La revancha de los niños huérfanos

Freddy Pacheco León

Los molinos de Dios quizá muelen lento pero fino pues la obra de Dios es lenta porque acumula amor en su camino. Así ha pasado con la gestión legal realizada por buenos costarricenses en cuanto se percataron de lo que era, y no estaban equivocados, una aberración jurídica, innoble, inhumana, en contra de los niños huérfanos desvalidos que han sido acogidos en el Hospicio de Huérfanos de San José, desde su creación en 1887. Denuncia presentada antes a la Contraloría General de la República en agosto del 2012 y luego ante los tribunales el 10 de octubre del 2013, y que ahora, ¡luego de nueve años de espera!, ha sido resuelta definitivamente el pasado 4 de agosto al rechazarse de plano, apelación presentada por el alcalde Johnny Araya.

Los hechos sucedieron en la Municipalidad de San José hace once años, cuando “en el día menos pensado” (literalmente) guiados por Araya Monge, sus amigos regidores acogieron la “genial” idea de declarar que ¡las corridas de toros en Zapote no eran parte de los festejos populares! «¡Genial, brillante, un negocio extraordinario!», posiblemente decían mientras se felicitaban, pues con ello arrebataban a los niños desvalidos, desamparados, del benemérito e histórico Hospicio de Huérfanos de San José, miles de millones de colones que ahora pasarían al bolsillo municipal.

Con ello, se burlarían de la “Ley Proayuda al Hospicio de Huérfanos de San José” (Nº 8810), que en su artículo 11 determina que de las utilidades que generen los festejos populares del cantón Central de San José, un 50% corresponderá al Hospicio de Huérfanos.  Norma clarísima aprobada en la Asamblea Legislativa en forma unánime en mayo del 2010, como respuesta de los diputados a los llamados de auxilio de tan bendita institución. Pues «no contaban con mi astucia» se oyó decir en la alcaldía, mientras se lanzaba la genial interpretación. Y listo. Todo quedó arreglado. Ya el Concejo Municipal no tenía por qué girar a esos niños huérfanos allí resguardados, ni un colón recaudado por los toros… tal y como lo hicieron por 8 años a partir del 2011. Zarpazo financiero que terminó destruyendo el hogar de niños huérfanos de la ciudad capital. Ese querido hospicio que visitábamos en desfile anual los estudiantes de la recordada y querida Escuela Juan Rudín, entonces situada donde se levantaba la casona de José María Castro Madriz y Pacífica Fernández, luego convertida en un parqueo…

Hoy, ante esa harina molida finamente por los molinos de Dios, aunque el bachiller en agronomía Johnny Araya siga repitiendo los argumentos sobre los que ya se falló en su contra, y los regidores en coro digan que no hay plata para pagar los cerca de C. 4.500 millones de colones, esa es harina de otro costal. Lo concreto es que ese dinero le fue escamoteado inhumanamente a los niños huérfanos desamparados, que por más de una década no pudieron ser acogidos con el acostumbrado amor cristiano, en el cerrado hospicio.

Aunque no se puede reparar el daño infringido a quienes no pudieron ser acogidos por las bondadosas manos que ansiaban recibirlos, las autoridades del gobierno local no pueden dejar de cumplir con el mandato de ley. Los compatriotas Rodolfo Camacho y Luis Ballestero, amigos nuestros desde hace años, nos aclararon que ahora no existe acción legal alguna que se pudiere oponer a las acciones jurídicas exitosas por ellos tramitadas. Y es que si la Municipalidad de San José sí puede pagar a una constructora cuestionada un monto similar ¡de más! por el asfaltado de algunas calles de la ciudad capital, por otro lado no puede alegar insolvencia financiera para no cumplir con los fallos judiciales a favor de los niños huérfanos de San José.