Se conmemora en esta fecha, el 43 aniversario de la firma de los Tratados TORRIJOS-CARTER, en Washington, Estados Unidos. Como han transcurrido los años, desde esta fecha histórica para el pueblo panameño, en especial para los que participamos en las luchas que Torrijos denominó del «alpinismo generacional», por lograr materializar el sueño de vivir en una patria libre, soberana, independiente y sobre todo DIGNA.
Por el paso de los años y en particular, como consecuencia de la vergonzosa omisión (intencional, además), de no enseñar a nuestros jóvenes de los colegios secundarios, el desarrollo de nuestras relaciones con Estados Unidos, con toda seguridad, gran parte de nuestra población, desconoce qué ocurrió hace 43 años, lo que ha determinado lo que hemos sido, a partir del 1 de enero del año 2000, fecha en la que Panamá, asumió la administración y control soberano de la vía interoceánica y vio flamear nuestra enseña patria en todo el territorio nacional, sin la presencia de las tropas de ocupación y su humillante «Comando Sur», en el centro de nuestro país, en la llamada «Zonal del Canal», de la que sólo nos separaba la cerca de ciclón y alambre de púas, que TORRIJOS denominó «la quinta frontera».
Muchos recordamos esta fecha, henchidos de fervor patrio, por ser el inicio de un proceso de descolonización en nuestro pequeño país, cuyo pueblo y su juventud, regó con su sangre generosa, en capítulos e hitos históricos, en 1925, 1947 y el 9 de enero de 1964, por lograr la recuperación y el disfrute de nuestro principal recurso natural (la posición geográfica privilegiada en Nuestra América y el canal marítimo aquí construido, por esa razón), así como la desaparición definitiva del enclave colonial, con intereses hegemónicos militares. Algunos, que sin duda, los hubo y los hay, no desearon esta fecha. Probablemente, aún desean los viejos tiempos de la colonia.
OMAR TORRIJOS, a su regreso al país, el 16 de diciembre de 1969, definió claramente, el inicio de un proceso transformador, revolucionario, en los aspectos sociales, económicos, culturales, diplomáticos, soberanos y políticos en nuestro país. En ese proceso, que él denominó de «liberación nacional», planteó con valor que los «Tratados tres en uno», negociados en el gobierno de Marco Robles, con Estados Unidos, después de los gloriosos hechos de enero del 64, no servían, siquiera, para el inicio de una discusión ó negociación con el gobierno norteamericano. Menos aún, con el método de los procesos revisionistas de 1936 y 1955, de la Convención Ístmica de 1903 (el Tratado Hay-Buneau Varilla), que él (TORRIJOS), denominó «el tratado que ningún panameño firmó», que estaban diseñados para que «Panamá cediera siempre» ante el coloso imperial, negociando bilateralmente. Era lo clásico, unas migajas o limosnas económicas, como regalías, que consolaban o contentaban a la oligarquía criolla vendepatria.
TORRIJOS, planteó un cambio fundamental. Panamá, debía conseguir el apoyo solidario de los pueblos del mundo, para que hicieran suyos y defendieran la justa causa (no la de la sanguinaria invasión de 1989), de lograr concluir la presencia a perpetuidad del enclave colonial, inclusive, su presencia militar y en particular, el control del canal. Comprendiendo, «que el pez grande se come al chico», aplicando la ley del garrote ó de la zanahoria, siguiendo las orientaciones del Mariscal Josef Brozz Tito, del dr. Fidel Castro Ruz y otros líderes tercermundistas, nos incorporamos al Movimiento de Países No Alineados, logrando el apoyo de gran parte del mundo, para demandar la negociación de un tratado justo y digno para el pueblo panameño, siguiendo el espíritu y motivación de los mártires de enero del 64, de vivir en un pueblo SOBERANO, EN UN SOLO TERRITORIO, CON UNA SOLA BANDERA.
TORRIJOS, supo incorporar en esta lucha por lograr un nuevo tratado, a hombres de extraordinaria valía moral y política, entre otros, a Olof Palme, presidente de la Internacional Socialista, a Felipe González, a François Mitterrand, a Carlos Andrés Pérez, José Francisco Peña Gómez, Adolfo López Michelsen, John Wayne (amigo de Gabriel Lewis Galindo, quién lo convenció en ese apoyo), Michael Manley, Daniel Oduber, Gabriel García Márquez, Graham Green, Velazco Alvarado. Miguel de la Flor Valle, José López Portillo y muchos otros líderes de América latina y el mundo, que presionaron a Estados Unidos, para que aceptara negociar con nuestro país un nuevo tratado.
