Blinken, pero que, para la excanciller alemana, Angela Merkel, debía ser visto como un proyecto económico, más que político.

Y el segundo fue el golpe del 2004 en Ucrania, que la transformó luego en pieza clave en la confrontación con Rusia.

Se impuso así una política de aislar a Rusia, dividiendo a Europa, que enfrenta hoy las graves consecuencias de su decisión. El 5 de julio, el euro se cotizaba a su menor valor en 20 años y crecían las perspectivas de una recesión económica.

La lista de Agrawal puede no ser exhaustiva, pero es, sin duda, de una dimensión extraordinaria. En opinión del Papa Francisco, de esa crisis “no se sale solo. Se sale arriesgando y tomando al otro de la mano».

Del 26 al 28 de junio las economías más desarrolladas, agrupadas en el G-7, se reunieron en el castillo de Elmau, en Baviera. A los siete se sumaron, Senegal, Argentina, Indonesia, India y África del Sur, invitados por el canciller alemán, Olaf Scholz.

Patrick Wintour, enviado del Guardian británico a Elmau, resumió la agenda destacando la fijación de un precio tope para el petróleo ruso (en un intento por limitar los ingresos rusos, pero también por reducir la presión inflacionaria), la posposición de las medidas para hacer frente al cambio climático, la potencial hambruna en África y el incremento del suministro de armas a Ucrania.

Un nuevo concepto estratégico

En otras circunstancias, lo decidido en la reunión del G-7 tendría particular relevancia para enfrentar las crisis. No ocurrió así. El encuentro de Elmau fue solo el aperitivo para otro que –ese sí– vendría a ocupar el escenario en el que Occidente definiría sus prioridades: la cumbre de la OTAN, celebrada en Madrid el 29 y 30 de junio, con la participación de jefes de Estado y de gobierno de los 30 países miembros, más “invitados clave” de Europa y Asia. Por la primera vez –destacó un comunicado de la Casa Blanca– la cita incluirá aliados de Asia-Pacífico, representados al más alto nivel.

Se trataba de aprobar el “Nuevo Concepto Estratégico” que orientará las políticas de la OTAN en la próxima década. Un documento relativamente breve, sencillo, con pocas ideas. Lo suficiente para entusiasmar a su secretario general, el exprimer ministro laborista noruego, Jens Stoltenberg, encargado de resumir para la prensa, al final, lo acordado.

En apretadas diez páginas, la OTAN redefine sus enemigos. Califica a la Federación Rusa como “la amenaza más significante y directa a la seguridad de nuestros aliados”. Y apunta a China, “cuyas ambiciones y políticas coercitivas desafían nuestros intereses, seguridad y valores”.

La profunda alianza estratégica entre ambos y sus intentos por socavar el “orden internacional basado en reglas atentan contra nuestros valores e intereses”, afirman.

Reglas que –como lo señalan Ivo H. Daalder, exembajador ante la OTAN entre 2009 y 2013 y presidente del Chicago Council on Global Affairs, y James Linsay, vicepresidente del Council on Foreign Relations en artículo en la edición de julio/agosto de Foreign Affairs– “Washington normalmente desconoce, cuando no son de su agrado”. Citan las guerras de Kosovo, de Irak y la tortura aplicada a enemigos capturados. “Los Estados Unidos se negaron a negociar nuevos acuerdos sobre pruebas nucleares, control de armas, enjuiciamiento de criminales de guerra y la regularización del comercio en Asia-Pacífico”, agregan.

Pero la reivindicación de un “orden internacional basado en reglas” se repite en el documento de la OTAN.

Entre esas reglas (nunca bien definidas) se señala la “libertad de navegación”, en una referencia apenas velada a la tensa situación en el mar del Sur de China.

El documento de la OTAN asegura que “la seguridad marítima es clave para nuestra paz y prosperidad”, y se compromete a fortalecer su posición regional para “defender contra toda amenaza en el dominio marítimo, garantizar la libertad de navegación, la seguridad de las rutas comerciales marítimas y proteger nuestras principales líneas de comunicación”.

La región Indo-Pacífico

Lo que está en juego en la región Indo-Pacífico es la cuestión central del mar del Sur de China; la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS) tiene 168 países miembros, pero los Estados Unidos se arroga el derecho de interpretarla unilateralmente, afirma la Dra. Anuradha Chenoy, exdecana de la Escuela de Estudios Internacional de la Jawaharlal Nehru University, en Nueva Delhi, y directora del Centro de Estudios para Rusia y Asia Central. Chenoy señala también que las negociaciones entre los países de la ASEAN y China sobre un código de conducta en la región tampoco han progresado.

En un artículo sobre la renovada mirada de la OTAN hacia la región Indo-Pacifico, Chenoy nos recuerda que los gastos de defensa de los Estados Unidos triplican los de China. Combinados con los de la OTAN, se multiplican y la creciente militarización de la región hace que todos los presupuestos militares aumenten.

Los pasos dados en la región Indo-Pacífico por los Estados Unidos incluyen la creación del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (QUAD) –con Singapur, Japón e India– y una alianza informal –pero de carácter abiertamente militar–, con Australia y Reino Unido (AUUKUS), señaló.

A la mayor parte de los países de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), hoy integrada por diez países, les preocupa la estrategia de la OTAN y las presiones norteamericanas. “La hiperactividad de la OTAN en la región, la política contención a China y la expansión de las alianzas estratégicas y militares aumentarán las tensiones y no beneficiarán a nadie”, asegura Chinoy.

