Por José Luis Callaci
Al agradecer la invitación a participar en la Maratón contra el Bloqueo a Cuba nos sumamos con el siguiente comentario, no sin antes agradecer a Surcos, uno de los más serios y prestigiosos sitios de las redes sociales de Costa Rica, por su publicación.
Tal vez nunca más se repita en la historia algo tan trascendente que marca un hito en la historia de nuestros países latinoamericanos y caribeños como es el hecho de que un pequeño país que decidió transitar por Caminos Propios resista durante tantos años el asedio y la agresión de un vecino cercano tan grande y poderoso. Se acaban de cumplir 60 años desde que un 3 de febrero de 1962, a tres años de la Revolución Cubana salió la orden, desde el Despacho Oval de la Casa Blanca, de aislar al poder surgido de esa Revolución.
Una orden que sometía al país caribeño a un bloqueo económico considerado por algunos un acto de guerra. Los propósitos de tal extrema medida fueron, desde los inicios, claras y manifiestas, en las que se especificaba un embargo completo de todas las importaciones y exportaciones, que al siguiente año se extendieron a las transacciones financieras. Si bien quedaban por fuera de este embargo ciertos alimentos, en 1964 estos fueron agregados a la lista de productos prohibidos. Al margen de algunos cortos períodos de relajación, tales medidas se mantienen hasta la fecha e incluso por momentos recrudecen.
La condena internacional contra lo que se considera coercitivo y unilateral de nada ha servido para que se levante ese embargo, a pesar que desde 1992 su rechazo viene siendo mayoritario en el seno de las Naciones Unidas. En la última Asamblea General del organismo internacional votaron a favor de que se levante el bloqueo económico a Cuba, de manera abrumadora, 184 países. Lo hicieron destacando las perniciosas consecuencias que el mismo le produce al pueblo cubano.
Esta última resolución A/75/L97 se suma a las 28 anteriores que se han venido adoptando anualmente. Con justa razón hoy se considera que, de acuerdo con la Convención de Ginebra de 1948, estas agresivas conductas de Estados Unidos hacia Cuba violan de manera masiva, flagrante y sistemática los Derechos Humanos. En nada han cambiado estas conductas no sólo en relación con los países latinoamericanos y caribeños por parte del poder anglosajón situado al norte del Río Bravo o Grande, sino también, hay que decirlo, con el resto del mundo que no practica genuflexiones.
Una nación que en su génesis incluyó proclamas que luego se convirtieron en doctrinas: América para los americanos o Doctrina Monroe, la zanahoria y el garrote, etc. Lo del “destino manifiesto” creemos que tiene que ser analizado por aparte, ya que se nos asemeja a una especie de Mandato Divino, que aún no ha sido explicado aportando pruebas, por supuesto. Valga la oportunidad para citar algo dicho por William H. Taft, Presidente de los Estados Unidos de 1909 a 1913: “No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en tres sitios equidistantes nuestro territorio: una en el polo norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro, de hecho, como en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente”.
No creemos necesario agregar algo más sobre la naturaleza de ese poder que, a pesar de los matices y de sus más sofisticados medios de dominación, continúa en esencia siendo el mismo. Desde unas reflexiones críticas sabremos los latinoamericanos y caribeños, en nuestras diversidades, mantener desplegadas y asidas nuestras banderas para hacer prevalecer la verdad y la justicia. Para remontar las buenas intenciones con acciones efectivas que nos unan y no nos separen y facilitar así una inserción inteligente y libre de ataduras en ese nuevo mundo multipolar que se está formando.
Para que esa globalización pensada y discutida en Rothschild y establecida como plan maestro de dominio mundial y que sólo ha traído caos y destrucción, quede de manera definitiva en el pasado.