Este lunes el Presidente de la República y el Ministro de Agricultura y Ganadería han efectuado la apertura de la primera rueda virtual de negocios que se realiza por medio de la plataforma La Finca Agropecuaria, herramienta impulsada por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), donde más de 2.000 productores y 50 compradores han de acercado la oferta de bienes de origen agrícola, pecuario, pesquero y acuícola, a la demanda de las agroindustrias nacionales.
“Esta es la forma cómo la institucionalidad responde para apoyar a los productores en el escenario que nos impone la pandemia por COVID-19. Estas oportunidades son muy valiosas, porque no se trata solo de vender hoy, sino de alcanzar alianzas que nos permitan una relación fortalecida y un mejor conocimiento entre la producción agrícola primaria y la agroindustria para negocios futuros”, declaró el Ministro.
En tanto, el Presidente reafirmó el compromiso de su gobierno de apoyar a los productores al máximo, para lo cual “estamos trabajando duro en mejores condiciones de créditos, acceso a la tecnología y al valor agregado para llegar a mejores mercados”. (ElPaísCr,1-6-2020)
Ante estas manifestaciones de las autoridades del Gobierno actual, nos preguntamos si estas acciones introducen cambios importantes en la producción y en el comercio agropecuario y si se está aprovechando la coyuntura de la pandemia del covid-19 para impulsar una transformación de la actividad agrícola y agroindustrial, de los sistemas de producción o de la participación de los distintos sectores involucrados en dicha actividad, pero la respuesta es que no.
La política sectorial agrícola sigue enfatizando en el crecimiento de la producción, en el mejoramiento de la productividad, en el aumento de la agroexportación y en la adopción de nuevas tecnologías. El monocultivo de exportación en manos de grandes empresas por su aporte a la generación de divisas, sigue siendo el eje del modelo agropecuario nacional.
Por el contrario, una política agraria alternativa, debiera estar dirigida a superar los efectos de las políticas macroeconómicas de liberalización económica y apertura comercial aplicadas en los últimos 35 años, las cuales han afectado seriamente las condiciones de la micro y pequeña producción agrícola y agroindustrial, ha empobrecido a la población rural, ha priorizado en la importación agroalimentaria y ha profundizado el monocultivo de exportación.
Esta política agraria alternativa deberá estar centrada en la promoción de una agricultura más sostenible, en el apoyo a la innovación a partir de los recursos de la finca, en el fortalecimiento de la pequeña producción agrícola y la microempresa agroindustrial familiar, en el impulso de sistemas de comercio de mayor vinculación entre productores y consumidores y en el acceso a una oferta de productos más sanos, saludables y con identidad territorial.
Esta política agraria deberá estar dirigida claramente al mejoramiento de la producción agrícola y agroindustrial para el mercado interno y debe incluir acciones sobre innovación tecnológica, gestión de servicios agrícolas locales, comercialización justa e incluyente, financiamiento alternativo, sistema de riesgo agrícola, desarrollo agroindustrial rural y apoyo a la seguridad y soberanía alimentaria.
El eje central de la propuesta de política agraria alternativa, es el mejoramiento de los procesos productivos y comerciales para el mercado interno, mediante la reactivación de los servicios que ofrece la institucionalidad pública del sector agropecuario con la participación proactiva de los diferentes actores: campesinos, pequeños productores, cooperativas agrícolas, centros agrícolas cantonales y microempresas agroindustriales y agroturísticas.
Los propósitos de la misma serían:
Contribuir a cambiar las políticas agropecuarias y rurales para que respondan a las necesidades del pequeño agricultor, el microempresario agroindustrial y la población de las comunidades rurales
Impulsar una transformación de la actividad agropecuaria nacional, hacia una más sostenible e incluyente, mediante una innovación apropiada y creativa generadora de buenas prácticas y menos dependiente de recursos externos.
Apoyar decididamente la producción agroalimentaria para el mercado interno, que garantice el abastecimiento continuo de productos sanos y de calidad, la ejecución de mecanismos de comercio directo y justo y que favorezca la apropiación de recursos por parte de los productores.
Entre las acciones estratégicas para el cambio estarían:
1.Promover la innovación y el desarrollo de tecnologías sostenibles 2.Mejorar la gestión de servicios de apoyo agropecuario y rural que ofrece el Estado 3.Adecuar y dinamizar el sistema de comercialización de productos agrícolas para el mercado interno 4.Democratizar efectivamente el acceso al crédito de la pequeña producción y la microempresa 5.Establecer un sistema de seguros y de cobertura del riesgo de la producción agrícola 6.Fomentar el desarrollo de la agroindustria rural y del valor agregado de las actividades agropecuarias 7.Apoyar la aplicación de una ley marco de Seguridad y Soberanía Alimentaria y Nutricional
Una política agraria alternativa debe responder a la necesidad histórica de la transformación productiva del agro costarricense, que sea sostenible, equitativa e incluyente y que incorpore el otro eje del desarrollo hasta ahora abandonado, como es la producción para el mercado interno, la cual garantiza la producción de alimentos, el empleo de la población rural, la conservación de la biodiversidad y el arraigo de la población en las comunidades rurales.
Las acciones actuales dirigidas a promover el comercio virtual de productos, el plan anunciado para apoyar la producción de granos básicos y la recomendación del Ministro de Agricultura para que se consuman los productos que el país produce, no vendrán a resolver los problemas estructurales de la producción y el comercio agroalimentario del país. Por lo que no se vislumbran grandes cambios en la realidad de la agricultura costarricense luego de la pandemia.
El Ministro de Agricultura y Ganadería ha anunciado una inversión de 2.800 millones de colones para apoyar al sector de granos básicos en el fomento de la producción y en el fortalecimiento de la seguridad alimentaria.
Esta iniciativa impulsada por el Ministerio de Agricultura y Ganadería en conjunto con el Consejo Nacional de Producción permitirá incrementar el área de producción en 3.400 has y la producción nacional de frijol en 1.900 TM adicionales a partir de la próxima cosecha 2020-21.
El plan incluye tres proyectos, el primero de los cuales consta de la inversión de 1.200 millones provenientes de la Comisión Nacional de Emergencias, para la compra y distribución de semilla certificada de arroz y frijoles entre más de 3.000 productores de las regiones Chorotega, Huetar Norte y Brunca.
Según el Presidente Ejecutivo del CNP la semilla se entregará a los productores con menos de 4 Has de tierra, que representan el 60% de la fuerza productiva nacional. Por su parte en el segundo proyecto, el Instituto de Desarrollo Rural inyectará 800 millones adicionales para aumentar la compra de frijol nacional por medio del programa de Abastecimiento Institucional (PAI).
