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Etiqueta: solidaridad

Foro: “Seguridad social y la CCSS: situación actual y desafíos futuros”

El 19 de junio de 2025 se llevó a cabo el foro “Seguridad social y la CCSS: situación actual y desafíos futuros”, organizado por la Academia Nacional de Ciencias (ANC) y transmitido a través de su canal de YouTube.

En este espacio, especialistas en salud y política social analizaron el estado actual de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), y ofrecieron distintas perspectivas sobre su sostenibilidad financiera, la cobertura universal de salud y los desafíos institucionales que enfrenta la seguridad social en Costa Rica.

La primera exposición del foro, titulada “El seguro de salud de la CCSS: la solidaridad, universalidad y equidad en disputa”, presentada por la Dra. Ana Sojo Martínez, abordó la relevancia de estos principios como pilares de la seguridad social en Costa Rica.

Se enfatizó que, a diferencia de los seguros privados, el sistema de salud público redistribuye beneficios de manera intrapersonal y comparte riesgos individualmente, lo cual refuerza su carácter solidario.

La Dra. Sojo también advirtió sobre los intentos de debilitamiento institucional durante la administración Chaves, mediante medidas como el desfinanciamiento, la introducción de copagos y el aumento del gasto de bolsillo en salud. Finalmente, señaló la urgencia de saldar la deuda estatal acumulada con la Caja y de realizar inversiones en infraestructura para asegurar la sostenibilidad del sistema.

Seguidamente, el Dr. Luis Rosero Bixby presentó la ponencia: “El enorme reto de la demografía a la seguridad social en Costa Rica”, en la cual analizó el impacto del envejecimiento poblacional sobre la sostenibilidad del sistema. Señaló que, aunque la población costarricense se mantendrá alrededor de los cinco millones en las próximas dos décadas, podría comenzar a disminuir entre 2050 y 2075.

Esta transformación demográfica plantea serios desafíos financieros. Ante este panorama, el Dr. Rosero propuso medidas como que las personas pensionadas paguen seguro de salud, establecer un impuesto a las rentas de activos, aplicar un impuesto al valor agregado y aumentar la edad de retiro.

La presentación del Dr. Carlos Zamora Zamora “Las listas de espera en la Caja” abordó uno de los problemas más visibles del sistema de salud costarricense. Se presentaron cifras alarmantes: más de 34,000 personas en espera de una cita con un especialista, 72,300 para una cita diagnóstica y 19,000 para una cirugía.

Al comparar con datos de hace 25 años, se evidenció un aumento considerable en los tiempos de espera. El Dr. Zamora enfatizó que este fenómeno no es una consecuencia inevitable de la cobertura universal, sino el resultado de decisiones administrativas y una gestión ineficiente. Como posibles soluciones, propuso un uso más eficaz de los recursos disponibles y la implementación de una planificación estratégica a largo plazo.

Finalmente, la Dra. María Luisa Ávila Agüero en su exposición: “La Caja Costarricense de Seguro Social: Perspectivas desde la Salud Pública” analizó los retos actuales de la CCSS desde una mirada integral. Señaló la grave escasez de especialistas en áreas clave como oncología, geriatría y psiquiatría, y subrayó la urgencia de fortalecer la formación profesional y ofrecer mayores incentivos docentes.

Además, expuso preocupantes datos sobre el estado de salud de la población: un 34 % de las personas adultas presenta obesidad y un 50 % mantiene un estilo de vida sedentario. La Dra. Ávila también indicó que la pandemia de COVID-19 erosionó la confianza en las instituciones de salud, lo cual hace aún más necesario reforzar el primer nivel de atención Finalmente, enfatizó que mejorar la salud pública requiere intervenir también en los determinantes sociales.

