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Etiqueta: Frank Ulloa Royo

Gilbert Brown Young: un líder de Limón

Frank Ulloa Royo

I. Limón:

La belleza y la pobreza siempre han marcado a Limón. Este puerto principal, situado en el extremo oriental del país, es bañado por el mar Caribe. La pequeña península que se adentra en el mar es un puerto natural que ha marcado la historia de la región.

El 20 de diciembre de 1872, la goleta Lizzie, proveniente de Kingston, atracó en Limón con 120 hombres y 3 mujeres a bordo, los primeros inmigrantes afroantillanos originarios de Jamaica. Entre ellos, los abuelos de Gilbert Brown que vinieron del Caribe para nunca regresar, dejando aquí sus gritos y convicciones de lucha.

Desde niño, Gilbert vivió en una provincia destinada a la producción agrícola para la exportación y a los servicios de transporte, almacenaje y flete desde el puerto. Esta estructura servía a las necesidades de las empresas nacionales y transnacionales y del gobierno central, pero no a las de sus habitantes, forjando así su carácter.

II. La Infancia de Gilbert

Gilbert Clifton Brown Young nació el 7 de octubre de 1943 en la ciudad de Limón. Su infancia en los años cuarenta no fue como la de muchos otros niños, porque siempre se distinguía por su solidaridad con quienes más lo necesitaban. Su vecina Emma lo ocupaba para ir a hacer compras, y él iba siempre con buen modo a cambio de algún bocadillo delicioso que ella estuviera cocinando, porque siempre fue muy goloso.

Sus padres, Clarence Roach Roach y Myrtle Brown, tuvieron diez hijos. Es de suponer que cuando se sentaban a la mesa había que ponerse vivo porque unos comían más que otros. Allí se forjaron las ideas de justicia e igualdad que lo acompañarían toda la vida. Gilbert, como siempre, esperaba que todos se sirvieran.

Como a todos los niños, le gustaban el béisbol y el fútbol que jugaban en la playa. A veces, por las tardes, se iban al muelle a pescar, especialmente con sus hermanos y con su amigo Roland, con quien tendría muchas aventuras durante toda su vida.

III. Formación y Primeros Trabajos

Gilbert estudió en la Escuela de Varones Tomás Guardia y en el Colegio Diurno de Limón, donde fue un líder estudiantil activo. Continuó sus estudios en el Instituto de Estudios del Trabajo (IESTRA) de la Universidad Nacional, graduándose en Relaciones Laborales. Como joven trabajador del INVU, impulsó viviendas en varios barrios de Limón.

Existían altos niveles de pobreza, desempleo y bajos niveles de salud y educación. Pocos lograban estudiar: solo 3 de cada 10 niños asistían a la escuela, y solo 6 de ellos completaban el ciclo de enseñanza primaria, mientras que 2 concluían la secundaria. Gilbert Brown Young superó todos esos obstáculos y, a contrapelo de la historia, fue parte del 2 por ciento de su generación que asistió a la universidad y se graduó.

IV: Despertar de Conciencia

Gilbert nació el año en que los costarricenses obtuvieron por primera vez garantías sociales, como la libertad de huelga, el derecho al salario, la educación y la salud pública. Desde adolescente, tuvo sueños de conquistar una sociedad mejor. En su familia siempre se cocinaba y se discutía la situación en que vivían muchos de sus vecinos y cómo las pocas empresas explotaban a los trabajadores. Como muchas familias afrocaribeñas, reflejaban mejor el sueño revolucionario de igualdad de Marcus Garvey.

V. Fundación del Sindicato

En 1967, Gilbert y su amigo Roland comenzaron a trabajar en una refinería de petróleo propiedad de una empresa norteamericana. Las condiciones laborales eran duras, y un día, una piedra hirió a Roland, lo que llevó a Gilbert a decir: «No podemos aguantar esto más, aquí hay que fundar un sindicato para defendernos.»