El tercer proyecto con aporte de 250 millones del FODESAF, que serán invertidos en la compra de dos cámaras de refrigeración, una en la zona norte y otra en la zona sur del país, para el almacenamiento de granos en condiciones adecuadas, que permitirá conservar cerca de 30 mil quintales de grano en espacios de almacenamiento climatizados con los que se garantice la calidad del producto.
Según manifestó el Ministro Alvarado, “estamos decididos a fortalecer la producción de granos básicos, mediante la transferencia de tecnología, el uso de semillas certificadas y mejoras en las condiciones de comercialización para beneficiar a las familias productoras y a los consumidores”. (mag.go.cr, Noticias,9-5-2020).
Este nuevo plan de las instituciones del sector agropecuario podría ser similar al Plan para la Producción Nacional de Alimentos Básicos, ejecutado durante la II Administración de Oscar Arias, originado en los problemas de escasez y altos precios de los alimentos provocado por la crisis económica mundial del 2007-08 que derivó en una crisis de abastecimiento de alimentos.
En esa oportunidad el Gobierno promovió el aumento de la producción y la productividad del arroz, el frijol y el maíz blanco en las regiones antes mencionadas, con una inversión cercana a los 20 mil millones de colones y en donde el abastecimiento de semilla se consideró un requisito indispensable sobre todo si se parte del principio de elevar la productividad, pues no se puede pretender la ampliación de las áreas de siembra si no se cuenta con la semilla necesaria para ese fin (Sector Agropecuario,2008)
Respecto a la ejecución de aquel plan, se cuestionaba que la crisis de abastecimiento surgía del desestimulo a la producción de granos iniciada hace dos décadas, el cual redujo sustancialmente los programas de investigación y transferencia, disponibilidad de infraestructura y el acceso a los programas crediticios.
El Plan de Alimentos anterior logró un éxito relativo en el aumento de la producción y la productividad del arroz y del frijol en un período de dos años, cuando se suspendió su ejecución, pero demostró que se puede elevar la productividad y mejorar la producción de granos, actividad tradicionalmente relegada, con la introducción de tecnologías de producción y manejo postcosecha apropiadas a las unidades de producción familiar. (Masís, G. Revista Ambientico Nª178,208).
Con el anuncio del nuevo plan de granos básicos, el ministro está siendo consecuente con los comentarios vertidos en su red social personal sobre el apoyo a la producción para el mercado interno y a la legítima preocupación por la seguridad alimentaria de la población, pero también es congruente con el pronunciamiento de la FAO sobre los efectos de la pandemia en la seguridad alimentaria en América Latina, cuando afirma que “para garantizar la oferta de alimentos básicos, es clave mantener el funcionamiento de las explotaciones agropecuarias, con especial atención a la agricultura familiar campesina, facilitar el transporte y acceso económico a insumos productivos (semillas, fertilizantes, piensos, etc.) y a maquinaria e infraestructura”. (FAO, Boletín, 27-4-2020).
El país vive una emergencia debido a la pandemia del Covid-19. Un aspecto poco comentado hasta ahora es si esa coyuntura podría vulnerar la seguridad alimentaria y nutricional de la población. Por el momento, las autoridades no plantean la existencia de riesgos por desabastecimiento de alimentos; sin embargo, la caída en los ingresos de cientos de miles de hogares puede afectar su acceso a ellos. Por eso, ante una crisis mundial como la presente, es relevante discutir si existen áreas de cuidado en esta materia.
La seguridad alimentaria y nutricional (SAN) puede entenderse como la garantía de que las personas tengan acceso a alimentos saludables y nutritivos en todo momento[1]. Esta garantía es indispensable para el buen estado de salud de las personas, el desarrollo de sus capacidades cognitivas y de su capacidad para insertarse en la sociedad productivamente y obtener ingresos adecuados para una vida digna (PEN, 2008).
Es muy temprano para precisar los posibles impactos que tendrá la atención del COVID-19 sobre la SAN. Sin embargo, debido a las alteraciones en la economía nacional y mundial, y en los ingresos de importantes sectores laborales, vale la pena prever con cuidado si podrían darse cambios que afecten la producción, el intercambio y el acceso a los alimentos.
¿Cuáles podrían ser áreas de cuidado? Por lo pronto, Costa Rica no ha registrado grandes problemas para garantizar la disponibilidad de alimentos, y tampoco figura entre los países con mayores niveles de prevalencia de subalimentación[2] y de inseguridad alimentaria grave[3] (FAO, et al., 2019). Sin embargo, como se señaló al inicio, la crisis ha afectado la capacidad adquisitiva de la población socialmente sensible, por lo que resulta vital atacar las asimetrías socioeconómicas que limitan el acceso a los alimentos.
En Costa Rica, 93.542 hogares (cerca de 339.000 personas) no tenían, antes de la emergencia, los ingresos suficientes para comer. Hay también otro dato importante: desde la crisis económica de 2008-2009, el número de hogares con ingresos insuficientes para comprar la canasta básica de alimentos (medida a partir de la línea de pobreza extrema, calculada por el INEC) aumentó significativamente (gráfico 2). El punto máximo fue 2015 (104.713 hogares; INEC, varios años). O sea, el país ya tenía un serio problema: entre el 6% y el 7% de su población, dependiendo del año, no tiene capacidad económica para comprar la canasta básica alimentaria.
Gobiernos e instituciones internacionales alrededor del mundo aún no han planteado la existencia de riesgos de desabastecimiento en los mercados internacionales de alimentos, Sin embargo, todavía no se conoce la magnitud de los impactos de la pandemia sobre su funcionamiento. Por ello, el hecho de que nuestro país dependa marcadamente de las importaciones para cubrir el consumo de granos básicos, parte central de su alimentación, introduce un nivel de incertidumbre que es necesario enfrentar.
Costa Rica es la nación en Centroamérica que, en las últimas dos décadas, registró mayor dependencia de las importaciones de maíz y frijol. El gráfico 2 muestra cuánto porcentaje del consumo de estos productos es importado. Entre el 2000 y el 2018 esta dependencia pasó de 64% a 99,4% en el maíz; de un 0,5% a un 54,5% en arroz y de 65% a 79,6% en frijoles (Cepal, 2020). Este aumento en la importación de granos básicos se dio paralelo a una disminución en el área dedicada a producirlos en el país, que bajó en un 50% entre el 2000 y 2018 (Sepsa-MAG, 2019).
El punto de estas cifras no es entrar en un antiguo debate entre SAN y un concepto alterno, el de soberanía alimentaria[4]. El enfoque es otro: en un contexto de crisis mundial, una pequeña economía abierta como la costarricense debe prever la probabilidad de cambios disruptivos en los circuitos de comercio internacional con el fin de que eventuales interrupciones en estos circuitos no tomen por sorpresa a las autoridades nacionales. Esta reflexión vale también para el caso de otras crisis mundiales posibles, como la climática.