Mediante el siguiente enlace puede acceder a la grabación del foro:

Partido Vanguardia Popular protesta contra la intimidación al SITRAA

El Partido Vanguardia Popular dirigió una carta al señor Mario Rodríguez Bonilla, secretario general del Sindicato de Trabajadores del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (SITRAA). El documento inicia expresando su preocupación ante los mecanismos de intimidación que se han instalado en la administración de Acueductos y Alcantarillados (AyA). Asegura que dichas acciones, impulsadas por figuras como María Alejandra Mora Segura, Álvaro Sibaja Collado y Salvador Orozco, han generado una atmósfera de autoritarismo frente al ejercicio del sindicalismo. Entre los argumentos que menciona el partido se encuentra la denuncia de la criminalización del libre ejercicio del sindicalismo.

Se menciona que estas prácticas encontradas en la institución no solo constituyen una violación directa a los derechos humanos, sino que además se presenta como el resultado de discursos de odio y violencia desde las autoridades institucionales. Así, la carta pone en evidencia una situación de alerta en cuanto a la transgresión de compromisos internacionales, como los Convenios de la OIT ratificados por el estado. El Partido Vanguardia Popular, condena con firmeza las actitudes antidemocráticas que se han evidenciado. La carta señala que las prácticas de abuso e intimidación buscan desmantelar el derecho a la libertad de reunión, un pilar esencial del movimiento sindical en Costa Rica. Este ataque sistemático se presenta como una amenaza a la integridad del sindicalismo.

En un gesto de solidaridad, el documento reafirma el compromiso del partido de apoyar al SITRAA en todo el ámbito jurídico. Esta postura refuerza la idea de que la justicia y el respeto a los derechos fundamentales deben prevalecer en cualquier institución. La carta destaca, de manera reiterada, el compromiso del Partido Vanguardia Popular en la defensa de los derechos sindicales.

Por último, la carta se convierte en un llamado a la acción frente a prácticas antidemocráticas que amenazan los derechos laborales y humanos en Costa Rica. Al denunciar mecanismos de intimidación y criminalización del sindicalismo, el documento invita a la reflexión sobre el estado de la democracia y la necesidad de reforzar la libertad de reunión y la justicia.

¡Solidaridad con el pueblo panameño! SiUNED

Comunicado

Pronunciamiento del Sindicato Unitario de la UNED. Las personas trabajadoras de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) de Costa Rica reunidas en Asamblea General del Sindicato Unitario de la UNED (SIUNED) el 27 de mayo de 2025, expresamos nuestra solidaridad con el pueblo panameño y en especial con las personas trabajadoras de la Universidad de Panamá en su lucha contra las reformas a la seguridad social y por la soberanía nacional.

Exigimos el cese de la represión y la persecución a las personas dirigentes sindicales, libertad inmediata a los presos políticos, al dirigente Genaro López, y el respeto a los Derechos Humanos.

“Nos solidarizamos con la lucha del pueblo panameño”

Giorgio Trucchi con Maikol Hernández

Dura condena a los despidos arbitrarios de Chiquita Panamá

La Federación Nacional de Trabajadores de la Agroindustria, Gastronomía, Hotelería y Afines (Fentragh) de Costa Rica acuerpó de forma contundente la lucha que el pueblo panameño lleva adelante contra la reforma de la seguridad social, la expansión minera y la intervención estadounidense en el país. Asimismo, condenó con dureza los despidos ilegales de Chiquita Panamá.

“Desde Fentragh nos solidarizamos con la lucha del pueblo panameño frente a la implementación de la ley 462, por medio de la cual el gobierno ha impuesto un modelo regresivo de jubilaciones”, explicó a La Rel, Maikol Hernández, secretario general de la Federación.

“También hacemos nuestras las protestas en defensa del medio ambiente, una vez más amenazado por la minería y la usurpación de territorios originarios”, agregó.

El dirigente sindical condenó la violencia de las fuerzas policiales y militares contra la protesta pacífica de los trabajadores, que exigen un retiro digno y que defienden la soberanía nacional ante el intervencionismo del gobierno de Donald Trump.

