Skip to main content

Etiqueta: Frank Ulloa Royo

Un país en resistencia contra el neocolonialismo. La calle arde

Frank Ulloa Royo

Foto: Marcos Llorente

El general Omar Torrijos había dejado claro en que la soberanía no se puede defender de rodillas, ni mediante súplicas al gobierno invasor.

La entrega del Canal, en 1999 parecía ser el fin de la subordinación, pero los hechos actuales demuestran que el neocolonialismo no ha desaparecido, solo ha cambiado de rostro.

Hoy, sindicatos, movimientos sociales y ciudadanos de a pie han convertido las calles en trincheras de resistencia, enfrentando un sistema internacional que no garantiza independencia, sino que simplemente administra intereses.

Represión y resistencia

En Bocas del Toro, el conflicto se ha agudizado. La represión ha golpeado duramente a los trabajadores bananeros, imponiendo despidos masivos y tácticas de asfixia económica diseñadas por la Chiquita Brands y el gobierno para destruir la organización sindical.

Las mismas fuerzas que décadas atrás trazaron las fronteras políticas, hoy buscan perpetuar su control, asegurando que Panamá siga atrapada en un sometimiento económico y militar.

Última barrera contra la sumisión

A pesar de la persecución, el bloqueo de recursos y la criminalización de sus líderes, los sindicatos bananeros, de la educación, bebidas y de la construcción han sido la columna vertebral de la resistencia.

Han enfrentado la represión y recordado al país que la soberanía no es una concesión, sino un derecho que se defiende con valentía.

La patria arde, impulsada por un pueblo que se niega a ser súbdito de un imperio en decadencia.

En las calles, la expresidenta de la Corte Suprema de Justicia de Panamá marcha junto a obreros, maestros y profesores universitarios, exigiendo respeto y justicia.

El silencio internacional y la lucha permanente

Mientras la prensa internacional guarda silencio y la desinformación crece en redes sociales, la verdadera pregunta no es hasta dónde llegará este proceso, sino cuánto tiempo podrá resistir el pueblo panameño, evitar que sea doblegado por las armas y la campaña antisindical.

Esto no es una revuelta efímera, sino una lucha permanente que merece solidaridad activa desde todos los rincones del continente.

La Rel UITA y la Federación Unitaria de la Clase Trabajadora (FUCLAT) han estado en primera línea, asegurando que la resistencia panameña no sea silenciada.

De la esperanza a la lucha

Mientras el Himno Nacional de Panamá resuena en actos oficiales, proclamando paz y progreso, su significado se vuelve vacío ante la opresión.

Panamá está en una encrucijada, y la resistencia sindical y popular sigue siendo el último bastión contra la sumisión total.

Si el país realmente quiere honrar su independencia, debe entender que la libertad no se mide en tratativas a espaldas del pueblo, ni en discursos de una supuesta amistad, sino en la capacidad del pueblo para alzar la voz sin miedo.

Los sindicatos patriotas, clasistas, son el verdadero canto de esperanza, con sus propuestas y gritos de lucha, resonando como la expresión más firme de la resistencia panameña.

Fuente: https://www.rel-uita.org/panama/la-calle-arde/

Las Sombras de la esclavitud moderna

Frank Ulloa Royo

Costa Rica duerme, pero las sombras de la esclavitud no. Caminan por las paredes y las veredas, arrastran sus pies gastados sobre las angostas calles, sobre plantaciones, sobre fábricas, aparecen como sombras de albañiles sobre rascacielos que cambian el paisaje del viejo San José. No tienen rostro, solo cicatrices y algunas las señales del látigo y la horca. No tienen nombre, solo números. La historia les cerró el libro, dijo que la esclavitud era cosa del ayer, pero nunca atascó la puerta. Siguen aquí las sombras. Hoy una nueva ley pretende normalizar la jornada de doce a catorce horas, si agregamos el tiempo de traslado al hogar.

En la oscuridad del siglo XVIII, los esclavos africanos llegaban en barcos de madera, con grilletes oxidados mordiendo sus tobillos y con el temor de que eran traídos para ser comidos, pero despertando como esclavos en las plantaciones. Los traían para hacer crecer la caña, para tejer las redes del comercio, para servir mesas que nunca serían suyas. Pensaron que algún día serían libres, pero la libertad en Costa Rica se dio como el truco de un prestidigitador: ilusoria, rápida, fugaz. Se acabó la esclavitud en los papeles, pero no en las manos de quienes seguían trabajando hasta que su piel se confundía con la tierra.

Las sombras de la esclavitud se ocultaron en la servidumbre del siglo XIX, las mujeres que desgarraban su piel en el agua helada y retorcida, lavando ropas ajenas. Sus dedos se hinchaban hasta no sentir, sus espaldas se doblaban hasta perder la forma humana. Cuando la fatiga las consumía, sus cuerpos caían en las aguas turbias, disolviéndose en el tiempo. Nadie las nombraba. Nadie las lloraba. La esclavitud había cambiado de rostro, pero su hambre de vida seguía intacta.

Luego vinieron las leyes contra la vagancia. Costa Rica quería crecer y necesitaba obreros sumisos, hombres que trabajaran sin alzar la mirada. La pobreza no era un accidente, era un crimen y los niños y niñas eran entregados al patrón para ser educados en el trabajo. Quien no trabajara lo suficiente sería castigado, encerrado, expulsado de la sociedad. El látigo del capataz se convirtió en el bolígrafo del legislador, y la servidumbre encontró nuevos nombres: “desarrollo”, “productividad”, “progreso.”

Siglos después, las sombras miran hacia Singapur, donde las trabajadoras domésticas viven en casas que no son suyas, sirven comidas que nunca probarán, limpian habitaciones donde jamás dormirán. Llegan desde Indonesia, Filipinas, Myanmar. Sus nombres desaparecen cuando cruzan la frontera, sus identidades se diluyen en contratos de trabajo que las atan como esclavas modernas. No pueden salir sin permiso. No pueden descansar. Son piezas descartables en una economía que las consume y expulsa cuando ya no sirven.

Y ahora, en Costa Rica, se escuchan susurros en las oficinas gubernamentales: “Jornadas de 12 horas, como en Singapur, como en las grandes economías.” Los empresarios celebran, los políticos aplauden, algunos sindicatos alzan su voz, los gremios callan y el presidente dice que trabajar más es la respuesta al atraso del país. La historia se retuerce en su tumba. Los Mártires de Chicago observan desde el olvido, sus gargantas están todavía abiertas por la horca que les estranguló y aun las leyes les niegan el descanso.

Las sombras de la esclavitud ríen en la casa del patrón, caminan por las calles húmedas, sufren en silencio. No se fueron nunca. La esclavitud cambió de piel, pero sigue esperando nuevos cuerpos. Y cada vez que los trabajadores bajan la cabeza, que aceptan el cansancio de las largas jornadas como destino, las cadenas invisibles se cierran un poco más, y las carlancas les impiden caminar. La pregunta no es ¿si la esclavitud volverá? ¡La pregunta correcta es: ¿si alguna vez se fue?

Racismo, educación y derechos humanos: construyendo un espejo diverso para la sociedad

Frank Ulloa | Foto: Gerardo Iglesias | Rel UITA

“El mundo empieza a cambiar cuando quienes lo construyen deciden no callar.”

Frank Ulloa Royo

La educación es la raíz profunda de una sociedad justa y equitativa pero también es una fuente de ideología y discriminación cuando promueve estereotipos. Como un río que nutre la tierra a su paso, la enseñanza debe ser el motor que impulse la construcción de una sociedad verdaderamente multiétnica y pluricultural, cimentada en el respeto y la igualdad. Sin embargo, la falta de representación en los materiales educativos, la criminalización de ciertos fenotipos y la exclusión de voces históricas han convertido el sistema educativo en un espejo deformado, donde muchos no logran verse reflejados.

