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Etiqueta: socialista

Notas sobre la Venezuela Bolivariana y Revolucionaria a partir del año 2021

Lic. José A. Amesty R.

La Revolución Bolivariana, inicia el 2 de febrero de 1999, por lo que en este año se celebran 21 años de Revolución. La actual escalada de asedio continuo, en múltiples áreas de la vida de la Nación venezolana, lleva al menos dos décadas por parte del imperialismo norteamericano, cuyos objetivos son: imponer un Golpe de Estado que ponga fin al Chavismo, y cerrarle las puertas a la posibilidad de una nueva y/o continua opción revolucionaria y socialista en América Latina, que se suponía muerta y enterrada.

Este cerco inmisericorde, es inevitablemente parte de la lógica revolucionaria, ya que cuando se trata de la creación de una sociedad nueva, de un hombre nuevo y una mujer nueva, hay que estar preparado para luchar toda la vida. La revolución es una trinchera sin fin. La revolución es permanente o no es revolución. Y este es el camino optado por Venezuela.

En este sentido, en este año nuevo y los siguientes, Venezuela debe corregir, enrumbar, replantear, redefinir algunos elementos importantes para su subsistencia revolucionaria y caminar hacia el horizonte pensado por su líder Hugo Chávez Frías. Así, mostramos algunas líneas-notas en torno al porvenir de la Venezuela Revolucionaria, si es que deseamos proseguir por ese camino.

Venezuela revolucionaria

No hay revolución sin brega revolucionaria. Toda revolución supone irremediablemente cambios, a veces dolorosos, de opciones y actitudes renuentes a los cambios.

En este sentido, a Venezuela revolucionaria, se le impone la necesidad de enrumbar el modelo socialista existente, lo que replantea echar mano a lo que, de una manera general, se deriva de los ideales socialistas revolucionarios; ahora con una visión más amplia de lo que fue desde sus inicios, al nutrirse en la actualidad de elementos pertenecientes a otros pueblos, culturas y grupos sociales. Más todavía cuando estos mismos pueblos, culturas y grupos sociales mantienen una lucha de resistencia prolongada, en contra de la exclusión, la explotación, la desigualdad y la miseria a que han sido condenados desde siempre, por el sistema capitalista, no importa cuál sea el rostro con que éste pretenda presentarse.

Así mismo, Venezuela debe corregir, lo que históricamente han sido las revoluciones: ninguna ha iniciado su proceso por los oprimidos, las masas como sujeto protagónico, independientemente de su apertura hacia ellos. Para que ésos sujetos, produzcan el colapso del régimen existente y para la toma del poder.

En otras palabras, se debe romper totalmente con la autoridad del Estado capitalista, que en algunos casos se encuentra intacta, y se debe desmoronar.

Hay que buscar que el pueblo venezolano, se sienta verdaderamente protagonista de su emancipación, se ha avanzado en este sentido, pero hay que profundizar aún más.

Ideología revolucionaria

No hay revolución sin ideología revolucionaria. La ideología como sistema de valores, creencias y principios que nos permite legitimar el orden social revolucionario, se sustenta en los factores emocionales del ser humano, el modelo de la revolución bolivariana se edifica sobre el sustento de la espiritualidad emocional que conduce a la conciencia.

Los pilares ideológicos de la revolución bolivariana, se deben preservar, a saber:

  1. Su fuente de inspiración: como punto de partida y emblema del nacionalismo, patria, soberanía y emancipación continental lo constituye el ideario de Simón Bolívar, fuente primaria que se complementa con el pensamiento de Simón Rodríguez y se refuerza con los postulados liberadores de Ezequiel Zamora. La fuente de inspiración es, también, el pensamiento rector de las masas populares de Hugo Chávez. Resalta en él, su apego al rescate de los valores patrios, la difusión constante de la historia nacional, su posición irreductible antiimperialista y la continuación de la obra de Bolívar orientada a la unidad latinoamericana.
  2. Los principios políticos: la concepción del poder popular y los cambios estructurales a nivel de las relaciones de poder, sociales y de producción. Como premisa, sobresale el postulado que señala que el gobierno revolucionario se transforma en instrumento del pueblo. Esto elimina el sistema cupular de la reforma representativa, sustituyéndolo por la democracia directa. Es decir, la participación del pueblo organizado en todos los procesos de la toma de decisiones para definir su propio destino.
  3. La base espiritual: se produce con base en el precepto derivado del cristianismo primitivo como lo es el bien común: la satisfacción de las expectativas más elevadas en lo moral, lo espiritual y lo material del ser humano, soportado en el amor al prójimo y la buena voluntad. Amor es el pregón de Cristo, primer revolucionario del mundo. El amor también era el motivo que hacía la fortaleza del Ché Guevara. La lucha revolucionaria sólo se justifica si se alcanza el amor fraterno entre los semejantes. La revolución para el Ché es amor. Y de amor entre los revolucionarios se fundamenta la palabra orientadora de Chávez.