El gran paraguas de la OTAN

La OTAN es hoy el paraguas bajo el cual Washington cobija más cómodamente a los países europeos. En otros escenarios, como los económicos, energéticos o ambientales, ese paraguas, mucho más pequeño, no alcanza para acomodar a todos. Invertir en la OTAN –dice el documento aprobado en Madrid– “es la mejor manera de garantizar lazos duraderos entre aliados europeos y norteamericanos”.

Es evidente que la invasión rusa de Ucrania facilitó que todos los aliados europeos se acomodaran bajo el paraguas grande de la OTAN, cuya estrategia es ahora la mejor expresión de la política internacional de un Occidente que se dice dispuesto a defender a sus mil millones de habitantes (menos de 15% de la población mundial), su territorio y, sobre todo, su visión del mundo: su libertad y su democracia. La principal expresión de esa política es ahora la militar.

Para sus miembros la ampliación de la OTAN “es una historia de éxitos”, que ha contribuido a consolidar la paz en la zona euro-atlántica, que aspira a extender por el resto del mundo.

La solicitud de incorporación a la alianza de Suecia y Finlandia entusiasmaron a los países miembros. Su secretario general, el patético Stoltemberg, transformado en principal vocero de la política de Occidente, no podía ocultar su euforia. Dos países vecinos que –como recuerda Günter Grass en su “Tambor de Hojalata”– “nunca se han querido mucho”. La escena es a la salida de una iglesia, en la Navidad del año 30. “De pronto –dice Grass– se arma: los cuchillos son largos y la noche breve”.

Una OTAN debilitada

Sobre la incorporación de Finlandia habló Heikki Talvitie, embajador de su país en Moscú entre 1988 y 1992, los años finales de la Unión Soviética, en entrevista publicada por el periódico La Vanguardia, de Barcelona.

¿Cree que la decisión de Finlandia de ingresar en la OTAN se ha tomado con buen criterio?, le preguntó el periodista Andy Robinson.

“El informe de 50 páginas, que se redactó antes de la votación de los diputados, carece de toda perspectiva histórica. Parte de la idea de que la historia del mundo empezó el pasado 24 de febrero. Lo increíble es que, en Finlandia, a lo largo de los últimos 70 u 80 años, hemos dedicado enormes esfuerzos a la elaboración de nuestra política de seguridad. Pero el informe solo cubre el período desde febrero del 2022”, contestó Talvitie.

¿Cree que la OTAN aumentará la seguridad de Finlandia?

– No. No hay amenaza rusa. No hay tropas en la frontera. Es un error, un disparate, comparar la situación geopolítica en Ucrania con la finlandesa. No tienen nada que ver. Rusia considera que la OTAN es una amenaza. Entonces, Rusia ya es una amenaza para nosotros. Antes no era. Ahora sí.

– Lo más importante para el Gobierno ha sido su reelección. Y la opinión pública ha sido arrastrada por los medios y las redes sociales. Este gobierno entiende muy poco de Rusia, agregó Talvitie.

La OTAN de la Guerra Fría era la OTAN del anticomunismo. La OTAN de ahora es la OTAN que divide Europa, que la coloca contra Rusia, un país europeo sin cuya integración la región difícilmente podrá consolidar su independencia en el escenario internacional. La necesidad de materias primas, incluyendo gas y petróleo, cuyo proveedor natural es Rusia, muestra bien la debilidad de una Europa que la define, sin embargo, como su enemigo principal. Eso solo es posible cobijándose bajo el paraguas norteamericano, bajo el cual, en su momento, ni Angela Merkel, ni Emmanuel Macron, quisieron cobijarse. Al contrario, a la mayor parte de los países de Europa del este, principalmente Polonia, y los países bálticos, les entusiasmaba la idea.

Esa OTAN no podrá contribuir a la paz, ni a la consolidación de

Europa en el mundo. Sometida a los intereses norteamericanos, organizada en torno a una opción militar, el destino de esa OTAN es un callejón sin salida. Militarizada la política internacional, nunca fue más inútil para enfrentar los problemas del mundo.

Hay voces sensatas en Europa. Abundan, aunque ahora están ahogadas por las bravuconadas de la OTAN, que no oculta su aspiración de extenderse por el mundo. Trabajaremos con nuestros socios para enfrentar los desafíos en regiones estratégicas para el interés de la alianza: Bosnia y Herzegovina, Georgia y Ucrania, los Balcanes y el mar Negro, el Oriente Medio y el norte de África, el Sahel y la región Indo-Pacífico. Según el documento, todo afecta ahora la seguridad Euro-Atlántica.

¿Guerra nuclear?

Solo América Latina no es mencionada en el documento, lo que plantea un explícito desafío para definir nosotros mismos nuestro lugar en ese mundo y proponer iniciativas para lograrlo, a lo que nos referiremos más adelante. Uno de esos papeles –y no el menos importante– es buscar las voces sensatas de Europa y conformar con ellas una alianza novedosa y potente, capaz de hacerse oir en el mundo. Porque una guerra entre la OTAN y Rusia, o China, no es un problema solo euro-atlántico.

El documento de la OTAN está lleno de promesas. El objetivo de la militarización de la política mundial –nos aseguran– es “preservar la paz”. La herramienta última para ese logro es la capacidad nuclear de la OTAN, que recae –como lo recuerda el texto– particularmente en la de Estados Unidos.