Recientemente, en una reunión con educadores y educadoras, me sorprendió la indiferencia con que algunos desestiman la importancia del racismo en la educación, tratándolo como un asunto secundario. Fue en ese momento cuando decidí escribir estas líneas, no solo para evidenciar la urgencia del problema, sino también para desafiar la comodidad y la pasividad con la que se sigue ignorando el tema. Por otra parte, en una dirección contraria, el Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores de la Educación fue pionero en plantear el tema, y crear espacios de debate, pero debe continuarse esta propuesta en la vida cotidiana de todos quienes laboran en la educación, debería ser un tema ético ineludible y no una obligación escolar.

Etiquetas que marginan:

Como señala Rina Cáceres, el problema no es el color de piel, sino las etiquetas sociales que se le adhieren. En la educación, el fenotipo se convierte en un marcador que condiciona la percepción y el trato hacia ciertos estudiantes. Fallas (1943) denunció en Mamita Yunai la explotación en los enclaves bananeros, la discriminación contra campesinos mestizos, la marginación de los indígenas perdidos en la selva y la segregación de la fila carbón. Esta historia, que en otro momento fue un referente en las aulas, parece desvanecerse de los programas escolares y las librerías.

Intentar conseguir un ejemplar de Mamita Yunai se ha convertido en una tarea difícil, como lo comprobé recientemente al buscar uno para un conferenciante colombiano. Esta ausencia no es casualidad: borrar estas narrativas es una forma de silenciar la memoria histórica y ocultar las luchas que han denunciado el racismo y las desigualdades estructurales.

La normalización de estas categorías invisibiliza la discriminación y la convierte en parte del paisaje educativo. Como hormigas en el azúcar, los fenotipos dominantes aparecen en los libros de texto sin que nadie cuestione su predominio. Esta falta de diversidad refuerza estereotipos que limitan el desarrollo de una educación verdaderamente inclusiva.

Materiales educativos y enseñanza: ¿quién decide qué historias merecen ser contadas?

Los materiales educativos no son neutrales. Reflejan las estructuras de poder de la sociedad. Como plantea Freire (1970), la educación debe ser un proceso liberador que permita a los estudiantes cuestionar su realidad y transformar su entorno. Sin embargo, los libros escolares muchas veces funcionan como instrumentos de reproducción social, legitimando jerarquías raciales y económicas.

¿Deben los trabajadores de la educación preocuparse por estos temas o se ven como una carga académica adicional? ¿En qué gaveta del escritorio acomodamos la ética? La representación sesgada en los materiales escolares perpetúa desigualdades, mostrando solo una versión parcial de la historia. Como señala Quijano (2000), la colonialidad del poder sigue vigente en la educación, reforzando la idea de que ciertos grupos dominantes son los protagonistas del conocimiento. Si no hay espacio para la diversidad en la literatura escolar, nunca ocurrirá el mestizaje intelectual capaz de romper estereotipos.

Criminalización y prejuicios: el racismo como obstáculo para el aprendizaje

El fenotipo y el lugar de origen pueden convertirse en marcadores de criminalización dentro del sistema educativo. Un estudiante migrante es visto con sospecha, su identidad vinculada a la marginalidad en lugar de sus habilidades o talentos. Como afirma Wacquant (2009), la criminalización de ciertos grupos es una estrategia de control social que se manifiesta en múltiples espacios, incluido el educativo.

¿Tienen las organizaciones de trabajadores una respuesta crítica frente al racismo en la educación? Existe un silencio evidente, pero ¿cómo interpretarlo? Este tipo de prejuicios impide que la escuela sea un espacio de equidad. La ley de carrera docente ha perdido vigencia y, más allá de su propósito original, se ha convertido en otro instrumento de discriminación, imponiendo una visión monocromática de la vida escolar. ¿Podrían los sindicatos aprovechar la convención colectiva para luchar contra el racismo y reformular las normas que perpetúan un poder vinculado al color de piel y el fenotipo?

Conclusión: una educación sin espejos distorsionados

Erradicar el racismo en la educación requiere acciones concretas. Iniciativas como Centros Educativos Libres de Discriminación Racial, promovida por Rina Cáceres desde la Universidad de Costa Rica a finales de la década anterior, han demostrado que el cambio es posible. Además, Hooks (1994) enfatiza que los docentes deben estar capacitados para detectar y combatir el racismo en las aulas, convirtiéndose en agentes de transformación.

Los sindicatos y gremios de trabajadores de la educación juegan un papel clave en este proceso. No basta con conmemorar el Día del Negro o el Día de los Pueblos Indígenas. Vestirse con prendas africanas durante una jornada escolar es un gesto simbólico, pero insuficiente para desmantelar estructuras racistas. Se requiere una estrategia sindical sólida que transforme el discurso en acción.

La educación debe ser un espejo en el que cada individuo pueda verse reflejado sin distorsiones ni exclusiones. Si sigue reproduciendo estructuras discriminatorias, perpetuará un sistema en el que muchas voces y realidades seguirán en la sombra. Aquí es donde los sindicatos y trabajadores de la educación tienen una responsabilidad ineludible. Su papel es crucial para impulsar cambios estructurales que garanticen una enseñanza libre de discriminación racial.

Los protocolos educativos actuales muchas veces existen solo en el papel, siendo desconocidos y poco aplicados. La lucha contra el racismo en la educación no puede depender de normativas burocráticas ineficaces, sino de acción colectiva y disruptiva que cuestione las políticas imperantes. Si la enseñanza sigue reflejando una versión distorsionada de la sociedad, estamos condenando a las futuras generaciones a repetir conductas racistas y las mismas desigualdades, históricas originadas en la perdida de libertad de los esclavos africanos y repartimientos de pueblos indígenas.

Bibliografía

  • Fallas, C. L. (1943). Mamita Yunai. Editorial Costa Rica.

  • Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.

  • Hooks, B. (1994). Teaching to transgress: Education as the practice of freedom. Routledge.

  • Quijano, A. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. CLACSO.

  • Wacquant, L. (2009). Punishing the poor: The neoliberal government of social insecurity. Duke University Press.

El Arte como voz de los trabajadores migrantes: un mensaje de dignidad y justicia

Frank Ulloa Royo

El arte ha sido una herramienta poderosa para representar la lucha, los sueños y la resistencia de los migrantes, quienes, a menudo, son tratados como mercancía desechable o criminales. Esculturas como «Angels Unawares» (Ángeles inadvertidos), instalada en el Vaticano por Timothy P. Schmalz (2019), desafían esta visión. Timothy Schmalz lleva 25 años esculpiendo grandes obras de bronce que se han instalado en todo el mundo. El tema de la mayoría de ellos se refiere a cuestiones actuales de justicia social, como los sin techo, los migrantes y la trata de seres humanos.

La obra muestra una barca repleta de migrantes de diversas épocas y culturas, con alas de ángel emergiendo en el centro, recordando el pasaje bíblico: «No olvidéis la hospitalidad, pues por ella algunos hospedaron ángeles sin saberlo» (hebreos 13:2). La barca parece flotar en un mar de incertidumbre, cargada de esperanza y temor, simbolizando el viaje forzado de quienes buscan una vida digna lejos de su patria. Este monumento es un llamado urgente a la solidaridad y la acogida.

“Sean acogedores”, obra de Timothy P. Schmalz en la Iglesia Santa María del Lago en Chicago.

El Papa Francisco ha sido un defensor incansable de los derechos de los migrantes, y en su mensaje para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado), expresó: «Los migrantes escapan de una pobreza terrible, de la imposibilidad de asegurar la supervivencia de sus familias, de situaciones de violencia y explotación. No debemos olvidar que el progreso de nuestras naciones se ha construido en gran parte sobre el sudor y el sacrificio de millones de migrantes.» (Papa Francisco, 2023)

Mientras tanto, en Costa Rica, a pesar de la enorme contribución de los migrantes, especialmente la comunidad nicaragüense, no existe un monumento que visibilice su esfuerzo. La única escultura que reconoce el aporte de la migración china, iniciada hace 168 años, es el Monumento a la Convivencia, creado por Juan Carlos Abarca (2023), en el Barrio Chino de San José. Sus figuras de bronce parecen conversar con el viento, contando la historia de quienes dejaron su país para construir un nuevo hogar. Sin embargo, miles de nicaragüenses trabajan en el campo y la construcción sin ningún reconocimiento artístico que honre su labor. Esta ausencia pone en evidencia la falta de reconocimiento y la xenofobia que aún persiste. (Universidad, 2023).

En contraste, la migración española ha sido homenajeada en esculturas como la Puerta del Atlántico, en Vigo, España, de Silverio Rivas (1991). Paradójicamente, mientras generaciones de españoles buscaron oportunidades en América, hoy muchos sectores políticos y sociales en España rechazan la migración latinoamericana con argumentos racistas. En los últimos años, el discurso antinmigrante ha cobrado fuerza en algunos grupos, promoviendo la idea de que los migrantes latinoamericanos representan una carga para el país (ACI Prensa, 2019). Sin embargo, la realidad es que han contribuido significativamente a la economía y la cultura española, desempeñando roles clave en sectores como la construcción, la hostelería y el cuidado de personas mayores (Vatican News, 2021).

Otros ejemplos como “Los Viajeros”: Escultura del migrante, obras del escultor francés Bruno Catalano, se encuentran en Marsella, Francia, y evocan poderosas emociones relacionadas con la migración y la búsqueda de identidad. Esta serie presenta figuras de individuos fragmentados, como rotos o incompletos, cada uno con sus distintas ropas y siguiendo su propio camino.

Frente a este panorama de contradicciones y exclusiones, la obra «Ángeles inadvertidos», promovida por el Papa Francisco, cobra aún más relevancia. Al representar a migrantes de distintas épocas y culturas en una barca, donde también viajan José el obrero, María y el niño Jesús, inmigrantes por necesidad, esta escultura recuerda la importancia de la hospitalidad y la solidaridad, desafiando las narrativas de exclusión y discriminación que persisten en nuestras sociedades (Papa Francisco, 2023).

El arte puede cambiar narrativas y romper barreras. Obras como «Angels Unawares» y el Monumento a la Convivencia y “Los viajeros”, dignifican la experiencia migratoria, pero Costa Rica aún tiene una deuda pendiente con los migrantes nicaragüenses.

Es hora de que la historia de quienes han construido con esfuerzo los campos y ciudades sea visibilizada en el espacio público.

Francisco: el Papa de los trabajadores, los migrantes y los marginados

Frank Ulloa Royo

Frank Ulloa | Foto: Gerardo Iglesias | Rel UITA

El Papa Francisco ha sido una de las figuras más influyentes en la defensa de los derechos humanos, especialmente en lo que respecta a los trabajadores y migrantes. Su visión se ha centrado en la justicia social y en la dignidad del trabajo, llamando a la Iglesia a ser un refugio para los más vulnerables. Sin embargo, dentro de la misma institución eclesiástica, sus ideas sobre el trabajo y los derechos laborales no siempre han sido plenamente acogidas.

En Costa Rica, la Iglesia ha promovido el solidarismo a través de instituciones como la escuela Juan XXIII, lo que ha generado tensiones con los sindicatos tradicionales. A pesar de que el Catecismo de la Iglesia Católica enfatiza la importancia de la justicia social y la dignidad del trabajo, la falta de una postura clara en favor de los sindicatos y los derechos laborales podría interpretarse como un pecado de omisión. Francisco ha insistido en que la Iglesia no puede permanecer en silencio ante la explotación y el sufrimiento humano.

En su mensaje a la Conferencia Internacional del Trabajo en 2021, el Papa afirmó: «Busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común, una base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la creación.»

Asimismo, en un Encuentro Internacional de Organizaciones Sindicales, instó a los dirigentes gremiales a actuar con solidaridad y justicia, diciendo: «Sindicato es una palabra bella que proviene del griego dikein (hacer justicia), y syn (juntos). Por favor, hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados.»

El contexto actual refuerza la relevancia de su mensaje. La crisis migratoria en América Latina y el Caribe ha sido un tema central en su discurso, instando a la Iglesia a trabajar activamente en la protección de los derechos de los migrantes. En Costa Rica, la Conferencia Episcopal ha abordado la problemática migratoria, destacando la necesidad de una respuesta humanitaria y pastoral ante el creciente flujo de personas en tránsito.

La deuda social de la Iglesia con los sindicatos y los trabajadores sigue siendo un tema de debate. Francisco ha dejado en evidencia la necesidad de una mayor coherencia entre la doctrina social de la Iglesia y su acción concreta. En este contexto, su mensaje sigue siendo un llamado urgente a la justicia, la solidaridad y la acción colectiva.

Una Iglesia encerrada en sus templos o en salida hacia los marginados

El legado del Papa Francisco trasciende su tiempo en la Iglesia y se convierte en un desafío para las nuevas generaciones de católicos. Su indignación ante una Iglesia encerrada en sus templos, alejada de los más necesitados, fue una constante en su pontificado. Francisco no solo predicó la necesidad de salir a las periferias, sino que exigió una acción concreta, una Iglesia que no se limite a la comodidad de sus estructuras, sino que se ensucie las manos en el servicio a los marginados.

«Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (Evangelii Gaudium, 2013). Con estas palabras, dejó claro que la misión de la Iglesia no es la autoconservación, sino la entrega total a quienes sufren.

Su fallecimiento marca el fin de un papado que sacudió las estructuras tradicionales y desafió a los fieles a vivir el Evangelio con autenticidad. La crisis migratoria, la explotación laboral y la indiferencia ante el sufrimiento humano fueron temas que abordó con firmeza, instando a la Iglesia a no permanecer en silencio. En Costa Rica y en el mundo, su mensaje sigue resonando como un llamado urgente a la acción.

Ahora, la responsabilidad recae en la nueva generación de católicos. ¿Responderán al desafío de Francisco? ¿Serán capaces de construir una Iglesia que no solo hable de justicia, sino que la practique? Su legado no es solo un recuerdo, sino una tarea pendiente. La Iglesia debe decidir si sigue encerrada en sus templos o si finalmente sale a buscar al necesitado, como él lo pidió.

¿Un buen partido o un buen candidato?

Foto: Gerardo Iglesias

Justicia social: una necesidad urgente y tangible

Frank Ulloa Royo*

Por una sociedad justa, primero los olvidados”. Este es el principio que nos recuerda que una sociedad no puede prosperar mientras existan sectores marginados, excluidos de los derechos y oportunidades que deberían ser universales. Por ello requerimos partidos que luchen por la justicia social.

En Costa Rica, pionero en la construcción de un Estado social en la región, la lucha por la justicia social debe renovarse con fuerza, especialmente en un contexto donde las desigualdades persisten y nuevas amenazas emergen.

Pero, ¿acaso podemos encontrar un partido político verdaderamente comprometido con la justicia social? Si lo hiciéramos, ojalá fuese más que una estructura electoral; ojalá fuera un partido capaz de convertirse en un amplificador para las voces de los excluidos.

Las ruedas de la historia

Los movimientos sociales, que históricamente han sido el motor de las grandes transformaciones, deben ocupar un lugar central en ese proyecto. Desde los sindicatos que en 1942 lucharon por las garantías sociales, hasta las organizaciones comunitarias que hoy defienden el acceso a la salud, la educación y el medio ambiente, estas voces representan hoy la esencia de la justicia social.

Incorporarlas no es solo un acto de inclusión, sino una estrategia para construir políticas públicas que respondan a las necesidades reales de la población.

En el próximo proceso electoral es imperativo que estas voces olvidadas tengan un espacio propio, esto es, un partido en el cual la justicia social ocupe un lugar central en sus propuestas, que sea el puente entre los movimientos sociales y el poder político, articulando demandas históricas y contemporáneas.

La seguridad social, la educación gratuita y de calidad, el trabajo digno y la convivencia pacífica no son solo derechos, sino ejes fundamentales para construir una sociedad más equitativa.

Además, ese partido debería señalar nuevas demandas como la equidad de género, la sostenibilidad ambiental y la inclusión de comunidades históricamente marginadas, como los pueblos indígenas y las personas migrantes.

La justicia social no es un destino, sino un camino

Es una búsqueda constante que requiere organización, compromiso y valentía. “Por una sociedad justa, primero los olvidados” no es solo un lema, es un llamado a la acción, es una invitación a construir un país donde nadie quede atrás, donde cada persona tenga la oportunidad de vivir con dignidad y donde la solidaridad sea el principio rector de nuestras decisiones colectivas.

La lucha continúa, y es nuestra responsabilidad mantenerla viva. No perdamos la esperanza a pesar de los nubarrones de este verano.

Para enfrentar la nueva demagogia no basta un buen candidato o una persona decente, se requiere de un movimiento social transformador que impulse la justicia social en una nueva alianza nacional por la vida.

*Fuente: Rel UITA.

El papel de los trabajadores sindicalizados y sus organizaciones en tiempos de caos (2)

Gerardo Castillo Hernández / Frank Ulloa Royo
Instituto Sindical de Formación Política

Introducción

Hace días venimos hablando de esto, pero nadie parece reaccionar. Vivimos tiempos de caos. Las guerras abiertas y las guerras económicas redefinen el mapa del poder global, mientras las democracias se tambalean, las izquierdas se fragmentan y la derecha se radicaliza (Bauman, 2017). Todo esto ocurre en un mundo donde millones de personas huyen de la miseria y la violencia, encontrando fronteras cerradas y sociedades crispadas (Sassen, 2014). En este contexto turbulento, el papel de los trabajadores sindicalizados y sus organizaciones adquiere una relevancia especial y se hace necesario un nuevo pensamiento para problemas realmente nuevos, donde las viejas recetas no operan (Hyman, 2001).

Guerras abiertas y guerras económicas

El planeta está en llamas. Ucrania sigue siendo un campo de batalla donde se miden Rusia y la OTAN, con una guerra de desgaste que amenaza con extenderse (Mearsheimer, 2014). Medio Oriente arde con las masacres y la violencia en Gaza, mientras en el Líbano, Siria e Irak persisten conflictos olvidados y sin aparentes soluciones. África sigue siendo un escenario de muerte y desplazamiento de grandes poblaciones originarias por el cambio climático, el hambre y las luchas resultado de los espacios de poder dejados por Francia y otras potencias colonialistas europeas que expoliaron estos países hasta la miseria (Mbembe, 2017).

Pero la guerra no es solo con balas y misiles. Estados Unidos y China libran una batalla económica feroz por el control de la tecnología, las materias primas y los mercados globales. Sanciones, bloqueos, guerra de chips y manipulación de divisas son las armas de esta nueva guerra fría, donde los aliados se reacomodan y la multipolaridad es ya un hecho (Allison, 2017).

Reacomodo de bloques: El fin del mundo unipolar

El dominio absoluto de Occidente se desmorona. China, Rusia, Irán y otras potencias emergentes desafían el orden establecido (Kissinger, 2014). Los BRICS se consolidan como un bloque alternativo, mientras Medio Oriente busca autonomía del control estadounidense. América Latina, siempre oscilante, trata de encontrar un equilibrio en medio de presiones externas y crisis internas (Dussel Peters, 2016).

Europa, mientras tanto, se encuentra atrapada en su dependencia de EE.UU., con economías debilitadas y una crisis política que alimenta el auge de la extrema derecha. La Unión Europea, lejos de consolidarse, se fractura con el auge del euroescepticismo y la desconfianza entre sus propios miembros (Judt, 2011).

Derrumbe de las democracias y el desconcierto de las izquierdas

Las democracias se resquebrajan. El desencanto con los sistemas políticos es evidente: abstencionismo récord, gobiernos débiles, corrupción desenfrenada y una creciente polarización que convierte el debate público en una guerra de trincheras (Levitsky y Ziblatt, 2018). Las instituciones pierden legitimidad y los discursos autoritarios ganan terreno (Mudde, 2019).

Las izquierdas, que en otros tiempos canalizaron el malestar social, hoy parecen perdidas entre discursos identitarios, falta de estrategia y desconexión con las bases populares. Sin un proyecto claro, quedan a la deriva, permitiendo que la derecha radical capitalice el descontento y lo transforme en una reacción violenta contra el statu quo (Mouffe, 2005).

Radicalización de la derecha y los nuevos fascismos

La extrema derecha avanza en todo el mundo. Su estrategia es clara: explotar el miedo, la crisis económica y el fracaso de las élites políticas. Con discursos nacionalistas, xenófobos y autoritarios, líderes como Trump, Le Pen, Milei y otros prometen orden en medio del caos, aunque ese orden signifique la erosión de derechos y libertades (Stanley, 2018). Las elecciones en Alemania parece que nuevamente será la puerta de entrada del fascismo a uno de los principales países europeos donde se consideraba superado (Kagan, 2017).

Este fenómeno no es casualidad. Es el resultado de años de desigualdad, precarización laboral y crisis de identidad en sociedades que sienten que han perdido el control sobre su destino. Con un enemigo común –migrantes, élites globalistas, feministas, izquierdistas, etc.–, logran aglutinar a sectores descontentos en una ofensiva reaccionaria (Piketty, 2014).

El rol de los trabajadores sindicalizados y sus organizaciones

En este panorama caótico, los trabajadores sindicalizados y sus organizaciones enfrentan un desafío formidable: mantener la cohesión social, proteger los derechos laborales y promover la justicia social en un contexto de creciente desigualdad y polarización (Hyman, 2001).

  1. Defensa de los derechos laborales y ciudadanos: Los sindicatos deben redoblar sus esfuerzos para garantizar condiciones laborales dignas, salarios justos y la protección social de todos los trabajadores, independientemente de su origen o situación migratoria y asegurar espacios de poder político en las comunidades y la sociedad (Freeman y Medoff, 1984).

  2. Lucha contra la precarización laboral: La tendencia hacia la precarización del trabajo y la economía de colaboración entre empresas y personas (economía gig), obviando o neutralizando a los sindicatos, requiere una respuesta robusta de los sindicatos para asegurar la estabilidad laboral y la seguridad económica de los trabajadores (Standing, 2011).

  3. Inclusión y diversidad: Es esencial que los sindicatos promuevan la inclusión y la diversidad en el lugar de trabajo, protegiendo a las mujeres, migrantes y otros grupos vulnerables frente a la discriminación y la explotación (Freeman y Medof, 1984).

  4. Educación y formación: Fomentar la formación política para que los trabajadores puedan entender la nueva sociedad y sus estructuras de poder, así como la mejora de la educación y el reciclaje profesional, será clave para que los trabajadores puedan adaptarse a los cambios tecnológicos y económicos, y mantenerse con alguna vigencia en el mercado laboral, antes que la robótica avance más y sustituya a los humanos (Brynjolfsson y McAfee, 2014).

  5. Participación política y social: Los sindicatos deben involucrarse activamente en la vida política y social, defendiendo los valores democráticos y luchando contra el avance de los discursos autoritarios y xenófobos (Hyman, 2001).

  6. Solidaridad internacional: En un mundo globalizado, será necesario que los sindicatos pongan su barba a remojar, mejoren las propuestas solidarias a nivel internacional, construyendo redes de solidaridad global que no respondan con exclusividad a los intereses de los trabajadores de las naciones en donde se concentran los centros del nuevo poder mundial (Castells, 2010).

A manera de inicio de un debate:

En un mundo marcado por el caos y la incertidumbre, el papel de los trabajadores sindicalizados y sus organizaciones es más importante que nunca. Al defender los derechos laborales, luchar contra la precarización en las calles, promoviendo el nuevo pensamiento político, la inclusión y la diversidad, y participar activamente en la vida política y social, los sindicatos pueden ser un faro de esperanza y justicia en tiempos oscuros. Su capacidad para adaptarse y evolucionar será clave para enfrentar los desafíos del siglo XXI y construir un futuro más justo y equitativo para todos (Hyman, 2001).

Bibliografía

  • Allison, G. (2017). Destined for War: Can America and China Escape Thucydides’s Trap? Houghton Mifflin Harcourt.

  • Bauman, Z. (2017). Retrotopia. Polity Press.

  • Brynjolfsson, E., & McAfee, A. (2014). The Second Machine Age: Work, Progress, and Prosperity in a Time of Brilliant Technologies. W. W. Norton & Company.

  • Castells, M. (2010). The Rise of the Network Society. Wiley-Blackwell.

  • Dussel Peters, E. (2016). América Latina y el Caribe: Lidiando con la Trampa del Ingreso Medio. CEPAL.

  • Freeman, R. B., & Medoff, J. L. (1984). What Do Unions Do? Basic Books.

  • Hyman, R. (2001). Understanding European Trade Unionism: Between Market, Class and Society. SAGE Publications.

  • Judt, T. (2011). Postwar: A History of Europe Since 1945. Penguin Books.

  • Kagan, R. (2017). The Jungle Grows Back: America and Our Imperiled World. Knopf.

  • Kissinger, H. (2014). World Order. Penguin Books.

  • Levitsky, S., & Ziblatt, D. (2018). How Democracies Die. Crown.

  • Mbembe, A. (2017). Critique of Black Reason. Duke University Press.

  • Mearsheimer, J. J. (2014). The Tragedy of Great Power Politics. W. W. Norton & Company.

  • Mouffe, C. (2005). On the Political. Routledge.

  • Mudde, C. (2019). The Far Right Today. Polity Press.

  • Piketty, T. (2014). Capital in the Twenty-First Century. Harvard University Press.

  • Sassen, S. (2014). Expulsions: Brutality and Complexity in the Global Economy. Belknap Press.

La ampliación de la jornada de trabajo de las mujeres a 12 horas como expresión de la violencia de género

Frank Ulloa | Foto: Gerardo Iglesias | Rel UITA

Frank Ulloa Royo

La violencia de género también impregna las leyes laborales y por tanto tiene un impacto significativo en el trabajo de las mujeres. En la vida diaria y en su incorporación al proceso de trabajo, las mujeres enfrentan una serie de desafíos que reflejan las desigualdades y la discriminación profundamente arraigadas en la sociedad. Existe una relación directa e interacciones entre la violencia social, el trabajo de las mujeres, la discriminación y las desigualdades en el ámbito laboral. En razón del proyecto de ley que pretende aumentar la jornada de trabajo a doce horas, examinamos esta propuesta desde la óptica de las mujeres trabajadoras, porque este cambio en la regulación de la jornada busca aumentar la jornada laboral de las mujeres a 12 horas, dejando de lado la perspectiva de género y a la luz de los Convenios Internacionales de la OIT.

La violencia social, la discriminación y las desigualdades en el trabajo son fenómenos interconectados que afectan negativamente a las mujeres. Las propuestas de aumentar la jornada laboral a 12 horas ignoran las realidades de la doble carga de trabajo y los riesgos asociados para la salud de las mujeres. Es esencial adoptar políticas laborales que promuevan la igualdad, protejan la salud y bienestar de las trabajadoras y respeten los derechos humanos.

La OIT (2021) ha señalado que las mujeres trabajan en promedio 4 horas más que los hombres cuando se combinan las responsabilidades laborales y domésticas. Este proyecto de ley va a afectar al 47 % de las mujeres costarricenses que son encargadas de su propia familia. A partir de este enfoque, es posible encontrar sesgos androcéntricos en los derechos, los principios fundamentales o en las garantías constitucionales, así como en los mecanismos por medio de los cuales se protegen. Al identificarlos, se requiere hacer un replanteamiento desde la perspectiva de género con la intención de ser inclusivos en la formulación de las leyes.

Violencia social y trabajo de las mujeres

Las mujeres no solo enfrentan acoso y violencia en el hogar, sino también en sus lugares de trabajo. Esta violencia se manifiesta de múltiples formas, desde el acoso sexual hasta la violencia física y psicológica. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2018), una de cada tres mujeres ha experimentado alguna forma de violencia en el lugar de trabajo.

Consecuencias de aumentar la jornada laboral a 12 horas:

Las propuestas de aumentar la jornada laboral a 12 horas para las mujeres tienen implicaciones severas para su salud y bienestar y la de sus familias. Estudios han demostrado que largas jornadas laborales están asociadas con un aumento en enfermedades cardiovasculares, problemas de salud mental y fatiga crónica. La OMS (2016) ha advertido que trabajar más de 55 horas por semana aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular en un 35% y el riesgo de muerte por cardiopatía isquémica en un 17%.Para las mujeres, estas consecuencias pueden ser aún más graves debido a la doble carga de trabajo. Aumentar las jornadas laborales sin proporcionar apoyo adicional puede llevar a un deterioro significativo de la salud física y mental de las mujeres, exacerbando las desigualdades existentes.

Derechos humanos y normativas internacionales

La propuesta de aumentar las jornadas laborales contraviene los principios de los derechos humanos y las normativas internacionales. El Pacto de San Salvador sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales, del cual muchos países de América Latina son signatarios, establece el derecho a condiciones de trabajo justas y favorables, incluyendo jornadas laborales razonables. La OIT también aboga por jornadas laborales que no comprometan la salud y el bienestar de los trabajadores.

La OIT y las condiciones de trabajo de la mujer

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha desarrollado varias propuestas y estrategias para mejorar y equilibrar el trabajo de la mujer. Aquí te presento algunas de las más destacadas:

Plan de Acción de la OIT sobre Igualdad de Género 2022-2025

Este plan se centra en promover la igualdad de género en el mundo del trabajo y aborda temas como la discriminación, la violencia y las desigualdades salariales. Entre sus objetivos se encuentran:

  • Promover la igualdad de oportunidades: Asegurar que tanto hombres como mujeres tengan acceso a empleos dignos y productivos.

  • Mejorar la protección social: Fortalecer la cobertura y eficacia de la protección social para todos los trabajadores.

  • Fomentar el diálogo social: Promover el tripartismo y el diálogo social para abordar las desigualdades de género.

Convenios y recomendaciones claves

La OIT ha establecido varios convenios y recomendaciones que son fundamentales para la igualdad de género en el trabajo. Algunos de los más importantes incluyen:

  • Convenio sobre la Discriminación (empleo y ocupación), 1958 (núm. 111): Prohíbe la discriminación en el empleo y la ocupación.

  • Convenio sobre los Trabajadores con Responsabilidades Familiares, 1981 (núm. 156): Protege a los trabajadores con responsabilidades familiares.

  • Convenio sobre la Protección de la Maternidad, 2000 (núm. 183): Garantiza la protección de la maternidad y el derecho a la licencia por maternidad.

  • Convenio sobre los Trabajadores con Responsabilidades Familiares, 1981 (núm. 156) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)

De manera concreta el proyecto de ley para ampliar la jornada de la mujer a doce horas contraviene el Convenio (núm. 156) que tiene como objetivo principal garantizar la igualdad de oportunidades y tratamiento para hombres y mujeres trabajadores con responsabilidades familiares. Este instrumento internacional reconoce que las responsabilidades familiares pueden afectar negativamente las condiciones laborales de los trabajadores y busca abordar estas desigualdades a través de diversas medidas.

Lo anterior lo afirmo porque el Convenio propone fomentar la igualdad de oportunidades y tratamiento al establecer que las trabajadoras con responsabilidades familiares deben recibir igualdad de oportunidades y tratamiento en el empleo, sin discriminación. Asimismo, busca proteger a las trabajadoras con responsabilidades familiares contra el despido injustificado, como podría ocurrir por las ausencias para atender responsabilidades familiares por enfermedad o cuidados. Finalmente propone mas bien reducir jornadas por distintos medios y horarios flexibles y trabajo remoto, para ayudar a los trabajadores a equilibrar sus responsabilidades laborales y familiares, en busca de promover en la practica la igualdad de género en el ámbito laboral y de apoyar a los hombres y mujeres en la asunción de responsabilidades familiares.

Estrategias para la igualdad de género

La OIT también promueve la incorporación de la perspectiva de género en todas sus actividades y políticas. Esto incluye:

  • Divulgación de información: Aumentar la conciencia sobre los derechos laborales y la igualdad de género que debe considerarse al modificar las leyes.

  • Medidas diferenciadoras: Implementar medidas de apoyo específicas para responder a las necesidades y intereses de las mujeres y los hombres.

  • Promoción de la igualdad en el lugar de trabajo: Asegurar que tanto mujeres como hombres tengan igual acceso a los derechos laborales. Reducción de las jornadas de trabajo y la creación de apoyos familiares.

Costa Rica contra corriente:

Mientras los países de América Central avanzan en derechos el país avanza contra corriente, en favor de la eliminación de derechos y generando mayores desigualdades al proponer proyectos como el de aumento de jornada que parece que tiene los votos inconscientes necesarios para contribuir destruir la calidad de vida de miles de mujeres. Costa Rica con esta propuesta de ampliación de jornada contraviene las propuestas y estrategias buscan crear un entorno laboral más equitativo y justo para todas las personas, independientemente de su género. 1

De esta manera sectores de la Asamblea legislativa lejos de darle una perspectiva de género a la legislación para crear un entorno laboral más equitativo y justo, reconociendo la importancia de las responsabilidades familiares y su impacto en la vida laboral de los trabajadores, promueven nuevas y mayores desigualdades.2

Así, Costa Rica dejó atrás su doble moral y de manera clara impulsa estrategias contrarias a la corriente de derechos humanos que impulsa la OIT y que se resume en varias propuestas pro derechos de las mujeres.

Bibliografía

  • Aznar Aguilarte, Alexandra María. «Los orígenes del derecho al trabajo en Francia (1789-1848).»

  • Organización Internacional del Trabajo (OIT). (2018). «Ending violence and harassment against women and men in the world of work.»

  • Organización Internacional del Trabajo (OIT). (2021). «World Employment and Social Outlook: Trends 2021.»

  • Organización Mundial de la Salud (OMS). (2016). «Long working hours and the risk of coronary heart disease and stroke: a systematic review and meta-analysis.»

  • Pacto de San Salvador sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales. (1988).

  • Vázquez Macías, Ana. (2022). «La evolución del régimen jurídico del trabajo de la mujer: la conciliación de la vida laboral y familiar como vía estratégica para alcanzar la igualdad de género.» Tesis de Máster, Universidad de Oviedo. España.

1 La perspectiva de género en el derecho laboral es un tema de especial importancia que busca abordar las desigualdades estructurales entre hombres y mujeres en el ámbito laboral. En el libro «Los orígenes del derecho al trabajo en Francia (1789-1848)», Alexandra María Aznar Aguilarte analiza cómo las políticas laborales comenzaron a reconocer y tratar estas desigualdades desde sus primeras formulaciones. Allí examina la evolución de las leyes y políticas laborales que surgieron durante este período y cómo estas leyes comenzaron a reconocer el trabajo como un derecho fundamental.

2 Ana Vázquez Macías (Universidad de Oviedo,2022) concluye que la corresponsabilidad en las responsabilidades domésticas y familiares es esencial para alcanzar la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Ella argumenta que, aunque formalmente se reconoce la igualdad, la realidad material muestra que las responsabilidades familiares siguen siendo asumidas principalmente por las mujeres, lo que lleva a una doble jornada de trabajo-hogar y limita las oportunidades de promoción laboral para las mujeres, lo que se afecta con normas aparentemente neutras como la ampliación de una jornada para estimular la inversión extranjera.

La jornada de trabajo en Francia: experiencias positivas de la reducción del tiempo de trabajo

Frank Ulloa | Foto: Gerardo Iglesias | Rel UITA

Frank Ulloa Royo

Introducción:

En Francia el tema de la jornada ha sido estudiado por numerosos autores. Desde Paul Lafargue, en su obra «El derecho a la pereza» (1883), en el siglo XIX, que ya por esos años cuestiona la moralidad del trabajo excesivo y defiende la importancia del ocio para el desarrollo humano.

Este autor critica la obsesión por el trabajo en la sociedad capitalista y propone una reducción de la jornada laboral como medio para alcanzar una vida más plena y equilibrada., por lo que la reducción del tiempo de trabajo permitiría a las personas dedicar más tiempo a actividades creativas, recreativas y familiares, promoviendo así una sociedad más justa y equitativa.

La jornada laboral de 35 horas fue introducida en Francia como una medida para mejorar la calidad de vida de los trabajadores y promover un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal. Esta política fue implementada a través de las leyes Aubry, que obligaron a las empresas con más de 20 empleados a reducir la jornada laboral sin reducir los salarios. Desde su implementación, la jornada de 35 horas ha sido considerada un éxito en términos de reducir el estrés laboral y mejorar la satisfacción de los empleados (Rodríguez Alba, 2023).

Jean-Marc Ferry, en su libro «La réduction du temps de travail: une perspective historique et sociologique», profundiza en las implicaciones sociológicas de la reducción del tiempo de trabajo de varias maneras:

  1. Redistribución del tiempo libre: Ferry analiza cómo la reducción del tiempo de trabajo ha permitido una redistribución más equitativa del tiempo libre entre diferentes grupos sociales. Esto ha tenido un impacto significativo en la estructura familiar y en la participación de los padres en la crianza de los hijos.

  2. Equilibrio entre vida laboral y personal: La reducción del tiempo de trabajo ha mejorado el equilibrio entre la vida laboral y personal, permitiendo a los trabajadores dedicar más tiempo a actividades recreativas, educativas y sociales. Esto ha contribuido a una mejora en la calidad de vida y en el bienestar general.

  3. Impacto en la estructura social: Ferry explora cómo la reducción del tiempo de trabajo ha influido en la estructura social, promoviendo una mayor igualdad de género y facilitando la participación de más personas en actividades comunitarias y voluntarias.

  4. Cambios en la cultura laboral: La reducción del tiempo de trabajo ha llevado a cambios en la cultura laboral, fomentando una mayor flexibilidad y adaptabilidad en el lugar de trabajo. Esto ha permitido a los empleados experimentar menos estrés y una mayor satisfacción laboral.

Existen además importantes implicaciones sociológicas de la reducción del tiempo de trabajo, según el análisis de Jean-Marc Ferry:

Importancia del tiempo libre cada día:

En Francia, la implementación de la semana laboral de 35 horas permitió a muchos trabajadores dedicar más tiempo a actividades familiares y personales. Por ejemplo, padres que antes no podían llevar a sus hijos a la escuela debido a largas jornadas laborales, ahora tienen la oportunidad de hacerlo, lo que fortalece los lazos familiares.

Las tardes libres adicionales también han permitido a muchas personas participar en actividades comunitarias, como el voluntariado en asociaciones locales, lo que ha promovido una mayor cohesión social.

Equilibrio entre vida laboral y personal:

Un estudio sobre los efectos de la reducción del tiempo de trabajo en Francia encontró que los empleados reportaron niveles más bajos de estrés y una mayor satisfacción con su equilibrio entre trabajo y vida personal. Esto se traduce en una mejor salud mental y física.

Trabajadores que antes no tenían tiempo para actividades recreativas, ahora pueden practicar deportes, participar en clubes sociales o continuar con su educación, lo que enriquece su vida personal y profesional.

Impacto en la estructura social:

La reducción del tiempo de trabajo ha sido un factor importante en la promoción de la igualdad de género. Con jornadas laborales más cortas, tanto hombres como mujeres tienen más oportunidades para compartir las responsabilidades del hogar y la crianza de los hijos, lo que contribuye a una distribución más equitativa de las tareas domésticas.

En algunas comunidades rurales, la reducción del tiempo de trabajo ha revitalizado la vida comunitaria, permitiendo a los residentes involucrarse más en actividades locales y en la toma de decisiones comunitarias.

Cambios en la cultura laboral:

Empresas que adoptaron una jornada laboral reducida han observado una mayor flexibilidad en sus políticas laborales, lo que permite a los empleados ajustar sus horarios según sus necesidades personales. Por ejemplo, algunos trabajadores pueden optar por trabajar horarios comprimidos y tener días completos libres para dedicar a sus intereses personales.

La cultura del teletrabajo, que se ha expandido en parte gracias a la reducción del tiempo de trabajo, ha permitido a los empleados trabajar desde casa y ahorrar tiempo en desplazamientos, lo que mejora su calidad de vida y productividad.

Estos ejemplos ilustran cómo la reducción del tiempo de trabajo puede tener un impacto profundo y positivo en la estructura social, la vida personal y la cultura laboral.

  1. Beneficios para la Salud y el Bienestar

Uno de los principales beneficios de la reducción del tiempo de trabajo ha sido la mejora en la salud y el bienestar de los trabajadores. Estudios han demostrado que las jornadas laborales más cortas están asociadas con una reducción en los niveles de estrés y una mejora en la salud mental. Además, los empleados con jornadas más cortas tienden a tener más tiempo para actividades recreativas y familiares, lo que contribuye a una mejor calidad de vida en general (Chemin & Wasmer, 2009).

Por ejemplo, en el sector bancario, la implementación de la jornada de 35 horas ha permitido a los empleados reducir el estrés asociado con la carga de trabajo y mejorar su equilibrio entre la vida laboral y personal. Los bancos que adoptaron esta política reportaron una disminución en el ausentismo y una mayor satisfacción de los empleados (Rodríguez Alba, 2023).

  1. Impacto en la productividad

A pesar de las preocupaciones iniciales sobre el impacto negativo de la reducción del tiempo de trabajo en la productividad, varios estudios han demostrado que esta política no ha tenido un efecto adverso significativo. Por ejemplo6. , un estudio realizado por Chemin y Wasmer (2009) comparó la evolución del empleo en la región de Alsace-Moselle, donde la política fue menos restrictiva, con el resto del país. Los resultados mostraron que la reducción del tiempo de trabajo no afectó negativamente el empleo en la región.

En el sector manufacturero, empresas como Renault adoptaron la jornada de 35 horas y observaron mejoras en la eficiencia operativa y una mayor motivación de los trabajadores. Esto demuestra que la reducción del tiempo de trabajo puede coexistir con altos niveles de productividad (Rodríguez Alba, 2023).

Importantes experiencias regionales:

La experiencia de la reducción del tiempo de trabajo ha variado en diferentes regiones de Francia. En algunas áreas, como Alsace-Moselle, la implementación de la política fue menos restrictiva debido a las particularidades históricas de la región. Esta flexibilidad permitió a las empresas adaptarse mejor a la nueva normativa y mantener la productividad sin sacrificar el bienestar de los empleados (Chemin & Wasmer, 2009).

En el sector tecnológico, empresas en París implementaron la jornada de 35 horas y reportaron una mayor innovación y creatividad entre sus empleados. Los trabajadores indicaron que las jornadas más cortas les permitieron dedicar más tiempo a actividades formativas y de desarrollo profesional, mejorando así su rendimiento laboral (Cabrera, 2023).

Importancia de ampliar los espacios de ocio creativo y descanso

Reducir el tiempo de trabajo no solo mejora la salud y el bienestar de los trabajadores, sino que también amplía los espacios de ocio creativo y descanso. Estos espacios son cruciales para prolongar la vida útil de trabajo, evitar riesgos y enfermedades profesionales y construir una sociedad menos violenta. La falta de tiempo para el descanso y el ocio puede llevar a la fatiga, el estrés y el burnout, afectando negativamente la salud mental y física de los trabajadores (Hobfoll, 2011).

Las jornadas prolongadas pueden ser consideradas una forma de violencia contra uno mismo en aras de una calidad de vida deseada o por bajos salarios. En lugar de luchar por mejores condiciones laborales, algunos trabajadores se autoimponen más horas extraordinarias, lo que no solo agrava los problemas de su salud y bienestar, sino que trasladan los problemas derivados de sus largas jornadas a su familia. Un enfoque más equilibrado y sostenible es necesario para asegurar que los trabajadores tengan el tiempo y la energía para disfrutar de una vida plena y saludable (Rodríguez Alba, 2023).

En resumen, la reducción del tiempo de trabajo en Francia ha demostrado ser una política exitosa en términos de mejorar la salud y el bienestar de los trabajadores, sin afectar negativamente la productividad. Las experiencias positivas observadas en diversas regiones del país subrayan la importancia de adaptar las políticas laborales a las necesidades específicas de cada sector y región. La jornada laboral de 35 horas sigue siendo un ejemplo destacado de cómo se pueden implementar políticas laborales que beneficien tanto a los empleados como a las empresas. Ampliar los espacios de ocio creativo y descanso es crucial para prolongar la vida útil de trabajo, evitar riesgos y enfermedades profesionales y construir una sociedad menos violenta.

Bibliografía

Cabrera, F. (2023). «Reducción de la jornada laboral: la experiencia francesa.» Foco Económico.

Chemin, M., & Wasmer, E. (2009). «The Impact of the 35-Hour Workweek on Employment: Evidence from France.» Journal of Labor Economics, 27(4), 645-672.

Harremanak, L. (2016). «La reducción del tiempo de trabajo: Una propuesta para reducir el desempleo.» Lan Harremanak, 34(1), 45-67.

Hobfoll, S. E. (2011). «Conservation of Resources Theory: Its Implication for Stress, Health, and Resilience.» In S. Folkman (Ed.), The Oxford Handbook of Stress, Health, and Coping (pp. 127-147). Oxford University Press.

Lafargue, P. (1883). «El derecho a la pereza.» Ediciones de la Flor.

Rodríguez Alba, C. (2023). «Experiencias en la reducción del tiempo de trabajo: La evolución en Francia.» Revista Actualidad Internacional Sociolaboral, núm. 264.

La condición de los trabajadores agroindustriales en las piñeras y bananeras en Costa Rica: un breve análisis de los principales problemas

Frank Ulloa Royo

Introducción

La agroindustria de la piña y el banano en Costa Rica es un componente importante de la economía nacional. Sin embargo, los trabajadores y las trabajadoras de estas industrias enfrentan numerosas dificultades que afectan su calidad de vida. Veamos algunos aspectos relevantes de estos trabajadores.

Aunque parezcan frutas inofensivas, llevan muchas historias de dolor, migración, frustración y miseria, aunque para las empresas sean frutos rentables, que logran por una cosecha que resume la explotación humana.

Condiciones de trabajo

Las condiciones de trabajo en las piñeras y bananeras se caracterizan por largas jornadas laborales bajo condiciones climáticas adversas, salarios bajos y una falta de seguridad laboral. Los trabajadores suelen tener contratos temporales, lo que incrementa la incertidumbre y limita sus derechos laborales. En la última década, los salarios en la agroindustria han mostrado variaciones significativas, con un rango anual que oscila entre aproximadamente de 10.106.00 colones diarios.

Condiciones de vivienda y eliminación de las viviendas proporcionadas por las empresas

Históricamente, algunas empresas proporcionaban viviendas a los trabajadores cerca de las plantaciones. La eliminación de las viviendas proporcionadas por las empresas ha tenido un impacto negativo en la estabilidad y calidad de vida de los trabajadores. Sin este apoyo, muchos trabajadores enfrentan dificultades para acceder a viviendas adecuadas, lo que resulta en reducción del salario real y en condiciones de hacinamiento y falta de servicios básicos.

Transporte en zonas alejadas

La falta de transporte adecuado es un problema significativo para los trabajadores de las piñeras y bananeras, quienes a menudo viven en zonas rurales alejadas de las plantaciones. Esto incrementa el tiempo y el costo del desplazamiento diario, además de exponerlos a riesgos adicionales en su trayecto hacia y desde el trabajo. Muchos se movilizan en tractores con carretas o en moto y bicicleta.

Situación de salud y riesgos de trabajo

La exposición a pesticidas y otros químicos es una preocupación constante para la salud de los trabajadores agroindustriales. Estos productos pueden causar enfermedades respiratorias, dermatológicas y otros problemas de salud graves. Además, el acceso limitado a servicios de salud agrava la situación, ya que los trabajadores a menudo no reciben la atención médica adecuada. Los bajos salarios son el principal riesgo de trabajo en la agroindustria. Esto, junto al trabajo a destajo bajo el sol pone en riesgo a los trabajadores, y reduce su vida útil de trabajo.

El trabajo en las piñeras y bananeras conlleva numerosos riesgos, incluyendo cargas de trabajo excesivas, la manipulación de maquinaria pesada y el uso de herramientas afiladas. Las medidas de seguridad suelen ser insuficientes, lo que aumenta la probabilidad de accidentes laborales que pueden resultar en lesiones graves o incluso fatales.

Libertad sindical

Aunque los trabajadores tienen el derecho a organizarse y formar sindicatos, en la práctica enfrentan numerosos obstáculos. La intimidación y represalias por parte de algunos empleadores son comunes, lo que dificulta la formación de sindicatos y la defensa de los derechos laborales.

Niveles de pobreza y desigualdad

El mapa de miseria del país coincide con el mapa donde se asienta la agroindustria. Es un resabio de formas ominosas de trabajo que existieron en el país desde el siglo XIX.

Estas regiones rurales suelen presentar tasas más altas de pobreza y desigualdad en comparación con las áreas urbanas. La pobreza en estas zonas es un desafío persistente, exacerbado por condiciones laborales precarias y la falta de servicios básicos. La inseguridad alimentaria también es un problema relevante, a pesar de los esfuerzos para mejorar la canasta básica.

Acceso a servicios de salud y educación

El acceso a servicios de salud y educación en estas zonas rurales es limitado, afectando negativamente la calidad de vida y las oportunidades de desarrollo de los trabajadores y sus familias. Las instalaciones de salud y educación disponibles a menudo no cuentan con los recursos necesarios para atender adecuadamente a la población.

Las agroindustrias tienen médicos de empresa que limitan el acceso al INS en caso de riesgos de trabajo y trasladan esta responsabilidad a la CCSS: Los trabajadores agroindustriales en las piñeras y bananeras de Costa Rica enfrentan múltiples desafíos que afectan su calidad de vida. Es fundamental que se permita la libertad sindical y la negociacion colectiva, se tomen medidas para mejorar las condiciones de trabajo, vivienda, transporte, salud, seguridad laboral y libertad sindical. Solo a través de un esfuerzo conjunto y dialogo social entre el gobierno, las empresas y los sindicatos se podrán garantizar los derechos y el bienestar de estos trabajadores esenciales para la economía del país.

Zonas principales de producción de piña y banano y rentabilidad

En cuanto a la producción de piña, las principales zonas son la Zona Norte, la Zona Pacífica y la Zona Atlántica, empleando a aproximadamente 20,000 trabajadores y trabajadoras. El más reciente análisis de MOCUPP con datos del 2019 muestra que el cultivo de piña comprende más de 65 mil hectáreas que representan el 1,28% del territorio nacional. De los cultivos analizados; el cultivo de piña resulto ser el cultivo más rentable. Costa Rica es uno de los mayores productores de piña del mundo y abastece a importantes cadenas de supermercados de Europa, Estados Unidos y otros países. El país ha experimentado un crecimiento del 700% en la producción de piña en los últimos 15 años y la industria aporta 1.300 millones de dólares a la economía nacional. Los costos de establecimiento de una hectárea de piña tecnificada se encuentran cercanos a los $50 millones, siendo la semilla certificada el rubro más alto con el 52% del total, seguido por los equipos y herramientas con un 15%. Para la producción de banano, las áreas clave son la región del Atlántico, específicamente Limón, y algunas áreas del Caribe, con 40. 000 trabajadores y trabajadoras directas. El área bananera de Costa Rica alcanzó 43.013 hectáreas en producción. En promedio en Costa Rica se utiliza casi un trabajador directo por hectárea de plantación según estimaciones. Los precios de ventas oficiales se establecen por Fairtrade para el banano orgánico y convencional respectivamente para el tipo de caja 22XU 18,14 kg. El costo para producir una caja de banano en el sistema de producción convencional es 3,94 dólares y se vende a 16 euros por caja.

En resumen, la competitividad del banano costarricense se basa en la explotación de la mano de obra y el dumping social de las condiciones de vida y trabajo de miles de costarricenses y trabajadores indígenas y migrantes.

Documento compartido con SURCOS por el Instituto Sindical de Formación Política para América Central.