Hay que reconocer la coyuntura, históricamente única y favorable, de encontrarse al mando de la presidencia de Estados Unidos, un hombre justo y de principios éticos y morales, como Jimmy Carter, quien desafiando a las fuerzas más retrógradas del establishment de su país, convino en negociar los nuevos Tratados con Panamá, pese a las acusaciones de ‘traición», que le endilgaron y que le costó la reelección en el cargo, así como también, la de la gran mayoría de los senadores que aprobaron, por sólo dos votos por encima de las dos terceras partes, necesaria en el Senado de ese país para convertirse en un instrumento internacional válido, con efectos vinculantes. Hamilton Jordan, principal asesor político de Carter, y este mismo, reconocieron en sus memorias, que la negociación de los Tratados TORRIJOS- CARTER, fue la más difícil de las situaciones que debió enfrentar su administración, inclusive, por encima, de la crisis de los rehenes en Irán, en temas de política exterior.
Los Tratados TORRIJOS- CARTER, fueron sometidos a su aprobación o rechazo en un plebiscito popular en nuestro país. Los sectores más comprometidos con la presencia norteamericana en Panamá y que fueron históricamente obsecuentes a sus mandatos, imposiciones y amenazas, votaron por su rechazo. Inclusive, algunos sectores estudiantiles, identificados con la izquierda, aunque, por motivos diferentes que la primera, votaron en contra de la aprobación. Estos alegaban que esperar 23 años, del 1 de octubre de 1979, que empezaron a regir los Tratados, al 31de diciembre de 1999, era mucho tiempo, para ser dueños del canal. TORRIJOS, les contestó qué son 23 años, frente a la perpetuidad. Otros plantearon, que los Tratados, reconocían la legalidad de las bases militares extranjeras en el territorio nacional, pero quienes por años lucraron en sus beneficios comerciales y empresariales, nunca demandaron la ilegalidad de tales bases en el territorio nacional y, por cierto, muchos han obtenido más ganancia con el canal y las áreas adyacentes, en manos panameñas, que antes.
En esta fecha histórica, los panameños, a la vez de demostrar nuestro respeto y admiración por el l general Torrijos, por su valor, sus principios inclaudicables en no ceder ante los chantajes y amenazas de los sectores guerreristas y hegemónicos de Estados Unidos, que lo acusaron de comunista por su apoyo a las luchas de liberación de muchos pueblos en el mundo, en la época de la llamada «guerra fría», su amistad y reconocimiento por Cuba y el Dr. Fidel Castro Ruz, tenemos que reconocer la capacidad intelectual y política de Juan Antonio Tack, Rómulo Escobar Betancourt, Adolfo Ahumada, Edwin Fábrega, Carlos López Guevara, Jorge Enrique Illueca Sibauste, Aquilino Boyd, Fernando Manfredo, Gabriel Lewis Galindo, el ingeniero Stagg, Arístides Royo Sánchez, Miguel Moreno, Nicolás Ardito Barleta y muchos otros ilustres patriotas, inclusive, mujeres, que fungieron como asesores y ó negociadores de los Tratados TORRIJOS- CARTER, que aún, algunos egoístas de nuestro país, prefieren llamar los Tratados del Canal de Panamá, para no mencionar el nombre de OMAR TORRIJOS. Quienes así actúan, quedarán relegados al basurero de la historia, por su insignificancia y cobardía, no sólo intelectual, sino también por su enanismo moral, ético y humano.
Los Tratados TORRIJOS- CARTER, como lo dijo el general TORRIJOS, al firmarlos en Washington, el 7de septiembre, hace 43 años, no son los mejores tratados, ni los que todos los panameños, hubiésemos querido tener, pero son los Tratados posibles. A las futuras generaciones, les corresponde, luchar por lograr unos mejores.
Esa es una tarea pendiente. Así como hay que luchar, por lograr que en verdad, los beneficios que se derivan de un canal panameño, tengan el mayor uso colectivo posible, como lo planteó el propio general TORRIJOS, nuestro pueblo, tiene que continuar luchando, para no seguir bajo el paraguas defensivo del Pentágono de Estados Unidos, según sus propias palabras y continuar reafirmando, nuestro compromiso de ser un pueblo DIGNO, LIBRE Y SOBERANO.
Por cierto, a pesar de que el general TORRIJOS dijo que él no quería entrar a la historia, si no al Canal, este conductor valeroso, digno y de principios, entró a LA HISTORIA Y ENTRÓ AL CANAL.
7 de septiembre de 2020
La Habana, Cuba
Reynaldo E. Rivera E.
Embajador de Panamá