*Eliécer Duarte
Académico e investigador, OVSICORI
Los cambios más drásticos que se hayan presentado en unos 150 años, tuvieron como punto de partida el 29 de octubre del 2014, cuando el Volcán Turrialba arrancó con el actual periodo freato-magmático.
Con anterioridad, el volcán había presentado varias modificaciones. Hubo algunos enjambres sísmicos que se dieron desde 1996. A mitad del 2005 hubo cambios en el patrón exhalativo y para los primeros meses del 2007 los efectos eran notorios. En mayo y julio de ese mismo año enjambres sísmicos produjeron agrietamientos en la cima del volcán y efectos que llegaron hasta unos 3 kms a partir de la cima. Cuatro erupciones principales sobresalen en los años subsiguientes a partir de enero del 2010 hasta mayo de del 2013.
El día clave
Las erupciones que desbloquearon el conducto del cráter oeste se sucedieron al filo de la medianoche del 29 de octubre del 2014 y depositaron el grueso de los materiales en los alrededores del cráter ensanchado. Tal actividad se vio acompañada de tremor y sismos volcano-tectónicos. Las columnas de sedimentos y materiales finos pre-existentes probablemente alcanzaron varios miles de metros sobre la cima, a juzgar por la depositación de tales productos a docenas de kms.
Las erupciones diseminaron capas de lodo y sedimentos hacia la caldera, alcanzando hasta 3 metros en el borde mismo del cráter oeste y un relleno similar en el vecino cráter Central. Oleadas de lodo alcanzaron unos 300 m, en la horizontal, con espesores de unos 40 cms. Algunos de los bloques de gran tamaño se encontraron a unos 200 m de la boca humeante con tamaños arriba de los 2.4 metros: algunos de estos provenían del fondo del cráter y otros de las altas paredes.
El cráter se ensanchó en todas direcciones; su borde este perdió unos 25 metros de altura y migró unos 30 metros hacia el cráter Central. Durante estos 3 años la actividad se ha concentrado en ese cráter oeste y el ensanchamiento parece ahora estar limitado a las paredes rocosas que lo conforman.
Un día sí y otro también
Una vez que el conducto quedó abierto hubo altibajos en las emisiones. Por largos periodos se mantenía la exhalación de gases y vapor para combinarse con periodos prolongados de emanación de cenizas. En innumerables ocasiones hubo acompañamiento de fragmentos incandescentes que a veces alcanzaron los flancos, principalmente al sur y sureste; debido a la forma de la abertura principal. Durante los meses secos del 2015 episodios de ceniza cubrieron la zona vecina al volcán; hacia el sur, suroeste y oeste alcanzando a veces hasta muchas comunidades del Valle Central. En los meses lluviosos de ese mismo año el patrón cambiante de actividad se mantuvo ensanchando el cráter en distintas direcciones y aportando partículas.
Durante el periodo seco del 2016 se repiten condiciones similares a las del año anterior. Dos periodos agudos de producción abundante de ceniza se producen este año: entre abril y mayo y luego en octubre cuando cortinas de ceniza enormes se desplazan en direcciones variables para producir afectación y preocupación a nivel local y regional.
A finales del 2016 y primeros días del 2017 es cuando se producen las últimas salidas más significativas de cenizas, pero principalmente de grandes segmentos de lava semi-fundida que se depositan en los alrededores del cráter activo. Luego de esto hay muchos meses de reducción de las emisiones de ceniza predominando la salida de gas y vapor acompañados, por las noches, de incandescencia sostenida por varios meses. Más recientemente es entre setiembre y octubre del 2017 que se produce salida tímida de pequeños volúmenes de ceniza que se llegan a depositar en las vecindades del macizo.
Por lo tanto los periodos de calma y reactivación se han repetido durante estos 3 años sin un patrón definido. En setiembre del 2015 se registró salida casi sostenida por más de 40 días y el patrón fue similar en octubre del 2016.
La actividad sísmica en forma de enjambres a veces se correlaciona con la salida de ceniza y otros piroclastos, aunque también se dieron prolongados periodos de salida pasiva de cenizas sin mayor estruendo en la boca ni alteración del sismograma. En días de abundante salida de ceniza los sismos volcano-tectónicos ascendieron a cientos y las bandas de tremor se sostuvieron, en algunos periodos, por varios días sin ceder.
Secuelas a la vista
Los veranos del 2015 y 2016 fueron prolíficos en producción de partículas que generaban severos daños en la agricultura, ganadería y en general en la rutina de las comunidades ubicadas al oeste y suroeste del volcán. Y es que en los meses secos no solo el desplazamiento de esas cenizas es mayor sino que es más visible; aumentando la ansiedad de vecinos y autoridades. Es en los meses secos cuando se da la mayor afectación de la ceniza en la navegación aérea y por lo tanto su impacto en la economía nacional por el cierre de aeropuertos.
Durante los meses lluviosos los efectos no son menores; la adherencia de partículas finas es más eficaz causando lesiones profundas en repastos y cultivos comerciales. Los montos depositados en la cima y flancos del volcán también eran blanco fácil de la erosión y de arrastre hasta largas distancias. Cauces grises, de los drenajes principales, eran comunes hacia la ciudad de Turrialba y comunidades aledañas, como también lo eran hacia las planicies del norte. En el borde oeste del cráter activo el engrosamiento de la superficie alcanzó poco más de 4 metros (a enero del 2017). El tapizado del “callejón de aniquilamiento” es uno de los efectos más lesivos para el edificio volcánico; la superficie endurecida promueve la escorrentía y reduce las posibilidades de regeneración natural a corto plazo.
Los efectos erosivos en los cauces principales hacia el oeste son dramáticos si tomamos en cuenta que en algunos tramos los cauces profundizaron entre 4 y 10 metros. El efecto de relleno por materiales orgánicos es también notable en las quebradas y ríos encañonados, donde en algunos puntos enormes troncos y ramas formaron auténticas represas.
Otra constante, tanto en periodos secos como lluviosos, es la acidificación. En ambos casos la afectación en las zonas de interés comercial así como en los bosques vírgenes es visible durante todo el año. Aunado a esto se debe mencionar otra consecuencia temporal de la actividad alternada y es que las fuentes de agua se ven contaminadas. Del mismo modo, se debe anotar como efectos directos los cortes de fluido eléctrico en la región, así como el impacto de proyectiles y cenizas en los equipos científicos de monitoreo volcánico.
Durante los últimos días de diciembre del 2016 y primeros de enero del 2017 este volcán presentó una emanación singular de material pastoso y semi-plástico que pareciera coincidir con el material más profundo hasta ese entonces producido. El conducto abierto a profundidad tendría la capacidad de producir una descompresión dosificada del sistema sin eventos traumáticos. Esto se refuerza con unos 10 meses de actividad eruptiva casi nula y con la salida débil y apenas esporádica de bajos volúmenes de ceniza. El descenso significativo de la sismicidad (comparada con años anteriores) genera la esperanza de que lentamente el volcán retorne a un estado de equilibrio.
Mientras tanto, la salida de gases magmáticos puede mantener montos de acidificación lesivos para las áreas circundantes por lo que el mejor uso de las tierras alrededor de este macizo, debería ser el de la regeneración natural y la conservación.
***Más detalles. Eliécer Duarte, OVSICORI. Oficina de Comunicación. Tel 2277-3067***
Imagen tomada de Youtube.
Enviado por UNA Comunicación.
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