Hay mucho en juego en esta elección

Por José María Gutiérrez (*)

 

Quizá muchas personas vean la cercana elección presidencial con indiferencia, como una más de las repetidas disputas electorales que se han dado en el país. Otras, decepcionadas por la política nacional, vuelven su mirada hacia otro lado, como si no fuera con ellas. Con todo respeto, quienes así proceden se equivocan. Esta elección nos coloca ante uno de los momentos más críticos en la historia política e institucional de Costa Rica.

La posibilidad de que llegue al poder ejecutivo un grupo con el planteamiento del Partido Restauración Nacional (PRN) tiene profundas implicaciones que remecen elementos esenciales de la convivencia democrática. Una sociedad compleja y diversa como la nuestra debe fundamentar su funcionamiento en valores de respeto a su heterogeneidad, de tolerancia y de debate racional que considere las perspectivas y las opiniones de todas las personas y colectivos.

En su historia, y en medio de variadas tensiones, el país ha logrado cimentar aspectos clave para la vida democrática, tales como la coexistencia de posiciones diversas, la valoración de los derechos humanos y de la dignidad de las personas más allá de sus creencias, el respeto al ámbito de la intimidad y de las opciones vitales de cada quien, y el apego al derecho nacional e internacional. Algunos de estos valores medulares han sido claramente cuestionados por la dirigencia del PRN. Es algo muy grave.

Pero además, las posiciones fundamentalistas que este grupo asume en temas de impacto en la vida nacional va contra la tendencia madura de la política basada en evidencias. Los planteamientos que se elaboren sobre asuntos diversos deben tener un sustento racional centrado en lo que la realidad nos muestra, en lugar de partir de posiciones basadas en la intolerancia, las verdades preconcebidas y los prejuicios.

Los informes del Programa Estado de La Nación y los de otros grupos que estudian nuestra sociedad ofrecen valiosos insumos para la toma de decisiones. Se requiere cultivar una cultura política centrada en el análisis riguroso de lo que ocurre en el país y en la discusión respetuosa de posiciones divergentes. Por ello, la posibilidad de que los complejos temas de la vida nacional sean abordados desde la óptica de quienes creen poseer la verdad de manera exclusiva tira por la borda cualquier intento de construir una convivencia basada en el debate constructivo. El respeto a la pluralidad debe prevalecer.

No menos importante en esta coyuntura es la necesidad de optar por un grupo de personas que hayan mostrado capacidad y experiencia en el manejo de los asuntos públicos, cuya formación y trayectoria garanticen que, una vez en el gobierno, se pondrán al servicio del bien común con una filosofía de análisis, diálogo y búsqueda de consensos. A la hora de hacerse cargo de la conducción del país, la improvisación es un pésimo insumo.

Estamos entonces ante una coyuntura electoral decisiva. No cabe la indiferencia ni el cinismo; tampoco es tiempo de adoptar posiciones oportunistas en el complejo ajedrez político nacional. Lo delicado de la situación invita a una clara toma de posición. Es fundamental colocar en el gobierno a un grupo que respete y cultive aspectos esenciales de la convivencia democrática. En este contexto tan crítico, se nos presenta una clara opción: votar por Carlos Alvarado del Partido Acción Ciudadana (PAC).

 

(*) José María Gutiérrez, microbiólogo y profesor universitario.

 

*Imagen con fines ilustrativos tomada de intereconomia.com

Artículo publicado originalmente en www.elpais.cr y publicado por SURCOS a solicitud del autor.

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