El frecuente encontrar hoy voces de todo tipo especulando sobre la posibilidad de una guerra nuclear. Entre los muchos artículos sobre el tema nos sirve de buen ejemplo el de Mark Cancian, un coronel de los marines, hoy retirado, asesor del Programa de Seguridad Internacional del Center for Strategic and International Studies (CSIS).

Cancian especula en su artículo –titulado “How to Break Russia’s Black Sea Blockade”, publicado en Foreign Affairs el pasado 1 de julio–, sobre las opciones diplomáticas y militares para romper ese bloqueo, como convoyes de la OTAN para proteger barcos salidos de puertos ucranianos en el Mar Negro, o la protección aérea con aviones de la OTAN, desplegados en bases de Rumania y Bulgaria.

La retirada de las fuerzas rusas de Snake Island, cerca del delta del Danubio, en el mar Negro, que habían ocupado al inicio de la guerra, es señalada como un hito esperanzador en esa estrategia militar. Ubicada a 35 km de la costa ucraniana, con solo 0,205 km2, no es posible mantener una fuerza permanente en la isla, bombardeada desde la costa, y los rusos terminaron por retirarse. Pero la isla tampoco ha vuelto a ser ocupada por fuerzas ucranianas, que no podrían defenderla.

Como Putin ha advertido reiteradamente a la OTAN de que no intervenga en este conflicto, dice Cancian, “es poco probable que permita que un convoy de la OTAN rompa el bloqueo sin que responda de alguna manera”. Una opción “menos confrontativa”, en su opinión, sería integrar una escolta con barcos de países no pertenecientes a la OTAN. ¿Cuáles? Difícil imaginar.

Cancian sugiere también que Estados Unidos registre bajo su bandera los barcos mercantes a cargo de esa operación, obligando a Rusia a atacar barcos estadounidenses si quisiera evitar la ruptura del bloqueo. ¿Adónde nos conduciría una opción así? Es fácil imaginar.

Por ahora, afirma, hay suficiente suministro de alimentos en el mundo. Pero si la guerra se prolonga, el hambre puede golpear a todos, provocando disturbios que pongan en peligro la estabilidad social. Según Cancian, “es responsabilidad de la OTAN y de Occidente tener un plan listo antes de que la falta de alimentos haga crisis”.

Otros especulan con escenarios distintos. Esperan que, superado el invierno europeo, con su ejército mejor armado y entrenado, Ucrania pueda enfrentar con éxito una guerra prolongada. Algo de eso sugiere Jack Detsch en su artículo “West Worries About Fraying Consensus Over Ukraine”, publicado en Foreign Policy, donde es periodista encargado de la política exterior del Pentágono y de temas de seguridad nacional.

En la misma línea argumenta en Senador demócrata Chris Coons, miembro de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano. “Putin is counting on us losing interest’ in Ukkraine war”, afirma, en entrevista concedida a la misma Foreign Policy.

El presidente ucraniano, Vladimir Zelensky, agradece nuestra ayuda, de unos seis mil millones de dólares en equipo militar y miles de millones de apoyo económico directo, dice Coons, preocupado con garantizar el suministro de productos agrícolas, granos de los cuales Ucrania es un uno de los principales productores mundiales. Para eso, los puertos del Mar Negro son esenciales, sobre todo ahora que se acerca la cosecha de otoño.

La opción de América Latina

No somos parte de la estrategia de la OTAN para la próxima década. Cobijados bajo el enorme paraguas norteamericano, bajo el que se acomodaron prácticamente todas las dictaduras que periódicamente organizaron y promovieron la región, en América Latina, en todo caso, nunca ha dejado de haber fuerzas políticas que tratan de hacer política fuera de ese paraguas. La respuesta, cuando se ha logrado avanzar por este camino, tiene su mejor (y más dramático ejemplo) en el golpe militar de 1973, contra el gobierno de Salvador Allende, en Chile.

Esa política no ha cesado, como ocurrió recientemente en Bolivia, y como ocurre con las sanciones impuestas a países como Cuba o Venezuela.

Difícil compatibilizar esa situación con el documento de la OTAN, que reivindica una “clara su visión” del orden mundial: “queremos vivir en un mundo donde la soberanía, la integridad territorial, los derechos humanos y la ley internacional sean respetadas y donde cada país pueda elegir su propio camino, libre de agresión, coerción o subversión”. Naturalmente, América Latina no está incluida en esas consideraciones.

Hay que exigir el fin de esas políticas aplicadas por Washington en América Latina, pero, sobre todo, organizarnos para participar en un escenario en el que la humanidad se juega su destino.

Las recientes palabras del Papa a la agencia argentina Telam sugieren algunas ideas. “En este momento hace falta valentía y creatividad. Sin esas dos cosas, no vamos a tener instituciones internacionales que puedan ayudarnos a superar estos conflictos tan graves, estas situaciones de muerte”, afirmó.

– Esto de Ucrania lo vivimos de cerca y por eso nos alarmamos, pero pensemos en Ruanda hace 25 años, Siria desde hace diez; Líbano, con sus luchas internas; o Myanmar, hoy mismo. Esto que vemos está sucediendo desde hace tiempo. Llama la atención la cuidadosa omisión de Irak de que lista.

Francisco recordó recientes declaraciones suyas a una revista jesuita, que provocaron revuelo, cuando dijo que «aquí no hay buenos ni malos». “Se tomó esa frase sola y dijeron: –¡El Papa no condena a Putin! La realidad es que el estado de guerra es algo mucho más universal, más serio, y aquí no hay buenos ni malos. Todos estamos involucrados”, afirmó Francisco.

“Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. Siempre fue víctima, y será víctima hasta que no se termine de liberar, de imperialismos explotadores”, agregó el Papa.

El escenario político de la región, con los cambios de gobierno en México, Argentina, Chile, Bolivia, Colombia y probablemente en Brasil, en las elecciones de octubre, al que se suman organizaciones políticas de diversos países que no están en el gobierno, son una base poderosa para buscar –con la valentía y creatividad que pide el Papa–, alternativas para encarar la guerra y la crisis mundial.

Parece indispensable construir puentes entre América Latina y políticos europeos contrarios al desarrollo de alternativas militares para resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania. Para amarrar las manos a la OTAN. Para explorar la creación un gran movimiento internacional orientado en esa dirección, con políticos europeos de la talla de Merkel, Gerard Schröder, Mélenchon, de políticos portugueses, ingleses, finlandeses (como el exdiplomático Talvitie) y seguramente de muchos de los países de Europa del este, en desacuerdo con la militarización de la política europea. Una de cuyas expresiones más dramáticas de esa militarización es la decisión alemana de revertir las principales orientaciones de su política exterior, evitando el rearme y la participación en conflicto militares en otros países. No deja de asombrar la corta mirada de una Europa que olvida como 1933 se transformó en 1939.

América Latina tiene mucho que decir ante el mediocre escenario euro-atlántico. Vale la pena intentarlo.

FIN.

 

Fuente de imagen: https://wsimag.com/

EEUU, divide y vencerás

Lic. José A. Amesty R.

2 julio, 2022

Desde el inicio del conflicto, EEUU, Rusia y Ucrania, que ya lleva más de 100 días, los Estados Unidos ha llevado a cabo varias operaciones de diversa índole, a manera individual y acompañado de la OTAN y otros países, que indudablemente los ha llevado al fracaso.

Por ejemplo, a nivel militar, según la escritora Mónica Peralta Ramos, en su artículo, “El triunfo retórico de la estrategia militar norteamericana en Ucrania”, afirma que, “Los cuatro meses de intensa guerra convencional en Ucrania han revelado la incapacidad de la base industrial norteamericana, para mantener sus stocks de municiones, misiles y equipos necesarios para su propia defensa y/o para enfrentar en el futuro inmediato un conflicto militar… Así, y a pesar de la retórica triunfalista del relato oficial, los cuatro meses de guerra convencional en Ucrania, han contribuido a desnudar los pies de barro del poderío militar norteamericano…”.

Así mismo, recalca, “Ahora, y contrariamente al triunfalismo norteamericano, Rusia está ganando la guerra y Ucrania-EEUU han sido derrotadas, según Graham E. Fuller. Esta evaluación es compartida por otro prominente ex oficial norteamericano, el coronel Douglas Macgregor, y se explica por una estrategia equivocada, que busca desangrar a Rusia en un conflicto prolongado”.

Yendo aún más allá, los portales Sputnik y La Haine en el artículo “Exoficial de inteligencia de EEUU: la derrota en Ucrania podría significar el fin de la OTAN”, “El analista crítico de política exterior estadounidense Scott Ritter señaló que, lejos de lograr el objetivo declarado por el Pentágono de «debilitar» a Rusia, la guerra subsidiaria de Washington en Ucrania está desarmando gradualmente a los ejércitos de los Estados miembros de la OTAN. Siguiendo ese razonamiento, la victoria rusa sobre Ucrania supondría el fin de la alianza de la OTAN liderada por EEUU, tal como la conocemos hoy, según el ex inspector de armas de la ONU”.

Igualmente, indicó, “La OTAN y EEUU se enfrentan a un tipo de derrota moral y física a manos de Rusia que probablemente significará el fin de la OTAN”, “No creo que la OTAN sobreviva a esto”, “Creo que la gente ha olvidado que justo en agosto del año pasado, la OTAN sufrió una enorme humillación: la retirada derrotada de Afganistán”.

Por otro lado, en el campo económico, Marc Vandepitte, en su artículo, “La OTAN y Ucrania: Por qué Biden está en apuros”, señala, “un análisis reciente en el Asia Times. Esta página web de noticias tiene su sede en Hong Kong y es uno de los medios de comunicación más destacados de Asia. Según este sitio, la Casa Blanca se equivocó totalmente en esta guerra. Las duras palabras que salen de la boca de Biden solo sirven para enmascarar la grave situación en la que se encuentra.

Según el Asia Times, Biden tiene que enfrentarse a dos graves problemas como consecuencia de la guerra. Económicamente, su país y gran parte del mundo se dirigen hacia una crisis. Además, tras la derrota del verano pasado en Afganistán, sufrirá una segunda humillación con esta guerra”, ya indicado.

A su vez, “EEUU se enfrenta así a un difícil dilema: inflación o estancamiento económico (mediante la subida de los tipos de interés). En el peor de los casos, incluso se da una combinación de ambos y entonces se produce la estanflación. En las economías más débiles del G7 la situación es aún peor. Por ejemplo, el Asia Times informa de que el yen japonés está en caída libre. La deuda pública allí es del 270% del PIB. Los tipos de interés de la deuda pública japonesa subieron a mediados de junio hasta el nivel más alto desde la crisis financiera de 2008”.

En este panorama sombrío, ¿Qué le queda a EEUU en relación con Rusia?

Deseamos hacernos eco del escritor Alexander Terekhin, en su artículo, “Descolonizar a Rusia”: EEUU muestra cómo quiere balcanizar el país euroasiático”.