También se debe beber de la ideología del Comandante Fidel Castro, cuando señala: “La lucha debe venir primero y la conciencia revolucionaria vendrá inevitablemente detrás con un ímpetu cada vez mayor”. El líder revolucionario consideraba un error alterar el orden de los términos, pues entendía la lucha de clases como “un vasto proceso de aprendizaje, una escuela irreemplazable”.

Señala además que, “sin propaganda no hay movimiento de masas, y sin movimiento de masas no hay revolución posible”. En este sentido, no se trata sólo de potenciar la agitación y la propaganda, hay otros elementos que cultivar, por ejemplo, la paciencia. “El gran secreto del éxito es saber esperar”, aprendió Fidel Castro de José Martí. El Comandante tenía claro que la lucha revolucionaria depende de la correlación de fuerzas, y que el objetivo es avanzar por etapas “sin quemarlas”. Sin generarse enemigos de modo inútil, ni enfrentarse contra todos a un tiempo. “Mucha mano izquierda y sonrisa con todo el mundo”, otra lección martiniana.

En síntesis, en la lucha revolucionaria, la ideología desempeña un rol importante.

Ejército revolucionario

No hay revolución sin ejército revolucionario. En el caso venezolano, no deben ser unas fuerzas armadas conservadoras, sino una milicia enteramente radical en lucha contra un imperio capitalista, esto lo han comprendido los altos mandos venezolanos, el problema está en los mandos medios y bajos, cuando se enfrentan en la lucha diaria a la inclemente posibilidad de ceder a la corrupción. Aquí hay que reforzar la formación sociopolítica y blindar una ética revolucionaria poderosa, como diría el Presidente obrero Nicolás Maduro.

Lo que sí hay que mantener es la premisa fundamental del líder Hugo Chávez: el pueblo hecho ejército. Hoy “el pueblo venezolano cuenta de nuevo con su ejército revolucionario, con su Ejército Libertador, el mismo de Bolívar, el mismo de Carabobo, impulsando junto al pueblo la revolución de Bolívar, porque la revolución nuestra es la de Bolívar, por Bolívar y para Bolívar”.

Recordando a Andrés Eloy Blanco, dice Chávez que “la democracia es como una nube: el agua es el pueblo, pero tiene por dentro un rayo, y ese rayo es el ejército, que cuando no ha de herir alumbra, y cuando alumbra con luz propia se une al agua”.

“Pueblo y ejército son como agua y luz, la fórmula del arco iris, camino rumbo al socialismo, la fórmula de la revolución”.

Como lo señala también el líder Diosdado Cabello, hay que ir conformando otros ejércitos, a la par del oficial como: los jóvenes que apoyan la revolución bolivariana, y que la mayoría se está preparando para su defensa ante cualquier ataque de la derecha capitalista. “Lo que ustedes están haciendo sobre tener su propia vocería es, quizás, el mayor avance de la revolución”, ese ejército de jóvenes dispuestos a defender la patria, de manera espontánea, esa Venezuela joven que no se arrodilla, que se niega a ser una patria indigna arrastrada a los gringos.

En síntesis, es la preparación de todo el pueblo para la guerra. Esta corresponde a una tradición y recoge una amplia experiencia histórica. Refleja la práctica militar revolucionaria y popular de muchos años. Es un paradigma que se nutre de la sabiduría militar popular acumulada en las guerras y los conflictos bélicos en que las masas explotadas debieron recurrir a la violencia y a las armas para contrarrestar estructuras de dominación política arbitrarias y sistemas económicos de extorsión que dan sustento a privilegios de minorías sociales y ocasionan la miseria de multitudes humanas.

