Gabe Abrahams
José Rodríguez-Medel Briones nació en Siruela, Badajoz, España, en 1888. Hijo de militar, fue alumno de la Institución Libre de Enseñanza y estudió la carrera militar, saliendo de la Academia con el grado de teniente.
En 1908, siendo ya oficial de la Guardia Civil, fue destinado a Pamplona. En ese destino, conoció a Lucía Carmona, con la cual contrajo matrimonio el 21 de septiembre de 1911.
Al poco tiempo, Rodríguez-Medel se trasladó a Granada y abandonó su actividad en la Guardia Civil, aunque mantuvo su escalafón en el Cuerpo como supernumerario sin sueldo. En Granada, obtuvo el título de ingeniero mecánico y se dedicó a dar clases de matemáticas. Fundó una Academia de Álgebra y Matemáticas y escribió un libro de aritmética.
En 1933, Rodríguez-Medel reingresó en la Guardia Civil como comandante, solicitando los destinos de Madrid y Pamplona. Destinado en Madrid, se convirtió en el ayudante de campo del general Federico Santiago. En 1936, regresó a Pamplona y asumió el mando de la Comandancia de la Guardia Civil de Navarra.
Nada más llegar a Pamplona, Rodríguez-Medel presentó sus respetos al gobernador de Navarra y al alcalde de Pamplona, Tomás Mata. Sin embargo, no hizo lo mismo con la autoridad militar, el general Emilio Mola Vidal. Ambos se conocían desde que cursaron juntos los estudios en la Academia de Infantería y Rodríguez-Medel sabía que Mola tenía una ideología de extrema derecha y que era contrario a la Segunda República española. Tenía conocimiento además de que Mola conspiraba contra la República.
El general Mola, desde su puesto en Pamplona, efectivamente encabezó la conspiración y el Golpe de Estado contra la Segunda República española de julio de 1936, confirmando las sospechas de su antiguo compañero de estudios.
En los días previos al Golpe de Estado y al inicio de la Guerra Civil española (1936-1939), Mola intentó incorporar a la trama golpista a Rodríguez-Medel sin éxito. Este rechazó la oferta de Mola y, en una tensa discusión, le aseguró que como comandante de la Guardia Civil en Navarra defendería la legalidad republicana y a la Segunda República española.
El 18 de julio de 1936, se produjo el esperado Golpe contra la República con el general Mola a la cabeza. Rodríguez-Medel fue fiel a su palabra, lo cual le condujo a un final dramático.
A las ocho de la tarde de aquel 18 de julio, en la plaza de San Francisco de Pamplona, formaron 80 guardias civiles de la Comandancia de la Guardia Civil de Pamplona para marchar hacia Tafalla. La idea era armar una línea de defensa contra los golpistas, según órdenes dadas por el inspector general de la Guardia Civil, el general Sebastián Pozas. Rodríguez-Medel arengó a sus hombres. Pero su grito ¡Viva la República! fue contestado por varios guardias con vivas a España. Un guardia civil, su chófer, al que él llamaba familiarmente “tío”, le disparó dos tiros por la espalda que le causaron la muerte. La Guardia Civil de Navarra pasó a estar controlada por los golpistas.
Al mismo tiempo que se producían estos hechos, otros comandantes de la Guardia Civil de plazas claves tuvieron más suerte. En Barcelona, José Aranguren y Antonio Escobar, junto a sus hombres, se mantuvieron fieles a la legalidad republicana y combatieron con éxito el Golpe de Estado. En Madrid, la Guardia Civil derrotó a la rebelión, tanto dentro como en los alrededores de la capital.
La noticia de la muerte de José Rodríguez-Medel fue presentada por los golpistas y los medios de comunicación afines al Golpe como un accidente, aunque los dirigentes republicanos tuvieron pocas dudas de que se trataba de un asesinato. La mujer de Rodríguez-Medel tampoco tuvo dudas sobre lo ocurrido y se desplazó rápidamente a Pamplona. Solo pudo enterrar a su marido en un panteón de una familia amiga, sin inscripción alguna.
José Rodríguez-Medel fue una de las primeras víctimas del Golpe de Estado de 1936 que desencadenó la Guerra Civil española y la posterior dictadura de Francisco Franco. Durante décadas, su familia por miedo y el entramado franquista por intereses políticos defendieron que su muerte había sido por accidente. Hoy, con el pasar del tiempo y las aportaciones de historiadores, sabemos que José Rodríguez-Medel fue asesinado por defender la República, que cumplió con ella hasta su último aliento y que, en definitiva, fue un héroe republicano.