El Departamento de Estado Norteamericano, y su Comité de Seguridad y Cooperación en Europa, CSCE, han iniciado una serie de discusiones sobre sus planes de dividir a Rusia en varios países más pequeños, hablando de la descolonización de Rusia y la necesidad de partir al país euroasiático por razones morales y estratégicas.

Con la idea de controlarlos desde fuera. El mencionado Comité, bajo el patrocinio de Victoria “Fuck Europe” Nuland, plantea que ya no basta con un cambio de régimen, hay que dividir a Rusia.

Recordemos que la Federación Rusa, antigua Unión Soviética, es una compleja red de divisiones administrativas, en donde la Federación de Rusia, el país más grande del mundo, administra su territorio entre Europa Oriental y Asia del Norte.

Está compuesta por ochenta y cinco sujetos federados, quienes gozan de los mismos derechos federales, en el sentido en que tienen la misma representación (dos delegados cada uno) en el Consejo de la Federación (la cámara alta de la Asamblea Federal de Rusia, el Parlamento ruso). Sin embargo, difieren en el grado de autonomía que disfrutan.

Rusia se organiza territorialmente en: 46 regiones (incluyendo 3 distritos autónomos), 22 repúblicas, 9 territorios, 3 ciudades federales, 1 distrito autónomo, 1 región autónoma.

La propuesta específica de EEUU al fragmentar a Rusia es, convertir algunos países en repúblicas independientes y autónomas en su totalidad. Por ejemplo, las Repúblicas de Siberia (región), Ural (región), Komi (sujeto federado), Sakha (República), entre muchas otras.

En fin, la idea es balcanizar a Rusia. Veremos si es tan fácil como lo plantean los funcionarios estadounidenses. Veremos, además, la supuesta fragilidad del Estado Ruso y su gobierno. Acontecimientos en pleno desarrollo.

Probable Desestabilización Centroamericana

Por Marlin Óscar Ávila

14 de junio de 2022

Los cambios y avances de punta tecnológicos han dejado atrás muchos principios y acuerdos de respeto mutuo y convivencia mundial. Ahora las potencias mundiales compiten en las artes de destrucción masiva o en la de precisión de misiles, utilizando la inteligencia artificial y la convencional para dominar continentes completos, zonas territoriales o países, pueden definir los espacios que van a destruir en menos de 5 minutos o, en casos intercontinentales, en media hora,[1] pueden destruir miles de km cuadrados de una nación, dejándola como fue en la edad de piedra.

En Centroamérica, en menos de una semana, las fuerzas militares de EUA y Rusia tomaron esta zona como indicada para persuadirse mutuamente de lo letal que son sus capacidades bélicas. Rusia está logrando en Nicaragua la autorización, para instalar su tercera base militar afuera del territorio ruso[2]. Con un argumento sólido, de su gobierno en la Europa del Este, puesto que está rodeada de bases estadounidenses, con un despliegue de 254 bases con instalaciones militares, liderando a la OTAN,[3] quiere acercarse más a Washington. Aunque Rusia está midiendo el mejor momento para desplazar su infraestructura militar en Nicaragua.[4]

Mucha población centroamericana, de manera equivocada, sigue creyendo que ese es un conflicto entre países demócratas contra el comunismo. No se dan por enterados que en Rusia no gobierna el comunismo, pero un sistema oligárquico, dirigidos por el partido Rusia unida.[5]

Ante los intereses de dominio imperialista estadounidense, buscando utilizar a Ucrania como trampolín, Washington esta buscando asaltar el país más grande del mundo, con 17 millones de kilómetros cuadrados. Para lo cual ha contado con el apoyo, principalmente de la Unión Europea. Dado el asecho militar y político en las barbas de Rusia, ésta parece decidida a instalar una base militar en Nicaragua. La respuesta inmediata de Washington ha sido el uso de su histórico dominio político en Costa Rica para enviar sus portaviones a este territorio. Contando con la ya antañona base militar en Honduras, es poco o nada lo que le falta para tener a Nicaragua muy rodeado de fuerzas militares gringas.

Pero esas movidas militares estratégicas de estas dos potencias, independientemente de la simpatía que tengamos hacia una o la otra, nos va a cambiar geopolíticamente nuestro contexto en más de 90 grados en pocos días. Ahora el ejército nicaragüense estará más soberbio de lo que ha sido, al igual que la pareja Ortega.

Costa Rica deja de ser aquella que “no tiene ejercito desde 1948” y deja de ser la “Suiza centroamericana”, su poder judicial impune, como sus otros poderes, podrían variar a ser más represivos contra los sindicalistas; podrían reprimir más a los grupos indígenas, además de continuar con su proyecto de privatización en el marco del neoliberalismo iniciado por el Partido Liberación Nacional o, muy dudosamente se vuelva más tolerante al crecimiento de movimientos populares y democráticos.

Honduras acaba de sembrar sus esperanzas en un gobierno menos sometido a las directrices de Washington, aunque desde su inicio en enero, le ha sido difícil, ahora con una mayor presencia e interés del Pentágono en este territorio, con una de sus principales bases militares, las dificultades para hacer que se le respete su soberanía, serán mayores. Guatemala, con una problemática interna de corrupción importante aun trata de consolidar su gobierno la administración estadounidense le puede torcer el brazo. Exceptuando El Salvador y Nicaragua la seguridad militar y policial cuenta con una presencia significativa de Israel para entrenamiento y asesoría. El Salvador se ha distinguido en su política alejada de los dictados de estas dos potencias[1]. Seguramente su cercanía con la potencia China le hace mantener esa independencia. Esta relación le da un diferente carácter a la administración Bukele.