La brutalidad de Chiquita

Ante el despido arbitrario e ilegal de miles de trabajadores y trabajadoras de las plantaciones bananeras de Chiquita Panamá, el secretario general de nuestra afiliada condenó las políticas antiobreras de la transnacional.

“Es lamentable ver que, una vez más, la transnacional Chiquita Brands, ahora de capital brasileño, y su subsidiaria en Panamá, se presten a los intereses corporativos financieros de desmejorar los derechos de jubilación y retiro”, manifestó.

“Además –continuó– castiga la lucha sindical con despidos masivos y la amenaza de abandonar operaciones en la zona de Bocas del Toro. Algo que no puede considerarse como un hecho aislado, sino en continuidad con la que ha sido la historia trágica de violencia, caos, sangre y muertes que en el pasado caracterizó la nefasta United Fruit Company”.

Ante la gravedad de la situación en Panamá, y en especial en los territorios de los pueblos originarios, Fentragh expresó sus mayores muestras de respeto y solidaridad con el sindicato bananero.

“Nos solidarizamos con los compañeros y compañeras del Sitraibana, que hoy enfrentan la despreciable amenaza de Chiquita de despedirles por el único motivo de defender sus derechos.

Un abrazo a los honorables hermanas y hermanos de los pueblos originarios Ngäbe-Buglé, a quienes, una vez más, el gobierno y los empresarios pretenden robarles sus derechos.

Desde Costa Rica y la gran familia de la UITA –concluyó Hernández– nos solidarizamos con la lucha de la clase trabajadora panameña.

¡NO a la ley 462, NO a la minería, ¡NO a la explotación de Río Indio!”.

Foto: Gerardo Iglesias

Carta Abierta del Centro de Amigos para la Paz – Llamado a rechazar la violencia en todas sus formas

San José, Costa Rica
19 de mayo de 2025

Desde el Centro de Amigos para la Paz (CAP), nos dirigimos al pueblo costarricense con profunda preocupación por el clima de división y violencia que se ha intensificado en nuestro país. Como organización comprometida con la promoción de la paz, la justicia social, la no violencia y los derechos humanos, sentimos la responsabilidad de alzar nuestra voz en momentos en que los valores fundamentales de nuestra sociedad se ven amenazados.

El CAP fue fundado el 25 de octubre de 1983 por un grupo de personas inspiradas en los principios de la Sociedad Religiosa de los Amigos y del bien común, conocidos como cuáqueros. Aunque nuestra organización no está liderada exclusivamente por cuáqueros, compartimos y promovemos sus valores esenciales: la paz, la verdad, la igualdad y la simplicidad. Nuestro objetivo ha sido, desde el inicio, facilitar la comprensión humana y buscar la resolución pacífica de las diferencias personales, comunales, sociales y políticas, tanto a nivel nacional como internacional.

En este contexto, nos preocupa profundamente el llamado a la confrontación y la retórica belicosa que hemos escuchado por parte del actual presidente de la República. Sus declaraciones y acciones parecen desconocer la idiosincrasia pacifista que ha caracterizado a Costa Rica a lo largo de su historia. La ausencia prolongada del presidente del país durante 36 años podría explicar, en parte, su desconexión con los valores y sentimientos del pueblo costarricense.

Es especialmente alarmante cómo se ha instrumentalizado el descontento de las poblaciones más humildes y vulnerables, históricamente marginadas por el Estado, haciéndoles creer que la violencia es la solución a los problemas de corrupción y desigualdad que enfrentamos. Esta manipulación no solo es injusta, sino que también pone en riesgo la cohesión social y la paz que tanto valoramos.

Los conflictos fratricidas, aquellos que enfrentan a hermanos contra hermanos, han demostrado ser devastadores en múltiples contextos históricos. Costa Rica no debe seguir ese camino. Debemos recordar que la verdadera fortaleza de nuestra nación radica en la unidad, el diálogo y la búsqueda conjunta de soluciones pacíficas a nuestros desafíos. En este sentido, rescatamos también el valor del consenso, un principio fundamental de la tradición cuáquera y de la democracia costarricense, que promueve la escucha activa, el respeto mutuo y la construcción colectiva de decisiones justas.