A saber, procesos como: 1) La lucha guerrillera española contra la invasión napoleónica; 2) Las campañas militares lideradas por Simón Bolívar para romper la dominación colonial española y europea; 3) La revolución francesa; 4) la guerra de independencia americana, 5) las formulaciones y análisis de Karl Marx, F. Engels y V. Lenin; 7) las experiencias de la segunda guerra mundial; 8)La obra y la práctica de Mao Tse Tung, del partido Comunista Chino y de la revolución popular China; 9) Los aportes teóricos y estratégicos del general vietnamita Vo Nguyen Giap; 10) la experiencia de la revolución cubana, de su comandante Fidel Castro y de las Fuerzas Armadas de Cuba; 11) La lucha del movimiento guerrillero colombiano representado en las FARC, el ELN y los otros movimientos armados; 12) Los procesos de lucha armada revolucionaria en Nicaragua, El Salvador, Malasia y Filipinas, entre muchos otros.

Ética revolucionaria

No hay sociedad nueva sin Hombre y Mujer Nuevo. Las experiencias socialistas que se dieron a lo largo del siglo XX, intentaron poner en marcha un nuevo ideario, una nueva ética superadora de viejos vicios. Sucede, sin embargo, que más allá de extraordinarios logros en el campo socio-económico que obtuvieron estos proyectos (se terminó con la miseria crónica, con el hambre, con la marginación, se redujo considerablemente o se abolieron distintas formas de explotación, se redujeron tasas de morbi-mortalidad, la noche oscura de la postración y la ignorancia secular se iluminó), más allá de todo ello, la construcción del “Hombre y la Mujer nuevos” siguió siendo una agenda pendiente. ¿Por qué?

Porque la ética (es decir: la tabla de valores que rige la vida, la normativa social, la moral dominante en un momento histórico determinado) no se puede fijar por decreto, no cambia por un acto de voluntad. Es decir: no se puede ser “buena” o “mala” gente por decisión simplemente porque…. no hay “buena” o “mala” gente.

La realidad en las revoluciones es que, cuando efectivamente mejoran las condiciones objetivas de las grandes mayorías (también se construyen grupos privilegiados, burocracias con prebendas, a veces insultantes para el pueblo), llegándose a excesos increíbles como lo sucedido en algunos movimientos guerrilleros latinoamericanos donde problemas entre “comandantes” se dirimían a balazos: ¿quién es el más revolucionario?, mandándose a matar al “menos” revolucionario.

En Venezuela es una tarea inconclusa, que hay que abordar con toda la seriedad necesaria en este caso.

Cultura revolucionaria

No hay revolución sin cultura revolucionaria. Entre algunos de los problemas que debilitan la cultura revolucionaria están, según el líder Fidel Castro: las penurias materiales o las dificultades económicas, que sin dudas son extremadamente influyentes. Es cierto que ese debilitamiento puede ocurrir por un grupo de factores combinados, que van desde la influencia de la cultura globalizada y capitalista a través de sus infinitos canales de diseminación, la pérdida de los referentes, valores y paradigmas revolucionarios, erosionados por los errores y carencias propias, por la fiera batalla de ideas con el enemigo, y también, precisamente, como reflejo en la superestructura de problemas en la base económica no debidamente resueltos, o no suficientemente atendidos a tiempo, y que van ahondando paulatinamente la brecha entre la realidad y el discurso.

Cuando Fidel insiste, hasta la saciedad, en que hay que hacer que cada ciudadano del país adquiera una cultura general integral, está apostando por el desarrollo de las ideas y la conciencia como antídotos contra las asechanzas del enemigo y lo pernicioso de nuestros propios errores y nuestra propia soberbia. Un pueblo culto, ya se sabe, tienen conciencia de su libertad y es inconquistable. Un destacado papel en este campo juega, y han de jugar, los artistas e intelectuales revolucionarios, en cierta medida, la vanguardia de estos procesos culturales. Y podrán cumplir mejor sus misiones, en la medida en que ellos mismos, desde su arte, demuestren que poseen una elevada cultura general integral, de la que son piedras angulares la cultura histórica, la cultura política y el más profundo humanismo. “Las probabilidades de que surjan artistas excepcionales (profetizaba el Che, en 1965, en su luminoso ensayo “El socialismo y el hombre en Cuba” (serán tanto mayores cuanto más se haya ensanchado el campo de la cultura y la posibilidad de expresión”.