Gilbert y sus compañeros fundaron el SITRARECOPE el 9 de marzo de 1969, que luego se convertiría en el Sindicato de Trabajadores de Petróleo, Químicos y Afines (SITRAPEQUIA). El sindicato se afilió a la Confederación Costarricense de Trabajadores Democráticos y logró su primera convención colectiva en diciembre de 1969, reconociendo importantes derechos laborales.

VI. Liderazgo Sindical

Durante su vida, Gilbert fue un referente sindical nacional, participando en importantes luchas por los derechos de la clase trabajadora y la unificación del sindicalismo. Fue parte de la creación de la Confederación Sindical de Trabajadoras/es de las Américas (CSA).

VII. Defensa de RECOPE

Cuando la refinería pasó a ser propiedad del gobierno, se lograron muchos avances en derechos. Sin embargo, cuando se intentó privatizar, Gilbert levantó nuevamente la bandera patriótica para evitar la venta de RECOPE, logrando que fuera la única empresa de CODESA que no pasó a manos privadas.

VIII. Legado de Lucha

Gilbert Brown Young fue una voz de lucha, un ejemplo de liderazgo y determinación, cuyo compromiso con la justicia y la igualdad dejó una marca indeleble en Limón y en todo Costa Rica. Su vida dedicada a la lucha sindical y a la defensa de los derechos laborales es una inspiración para futuras generaciones.

TRES HISTORIAS QUE QUIZAS OCURRIERON:

Conversación Familiar: Luchando Juntos

Una noche cálida en Limón, la familia Brown se reunió alrededor de la mesa para cenar. La pequeña casa estaba llena de risas y el aroma de una deliciosa comida preparada por Myrtle, la madre de Gilbert. Sus diez hijos se acomodaron en sus sillas, esperando ansiosos para empezar a comer.

Clarence, el padre de la familia, comenzó la conversación con una mirada seria pero amorosa.

—Familia, sé que estos tiempos no han sido fáciles para nosotros. Con mi salario en la plantación de banano, apenas podemos cubrir todas nuestras necesidades.

Myrtle asintió, sirviendo un plato de arroz y frijoles a cada uno de sus hijos.

—Es cierto, Clarence. Pero a pesar de las dificultades, debemos agradecer por estar juntos y por ser una familia unida. Eso es una bendición.

Gilbert, siempre observador y preocupado por el bienestar de su familia, intervino:

—Papá, mamá, he estado pensando mucho en cómo podemos mejorar nuestra situación. No es justo que trabajes tan duro por tan poco.

Uno de los hermanos menores, Samuel, añadió:

—Quisiera poder ayudar más. Tal vez cuando sea mayor, encontraré un buen trabajo y podré contribuir.

Clarence sonrió y puso una mano en el hombro de Samuel.

—Lo sé, hijo. Todos deseamos lo mejor para nuestra familia. Pero debemos ser pacientes y seguir luchando juntos.

Myrtle miró a sus hijos con ternura y determinación.

—Gilbert, siempre has tenido grandes ideas. ¿Qué piensas que podemos hacer?

Gilbert tomó un respiro profundo, sus ojos brillando con convicción.

—Podemos empezar por estudiar y aprender todo lo que podamos. Luego, podemos organizarnos y trabajar para mejorar nuestras condiciones laborales. No es justo que papá tenga que trabajar en esas condiciones.

María, la hermana mayor, agregó:

—Yo también creo que la educación es la clave. Podemos cambiar nuestras vidas y las de nuestros vecinos si trabajamos juntos.

Clarence asintió, orgulloso de sus hijos.

—Tienen razón, todos ustedes. La educación y la unidad son nuestras mejores herramientas. Siempre recuerden que, aunque enfrentemos desafíos, somos una familia fuerte y luchadora.

Myrtle sonrió y levantó su taza de té.

—Por nuestra familia, por nuestro amor y por nuestro futuro. Siempre juntos, siempre fuertes.

Todos levantaron sus tazas y brindaron, unidos por un propósito común. La conversación continuó, llena de esperanza y planes para el futuro, mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, iluminando la casa con un cálido resplandor.

Conversación en Limón

Una tarde calurosa en Limón, la familia Brown se reunió en la casa de Gilbert. Myrtle, la madre de Gilbert, había invitado a su amiga Amy Ashwood Garvey, una mujer extraordinaria, artista y luchadora social, junto con Marcus Garvey, el conocido líder del movimiento panafricanista. La casa estaba llena de aromas de la cocina caribeña, y los sonidos de la playa cercana se mezclaban con las voces de los presentes.

Amy, con su voz suave pero firme, comenzó la conversación:

—Myrtle, es un placer estar aquí y ver cómo has criado a tus hijos en estos tiempos difíciles. Sabes que siempre estoy aquí para apoyarte.

Myrtle sonrió y sirvió una taza de té a Amy.

—Gracias, Amy. Sabes que tu apoyo significa mucho para nosotros. La situación en Limón es complicada, y los trabajadores están sufriendo.

Marcus Garvey, sentado junto a Clarence, el padre de Gilbert, intervino:

—Las condiciones en Limón son inaceptables. Los trabajadores están siendo explotados, y sus derechos no son respetados. Necesitamos unirnos y luchar por un cambio.

Clarence asintió, con preocupación en su rostro.

—Es verdad, Marcus. Trabajo en la plantación de banano y veo cómo mis compañeros son obligados a trabajar largas jornadas sin las condiciones mínimas. Es agotador y desmoralizante.

Amy miró a Myrtle, quien acariciaba suavemente la cabeza de Gilbert y dijo: tiene que ser diferente: We are tired of hearing Negro men say, “There is a better day coming,” while they do nothing to usher in the day. We are becoming so impatient that we are getting in the front ranks, and serve notice on the world that we will brush aside the halting, cowardly Negro men, and with prayer on our lips and arms prepared for any fray, we will press on and on until victory is over.”

—Myrtle, ¿cómo ves el futuro de Gilbert en medio de todo esto?

Myrtle suspiró y miró a su hijo con ternura.

—Quiero que Gilbert tenga un futuro mejor. No quiero que pase por las mismas dificultades que nosotros. Sueño con que tenga la oportunidad de estudiar y luchar por una sociedad más justa.

Gilbert, escuchando atentamente, intervino:

—Mama, quiero ayudar. Quiero cambiar las cosas para todos nosotros. No es justo cómo nos tratan.

Amy sonrió y puso una mano en el hombro de Gilbert.

—Tienes el espíritu de un luchador, Gilbert. Nunca pierdas esa determinación. Juntos, podemos hacer una diferencia.

Marcus levantó su taza de té y dijo:

—Por nuestros hijos y por un futuro mejor, brindemos por la esperanza y la lucha. No permitiremos que nos quiten nuestra dignidad y nuestros derechos.

Todos levantaron sus tazas, unidos por un propósito común. La conversación continuó, llena de planes y sueños, mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, iluminando la playa de Limón con un cálido resplandor dorado.

Jugando y Soñando en la Playa

En una calurosa tarde de verano, las olas del Caribe se rompían suavemente contra la orilla, mientras un grupo de niños jugaba al béisbol en la playa de Limón. El sol brillaba alto en el cielo, y el sonido del bate al golpear la pelota resonaba en el aire, seguido de risas y gritos de emoción.

Gilbert, con su energía inagotable y su risa contagiosa, estaba en la base, esperando su turno al bate. Sus amigos, Roland, Marcos y Javier, corrían por la arena, disfrutando de cada momento del juego. Los pies descalzos de los niños levantaban pequeñas nubes de arena, y el aroma salado del mar llenaba el ambiente.

—¡Vamos Gilbert! —gritó Roland desde el campo—. ¡Haz un jonrón!

Gilbert se concentró, levantó el bate y esperó el lanzamiento. Con un golpe certero, envió la pelota volando por encima de la cabeza de Marcos, quien corría detrás de ella.

—¡Sí! ¡Lo hiciste! —gritó Javier, aplaudiendo.

Después de varias rondas de juego, los niños se sentaron en la arena, agotados pero felices. Mientras descansaban, comenzaron a conversar sobre sus sueños y aspiraciones.

—Yo quiero ser pescador, como mi papá —dijo Marcos, mirando el horizonte—. Me encanta el mar y la libertad que siento cuando estoy en el bote.

—A mí me gustaría ser maestro —comentó Javier—. Quiero enseñar a otros niños y ayudarles a aprender cosas nuevas.

Gilbert, con los ojos brillantes, compartió sus pensamientos:

—Yo quiero cambiar el mundo. Quiero estudiar y luchar por mejores condiciones para todos. No es justo cómo nuestros padres tienen que trabajar tan duro por tan poco.

Roland asintió, apoyando a su amigo.

—Tienes razón, Gilbert. Mis padres trabajan en la plantación de banano, y veo lo difícil que es para ellos. A veces pienso que si todos nos unimos, podríamos hacer algo para mejorar nuestras vidas.

—Eso suena genial —dijo Marcos—. Pero, ¿cómo vamos a hacerlo?

Gilbert, siempre lleno de ideas, respondió:

—Podemos empezar estudiando y aprendiendo todo lo que podamos. Luego, podemos formar grupos y hablar con más personas. Juntos, seremos más fuertes.

Los niños se miraron, sintiendo una chispa de esperanza y determinación.

—¿Te imaginas? —dijo Javier, sonriendo—. Nosotros, cambiando el mundo.

—Sí, ¿por qué no? —respondió Gilbert con firmeza—. Todo empieza con un sueño.

El grupo se levantó y retomó el juego, con el corazón lleno de aspiraciones y la mente llena de planes para el futuro. La playa de Limón, con su belleza natural y sus olas constantes, seguía siendo testigo de sus juegos y sus sueños, mientras la tarde se deslizaba suavemente hacia el anochecer.

Fundación del Sindicato

En 1967, Gilbert y su amigo Roland comenzaron a trabajar en una refinería de petróleo propiedad de una empresa norteamericana. Las condiciones laborales eran duras. Una noche, mientras cenaba con su familia, Gilbert compartió su preocupación:

—Mamá, hoy fue un día difícil en la refinería. Roland y yo tuvimos que cargar piedras todo el día. Una de ellas hirió a Roland —dijo Gilbert, frotándose las manos heridas.

Myrtle, su madre, lo miró con preocupación.

—Hijo, no puedes seguir trabajando en esas condiciones. Deben hacer algo para cambiar eso.

Gilbert asintió.

—Lo sé, mamá. No podemos aguantar esto más. Tenemos que fundar un sindicato para defendernos.

Esa misma noche, Gilbert y Roland discutieron la idea con otros compañeros de trabajo. La decisión estaba tomada.

—No podemos seguir así —dijo Roland, con determinación—. Necesitamos unirnos y luchar por mejores condiciones.

—Estoy de acuerdo —añadió otro compañero—. Si no hacemos algo, nunca cambiará.

El 9 de marzo de 1969, fundaron el SITRARECOPE, que luego se convertiría en el Sindicato de Trabajadores de Petróleo, Químicos y Afines (SITRAPEQUIA). El sindicato se afilió a la Confederación Costarricense de Trabajadores Democráticos y logró su primera convención colectiva en diciembre de 1969, reconociendo importantes derechos laborales.

Gilbert Brown Young: Una Historia de Determinación

Frank Ulloa Royo

  1. Limón: Belleza y Pobreza

Limón es tierra de mujeres y hombres libres hechos de carey, hule, zarza y bananos.  Saben bien que ser libres no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la condición de quienes han vivido marginados del desarrollo, —le diría al presidente Figueres con mucha indignación—.

—Señor presidente: —Yo creo que usted es diferente. Vengo de una familia que vota por su partido y que cree que en democracia podemos avanzar. —

La conversación fue cambiando de color de un rojo intenso a un azul cielo difuminado por el agua en la acuarela que Gilbert pintaba en la mente de los políticos josefinos. Quedaron perplejos porque Gilbert era de pocas palabras, pero sus gestos como lanzas penetraron la vergüenza de quienes lo escuchaban.

La belleza y la pobreza siempre han marcado a Limón. Siempre fue el puerto principal en el extremo oriental del país. El mar Caribe baña toda la costa, y la pequeña península que sobresale y se adentra en el mar es un puerto natural que marca la historia de la región. Nadie puede imaginar al ver la verde belleza del paisaje la triste realidad que esconde.

El Encuentro Decisivo

En una sala de reuniones de la Casa Presidencial, la tensión era palpable. El presidente, un hombre pequeño, de brazos nervudos, cejas pobladas y edad avanzada, estaba sentado al final de una larga mesa de madera. Frente a él, Gilbert Brown Young, un dirigente de Limón, muy serio, flemático y que hablaba con su silencio, se mantenía erguido y sereno. Su presencia imponía respeto, no solo por su estatura, sino por la calma y determinación que irradiaba.

Gilbert, conocido por su liderazgo silencioso y meditativo, había sido convocado para negociar el fin de una huelga que había paralizado la región. La huelga, marcada por disturbios y bloqueos de carreteras, había llevado a enfrentamientos con la policía y a un clima de incertidumbre en la provincia.

El presidente rompió el silencio:

—Señor Brown, agradezco que haya venido. Sabemos que la situación en Limón es crítica y necesitamos encontrar una solución.

Gilbert asintió lentamente, sus ojos fijos en el presidente.

—Señor presidente, la gente de Limón ha sido ignorada durante demasiado tiempo. No estamos aquí solo por nosotros, sino por las generaciones futuras. Necesitamos compromisos reales, no promesas vacías. Luchar contra la pobreza no es un asunto de caridad, sino de justicia. Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien.

El presidente suspiró, consciente de la verdad en las palabras de Gilbert.

—Entiendo su frustración, pero necesitamos encontrar un punto medio. ¿Qué es lo que piden exactamente?

Gilbert tomó un respiro profundo antes de responder:

—Queremos garantías de empleo para los trabajadores despedidos, mejoras en las condiciones laborales y una revisión de la política agraria. Además, exigimos que se atiendan las demandas de los campesinos y se proporcionen servicios de salud y agua en las comunidades más afectadas. Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de que hayamos vivido; es la diferencia que hemos hecho en la vida de los demás lo que determinará el significado de la vida que llevamos. —Señor presidente, usted puede hacer la diferencia—

El presidente, considerando las demandas responde.

—Esas son peticiones razonables, pero necesitamos tiempo. ¿Podemos acordar un cese temporal de la huelga mientras trabajamos en estas soluciones?

Gilbert mantuvo su mirada firme.

—Señor presidente, la gente de Limón ha esperado demasiado tiempo. Necesitamos acciones concretas y un cronograma claro. Solo entonces consideraremos levantar la huelga.

El presidente asintió, reconociendo la determinación de Gilbert.

—De acuerdo, trabajaremos en un plan detallado y lo presentaremos en una semana. Espero que podamos contar con su cooperación para mantener la paz mientras tanto.

Gilbert extendió su mano, sellando el acuerdo con un apretón firme.

—Confío en que cumplirá su palabra, señor presidente. La gente de Limón estará esperando. Piense que a usted lo van a juzgar por cómo trata a quienes tienen poco o nada, que somos la mayoría de los limonenses.

Con ese gesto, ambos hombres se levantaron, conscientes de que el verdadero trabajo apenas comenzaba. La reunión había sido un paso crucial hacia la resolución del conflicto, pero la lucha por la justicia y la igualdad en Limón continuaría.