Con la información a mano, pueden señalarse varias tareas para garantizar la SAN, algunas de las cuales habían sido planteadas, en tiempos ordinarios, por varios especialistas (Dumani, 2015; Masís, 2015 y Muñoz, 2015), y que podrían cobrar relevancia en la actual situación. Entre estas se encuentran: i) ampliar los niveles de resiliencia del sector agropecuario; ii) considerar la dependencia de importaciones en productos clave, como criterio para analizar posibles riesgos derivados de una crisis; iii) mejorar el perfil nutricional de la población y iv) reducir las brechas socioeconómicas entre los hogares, de forma que todos tengan garantizado su acceso a alimentos en todo momento y; v) generar información que permita anticipar posibles riesgos.
Es pertinente una discusión previsora sobre los retos que podría enfrentar Costa Rica durante y después de la emergencia por el COVID-19 en materia de seguridad alimentaria y nutricional, tanto por los posibles cambios internacionales, como –principalmente-, por el aumento en la vulnerabilidad social de grandes sectores de población.
[1] Según la FAO (2006) la seguridad alimentaria y nutricional es la garantía de que “todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades y sus preferencias, a fin de llevar una vida activa y sana” (FAO, 2006).
[2] Es una medida de privación de alimentos basada en el cálculo de tres parámetros importantes de cada país: la cantidad promedio de alimentos disponibles para el consumo humano por persona, el nivel de desigualdad en el acceso a ese alimento y el número mínimo de calorías requeridas para una persona promedio (FAO, 2020).
[3] Es una estimación del porcentaje de la población de un país que se enfrenta a dificultades para acceder a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y una vida activa y saludable (FAO, 2020).
[4] La soberanía alimentaria “es el derecho de los pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas agrícolas, pastoriles, laborales, de pesca, alimentarias y agrarias que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias exclusivas. Esto incluye el derecho real a la alimentación y a la producción de alimentos, lo que significa que todos los pueblos tienen el derecho de tener alimentos y recursos para la producción de alimentos seguros, nutritivos y culturalmente apropiados, así como la capacidad de mantenerse a sí mismos y a sus sociedades” (Foro de Organizaciones no gubernamentales y de la Sociedad Civil, 2002).
“La Secretaria de Seguridad Social de la CTRN, insta respetuosamente a las autoridades de Gobierno a desistir y mejor aún, ni siquiera analizar el posible y remoto escenario de una destitución del señor Ministro de Agricultura y Ganadería, Renato Alvarado Rivera.
La posibilidad de un escenario de ese talante podría convertirse en un detonante social de alto calado en diversos actores del agro, lo cual no es atinado en las circunstancias país actuales.
Además, está claro que su posición (no pose), en los medios de comunicación es de recibo para nuestra Central ya que no cabe duda de que el modelo de desarrollo de apertura comercial y en ese tanto capitalista por naturaleza ha relegado y tiene en la miseria a los sectores del agro nacional.
Así las cosas y siendo conocedores de que diversas figuras del orbe y la misma FAO han formulado que la pandemia ha obligado a repensar la seguridad alimentaria en armonía con el medio ambiente en todo el mundo, y que esta es una actividad estratégica para los sucesivos años, dejamos planteada la petitoria respetuosa al Gobierno de la República de desistir de cualquier acción contra el respetable don Renato Alvarado Rivera, lo cual incluye la posibilidad de una destitución.
Sería un craso error en el actual contexto, más, interpretando a priori que parte de las medidas económicas que debe presentar al país el equipo económico el próximo viernes sin duda debe tener una prioridad manifiesta hacia el sector agro, ya que esto evitará seguir contribuyendo a la confrontación social.
Servidor atento,
Juan Carlos Durán Castro Secretario de Seguridad Social CTRN”
El Ministerio de Agricultura y Ganadería estimó recientemente que la pandemia ha afectado la producción agrícola destinada al consumo interno en un monto cercano a ¢1.322 millones, luego de consultas hechas a los productores por los funcionarios de las oficinas regionales.
Ubicando la afectación por cultivo, señala que el mango, ha tenido una pérdida estimada de ¢350 millones, le siguen el plátano con ¢269,5 millones; la zanahoria con ¢250 millones; la leche con ¢156,8 millones; la cebolla y el ajo con ¢76 millones; y el queso con ¢ 63 millones.
También se encontraron pérdidas importantes en fresas, frutas, guayaba y otras hortalizas, además en empresas que producen para el Programa de Abastecimiento Institucional (PAI), que en el sector de cárnicos reportan ¢194 millones y en el de pollo y huevo, por ¢121 millones, para un total de ¢315 millones. (LN, Economía,17-4-20)
Esta afectación se debe principalmente a variaciones en la demanda y a cambios en las cadenas de distribución debido a las medidas de restricción que impone la pandemia, dijo el Ministro de Agricultura. (CRHoy,17-4-20)
No obstante, frente a la valoración de las pérdidas en actividades dirigidas al mercado interno, la principal preocupación debe ser profundizar en los efectos en los sistemas de producción de la agricultura familiar y en las alternativas que los pequeños productores y microempresarios están desarrollando para reestablecer la producción y el comercio agroalimentario.
Es oportuno recordar que en nuestro país hay más de 50 mil fincas ligadas a la agricultura familiar, que representan el 55% de las fincas dedicadas a la actividad agropecuaria (RedCostarricensedeAgriculturaFamiliar,2017) y que hay cerca de 76 mil productores por cuenta propia y microempresarios agrícolas (FAO,2011, p.12) que son los que garantizan la producción de alimentos y la seguridad alimentaria del país.
Así mismo, que estas unidades de producción familiar, aportan, el 85% de la producción de frijol, el 80% de la cebolla, el 75% de la de yuca, el 70% de la papa, el 70% de la de café, el 55% de la de leche y el 40% de la carne, siendo la principal y a veces única fuente de empleo e ingresos de la población rural. (Masís, G. 2018, p.229)
La importancia de este sector en el abastecimiento alimentario, torna urgente la implementación de estrategias para enfrentar la disminución de la demanda de productos y la reducción de los ingresos de las familias rurales.
En ese sentido, es satisfactorio conocer que los agricultores están impulsando acciones como el fortalecimiento de las rutas urbanas de comercio, el comercio virtual, la creación de nuevos espacios y ferias, pero también la reprogramación de las cosechas, la disminución de insumos y la articulación con otros productores para generar soluciones conjuntas a los efectos de la emergencia.