Sin duda alguna, la cultura revolucionaria venezolana, buscando al hombre y la mujer nuevas, debe constituir un elemento esencial para que perdure en el tiempo el modelo socialista. Debe buscarse una cultura general histórica, política al alcance de todos, propiciando el internacionalismo, el patriotismo, la defensa de nuestros principios, la solidaridad, la capacidad de sacrificio, la cohesión social, el optimismo colectivo, los momentos más brillantes y creativos de la propia política revolucionaria y socialista. De esta cultura depende, en grado sumo, la continuación de la Revolución.

Praxis revolucionaria

La praxis revolucionaria en Venezuela, está asociada directamente al fortalecimiento de la participación popular aunque, esencialmente, en su forma tradicional, o para decirlo de otra forma, a través de los limitados canales de la democracia representativa, y también, a través de un conjunto de organizaciones sociales y políticas propias que van encontrando nuevos espacios y van rompiendo viejos mitos y hábitos de los “viejos” tiempos de clandestinidad y de hostigamientos de los aparatos de represión y vigilancia de la anterior oligarquía dominante.

En este sentido, se ha avanzado mucho y se debe seguir avanzando para consolidar el Poder Popular, y a su vez, en otros ámbitos como el militar, político, tecnológico y económico, para producir otra variación cualitativa en el nivel de la formación ideológica.

Internacionalismo revolucionario

La solidaridad internacional es inseparable del quehacer revolucionario y de su vocación internacionalista. Durante decenios la izquierda latinoamericana ha mostrado una gran sensibilidad solidaria con proyectos revolucionarios y progresistas sometidos a la injerencia agresiva de Estados Unidos. Hoy la izquierda no puede vivir de espaldas a los movimientos reivindicativos populares, no importa cuáles formas adopten.

En este aspecto, la revolución bolivariana, debería avanzar mucho más de lo que ha hecho. Por supuesto, esta práctica solidaria, depende mucho en lo que avancemos en el campo de la ética, la cultura y la conciencia revolucionaria.

No obstante, debemos recordar que los sujetos de la práctica internacionalista son: las grandes masas excluidas, los sectores medio arruinados, los defensores de la vida y la naturaleza, las mujeres patriarcalmente y socialmente oprimidas, las etnias y nacionalidades oprimidas, discriminadas y marginadas, las comunidades abandonadas, las poblaciones bombardeadas o desplazadas, todos los sujetos dominados y oprimidos, todos los actores de las luchas contra la globalización neoliberal, y contra las diversas modalidades de expresión.

Más específicamente, las fuerzas del trabajo explotado, a sus dos géneros (masculino y femenino) sometidos con intensidad diferenciada por el capitalismo neoliberalizado, las fuerzas del trabajo expulsadas de la esclavitud asalariada, excluidas del sistema económico, lanzadas al desempleo, a la incertidumbre y al desamparo, la juventud que llega a la edad laboral y no encuentra fuente de trabajo remunerado, las mujeres ligadas al trabajo doméstico no remunerado, las mujeres súper-oprimidas por un capitalismo neoliberal y patriarcal, la diversidad social que integra el mundo de la llamada economía informal, los campesinos sin tierra y sin medios de producción, los pequeños y medianos propietarios o empresarios urbanos y rurales en proceso de ruina, los empresarios que producen para el mercado interno y han sido golpeados por la apertura y el impacto de las mal llamadas “áreas de libre comercio”, las etnias oprimidas y discriminadas y los pueblos originarios excluidos y maltratados, las naciones en proceso de recolonización, especialmente sus fuerzas sociales y políticas excluidas de las decisiones del poder dominante, la niñez abandonada y maltratada, los / as adultos mayores despreciados / as y abandonados / as, el llamado Tercer y Cuarto Mundo, excluidas sus elites privilegiadas, los y las protagonistas de las diversas corrientes culturales, artísticas, creativas afectados / as por la uniformidad cultural que se nos quiere imponer y por el totalitarismo ideológico en desarrollo, la gran parte de la humanidad afectada por la desertificación, la contaminación, el calentamiento de la Tierra, la depredación de su flora y de su fauna, y todo el deterioro ecológico en marcha, las diversas fuerzas sociales y políticas que reclaman participación poder de decisión, y cese del autoritarismo y de la exclusión política, entre otros.

