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Gilbert Brown Young: Una Historia de Determinación

Frank Ulloa Royo

  1. Limón: Belleza y Pobreza

Limón es tierra de mujeres y hombres libres hechos de carey, hule, zarza y bananos.  Saben bien que ser libres no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la condición de quienes han vivido marginados del desarrollo, —le diría al presidente Figueres con mucha indignación—.

—Señor presidente: —Yo creo que usted es diferente. Vengo de una familia que vota por su partido y que cree que en democracia podemos avanzar. —

La conversación fue cambiando de color de un rojo intenso a un azul cielo difuminado por el agua en la acuarela que Gilbert pintaba en la mente de los políticos josefinos. Quedaron perplejos porque Gilbert era de pocas palabras, pero sus gestos como lanzas penetraron la vergüenza de quienes lo escuchaban.

La belleza y la pobreza siempre han marcado a Limón. Siempre fue el puerto principal en el extremo oriental del país. El mar Caribe baña toda la costa, y la pequeña península que sobresale y se adentra en el mar es un puerto natural que marca la historia de la región. Nadie puede imaginar al ver la verde belleza del paisaje la triste realidad que esconde.

El Encuentro Decisivo

En una sala de reuniones de la Casa Presidencial, la tensión era palpable. El presidente, un hombre pequeño, de brazos nervudos, cejas pobladas y edad avanzada, estaba sentado al final de una larga mesa de madera. Frente a él, Gilbert Brown Young, un dirigente de Limón, muy serio, flemático y que hablaba con su silencio, se mantenía erguido y sereno. Su presencia imponía respeto, no solo por su estatura, sino por la calma y determinación que irradiaba.

Gilbert, conocido por su liderazgo silencioso y meditativo, había sido convocado para negociar el fin de una huelga que había paralizado la región. La huelga, marcada por disturbios y bloqueos de carreteras, había llevado a enfrentamientos con la policía y a un clima de incertidumbre en la provincia.

El presidente rompió el silencio:

—Señor Brown, agradezco que haya venido. Sabemos que la situación en Limón es crítica y necesitamos encontrar una solución.

Gilbert asintió lentamente, sus ojos fijos en el presidente.

—Señor presidente, la gente de Limón ha sido ignorada durante demasiado tiempo. No estamos aquí solo por nosotros, sino por las generaciones futuras. Necesitamos compromisos reales, no promesas vacías. Luchar contra la pobreza no es un asunto de caridad, sino de justicia. Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien.

El presidente suspiró, consciente de la verdad en las palabras de Gilbert.

—Entiendo su frustración, pero necesitamos encontrar un punto medio. ¿Qué es lo que piden exactamente?

Gilbert tomó un respiro profundo antes de responder:

—Queremos garantías de empleo para los trabajadores despedidos, mejoras en las condiciones laborales y una revisión de la política agraria. Además, exigimos que se atiendan las demandas de los campesinos y se proporcionen servicios de salud y agua en las comunidades más afectadas. Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de que hayamos vivido; es la diferencia que hemos hecho en la vida de los demás lo que determinará el significado de la vida que llevamos. —Señor presidente, usted puede hacer la diferencia—

El presidente, considerando las demandas responde.

—Esas son peticiones razonables, pero necesitamos tiempo. ¿Podemos acordar un cese temporal de la huelga mientras trabajamos en estas soluciones?

Gilbert mantuvo su mirada firme.

—Señor presidente, la gente de Limón ha esperado demasiado tiempo. Necesitamos acciones concretas y un cronograma claro. Solo entonces consideraremos levantar la huelga.

El presidente asintió, reconociendo la determinación de Gilbert.

—De acuerdo, trabajaremos en un plan detallado y lo presentaremos en una semana. Espero que podamos contar con su cooperación para mantener la paz mientras tanto.

Gilbert extendió su mano, sellando el acuerdo con un apretón firme.

—Confío en que cumplirá su palabra, señor presidente. La gente de Limón estará esperando. Piense que a usted lo van a juzgar por cómo trata a quienes tienen poco o nada, que somos la mayoría de los limonenses.

Con ese gesto, ambos hombres se levantaron, conscientes de que el verdadero trabajo apenas comenzaba. La reunión había sido un paso crucial hacia la resolución del conflicto, pero la lucha por la justicia y la igualdad en Limón continuaría.

Frank Ulloa Royo, Gilbert Brown Young, historia sindical, sindicatos