Por: Dr. Jorge Loaiza Cárdenas- Msc Efraín Cavallini Acuña- Académicos Escuela de Planificación y Promoción Social EPPS-UNA
Imagen: Rodrigo Valverde Naranjo
Como lo planteara E. Morín en la última página de su libro: La Vía para el futuro de la humanidad: “Quizás encuentren, en alguna parte de las ruinas de una biblioteca, este mensaje que les devuelva la esperanza y el coraje”; queremos compartir con ustedes unas palabras de esperanza y decisión, que nos permita enfrentar estos momentos de desesperanza e incertidumbre, al que hemos sido llevados ante la emergencia nacional que enfrenta el país a causa de la pandemia provocada por la enfermedad coronavirus COVID-19 en Costa Rica.
Hoy más que nunca estamos en crisis, no solo provocada por la pandemia del COVID 19, sino por las crisis de un modelo de desarrollo que nos ha llevado a un subdesarrollo intelectual, psíquico, tecnológico y moral.
Intelectual, porque la formación disciplinar que recibimos los occidentales, al enseñarnos a disociar todo, nos ha hecho perder la capacidad de relacionar las cosas y, por lo tanto, de pensar los problemas fundamentales y globales y abordarlos desde la complejidad en que están insertos, es decir vincular lo global con lo local y lo general con lo particular.
Psíquico, porque estamos dominados por una lógica puramente económica, que no ve más perspectiva política que el crecimiento y el desarrollo, y estamos abocados a considerarlo todo en términos cuantitativos y materiales.
Tecnológico, porque no debemos considerar a las tecnologías, como la herramienta que nos resuelve todos los problemas de la comunicación humana. Las tecnologías de la información y comunicación pueden hacernos bien o mal. No todas las tecnologías y cualquier uso que hagamos de ellas es lo más apropiado. No todas nos harán bien. Al contrario, utilizadas inapropiadamente pueden provocarnos torceduras, golpes en nuestra vida diaria, y pueden, sencillamente, embrutecernos. Pero aprovechadas de manera inteligente serán saludables y nos permitirán avanzar sanamente. Se debe elegir con lupa el menú tecnológico, conectarlo a nuestras necesidades reales y proyectos de mejora de la condición social. Es un imperativo utilizar la tecnología con sabiduría e inteligencia. Con ellas tenemos que hacer esfuerzos para tratar de recuperar el contacto humano, y, por consiguiente, la solidaridad. Como ciudadanía tenemos que apropiarnos de las tecnologías de la comunicación e información y reconocer su valor antes de que ellas desbocadas profieran el bazucazo a la humanidad y sigan colonizando nuestra mente y nuestra sociabilidad. Evitemos caer en la red de sus intereses comerciales y/o políticos. Recordemos, como se ha dicho en varios foros, que no está hecha la persona para la tecnología. Sino la tecnología para el ser humano.
Moral, porque el egocentrismo domina sobre la solidaridad. Además, la hiperespecialidad, el hiperindividualismo y la falta de solidaridad desemboca en el malestar, incluso en el seno del confort material. Como mal social, la corrupción es capaz de permear por completo un sistema político, afectándolo desde la cúpula hasta las actividades más cotidianas de la convivencia social sin importar las circunstancias en que nos encontremos. La permanencia de la corrupción en la política permite y atrae a personas impropias e inadecuadas para ejercer cargos públicos y desmotiva y repele a personas honestas que tienen una legítima vocación de servicio público. Los economistas, los sociólogos y los políticos tienen que tener cuidado con pronósticos imprudentes. En el desarrollo de esta crisis del COVID 19, se han visto algunos políticos que vacilan en asentar su estrategia en el principio de que el esfuerzo del Estado debe orientarse a salvar la vida de todos sus ciudadanos, que son los sectores sociales los que deben tener prioridad frente al cálculo utilitarista y mercantilista de las consecuencias económicas, que puede tener esa estrategia que beneficien a ciertos sectores privilegiados a contrapelo de la clase trabajadora y de quienes no gozan de garantías para acceder a una vida justa. La inseguridad no sólo se refiere a la lucha contra la pandemia, también a las consecuencias económicas y sociales que son impredecibles. Por ello, como sociedad, debemos incidir para lograr liderazgos políticos honestos para las siguientes décadas, que cultiven y promuevan la verdadera democracia y no contaminarla.
La crisis de la humanidad son crisis interdependientes, interrelacionadas, tenemos crisis en la salud, cognitiva, de pensamiento, política, económica, social, ambiental, cultural, ética; tenemos una crisis en la relación fundamental entre el individuo y la sociedad, el individuo y la familia, el individuo y él mismo; es decir, estamos abocados al abismo.
Sufrimos un malestar interior que parasita nuestro bienestar exterior. Aquellos que gozan de un aumento de su nivel de vida, ven reducida la calidad de la misma. Pero este es un malestar difuso, que se vive de maneras distintas; por ejemplo, el malestar que afronta la juventud, la desintegración de la familia, el significado de la vejez para la sociedad mundial actual ante la pandemia del COVID 19, entre muchos otros.
Pero toda crisis comporta riesgos y oportunidades; sin embargo, esta crisis humana que hoy enfrentamos con la pandemia del COVID 19 es solo una de ellas; que nos ha llevado a evidenciar los riesgos, pero nos obliga, a buscar las oportunidades de cómo superarlas. La oportunidad es ver la crisis como una vía hacia un cambio, Así surge la gran capacidad creadora del ser humano que permita regenerar nuestra vida, la vida de nuestras culturas, del legado del pensamiento y conocimiento al cual hoy en pleno siglo XXI hemos logrado alcanzar; este será nuestro máximo instrumental de lucha que nos permitirá definir la ruta que nos llevará hacia ese gran cambio. Como dice Morin “cambiar de vía”.
Pero cambiar de vía no significa frenar el desarrollo científico-técnico-económico, por el contrario, significa repensar y hacer un alto y un acto de contrición, para valorar lo bueno y malo que tenemos en nuestras vidas, de tal forma, que abramos una pluralidad de caminos, reformadores a nuestra vida. Serán muchos los caminos, pero como dice Machado “. el camino se hace al andar”.
El cálculo monetario no puede evaluar el bienestar y el malestar. La tristeza, el abandono y la soledad buscan consuelo en la compra y el consumo. La lógica del cálculo, de la máquina determinista, del rendimiento y de la productividad se extiende por toda la sociedad y se apoderó de todos nosotros. Por esto, necesitamos una reforma de vida, que pueda reducir el poder del dinero y del afán de lucro y de todos aquellos que siempre nos presentan las mismas recetas economicistas.