Ya que, una estrategia imperial obliga a una estrategia revolucionaria continental y mundial, sin desmedro de la diversidad y las particularidades nacionales. Por lo que hay que coordinar, sincronizar, más las luchas. Hay que articular y darle más simultaneidad a los procesos liberadores en todo el continente y en todo el mundo. Hay que construir nuevos espacios para un internacionalismo revolucionario innovador, para una orientación común de la diversidad revolucionaria.

El internacionalismo de las cúpulas capitalistas del mundo, exige de un nuevo y revitalizado internacionalismo de todos / as los / as oprimidos / as y afectados / as. Si más global es el dominio del gran capital, más global deberá ser la respuesta necesaria para liberarnos de él.

Venezuela, escenario de una nueva ola transformadora, con sus procesos sumamente originales y esperanzados, pasan a ser blancos fundamentales del poder imperialista estadounidense asociado, por lo que necesita atender a las arriba notas modestas que hemos planteado, que son los enunciados principales del artículo de Luis Britto García “Son y sentido cubano”.

Finalmente, como señala Narciso Isa Conde, Venezolanos: no debemos tener miedo a ser felices, ni escatimar esfuerzos y sacrificios para conquistar el pan y la alegría, y merecernos el cielo prometido aquí en esta tierra, donde las oligarquías capitalistas se proponen seguir construyendo un paraíso para ellas, y un infierno para la inmensa mayoría de sus habitantes.

Huelgas Inquilinarias y Sindicatos de Desocupados

Vladimir de la Cruz

Las luchas sociales, las de los movimientos obreros y de trabajadores, tienen muchas formas de manifestarse y de realizarse. La historia universal, latinoamericana y costarricense es rica en estas experiencias de luchas.

Los movimientos sindicales, y sus luchas, surgieron especialmente en la segunda mitad del siglo XIX. Desde entonces existen y han contribuido, con sus luchas, movilizaciones y demandas, a desarrollar leyes sociales, leyes laborales, ampliar los conceptos de los Derechos Humanos, han contribuido a la gestación y desarrollo del Estado Social de Derecho y del Estado Social y Democrático de Derecho.

Carlos Marx, estudioso en esos años, del siglo XIX, del desarrollo del capitalismo, como un modo histórico de producción, en esa fase de nacimiento, de este régimen económico, social y político, pudo visualizar el carácter internacional de este sistema. Con ello señaló igualmente el carácter internacional de la clase capitalista, como una clase social aliada, en ese plano internacional, por las interrelaciones que establecían de producción, de comercio, de mercados, que establecía acuerdos para salvaguardar y acrecentar sus intereses económicos y políticos, y de explotación, y sobre explotación, de las clases trabajadoras.

Igualmente, valoró por ello, el papel que los trabajadores, de la clase obrera asalariada, tenía en ese proceso económico productivo, como factor generador de la riqueza social y de la acumulación de capital, a base de la explotación social que sufría organizadamente por las clases capitalistas. Y valoró a esta clase social en su papel estratégico en la lucha anticapitalista. No habían surgido las clases medias, ni el Estado y sus instituciones, ni el sector servicios, se habían desarrollado como lo hicieron en el siglo XX.

Esto lo llevó a visualizar el capitalismo como un sistema universal, igual su clase capitalista, en todas sus manifestaciones, como una clase universal que actuaba unitariamente y, por la misma razón, los trabajadores de todos los países eran a la vez una clase social universal, que se identificaba entre sí, como los capitalistas entre ellos, por la situación y posición que tenían en el proceso de la producción, por las relaciones sociales de producción que en los países capitalistas se daban, y por las condiciones de trabajo que los homogenizaba.

Así Calos Marx impulsó, en 1864, la Asociación Internacional de Trabajadores, como una gran organización internacional para agrupar a los distintos movimientos organizados de trabajadores, en sus sindicatos, sus Ligas de Obreros, y sus organizaciones políticas que se estaban desarrollando, en esa segunda mitad del siglo XIX, los Partidos Obreros Social Demócratas, los partidos Socialistas, y las organizaciones anarquistas, principalmente.

El objetivo de la Asociación Internacional de los Trabajadores fue la unidad internacional de sus luchas, la trasmisión internacional de sus experiencias de lucha y de organización.

