El Ministerio de Cultura y Juventud, por medio de la Benemérita Biblioteca Nacional del Sinabi, se complace en invitarle al concierto Un viaje a través del tiempo con Octavio D’Moretti con mandolina solo.
La actividad será presencial el martes 9 de diciembre a las 4:00 p.m. en la Benemérita Biblioteca Nacional. También se transmitirá por el Facebook Biblioteca Nacional Costa Rica https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/
El enfrentamiento perenne entre la vida y la muerte, el amor y el dolor, la ciencia actual y la sincronicidad de Jung, la incapacidad de revertir ciclos y la resignación marcada por las etapas del luto, todo ellos están exactos como temas universales, pero traídos a esta modernidad debidamente sintetizados, sin rodeos teóricos, y profundamente humanos, para el lector de la más reciente novela publicada por el escritor, Carlos Morales y la editorial Prisma, con el título “ Es la historia de un amor”. No pasa de 200 páginas, letra sabrosa que no gasta bifocales y capítulos cortos, como saben apretar situaciones quienes monopolizaron el lenguaje preciso, sin marchitar el paisaje de cada palabra.
Un cineasta de esos que salen cada muerte de obispo comenzaría seguramente por la escena denominada “el primer ataque” -páginas 105 a 114 – cuando Sofía, elevada ya a Venus moderna por Alberto del Río, sufrió un dolor en el muslo izquierdo, a todas luces pasajero, pero que a la postre acabó con ese amor capaz de trascender más allá de lo humano.
No se trata de la “Historia de un amor” escrita por el panameño Carlos Eleta Almarán (1918-2013) y aireada en 1994 por el mexicano Luis Miguel. Tampoco guarda relación con esos melodramas hollywoodienses que, para vender y vender las parejas se cortan la venas, mezclan lágrimas, sexo y violencia, con empujones consecutivos contra todo lo que distingue el arte requerido como necesidad espiritual de la persona, con su lucro sin frontera y su basura.
En “Es la historia de un amor”, por el contrario, el lector encuentra un desfile de escenas de carne y hueso, que sienten el vacío del ser amado en huida, a veces en un hueco formado entre la boca del estómago y el lado izquierdo del pecho, el aroma de Sofía deslizándose sospechosamente por entre sabanas, en tanto se oye su risa cómplice como si ambos estuvieran tirados sobre la cama, la que nunca miente y es testimonio mudo de infinitos juegos de pareja; pero, de pronto, para que el dolor muerda profundamente, Del Río se percata que falta alguien de vital importancia. Y no volverá.
Sin embargo, Morales, quien hace rato entró ya en el selecto pabellón de escritores nacionales, como suele ocurrir con los grandes periodistas – gústenos o no –, jamás desaprovecha la ocasión para deslizar imperceptibles críticas que parecen inofensivas y hasta momentos pintados de alegría (son muchos años de conocerlo) a la tecnología y las ciencias.
Ocurre ello, como cuando la Sofia de su historia toca la campana en el benemérito Hospital Calderón Guardia, para contarnos que ahora está sana y sobrevivió a las bestiales sesiones de quimio y radio terapias, declarándola vencedora del cáncer. Visto, no obstante, el final de su Venus y el desenlace del que da fe su obra, esas líneas dejadas allí luciendo cierta inocentada, se convierten en filosas navajas, endiablados dardos de un problema actual, innegable, aunque el escritor, repito, nos quiere vender la idea de que son detalles necesarios y requerimiento obligatorios para su rica prosa.
Lo anterior, sin demeritar otros temas magistralmente hilvanados, como la parapsicología, la telepatía, los viajes astrales, sensaciones extracorpóreas, etc., todo en un mismo lugar, por encima además de las amenazas religiosas y que hoy son desafiadas gracias al desarrollo de las redes sociales y el descrédito de quienes miden todo, tocan todo y, cuando no encuentran una explicación lógica del fenómeno, pues éste, no existe. Y punto.
Aquello, a pesar de que mucho de lo declarado inexistente, porque a la luz de nuestro conocimiento carece de fundamentos lógicos, de algo debe haber servido 4000 y 5000 mil años atrás a pasadas civilizaciones, pues parecieran no eran tan tontas en matemáticas, medios de navegaciones, ingeniería etc.
Un excompañero de filosofía, con quien mantengo contacto desde los viejos Estudios Generales en nuestra UCR, primero fue futbolista, después practicó artes marciales, quedó conmovido con la novela al extremo de confiarme que, tras leerla, lo puso a pensar en ese día que la Parca lo reclamará.
Sin embargo, ahora me decepciona un poco y me da la sorpresa del año, diciéndome que, como numerólogo titulado, entresacó de la novela una lluvia de datos ocultos para la mayoría de la gente sobre Sofía y el tal Alberto, con el fin de entender este amor sobre humano.
Faltaba solo eso. Me declaro culpable, porque resulta que, conociendo su dominio de la filosofía, quería saber qué pensaba de esta obra. Llévatela, le dije, en una semana nos vemos y si no pasas una especie de quiz que te haré, te llevas el expediente y me das el libro. Estás ya viejo para que andes en la vagabundería de convertir uno y ocho en nueves, cincos más unos en seis etc. Pon la cabeza sobre la tierra, le había regañado, pensando era una obra de mal gusto, sabiendo él que este mortal jamás memorizó ni siquiera la tabla del cinco.
Ignoró de donde sacó un 18, un 19, un 50, un 1975 etc., de dicha novela, pero él jura y perjura que todo el dolor y desatino narrado por el viejo Alberto es absolutamente sincero
Bajá la voz, le dije, mientras le agregaba: acá todos van a misa los domingos, dos están en el coro y esas cosas están prohibidas por algunas religiones; no quisiera que algunos de ellos vayan donde el cura de La Merced y vengan a llenarme el despacho de incienso. ¿No ves acaso que soy asmático?
Sofía vino, prosiguió casi balbuceando, a cerrar y abrir ciclos en todo lo que estaba a su alrededor. A enseñar que toda grandeza está constituida por simpleza y sencillez; no está en lo que ostentamos, sino en lo que no nos hace falta. Por eso tiene dos nueves en su nacimiento, añadió, son principios y fines Por eso, enfatizó muy serio, Alberto desafió la famosa “puerta negra” en la obra, y en un mes, en que revientan los abejones y, durante el año, cuya suma de todos los numero da veintidós, se juraron “hasta la muerte los separe”.
Nada de eso consta en la obra, excepto la tal puerta y un papá de la muchacha que no le aflojaba un dieciséis al noviecillo ese.
“Te digo algo más: Esas dos personalidades tan distintas y a la vez tan iguales, fueron las que enloquecieron al viejo Del Río, me dijo murmurando
Difiero contigo en eso de almas gemelas, números asignados ya por el Universo, etc. Creo, más bien, le dije sin tapujos, no vaya a ser que me llene la oficina de libros de numerología, que ese amor entre Sofía y Alberto, más allá de lo humano, está en las diferencias de clase que encontrará el lector en esta obra, así como las profundas diferencias de ver y hacer el mundo.
En todo caso, por el lado que se lea “Es la historia de un amor”, hay temas y escenas como para que un buen cineasta se haga loco. ¡No exagero!
“Detrás de todo gran hombre hay una mujer muy sorprendida” dice un chascarrillo trasnochado. En un libro que publiqué hace poco sobre las intensas relaciones internacionales de Centroamérica en el siglo 19 y parte del 20 –historias plagadas de varones en todos los momentos e instancias— dos mujeres brillan con luz propia en el oscurecido segundo plano de sus protagónicos maridos: María Josefa Lastiri, esposa de Francisco Morazán, y María Cristina Vilanova, esposa de Jacobo Árbenz. Una María abre el estudio y la otra lo cierra. (Valdez 2024).
María Josefa era hondureña, de familia prominente. Enviudó siendo aún muy joven de un rico hacendado de apellido Travieso, con quien tuvo cuatro hijos y de quien heredó su fortuna. Se casó en segundas nupcias con Morazán y comprometió patrimonio y seguridad en apoyo a su segundo marido, a quien financió varias de sus campañas y acompañó durante sitios y contiendas. En esta pareja ella era la de la plata.
María Josefa tuvo con Morazán una única hija, Adelita –como la del corrido de la Revolución Mexicana– quien siendo una bebé sobrevivió en brazos de su madre el repliegue desordenado que tuvo que hacer por las calles de San José bajo las balas de un enemigo comandado por europeos antiliberales de arribo reciente a Costa Rica. (Valdez 2025). Estuvo a punto de perder la vida en varios episodios con mortales adversarios de su marido, incluyendo agentes del imperio inglés. En una ocasión ella y Adela fueron capturadas por tropas de Carrera, el temible dictador antiliberal y pro-inglés de Guatemala. Fueron liberadas ilesas milagrosamente por Morazán y sus hombres.
Poco antes de ser fusilado en Costa Rica, Morazán concluyó su testamento político con una petición: “…tengo cuentas con la casa de Mr. Bennett, de resultas de cortes de madera en la costa norte, en las que considero alcanzar… de diez a doce mil pesos, que pertenecen a mi mujer en retribución de las pérdidas que ha tenido en sus bienes.” Parece claro que esos fondos no llegaron a su destinataria, como tampoco lo hicieron los 625 pesos no cobrados por Morazán de su salario que Lastiri reclamó inútilmente al gobierno de Costa Rica. María Josefa Úrsula Francisca de la Santísima Trinidad Lastiri Lozano, ex primera dama de Centroamérica, Costa Rica, El Salvador y Honduras murió en El Salvador en 1846 en la miseria.
Cuando los restos de Morazán fueron llevados de Costa Rica a El Salvador en 1849 –donde él pidió que reposaran— fue exhumada y colocada en capilla ardiente junto con su esposo. Largas filas se formaron durante días en el Templo de la Concepción para rendirles tributo, antes de que fueran enterrados en el Cementerio General, hoy Los Ilustres, cuyo reconstruido “Mausoleo de Morazán” es también un sitio de peregrinación en honor a María Josefa.
María Cristina Vilanova era salvadoreña, también de una familia pudiente, lo que no resta sino agrega méritos a las dos. Educada en Estados Unidos y de “ideas progresistas”, fue una feminista temprana. Conoció al joven oficial descendiente de suizos –con quien el flechazo mutuo fue inmediato— en eventos de equitación en Guatemala. Voces de oposición al gobierno se quejaron de la influencia que María Cristina tuvo sobre su marido, con quien conversaba largas horas. Ella habría estado entre quienes “le metían cosas en la cabeza” al coronel. Fue la primera primera dama de Centroamérica en tener un despacho en casa presidencial y llevar a cabo un programa de obras sociales, que focalizó en comunidades indígenas.
Acompañó cercanamente a su marido en toda la experiencia, incluyendo un prolongado, humillante y traumático exilio –su hija Arabella, modelo y actriz, se suicidó en 1965 en un hotel en Bogotá, Colombia. Tuvo que sufragar los gastos de la familia vendiendo sus propiedades en El Salvador (varios países no permitieron que Árbenz trabajara). Luego de la súbita muerte de Árbenz en 1971 durante una visita a México (se ha afirmado que fue un suicidio), lo enterró discretamente en El Salvador. En 1995 acompañó sus restos a Guatemala cuando el gobierno de Ramiro De León Carpio decidió repatriarlos con honores. Murió en Costa Rica en 2009 rodeada de nietos y familiares ticos. Los restos de Jacobo Árbenz reposaron en el mausoleo de la familia Vilanova en el Cementerio Los Ilustres de San Salvador por un cuarto de siglo. (Vilanova de Árbenz, 2000).
1- María Josefa Lastiri
2- María Cristina Vilanova de
Árbenz
3- Adela Morazán Lastiri
He encontrado datos interesantes en La batalla del amor: María Josefa Lastiri, un libro de la hondureña Elvia Castañeda de Machado, de seudónimo Litza Quintana, publicado en 1991 por la Academia de Historia y Geografía de Honduras. Es un libro laudatorio de María Josefa y Morazán, patriótico, abundante en información genealógica de la pareja y sobre sus vidas y luchas. Incluye un valioso anexo documental. María Josefa es una heroína del amor por su marido y por la causa.
Como lo revela Litza Quintana, Adela Morazán Lastiri tuvo una larga vida. Nació en San Salvador en 1838 y murió en 1921 en Santa Tecla, una fresca y próspera vecindad también en el país preferido de sus padres. El historiador Salvador Turcios R. la visitó allí en 1911, diez años antes de que falleciera, y reportó que “no obstante su edad avanzada y sus muchos sufrimientos desde la infancia (debido a la agitada vida de su famoso padre) [¡y de su madre!] ´presentaba un cuerpo alto y recto y conservaba el perfil cesáreo de su glorioso progenitor´”. Para mí que se parecía mucho a María Josefa quien al enviudar de su primer esposo no sólo era joven y rica, sino también, como dice Quintana, una “mujer plena, hermosísima, distinguida y de singular inteligencia.”
Adela tuvo cuatro hijos con un hondureño notable de nombre Cruz Ulloa, quien participó en política en El Salvador y fue ministro de los presidentes Francisco Dueñas y Francisco Menéndez. Uno de los hijos de la pareja, Francisco Ulloa Morazán, fue a su vez el padre de Aída Ulloa Maine, nacida en 1899, la primera esposa del padre del poeta Roque Dalton. Aída y el estadounidense Winnall Dalton Vásquez (su madre era mexicana) tuvieron cinco hijos que fueron enviados por Winnall a Tucson, Arizona, después de la muerte prematura de Aída.
El dato que la fallecida primera esposa de su padre y madre de sus cinco medio hermanos era biznieta de Morazán y María Josefa, fue probablemente desconocido por Roque Dalton, o no le dio importancia –en general tenía en baja estima a los próceres de la historia oficial. En mi criterio, sin embargo, no lo supo, de lo contrario habría escrito o comentado algo, se habría inventado algún cuento.
No tuvo comunicación con sus medio hermanos ni con nadie de ese lado de la familia, del que estuvo excluido o apartado. No se refiere al asunto en ningún texto conocido, incluso en los que ficcionaliza profusamente sobre su acaudalado y distante padre. Imagina a Winnall (nombre que significa “ganalotodo”) como un “cowboy” de película del Oeste, descendiente del Clan Dalton de asaltabancos de Kansas, del pirata Dalton, un rudo pistolero que contrabandeó armas para Pancho Villa. (Atwood, 2022).
Fácilmente pudo haberlo convertido, por decir algo, en un karma justiciero contra los ingleses por haber asesinado al ilustre bisabuelo de Aída y sumido en una crisis convulsiva a la valiente María Josefa –quien además era homónima de la madre de Roque. Fue Winnall el autor de un célebre epígrafe que Roque Dalton incluyó en el poemario Taberna y otros lugares: “Ponga usted a una honorable familia inglesa a vivir dos años en El Salvador, y tendrá cuervos ingleses para sacar los ojos a quien quiera.”
Otro dato que Dalton ignoró, como lo atestigua su hijo Juan José Dalton Cañas, es que, también por el lado de Winnall, era primo de Linda Ronstadt, la célebre cantante pop estadounidense de raíces mexicanas nacida en Tucson, Arizona.
Referencias
Atwood, Roger (2011). Gringo iracundo: Roque Dalton and His Father. Latin American Research Review,Vol 46, Núm. 1, pp. 126-149. Publicado online por Cambridge University Press, septiembre de 2022.
De Machado, Elvia Castañeda, o “Litza Quintana”. (1991). La batalla del amor: María Josefa Lastiri. Tegucigalpa: Academia de Historia y Geografía.
Valdez, R. M. (2024). La estrategia del puercoespín: Centroamérica y el paso entre los océanos, 1821-1969. San Salvador: edición conjunta de las universidades Don Bosco y Evangélica de El Salvador. (Disponible en Amazon).
Valdez, René Mauricio (2025). ¿Quién mató a Francisco Morazán? Costa Rica: SURCOS Digital. También publicado por Gazeta de Guatemala y ContraPunto de El Salvador.
Vilanova de Árbenz, María Cristina. (2000). Mi esposo el presidente Árbenz. Guatemala: Editorial Universitaria, 2000.
Empieza una semana intensa en Ecuador.Hemos dejado atrás un día de mucha emoción magnética al encontrarnos con ese paradigmático lugar llamado la mitad del mundo.Dicen que las búsquedas internas empiezan reconociéndose desde el centro con todo lo que esté presente. Ciertamente debo confesar que estar en ese lugar emblemático me movilizó de una forma que aún trato de comprender.
Empieza una semana inolvidable en Quito, la capital de la poesía, y otros sitios de ese resiste Ecuador, a través de la Edición VXII del Festival Internacional de Poesía Paralelo 0.Y es ciertamente por allí, por ese lugar exacto del corazón donde se cruzan los dos hemisferios, es por allí que la poesía hizo su trabajo.
Es una mañana fría de lunes en un Quito que volví a reconocer.No era mi primer viaje a este hermoso país.Entonces mi experiencia había sido otra, más académica, en la que tuve el honor de celebrar junto a otros y otras colegas investigadoras del sistema FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales)los 50 años de aporte a la sociedad regional.
Entonces eran otras mis ideas sobre la movilidad humana, la desigualdad, el racismo.Ahora con un poco más de horas de vuelo recorridas confirmo, recompongo, construyo desde el lugar más digno que me puede dar la palabra: la poesía.
Esa mañana nos dirigimos en un taxi hacia un centro educativo donde nos esperan alrededor de 80 jóvenes.A bordo viaja la historia Latinoamericana de aquellos que han resistido una dictadura, de quienes han hecho de la poesía un acto político permanente. Es una figura menuda, más bien reservada, que cuando dice su poesía obtura una de las voces más potentes que mis oídos han escuchado alguna vez en un encuentro como estos.
Elvira Hernández, (seudónimo de quien en realidad es Rosa María Teresa Adriasola Olave) es una poeta chilena, que dice lo que tiene que decir desde su palabra y la legitimidad que le otorga ser una de las voces más intensas de la poesía latinoamericana en estos momentos.
Con ella, apenas en las primeras horas de este torbellino poético que nos atravesó a quienes fuimos invitados, viajo en un taxi en una fría mañana de Quito, a encontramos con 80 muchachos y muchachas que estoy seguro nos devolvieron con mucha alegría y emoción algo de lo que nuestros textos les evocaron.
Con Elvira viajo.Elvira, la que en la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Literatura en Chile en el año 2024 dijera: “Pertenezco a una generación que se forjó en la época de la dictadura y en ese periodo la poesía se fortaleció. Fuimos una palabra coral que creo que habría que examinar porque es parte de la historia”.Ella, la segunda mujer chilena en la historia en recibir ese galardón.Ella que al responder las preguntas de los y las estudiantes significó el poder de la palabra y el lenguaje contra el silencio. Ella.
No puede haber silencio cuando la belleza cruza un corazón y lo subvierte.
Durante todo el encuentro (que transcurrió en una semana)pensé en mi propio proceso. Pensé en los caminos recorridos, las distancias acortadas, mi relación ahora distinta con la academia y el pensamiento académico.No es que me aparte de su importancia.Es que pienso que si no le acompañas de un poco de fibra sensible, te volvés un autómata de los libros, de los seminarios, de los coloquios.
Para mí el reconocimiento viene ahora desde otro lugar, menos tallado con las aspiraciones personales y más labrado con la satisfacción de que pudiste encontrar sintonía con otros seres humanos a los que ni siquiera conoces.Más desde lo colectivo.
Eso me ocurrió de forma profunda en la lectura organizada por la Dirección de Cultura en el Municipio de Latacunga, provincia de Cotopaxi. Recibidos por el cálido Gabriel Cisneros, la inmensa Steffany Almeida y el escritor Miguel Ángel Rengifo, esa ciudad nos abrazó tanto que aún puedo percibir su calor, a pesar de la habitual baja sensación térmica que la caracteriza.
Esa noche, al leer el texto que dedico a la pérdida de la memoria de mi padre, noté que una joven no podía contener sus lágrimas. Al terminar la lectura se acercó y me agradeció por ese texto. Su abrazo se quedó en mí como suele ocurrir cuando te abrazan desde adentro.Otro asistente me confesó que se había emocionado tanto, porque su padre había fallecido hace 4 años y nunca había podido expresar nada sobre su partida.Mi poesía lo llevó a eso: apalabrar. Quedamos en que alguna vez m enviaría lo que escribiría. Aguardo con gratitud y afecto.
De este encuentro en Latacunga me llevo los abrazos con Yanier, Gaby, Ricardo, Ernesto y Adalber, poetas entrañables con los que compartí 24 horas de una extraordinaria complicidad.En particular con Ricardo, poeta argentino con quien salí a caminar y recorrer ese hermoso lugar que nos recibió con los brazos abiertos.
Y es que fueron tantos momentos con poetas de aquí y de allá: Juan Carlos, Néstor, Yolanda, Mar, Piero. Y las entrañables Verónica, Amanda y Lucrecia, con quienes crucé en momentos de alta espiritualidad poética.Sé que no los nombré a todos y todas. Pero deben saber que están allí, como dice la canción de Ángeles Negros, “en un rinconcito de mi corazón”.
Ahora la tarde es una hermosa cortina de teatro que se abre para encontrarnos. Hace sol y un verdor nos acuerpa con su luz. Son las últimas horas de festival y hay una inevitable emoción de nostalgia que empieza a recorrernos. Solo la podemos esquivar con el ritual de las fotografías y los últimos intercambios de libros. Pero sabemos en el fondo que lo inevitable está a punto de ocurrir
Esa tarde de clausura nos despide un hermoso sitio dedicado al arte, enclavado en las montañas de Quito. La Galería Sara Palacios nos abrigó para que entregáramos nuestros últimosalientos con nuestra voz. Y correspondimos.
Nos llevamos tanto afecto, tanta nueva tribu, tanta poesía para seguir diciendo sobre la violencia, el genocidio, la migración, la pobreza, el amor, la vida cotidiana, el padre, la madre, el dolor, la sensualidad, el fútbol, la sonrisa… tanta nueva red que vamos tejiendo para no desamarrarnos jamás.
Durante los días de Festival le agradecí de varias maneras al maravilloso Xavier Oquendo por su invitación, extensiva a su grupo de trabajo. Hace unos años nos conocimos en el Festival de San Cristóbal de las Casas invitados por nuestra querida Tía Chary Gumeta.Allí escuché al poeta Oquendo por primera vez.Pero también escuché al cantante Oquendo entregarlo todo en el escenario de un mítico Karaoke sancristobalense, cantando algo de su querido Aute.
En recuerdo, escribí algo que salió publicado en mi último libro Almas Pequeñas (Editorial La Chifurnia, El Salvador, 2024).
Amigos, amigas, ya que tengo su atención, les voy a leer un poema:
SLOWLY
De los maderos bajan todavía al encuentro de los puentes, las amnistías en bocas parecidas a las tuyas. Nos piden firmeza Pero los mástiles Están tristes esta tarde Y no somos los de siempre. Reconozco que no es buen día Para soltar amarras traer el alimento y el pan, Significar el grito, reprimir el firmamento que en vos se acuesta. Hago el pasto lo huelo y me acurruco en su tibieza, como el más contundente ser, despacio y azul, sobre las horas.
El turismo masivo y autómata suele ahogar la relevancia de lugares, acontecimientos y curiosidades que habitan este mundo y que, deberían hacernos cada vez más humanos. La lógica de la mercantilización del turismo y su industria, sin escrúpulos, tiende a banalizar o distorsionar la historia y los significados de lugares extraordinarios. Tan maravillosos como desalmados cuyo destino global, pareciera tener trato con el diablo. Pues la fama que le imprime las agencias transnacionales lleva el asedio de la trivialidad y el consumo, reduciendo el paisaje natural o urbano, a algo chic, como portada de revista superflua.
Entre los catálogos de itinerarios de las agencias de viajes, es recurrente la visita a El Caminito (1), en La Boca, Buenos Aires. Sitio de peregrinaje turístico donde, cada día, los viajeros suelen tomarse selfis obligatorios y se ufanan de dejar constancia del «aquí estuve yo». Para la persona avizora es imposible evadir la diversidad de referentes que se entretejen en el barrio: los colores vistosos de las edificaciones y la puesta en escena en el contorno de figuras (algunas de tamaño real) de celebridades del tango, del fútbol y personajes populares. Ambiente sui generis que introduce al visitante en una retrospectiva audaz de la cultura porteña. También llama la atención la presencia de artistas plásticos, músicos y otros, que en la calle, fascinan a una multitud disímil y abrumadora.
Un sitio singular en la zona de El Caminito es El Samovar de Rasputín (2), un bar de música en vivo, muy conocido por ser la meca del blues y el rock argentino, cuyo renombre empezó a brillar en los años noventa. Artistas de prestigio nacional e internacional se han reunido en la calle Del Valle Iberlucea 1251, que inicia en la Plazoleta de los Suspiros. En internet se encuentra material suficiente para conocer las vicisitudes de El Samovar de Rasputín como santuario de músicos que, a través del blues y el rock, llaman la atención de un público amante de la buena música. En esta ocasión, omitiremos los episodios sobre las anécdotas del bar y su dueño, cuya inquietud y motivaciones contribuyeron al fenómeno “blue” del Samovar de Rasputín. La intención es ocuparnos -en la medida de lo posible- de las pistas que guíen hacia las circunstancias que dieron a luz este mágico sitio.
La escasa información sobre los orígenes del Samovar de Rasputín, conduce a un personaje de barrio, una mezcla ruso-húngaro, que se hacía llamar ‘Rasputín’ y fue el dueño inicial del local que funcionaba como casa de antigüedades y cambalaches (tiliches, se diría en Costa Rica). El Napo (Jorge Napoleone) quien compraría más tarde el local y sería el responsable de que se transformara en un espacio emblemático de la música blues, describe a ‘Rasputín’ con “gorro de cosaco, bigote, lentes redondos, con un brazo menos. Personaje de letras, pintor, humor negro.” (3) Después de vender el icónico inmueble y dejar el barrio, ‘Rasputín’ muere (no se sabe si la soledad y la nostalgia tuvieron que ver en esto). Lo cierto es que el retazo de su perfil es insuficiente para seguirle los pasos. Su huella se extravía por la falta de datos para rastrear su vida.
Sobre el por qué del nombre de la casa de antigüedades, se proponen dos conjeturas que no se excluyen entre sí: primero, es probable que el nombre fuera una autorreferencia, considerando el hecho de que el dueño y fundador del sitio se hiciera llamar ‘Rasputín’. Segundo, el samovar de Rasputín como metáfora. Esa quimera que perteneció al enigmático e histriónico Grigori Yefimovich Rasputín (1869-1916), llegó a convertirlo en un objeto preciado para un comercio de antigüedades. Existe un nexo directo con la historia y la cultura rusas, ya que las peripecias de Grigori Rasputín, marcadas por su controvertida influencia en la familia del zar en los primeros años del siglo XX, representan un capítulo de intrigas palaciegas. Además, hay que subrayar que en la tradición de tomar el té, el samovar es un símbolo importante de la identidad rusa, cuya lejanía se diluye al integrarse a las narrativas de El Caminito.
Otro aspecto valioso para considerar es la alegoría que da sentido a la ornamentación del Samovar de Rasputín, que lleva la firma de Vicente Walter (1937-2002), artista y albañil reconocido por una fructífera obra de gran calidad (4). Nos referimos al labrado artístico en ambos lados de la fachada del edificio. En el lado derecho (visto de frente), por ejemplo, presupone un Rasputín entre histórico y autorreferencial (5), con la apariencia de un mujik venerable y afable frente a un samovar. Al lado izquierdo hay una iglesia ortodoxa con sus cúpulas bulbosas. Una clara alusión a la Iglesia de la Santísima Trinidad de Buenos Aires, ubicada en la calle Brasil, frente al Parque Lezama. El templo se inauguró en 1901 y se estima que es el más antiguo de Latinoamérica en la religión ortodoxa rusa. Actualmente su legitimidad canónica está en disputa y no goza del reconocimiento del Patriarcado de Moscú. (6) Volviendo al bajorrelieve, debajo del óvalo que encierra la iglesia, hay una mujer con una maleta y un hombre, presumiblemente con una reliquia en la mano. Los atuendos de la pareja sugieren dos campesinos rusos, cuyos destinos se entrelazan con las historias de la inmigración en Argentina y la presencia del templo religioso los vincula a sus raíces. En términos generales, la decoración del frontispicio es heterodoxa. De lo señalado, se suma un conjunto de querubines amenos y juguetones. En la parte superior, los relieves se extienden hasta otro local, donde hay querubines que con cierta picardía interactúan con los que parecieran ser los prototipos de Adán y Eva (y entre estos personajes bíblicos se leen las inscripciones: ‘El Samovar de Rasputín’ y ‘Antigüedades y Curiosidades’).
Mito, leyenda y lo cotidiano se funden entre los bajorelieves de El Samovar de Rasputín. Su portal no pasa desapercibido ante la mirada curiosa de transeúntes, que quizás, no reparan en el contenido de una representación que es puente entre culturas. La narración evoca a su manera un fragmento de la historia y la identidad del pueblo ruso, la cual emerge dentro de un entorno urbano bonaerense a ritmo de blues, invitando al diálogo, a la imaginación, a la pasión. Encuentro y reencuentro del espíritu ruso que transciende desde un rinconcito de la Argentina.
Finalmente, cabe señalar que la edificación y los bajorrelieves del establecimiento evidencian deterioro. Sería pertinente que tanto las autoridades correspondientes como los vecinos del barrio impulsen iniciativas para la restauración y conservación, acorde con los criterios que garanticen el rescate del patrimonio cultural. Más aún, si se considera que en 2020, el inmueble fue declarado “Sitio de Interés Cultural” por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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1) “Caminito” es el título de una famosa canción de tango de 1926. El autor de la letra fue Gabino Coria Peñaloza, inspirado en un amor secreto de su pueblo en Olta, La Rioja. El compositor de la música fue Juan de Dios Filiberto, inspirado en el sendero de La Boca.
5) Autorreferencial al mismo dueño y creador de lo que fue la casa de antigüedades, El Samovar de Rasputín.
6) Ver: 120 años de la primera iglesia rusa de la Santísima Trinidad en Buenos Aires ¿Está perdida para la Iglesia Rusa? En: https://iglesiarusa.info/?p=2981
Miguel Alvarado:
Profesor Asociado pensionado de la Universidad de Costa Rica, graduado en la Universidad Estatal de Bielorrusia, Ciudad de Minsk, ex Unión Soviética. Exdirector de la Sede del Pacífico de la Universidad de Costa Rica, Premio Poesía del Comité Nacional del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, (Costa Rica, 1978) y Premio Joven Creación, Poesía 1980 (Ministerio de Cultura y la Editorial de Costa Rica).
Tiene publicado “Insurrección de las Cosas”, Editorial Costa Rica, 1980; “Tentación Maniquí”, Uruk Editores, 2010. Su poesía se encuentra en las antologías: “Las armas de la luz. Antología de la poesía contemporánea de la América Central”, DEI, 1985 y “El amor en la poesía costarricense”, Editorial Costa Rica, 2000. Parte de su obra poética ha sido editada en publicaciones nacionales y extranjeras (América Latina, Estados Unidos, España y Bielorrusia).
Delegado/Ponente en los Encuentros Internacionales de Cátedras Martianas y Coloquios Internacionales sobre el pensamiento de José Martí. Excoordinador de la Cátedra José Martí de la Universidad de Costa Rica. Ha publicado artículos sobre la vigencia del ideario martiano. Actualmente forma parte del Grupo de Trabajo: “José Martí. Pensamiento y acción” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Centro de Estudios Martianos – CLACSO / CEM.
El Ministerio de Cultura y Juventud, mediante la Benemérita Biblioteca Nacional y Colegio Costa Rica del Sinabi, se complace en invitarle a la presentación del libro Presentación del libro Serpiente bajo la cama y otros relatos de Jeremy Morera Barrios
La actividad se realizará el martes 2 de diciembre a las 2:00 p.m. en la Benemérita Biblioteca Nacional. También se transmitirá por el Facebook Biblioteca Nacional Costa Rica https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/
La primera temporada de estos encuentros literarios culminará el próximo miércoles después de 22 jornadas y 154 poetas que compartieron su obra poética de forma gratuita en este recinto josefino
La temporada poética 2025 del ciclo Miércoles de Literatura, Poesía y Diálogo llega a su punto final el próximo miércoles, un esfuerzo del Ministerio de Cultura y de la plataforma cultural Palabra y Punto. Este cierre, titulado “Rito de la Palabra”, pone fin a un año que amplió el alcance, la diversidad y la presencia de la palabra poética en el país.
El recital de cierre de esta temporada será el miércoles 26 de noviembre a las 6:30 p. m. en el foyer del Teatro Nacional y reunirá a un selecto grupo de poetas nacionales junto al invitado internacional Washington Cucurto (Argentina), en una celebración que marca el final de un ciclo sin precedentes: 22 jornadas y 154 poetas pasando por este espacio de entrada gratuita.
Los poetas participantes de esta última entrega serán Rogelio Ramírez Cartín, Magda Zavala, Víctor Hugo Fernández, Ileana Calero, Wendy Alvarado y Angélica Murillo, quienes compartirán escenario con el reconocido autor argentino. Esta clausura simboliza un punto culminante de un proyecto que ha hecho del Foyer un lugar vibrante para la creación literaria.
“Este proyecto ha sido un esfuerzo colectivo nacido del compromiso con la palabra poética y con la necesidad de abrir espacios dignos y constantes para nuestras voces. Cada jornada, cada poeta y cada lectura fueron posibles gracias a una convicción profunda: la poesía merece habitar los escenarios más importantes del país”, destacó Paola Valverde, productora general del espacio.
La poesía levanta la mano en Costa Rica El ciclo Miércoles de Literatura, Poesía y Diálogo irrumpió con buenas convocatorias dentro de la escena cultural costarricense. Esta primera temporada no solo por su continuidad mensual y por sus invitados, sino también por la histórica Gala Poética del 128 aniversario del Teatro Nacional, realizada el 15 de octubre en la Sala Principal.
En ese escenario se reunieron cinco Premios Magón —Arabella Salaverry, Manuel Monestel, Julieta Dobles, Ronald Bonilla y Marjorie Ross— en una noche que reafirmó el valor de la poesía dentro del patrimonio cultural costarricense.
La gala incluyó además un homenaje a Eunice Odio, dirigido por María Bonilla, con la participación de Silvia Arce Villalobos, Alice García Muñoz, Katalina Vargas e imágenes de Ana Muñoz, consolidando un gesto institucional que abrió nuevas formas de diálogo literario.
“Este acto representó un reconocimiento profundo a la palabra poética como arte mayor, una apertura histórica del Teatro Nacional a nuevas expresiones y una afirmación pública de que la literatura tiene un lugar legítimo en los escenarios más significativos del país. Para el Movimiento Literario Palabra y Punto, la gala fue el punto más alto de visibilidad del proyecto, que hoy vislumbra nuevas oportunidades de crecimiento hacia el 2026”, agrega Valverde.
Para la gestora cultural, este ciclo reunió voces de múltiples territorios, generaciones y tradiciones literarias. Participaron figuras de amplia trayectoria como Alfonso Chase, Luissiana Naranjo y José María Zonta, así como poetas emergentes de diversas regiones del país.
La presencia de Edgar Atencio, del Territorio Conte Burica, marcó un momento relevante para la representación indígena en la poesía costarricense. A lo largo del año, el proyecto abrió espacio para editoriales independientes en el Día del Libro, realizó mesas dedicadas a la poesía escrita por mujeres en marzo y agosto, y recibió a autores internacionales como Rolando Kattan (Honduras), Alfonso Fajardo (El Salvador), Leticia Luna (México), Marisa Russo (Argentina), Sebastián Ibarra (Chile-Canadá), Zingonia Zingone (Italia) y Michele Clemente (Italia).
El ciclo Miércoles de Literatura, Poesía y Diálogo se realizó en un trabajo conjunto con el director del Teatro Nacional, Guillermo Madriz, quien impulsó la apertura sostenida para la poesía. Al frente del Movimiento Literario Palabra y Punto están Rebeca Bolaños, directora, y Paola Valverde Alier, productora general. El equipo se complementa con María José Villalta como anfitriona y Stephanie Marín como productora ejecutiva, junto al apoyo de Dennis Ávila, Andrés Briceño, Emmanuel Calvo, Tania Álvarez y Guillermo Acuña.
“El cierre de este ciclo no es simplemente la última actividad del año; es la culminación simbólica de un proceso que logró reunir en el Foyer a poetas de distintas edades, estéticas y geografías, abrazando la diversidad literaria sin censuras ni restricciones. Un proyecto que, desde su esencia, ha construido comunidad y ha mantenido viva la energía poética, por lo que les invitamos a acompañarnos en este emotivo cierre que tendremos”, finaliza Valverde.
Información general Fecha: Miércoles 26 de noviembre de 2025 Hora: 6:30 p.m. Lugar: Foyer del Teatro Nacional de Costa Rica Entrada gratuita — Aforo limitado
La Fundación Interartes y la Librería Otros Mundos invitan a una actividad literaria que propone un encuentro distinto a las lecturas poéticas tradicionales. No es una vitrina de autoras y autores, sino un espacio de conversación colectiva entre personas lectoras, degustadoras de poesía y sujetos reflexivos convocados a pensar con sensibilidad y profundidad.
Esta edición se inspira en Amor constante, más allá de la muerte, el célebre poema de Francisco de Quevedo, para cerrar el mes de noviembre con un diálogo sobre la partida, el duelo, la memoria, el amor que trasciende y los renacimientos.
La actividad se realizará con la participación de Paúl Benavides, Nidia Marina González y Magda Zavala, poetas, quienes guiarán la lectura y el intercambio con el público.
Detalles de la actividad
Título: “Amor constante, polvo enamorado” (Por Quevedo y su poema inmortal) (Sentipensando con la poesía, al cabo de un noviembre)
Fecha: jueves 27 de noviembre de 2025
Hora: 6:00 p. m. (hora de Costa Rica)
Lugar: Librería Otros Mundos, Heredia – Costado norte de la Rectoría de la Universidad Nacional
La invitación está abierta a quienes deseen compartir un espacio de reflexión estética y afectividad en torno a la poesía y su capacidad de acompañar los momentos vitales.
Pearl S. Buck fue una gran escritora que dio a conocer China en Occidente y defendió los derechos de los chinos, los negros y otras minorías. En 1938, ganó el Premio Nobel de Literatura. Esta es su biografía.
Pearl Comfort Sydenstricker, conocida como Pearl S. Buck por adoptar el apellido de su primer marido, nació en Hillsboro, Virginia Occidental, Estados Unidos, el 26 de junio de 1892.
Hija de los norteamericanos Absalom Sydenstricker y Caroline Maude Stulting, dos misioneros cristianos presbiterianos, Buck tuvo varios hermanos, se marchó a temprana edad con su familia a China y creció rodeada de cristianismo presbiteriano por un lado y confucionismo y cultura china por el otro.
Por culpa de la inestabilidad política del país oriental, la joven Buck y su familia tuvieron que cambiar de lugar de residencia varias veces, cosa que provocó que estudiase en diferentes escuelas y con distintos maestros. Aprendió el dialecto local y el chino clásico, es decir la lengua escrita de la antigua China.
Ya en 1911, Buck regresó a Estados Unidos para estudiar psicología en el Randolph-Macon Woman’s College de Lynchburg, Virginia, una universidad privada vinculada a la Iglesia Metodista Unida. Y, allí, cursó sus estudios durante tres años e ingresó en las fraternidades Phi Beta Kappa y Kappa Delta.
Tras concluir su etapa universitaria, Buck optó por ser misionera presbiteriana como sus padres, volviendo a China como tal. Y, en 1917, se casó con el también misionero John Lossing Buck, marchándose a vivir a una humilde aldea de la provincia de Anhui. Lugar en el que la futura escritora conoció una realidad que inspiró algunas de sus novelas posteriores.
Desde 1920 hasta 1933, Pearl S. Buck y su marido se establecieron en el campus de la Universidad de Nankín. Ella enseñó literatura y empezó a escribir con asiduidad y él estuvo al frente del Departamento de Economía Agrícola universitario. En 1920, tuvieron una hija, Carol. Y, pasado un tiempo, adaptaron a otra, Janice.
En 1929, Buck viajó a los Estados Unidos por la salud de su hija Carol y en busca de un editor que publicase sus libros. Y consiguió que Richard J. Walsh le editase su novela Viento del Este, Viento del Oeste (1930), centrada en el choque entre las culturas china y occidental. La novela se convirtió en un éxito.
De regreso a China, Buck se dedicó a escribir durante un año y publicó otra excelente novela: La buena tierra (1931). Una obra que retrata la sociedad rural china del primer tercio del pasado siglo y que, en 1932, obtuvo el premio Pulitzer de Ficción.
Envuelta en sus logros literarios, la escritora viajó una vez más a Estados Unidos e impartió en Nueva York la conferencia ¿Hay razones para el misionero extranjero?, generando una gran polémica. Argumentó que los chinos no necesitaban misioneros y exigió respeto hacia su cultura y religión. La conferencia provocó la ruptura de Buck con la iglesia presbiteriana.
En 1935, Pearl S. Buck se casó con su editor Richard J. Walsh, tras divorciarse de su primer marido, y adoptó varios hijos. Transcurridos tres años, la escritora tocó techo al ganar el Premio Nobel de Literatura. Se le concedió “por sus descripciones ricas y verdaderamente épicas de la vida campesina en China y por sus obras maestras biográficas”. Fue la primera mujer norteamericana en conseguirlo.
En 1942, Buck publicó otro libro destacado, La estirpe del dragón, y fundó la Asociación East and West, dedicada al entendimiento entre Oriente y Occidente. Años después, en 1949, también fundó la Welcome House, centrada en la adopción de asiáticos y mestizos.
En mayo de 1942, en la Universidad Howard de Washington D. C., una universidad históricamente afroamericana, Buck dio un discurso contra el racismo de gran calado. Les dijo a los estudiantes que la segregación racial de los negros tenía que terminar y la comparó con el fascismo. “No somos mejores que los fascistas si luchamos por la libertad de un grupo y no de otro, por el beneficio de una raza y no de otra, por el engrandecimiento de una parte y no por el mejoramiento del conjunto”, proclamó la escritora.
Por esas actividades a favor de chinos y negros, Buck fue investigada por el FBI y señalada como comunista en Estados Unidos, siendo paradójicamente acusada de imperialista a posteriori por la China maoísta.
En la década de 1950, Pearl S. Buck trabajó en la Universidad Howard, prosiguió su recorrido literario y se mantuvo firme en sus convicciones a favor de los derechos humanos. En 1960, se quedó viuda. Y, en 1964, fundó la Pearl S. Buck Foundation para brindar ayuda humanitaria a nivel internacional.
En sus últimos años, Pearl S. Buck todavía tuvo tiempo de escribir obras de interés como China como la he visto (1970), en la cual reflejó sus vivencias en el país que había sido clave en su trayectoria.
Pearl S. Buck falleció finalmente de cáncer de pulmón el 6 de marzo de 1973, a los 80 años, en Danby, Vermont. Por expreso deseo suyo, llevó puesto un vestido qipao de origen manchú en su funeral y su tumba se ubicó en su residencia de Pensilvania en dirección a Oriente. En ella, se inscribió su nombre chino, Sai Zhenzhu.
A partir de los años noventa del siglo pasado, China y Estados Unidos realizaron intercambios culturales centrados en la obra de Pearl S. Buck, con el objetivo de preservar su legado. Y, además, la antigua residencia de la escritora en el campus de la Universidad de Nankín fue trasformada en la Casa Conmemorativa Sai Zhenzhu, con una estatua dedicada a ella.
Pearl S. Buck ayudó a que China y su cultura fuesen ampliamente conocidas en Occidente. Y el país asiático respondió, al final, como cabía esperar, preservando su memoria.
A día de hoy, en pleno siglo XXI, el interés por Buck no ha disminuido y sus obras son leídas por millones de personas de todo el mundo. La escritora tiene tantos reconocimientos como tuvo a lo largo de su vida. En un reportaje de septiembre de 2012, la revista del Instituto Confucio afirmó que, según algunos expertos, “Pearl S. Buck es la escritora occidental más influyente que ha escrito sobre China después de Marco Polo allá por el siglo XIII”.
Pearl S. Buck fue una gran escritora que dio a conocer China en Occidente y defendió durante toda su vida los derechos de las minorías. El presente artículo ha recuperado su extraordinaria figura y le ha rendido un homenaje. Un pequeño homenaje, discreto, entre los muchos que recibe la escritora habitualmente. Eterna Buck.