Necesitamos de una política de solidaridad real no de una de anonimato de solidaridad del estado de bienestar, es decir pasar de promulgar la solidaridad a liberar la fuerza de las buenas voluntades y favorecer las acciones solidarias, por ejemplo, impulsar la economía solidaria en donde se fortalezca el cooperativismo y las asociaciones sin afán de lucro que presten servicios de proximidad, o en el campo educativo, en donde profesores y docentes ofrezcan espacios de formación y acompañamiento técnico y profesional a aquellos que más lo necesiten; o en el campo de la seguridad ciudadana, en donde las comunidades se organicen para controlar la delincuencia y el robo.
Necesitamos un reencuentro con el trabajo en el que se dignifique el aporte de todo ser humano; volverle a cada ser su capacidad de crear, de innovar, de producir de sentirse útil en la vida, produciendo para sí mismo, para otro o para un mercado. Hoy más que nunca hemos aprendido que la salud y la alimentación son las principales fuentes de vida que todo ser humano necesita de manera indispensable, es nuestra responsabilidad velar porque nuestro país siga conservando y consolidando el sistema de salud que poseemos, pero en cuestiones alimentarias debemos reconocer el abandono y desconocimiento al que hemos llevado a nuestro sistema agroalimentario nacional, haber pasado de un sistema autosuficiente que garantizaba su seguridad alimentaria, de tan solo hace 30 años, con un liderazgo y reconocimiento a nivel ciudadano de nuestros agricultores, a un nivel de dependencia absoluta por lo que consumimos a nivel básico y sobre todo por el desconocimiento e invisibilización del pequeño y mediano agricultor de nuestro país, a punto de desaparecerlo. Es innegable e indispensable reactivar el sistema agropecuario de nuestro país, tarea que solo grupos multidisciplinarios y en dialogo abierto y permanente podrán buscar la forma de lograrlo.
Esta reforma de vida necesita de una reforma del pensamiento, que nos muestre la importancia de los prejuicios y los paradigmas que inconscientemente dirigen nuestras formas de conocimiento y comportamiento y nos hacen incapaces de comprender que los demás obedecen a otros preconceptos y otros paradigmas.
Tres pilares fundamentales para cimentar una sociedad próspera, solidaria, cohesionada, un Estado fuerte, representativo y garante de los intereses de los diversos sectores y que convoque a una ciudadanía participativa y proactiva, son la Ética Pública, la idoneidad- y la probidad, estas cualidades garantizan, a su vez la transparencia, la rendición de cuentas y son el filtro para detener los abusos del poder, la corrupción y el favorecimiento económico de una minoría. De manera tal, que se pueda cumplir con los requisitos de una democracia representativa y de una economía solidaria, eficiente y distributiva de la riqueza social. El modelo de desarrollo del Estado costarricense, desde la Segunda República, es una fuente para repensar el Estado y el rumbo de la Costa Rica, de los próximos 30 años.
Necesitamos afrontar la relación con los demás a través de la comprensión del prójimo, la humanización de las emociones y el respeto democrático.
Todos debemos buscar aquello que es importante y necesario para nosotros, todos debemos encontrar el camino de nuestra regeneración, una vuelta a las fuentes generadoras-creadoras.
Trabajemos para diagnosticar y transformar, trabajemos para relacionar y unir. Las reformas son solidarias; no son solo institucionales, económicas, políticas o sociales, son también mentales, y requieren una aptitud para concebir y abarcar los problemas globales y fundamentales, una aptitud que, a su vez, precisa de una reforma de la mente y la forma de pensar nuestras vidas. Pero la reforma de la mente depende de la reforma educativa y de la reforma del pensamiento, ambas son complementarias e indispensables.
En materia educativa es momento para reorientar el modelo, hacerlo más inclusivo, más participativo, las TICS nos han ofrecido herramientas tecnológicas que van a revolucionar la enseñanza y el aprendizaje, y es precisamente donde la juventud nos ha dado una clase de destreza y habilidad para acoplarse a estas nuevas herramientas, el reto es porqué no incluirlos en el diseño de las nuevas formas de implementar el proceso de enseñanza aprendizaje valiéndonos de las TICS.
Ante esta época de crisis provocada por la pandemia del COVID 19 es momento para replantearnos, hacer un alto en nuestras vidas, valorar lo que tenemos, mirarnos como humanos, preguntarnos qué queremos de nuestras vidas, en qué estamos dispuestos a cambiar, y lo más importante creo yo, que puedo hacer por el prójimo, sobre todo aquel que ha perdido las esperanzas de vivir la vida con dignidad humana, aquel necesitado de espiritualidad, de oportunidad, de valoración por lo que es, y no por lo que tiene o puede producir, aquel que anda en la calle sin norte, aquella que enfrenta sobrevivir con una familia sin oportunidades de trabajo o empleo, pero no solamente él o aquella que parece estar alejada de mí, muchas veces, ella o él están muy cerca o son parte de mi núcleo familiar.
Insto a que olvidemos nuestro ego disciplinar que no nos deja ver la realidad compleja que afrontamos, debemos pasar de las recetas que todo lo solucionan desde una disciplina; receta, donde mi disciplina es la más favorecida, y los o las otras, son las que deben implementar las sabias soluciones propuestas; debemos buscar el encuentro con el otro, a reconocernos en el otro u otra, a dialogar, a buscar puntos de convergencia que nos permita avanzar en la convivencia fundamentada en el amor por nuestro semejante, porque solo de esta manera podremos avanzar en una sana convivencia en donde lo que planifiquemos sea producto del aporte de cada uno de nosotros.
Finalmente, consideramos que el gobierno y quienes lo presiden realizan las acciones y medidas que humanitariamente, con meditación o alevosía, consideran más oportunas, más que criticar dichas propuestas, debemos realizar aportes o propuestas que mejoren dichas acciones, hay que pasar de la reacción a la acción propositiva. Ya no basta con denunciar, ahora es preciso enunciar, no es suficiente reconocer la crisis, la urgencia, también hay que saber por dónde empezar, el reto es ahora o nunca.
Aún tenemos tiempo para reconstruir y fortalecer aquellas prácticas ciudadanas, que soportan la institucionalidad y la praxis democrática, y que se fundamentan en la moral y la ética pública.
La Bóveda Mundial de Semillas de Svalbard representa la colección de diversidad de cultivos más grande del mundo. Es una instalación de almacenamiento de semillas a largo plazo, construida para resistir el paso del tiempo y el desafío de los desastres naturales o provocados por el ser humano.
Este 25 de febrero del 2020, la Universidad de Costa Rica (UCR) formará parte de las 36 instituciones internacionales que depositarán semillas silvestres y mejoradas de especies vegetales, relacionadas con cultivos, en la Bóveda Mundial de Semillas de Svalbard, Noruega (conocida como la “bóveda del fin del mundo” o el “arca de Noé de las plantas”), con el objetivo de conservar la agrobiodiversidad mundial.