Hacemos un llamado a todas las personas, organizaciones y autoridades a rechazar la violencia en todas sus formas y a trabajar juntos por una Costa Rica más justa, equitativa y en paz. Es momento de retomar el camino del entendimiento mutuo, la empatía y la solidaridad.

Con esperanza y compromiso,

Centro de Amigos para la Paz (CAP)
San José, Costa Rica

La trampa de la diversidad: inclusión sin comunidad en tiempos de híperindividualismo

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez Núñez

Vivimos en una época en la que la inclusión, la diversidad y el respeto a las diferencias se han convertido en banderas incuestionables del discurso político, educativo y mediático, al menos en Occidente. Sin embargo, tras esta retórica aparentemente progresista, se esconde una transformación profunda que pocos ven y, en muchos casos, perversa del significado de lo colectivo y común. El discurso de la inclusión ya no construye comunidad: paradójicamente, la disuelve.

La diversidad, entendida como el reconocimiento de las diferencias, ha sido instrumentalizada para fortalecer una lógica de híperindividualización, donde el sujeto ya no se piensa como parte de un conjunto, sino como una entidad aislada, portadora de una identidad personal e intransferible, un triunfo innegable del liberalismo, sin lugar a dudas. En este nuevo paradigma, el “todos”, que en otros tiempos evocaba la noción de pueblo, clase, sociedad o comunidad, ha sido vaciado de contenido común para convertirse en una suma de particularidades irreconciliables, una sociedad atomizada por completo en nombre de la inclusión. En un lenguaje orwelliano, ese “todos” en realidad significa “cada uno por su cuenta”.

Pero antes de proseguir con mi argumento, es necesario hacer una aclaración dirigida a las mentes suspicaces que podrían apresurarse a tacharme de cavernícola: no estoy en contra de la diversidad. Todo lo contrario. La diversidad auténtica es una dimensión esencial de la condición humana y de la naturaleza misma, lo tengo absolutamente claro. Las sociedades humanas siempre han sido diversas: en lo cultural, lo lingüístico, lo espiritual, lo corporal, lo afectivo. Y esa diversidad, cuando se integra en un proyecto común, ha sido históricamente una fuente de riqueza, creatividad y transformación.

Lo que cuestiono con firmeza es el uso instrumental, distorsionado y perverso de la diversidad como táctica para desviar la atención de las verdaderas luchas ideológicas y de las grandes causas comunes de la humanidad. Se trata de una estrategia, conocida popularmente como cultura woke, que busca desarticular las formas de organización colectiva y aplicar modelos de ingeniería social con fines que no son ni humanistas ni realmente inclusivos. Todo lo contrario: su propósito último es erosionar el tejido social desde dentro, destruir los lazos comunitarios y, con ello, la soberanía misma de los pueblos.

La trampa radica en que esta exaltación de las diferencias no necesariamente se traduce en solidaridad, justicia o equidad. Por el contrario, muchas veces se convierte en una forma sofisticada de fragmentación social, disfrazada de sensibilidad cultural. Las luchas identitarias, aunque puedan ser legítimas, son cooptadas por el modelo neoliberal que las convierte en nichos de mercado, algoritmos de consumo o causas momentáneamente virales. Se promueve la visibilización, pero se evita la transformación estructural. Se exige reconocimiento, pero no redistribución. Se celebra la identidad, pero se olvida el vínculo.

Esta lógica opera en perfecta sintonía con lo que Zygmunt Bauman denominó “modernidad líquida”: un tiempo en el que las relaciones humanas, las identidades y los compromisos son frágiles, temporales y fácilmente reemplazables. En este contexto, la inclusión ya no es una apuesta por el nosotros, sino una forma de manipular la diversidad sin cuestionar el orden establecido. Se administran diferencias como si se tratara de productos culturales en exhibición, sin generar espacios reales de encuentro, conflicto constructivo o elaboración colectiva de sentido, eso es lo que menos les importa.