La Asociación Internacional de Trabajadores, conocida como I Internacional, fue reprimida, sus dirigentes igualmente reprimidos y perseguidos por los distintos gobiernos europeos. Tuvo que trasladar su sede en varias ocasiones. Dio paso, todavía en vida de Carlos Marx, a la gestación de la II Internacional, que como organización llegó hasta la I Guerra Mundial.

La I Guerra la fragmentó a la clase trabajadora y sus organizaciones, por la posición que adquirieron los grupos obreros, en los diversos países, en torno al conflicto, donde no vieron las nuevas condiciones internacionales que se vivían a principios del siglo XX, y se pronunciaron unos a favor de participar en la guerra, y en apoyar a sus gobiernos, y otros en contra.

Si en época de Marx, y durante todo el siglo XIX se desarrolló el capitalismo, al finalizar el siglo XIX, desde 1890 hasta 1914, lo que estaba en desarrollo era su fase superior, la etapa del Imperialismo. Fue Vladimir Lenin, el gran líder del movimiento obrero y revolucionario ruso, el que señaló, estudió y puso en relieve esta nueva situación. Así analizó la I Guerra Mundial como una guerra inter imperialista donde se disputaban el control y dominación de áreas de materias primas estratégicas para los nuevos procesos industriales, regiones de mano de obra barata y mercados de colocación de productos caros, realizados con esta mano de obra barata y estas materias primas.

Los planteamientos de Lenin marcaron una orientación política correcta sobre lo que tenían que hacer las clases trabajadoras, oponerse a la guerra y tratar de acabar con los gobiernos que estaban en ese conflicto. Impulsó la organización política a nuevos niveles, constituyendo partidos políticos de nuevo tipo, entre ellos los comunistas, y le dio a la clase trabajadora organizada, derroteros claros para la toma del Poder, como objetivo fundamental de su lucha, lo que lo distinguió de otras corrientes políticas, que se consolaban con la representación parlamentaria y la elaboración de leyes, mientras Lenin proponía la instauración de un régimen socialista y comunista, especialmente al movimiento obrero ruso, desde 1903 hasta 1917, cuando logra triunfar, en Octubre de ese año, de acuerdo al viejo calendario Juliano, y en noviembre, de conformidad al Calendario Gregoriano, que estableció la Revolución Rusa, en febrero de 1918.

Con el triunfo comunista en Rusia, Lenin impulsó una nueva organización Internacional, la III Internacional, en 1919, con el propósito de unificar los intereses de los partidos comunistas, que la Internacional también impulsó y de los movimientos sindicales de ese momento, muchos de ellos desarrollados y dirigidos por partidos revolucionarios y comunistas. También existían organizaciones sindicales internacionales de otras corrientes políticas y religiosas.

La III Internacional llegó hasta principios de la década de 1940, cuando en el contexto de la II Guerra Mundial se disolvió, dando origen a nuevas organizaciones sindicales internacionales, con iguales propósitos, de trasmitir experiencias de lucha, de organización y de solidaridad.

En el contexto de la Guerra Fría se desarrollaron a niveles mundial, continentales y regionales organizaciones sindicales, de diversas orientaciones políticas, comunistas, socialistas, revolucionarias, socialdemócratas, socialcristianas etc.

La caída del Socialismo Mundial, la desintegración del sistema Mundial Socialista, debilitó, pero no hizo desaparecer estas organizaciones. Siguen existiendo en las condiciones histórico políticas surgidas a partir de 1991, de la globalización mundial, y de la organización capitalista internacional, en las nuevas condiciones desarrolladas desde esos años hasta hoy, con nuevos escenarios de luchas.

En su esencia los problemas de los trabajadores siguen siendo los mismos, los temas originales de lucha siguen vigentes, los salarios, los beneficios salariales, las pensiones, las jornadas de trabajo, las condiciones de seguridad e higiene ocupacional, las regulaciones de los trabajos de mujeres, menores de edad y de niños, hoy también la situación de los trabajadores migrantes, transfronterizos. A ellos se sumaron problemas sociales de los trabajadores, de sus condiciones de vida, de seguridad social, que se trataban de resolver desde las luchas obreras, que tradicionalmente han sido específicas de los centros de trabajo, fábricas, empresas públicas y privadas.

Las luchas sindicales, sus movilizaciones y su organización se dan, y siguen dando, en función de estos problemas. Hoy no están dirigidas por partidos políticos, como se hacía ampliamente antes de 1990, cuando estos partidos tenían bajo su control esas organizaciones sindicales.

