German Masís
El Ministerio de Agricultura y Ganadería estimó recientemente que la pandemia ha afectado la producción agrícola destinada al consumo interno en un monto cercano a ¢1.322 millones, luego de consultas hechas a los productores por los funcionarios de las oficinas regionales.
Ubicando la afectación por cultivo, señala que el mango, ha tenido una pérdida estimada de ¢350 millones, le siguen el plátano con ¢269,5 millones; la zanahoria con ¢250 millones; la leche con ¢156,8 millones; la cebolla y el ajo con ¢76 millones; y el queso con ¢ 63 millones.
También se encontraron pérdidas importantes en fresas, frutas, guayaba y otras hortalizas, además en empresas que producen para el Programa de Abastecimiento Institucional (PAI), que en el sector de cárnicos reportan ¢194 millones y en el de pollo y huevo, por ¢121 millones, para un total de ¢315 millones. (LN, Economía,17-4-20)
Esta afectación se debe principalmente a variaciones en la demanda y a cambios en las cadenas de distribución debido a las medidas de restricción que impone la pandemia, dijo el Ministro de Agricultura. (CRHoy,17-4-20)
No obstante, frente a la valoración de las pérdidas en actividades dirigidas al mercado interno, la principal preocupación debe ser profundizar en los efectos en los sistemas de producción de la agricultura familiar y en las alternativas que los pequeños productores y microempresarios están desarrollando para reestablecer la producción y el comercio agroalimentario.
Es oportuno recordar que en nuestro país hay más de 50 mil fincas ligadas a la agricultura familiar, que representan el 55% de las fincas dedicadas a la actividad agropecuaria (RedCostarricensedeAgriculturaFamiliar,2017) y que hay cerca de 76 mil productores por cuenta propia y microempresarios agrícolas (FAO,2011, p.12) que son los que garantizan la producción de alimentos y la seguridad alimentaria del país.
Así mismo, que estas unidades de producción familiar, aportan, el 85% de la producción de frijol, el 80% de la cebolla, el 75% de la de yuca, el 70% de la papa, el 70% de la de café, el 55% de la de leche y el 40% de la carne, siendo la principal y a veces única fuente de empleo e ingresos de la población rural. (Masís, G. 2018, p.229)
La importancia de este sector en el abastecimiento alimentario, torna urgente la implementación de estrategias para enfrentar la disminución de la demanda de productos y la reducción de los ingresos de las familias rurales.
En ese sentido, es satisfactorio conocer que los agricultores están impulsando acciones como el fortalecimiento de las rutas urbanas de comercio, el comercio virtual, la creación de nuevos espacios y ferias, pero también la reprogramación de las cosechas, la disminución de insumos y la articulación con otros productores para generar soluciones conjuntas a los efectos de la emergencia.