Así, el discurso de la inclusión puede operar como un sofisticado dispositivo de control. No es casual que provenga con tanta fuerza de las grandes potencias occidentales. Aunque hoy Estados Unidos parece haber tomado cierta distancia del tema, basta con revisar el papel de las administraciones demócratas, su política exterior y su retórica sobre la diversidad para comprender que, de emancipador o revolucionario, este enfoque tiene poco o nada. Se trata, en realidad, de una lógica que divide para visibilizar, visibiliza para pacificar, y pacifica para preservar el statu quo; en otras palabras, una estrategia de hegemonía pura y dura. En lugar de empoderar sujetos históricos capaces de transformar su realidad, fabrica consumidores identitarios encerrados en etiquetas. En vez de construir comunidad, produce burbujas cada vez más fragmentadas y fácilmente gestionables desde el poder. La izquierda cayó en este juego sin darse cuenta, y ahora no sabe, o no puede, salir de él. He aquí una manifestación más de la crisis del pensamiento moderno.

Ante este panorama, urge recuperar una política del nosotros. Una política que no niegue las diferencias, pero que las integre en un proyecto común. Una política que comprenda que la verdadera inclusión no es solo representar a todos, sino construir con todos. Que sepa que sin lazos no hay sociedad, y sin sociedad no hay emancipación posible. El desafío no es menor. Implica reconstruir los vínculos debilitados, recuperar el valor de lo público y reimaginar un horizonte compartido más allá del espejo de nuestras singularidades. Porque una sociedad no se construye solo con identidades reconocidas, sino con sujetos dispuestos a convivir, a solidarizarse y a luchar juntos por algo más grande que sí mismos.

Narcotráfico y pobreza

«Mientras haya pobreza en el mundo habrá narcotráfico. Mientras siga siendo ilegal y los Estados abandonen a las clases sociales marginadas, este negocio seguirá existiendo. La única vía para hacerlo desaparecer es mediante la educación”.

Esta frase la pronunció el hijo del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, al presentar el documental: “Los pecados de mi padre” en el Festival de Cine de Guadalajara en México. El hijo de Pablo Escobar lleva consigo vivencias de poder, opulencia y lujo, pero también de persecución, violencia y dolor.

La frase que describe el narcotráfico la podemos resumir en tres palabras, que son tres caminos para combatirla: solidaridad, educación y legalización.

Solidaridad: Afirma que la pobreza es una de las razones por las que se da el narcotráfico, es decir que combatiendo la pobreza se combate el tráfico de drogas y toda la violencia que encierra. Esta conclusión sacude a los políticos, acostumbrados a plantear solo medidas policiacas y represivas para combatir el tráfico de drogas. En la medida que los gobiernos se solidaricen con las clases sociales más pobres, en esa misma medida están combatiendo este flagelo.

Ilegalidad: El tema de legalizar las drogas es polémico, unos están convencidos que es el camino correcto, a otros los asusta el hecho de pensar, que se puedan conseguir drogas en cualquier parte y libremente. Lo que es cierto es, que la prohibición que tienen las drogas eleva el precio muchísimas veces, por las dificultades que tienen los productores de colocarlas en el mercado. Si se prohibiera el alcohol y el tabaco, que son drogas, pero legales, los precios se elevarían muchísimas veces debido a la dificultad de conseguirlas.

Educación: cada vez más personas se convencen que la educación es el otro camino para combatir el narcotráfico. Si los niños, niñas, adolescentes y jóvenes conocen a fondo, los tipos de drogas y los impactos físicos, sicológicos y sociales que causan, estarían menos tentados a probarlas. Es decir, si las nuevas generaciones son educadas en el conocimiento de la drogadicción, habría menos “clientes” o consumidores por lo que vender droga, no sería el negocio brillante que es hoy y que tienta a muchos.