Esta actividad oficial, auspiciada por la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, se enmarca en el aniversario número doce de la creación de esta bóveda, que es la más grande del mundo y tiene almacenadas 992 032 muestras únicas de semillas de especies silvestres y variedades procedentes de casi todos los países del planeta.
Allí, a menos de 15 grados centígrados, los representantes de la UCR, la M. Sc. Griselda Arrieta Espinoza y el M. Sc. Allan Menes Martínez, depositarán 25 500 semillas de los arroces silvestresOryza glumaepatula,Oryza latifolia yOryza grandiglumis, que crecen en la zona norte del país, en los humedales Medio Queso y Caño Negro, así como en otras áreas protegidas de Costa Rica.
Estas semillas fueron recolectadas por los investigadores del Laboratorio de Biotecnología Aplicada al Mejoramiento Genético de Cultivos del Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular (CIBCM) con el apoyo técnico y financiero de la organización internacional Global Crop Diversity Trust entre 2015 y 2018.
Los investigadores M. Sc. Griselda Arrieta Espinoza y M. Sc. Allan Meneses Martínez, del Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular (CIBCM) de la Universidad de Costa Rica, fueron los encargados de preparar, enviar y depositar las semillas de arroz en Svalbard. Foto: Katzy O`neal.
Seguridad alimentaria
Desde el 2015, la Universidad de Costa Rica y el Ministerio de Agricultura y Alimentación de Noruega mantienen un acuerdo suscrito para el depósito y almacenamiento de semilla a nombre de la Institución, por un periodo de veinte años. De este modo, Costa Rica sigue manteniendo su soberanía sobre estas semillas y, solamente, la UCR como depositante es el único organismo que puede sacar esa semilla, aclaró el investigador M. Sc. Allan Meneses.
Según los investigadores, depositar estas semillas en Svalbard es importante para la seguridad alimentaria y nutricional de nuestro país, ya que permitirá el resguardo de recursos filogenéticos de alto valor ecológico y agroalimentario, los cuales en el futuro podrían ser de utilidad para el mejoramiento de un cultivo básico como el arroz.
“Esto nos va a permitir resguardar en un lugar seguro plantas que crecen naturalmente y que, eventualmente, podrían estar sujetas a eventos climáticos y podríamos perderlas. Esto nos sirve como un respaldo”, aseguró la investigadora M. Sc. Griselda Arrieta.
Con el depósito de semillas, la Universidad de Costa Rica y otras 84 instituciones del mundo pretenden hacer un aporte valioso al resguardo de recursos filogenéticos de alto valor ecológico y agroalimentario para la humanidad y, así, alcanzar la meta #2 de los objetivos de desarrollo sostenible de la FAO denotada como “hambre cero”.
En 2015 la UCR llevó a Svalbard semillas de las especies silvestres de papa de Costa Rica.
En el 2050 será necesario producir un 60 % más de alimentos
En algunos centros educativos se han incorporado actividades lúdicas que contribuyen al proceso de aprendizaje sobre la agricultura orgánica. Foto cortesía del Trabajo Comunal Universitario “Agricultura Orgánica Urbana”.
La agricultura orgánica no solo nos ofrece alimentos sanos y seguridad alimentaria, sino que, además, representa un medio sostenible económica y socialmente, que no perjudica al medio ambiente. Estas fueron las razones que la ingeniera Pamela Portuguez García, investigadora del Centro de Investigaciones Agronómicas (CIA-UCR), destacó sobre la importancia de establecer una cultura de siembra en la población.
El Trabajo Comunal Universitario (TCU) “Agricultura Orgánica Urbana” (TC-468) de la Universidad de Costa Rica trabaja desde hace más de 15 años en contribuir a la promoción del desarrollo de esta práctica y ha buscado transmitir a las comunidades las acciones que se generan desde el Programa de Agricultura Orgánica de la UCR.
El M. Sc. Oscar Acuña Navarro, coordinador del proyecto, afirma que la agricultura orgánica consiste en “la producción en espacios familiares o comunales de hortalizas de una forma orgánica, que garantice, por un lado, la seguridad alimentaria y, por otro, una alimentación sana”. Se estima que en el año 2050 habrá más de 9 000 millones de seres humanos en el planeta y será necesario producir un 60 % más de alimentos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esta entidad establece que el fortalecimiento de las actividades agrícolas sostenibles y el uso responsable de los recursos naturales es fundamental para la seguridad alimentaria y nutricional.
Por ello, Acuña afirma que es imprescindible dirigir la alimentación propia a espacios urbanos, en los cuales no necesariamente se tiene una gran cantidad de tierra para cultivar, y que esto esté orientado a una seguridad alimentaria, sin perjuicio del medio ambiente por la contaminación de agroquímicos. “Nosotros debemos producir nuestros propios alimentos a futuro, porque no vamos a tener garantía de obtenerlos por otros medios”, afirmó.
Es por esta razón que desde el TCU se ha buscado impulsar el aspecto urbano de la agricultura orgánica, en donde los espacios son reducidos. En este proceso se utilizan técnicas que permiten construir unidades de producción orgánica en cajones o botellas, se construyen huertas aéreas y se adaptan las condiciones.
Vínculos con centros educativos y para personas adultas mayores
La población con la que se ha involucrado el proyecto es principalmente centros educativos públicos, centros para personas adultas mayores y comunidades locales pequeñas. El TCU opera a partir de las solicitudes que estos sectores realizan y trabaja una estrategia y cronograma diferente en función de las necesidades de cada grupo. Además se ha desarrollado una metodología constructiva, en donde los estudiantes del TCU aportan el conocimiento sobre las técnicas y herramientas. Por su parte, el desarrollo de las huertas se realiza de manera colectiva entre las personas de los centros o comunidades.
En las actividades del proyecto se ha tratado de impulsar no solo la producción, sino también el uso de los productos cultivados, por ejemplo, en los comedores estudiantiles o en las cocinas de los centros de cuido. “Lo importante es recuperar las raíces que tenemos y brindar estos espacios que son una forma de aprendizaje distinta, donde la transformación más importante es establecer una cultura de siembra”, afirmó Pamela Portuguez.
De forma paralela al trabajo sobre la agricultura, se ha buscado impulsar talleres, charlas y producción de materiales visuales que aborden las temáticas de alimentación saludable y seguridad alimentaria.
Luis Navarro Zamora, estudiante de Zootecnia, desarrolló su trabajo comunal en el Centro de Adultos Mayores de Santa Ana. Para él, “la ventaja que tiene este TCU es que también el momento de sembrar y cosechar es muy relajante, trae mucha paz, entonces sirve como una terapia para los adultos mayores. Hay una interacción muy bonita y un intercambio del conocimiento.”
