A la familia y amistades de Marcos Calzada Valverde

Mujeres por Costa Rica hace un llamado a la ciudadanía a trabajar por una cultura de paz, por un mundo sin violencia y de bienestar para la juventud

Mi testimonio. Cecilia Aguilar.

Se removieron los cimientos de mi alma y de mi corazón la noche de este 3 de julio del 2022.

Lloré como hace tiempo no lo hacía.

Lloré, al conocer el motivo y la forma en que le arrebataron la vida al joven Marco Calzada Valverde, estudiante universitario de 19 años.

Y lloré por el dolor de mis recuerdos, por el dolor de esa familia y por la similitud con la muerte de mi hijo, Wilfrido Alberto Rojas Aguilar, hace 28 años, también estudiante universitario (de medicina, en este caso) de 19 años, asesinado para robarle el poco dinero que portaba y a quien, entre otros cortes, con arma punzocortante, le cercenaron la vena cava superior, lo que ocasionó su deceso.

Curiosa coincidencia, ambos estudiantes de 19 años, ambos, personas muy queridas y reconocidas por sus buenas costumbres. El robo motivó el acto y el arma blanca mutiló sus vidas.

Al primero, por robarle su celular, a Alberto, por robarle el dinero que creyeron portaba. Ningún otro móvil, tan sólo el robo.

Ambos con unas ganas de vivir impresionantes, bueno… las que se tienen a esa edad. Ambos con familias que seguirán esperando su regreso a casa, después de una salida de muchachos.

Marco, perdió su aliento casi al concluir la noche, después de compartir feliz con sus amigos, cuando fue sorprendido al salir, o fue forzado a salir del sitio de reunión donde se encontraba.

Alberto, perdió su vida al iniciar la noche, a las 7:30 pm, según consta en su Acta de Defunción, que aún conservo y que indica, sin sustancias alterantes que motivaran a otros a querer arrebatar su vida.

El joven Marco fue, como la mayoría de los jóvenes, a disfrutar y compartir con sus amigos un fin de semana. Will Alberto, mi hijo, había salido de la universidad, fue por su novia y los sorprendieron los dueños de lo ajeno.

La pérdida de un hijo es el trago más amargo que puede llegar a nuestra vida, algo excesivamente doloroso e impresionante en cualquier ocasión, pero en circunstancias como estas, tan repentinas e inexplicables, lo es aún más.

Han transcurrido los años y definitivamente, el dolor de ese puñal sigue enterrado en mi corazón, por ello, me uno al dolor de los padres, familiares y amigos de Marco, que no conozco, pero sé la aflicción que los invade y pido al Todopoderoso que los conforte, porque hoy sufren y lloran por la pérdida de su hijo. Que la paz, les llegue y el amor infinito de Dios los cubra para que puedan seguir adelante.

Ojalá, que las autoridades, aunque nada traerá de regreso al hijo amado que partió, se encarguen de administrar una pronta justicia, para que la luz de una «supuesta» tranquilidad pueda confortar sus espíritus.