Si pensamos en un país que se preocupa por la gente menos necesitada destinando recursos para ofrecerles más oportunidades y sacarlos de la pobreza; si ese país destina una buena cantidad de recursos a educar a la población en el conocimiento de la drogadicción a tal grado que ni regalada la quieren, podríamos ser que ese país que poco a poco se libere de las adicciones y por tanto del tráfico de drogas.

Los tres caminos, solidaridad, educación y legalización deberían ser estudiados a fondo por los que ostentan el poder, podrían ser las tres llaves para terminar con el narcotráfico y las funestas consecuencias.

Francisco: el Papa de los trabajadores, los migrantes y los marginados

Frank Ulloa Royo

Frank Ulloa | Foto: Gerardo Iglesias | Rel UITA

El Papa Francisco ha sido una de las figuras más influyentes en la defensa de los derechos humanos, especialmente en lo que respecta a los trabajadores y migrantes. Su visión se ha centrado en la justicia social y en la dignidad del trabajo, llamando a la Iglesia a ser un refugio para los más vulnerables. Sin embargo, dentro de la misma institución eclesiástica, sus ideas sobre el trabajo y los derechos laborales no siempre han sido plenamente acogidas.

En Costa Rica, la Iglesia ha promovido el solidarismo a través de instituciones como la escuela Juan XXIII, lo que ha generado tensiones con los sindicatos tradicionales. A pesar de que el Catecismo de la Iglesia Católica enfatiza la importancia de la justicia social y la dignidad del trabajo, la falta de una postura clara en favor de los sindicatos y los derechos laborales podría interpretarse como un pecado de omisión. Francisco ha insistido en que la Iglesia no puede permanecer en silencio ante la explotación y el sufrimiento humano.

En su mensaje a la Conferencia Internacional del Trabajo en 2021, el Papa afirmó: «Busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común, una base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la creación.»

Asimismo, en un Encuentro Internacional de Organizaciones Sindicales, instó a los dirigentes gremiales a actuar con solidaridad y justicia, diciendo: «Sindicato es una palabra bella que proviene del griego dikein (hacer justicia), y syn (juntos). Por favor, hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados.»

El contexto actual refuerza la relevancia de su mensaje. La crisis migratoria en América Latina y el Caribe ha sido un tema central en su discurso, instando a la Iglesia a trabajar activamente en la protección de los derechos de los migrantes. En Costa Rica, la Conferencia Episcopal ha abordado la problemática migratoria, destacando la necesidad de una respuesta humanitaria y pastoral ante el creciente flujo de personas en tránsito.

La deuda social de la Iglesia con los sindicatos y los trabajadores sigue siendo un tema de debate. Francisco ha dejado en evidencia la necesidad de una mayor coherencia entre la doctrina social de la Iglesia y su acción concreta. En este contexto, su mensaje sigue siendo un llamado urgente a la justicia, la solidaridad y la acción colectiva.

Una Iglesia encerrada en sus templos o en salida hacia los marginados

El legado del Papa Francisco trasciende su tiempo en la Iglesia y se convierte en un desafío para las nuevas generaciones de católicos. Su indignación ante una Iglesia encerrada en sus templos, alejada de los más necesitados, fue una constante en su pontificado. Francisco no solo predicó la necesidad de salir a las periferias, sino que exigió una acción concreta, una Iglesia que no se limite a la comodidad de sus estructuras, sino que se ensucie las manos en el servicio a los marginados.

«Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (Evangelii Gaudium, 2013). Con estas palabras, dejó claro que la misión de la Iglesia no es la autoconservación, sino la entrega total a quienes sufren.