Por año, el TCU incorpora aproximadamente a 45 estudiantes. Actualmente se encuentra trabajando en el Gran Área Metropolitana, en tres escuelas públicas, dos centros para adultos mayores y un centro de educación especial.
Los 5 principios de la agricultura sostenible según la FAO
Mejorar la eficacia en el uso de los recursos es crucial para la sostenibilidad de la agricultura.
La sostenibilidad requiere actividades directas para conservar, proteger y mejorar los recursos naturales.
La agricultura que no proteja los medios de subsistencia rurales y mejora la equidad y el bienestar rural es insostenible.
La agricultura sostenible debe aumentar la resiliencia de las personas, las comunidades y los sistemas.
Una alimentación y una agricultura sostenibles necesitan mecanismos de gobernanza responsables y eficaces.
Laura Camila Suárez Rodríguez
Unidad de Comunicación, Vicerrectoría de Acción Social
Cualquier agente que afecte el desarrollo y crecimiento de las plantas y especialmente de los cultivos pone en peligro la actividad agrícola, el medio ambiente, la economía y por ende la seguridad alimentaria y nutricional de los pueblos.
Por eso, investigadores de todo el continente americano trabajan incesantemente en la investigación, diagnóstico y control de enfermedades de las plantas, como por ejemplo la Sigatoka negra, la enfermedad más importante en banano en la región, o las enfermedades que afectan al aguacate mexicano, el cultivo de papa, el tomate o las plantas ornamentales.
Los fitopatólogos se reunirán la próxima semana en Costa Rica para analizar los avances y retos en el Congreso de la Sociedad Americana de Fitopatología, organizado por el Centro para Investigaciones en Granos y Semillas (CIGRAS) y el Centro de Investigaciones en Protección de Cultivos (CIPROC) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
El congreso denominado “Perdidas de cultivos, riesgos fitosanitarios y enfermedades tropicales: avances y retos” se realizará del 27 de febrero a 1 de marzo en el Hotel Plaza Crown (Corobicí). La inauguración se llevará a cabo el lunes 27 de febrero a las 8:00 a.m. y contará con la presencia del Ministro de Agricultura, Dr. Luis Felipe Araúz, quien también es especialista en fitopatología.
Durante tres días se presentarán 45 charlas y 35 carteles con resultados y avances de investigaciones que se realizan a lo largo del continente y varias que realizan en conjunto entre investigadores extranjeros y costarricenses de la Escuela de Agronomía, la Escuela de Biología, el Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular (CIBCM) el CIPROC y el CIGRAS de la Universidad de Costa Rica.
Se abordarán temas de importancia para el sector exportador de banano y piña como la biología, manejo e impacto de microorganismos en etapa poscosecha y las enfermedades cuarentenarias que son muy importantes en la actualidad, considerando el movimiento de productos y personas de un país a otro, pues pueden cerrar las puertas entre dos países o afectar la producción de cultivos.
Parte de este simposio es buscar identificar métodos nuevos de control biológico con agentes biológicos, que puedan reducir la cantidad de plaguicidas en el ambiente, e identificar áreas importantes para continuar la investigación en el futuro¨ explicó el Dr. Paul Eker, director del CIGRAS-UCR y residente de la División del Caribe de la Sociedad Americana de Fitopatología.
También se analizarán temas relacionados con nematología tropical y microtoxinas que pueden afectar la salud de las personas y también de los animales. El miércoles 1 de marzo durante todo el día se realizará un simposio especial sobre avances y retos para el sector bananero.
Contacto: Dr. Adriana Murillo y Dr. Paul Esker CIGRAS. Tel: 2511-8823, 2511-8822.
Clausura Conferencia Internacional de la Madre Tierra
Campus Nicoya-UNA
28 octubre 2016
La declaratoria de la Universidad Nacional del año 2016 por la Madre Tierra aprobada por el Consejo Universitario, el 15 de setiembre del 2015, estableció entre otros alcances “la necesidad de generar, desde las universidades, espacios, acciones, conocimiento, reflexiones y metodologías que propicien nuevas convicciones, actitudes y formas de vida… una nueva cultura orientada al cuidado de la vida en todas sus formas, al compromiso con las poblaciones vulnerables y a la construcción de redes de respeto y de solidaridad”, declaratoria a la que se sumaron las universidades públicas de Costa Rica y las de Centroamérica.
La organización de la VI Conferencia de la Tierra: Foro Internacional de Medio Ambiente en la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional de Costa Rica, Nicoya, Guanacaste, Costa Rica, en los días 26, 27 y 28 de octubre del 2016, se realizó con el fin de “propiciar el intercambio de saberes relacionados con la naturaleza, la socio biodiversidad y el desarrollo sostenible, entre científicos, académicos, estudiantes, funcionarios estatales y sector privado, con el noble y comprometido fin de concientizar a la sociedad para la protección de la Madre Tierra”.
La VI Conferencia de la Tierra, cuyo tema principal fue naturaleza, biodiversidad y sustentabilidad, ofreció un espacio para la reflexión y la discusión en torno a la Madre Tierra en los siguientes ejes temáticos: a) agua para la vida; b) paisaje, ecosistema y biodiversidad; c) seguridad alimentaria; d) acción y políticas públicas y e) educación ambiental, teniendo todos como eje transversal el cambio climático.
Chief Greywolf, presidente de la nación soberana Cherokee-Tejas
En la Conferencia participaron representantes de Brasil, Chile, Nicaragua, México, Serbia, Guatemala y Costa Rica, así como la participación de Chief Greywolf, presidente de la nación soberana Cherokee-Tejas y representantes del Consejo Indígena Madre Tierra de Costa Rica.
En las conferencias magistrales, en las mesas redondas organizadas, y en las manifestaciones de los participantes se evidenció una preocupación por lo que acontece con el ambiente a nivel mundial, y en particular en América Latina, desde el ámbito público como el privado, que afecta sensiblemente los diferentes ecosistemas y pone en riesgo la sostenibilidad del planeta y de todo ser vivo que en él convive.
Entre las preocupaciones expuestas están las siguientes:
1)Los modelos económicos que prevalecen en los países que promueven el consumo masivo, el uso desmedido y depredador de la naturaleza y la desigualdad social y económica. Se advierte la necesidad de que los países deben en forma conjunta realizar transformaciones profundas hacia un modelo más sostenible e inclusivo, respetuoso de la ecología y la diversidad cultural.
2)El planeta tiene límites ecológicos; sin embargo, la tendencia de un crecimiento económico desproporcionado e irresponsable, pone en peligro la existencia de la vida, en particular de la vida humana. El papel del estado y de los organismos intergubernamentales es asumir un compromiso universal para revertir los modelos de desarrollo hacia modelos de producción sustentables y de consumo humano responsable, fundamentado en los principios y valores biocéntricos
3) Como ciudadanos, como académicos y como parte de la sociedad global demandamos una política pública de carácter urgente, que sea consecuente con los principios y valores enunciados; conductas empresariales respetuosas del ambiente y el involucramiento de una sociedad civil mundial consciente de los límites planetarios.
