Páginas que transcurren entre dos siglos

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

El autor del texto de este libro, al que intentaré referirme con sincera admiración y sentido crítico, para presentarle a los potenciales lectores, mis impresiones e incluso opiniones, a partir de una primera lectura de sus 367 páginas, la que acabo de concluir (en realidad fue hace ya mucho más tiempo) es un alajuelense o alajueleño apasionado, incluso vehemente y tenaz en sus ejecutorias, pero también pícaro y risueño como algunos otros que he conocido en el transcurso de mí ya no tan corta vida, tales como en los casos de José Néstor Mourelo Aguilar y su padre José Néstor Mourelo y Vila, gallego nacido en Santiago de Cuba, Carlos Luis Fallas, Fernando Durán Ayanegui, Guillermo Villegas Hoffmeister, el economista Carvajal –no acude su nombre a mi memoria, aunque no olvido nuestras conversaciones en el Parque de Alajuela, en San José y hasta en Santiago de Chile-, José Joaquín Meléndez y muchos otros. Tal vez de ahí, pero también del interés que el texto suscitó en mis adentros es que asumo esta tarea, la que les advierto no puede sustituir la lectura de sus páginas, por parte de quienes quieran vivir una experiencia enriquecedora en sus vidas.

Bajo el título ENTRE SIGLOS Entrearenas Ediciones San José Costa Rica 2019, Sergio Erick Ardón Ramírez, una figura pública y un profesional de larga trayectoria en este país nos presenta un universo que va mucho más allá de unas memorias políticas o de vida, en ruta hacia una Alajuela de ensueños y recuerdos que ya no existe más.

A partir de una lectura inicial, casi de un tirón, a manera de vistazo o clin d´oeil del extenso texto tan esperado me atrevo a afirmar que corresponde a un género literario más híbrido que lo yo había esperado cuando se anunció su publicación, más bien comprende al despliegue de al menos tres géneros literarios, los que secuencialmente hacen más fascinante y amena su lectura.

No es strictu sensu un libro de memorias políticas, el autor no pretende semejante cosa, más bien llamó a la segunda parte «Relatos de viajes y pensamiento político» la que contiene unas elaboradas y evocadoras reflexiones acerca del MRP o Movimiento Revolucionario del Pueblo (¿MRP Qué éramos?), el movimiento político al que consagró un buen tramo de su vida, las que estaban haciendo falta para valorar ese período tan importante y complejo de la historia social y política de hace pocas décadas. Es también un intento de ofrecernos una panorámica acerca de la que llama «izquierda» múltiple y variopinta, esa de las gentes que asumiendo ciertos principios universalistas y humanistas » somos a veces, sin saberlo, gentes de izquierda» (p.336), las luchas sociales de los trabajadores cañeros y muchos otros o los entretelones de los combates, encrucijadas o circunstancias del conflicto armado centroamericano, en el período de los años setenta y ochenta del siglo pasado, cuando Sergio apoyó a Carlos Fonseca Amador, a German Pomares y a otros revolucionarios de entonces, de los que narra en detalles algunos hechos relevantes compartidos.

Siento que conforme avancé en la lectura me fui dando cuenta de que sus páginas se convierten también, en una memoria política inacabada aún de su intensa y larga trayectoria (me hace pensar en las Antimemorias de André Malraux) en ese campo de acción y de luchas, un género literario y ensayístico que hace mucha falta en este país, una Costa Rica que estamos perdiendo ante la ofensiva totalitaria del pensamiento único neoliberal/neoconservador.

Su apelación a los valores democráticos, y a la justicia social como elementos esenciales de un programa o propuesta política, resulta ser un referente inevitable para la lucha en que están empeñadas las fuerzas progresistas no sólo de Costa Rica, sino del resto de los países de la región, todo a partir del pensamiento y la acción inspiradas en la trayectoria de José Martí y otros libertadores.

Pero, al ser también un libro con relatos amenos y llenos de ricas imágenes sobre viajes, cuya lectura concluye con los contrastantes paisajes y peripecias de Sergio con Camilo y Cipriano, hijos suyos por la Amazonía, lo convierte en un volumen triplemente híbrido: biográfico, político y relativo a desplazamientos continuos por los más diversos puntos del planeta, con reflexiones únicas que asumen dimensiones universales, las que hacen viajar al lector también hacia las dimensiones más insospechadas.

La manera tierna y cuidadosa como narra los innumerables avatares de su familia, a lo largo del siglo anterior, dentro de la historia de su amada ciudad natal de Alajuela, es enriquecedora y a ratos nostálgica al plantearnos la dinámica y contradictoria vida de su padre: “De Carrucho, porque en Alajuela, y un poco más allá, nadie sabe o supo, quien fue Carlos Luis Ardón, pero a Carrucho sí lo conocieron los viejos, y de él han oído hablar los jóvenes” (p.15) un hombre que vivió intensamente, asumió los más disímiles desafíos y tuvo contradictorios momentos en una larga relación con su inquieto e innovador hijo, la que se fue reelaborando conforme pasaba el tiempo. En cada encrucijada del camino, tanto el autor como sus padres, Carrucho y su madre Lucía Ramírez que mantuvieron una larga relación amorosa y conmovedora, a veces llena de tropiezos y desencuentros, desde que se conocieron en San Joaquín de Flores, se nos muestran apasionados. Las peripecias y contradictorias vivencias y condicionamientos sociales que experimentaron las mujeres de su familia en el transcurso de un largo período están relatadas, de una manera tal que el lector se siente transportado en el tiempo a una Alajuela que no escapaba a las influencias conservadoras y clericales de ese período, en una ciudad que a pesar de ello estaba experimentando grandes transformaciones, dejando de ser una aldea, cuando el autor nació, durante el año de 1936.

Nos habla también de las peripecias de su desplazamiento al exterior como estudiante de Arquitectura en el Instituto Tecnológico de Georgia, dentro de lo que resultó decisivo para su formación y para arribar a un profundo replanteamiento de su visión de mundo, la que había empezado en su temprana infancia a partir de sus observaciones del entorno social y familiar, sobre todo como resultado de un breve interregno europeo. Lo imagino en aquel viaje desde Nueva York hasta Europa que tan bien nos relata, en la cubierta de aquel barco que llevaría primero a una España todavía Franquista y después a Italia en Milán, de donde tuvo que regresar a los EEUU el espacio tiempo en el que concluyó la primera fase de su formación profesional, después volvería a Europa para seguir estudios de urbanismo y bellas artes en París.

Quien rompiendo el protocolo, cuando era diputado a la Asamblea Legislativa, se atrevió a interrumpir al presidente estadounidense Ronald Reagan en el Teatro Nacional de Costa Rica, el 4 de diciembre de 1982, nos ofrece innumerables testimonios de su larga y fructífera existencia. Invito a los lectores a adentrarse en las páginas de su libro.