Frente a una situación internacional como la pandemia del coronavirus, las organizaciones sindicales, especialmente europeas, están tratando de dar respuestas colectivas a la crisis, y situación de vida, que están sufriendo los trabajadores de cierre de empresas, cierre de actividades económicas, comerciales y de servicios, de desempleo, de reducción de jornadas, de teletrabajos y de regularlos, de reducción del trabajo empresarial, de asegurar que en estas condiciones no se rebajen salarios, que se den seguros de desempleo, de protección de los distintos sectores sociales de la población y que se estimulen las micros y pequeñas empresas, que se aseguren los fondos para estimular las distintas actividades económicas y productivas, que se atiendan políticas públicas que regulen los intereses en los pagos, que se establezcan moratorias en pagos de préstamos y alquileres, que los alquileres que se congelen en sus aumentos, que se congelen los precios de productos básicos, que se estimule la producción nacional y local etc.

En el siglo XX, a principios, en la década de 1920, en Panamá, se produjeron huelgas inquilinarias, de no pago de alquileres, bien organizadas, con bastante éxito, durante muchos meses, frente a una situación de crisis que condujo a una contracción de los salarios y los ingresos.

En Costa Rica no se han dado estas luchas, pero de agudizarse la situación económica social por el impacto y la prolongación de la paralización económica y de desempleo creciente en el país, y la falta de dinero por la cesación de trabajos, con la imposibilidad de que la gente tenga recursos económicos, si acaso más que para la comida básica, la huelga de pagos de alquileres puede ser inminente, posible y necesaria. La realidad dice que no se puede desahuciar, desalojar, a miles de personas y familias. Tal vez los tribunales tengan la capacidad para hacerlo pero el Estado ni la sociedad no la tienen para soportarlo, y los sectores ricos y acomodados del país tendrían una situación de inseguridad aguda de darse una situación como ésta.

El problema de los ingresos básicos, por subsidios, pagos de jornadas parciales, por bonos, por ayudas estatales y otras modalidades que puedan impulsarse frente a los desempleados existentes y crecientes, debe atenderse con urgencia, procurando asegurar la vivienda que se tenga y la canasta básica de alimentos para los afectados, de esta manera, por esta crisis.

A finales de la década de 1920 y hasta 1933 prácticamente, el impacto que provocó la Crisis Mundial de 1928-1929 que llegó en sus efectos, en Costa Rica, hasta 1934, con tres grandes huelgas, la bananera, las de trabajadores en Turrialba y otra en San José, generando, en esos años, casi un 13% de desempleo, que era desempleo real de familias completas, hizo surgir Sindicatos de Desempleados, que fueron muy importantes en las luchas sociales de esos días, y que igualmente contribuyeron a la gestación en 1931 del Partido Comunista de Costa Rica, siendo buena parte, esos desempleados, de su base social en esos primeros meses y años.

Como sindicatos de desempleados pasaban constantemente los trabajadores en manifestaciones de calle, con sus instrumentos de trabajo, machetes, palas, picos, principalmente, por el origen agrícola de esos trabajadores desempleados, provocando en una ocasión, mayo de 1933, un enfrentamiento con la policía con saldo de un muerto.

En esa época no había leyes, como hoy, que regularan los sindicatos. Por eso funcionaron los Sindicatos de Desempleados, como Sindicatos de la realidad que se vivía. La organización de los trabajadores puede encontrar formas para situaciones como estas hoy. Al menos las movilizaciones de desempleados sí pueden darse, es un derecho constitucional y ciudadano, una vez que se superen las restricciones, de reuniones públicas, impuestas por la pandemia, en caso de que su situación, la de los trabajadores se agudice, y tengan que movilizarse en busca de trabajo y protección institucional.

En España, en los últimos años del franquismo, las Comisiones Obreras, frente a la represión en las fábricas y centros de trabajo, para impedir la organización sindical, impulsaron con bastante éxito, la organización de los trabajadores de las fábricas en sus lugares de habitación, que generalmente eran alrededor de las fábricas y empresas. Con ello se lograba agitar dobles problemas, los de la fábrica y los de la barriada, que les eran comunes a los trabajadores. Así entraban a las fábricas desde el barrio, desde donde vivían los trabajadores.