Con esta presencia militar en conflictos traídos desde febrero, no debe sorprendernos que el Istmo centroamericano se convierta en algo parecido a Ucrania guardando, desde luego, las grandes diferencias geopolíticas. No se trata de crear miedo artificial, pero sí de prevenir una grave situación, que después de la pandemia del covid-19, la crisis económica que ya estamos sufriendo y va a empeorar en los próximos meses, debido a las casi seis mil sanciones de EUA/UE contra Rusia, ahora que esperamos algunas catástrofes naturales, igual o peores del año anterior, una crisis bélica, que aumente por cien las migraciones, el hambre, el desempleo, el contrabando, etc., etc., nos destruiría por completo nuestro habitas de por sí endeble.

 Recordemos que EUA es experta en abrir conflictos militares, desestabilizar los gobiernos y producir el derrocamiento de gobiernos elegidos democráticamente por sus pueblos.[2] El negocio en la venta y uso de armas es el primero en los EUA con al menos 19.500 millones de dólares[3], después del petróleo y las drogas.

Detener este potencial conflicto entre potencias sobre el territorio centroamericano es un deber de nuestros gobiernos, como de su población o ciudadanía organizada y no organizada. Nuestra juventud debe tomar muy en consideración la probabilidad de caer en una confrontación bélica que arrastre a nuestra juventud a convertirse en carne de cañón.

[1] https://www.eltiempo.com/mundo/europa/canal-ruso-dice-que-rusia-podria-destruir-estados-unidos-con-misiles-676750

[2] https://www.confidencial.com.ni/politica/aumento-de-presencia-militar-rusa-en-nicaragua-provoca-a-estados-unidos/

[3] https://as.com/diarioas/2022/02/21/actualidad/1645443964_924094.html

[4] https://www.swissinfo.ch/spa/ucrania-crisis_rusia-descarta-ahora-despliegue-armamento-en-nicaragua–pero-no-en-un-futuro/47323382

[5] https://es.wikipedia.org/wiki/Rusia_Unida

[1] https://www.laprensani.com/2022/03/07/internacionales/2963426-bukele-critica-a-estados-unidos-por-reunion-washington-caracas

https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20220308-eeuu-decide-cu%C3%A1ndo-el-malo-es-bueno-dice-bukele-sobre-la-reuni%C3%B3n-washington-caracas

[2] https://www.google.com/search?q=guerras+provocadas+por+estados+unidos&oq=guerras+provocadas+por+E&aqs=chrome.2.0i512j0i20i263i512j0i512j69i57j0i22i30l6.15943j0j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8

[3] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2022/05/25/companias/1653475746_240563.html

La guerra en Ucrania y los precios del combustible en el mundo

Los efectos del conflicto Ucrania-Rusia siguen agravándose día con día y una de sus mayores expresiones ha sido la crisis de los precios del petróleo y por ende, el elevado precio de los combustibles. Algunos ejemplos en el mundo:

País Precio/litro
Noruega ₡1.960
Holanda ₡1.680
Alemania ₡1.625
Portugal ₡1.540
Reino Unido ₡1.510
Jamaica ₡1.145
Aruba ₡1.120
Brasil ₡1.070
Guatemala ₡1.037
Honduras ₡1.012
Australia ₡1.008
Chile ₡1.000
Panamá ₡997
Paraguay ₡980
Nicaragua ₡957
Puerto Rico ₡957
Costa Rica ₡958
¡Venezuela! ₡15

Datos compartidos con Surcos por el doctor Freddy Pacheco León.

A propósito de la renuncia de un diplomático ruso en Ginebra

Nicolas Boeglin

En estos últimos días del mes de mayo del 2022, se difundió en algunos círculos diplomáticos y en algunos medios de prensa (véase por ejemplo nota de Le Point y nota de The Guardian) la carta de renuncia del diplomático ruso Boris Bondarev, quien fuera hasta el 23 de mayo consejero en la Misión Permanente de Rusia ante las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza. 

Es, al parecer, el primer integrante del aparato diplomático ruso en renunciar a sus funciones oficiales desde el inicio de la agresión militar de Rusia al territorio de Ucrania iniciada el pasado 24 de febrero del 2022. Al menos, el primero en hacer pública su decisión, si es que se han dado otras bajas de este tipo sin trascender en la esfera pública. El 23 de marzo, la BBC informó de otra renuncia de un alto funcionario ruso, sin que se conozcan sus motivos para hacerlo (véase nota). En cambio, la carta de Boris Bondarev, extraída de la red social twitter, explicita sus motivaciones y se reproduce de manera integral a continuación (véase enlace):

«Renuncio, no renuncio, y si renuncio, ¿qué hago?»: apuntes en torno a un siempre delicado dilema interno

Una renuncia de esta índole que consiste en cesar de continuar defendiendo a un Estado por parte de un diplomático de carrera debe siempre entenderse como un acto que evidencia una profunda crisis en lo interno del aparato diplomático de dicho Estado.

El desacuerdo en seguir las instrucciones enviadas desde la capital puede ser la realidad de algunos diplomáticos cuando se trata de criterios políticos que consideran cuestionables y discutibles. No obstante, cuando conforme la reflexión se instala en la mente del diplomático, su debate interno puede llegar a levantar algunas interrogantes a un punto tal que la decisión que toma es la siguiente: ya no tiene mayor sentido continuar sosteniendo lo que considera … insostenible. Renunciar a toda una carrera profesional dentro del servicio exterior del Estado es siempre una decisión díficil de tomar. 

