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Etiqueta: arte

La otra danza de la ira

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Hace unos días asistí al teatro a ver la puesta en escena “La danza de la ira” protagonizada por la actriz costarricense Marian Li. En una tremenda demostración histriónica, Marian dio cuenta de una realidad compleja, a veces tirada debajo de la alfombra con el resto del polvo, porque forma parte de eso que se denominan los secretos familiares.

El abuso infantil en Costa Rica es una realidad que lacera y lastima la dignidad de las personas que lo experimentan y que crecen con todo tipo de cargas emocionales hasta bien entrada su edad adulta. Si no se acompañan desde el plano psicológico para sanar y reparar, difícilmente sus vidas transcurrirán de forma adecuada.

Así como esta ira descompone vidas, hay otras danzas de enojos que están comprometiendo la paz social en Costa Rica. En las últimas semanas, cada vez con mayor frecuencia, se ha empezado a notar el aumento de la violencia en espacios públicos, particularmente en carretera.

Son verdaderas batallas lo que se observa en videos que circulan en redes sociales, con el agravante de que en algunos casos las personas en disputa están armadas y eso agrava aún más el deterioro de la convivencia que una vez tuvimos como sociedad.

Las reglas del juego colectivo parecieran haberse agotado. La incapacidad de hablar, de compartir los espacios, de dirimir las diferencias (cualquiera que sean) de forma respetuosa, conversada y reposada, ha provocado una lesión sin retorno a los intercambios y las formas civilizadas de comportamientos.

Estas otras iras también son resorte de la Salud Pública y deben ser abordadas de forma integral. Es absolutamente urgente detener estas batallas campales y darle paso a otras maneras de hablarnos y vernos de nuevo a los ojos. Es imperativo.

Con Joaquín Rodrigo, en Aranjuez

Una sección del Jardín del Parterre, detrás del Palacio Real de Aranjuez. Foto: Luko Hilje

Publicado originalmente en la revista digital europea MEER

Luko Hilje (luko@ice.co.cr)

El pasado setiembre tuve la muy anhelada oportunidad de visitar España, esta vez en unas vacaciones algo extensas; hace 21 años, en 2003, había ido tan solo a Barcelona, a un congreso en mi campo profesional, sin mucho tiempo para conocer sus edificaciones, su geografía y su historia. Y, mientras planeábamos el viaje y los sitios a recorrer, les dije a mi esposa, mi hija y mi yerno que, después de La Alhambra —emblemática y exquisita obra de arquitectura mudéjar—, más los alcázares de Toledo, Segovia y Sevilla, en ese periplo turístico no podía faltar una visita a Aranjuez, algo con lo que siempre soñé.

En realidad, ese deseo nació en mi adolescencia, cuando se popularizó la canción intitulada En Aranjuez, con mi amor o En Aranjuez, con tu amor, difundida en Costa Rica por las excelentes emisoras musicales Titania y Radio Mil. Recuerdo que por entonces se escuchó una versión en francés, al igual que una en español tiempo después, ambas muy románticas.

Varias letras para una misma melodía

Ahora me entero —gracias a internet— que la letra original fue escrita en su idioma natal por el cantautor francés Guy Bontempelli, que denominó Aranjuez, mon amour, la cual en 1967 fue grabada por el cantante Richard Anthony, nombre artístico del joven egipcio-francés Ricardo Btesh. El título de esa canción dio nombre a un disco de 12 melodías, que culminaban con dicha pieza musical, y tal fue su éxito —en una época en que los medios de propaganda y distribución no tenían ni por asomo la celeridad y la cobertura de hoy— que logró vender seis millones de ejemplares. Esa versión original dice así:

Mi amor,
en el agua de las fuentes, mi amor,
donde los lleva el viento, mi amor,
al caer la noche vemos pétalos de rosas flotar.

Mi amor,
y las paredes se están resquebrajando, mi amor,
al sol, el viento y la lluvia, y en los años que pasan,
desde la mañana de mayo en que vinieron,
y cuando escuché, de repente, escribieron en las paredes,
con la punta de sus rifles, cosas muy extrañas.

Mi amor,
el rosal sigue creciendo, mi amor, en la pared,
y abraza, mi amor, sus nombres grabados,
y cada verano de un hermoso rojo son las rosas.

Mi amor,
seca las fuentes, mi amor,
en el sol, al viento de la llanura y en los años que pasan,
desde la mañana de mayo en que vinieron,
la flor en el corazón, los pies descalzos, el paso lento,
y los ojos iluminados con una extraña sonrisa.

Y en esta pared, al caer la tarde,
parece que ves manchas de sangre,
pero son solo rosas.
Aranjuez, mi amor.

Hasta lo que sé, esta versión no ha sido grabada nunca en español. No obstante, existe una bastante diferente, atribuida al compositor español Alfredo García Segura, que fue la primera en español difundida por la radio aquí. Cantada por el propio Richard Anthony, reza así:

Junto a ti,
al pasar las horas, oh mi amor,
hay un rumor de fuentes de cristal
que en el jardín parece hablar
en voz baja a las rosas.

Dulce amor,
esas hojas secas, sin color,
que barre el viento,
son recuerdos de romances de un ayer,
huellas de promesas hechas con amor,
en Aranjuez,
entre un hombre y una mujer,
en un atardecer que siempre se recuerda.

¡Oh, mi amor!
Mientras dos se quieran con fervor,
no dejarán las flores de brotar,
ni ha de faltar al mundo paz, ni calor a la tierra.

Yo sé bien, que hay palabras huecas, sin amor,
que lleva el viento, y que nadie las oyó con atención,
pero otras palabras suenan, oh mi amor, al corazón,
como notas de canto nupcial,
y así te quiero hablar si en Aranjuez me esperas.

Luego al caer la tarde se escucha un rumor:
es la fuente que allí parece hablar con las rosas.
En Aranjuez, con tu amor.

Esa fue la canción que se popularizó en el ámbito hispanoamericano, y que a lo largo del tiempo ha sido interpretada —con leves variaciones y arreglos— por el español Plácido Domingo, la griega Nana Mouskouri, la polaca Ania Brzozowska, la mexicana Guadalupe Pineda, el puertorriqueño José Feliciano y otros notables cantantes.

Sin embargo, existe una versión más, que tiene varios elementos en común con ella. Atribuida también al compositor Alfredo García Segura, ha sido entonada por cantantes de la talla de José Carreras, Andrea Bocelli y el cuarteto plurinacional Il Divo. Esta dice así:

Aranjuez,
un lugar de ensueños y de amor,
donde un rumor de fuentes de cristal,
en el jardín,
parece hablar en voz baja a las rosas.

Aranjuez,
hoy las hojas secas sin color,
que barre el viento,
son recuerdos del romance que una vez
juntos empezamos tú y yo,
y, sin razón, olvidamos.

Quizá ese amor, escondido esté
en un atardecer,
en la brisa, o en la flor,
esperando tu regreso.

Aranjuez,
hoy las hojas secas sin color,
que barre el viento,
son recuerdos del romance que una vez
juntos empezamos tú y yo,
y, sin razón, olvidamos.

En Aranjuez, amor,
tú y yo.

A estas dos canciones se suma otra, muy diferente de ambas, y cuyo compositor pareciera ser, de nuevo, Alfredo García Segura. Cantada por Paloma San Basilio, dice así:

Victoria Kamhi y Joaquín Rodrigo, el día de su boda

Vuelvo aquí,
por la magia de tu música.

Tus cuerdas son caminos
que me traen el ayer.
Vuelve la vida a mis paisajes,
al oírte, guitarra.

Justo aquí,
a la orilla de un atardecer,
fue como un vendaval,
mezcla de miedo y de calor, amor,
por primera vez yo fui mujer,
sentí nacer la belleza.

Tus manos fueron mis manos
y tu mirar mi mirada.

Junto a ti
hasta el río se llenó de amor
y un nuevo resplandor
como un torrente me cegó.
Después el tiempo lo apagó,
y hoy es solo un acorde.