A principios de la década de 1970, recién fundado el Partido Socialista Costarricense, intentamos, yo participé en ese esfuerzo, hacer algo parecido, que resultó sin éxito, porque aquí no había barrios obreros alrededor de fábricas, donde los trabajadores de esas fábricas vivieran a la par de ellas. Al contrario, trabajadores que vivían en Curridabat trabajaban en Pavas, o de Desamparados también se trasladaban a otras regiones largo de sus casas. No fue posible articular luchas en este sentido.

Los barrios de trabajadores, cercanos a parques industriales, no necesariamente tienen esta particularidad hoy. Los multifamiliares y condominios que se construyen cerca de las zonas francas, y parques industriales, no son para la clase obrera, que trabaja en esos amurallados centros empresariales, generalmente son para funcionarios medios, jóvenes profesionales, y cuadros calificados, sin ningún interés sindical, donde muchos se desempeñan en las áreas de servicios que se ofrecen desde allí.

El Partido Comunista, Vanguardia Popular, durante muchos años, prácticamente desde su fundación, pero especialmente en los años de la clandestinidad, en la década de 1950 hasta los 70s, desarrolló con bastante éxito las Juntas Progresistas, algunas muy poderosas por sus dirigentes, que gozaban de un buen apoyo vecinal, y por las luchas comunales que daban. Frente a ellas el Partido Liberación Nacional impulsó, con el apoyo del Estado y sus instituciones, la Dirección Nacional de Desarrollo de la Comunidad, creando las organizaciones vecinales alternas, copando esas luchas desde el Estado, y debilitando la influencia comunista en ese tipo de organizaciones y en las comunidades.

Frente a la situación que estamos viviendo urgen políticas nacionales, urge que en ellas se tomen en cuenta a todos los sectores políticos y sociales organizados, en procura de impulsar soluciones de común acuerdo, cediendo todos los sectores proporcionalmente en su capacidad de ingresos y su capacidad económica.

De la misma manera como a nivel internacional se abordan políticas de todos los países para enfrentar la pandemia de manera coordinada, a nivel nacional se debe actuar de manera similar.

Urge fortalecer a los pequeños y microempresarios. Esta es la clave. En su defensa y seguridad está la del resto de los trabajadores. Hay que atender el sector agrícola nacional, nuestra soberanía agrícola, y la seguridad alimentaria del país, sobre todo cuando alrededor de productos fundamentales la producción en el país anda alrededor del 50%. Las economías locales y los sectores productivos nacionales hoy son estratégicas.

En la defensa de la Gran Clase Media nacional, incluida la clase media empresarial, pequeños y micros empresarios y emprendedores, está la defensa de todos los trabajadores, de los sectores pobres y de los sectores en extrema pobreza. No es golpeándola en sus ingresos, salarios y pensiones, en la reducción o eliminación de su beneficios sociales y laborales. Es en asegurar sus ingresos de manera decente, decorosa y digna.

La situación de encadenamientos mundiales, que se ha puesto a prueba con la Pandemia, puede hacer que países como el nuestro, Costa Rica, se vuelvan más estratégicos para las grandes inversiones extranjeras, por la amplia calidad de estudios de nuestra población y de los jóvenes, por la cercanía geográfica y de las rutas de transporte aéreas y navieras, con los Estados Unidos que sigue siendo nuestro principal socio comercial. También está México y Canadá, y la misma región centroamericana que sigue teniendo un peso importante en nuestras exportaciones. Si de productos nacionales se trata, tenemos una canasta de exportación de casi 5.000 productos. Esto hay que fortalecerlo para el consumo interno y para fortalecer al productor nacional, y asegurar al consumidor nacional.

La pandemia ha demostrado la fortaleza y el papel estratégico de instituciones estatales, especialmente las vinculadas a la seguridad social y la salud pública. No es momento para debilitarlas. Es necesario fortalecerlas, ampliarlas en su proyección nacional hasta donde sea posible.

El Coronavirus llegó para quedarse como otros virus lo han hecho, y convivimos con ellos. Hay que prepararse para que un paro similar como el que se está viviendo no vuelva a ocurrir. Otros virus nuevos pueden aparecer de manera similar. Hay que estar preparados, y bien preparados. Lo que no debe ocurrir es que estemos desprevenidos para situaciones similares.

Enviado a SURCOS por el autor.