Ante gobierno de Trump nuestras organizaciones sociales y económicas deben fortalecerse
Por Marlin Oscar Ávila
Ver a Trump y su esposa en la primera banca de una capilla donde una obispa le solicita que sea menos fuerte contra los migrantes a quienes va a expulsar desde el primer momento de ejercer, por segunda vez, como presidente de la nación más poderosa militarmente del mundo, fue interesante. Cualquiera se pregunta si él piensa y acepta ser menos poderoso que un ser supremo en el universo, aunque no dudamos que lo sienta así.
Sabemos que considera a los más altos tecnócratas del mundo, superiores a los mismos miembros de su propio gabinete de gobierno.
El segundo gobierno de Donald Trump, ideológicamente, es un movimiento hacia la derecha de los gobernantes de EUA de las últimas décadas. Ya derogó la mayor parte de los decretos ejecutivos de su antecesor Joe Biden y se manifiesta dispuesto a construir una nueva “América para los americanos”. Ahora mismo está expulsando a los migrantes que él considera delincuentes o criminales. Aun cuando él es descendiente de padre alemán y madre escocesa, se muestra como alguien que no tiene descendencia extranjera, algo así como un descendiente de indígenas estadounidenses que cruzaron el estrecho de Bering hace miles de años.
Como ha sucedido en el pasado con todo gobernante de los EUA, su estilo, mecanismos e ideología para gobernar, influye en nuestra Iberoamérica y nuestros gobiernos. Sin embargo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, una científica, ha establecido pautas de lo que puede ser una relación de mutuo respeto. Así nuestros gobernantes tienen la pauta para darse a respetar en su dignidad y hacer respetar la autonomía de nuestras naciones. Después de estos ejemplos dados por México, sería una vergüenza que apareciera algún gobernante en nuestra región, sometiéndose a los dictados de Trump.
Tenemos una diversidad amplia de gobiernos en los cuales debería existir unión e integridad para hacer de Iberoamérica una región próspera, aprovechando sus múltiples recursos naturales, en particular los países que tienen en su suelo las tierras llamadas raras.
Todavía no hemos visto el sometimiento de los gobernantes centroamericanos a los decretos y dictados del magnate Donald Trump, tampoco nuestros pueblos verían en sus dictados el beneficio que les puede traer lo que él pregona, excepto a algunos grandes empresarios inversionistas en exportaciones hacia los EUA. No obstante, la demanda estadounidense está en decaída por la creciente depresión económica de esa economía.
La esperanza está puesta en el mercado oriental, principalmente China. No debemos sorprendernos si el gobierno de Trump venga a concretar la caída de la economía estadounidense. Desde luego, esa caída puede afectar toda Iberoamérica, dependiendo de nuestra preparación y resistencia. La preparación implica una ampliación en nuestro comercio y diversificación en las relaciones económicas, políticas y sociales. Por esta razón el fortalecimiento de nuestras organizaciones sociales y económicas debe ser una prioridad del desarrollo.