Ecología Social, economía y Renta Básica como derecho humano (y II)

Fuente: https://www.pressenza.com/

En este panel, que ha tenido lugar en el 5º Foro Humanista Latinoamericano, y que se anunciaba con el título «Lo que nos une en la Construcción de un futuro mejor. Ecología Social, economía y Renta Básica como derecho humano«, se ha buscado analizar las vinculaciones entre ecología social, economía, cambio climático y renta básica universal e incondicional como derecho humano y cómo es que estas relaciones aportan a la construcción de un futuro mejor. Han intervenido José Rafael Quesada y Juana Pérez Montero. En esta segunda parte, reproducimos el texto presentado por José Rafael Quesada.

“Aquí hay alegría, amor al cuerpo, a la naturaleza, a la humanidad y al espíritu” Silo[i]

La siguiente crisis de toda la humanidad no es una nueva pandemia de origen viral, sino la CRISIS CLIMÁTICA, la crisis que ya está en el planeta y es la consecuencia directa de la acumulación de actos contra la naturaleza y el ser humano.

Tomando parte de las Conclusiones de la Red de Ecología social, economía y Cambio climático, enfocamos nuestro punto de vista así:

“Somos conscientes de que la crisis climática está relacionada directamente con la acción del ser humano sobre la naturaleza y que las emisiones de gases efecto invernadero -producto de un sistema extractivista, productivista y consumista exacerbado- son la causa del calentamiento global y en consecuencia de los cambios que se están produciendo en la Tierra, la destrucción de ecosistemas, el desplazamiento de las especies y de la reproducción de la vida. En este sentido, desde el nuevo humanismo incluimos a la «crisis climática» en el contexto histórico y social que vivimos hoy, y consecuencia directa de las alteraciones que este modelo económico neoliberal genera produciendo a su paso destrucción y muerte en el planeta y sus ecosistemas.

En este marco es claro que somos todos los seres humanos los que debemos decidir sobre las condiciones en que queremos vivir en el futuro inmediato y no solo un puñado de personas que detentan el poder económico y que deciden sobre nuestro futuro. Somos pues responsables de lo que imaginemos hoy para la vida actual y la de las futuras generaciones. Destacamos por ello la importancia de la educación ecológica humanista, la como una de las vías necesarias para el logro de estos fines, así como la acción en el medio inmediato y el pensar globalmente.

Somos parte de la nueva sensibilidad hoy presente en las nuevas generaciones y de quienes en nuestros territorios aspiramos a cambiar el paradigma del desarrollo y crecimiento sin límite y dar nacimiento a una nueva conciencia espiritual conectada con la naturaleza de la que somos parte y aspiramos a la búsqueda del sentido de nuestras vidas; a construir un nuevo Pacto ecológico y social y reglas para desarrollar un nuevo tipo de economía entendida esta como la administración de la casa común, aquella que garantice el buen vivir, la ciencia y la tecnología al servicio de la vida y nuestra supervivencia y la de las distintas formas de vida. Accionamos en todos los niveles y en especial en nuestros territorios desde la perspectiva de la ecología social y nos congregamos en este espacio porque valoramos los vínculos y articulaciones entre quienes compartimos estas potentes imágenes de futuro querido partiendo de lo simple y de ámbitos inmediatos a lo complejo: la construcción de la Nación Humana Universal”[ii].

La crisis climática tiene su origen en relativamente en un corto tiempo de destrucción del medio natural y social en que vivimos la humanidad entera, desde el funcionamiento de una economía y un estilo de vida extractivos, que devuelve a la naturaleza contaminación y más destrucción. Donde el consumo de combustibles fósiles, un estilo de vida consumista concentrado al igual que la distribución de recursos, en muy pocas manos o diríamos de bocas, la actitud general de los empresarios de actuar sin responsabilidad al extraer y luego no mitigar el daño realizado, así como producir alimentos, ropa y demás objetos, sin importar la contaminación que traslado a los consumidores y personas en general. Además de que esta producción se realiza sin importar las consecuencias sobre la calidad de aire, del agua y en fin de la calidad de vida de los seres humanos.

Es un modelo anti humanista.

Y esta actitud general ha significado, además, formar muchas generaciones de personas que viven en las ciudades y los campos, que también aprenden de esta cultura de ensuciar el propio medio en que se vive, sin contar con los recursos para administrar o procesar los propios desechos de esta cultura de consumo irresponsable.

Un modelo de explotación y extracción económicas, no solo de los suelos y de los cuerpos de las personas, de su energía, tiempo y la calidad de vida de las personas. Es un modelo de destrucción en realidad.

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Un nuevo modelo de vida

Nuestra generación y las nuevas generaciones, muchas personas debemos adquirir la mentalidad de construir otra cultura de vida, donde el consumo sea responsable, que exigen cambiar la dirección de la producción y están dispuestas a consumir de otra forma y reiniciar otro modo de vida con el “medio ambiente” en que les toca vivir. Pero esto se hace difícil mientras la población y las personas, no puedan, no tengan el tiempo disponible para hacerlo, ni los recursos, ni el espacio y sobre todo la organización social para poder cumplir con las máximas de lo que hoy se ha dado en llamar una Economía Circular

En general una persona a la que se le proporcione una Renta Básica Universal e Incondicional compraría con ésta muchas cosas, pero sobre todo obtendría y hasta compraría LIBERTAD y TIEMPO.

Adquiere libertad para poder decidir qué hacer con sus habilidades y poder tener fuerza o energía adicional, para hacer lo que realmente quiere hacer y sobre todo compraría el más preciado de los bienes intangibles que es el TIEMPO.