Dr. Alberto Salom Echeverría, Rector, Universidad Nacional de Costa Rica
Por tanto, las partes presentes acordamos el siguientemanifiesto por la Madre Tierra:
1) A los gobiernos del mundo
Demandamos el establecimiento de políticas públicas globales, nacionales y locales claramente comprometidas con el ambiente, vinculantes jurídicamente e incluyentes.
Exigimos que asuman la responsabilidad de ejecución y seguimiento de los acuerdos, manifiestos y acciones encaminados a la vigilancia y resguardo del patrimonio planetario.
Solicitamos a los gobiernos la fijación de límites absolutos para el uso de los elementos de la naturaleza que son vitales para la vida en el planeta.
Requerimos la aplicación efectiva de los acuerdos intergubernamentales atinentes a la protección y conservación del ambiente y su equilibrio con la sociedad.
2) A la sociedad global
Llamamos a la promoción de una nueva cultura ambiental basada en los procesos educativos con el enfoque biocéntrico orientado a comportamientos que favorezcan una relación en la que el ser humano se reconozca a sí mismo como parte de la naturaleza y, al mismo tiempo, como un agente consciente y responsable de la vida en el planeta.
Proponemos la divulgación del conocimiento abierto y accesible para todos los ciudadanos del mundo con el fin de fortalecer la conciencia ambiental, facilitar el flujo de información, propiciar espacios adecuados para la toma de decisiones y acciones concretas en todas las escalas, desde lo local hacia lo global para ir superando el antropocentrismo.
Sugerimos reorientar el uso de las plataformas tecnológicas de comunicación masiva y, de esta manera, otorgarles el estatus de herramientas facilitadoras de la inclusión y la participación equitativa a favor de temas ambientales para lograr una sociedad más justa y solidaria.
Solicitamos oponerse abierta y firmemente a cualquier intento de mercantilizar lo vivo y la naturaleza y del uso comercial de lo verde como una forma de contribuir falsamente a la causa ambiental.
3) A las personas
Alertamos que ante el gran desafío que significa la supervivencia digna de la vida, no es suficiente el compromiso y la acción de los gobiernos, las instituciones y las organizaciones de la sociedad civil. También es necesario que las personas, cada una de ellas, cada uno de nosotros, emprendan y emprendamos de manera consciente, individual y colectiva, las acciones que hagan sustentable nuestro modo de vida.
Solicitamos compromiso para emprender proyectos culturales, educativos y productivos, así como todo lo que tengamos que hacer para mitigar y disminuir nuestra huella de carbono personal y colectiva, tal como lo viene proclamando el Consejo Indígena Madre Tierra y la Fundación Gaia de Costa Rica, alineadas con la meta país de carbono neutralidad.
Invitamos a todas las personas a concebir el planeta como una sola unidad viviente, el cual debe ser amado y cuidado como a una madre, y a utilizar su capacidad creativa para participar de forma activa en la evolución, según lo establecido en la declaración de principios para la evolución consciente de la Madre Tierra, acogida por el Consejo Indígena Madre Tierra y Fundación Gaia el 21 de diciembre del 2012.
Apoyamos solidariamente el proyecto “Senderos de Paz Madre Tierra”, que ya cuenta con el apoyo de la Universidad Nacional, la Nación Soberana Cherokee – Tejas, la AIESEC y Raleigh Internacional, para que las ocho etnias originarias de Costa Rica trabajen como una sola mano, para lograr la carbono neutralidad, rescatar y conservar sus tierras y sus bosques, con todo lo que ello implica, para el bien y la supervivencia de la humanidad.
4) Al sector empresarial
Exigimos implementar valores y conductas éticas y morales que protejan la naturaleza.
Solicitamos implementar tecnologías y procesos productivos efectivos que reduzcan los impactos al ambiente y a los seres vivos que la integran.
Los llamamos a promover entre los grupos de interés valores, actitudes y comportamientos pro ambientales.
Reclamamos aplicar responsablemente la normativa nacional e internacional en materia ambiental.
5) A la comunidad académica
Convocamos a comprometerse desde un punto de vista epistemológico, a pensar y producir conocimiento en una perspectiva socio ambiental, lo que implica reconceptualizar la vida a la luz de una nueva alianza entre naturaleza, ciencia y saberes culturalmente arraigados, lo que incluye un rescate de la ética para saber cuidar y saber escoger las mejores condiciones de vida en el planeta y en el universo.
Elegimos priorizar y promover investigaciones, grados curriculares e intervenciones interactivas con la sociedad que traduzcan esas nuevas orientaciones epistemológicas, metodológicas y sociopolíticas capaces de nuevos consorcios entre prácticas materiales, procesos de apropiación de lo material y nuevas interacciones simbólicas entre cultura y naturaleza.
Optamos por una universidad que busque nuevas asociaciones con lo local, lo regional, lo nacional y lo transnacional; para viabilizar y sustentar esa nueva epistemología académica, que incorpore en su identidad institucional los principios de la revalorización y democratización de los saberes sobre la naturaleza y la cultura de cada grupo social, pueblo y nación, revitalizándolos y devolviéndolos a sus cualidades esenciales.
Solicitamos reconstruir formas de producción de conocimiento para que éstas tengan: pertinencia cultural; valoración de nuestra memoria histórica; apertura al diálogo de saberes; reconocimiento de otras formas de conocimiento; creatividad e innovación para trabajar en contextos de limitación de recursos; y retroalimentación y orientación hacia un pensamiento propio latinoamericano.
Exigimos feminizar nuestras universidades potenciando el despliegue de la inteligencia, de la solidaridad, de la intuición, de la imaginación creadora, de la acogida, de la practicidad y de las relaciones de respeto entre los seres humanos, dimensiones olvidadas por nuestras tradiciones machistas.
Soñamos una universidad comprometida con su enraizamiento local y regional para revalorizar los intercambios nacionales, universales, multi-inter y transculturales; una universidad plural, multi-inter y transcéntrica, apoyada en una nueva pedagogía autoevaluativa e interactiva de sus prácticas, capaz de contribuir sustantivamente en la construcción de una nueva aproximación civilizatoria inter, multi y transcultural.
En representación de los participantes en la VI Conferencia de la Tierra firman:
-Chief Grey Wolf
Presidente de la Nación Soberana Cherokee – Tejas
-Giovanni de Farias Seabra
Presidente Internacional, Conferencia de la Tierra, Brasil