La Paz en el Mundo no es Negociable
«Bienaventurados los pacificadores,
porque ellos serán llamados hijos de Dios»,
Mateo. 5: 9.
La Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense (IMWC), apegado a su legado y testimonio cristiano, siempre dispuesta a desafiar a la vida cotidiana y política con la sabiduría, la ternura, el respeto, la justicia, la equidad como gestos concretos del legado de Jesucristo. En línea coherente con lo antes dicho, seguimos abogando por la Paz, en los ámbitos interpersonales, familiares, comunitarios, eclesiales y de manera muy especial en las relaciones internacionales entre los países. En este sentido, no es antojadizo el que nuestro Templo en la localidad de Desamparados-San José, lleve por nombre «Señor de la Paz«.
Así, preocupados/as por el ya largo, insistente y mantenido conflicto en el Medio Oriente y específicamente en Gaza, Palestina, nos vemos impulsados a enfatizar nuestra palabra de cese al fuego, cese a las 52 guerras con 92 países involucrados. Es urgente y necesario que el Derecho Internacional y los principios que inspiraron la creación de la Organización de las Naciones Unidad (ONU) se apliquen para que la paz sea una Paz inmediata y duradera.
Según cifras oficiales del Ministerio de Salud de Gaza, y de las autoridades israelíes, hasta el 2 de julio de 2025, más de 58.000 personas (57.012 palestinos y 1.706 israelíes) habían muerto en la guerra de Gaza, que la ONU, aunque estudios independientes hablan de más de 80.000 fallecidos y distintas organizaciones humanitarias describen como un genocidio.
Recordemos que la Paz, en hebreo shalôm, en griego eirênê; no es simplemente ausencia de conflicto. Para el mundo hebreo, el Shalom es un estado de plenitud, y así debe entenderse también en el griego. La Paz es el deseo (o la concreción) de que los destinatarios «estén bien, vivan bien, sean felices«. En este sentido, «Shalom/eirênê» se parece más a plena felicidad, que a lo que entre nosotros se entiende habitualmente por paz.
Siendo así, la Paz como felicidad plena, no es negociable ni antojadiza, es un derecho inalienable para la humanidad. Por ello, como señala el Papa León XIV, «Hoy más que nunca la Humanidad grita e invoca la Paz«, agregando además que «no existen conflictos lejanos cuando la dignidad humana está en juego» y avisó de que «la guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica«. Y, «Cada miembro de la comunidad internacional tiene una responsabilidad moral: detener la tragedia de la guerra antes de que se convierta en una vorágine irreparable«.
En el Evangelio de Lucas 9:1-6 y Lucas. 10:1-12, se narra el envío de Jesús a los discípulos y luego a los otros 72 discípulos, para anunciar el Evangelio del Reino de Dios, quienes deberían ser testigos del Reino, de la Paz y del triunfo definitivo de La Paz sobre el mal en la historia. Una de las indicaciones a los enviados, era que al llegar a alguna casa debían saludar, desear, donar la Paz (sanando a todo enfermo), como proximidad de la misma y del Reino.
Por supuesto, este relato bíblico nos interpela y desafía a ser testigos, enviados a propiciar y llevar la Paz en todo lugar, en toda circunstancia y como premisa fundamental de nuestra misión en el mundo, así la Paz no se negocia, se construye legal, política y económicamente.
«La paz os dejo,
mi paz os doy;
yo no os la doy como el mundo la da.
No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo».
Juan. 14: 27.
San José-Costa Rica, Julio 2025