Economía verde y RBUI

Una mujer que no puede trabajar porque tiene dos hijos pequeños y no tiene los recursos suficientes para salir a trabajar, tendrá que confinarse a depender del salario de su pareja o expareja y suplicar por los recursos o incinerarse en sacrificios para dar de comer a sus hijos.

En cambio, con un poco de tiempo y más libertad, podría dedicar parte de su nuevo tiempo, calma del espíritu, la panza llena y el corazón contento, a construir otras formas de producción en el patio o el jardín de su casa, como cultivar lo que se podrá comer, criar abejas nativas para obtener miel medicinal y productos de cera de abeja. Esto último le obliga a regenerar el bosque cerca de su casa, cultivar flores melíferas hospederas de sus abejas, y disponer agua potable para apoyar su nueva actividad productiva; en general tendrá que reconstruir o regenerar el ecosistema en que vive.

Con tiempo disponible luego de revisar que la persona pagó todas sus cuentas y servicios básicos, podrá dedicar parte de ese tiempo a investigar soluciones y acciones ante la crisis climática, podría levantar un voluntariado entre sus amigos y vecinas, para impulsar acciones de mitigación y regeneración de bosques y ecosistemas.

Con más recursos disponibles de voluntariado se puede organizar y estructurar programas inmediatos de desarrollo de parcelas sostenibles para generar nueva producción y atender la demanda creciente de alimentación de toda la población mundial, ahorrando recursos, energía y avanzando en proceso de economía circular, para producir nuevos equilibrios ecosistémicos.

Con más tiempo libre puedo realizar acciones a favor del ambiente: sembrar árboles y plantas para las abejas, producir miel en mi casa, producir soluciones orgánicas a las plagas, trabajar en el compostaje y producción de nuevo suelo y más.

Con más tiempo se puede disponer recursos de investigación científica y recursos académicos, para aplicar en el desarrollo de nuevas tecnologías, equipo y aplicaciones para fortalecer la nueva producción y recuperación del conocimiento ancestral aplicado en la producción y alimentación sostenible y libre de agroquímicos y tóxicos que actualmente destruyen ecosistemas y acortan la vida en el planeta, y posiblemente la vida de generaciones enteras.

“Que trabajen las máquinas” ha dicho Silo y con él muchos humanistas. Y es cierto, ya estamos llegando a los límites del desarrollo tecnológico y científico solo en manos de los seres humanos, ya creamos las máquinas y los robots, que podrían ejecutar miles de acciones que hoy día ejecuta el ser humano. Libera energías y tiempo del ser humano.

El aporte de la RBUI a la Ecología Social

Se trata de proponer las implicaciones de la aplicación y disponibilidad de una Renta Básica para todas las personas en todo el mundo, y sus posibles implicaciones en la puesta en marcha de programas sociales y personales, para el uso del tiempo y aplicarlo a los cambios en la economía circular y colaborativa, cultivo de la propia alimentación, regeneración de boques, limpieza de ríos, creación de huertas urbana, cambios en la nutrición familiar, aplicación de la tecnología para producir alimentos de alta calidad nutricional y de menor costo.

El cambio o la creación de una nueva economía o nuevas economías según las culturas y las regiones darían espacio para que la innovación y la creatividad de los individuos y poblaciones, y hasta de la capacidad productiva de las personas. Lo cierto es que la generación de una economía circular, que permita vivir regenerando y reutilizando muchos elementos de los productos que necesitamos, se convierte en nuevo paradigma para las sociedades y generaciones actuales.

Un cambio de mentalidad

Para hacer cambios en la mentalidad individual y cambios en la cultura familiar, se requiere tiempo libre, sin presión económica y el stress que sobreviene de vivir con bajo salario y en lugares sin calidad de vida. Recursos libres, sobre todo económicos para disponer para cubrir pequeños costos de inversión en huertas familiares, por ejemplo, en estudiar y comprar nuevas semillas, adquirir o producir abonos orgánicos, compra de equipos básicos para producción familiar.

Un cambio en la imagen de la vida personal y social y en la forma de vivir. Construir un mundo más verde y más humanista, requiere de cambios en la conciencia del ser humano y en las sociedades: otra forma de vivir, otra escala de valores con nuevos valores, otras costumbres en la vida diaria: caminar más, conversar más, visitar más a quienes amamos, usar la bicicleta para recreación, trabajo o tramos cortos, o el transporte público, o compartir vehículo; cambiar por producción con energías limpias y claro ser responsables para reducir, reutilizar o reciclar los empaques y residuos generados; consumir agua de forma inteligente y racional; regenerar los bosques y selvas, respetar el entorno natural, y respetar el espacio público generando ciudades más limpias; controlar los niveles de contaminación acústica y otros.

Incidencia en las políticas públicas en los Gobiernos nacionales y locales.

Las personas podrán disponer tiempo y su conocimiento para incidir en la política pública, si dispone de más tiempo, información y acceso a la información; pero todo esto requiere aprendizaje y búsqueda de más información y recursos en forma permanente. Y esto utiliza tiempo.

Es importante que la población, las comunidades y las personas, puedan incidir en las políticas públicas para generar recursos y acciones ante la crisis climática. Y para esto se requiere información, coherencia, referencia y disponer de los buenos ejemplos a seguir, y sobre todo contar con recursos mínimos de tiempo y dinero para accionar en temas de ecología social, economía circular y cambio climático.

[i] La Mirada Interna, Humanizar la Tierra. Silo, 1991, I. La Meditación

[ii] Conclusiones de la Red de Ecología Social, Economía y Cambio Climático, V Foro Humanista Latinoamericano 2020.