Existen algunos precedentes, y en cada uno de ellos se confirma esta lectura: recientemente por ejemplo, en América Latina, se informó de la decisión de quien fuera el embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA) de renunciar a seguir representando los intereses de Nicaragua (véase nota de la BBC del 23 de marzo del 2022). En el 2004, fue el embajador de Venezuela ante Naciones Unidas el que dimitió de sus funciones (véase al respecto esta nota de prensa oficial de Naciones Unidas). 

Existen también casos, de una naturaleza muy distinta, en los que son declaraciones desafortunadas que llevan a solicitar la renuncia de un embajador, sin que a veces la renuncia se materialice (véase por ejemplo nota de la BBC del 2010 sobre extrañas declaraciones del Embajador de Chile en Buenos Aires). En el 2013, luego de declaraciones desacertadas de su máximo reprentante en Panamá, Costa Rica procedió a presentar oficialmente sus «disculpas» en una carta formal lamentando lo ocurrido: no hubo en este caso ninguna renuncia, sino un cese y traslado del interesado a otro destino, siempre con rango de embajador (Nota 1). 

En el caso más específico de los diplomáticos rusos en este mes de mayo del 2022, el continuar justificando y defendiendo los argumentos oficiales de Rusia en su accionar en contra de Ucrania tiende a volverse cada vez más apremiante, como lo intentaremos explicar en las líneas que siguen.

La agresión de Rusia a Ucrania: un cajellón sin salida desde la estricta perspectiva legal internacional

Desde el 16 de marzo del 2022, una decisión preliminar (denominada «providencia» u «ordenanza«) de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ordena a Rusia cesar de inmediato su oficialmente denominada «operación militar especial» en Ucrania. 

Se trata de una primera decisión favorable a Ucrania con relación a la demanda que interpuso  en La Haya pocos días después de iniciarse la agresión rusa a su territorio: véase al respecto para mayores detalles nuestra breve nota al respecto titulada «Ucrania / Rusia: las medidas provisionales ordenadas a Rusia por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) puestas en perspectiva«. 

Son en efecto varias las reglas que Rusia está violando abiertamente desde la madrugada del 24 de febrero del 2022, empezando por las primeras disposiciones de la misma Carta de Naciones Unidas  relativas al respeto a la integridad territorial de un Estado y a la prohibición del uso de la fuerza (Nota 2).

Esta primera ordenanza del juez internacional de La Haya en el caso que opone Ucrania a Rusia es claramente irrespetada, y coloca ahora a Rusia en una situación de abierto desafío a la autoridad de la justicia internacional: sin lugar a dudas, este desacato a esta decisión produce sus consecuencias desde el punto de vista jurídico.

En efecto, al cumplirse el pasado 24 de mayo tres  meses desde el inicio de las operaciones militares rusas en territorio ucraniano, que violentan las reglas más básicas del ordenamiento jurídico internacional, es probable que Ucrania refuerce su decidida estrategia legal con una acción ante la justicia internacional tendiente a obtener reparaciones por los graves daños causados por Rusia en su territorio: diversas entidades trabajan desde ya en Ucrania (y probablemente también fuera de ella), en aras de calcular y de cuantificar  – destrucción tras destrucción – los múltiples daños ocasionados por Rusia en Ucrania (véase enlace con cálculos y estimaciones al 27 de abril del 2022). Un evento internacional abierto al público reunirá expertos el 30 de mayo sobre este preciso tema (véase enlace oficial).

Cabe recordar que en otro caso conocido por la CIJ, en su demanda de 1984 contra Estados Unidos, Nicaragua presentó una memoria sobre compensación por daños que detallaba los diversos rubros de la destrucción causada por Estados Unidos en su territorio al entrenar, adiestrar y financiar a la denominada «contra» nicaragüense (véase documento, en particular pp. 266-349).  Un cambio de orientación político acaecido en 1990 tuvo como consecuencia el retiro formal de la demanda por compensación por la misma Nicaragua en 1991 (véase comunicado oficial de la CIJ de septiembre de1991 en francés y en inglés).

Rusia y la justicia internacional: el significado de su no comparecencia

Siempre con relación a la demanda interpuesta por Ucrania contra Rusia el 26 de febrero del 2022  ante el juez de La Haya (véase texto de la demanda y texto de la solicitud de medidas provisionales), cabe recordar que, al convocarse a audiencias públicas en La Haya realizadas el 7 de marzo para escuchar los alegatos de Ucrania y los contra alegatos de Rusia, Rusia optó por no comparecer ante los jueces de La Haya. ¿No comparecer ante el juez internacional desdeñando de esta manera una tribuna internacional como la barra de La Haya para justificar su accionar? ¿Acaso los argumentos de Rusia para justificar su agresión no cuentan con la sólidez suficiente como para someterlos a un debate contradictorio en La Haya? Es una de las tantas preguntas que entraña esta significativa ausencia: para mayores detalles (y algunas otras preguntas hechas que no ameritan ser nuevamente reproducidas), véase nuestra breve nota al respecto titulada «Ucrania / Rusia: la fuerza del derecho ante el derecho a la fuerza.  A propósito de la no comparecencia de Rusia ante la CIJ «. 

Esta actitud del aparato diplomático de Rusia evidenció ante todo (y en particular ante los jueces de la CIJ y el resto de la comunidad internacional) la situación poco sostenible, desde el punto de vista jurídico, en la que se ha colocado Rusia desde la madrugada del 24 de febrero del 2022.

Las acciones bélicas se han mantenido desde entonces entre las fuerzas militares de Rusia y de Ucrania, con avances y retrocesos de unos y de otros, pérdidas en vidas humanas cuantiosas tanto en las tropas de una como de otra. El saldo en muertes y heridos de gravedad en el seno de la población civil ucraniana aumenta día tras día, así como el flujo de refugiados y de desplazados internos y el número de tragedias de todo tipo en las que se ven inmersas familias ucranianas.  

A la fecha, no se vislumbra mayor esfuerzo o iniciativa para reiniciar canales de negociación en aras de que cesen las hostilidades, en particular desde que Ucrania vislumbra una victoria militar. Los hallazgos a inicios del mes de abril del 2022 de las exacciones cometidas por Rusia en la localidad de Bucha han modificado sustancialmente la posición inicial de Ucrania de sentarse a una mesa de negociación, y el firme respaldo de la comunidad internacional influye en esta postura. En esta nota de RFI se informa sobre la llamada a consulta del embajador de Rusia en París por las autoridades galas al negarse este diplomático a reconocer la responsabilidad de Rusia en los eventos de Bucha. 

Con relación a la responsabilidad penal individual de altos funcionarios de Rusia, tanto civiles como militares, en la instigación o la comisión de actos que califiquen como crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, el conflicto en Ucrania  ha llevado a otra jurisdicción internacional situada en La Haya, la Corte Penal Internacional (CPI), a multiplicar diversas investigaciones en su territorio (véase enlace oficial de la CPI al respecto).

En su misiva, el ahora ex diplomático ruso Boris Bondarev explica, sin contemplación para sus antiguas autoridades en el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso que:

«Today the Ministry of Foreign Affairs is not about diplomacy. It is all about warmongering, lies and hatred. It serves interests of few, the very few people thus contributing to further isolation and degradation of my country«.

A modo de conclusión

Es posible que esta primera renuncia hecha pública de un alto funcionario diplomático de Rusia sea seguida de otras, dado el aislamiento cada vez más pronunciado de Rusia en el seno de la comunidad internacional: esta última observa a uno de sus integrantes ignorar las bases fundacionales del mismo ordenamiento jurídico existente desde 1945. 

En la precitada nota de The Guardian el ahora ex funcionario ruso explica que su decisión estaba tomada desde el mismo 24 de febrero y que debió proceder a arreglos de diversa índole antes de hacerla efectiva. Resulta de interés señalar que, en su también carta de renuncia (con fecha del 23 de febrero del 2022), uno de los asesores legales de larga data de Rusia ante el juez internacional de La Haya, el jurista francés Alain Pellet, señaló en el último párrafo que:

«I have enjoyed working with you to defend the interests of your country, which I love dearly. I appreciated that while defending them together, we could exchange freely on the limits not to be crossed. I have seen the scruples of some of you and understood the unwavering commitment of others. But enough is enough. Yesterday I sent my letter of resignation to the competent authorities: lawyers can defend more or less questionable causes. But it has become impossible to represent in forums dedicated to the application of the law a country that so cynically despises it    

/   

J’ai aimé travailler avec vous pour la défense des intérêts de votre pays, que j’aime profondément. J’ai apprécié que tout en les défendant ensemble, nous puissions échanger librement sur les limites à ne pas franchir. J’ai constaté les scrupules de certains d’entre vous et compris l’engagement sans faille d’autres. Mais, trop c’est trop. J’ai adressé hier ma lettre de démission aux autorités compétentes : des avocats peuvent défendre des causes plus ou moins discutables ; il est impossible de représenter dans des enceintes vouées à l’application du droit un pays qui le méprise si cyniquement» (véase carta publicada en inglés en el sitio EJIL-Talk y en francés en su sitio personal).

  – – Notas – – 

Nota 1: El 7 de marzo del 2013, Costa Rica retiró a su embajador en Panamá (véase nota de prensa de La Nación) y envió una nota en la que presentó sus disculpas formales a las autoridades panameñas. Ello se debió a declaraciones dadas por el embajador Melvin Sáenz Biolley, el 6 de febrero anterior, primero en las afueras de un estadio, y luego en un medio radial panameño conducido por la periodista Bettina García Muller. Costa Rica notificó oficialmente a Panamá que: “El Gobierno de Costa Rica desea hacer llegar sus más sentidas disculpas por las expresiones emitidas por don Melvin y las molestias que estas causaron al ilustrado Gobierno de Panamá” (véase nota de prensa de La Nación). En julio del 2013, el señor Melvin Sáenz Biolley presentó oficialmente sus credenciales como embajador de Costa Rica en Perú (veáse nota de CRHoy). 

Nota 2: Se trata de un conjunto de reglas muy básicas que sostienen el edificio normativo internacional desde 1945 y que detalla una entidad como el International Law Institute (Institut de Droit International) en su declaración del 1ero de marzo del 2022 (véase texto en francés y en inglés). Estas mismas normas internacionales reaparecen en la demanda presentada por Ucrania contra Rusia el 26 de febrero del 2022 ante la CIJ: véase texto en francés y en inglés.

Esta nota fue escrita por Nicolas Boeglin, Profesor de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho, Universidad de Costa Rica (UCR)Publicado por Curso de Derecho Internacional.