Fecha: 3 de octubre Hora: 10:00 a.m. Lugar: UCR, edificio de Educación Continua, Ciudad de la Investigación
El taller se enmarca dentro del proyecto «Lazos culturales: Costa Rica-Chile», organizado por la Unidad de Equidad y Género de la UCR, la Embajada de Chile en Costa Rica y el colectivo «Chileniticxs». En este taller, titulado «MemorArte: Arpilleras Urbanas de Chile», se aprenderá a crear arpilleras, una forma de expresión artística que no solo narra historias, sino que también sirve como herramienta de incidencia política. A través del bordado, se dará voz a experiencias y demandas, promoviendo los derechos humanos desde una perspectiva de género y feminista.
Organizan:
Unidad de Equidad y Género UCR
Embajada de Chile en Costa Rica
Colectivo Chileniticxs
En el marco del taller, también se llevará a cabo la conferencia «El arte de las arpilleras: Incidencia política y derechos humanos», que abordará la relevancia del arte de las arpilleras en la promoción de la justicia y la equidad social.
En Rey Curré de Buenos Aires, la familia Lázaro Ortiz poseen una enorme colección de máscaras que bien pueden crear su propio Museo de las Máscaras.
Son más de 40 máscaras las que forman parte de una hermosa colección que van desde figuras de rostro humano de acuerdo con la costumbre antigua hasta las más coloridas y extravagantes que denotan una enorme destreza artística.
Gran parte de estas máscaras, han sido jugadas en el tradicional Juego de los Diablitos desde hace muchos años, algunos pertenecieron a los primeros miembros de la familia cuando eran adolescentes, y los han colgado, para salvaguardar esos recuerdos que engrandecen la identidad de los descendientes borucas.
Máscara por máscara forman una secuencia a través de los tiempos, por eso algunos parecen tener diseños bastante sencillos, pero representan a los primeros tipos de máscaras que usaron los antepasados para jugar esa tradición.
Otras máscaras, de diseños más recientes, van de la mano con los tiempos actuales, donde se combina lo antiguo con diseños más faunísticos y florísticos, algunos con expresiones más abstractas que forman parte del imaginario artístico.
Felicidades a esta familia y gracias por salvaguardar parte importante de la diversidad artística y cultural de nuestro país.
Por Memo Acuña. Sociólogo y escritor costarricense
Sobre la obra teatral “La danza de la ira cosquillitas” protagonizada por Marian Li, Premio Nacional de actuación Ricardo Fernández Guardia en Teatro Espressivo.
La primera escena muestra a Odette desfigurada. Juro que vi en ella varias caras mientras su cuerpo colapsaba sin control en el centro del escenario. Es apenas el primero de cientos de microtemblores que suceden en escena, que juntos dibujan una gran falla tectónica representando el flagelo del abuso infantil en un país como Costa Rica.
Confieso que desde esa primera escena comprendí que hay momentos en la vida que te preparan para decir lo que debes decirle a una sociedad “violentamente pacífica” como esta. Gracias Marian Li, la actriz, por poner en el cuerpo y la subjetividad de Odette las cosas que deben decirse fuerte y claro, sin miedo.
Hoy vengo a decir con vos.
La puesta en escena, una vez más, de la trepidante y brutal obra teatral llamada originalmente “Cosquillitas” y que en esta nueva temporada se ha denominado “La Danza de la ira”, nos muestra la destrucción-reconstrucción de una mujer que siendo niña y por años experimenta abuso sexual por parte de un conocido de su familia.
Usando el arte, la danza como herramienta de sanación, Odette transita por varias facetas que la descomponen y la recomponen al mismo tiempo. Desde su zona rota, desde su voz quebrada pero fuerte, desde su constante lucha para perdonarse, la danza como recurso, el arte como medicina persisten.
“La danza de la ira”, un texto teatral escrito por Andrea Bescond (en francés Les Chatouilles ou la Danse de la Colere), invita a gestionar la ira de manera que esta no quede atrapada en el cuerpo y en las emociones.
Por eso el arte. Por eso el teatro. Por eso la danza. Por eso, entiendo la contundencia con la que Odette, Marian, presentan el dolor, el enojo, la frustración de chocar contra pared primero con quienes la violentaron y segundo contra un sistema institucional omiso y a menudo revictimizador.
La noche que fuimos a ver este espectáculo había cierta, tanta energía en el ambiente. Se sentía. La luz, un personaje más en la puesta en escena, detallaba los contornos de la actriz y sus 15 personajes a cuestas. Como si la violencia no terminara de fragmentarnos, volarnos en mil pedazos que luego terminamos por juntar del suelo para reconstruirnos.
Repararnos. Sanarnos.
Por eso esa primera escena que fragmenta a la mujer que se da cuenta de lo que un día siendo niña, le hicieron sin poder decir ni una sola palabra para defenderse.
Vengo a decir con vos, Marian. Gracias por darme la valentía para hacerlo.
En 2023 el 9-1-1 captó 3.494 reportes de diversos abusos de tipo sexual contra menores de edad. Esta cifra es escandalosa, de miedo, de terror. Es que un solo niño, una sola niña que esté siendo violentada de esa forma a esta hora, nos convierte en una sociedad “violentamente pacífica”. Nada de mitos fundacionales, sociedades igualitarias, pacifismo mentiroso.
En el Poder Judicial los casos que llegan son alarmantes:8.000 en promedio anual. Pero los procesos son lentos, agotadores, revictimizantes en todo caso.
Y si a esto agregamos que son más los hechos no denunciados por que el abusador solicita mantener el secreto, por temor, por complicidad familiar, por negligencia, por tantas cosas…estamos hablando de una sociedad rota, partida, desfigurada también en mil pedazos.
La noche que vi el espectáculo con el cual la actriz Marian Li ganó el Premio Nacional de actuación Ricardo Fernández Guardia en 2023, entendí que más que junto con la negligencia, el silencio es una laceración para la dignidad de las personas que sufren o han sufrido esta brutalidad en sus cuerpos y mentes.
Agradezco a Teatro Espressivo por abrir el arte a estos temas y hacerlos parte de nuestras necesarias reflexiones.
Debemos hablar. No callarnos más. Para no seguir rompiéndonos como personas, como colectivo. Y debemos acompañar los procesos de reparación con escucha, orientación, guía. El arte también es una salida. Siempre.
Con esa guía y esos instrumentos es que vengo a decir entonces, porque no debe haber más silencio:
Soy Memo Acuña, sociólogo, actor, escritor, comunicador, Premio nacional de literatura en la rama de ensayo 2019, Vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional en Costa Rica.
Yo tambiénsoy fragmentos y me reparo. Todos los días.
Escribo esta reseña desde mi condición de sobreviviente, para que ojalá alguien que lea estas palabras acuda, hable, salve. Se salve. Sobreviva.
Perdono al Memo niño que sufrió lo que hicieron con el y le digo que en el futuro todo estará bien. Que aquí estoy yo para abrazarlo.
Que para decir esto que digo sin miedo y fuerte, sobreviví.
Por Memo Acuña. Sociólogo y escritor costarricense
A escribirse esta columna el país se acerca a la alarmante cifra de 600 homicidios. En la noche previa 5 hombres fueron asesinados bajo lo que en apariencia serían ajustes de cuentas.
Al iniciar la semana un medio de comunicación local me consultaba acerca de hechos de violencia ocurridos en actividades de celebración en vías públicas. Es la ausencia de convivencia y sentido colectivo, indiqué en su momento.
Sin embargo, me parece que es más que la necesidad de tejido colectivo lo que le está ocurriendo a una sociedad como la costarricense. Es claro que los tiempos violentos transcurren en el mismo momento que la desigualdad y la exclusión social aparecen como ejes vectores de nuestra sociedad.
Y entonces empiezan las preguntas: ¿qué hacer? He dicho hasta la saciedad que para sacar al país del lastre violento al que lo sometió 40 años de agenda neoliberal, se requiere algo más que voluntad política.
Hemos tenido un violento despertar hacia otro país, hacia un vacío que nos puebla. Para sacudirnos de la oscuridad, se requieren acciones para recuperar nuestro carácter subjetivo e intersubjetivo.
He dicho hasta el cansancio que creo en el arte como vehículo transformador. A eso le apuesto. Sobre eso voy. Por eso mi camino actual. Por eso mi convencimiento que en el arte está la clave.
En los años noventa Medellín era una de las ciudades más violentas del planeta y apostó entre otras cosas por recuperar los espacios públicos para la gente y por la poesía con sentido comunitario.
Yo sueño con que nos demos la posibilidad de caminar espacios públicos con calidad, libres de violencia y poetizar la vida en todos los sentidos.
Por Memo Acuña. Sociólogo y escritor costarricense
Se necesitan agallas y valentía por partes iguales para hablar sobre ciertos temas. Se necesita humanidad y destreza para hacerlo frente a un público poco acostumbrado a la participación, al convivio social, al “junte teatral”
La noche del 23 de agosto anterior mi querida gestora cultural, periodista y bailaora de flamenco, Natalia Rodríguez, nos hizo un regalo inmenso: invitarnos al estreno de la puesta en escena de “Las cosas maravillosas” dirigida y protagonizada por el actor costarricense Melvin Jiménez.
Durante hora y media, a través de una actuación envolvente y sincera, Jiménez logra taladrar esa cuarta pared hipotéticamente existente entre el público y el actor, para colocar en el escenario uno de los temas más complejos que nos atraviesa en la vida moderna.
El ambiente de ese viernes en la Sala del Teatro Espressivo era un tanto distinto a las convencionalidades y rituales de una función teatral.
La puesta en escena inicia sin los acostumbrados tres timbres que anuncian el comienzo.
Por el contrario, encuentran a un Melvin distendido, jovial, distribuyendo entre el público que ingresa, papelitos con frases de situaciones cotidianas. Las indicaciones son precisas: al escuchar el número correspondiente, la persona debe leer la frase anotada.
Eso, que pareciera parte de una utilería más de una pieza teatral, se convierte en personaje medular del entramado.
Para hablar de la salud mental, de la depresión en las personas y sus consecuencias, muchas de las veces terminadas en suicidio, se requiere algo más que conocimiento. Se necesita sensibilidad y percepción de las emociones de un público que ríe, llora, aplaude, canta, piensa, acciona. Se necesita, valga la metáfora, apalabrar en colectivo lo que nos pasa por el cuerpo y la mente.
Originalmente escrita por el inglés Duncan Macmillan, la propuesta de dirección y actuación ensaya un recorrido por la nostalgia a través de música rock costarricense de los años ochenta. Conectar con la memoria es evocar los sonidos que pueden salvarnos. Conectar con eso, es simplemente maravilloso.
Confieso que desde la primera escena un shock eléctrico se instaló en mi cuerpo. Y entonces las emociones iban y venían, desde la alegría a la reflexión profunda.
En mi vida he tenido momentos así. Pero juro que haber visto en los últimos años puestas de sol absolutamente incomprensibles para el ojo humano, me ha devuelto a mi ADN original y forman parte de mi registro de cosas increíbles.
Absolutamente todos deberíamos hacer una lista con estos momentos. Empezar con lo más llano del día a día y terminar con puestas de sol que te devuelvan tu sentido en la vida.
Una vez más compruebo y confirmo que el arte es un vehículo transformador y que nunca, como en este caso, debo dejar de decir que el arte salva. El arte sana. Yo soy artista. Por lo tanto, soy sanador.
Eran jornadas enormes. En el entonces edificio de la facultad de Ciencias Sociales de la UCR se montó una tarima por donde pasaron y pasaron artistas incentivando la movilización estudiantil. Allí conocí, una tarde de música y poesía, a la Virginia Grutter de entonces. Allí escuché a Cantoamérica, María Pretiz, Esteban Monge.
En esa tarima mi compañero del Taller de Poesia Activa Eunice Odio leyó ese hermoso texto de Bertold Brecht que aún hoy me mueve el piso y la cabeza:
Preguntas de un obrero que lee
Quién construyó Tebas, la de las siete puertas? En los libros se mencionan los nombres de los reyes. ¿Acaso los reyes acarrearon las piedras? Y Babilonia, tantas veces destruida, ¿Quién la construyó otras tantas? ¿En que casas de Lima, la resplandeciente de oro, vivían los albañiles? ¿A dónde fueron sus constructores la noche que terminaron la Muralla China? Roma la magna está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los construyó? ¿A quiénes vencieron los Césares? Bizancio, tan loada, ¿Acaso sólo tenía palacios para sus habitantes? Hasta en la legendaria Atlántida, la noche que fue devorada por el mar, los que se ahogaban clamaban llamando a sus esclavos. El joven Alejandro conquistó la India. ¿Él solo? César venció a los galos; ¿no lo acompañaba siquiera un cocinero? Felipe de España lloró cuando se hundió su flota, ¿Nadie más lloraría? Federico Segundo venció en la Guerra de los Siete Años, ¿Quién más venció? Cada página una victoria ¿Quién guisó el banquete del triunfo? Cada década un gran personaje. ¿Quién pagaba los gastos? A tantas historias, tantas preguntas.
Desde un alto parlante ubicado en el cuarto piso de ese viejo edificio, se emitía una constante transmisión de mensajes y consignas: era la radio 24 de abril transmitiendo para el mundo de entonces.
Era setiembre, octubre de 1991 y las universidades públicas entendimos la dimensión de lo que se estaba jugando: el futuro de la educación pública del país. Hoy el desafío es mayúsculo.
Entonces tomamos San José varias veces. Lo hicimos con la fuerza de un movimiento vigoroso, repleto de alegría, arte y expresión. En las aulas había reflexión constante. Hubo que ir a sacar grupos secuestrados por docentes dogmáticos en lo económico y político. No pudieron con nosotros.
Una tarde de esas, esto ya lo he contado en otros momentos, nos convocaron a un grupo de estudiantes a una reunión con el entonces Director de la Escuela de Artes Dramáticas, Stoyan Vladich.
Al llegar nos encontramos una persona intransigente, defendiendo los recortes a la Educación Superior Pública, provocándonos hasta el enojo. Cuando vio nuestra ira estudiantil, soltó una gran carcajada y nos motivó a que saliéramos con esa actitud a defender con todo nuestro derecho. Siempre recordaré esa reunión y esa forma de Stoyan de sacarnos de adentro cosas nuevas, renovadas, comprometidas.
Eran jornadas de mucho color. Me devuelvo a buscar al estudiante de sociología de ese momento y lo encuentro en este 28 de agosto. Más maduro cada vez y menos roto. Más artista. Más incompleto. Más humano. Más imperfecto. Pero siempre convencido de que la Educación Superior Pública es uno de los últimos reductos de dignidad que nos quedan para defender al Estado tal y como lo conocimos.
Marcharé como representante de mi querida Universidad Nacional. La historia, el tiempo, quiso colocarme aquí desde donde tengo la posibilidad de incidir.
Marcharé con Brecht y junto a la querida Grutter que alguna vez dijo:
TÚ LLEGARÁS OLIENDO A MADRUGADA
Tú llegarás oliendo a madrugada a musgo y a camino. Traerás aún hojas desconocidas Enredadas al pelo y no estarás cansado Pero yo besaré tus ojos de águila Hasta secar la última lágrima La última gota de sangre y con ramos de veranera y de bellísima Limpiaré la pólvora Que aún quede entre tus dedos.
Marcharé con la poesía en mi corazón. Porque ese es el único acto político que conozco. Marcharé porque no hay otro camino. Marcharé con la alegría de ese muchacho estudiante de 1991 que enseñó a creer en lo que creo.
Para agilizar el proceso de investigación, se elaboró un instrumento que ayuda a que la toma de fotografías sea lo más fiel a la realidad posible, para luego analizar la información que se requiere.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.
La conservación del patrimonio artístico está en buenas manos
Mantener y cuidar el patrimonio cultural y artístico que posee el país es una labor permanente que requiere del trabajo, el esfuerzo y la voluntad de múltiples actores.
Desde hace seis años, el Teatro Nacional, en un convenio con la Universidad de Costa Rica (UCR), examina el estado de varias de las obras que resguarda. Por eso, un grupo multidisciplinario de investigadores de áreas como artes plásticas, química, física, microbiología, geología e ingeniería ha estudiado minuciosamente distintas creaciones pictóricas.
El proyecto “Abordaje multidisciplinario para el establecimiento del estado de conservación de las obras pictóricas de gran formato del Teatro Nacional de Costa Rica”, inscrito en el Instituto de Investigaciones en Arte (IIArte) de la UCR, continúa trabajando con el objetivo de evaluar las condiciones de estas pinturas y los procesos de deterioro en entornos climáticos tropicales. El fin es construir estrategias adaptadas de conservación preventiva y futuras intervenciones sobre el patrimonio cultural.
Luego de haber analizado en profundidad un telón de boca, de Antonio Rovescalli, así como tres pinturas de Vespasiano Bignami —ubicadas en el foyer del edificio— y el díptico de gran formato Musas I y Musas II, del artista italiano Carlo Ferrario, la investigación se centró recientemente en una obra mural en óleo sobre estuco de Paolo Serra, que data de 1897 y se ubica en la pared oeste del aposento que es utilizado como oficina de la Dirección.
Entre los principales aspectos que se estudian en este proyecto destacan los tipos de microorganismos que hay en la obra y el deterioro que pueden causar, las afectaciones causadas por las condiciones ambientales, las intervenciones que haya tenido la pintura, los materiales que se utilizaron y el proceso creativo que se realizó originalmente, entre otros.
Para recabar parte de los datos, elaborar mapas de deterioros y zonas de interés, se emplea la fotografía multiespectral, que consiste en tomar fotos de alta resolución, con distintos filtros que capturan desde el espectro de luz visible hasta el infrarrojo y ultravioleta.
Con esta técnica es posible conocer y determinar qué es parte de la pintura original, los cambios hechos en intervenciones posteriores, los materiales y los pigmentos que se usaron, por ejemplo.
Como parte del trabajo que se ha realizado, se estudió el díptico de gran formato Musas I y Musas II, del artista italiano Carlo Ferrario. Gracias a parte de los datos que se recolectaron, hoy esta obra se encuentra en proceso de restauración.
Foto: Anel Kenjekeeva, UCR.
El mural se va fotografiando por segmentos, hasta tener una copia en alta definición, que se ingresa a un software especializado y así se establecen las zonas donde se visualizan daños y se decide dónde se hará el muestreo. Luego, estas muestras se analizan y se caracterizan mediante diversas técnicas modernas, como microscopía óptica de fluorescencia, espectroscopía Raman y rayos X de energía dispersiva, entre otras.
La Dra. Daniela Jaikel Víquez, investigadora principal del proyecto, señaló que, con esta obra de Serra, tuvieron una serie de retos que resolvieron con creatividad.
Al ser un mural y no un lienzo en el techo —como la mayoría de las obras examinadas con anterioridad—, la toma de fotografías se tornó más lenta, pues había que adaptar el equipo a distintas alturas. Esto último provocó que algunas de las imágenes salieran borrosas, a distancias diferentes o con tonalidades de luz variadas.
Fue gracias al ingenio de Álvaro Bermúdez, estudiante de la carrera de Ingeniería Agrícola y de Biosistemas, que se resolvieron esos inconvenientes. Él construyó un aparato para la toma de fotografías, hizo un boceto en el que incluyó todas las necesidades y con la ayuda de su papá logró armar un dispositivo que contiene un soporte para la cámara, el celular o la tableta, así como para las luces. Como debe ser de fácil movilidad, tiene rodines y un riel para moverlo hacia abajo o hacia arriba.
Muchas disciplinas, un objetivo en común
Desde el área de la ingeniería mecánica, se está analizando el flujo de aire y de calor en la dirección donde se encuentra el mural de Paolo Serra.
La investigadora Dra. Leonora de Lemos Medina, explicó que se estudia si existe correlación entre la cantidad de materia y microorganismos que se encuentran en la obra y los flujos de aire y calor que presenta el recinto, para determinar la mejor manera de tener un ambiente que resguarde la integridad del mural.
La obra de Paolo Serra
Según detalló Yojina Mora Quirós, artista plástica e investigadora del proyecto, la pintura en estudio se inspiró en Francia e Italia y fue concebida a finales del siglo XIX, en el marco de la construcción del Teatro Nacional.
El italiano Paolo Serra fue contratado para realizar varias de las obras que decoran el Teatro, entre ellas la pared oeste de la antigua Administración, que ahora es la actual Dirección. Esta consta de un panel central con una figura femenina basada en los murales pompeyanos, así como de decoraciones laterales que están acompañadas por dos columnas cuidadosamente ornamentadas. El panel central está dividido de las columnas laterales por medio de ventanas.
Por su parte, el microbiólogo Dr. