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Cosificación masificada de la mujer

Macv Chávez

Después de algún tiempo de análisis e investigación puedo decir que el hombre de la actualidad -en mayoría, en masa- es un pajillero mental en expansión geográfica, porque ya no solo lo son en los cabarets, revistas, fotografías, películas, sino que ahora van más allá, a la vida cotidiana, en redes sociales, calles y otros espacios públicos, porque la “libertad” ha llegado a niveles de guerra sexual, tanto que podríamos decir que la pubertad se les ha extendido a muchos, a tal punto que la realidad nos manifiesta que la mujer pasó de oprimida a opresora, de forma consciente o inconsciente, logrando expandir la lucha por el poder que sostiene con el varón hasta nuestros días, aunque ahora podemos traducirlo claramente en machismo y feminismo, ambos en sí desmesurados, porque si profundizamos en el ser humano diríamos que ambos no tienen razón de ser, porque solo contribuyen a desviar a las masas de su propia naturaleza, algo que espero no olvidar de explicar más adelante, ya que en sí este artículo está dirigido a determinado tipo de mujeres, no a todas.

Por ahora vamos a empezar analizando la naturaleza del varón y la mujer para comprender que son complementarios, necesarios e indispensables para que persista la raza humana en el tiempo, a pesar de sus diferencias biológicas, cosa que también nos llevaría a contemplar que los varones vivimos en un gravísimo error al creernos más fuerte que las mujeres, porque en sí la fuerza de la mujer es superior, porque hay que tener suficiente fuerza o valentía como para poder velar por la otra vida antes que la nuestra, ya que no es más fuerte el que sobrevive consigo mismo sino el que sobrevive haciendo primar la vida, la suya y la de los demás, como lo hace la mujer cuando es madre, no mamá, sino madre: mujer que da a luz y toma responsabilidad de sus actos a lo largo de su existencia, dando lo mejor de sí, cosa que también suele suceder con el varón cuando es padre, no papá, ese que solo engendra y recibe el título por cuestión natural, porque es incapaz de comprender lo que vale en sí su propia vida, esa que no solo es suya, porque viene de otra persona para continuar en él para finalmente terminar en otra, cosa que nos llevaría a saber que esos son los límites del derecho, el cual empieza cuando termina y termina cuando empieza de otra persona, algo que nunca se nos debería olvidar para actuar en libertad de conciencia, es decir, que existe un antes y después que nos libera y frena al mismo tiempo, porque la libertad es saber tener límites, y para ello es necesario e indispensable conocer nuestra esencia y naturaleza humana.

Una de las cosas que he podido contemplar en estos años de búsqueda y comprensión humana es que el poder que tienen las mujeres sobre los varones es impresionante, a tal punto que me atrevo a decir de que si las mujeres comprendieran su valor trascendental dejarían de permitir su cosificación y reformarían a los varones para ser una mejor sociedad, logrando la igualdad y equidad entre las diversas opciones sexuales, las heterogéneas y sus ramificaciones, así como también en los diversos campos de la vida: familiar, laboral, social, cultural, entre otros, porque tienen un gran poder sobre el varón, debido a que por naturaleza cuentan con esa capacidad para formar y también para reformar a la humanidad, porque son la fuente de la vida, el principio del amor, y por tanto si ellas comprendieran ese gran valor la realidad humana sería absolutamente diferente, tanto que seríamos un mundo más justo, igualitario y equitativo, sin distinción de raza, piel, figura, clase social, ni marginaciones o humillaciones, porque por su naturaleza están predispuestas a conocer el amor de forma natural, y por eso ellas van al sexo por el amor, no como el varón que es al revés, aunque ese amor con el tiempo se ve golpeado por su ignorancia y la mediocridad con la que sufre burla, humillación, mentira, hasta que poco a poco, lenta o velozmente, se va transformando en un gran rencor, dolor, decepción e incluso odio, hasta terminar en mediocridad, esa que le vive haciendo girar en un círculo vicioso del cual no sale nunca, desvalorándose a sí misma, hasta humillarse sola, logrando cosificarse inconscientemente, sin siquiera caer en la cuenta de que su propia naturaleza es más grande de lo que la mayoría de los varones ha podido comprender o saber por su ignorancia o mediocridad, logrando fomentar de este modo las reacciones instintivas de su ser como la de los varones, es decir, fomentando la vida de los animales domésticos.

Pero ¿por qué razón digo que la mujer en estos tiempos se ha cosificado, más que antes? Eso es muy simple de responder, aunque quizás un tanto difícil de comprender, porque sucede que si nos ponemos a contemplar las redes sociales vamos a contemplar que muchas mujeres han caído en la exposición y sobreexposición del cuerpo, acto desesperado para conseguir, atraer o reunir seguidores, una astucia de la industria, esa misma astucia que nos venden por todos los medios de comunicación: prensa escrita, radial, televisiva, películas, series, documentales, entre otros, porque lastimosamente en una sociedad de animales domesticados el poder del mensaje subliminal sobre el sexo es un gran vendedor o recolector de finanzas, por ende, mueve masas, como lo podemos apreciar en la masificación de los seguidores de las personas que exponen su cuerpo para atraerlos, mostrando sus mensajes mediocres y sistemáticos de la vida, logrando de ese modo su propia cosificación, reduciéndose de personas a cuerpo, mostrando inconscientemente una penosa necesidad de ser valoradas como lo que se ven y no por lo que son, solo por los ojos de los demás, de los que la siguen, porque así pueden acceder a ciertos “beneficios” personales, esos que te brinda el sistema postmoderno de la cosificación, sistema que permite darse los gustos de la apariencia y la “buena vida”, cuando ni siquiera tienen consciencia de lo que significa vivir en sí, es decir, vivir como persona y no como animal doméstico ni cosa.

Con esto no quiero decir que estoy cosificando a toda mujer o persona que hace libre uso de su cuerpo o intimidad, porque soy de los tipos que incentiva a sus amigas a disfrutar y disfrutarse, porque es importante que se disfruten, debido a que es ahí donde descubrirán mejor su ser, logrando alcanzar el saber de sí mismas, pero para disfrutar hay que tener libertad y, por ende, conciencia de sí mismo y también sobre los demás; es decir, no violar sus derechos ni deberes, por ende, respetar su libertad. Pero, por otro lado, hay que tener cuidado, porque una cosa es el arte y otra la piratería, la imitación y otra una copia barata, motivo por el cual no debemos ser tan inquisidores ni radicales con el desnudo, porque es una cuestión natural o normal del ser, porque es así cómo venimos al mundo, por más que con la “evolución” del hombre hemos aprendido a vestirnos, con todas sus variantes a lo largo de la historia, logrando de ese modo vestirnos poco a poco hasta cubrirnos del todo para después volver a retroceder hasta casi desnudarnos del todo, siendo un proceso evolutivo o involutivo el que nos ha movido a adecuar la idea de lo romántico, erótico o pornográfico según dicho proceso “evolutivo” o “involutivo”, motivo por el cual ciertas prendas suelen ser mensajes directos al subconsciente, porque la formación psicosocial nos indica eso, debido a que nos han formado de una manera extremadamente ridícula, con un conservadurismo desmesurado, como el ahora liberalismo desmesurado que intenta aplacar la malformación con una deformación, continuando con la ignorancia y mediocridad de la gente, por tal razón hasta ahora no se tiene un concepto claro y evidente de la estética de la belleza y por eso podemos contemplar que más allá de los desnudos desesperados por obtener seguidores, donde he podido contemplar y analizar que muchísimas personas no tienen ni el más mínimo sentido de lo bello, por tal razón, no pasan de cuerpos bonitos y regularmente moldeados, cosificándose como si fueran un maniquí en el cual se coloca la prenda para ser exhibida.

Por eso me gustaría indicar que lo bello -pienso que- significa en sí armonía, porque tiene un equilibrio y una proporción determinada, debido a que muestra una idea del ser que lo representa, por eso es que cuando contemplamos un cuadro podemos decir que es bello por la armonía que tiene o representa, logrando transmitir un mensaje armonioso que te da la unión de los colores con los trazos o figuras, junto a sus conexiones o lazos y a todo lo que acompaña a la obra de arte, porque caso contrario solo podría ser simplemente algo lindo, bonito, simpático, agradable, entre otros calificativos inferiores que la estética de la belleza no suele usar, sencillamente porque está acostumbrada a cosificar y no a contemplar y analizar las cosas en sí mismas, como para poder comprender la diferencia entre uno y otro, entre lo bonito que es agradable y atractivo a los ojos y lo bello que es admirable e impactante a los mismos, casi como un sentido de perfección, y por eso con lo bello nos asombra hasta dejarnos contemplativos, venerando la obra de arte de arte natural o de manos del hombre. Y mientras que no aprendamos de lo bello vamos a seguir creyendo que algo es así cuando no lo es, cuando incluso es horrible, feo, desastroso, horripilante, demostrando que somos ciegos ignorantes o mediocres, porque incluso el caos cuando llega a las manos indicadas se transforma en bello; y por eso recomendaría a las personas que aprendan a distinguir sus gustos hormonales sociales de los personales, para saber cuándo algo es realmente bello ante nuestros ojos que no son los que poseemos en el rostro, sino en el ser, en la idea y pensamiento de las cosas, esas que provienen de una formación familiar, personal y social.

Finalmente, ahora creo haber dejado en claro el por qué las mujeres se cosifican y si no, básicamente se reduce a repetir patrones de disco rayado, de reproductores de ideas masificadas, seres ausentes de personalidad, con ausencia del yo individual que siempre es universal, cosa que también me sirve para decir que lo mismo sucede con los “ismos”, y en este caso, principalmente con la guerra del “machismo” y el “feminismo”, donde podemos contemplar que su razón de ser es un discurso político bastante simpático, pero trillado, digno para mover a las masas, a esa gente incapaz de comprender lo que implica ser persona. Por tal razón el feminismo para mí representa lo mismo que el machismo, porque el feminismo -según algunas personas feministas con las que pude conversar, a las que pude preguntarles qué es lo que persiguen- representa la búsqueda de la igualdad de la mujer con el varón, algo que jamás se podría dar, salvo en un libro de ciencia ficción, porque para mejorar la sociedad, con la intención de dejarnos de tantas barbaries humanas, no necesitamos de la igualdad sino de la equidad, porque ya tenemos o debemos comprender que tanto el varón como la mujer son dos seres naturalmente diferentes, aunque complementarios, porque sus capacidades humanas son distintas de uno con el otro, porque ambos tienen ciertas incapacidades naturales para ser igual al otro, porque son cosas que nunca cambiarán en su ser, por más que se dejen ayudar por la ciencia o por más que intenten modificar su personalidad desde la modificación de su fisiología o psicología socioculturalmente. Por ello, por más que puedan desarrollar una personalidad distinta a su ser, siempre existe la diferencia natural de uno con el otro, esa que les produce cierta incapacidad para determinadas cosas, incapacidad que les conduce al fracaso en su accionar, simplemente porque no pueden hacerlo aunque lo quieran o deseen demasiado, logrando transformarse de ese modo en reos de una desgracia, de la que no pueden salir, porque andarán girando como una noria o como en un círculo vicioso, simplemente porque no sabrán cómo librarse del sufrimiento o la opresión que no les deja ser libres, logrando alcanzar una muerte en vida, debido a que no tienen conciencia de sí mismos ni de los demás, creando de ese modo seres que van buscando la igualdad para continuar con el desarrollo del adiestramiento o domesticación del hombre, del varón y la mujer, logrando anularse a sí mismos como personas, como seres independientes y libres, como dueños de sí mismos, como seres capacitados con pensamientos o reflexiones personales y también universales, convirtiéndose en incapacitados para pensar y razonar, porque finalmente lo que la suciedad necesita no son personas sino animales domésticos que puedan cosificarse para convertirse en máquinas o herramientas de trabajo para que continúe girando el engranaje de la opresión del hombre por el hombre, donde solo se cumple una función determinada de opresor u oprimido, con la firme intención de sobrevivir o supervivir, como lo suelen hacer los animales en el bosque, solo que con la diferencia de que estos animales cosificados son más peligrosos que todas las bestias salvajes reunidas, porque son capaces de destruir manadas enteras de un solo arranque de cólera, rabia, impotencia u odio, como ya lo hicieron a lo largo de la historia, esa historia que nos dice que los grandes imperios de la historia fueron destruidos por culpa de una mujer, cosa que nos lleva a comprender de cuán grande es el poder de la mujer y cuán débil es el hombre ante una mujer, simplemente porque una mujer sabe someter a sus pies al varón que enloquece por su incapaz de pensar y razonar como persona.

Enviado por el autor.

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cosificación, equidad