Tus manos fueron mis manos
y tu mirar mi mirada.

Siempre unidos, para siempre.

Vuelvo aquí,
por la magia de tu música.
Tus cuerdas son caminos
que me traen el ayer.
Vuelve la vida a mis paisajes,
al oírte, guitarra.

Y aunque no estás aquí
todo me sabe a ti, en Aranjuez.

Para concluir lo referido a la letra de En Aranjuez, con mi amor, lo común en las tres versiones en español y la francesa es la alusión nostálgica a un amor frustrado o trunco, surgido en el ambiente paradisíaco de Aranjuez. Un paraje con grandes y numerosas fuentes cantarinas, en medio de bellos e inmensos jardines de rosas y otras flores de vivos colores, más la suave brisa que a la hora del crepúsculo corre por la cuenca del muy tranquilo río Tajo —el cual serpentea por los predios de Aranjuez— y arrastra consigo las hojas desprendidas de los árboles, como símbolo de lo que una vez fue, pero dejó de ser.

El río Tajo, en un recodo dentro del Jardín del Príncipe. Foto: Luko Hilje

La génesis de una deslumbrante melodía

Ahora bien, lo que no he dicho hasta ahora —pues lo deben saber todos o casi todos los lectores— es que la partitura que da sentido a esas cuatro versiones es la misma, y corresponde a una porción del Concierto de Aranjuez, inspiración del célebre y prolífico compositor valenciano Joaquín Rodrigo Vidre, nacido en 1901 y fallecido hace 25 años, el 6 de julio de 1999. Esa obra, que data de 1939, fue compuesta mientras su autor residía en Francia, y estrenada en Barcelona el 9 de noviembre de 1940, con la interpretación del célebre guitarrista Regino Sainz de la Maza, acompañado por la Orquesta Filarmónica de Barcelona.

Ignorante en cuestiones musicales, por años pensé que la canción En Aranjuez, con mi amor y el Concierto de Aranjuez eran lo mismo. No obstante, después me enteré de que, en realidad, el concierto consta de una secuencia de tres partes o “movimientos”, técnicamente denominados allegro con spirito, adagio y allegro gentile, y de que la melodía de la mencionada canción se restringe al adagio del concierto. Por fortuna, en algún momento de mi vida pude conocer completo ese exquisito concierto y deleitarme con él, tras lo cual lo grabé en un cassette que me acompañó por muchos años.

Desde entonces, disfruté más de la música que de su antojadiza letra. Y digo esto —lo cual no significa que no sea agradable y que también conmueva—, por cuanto esa letra no refleja ni encarna el espíritu con el que Rodrigo concibió y plasmó tan sublimes notas musicales.

Ciego desde los tres años de edad, como consecuencia de una seria afección de difteria, sus padres lo estimularon y apoyaron para que concretara su vocación y su potencial como artista, por lo que se dedicó a aprender violín y piano, así como a estudiar composición musical. Ya en la madurez, y graduado en estas artes, a los 26 años se mudó a París, para alternar con músicos consagrados y nutrirse de ellos. Fue ahí donde conoció a la mujer que lo acompañaría por el resto de su vida, la turca Victoria Kamhi Arditti, profesora de piano.

Tras su boda en Valencia, en enero de 1933, la pareja disfrutó la luna de miel en el bucólico y mágico Aranjuez. Aunque, obviamente, la ceguera le impedía a Rodrigo percibir imágenes, de seguro que ahí su piel y su alma fueron permeadas por los sutiles y relajantes sonidos de los surtidores de las fuentes, los musicales trinos y gorjeos de las aves, las enervantes fragancias de las flores, la tibieza de los rayos solares, la vivificante brisa, y el contagiante murmullo de las aguas del Tajo.

Seis años después, la pareja se ilusionaba con el advenimiento de su primer hijo pero, al dar a luz Victoria, el niño falleció, y ella estuvo a punto de morir. Atenazado por el dolor provocado por la pérdida del tan anhelado hijo, más el riesgo de que también muriera su amada esposa —quien, además, era su lazarillo y su ángel de la guarda, calificada por él como “la luz de mis ojos”—, fue la música lo que le permitió afrontar y hasta exorcizar la tragedia familiar.

Y fue entonces cuando, en una pieza del edificio No. 159 de la calle Saint-Jacques, en el Barrio Latino, en París, una mañana Rodrigo vivió una especie de revelación, al sentir “una fuerza irresistible y sobrenatural”, como él mismo la calificó. En efecto, después de rumiar por largo tiempo lo que deseaba plasmar, esa venturosa mañana la melodía correspondiente al adagio del concierto empezó a brotar de manera espontánea y fluida en su mente, por lo que la escribió de manera ininterrumpida, dejándose llevar por lo que le dictaban sus sentimientos, sin reparar mucho en los aspectos propiamente musicales. Conforme eso ocurría, perforaba las notas en una modalidad de código Braille apta para músicos ciegos, las cuales su esposa le ayudaría tiempo después a transcribir en el formato de un pentagrama convencional.

Estos y otros aspectos más, alusivos a la génesis del concierto, están narrados de manera clara y didáctica en un corto video del especialista Alberto Musitaro, que el lector interesado puede consultar en internet (www.youtube.com/watch?v=fBdWKDYcsXE).

Dicho experto indica que, aunque hay varias hipótesis acerca del significado del adagio de este concierto para guitarra y orquesta, fue el propio Rodrigo quien lo esclareció, y de manera incontrovertible. Se trata de un frontal y hasta desafiante diálogo o encaramiento entre Rodrigo y Dios —representados por la guitarra y la orquesta, respectivamente—, y en el cual, con enojo y hasta rabia, desolado e impotente, él reniega de su muy lamentable situación, a la vez que le suplica a Dios por la salud de su amada esposa.

Al respecto, Musitaro explica que, después de que una y otra vez el apabullante poderío de la orquesta eclipsa el plañir de la solitaria guitarra, finalmente “Dios le contesta y le impone su voluntad, por encima de los hombres”, de modo que el adagio “culmina en calma y aceptación” de parte de Rodrigo. Asimismo, en el clímax de ese movimiento, las sutiles notas musicales denotan que el alma de su hijo asciende al cielo, y es entonces cuando Rodrigo “queda en paz con Dios”.

En síntesis, por confesión de su propio autor, esta conmovedora melodía, que toca las más recónditas fibras del alma, fue inspirada no por un amor romántico o erótico —con todo lo mágico que ello tiene, y que varias de sus letras han enfatizado—, sino por el amor puramente filial, surgido de la irreparable pérdida de su primogénito. Eso sí, está enmarcada e inspirada en el inefable y muy romántico entorno de Aranjuez, donde Rodrigo y su amadísima Victoria habían vivido su luna de miel pocos años antes.

Yo, en Aranjuez

Ahora bien, para retornar a mi reciente viaje a España, pude concretar mi sueño de conocer Aranjuez. Y, aunque con varias semanas de anticipación habíamos concertado una visita guiada con una agencia turística, para así conocer en detalle la historia, la arquitectura y las joyas artísticas del majestuoso Palacio Real que ahí existe —construido en el siglo XVI—, lo cierto es que yo también deseaba tiempo libre, y lejos de los turistas, para disfrutar a solas de los bellos jardines y alamedas que adornan ese ambiente magnífico.

Asimismo, antes de salir de Costa Rica, recibí una linda sorpresa. Dada la cercanía de mi cumpleaños, y para que me entretuviera —junto con mi infaltable lectura— durante los muy largos viajes que nos esperaban en avión y en tren, mi hija Darinka me regaló unos audífonos muy finos, para conectarlos a mi teléfono celular y así poder escuchar música previamente seleccionada. Fue en ese mismo instante cuando pensé que me gustaría llevar conmigo la banda sonora del Concierto de Aranjuez ejecutado magistralmente por el célebre guitarrista Pepe Romero —quien fuera cercano amigo de Rodrigo—, junto con la Orquesta Sinfónica Nacional de Dinamarca, conducido por el maestro español Rafael Frühbeck de Burgos. Mi yerno Daniel lo hizo de inmediato, y así quede bien provisto para lo que deseaba.

Ya instalados en Madrid, y tras visitar varias ciudades a cuál más de hermosa, llegó el esperado día de ir a Aranjuez. Le dije a Elsa, mi esposa, que nos fuéramos lo más temprano posible, para llegar antes de la hora pactada para la visita guiada, con el fin de recorrer por cuenta nuestra algunas partes del lugar. Y fue así que, durante los 42 kilómetros que separan Madrid de ese emblemático sitio, mi corazón palpitaba de emoción, sabiendo que estaba a punto de concretar un sueño largamente ansiado.

En efecto, llegados allá, y sin que hubiera casi nadie en los alrededores, tomamos un leve desayuno en un restaurante ubicado a unos 50 metros del palacio, frente a una sobria baranda que delimita al Jardín del Parterre, donde están las bellas fuentes de las Nereidas, de Ceres, y de Hércules y Anteo. Después crucé la calzada para ingresar a dicho jardín y, ya sentado en un poyo de madera y sin nadie alrededor, activé el teléfono y los audífonos para escuchar tan anhelada pieza musical. Lamentablemente, debido a la cercanía del otoño —era 5 de setiembre—, aunque cuidados con envidiable esmero, los jardines no tenían el esplendor que les confiere la primavera, y las fuentes estaban sin agua, quizás por economía o racionamiento. La verdad es que eso no me importó. Sin embargo, no había transcurrido siquiera la mitad de los casi 12 minutos que dura el adagio, cuando, a pocos metros, la deslumbrante melodía fue estropeada por el ruidoso motor de un tractor que ingresó al jardín más cercano. ¡¡¡Puede imaginar el lector la clase de imprecación que salió de mi boca, y que me tuve que tragar!!!

No obstante, no me iba a ir de ahí sin haber logrado mi propósito. Por tanto, concluida la visita guiada —de un par de horas—, caminamos entre vergeles, rosaledas y fuentes, para después ingresar en los hermosos predios del Jardín del Príncipe. Ya ahí, en soledad casi total, en la ribera del plácido río Tajo y sentado en un poyo protegido por la benévola sombra de varios árboles frondosos y con follaje todavía verde —reacio a aceptar las imposiciones del otoño—, por fin pude cerrar los ojos, abrir mis oídos y mi alma, para comulgar con esa melodía en tan idílico entorno.

Música intimista, a la vez que extasiante y embriagadora, en la que los requiebres, arpegios y rasgueos de la apasionada e impetuosa guitarra flamenca emiten trepidantes y hechizantes gemidos, frente a la contrastante solemnidad y apacibilidad de un armonioso, perfecto y envolvente conjunto de violines, violonchelos, fagots, oboes, cornos, clarinetes y flautas, de connotación realmente celestial.

En síntesis, una experiencia casi mística, de esas que se viven una sola vez. Y la pude sentir a plenitud ahí, en el propio Aranjuez.

5.Alameda en el Jardín del Príncipe, en Aranjuez. Foto: Luko Hilje

Concierto benéfico en el Anfiteatro de Tilarán con Guadalupe Urbina y su banda: Un encuentro de música y solidaridad

Tilarán, Costa Rica – El próximo 26 de octubre, la comunidad de Tilarán tendrá la oportunidad de disfrutar de un evento muy especial en el recién estrenado Anfiteatro de Tilarán: la reconocida cantautora costarricense Guadalupe Urbina, junto con su banda conformada por Anyul Arévalo, Javier Alvarado y el talentoso guitarrista Daniel Rojas, ofrecerán un concierto benéfico destinado a recaudar fondos para los estudiantes de la Asociación de Trabajadores de la Educación y Promoción de las Artes de Tilarán (ASTREPAM).

ASTREPAM, una organización sin fines de lucro, ha sido fundamental en la promoción de la educación artística y musical en la región, proporcionando becas a jóvenes de escasos recursos para que puedan acceder a una formación artística de calidad. El concierto será clave para recaudar fondos que ayuden a mantener estos programas, asegurando el desarrollo continuo de los talentos emergentes de la comunidad.

Este evento, organizado en conjunto por ASTREPAM y Profana Latinoamérica, es una oportunidad para que el público disfrute de la música de una de las artistas más queridas de Costa Rica, mientras apoya una causa social significativa.

Guadalupe Urbina, con su profunda conexión a la cultura y a las luchas sociales, presentará una selección especial de su repertorio, acompañada por un conjunto de músicos excepcionales: Anyul Arévalo en la percusión, Javier Alvarado en el contrabajo y Daniel Rojas en la guitarra, quienes llenarán el escenario del nuevo anfiteatro con ritmos y melodías cautivadoras.

“Este concierto no solo es una oportunidad para disfrutar de un evento cultural de primer nivel en un espacio increíble como lo es el nuevo Anfiteatro de Tilarán, sino también una forma de aportar directamente al futuro de jóvenes talentos que dependen de las becas de ASTREPAM para continuar su formación artística,” destacó Ivy Rodríguez, Productora de Profana Latinoamérica.

El concierto se llevará a cabo el 26 de octubre en el Anfiteatro de Tilarán, y promete ser una velada inolvidable que combina arte y solidaridad. Invitamos a toda la comunidad a unirse a esta causa y a disfrutar de una noche llena de música y compromiso social.

Las entradas tienen un valor de 5 mil colones y puede adquirirlas al 8583 8118.

ASTREPAM es una organización de bien social que fomenta la promoción y desarrollo de las artes en la comunidad de Tilarán, brindando becas a jóvenes para acceder a una formación musical de calidad.

Cineforo de lucha indígena: En el marco del juicio por el asesinato de Jerhy Rivera

Este 17 de octubre del 2024, a las 5:00 pm en el auditorio 609 de Ciencias Sociales, UCR, se estará proyectando la película “La Princesa Mononoke”. Esta es una fábula animada que ilustra la lucha indígena por sus tierras, ante fuerzas extractivistas que buscan destruirlas, al igual que la importancia de la ecología. Esto, para generar reflexión alrededor de la lucha indígena, y el contexto actual del juicio por el asesinato del líder indígena Bröran de Térraba, Jerhy Rivera. 

Después, contará con un panel, conformado por los panelistas Zeidy Bruwä, indígena Ngäbe de Conte Burica, y coordinadora del Frente Nacional de Pueblos Indígenas, Fanny Reyes Ortiz, indígena Bröran del territorio indígena de Térraba, parte del equipo directivo de la Red de Mujeres Rurales, y finalmente Nicolas Boeglin, profesor de derecho internacional público y derecho ambiental internacional de la UCR.

Este evento está organizado por la Red de Estudiantes de Sociología de Latinoamérica y el Caribe, y apoyado por varias entidades como Kioscos Socioambientales, y la Federación Ecologista.

Les invitamos a asistir a este enriquecedor evento para informarse y mantenerse al tanto con  la situación crítica de los pueblos originarios en Costa Rica.

Se aprueba expediente para otorgarle Benemeritazgo de las Artes Patrias a Fidel Gamboa

El pasado 2 de octubre se aprobó el expediente 24071, para otorgarle el Benemeritazgo de las Artes Patrias al reconocido compositor de música de cámara e incidental, músico, cantante y artista Fidel Gamboa.

Este expediente, presentado por David Segura, diputado de Nueva República, fue firmado por las 57 diputaciones, lo cual muestra el gran entusiasmo y anuencia de la sala a otorgar este reconocimiento a su memoria y legado.

Fidel Gamboa, hijo de la pampa guanacasteca que heredó el amor por la música y el canto de su familia, cumple con los requisitos para ser declarado como Benemérito de las Artes Patrias de acuerdo con el Reglamento de la Asamblea.

Gracias a su virtuosidad, este cantautor obtuvo reconocimientos notorios como el premio nacional Aquileo J. Echeverria y el ACAM como compositor y autor musical, pero sobre todo el cariño y reconocimiento que logró de tantas personas que se sintieron representados por sus canciones, entre las cuales compuso música de danza, cine, teatro, y comerciales, integrando con gran naturalidad la música clásica y popular.

Su legado permanecerá en la historia de nuestro país, y esta iniciativa busca honrar la memoria de este gran artista con una de las distinciones más altas, la cual será pronto votada en el plenario.

Información compartida con SURCOS por Erika Henchoz.

Obra artística de Manuel Carranza Vargas destaca sobre todo el escenario artístico nacional y marca un parteaguas en el tratamiento de los eventos históricos

La obra artística, de Manuel Carranza Vargas, destaca sobre todo el escenario artístico nacional como gran pintor, impulsor de la Pintura Histórica, y marca un parteaguas en el tratamiento de los eventos históricos.

Vladimir de la Cruz

(Intervención en el acto de la Academia Morista Costarricense, el 2 de octubre del 2024, en el Museo Rafael Ángel Calderón Guardia, con motivo de la entrega del libro, “Manuel Carranza y la pintura histórica”, por Suscripción de Honor, publicado por la Academia Morista Costarricense)

El pasado 30 de setiembre del 2023 en el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, en Alajuela, se inauguró la exposición “Manuel Carranza Vargas. Legado a la pintura histórica”, con una muestra pictórica del trabajo artístico de quien fuera el Presidente de la Academia Morista Costarricense, nuestro querido amigo, compañero, Manuel Carranza Vargas, quizá el mejor pintor nacional motivado en los escenarios de la epopeya y de la Historia de la Campaña Nacional contra los filibusteros norteamericanos, durante los años de 1856 y 1857.

Resultado de esa exposición, por el aprecio y cariño, hacia Manuel Carranza, la Academia tomó el acuerdo de hacer y de publicar, un libro, que no es para la venta, es para un grupo de ciudadanos, a modo de Suscriptores de Honor, que contribuyeron con su aporte económico, para su publicación y distribución en Bibliotecas públicas, que hoy entregamos, que contiene una muestra pictórica de la obra de Manuel, incluida parte de la obra exhibida en el Museo Juan Santamaría, como un testimonio de su trabajo artístico, pero también para exaltar, con su obra, el vivo recuerdo de aquella patriótica lucha y de sus principales dirigentes y conductores, el Presidente Juan Rafael Mora Porras, el General José Joaquín Mora Porras y el General José María Cañas Escamilla, así como de otros personajes destacados o relevantes de aquellos aciagos días de combate, presentes en estos óleos, y también pare recordar, esta noche, al gran pintor histórico que fue Manuel Carranza Vargas.

Manuel Carranza, en su condición de pintor de estos acontecimientos, fue un estudioso meticuloso de toda la Guerra Nacional contra los filibusteros, de sus personajes, de los eventos destacados de los enfrentamientos contra los filibusteros. Como pintor no solo detalló situaciones, recogió, en su creación artística, momentos estelares o significativos de ese bienio, de 1856-1857, así con una pulcritud artística pintó los personajes, destacándose como un gran retratista en la pintura, una modalidad muy particular, y quizá difícil de plasmar.

Cuando abordó otros temas de la Historia Nacional, también los estudió como si fuera un cirujano en su trabajo, con cuidado, con esmero, con detenimiento en los datos que le permitirían plasmar su obra, con precisión, lo más ajustada a los datos históricos que él estudiaba, pero, al mismo tiempo, con la mayor imaginación del evento, como si él lo estuviera viviendo, lo estuviera viendo, como testigo de honor de su obra artística.

Cuando estudió la Guerra Nacional, para comprenderla, como si fuera un actor testimonial de la misma en vivo, hizo estudios detallados de la época, sus costumbres, sus vestimentas, de la arquitectura de los edificios de aquellos años y de los escenarios geográficos en que se dieron los acontecimientos. Así fue con todo lo que abordó artísticamente.

Sus pinturas, en este sentido son un relato histórico, completo, de ambientes, de personajes y del momento histórico en que sucedieron.

En sus lienzos, en su pintura, hace de los personajes arte, generalmente expresado en los rostros, caras, en los cuerpos y sus trajes o vestidos, ambientados a la época, y a los cargos sobresalientes que tenían en el Ejército Nacional Libertador.

Los retratos en la pintura generalmente muestran personas en pose, quietas, con su estado de ánimo sereno para el momento del retrato. En los personajes de la Campaña Nacional, Manuel nos da al personaje vivo, actuando, relacionándose, se puede apreciar al personaje casi conversando cuando está con otros personajes, trazando y tomando decisiones.

Nos da ambientes vividos en las situaciones de guerra, en los hospitales que se tuvieron que hacer para atender los heridos, con sus médicos y asistentes, así como la descripción de los establecimientos en que operaban.

Del mismo modo, nos da una visión de grupos sociales, de cómo fueron recibidos los soldados y el Ejército victorioso en San José, lo que pudo ser parecido en los distintos pueblos cuando nuestras tropas regresaban del frente de guerra, donde se aprecia a la gente alegre, feliz, más que en la pose quieta o fría de un retrato.

Nos describe ambientes y personajes, en grupo, como los que hay en combates, en el asesinato de Pabru Presbere, en la exportación de café y la caravana que acompaña a esos exportadores, en la primera imprenta que tuvo el país, en que estaba comprometido su tatarabuelo Miguel de Jesús Carranza, quien trajo la primera imprenta a Costa Rica, sugerida petición que le hiciera su primo, el primer Jefe de Estado, Juan Mora Fernández,

La pintura de Manuel en este sentido nos da la idea, yo diría, casi perfecta del momento que quiso inmortalizar con su destreza, sensibilidad y habilidad artística, lo que se plasma en la figura de los personajes pintados, en los objetos que les rodean, en sus ropas. Si los retratistas, como artistas, concentran su arte en el rostro, en la cabeza hasta la altura de los hombros, en Manuel su capacidad retratista nos lleva a todo el cuerpo, a su volumen, absolutamente equilibrado.

También, nos da los retratos en la tradicional técnica pictórica de los mismos, con las expresiones faciales, con el lenguaje corporal de los personajes, que se enriquecen con las vestimentas y la ambientación en que los coloca, como es el caso de la pintura de Marcus Garvey, que presentamos hoy.

Sus pinturas así nos trasmiten, nos dan Historia, nos dan rasgos de las personalidades de los personajes, detallan aspectos de sus identidades especialmente sus rasgos distintivos.

La intención artística de Manuel fue dejarnos su vivo testimonio de aquellos hechos y personajes, así como dejar en sus lienzos una descripción pictórica que pudiera servir para evocar y recordar ese fragmento de la Historia Nacional, con sus actores, como uno de los más relevantes en la afirmación de la nacionalidad, de la Independencia, de la Soberanía afirmada, en esa lucha, para exaltar la Libertad del pueblo costarricense y de los centroamericanos, que estaban amenazados de ser sometidos al esclavismo por William Walker.

Así, con su obra pictórica, artística, Manuel nos deja para hoy, pero para el futuro, a los héroes de aquella Guerra como los personajes que se impusieron a su propia muerte. Con su pintura siguen latiendo en el corazón de la Patria y de los costarricenses.

La pintura de Manuel, asociada a la gran Gesta Nacional, destaca el lugar importante que tiene la lucha contra filibusteros norteamericanos en 1856 y 1857, un parteaguas en la Historia Nacional y centroamericana.

En nuestro mundo artístico no es muy usual este tipo de arte histórico, en parte porque los conflictos internos, que hemos tenido, incluso de carácter militar no adquieren, en esta conciencia cultural artística, la relevancia nacional para plasmarlos como hitos del acontecer histórico costarricense, que se deban recordar de esta manera.

Quizá un momento similar, desde el punto de vista bélico, que conmovió los cimientos de las bases del Estado y la sociedad costarricense, fueron los sucesos relacionados con la Guerra Civil de marzo y abril de 1948, del cual solo una obra importante se ha realizado en este campo artístico con aquel acontecimiento, fundador de la Segunda República, etapa histórica que lleva 74 años de forjar la Costa Rica moderna que hoy disfrutamos. Ni siquiera el período de la Segunda República se destaca, como se hace con la Guerra Nacional y Centroamericana contra los filibusteros, en los textos de historia tradicional de nuestros ciclos escolares y colegiales. Por supuesto que también se ha escrito sobre este conflicto armado de 1948, pero no ha tenido la trascendencia, en el arte, en la pintura, aun con limitaciones, que tiene la Guerra contra los filibusteros.

Por ello, la obra artística de Manuel Carranza Vargas destaca sobre todo el escenario artístico, sumándose a los esfuerzos, también muy ricos de otros artísticas nacionales que nos dejaron su impronta artística sobre algunos de los personajes destacados de la Guerra Nacional, como se tienen, especialmente, en el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría. Pero, a diferencia de ellos, más retratistas de algunos personajes, Manuel nos deja una obra más completa, más de visión de la Guerra Nacional, de distintos escenarios y momentos, de esa epopeya, como de los escenarios que también rescatamos para esta publicación. Esta es su riqueza.

La Academia Morista Costarricense hoy hace un homenaje a Manuel Carranza Vargas, nuestro gran artista, nuestro gran pintor, impulsor de la Pintura Histórica.

El librito que entregamos es el resultado de muchos años de labor y de investigación de Manuel, que se refleja en esta edición. Son dieciséis obras las que presentamos con diferentes escenarios y personajes históricos.

Como pintura histórica, por temas y personajes, que se tratan, es realista. Por ello a la par de los grandes personajes, también se recogen otras personas, como participantes del acto que se plasma en la pintura, así como personajes presentes en el ambiente y en el contexto histórico que se recogen. Por esto, sus pinturas nos cuentan historias, son narrativas.

Los retratistas históricos más notables en nuestro medio, generalmente, son los que se han escogido, o contratado, para hacer los óleos de los Jefes de Estado y Presidentes de la República, así como para pintar a los Presidentes de los otros Poderes Públicos, Ministros o Directores de algunas instituciones, Obispos de la Iglesia Católica, cuando así se contratan y se conservan. Pocos han recogido escenas o acontecimientos de la vida nacional.

Así, la pintura histórica se ha concentrado en los grandes personajes, lo que ha sido muy propio de los enfoques que han abordado el desarrollo o el análisis histórico.

Algunos de los pintores que en nuestro medio han dejado su huella, en el campo de la pintura histórica, de carácter retratista, nacionales y extranjeros, son Toribio Jerez, Aleardo Villa, Tomás Povedano, Enrique Echandi, Lucio Ranucci, que hizo una obra relacionada con la “Segunda República”, el escultor Fernando Calvo quien ha producido obras de gran formato en óleo y xilografías.

Otros pintores, a modo de grandes retratistas, que recogieron imágenes de los Jefes de Estado y Presidentes de la República, fueron Lorenzo Fortino, Aquiles Bigot Marie, Nicolás Jaury, José Claro Azcarreta, Juan Andrés Bonilla Mata, Gonzalo Morales Alvarado, Fabio Fournier, Dinorah Bolandi Fernández.

A mi manera de ver, es Manuel Carranza el que destaca con la pintura histórica, en sus obras de pequeño y gran formato, por su belleza artística, por el uso de los colores, por la claridad de su obras cuando se trata de estas escenas, del buen uso de los colores oscuros, por la fineza de la descripción de rasgos físicos de sus personajes, siempre basados y justificados en sus propias investigaciones.

Manuel es también un gran retratista, paisajista, costumbrista, lo que le contribuyó a desarrollar su especialidad en la pintura histórica.

Hace tres años nos dejó, ese día, 11 de octubre del 2021, estábamos en sesión de la Academia Morista, cuando unos minutos después de finalizada nos avisaron de tan sorpresiva y dolorosa noticia, sucedida en su casa. Para nosotros sigue presente, vivo en sus obras, en el trato que de él recibimos, en su bondad, buen ánimo, espíritu siempre positivo, en sus preocupaciones por la educación cívica, ciudadana, por los valores que se estaban perdiendo. Su preocupación, también, por mejorar la calidad educativa en estos temas históricos y en el conocimiento de la Historia Nacional. En su obra artística nos pasó de la memoria escrita a la memoria visual.

Manuel Carranza Vargas en la sociedad pictórica nacional sin lugar a dudas marcará un parteaguas, en el tratamiento de los eventos históricos. Veremos algunas de sus Obras, en el orden que ha sido recogidas en el Libro. Haré algunos comentarios de cada una.

1.- Un auto retrato de Manuel Carranza Vargas.

Podemos ver el buen uso de la luz y los rasgos muy distinguidos, finos y precisos de su rosto, que plasma en su obra.

2.- Juan Rafael Mora Porras, el Benemérito de la Patria, el Héroe y Libertador Nacional, gran conductor, estratega y táctico, de la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, en 1856 -1857, tres veces Presidente de la República, el Capitán General Juan Rafael Mora Porras.

En esta pintura, Juan Rafael Mora Porras, está con su traje de gala, en pose de pie, formal, expresando seriedad. Por su traje podemos concluir que es durante el período de la Campaña Nacional contra los filibusteros. Al fondo, en la pared, destaca el Escudo Nacional, que se acababa de aprobar, el 29 de setiembre de 1848, también, en el gobierno anterior al suyo, del Dr. José Castro Madriz.

El Presidente, descrito por Armando Vargas era de una “estatura de escaso metro con sesenta. Grueso de contextura, relleno el rostro y el cuello corto. Cabello negro peinado hacia atrás y espesa sotabarba. Piel aceituna, ligeramente morena. Frente despejada, de clara inteligencia. Cejas largas, mirada penetrante. Labio superior delgado, nariz romana. Camina firme, lleva bastón con empuñadura de marfil…”

El antiguo Reglamento de las Milicias de la República, decretado en diciembre de 1850, le permitió a Manuel la reconstrucción del uniforme: “pantalón encarnado con franja de oro, casaca azul turquí con cuello, solapas, botamangas y barras encarnadas, bordadas de oro, charreteras de canelón grueso con dos estrellas de plata en cada pala, sombrero apuntado con garzota blanca…en el bordado figurarán ramas de laurel y oliva entretejidas…el general en Jefe llevará además el bastón de mando…Los jefes y Oficiales del estado Mayor …usarán faja de los colores del pabellón nacional y espada corta…”

Todavía le debemos el Funeral de Estado, que no se le ha querido realizar.

3.- José Joaquín Mora Porras, el Gran General del Ejército Nacional y conductor del Estado Mayor militar centroamericano, especialmente en el período final de la lucha, en 1857, contra los filibusteros.

4.- El General José María Cañas Escamilla, uno de los más brillantes conductores de la guerra contra los filibusteros. José Ma. Cañas fue empresario, exportador e importador, agricultor, funcionario público ejemplar, Ministro de Hacienda y Guerra, General en Jefe del Ejército de Costa Rica en 1856-57. Nació en Suchitoto, pueblo de El Salvador.

Cuando se produjo el Golpe de Estado, el 14 de agosto de 1859, contra el Presidente, fue obligado a salir del país, acompañándolo a su forzado exilio en El Salvador. Al llegar a El Salvador, el General Cañas fue recibido con todos los honores militares y se le reconocieron sus cargos militares.

Un día como hoy, 2 de octubre de 1860, fue fusilado en el mismo sitio que habían asesinado a Juan Rafael Mora Porras y al General chileno Ignacio Arancibia, que lo fusilaron junto a Mora, el 30 de setiembre de 1860. Con las muertes de ellos, en opinión del historiador Rafael Obregón Loría, se escribió “la página más triste y sangrienta de la historia de Costa Rica”.

El fusilamiento del General Cañas, particularmente, fue determinante para que el Presidente, y General Tomás Guardia Gutiérrez, en 1882, aboliera la pena de muerte. El Presidente Guardia Gutiérrez había combatido contra los filibusteros bajo las órdenes del General Cañas a quien admiraba y quería mucho. Su asesinato lo impulsó a tomar esa medida.

El Consejo Militar, que actuó como Consejo de Guerra, y Consejo de Asesinos uniformados, que fusilaron al Presidente Juan Rafael Mora y al General Ignacio Arancibia, tres horas después de su entrega, estuvo integrado por el General Máximo Blanco, el General Florentino Alfaro, el Coronel Pedro García, Francisco Montealegre Fernández, que era el Primer Designado a la Presidencia de la República y el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias. Su fusilamiento, se comunicó al Presidente Montealegre, señalando que lo había asumido “con gran valor y dignidad”.

El fusilamiento de Juan Rafael Mora se había pactado con el compromiso de que solo a él se le fusilaría, eximiendo de ese acto a quienes le acompañaron en su intento de recuperar el poder, el Gobierno, del golpe de Estado que le habían dado el 14 de agosto de 1859.

El fusilamiento del General Cañas fue acordado por el Consejo de Gobierno, encabezado por el presidente José María Montealegre. No se le sometió a Consejo Militar porque se pensó que los militares no lo fusilarían, por el respeto y admiración que se le tenía.

5.- Una escena de un hospital de campaña, considerado un hospital de “sangre”, un centro médico provisional, a la par del escenario de la guerra, en 1856, instalado en el mesón de Indalecio Maliaño, ubicado cuadra y media al noroeste de la Plaza Principal de Rivas de Nicaragua, tras la derrota de Walker el 11 de abril de 1856.

Allí destaca en la pintura el Dr. Karl Hoffman, Cirujano Mayor del Ejército, así como una mujer, asistiendo con los colores patrios, que representa a la heroína nacional Pancha Carrasco, que se mantuvo en todos los escenarios de guerra, acompañando como vivandera al Estado mayor, asistiendo heridos cuando podía y tomando las armas cuando fue necesario. La sobresaliente figura de la mujer, no es solo para destacar a la Pancha Carrasco. Con los colores patrios en ella Manuel nos simboliza a todas las mujeres de Costa Rica que participaron en la guerra, desde la retaguardia, sustituyendo en sus trabajos agrícolas a los hombres que se vieron forzados a dejar el campo, porque había que seguir trabajando para mantener la economía de guerra que obligaba el conflicto, y porque había que producir alimentos para los soldados y combatientes. Hay que reconocer que la Administración de Presidente Mora en estas circunstancias, en materia hacendaria fue bastante buena para ese momento.

Los colores y la luz dentro del establecimiento hospitalario, de nuevo destacan en la obra. Por la ventana podemos apreciar un carretón esperando, probablemente, fallecidos para trasladarlos a sus sitios de enterramiento, o para traer heridos del combate. En carretón se recogían los fallecidos de la muerte del cólera en San José.

Esta obra Manuel la llamó la “La soldadera”, inspirándose en Pancha Carrasco, quien destacó por su valentía y espíritu de servicio, desempeñándose como enfermera, lo que destaca Manuel, al lado del D. Hoffmann en el improvisado hospital instalado en la casa del D. Indalecio Maliaño en Rivas, como, repito, homenaje a las heroicas mujeres que en Santa Rosa, Rivas y a lo largo del río San Juan se entregaron a la lucha por los ideales de nuestro heroico pueblo costarricense.

6.- Escena de la entrada triunfal de la tropa a San José. El Edificio es el Palacio Nacional, que había sido construido entre 1853 y 1855, por encargo del Presidente Mora, al arquitecto alemán Franz Kurtze, edificio originalmente ubicado en la plaza de la Villa Nueva de San José de la Boca del Monte, en lo que hoy es la intersección entre la Avenida Central y la Calle Segunda, el cual fue demolido en 1958, al finalizar el primer gobierno constitucional de José Figueres, para construir el actual edificio de Banco Central.

Se puede apreciar en la pintura la actual bandera de Costa Rica, también aprobada por José María Castro Madriz el 29 de setiembre de 1848. Los colores de la Bandera son los de la Bandera de los revolucionarios de 1789, de la Revolución Francesa, que se llevaron a la Bandera de Francia. En el ambiente centroamericano la Bandera dominante, en la hechura de las Banderas de cada uno de los países de Centroamérica, en aquellos primeros días y primeros pasos de la Independencia, fue la de los revolucionarios independentistas de la Revolución de Mayo de 1810 en Argentina, de allí los colores azul, blanco azul o celeste blanco celeste, que siguen usando.

En la pintura se puede apreciar la presencia de mujeres y niños en el recibimiento de la tropa, encabezada por el General José Joaquín Mora Porras, montado a caballo. Al fondo se pueden notar los cafetales que rodeaban la ciudad, cuya extensión se comprendía entre el Hospital San Juan de Dios y la actual calle 21; y entre la Iglesia de La Dolorosa y la Iglesia de El Carmen.

En la pintura también se puede distinguir “la construcción de arcos en las calles, las guirnaldas de flores lanzadas desde los balcones”, así como una guirnalda que un ciudadano trata de darle al General José Joaquín Mora Porras.

7.- Una escena del Estado Mayor Militar centroamericano de los Ejércitos Aliados, que se constituyó en la segunda mitad de 1856, que estuvo presidido en 1857 por el General José Joaquín Mora Porras. Al fondo destacan las banderas de los cuatro países centroamericanos, representados por el Estado Mayor, Costa Rica, Guatemala, Honduras y el Salvador, con un buen uso protocolario, la Bandera de Costa Rica al frente, de primera y la que más grande. En el Monumento Nacional, podemos apreciar, un uso similar con las mujeres que representan los países centroamericanos, encabezándolas Costa Rica, haciendo huir al filibusteros, seguida con escudos y armas las mujeres que representan a los otros países, excepto la de Nicaragua, que en el Monumento se representa con los ojos vendados, por la humillación de su Patria ocupada por los filibusteros.

Entre los jefes militares centroamericanos estaban Florencio Xatruch Villagra, hondureño y José Víctor Zavala, guatemalteco.

8.- Una escena de la Batalla de la Trinidad, donde destacó el Capitán Nicolás Aguilar y Murillo, de quien por una Información ad Perpetuam se le reconoce como Héroe de esta Batalla.

9.- Una escena de las caravanas que se hacían llevando café a Puntarenas, para su exportación a Europa. Al fondo de la pintura se ve el buque y las carretas en fila, con su sacos de café, unos en las carretas, otros ya en el suelo; se ven peones cargando sacos y mujeres con sus vestidos tradicionales, algunas de ellas con productos para la venta y con canastas. Allí están Juan Rafael Mora Porras, el General José María Cañas y Willliam Le Lacheur.

Esta pintura Manuel la recreó en la década de 1840, del siglo XIX. Su adelanto comercial coincidió con el auge de la exportación de café a través de Puntarenas.

Así nos describe Manuel esa época: “Mora y Cañas marcarían el derrotero del puerto (…) En abril de 1840 arribó al fondeadero de Puntarenas la goleta Izalco de Francisco Morazán, último presidente de la República Federal de Centroamérica. Lo acompañaban treinta seguidores suyos, de los cuales solamente tres se afincaron aquí. El capitán Cañas –joyero de oficio–fue el más importante y exitoso. Tenía 31 años de edad, cinco más que Mora. La Administración Carrillo pronto lo nombró comandante de Moín, cuya aduana del Norte fue trasladada luego a Cartago, adonde llegó a residir Cañas. Cortejó a Guadalupe Mora Porras, con quien contrajo matrimonio en diciembre de 1843 y entró a formar parte del clan Mora. El nexo familiar se fortaleció a los seis años cuando su hermano Manuel Cañas Escamilla casó con Eleodora Mora Porras.

Dos hermanos Cañas unidos con dos hermanas Mora. (…) El comercio exterior se multiplicó en los tiempos de Mora y Cañas, así como creció la importancia económica de Puntarenas. Hubo relaciones comerciales desde aquí con Chile, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Nueva Granada, el Perú y Prusia (ahora Alemania). En el puerto de Puntarenas tuvieron consulado Chile, Francia, Inglaterra y la Nueva Granada (hoy Colombia). Durante el cuatrienio inicial de la Administración”.

En la Administración Mora, el General Cañas también había sido destacado a Guanacaste, ya constituida Provincia desde 1848. Su estancia en Guanacaste se hizo evidente cuando en la concentración de tropas en Liberia, antes de la Batalla de Santa Rosa, el 20 de marzo de 1856, llaneros y sabaneros se hicieron presentes a caballo, sumándose de esa forma a la Guerra Nacional.

10.- Juan Rafael Mora, sin traje militar, posiblemente en su Despacho. Destaca en la pintura el bastón de mando con puño de marfil tallado.

11.- Fiesta o Baile conmemorativa, en el edificio del Palacio Nacional, después del triunfo de la Guerra contra los filibusteros, en 1857. Destaca en el centro la figura del Presidente Juan Rafael Mora. Al lado derecho de la pintura altas personalidades del gobierno y de costado el Obispo Anselmo Llorente y la Fuente, primer Obispo de Costa Rica, que se había sumado al llamamiento de Mora, a finales d 1855, a convocar a los costarricense para prepararse en ir a combatir a Nicaragua a los filibusteros. El baile o fiesta de esta pintura había sido ofrecida por el Presidente Mora. Manuel Carranza nos dice: “Entre otros interesantes hechos, Meagher narra un baile ofrecido por el Presidente Mora a Monsieur Félix Belly, enviado de Napoleón III para conversar asuntos referentes a un posible canal interoceánico a través del río San Juan.”

Artísticamente, Manuel le puso una lámpara y faroles aparentemente, eléctricos, para darle luz a la pintura, pero en esa época no se había desarrollado la electricidad en Costa Rica. El irlandés Thomas Meguer, cronista de esa época, quien estuvo allí, narra este baile.

Allí estuvo también Máximo Jérez, con capa española. Del centro a la derecha de la pintura se aprecia al coronel Barrillier, a don Félix Belly, al coronel Cauty, y el Dr. José María Castro (de perfil), entre otros personajes de la época.

12.- Esta pintura nos recuerda el asesinato, la “ejecución de Pabru Presbere” en 1710. La ficha de esta pintura hecha por Manuel dice: “Su cabeza fue cortada y expuesta en una pica para escarmiento de los indómitos pueblos indígenas que se refugiaban de los desarraigos forzosos en las montañas de Talamanca. Un año antes, los guerreros talamanqueños habían asaltado y ajusticiado a los Frailes Recoletos Pablo de Rebullida y Antonio de Andrade, junto a una decena de soldados y quemado 14 templos católicos. La Corona había recurrido a los frailes ante la imposibilidad de reducirlos militarmente.

Pabru Presbere, cuyo nombre significa «el rey de las lapas» lideró la resistencia de los indígenas y así lo reconoció la Asamblea Legislativa al declararle «Defensor de los Pueblos Originarios» en 1996. En la enorme ofensiva, Presbere fue capturado junto a sus Usékares y unos 700 indígenas. Cerca de 200 indígenas perecieron en el camino a Cartago.” En el juicio que se le siguió a Presbere, él asumió toda la responsabilidad del levantamiento, eximiendo de culpa y evitando el fusilamiento y muerte de los jefes indígenas que le acompañaron en su lucha.

Para los indígenas, probablemente, los frailes y religiosos que acompañaban a los soldados conquistadores y colonizadores eran lo mismo; representaban la misma dominación y violencia que se ejercía contra ellos. Por eso, también los enfrentaban, y mataban, cuando tuvieron que enfrentarlos.

13.- Nos presenta Manuel una escena de la vida cotidiana. Una batea para recoger agua, ambientada en 1751, con las mujeres encargadas de esa tarea, con una Iglesia de techo de paja, un sacerdote y una autoridad colonial, acompañada de tres milicianos. Las mujeres con trenzas en sus cabellos. Aquí presenta, “en 1751, el Alcalde D. Tomás López del Corral quien conversa con el Padre Juan Pomar y Burgos en las afueras de la Ermita de techo pajizo que se había erigido desde 1736 en La Villita en honor del Señor San José”, nos dice Manuel Carranza en su ficha de la pintura.

Destaca también Manuel, tras el Alcalde, a soldados de la Corona que debieron recorrer los campos conminando a sus habitantes a formar casa en La Villita de San José. La carreta a lo lejos transporta algún vecino que se afincará en la naciente población. El Padre Pomar y Burgos, quien también ejercía como médico, asumió el encargo de conducir el agua a La Villita a través de acequias. Completan la escena, españoles, criollos e indígenas, usando ya impuestas sus costumbres de vestido. Al fondo se ven Las Tres Marías. La escena pretende situarse en la manzana del actual Banco Central, viendo hacia el norte del Valle Central.

Según Manuel “La ciudad de San José nunca fue formalmente fundada. Su nacimiento estuvo determinado por un hecho puntual: la traída del agua a través de acequias hasta el sitio de La Villita en la Boca del Monte. La tarea fue emprendida por el Padre Juan Pomar y Burgos, en el año 1751, siendo entonces Alcalde Ordinario de Cartago D. Tomás López del Corral. La ermita de culto del señor San José, había sido construida 14 años antes. Se ubicaba al costado Este del Banco Central, en el sitio que ocupa hoy la Tienda Scaglietti. Soldados de la Corona fueron encargados de anunciar, a golpe de tambor, el bando oficial que compelía a los vecinos dispersos en valles cercanos a edificar casa «bajo la campana de la Ayuda de Parroquia».”

14.- Este es una pintura muy especial para Manuel, porque involucra a su tatarabuelo, Miguel de Jesús Carranza, quien había tenido el encargo de su otro familiar, Juan Mora Fernández, para importar la primer imprenta, en 1830. “Dos empleados de su casa, los señores Abarca, conocidos como Pantaleón grande y Pantaleón chiquito aprendieron el oficio de tipógrafos. Ese mismo año su hija Froilana contrajo matrimonio con Braulio Carrillo y su hijo Bruno, que también ocuparía la Presidencia de la República, era un niño de 8 años.” La imprenta de la pintura es la que está hoy en resguardo en el Museo Nacional.

15.- Una típica casa de Escazú, de la Familia Chaves. Una pintura nocturna, con los cerros de La Cruz y de Pico Blanco al fondo. Corredor externo de la casa, con buena iluminación de lámpara. Nótese que no hay iluminación pública y el camino es de piedra, con desagües de calle y de aceras, aspectos que se empezaron a introducir en la construcción a partir de la década de 1830 como parte de la higiene pública que se trataba de impulsar.

16.- Esta pintura es especial. Manuel la llamó “La limpiada del pargo”. “Limpiada” era el término que usaban los pescadores para justamente quitarle las entrañas a los peces pescados. En la pesca artesanal y profesional se sigue haciendo esto: quitarle las entrañas a los peces para comercializarlos y transportarlos de mejor manera. Nótese la luz del cuadro en el mar y en el horizonte, así como en la figura del pescador, en su piel y rostro, que destacan fuertemente. Botes o pangas, embarcaciones pequeñas, de remo para la pesca es lo que se aprecia. En esa época no había aquí motores de ninguna clase.

17.- Una pintura del gran líder de los afrodescendientes de todo el Caribe, Marcus Garvey, a quien Manuel consideraba “un hombre excepcional”, emigrante de Jamaica, quien trabajó un tiempo en Puerto Limón.

En la ficha de la pintura Manuel escribió: Garvey “fundó la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro. Su influencia se hizo sentir en todo el Caribe y los Estados Unidos. Con el sueño de que todos los que lo desearen pudieran volver a África, fundó la naviera BLACK STAR LINE. Su edificio en Limón, con su célebre «Liberty Hall» se edificó un año después de su última visita en 1920. En Estados Unidos fue encarcelado y perseguido por el Ku Klux Klan. Fue proclamado el primer héroe nacional de Jamaica.”

De nuevo, en la pintura destaca la luz sobre el fondo y el rostro para engrandecerlo, donde demuestra Manuel su gran capacidad creadora como retratista.

18.- “Un día cuando ya no esté, seré lo que he pintado”, nos dejó escrito como su legado Manuel Carranza Vargas. Sabias sus palabras.

Esperamos con lo anterior, y con el librito que entregamos, rendir, una vez más, un justo y merecido homenaje, un reconocimiento público a quien fuera nuestro Presidente de la Academia Morista Costarricense, pero sobre todo al gran amigo, compañero y a la buena persona que fue Manuel Carranza Vargas.

Semana de cine cubano en el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica

Se invita a la comunidad a participar de la semana de cine cubano en el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica del 17 al 19 de octubre.

La entrada es libre. Los cupos son limitados hasta que se llene la sala.

Esta es la cartelera:

  • 17 de octubre: Fresas y chocolate. Hora: 7pm
  • 18 de octubre: Oscuros amores. Hora: 7pm
  • 19 de octubre: AM-PM. Hora: 4pm
  • 19 de octubre: Cuentos de un día más. Hora: 7pm

En octubre será el preestreno de la película documental «Buscando el Swing: Un Viaje por los Territorios donde Nació la Cumbia»

La actividad será el 25 de octubre en la Biblioteca Nacional de Costa Rica.

La productora Profana Latinoamérica se enorgullece en anunciar el estreno del documental «Buscando el Swing: Un Viaje por los Territorios donde Nació la Cumbia», programado para el próximo 25 de octubre de 2024 en la Biblioteca Nacional de Costa Rica a las 4pm. La entrada es gratuita y el cupo es limitado. Esta película es un viaje por 10 pueblos del caribe de Colombia, lugar que dio nacimiento al género musical “cumbia”, el cual ha sido base para los bailarines de Swing Criollo Costarricense desde los años 60.

Sinopsis del Documental

«Buscando el Swing» lleva a los espectadores a un fascinante viaje a través del Caribe colombiano, donde se originó la cumbia, uno de los géneros más representativos de la música latina. A través de imágenes vibrantes y entrevistas con músicos y expertos locales, el documental revela la riqueza cultural y la historia detrás de esta tradición musical, que ha influido significativamente en las músicas del mundo.

El compositor Rialengo de Costa Rica viaja junto con el productor y arreglista Pedro Víquez, ambos acompañados de un equipo de producción, viajan durante un mes y medio por la costa colombiana, compilando entrevistas y músicas de la región.

Origen del Proyecto

Este documental es un derivado de la residencia artística que Ibermúsicas permitió realizar al artista costarricense Rialengo en la costa del Caribe colombiano en 2019. Dicha residencia fue declarada de interés cultural por el Gobierno de Costa Rica. La residencia proporcionó una plataforma invaluable para la investigación y el desarrollo del proyecto, que ahora se materializa en una película que explora los géneros musicales fundacionales de la cumbia, tales como el bullerengue, el porro, la música de pito atravesao, la música de gaitas, entre otros.

Dedicatoria Especial

«Buscando el Swing: un viaje por los territorios donde nació la Cumbia» está dedicado a los bailarines de la vieja guardia del Swing Criollo Costarricense, quienes han preservado y transmitido esta rica tradición musical a lo largo de los años. El documental rinde homenaje a su legado y a su influencia perdurable en la cultura costarricense.

Apoyo Institucional

El documental contó con el apoyo de la Dirección de Gestión Sociocultural del Ministerio de Cultura y Juventud, y su Fondo Concursable S.O.S. Sociocultural, entidades que han financiado la ejecución de este proyecto. Además, fue apoyado por Ibermúsicas en 2019.

Detalles del Estreno

  • Fecha: 25 de octubre de 2024
  • Hora: 4 p.m.
  • Lugar: Biblioteca Nacional de Costa Rica, San José

El preestreno contará con una proyección especial seguida de una sesión de preguntas y respuestas con el equipo de producción. Además, se llevará a cabo una exhibición de fotografías y material audiovisual adicional relacionado con el documental.

Sobre el Documental

El documental es una producción de Profana Latinoamérica y ha sido creado con el apoyo de diversos patrocinadores y colaboradores comprometidos con la preservación y difusión de la cultura regional. «Buscando el Swing: un viaje por los territorios donde nació la Cumbia» no solo es un homenaje a la cumbia, sino también una celebración de la herencia cultural que esta música representa para Colombia, Costa Rica y el mundo.

Invitación

Se invita a medios de comunicación, críticos de cine, músicos, académicos y al público en general a asistir al estreno y a ser parte de esta celebración cultural.

Exposición de Arte y Transformaciones sociales en España 1885-1910. Museo del Prado 2024

En la artesa de Pablo Gargallo.1898

Poema de Macarena Barahona Riera

Una pequeña mesa artesa
me llamó la atención la figura en bronce de un joven consumido amasando harina, agua, levadura,
lo del origen lo del inicio,
sin rostro
la que más habló
la que me dijo: aquí he estado por siglos amasando
para que tú vengas
me mires
pongas el rostro
ojos boca
una palabra nueva que no sea

más ni pan ni trabajo.

Que no sea más
por los siglos de los siglos
una palabra libre
una oración
que me abra la puerta
entre el aire y vea mis ojos claros
mi sonrisa de niño perdido

todos los miedos y aflicciones bajo la artesa guardados
puedan irse con las palabras.

No hay palabras para el joven de la mesa artesa aún no existen las palabras que puedan dar libertad que puedan dar dignidad que devuelvan justicia aún no hay palabras para las niñas esclavizadas ni las jóvenes atormentadas como objetos sexuales aún no hay palabras para el trabajo infantil no hay palabras para las mujeres dobladas en telares y telares de los siglos de los siglos.

Sólo verte
sentir el coraje la indignación
la soberbia de nuestro tiempo
el capital egoísmo de la época
la usura de los sexos

sin pan sin levadura sin harina sin agua sin nadie que amase la masa de la mesa artesa de maragata.

Trastocar el dolor por color

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

En el Parque de la Paz ubicado al sur de la capital costarricense se ubica al menos nominalmente el monumento a la destrucción de las armas, obra escultórica realizada por el artista Mario Parra en el año 2002.

Paradójicamente la pieza, consistente en incrustaciones de armas para ejemplificar el desarme, ha sido vandalizada casi hasta su desaparición.

Me resulta muy simbólica esta imagen en una sociedad cuya narrativa acerca de la paz y la ausencia de ejército ha sido permanente e histórica. Al menos hasta hace algunos años.

Dejamos 2023 como uno de los años más violentos de la historia reciente. Y nos enrumbamos sin freno a un final de año 2024 que se presume aumentará la cantidad de muertes violentas experimentadas el año anterior.

El uso de armas en Costa Rica representa una emergencia sin respuesta al corto plazo. En un reciente reportaje publicado en el periódico La Nación se enunciaban datos realmente alarmantes: los heridos por armas de fuego pasaron de 835 en 2019 a 1223 en 2023.

Las armas utilizadas son de grueso calibre: AR-15, M-16 y AK-47, denominaciones de guerra que hace tiempo fueron formalmente prohibidas en el país, lo que indica el funcionamiento de un peligroso mercado negro de intercambio y trasiego.

En este contexto, llamar a la paz proponiendo el desarme debiera ser política pública declarada. Por eso, resulta loable la acción desarrollada por la Fundación Transformación en tiempos violentos que viene propugnando por una sociedad libre de armas.

Juan Carlos Chavarría, su director, es el artífice de una acción artística realmente única en el mundo: cambiar el dolor de las armas utilizadas en hechos violentos, por el color en obras de arte realmente hermosas.

El 21 de setiembre anterior esta organización celebró el Día Mundial de la Paz con un concierto centroamericano que convocó artistas de varios países de la región.

El llamado fue contundente: una sociedad no puede desarrollarse con la violencia armada como eje transversal.

Es urgente entonces atender esta convocatoria realizada mediante el arte. Trastocar el dolor por color. Construir una paz permanente y duradera.