Su fallecimiento marca el fin de un papado que sacudió las estructuras tradicionales y desafió a los fieles a vivir el Evangelio con autenticidad. La crisis migratoria, la explotación laboral y la indiferencia ante el sufrimiento humano fueron temas que abordó con firmeza, instando a la Iglesia a no permanecer en silencio. En Costa Rica y en el mundo, su mensaje sigue resonando como un llamado urgente a la acción.

Ahora, la responsabilidad recae en la nueva generación de católicos. ¿Responderán al desafío de Francisco? ¿Serán capaces de construir una Iglesia que no solo hable de justicia, sino que la practique? Su legado no es solo un recuerdo, sino una tarea pendiente. La Iglesia debe decidir si sigue encerrada en sus templos o si finalmente sale a buscar al necesitado, como él lo pidió.

Costa Rica: Construyendo juntos un futuro solidario y democrático

Carlos Hernández / Cokomal / Redess

Costa Rica enfrenta un momento crucial de su historia, donde la crisis democrática, económica y la violencia generada por el narcotráfico exigen respuestas profundas y estructuradas. Las aspiraciones de los movimientos sociales de equidad, justicia y participación han sido golpeadas por cuatro décadas de predominio neoliberal y creciente desigualdad.

Desde la economía solidaria, no solo es posible replantear el modelo económico actual, sino también generar una articulación social que construya un pacto inclusivo capaz de integrar la diversidad de sectores ciudadanos.

La urgencia de un pacto social en Costa Rica

La economía solidaria, por su propia esencia, reconoce que el desarrollo económico debe estar ligado a la cooperación entre distintos actores sociales. Sin embargo, para que esta visión se traduzca en políticas efectivas y en una transformación real, es fundamental la construcción de un pacto social.

Este pacto no puede ser impuesto desde las élites ni responder únicamente a una agenda política económica. Debe ser el resultado de la convergencia de diversas voces: comunidades organizadas, sindicatos, asociaciones de trabajadores, academia y movimientos sociales que, en conjunto, defienden una patria digna y solidaria.

Un pacto social fortalecería las bases de una democracia real, alejándose de la plutocracia y la corrupción que han desfinanciado los programas públicos esenciales. La educación, la salud, la vivienda y el medio ambiente han sido sacrificados bajo una lógica de acumulación desmedida, mientras que la riqueza se concentra en sectores con capacidad de influencia sobre las decisiones políticas.

Un pacto social permitiría recuperar la soberanía de lo público, garantizando que la economía esté al servicio de la sociedad y no de unos pocos.

Expresión de la diversidad social: hacia una construcción participativa

Uno de los principios fundamentales de la economía solidaria es la diversidad. Un pacto social debe reconocer y dar voz a las distintas realidades que conviven en el país: los pequeños productores rurales, los trabajadores informales, la asociatividad en los territorios rurales y urbanos, los emprendimientos sociales y el movimiento ambientalista.

La articulación de estos actores es clave para generar respuestas desde abajo, desde quienes viven y resisten los efectos de la crisis en su cotidianidad.

La construcción de este pacto debe partir de procesos de participación activa, donde los sectores marginados por el modelo neoliberal recuperen poder de decisión y capacidad de incidencia. No es suficiente diagnosticar los problemas del país: es urgente que las comunidades diseñen alternativas y ejerzan su derecho a transformar la realidad.

Hacia una Democracia Solidaria y Activa

Costa Rica debe decidir si continúa caminando al borde del abismo o si encuentra un camino hacia la construcción de una vía de justicia social, inclusión y soberanía. La economía solidaria no es simplemente una alternativa económica, sino una opción de vida, donde los valores de equidad, justicia y colaboración sean la base de un nuevo modelo social.

El pacto social es la clave para restaurar la confianza ciudadana y recuperar la soberanía popular. No podemos permitir que la plutocracia continúe definiendo el destino del país. La oportunidad de cambiar el rumbo sigue vigente, pero solo será posible si la diversidad social converge en un proyecto común de transformación.

Imagen: https://teodulolopezmelendez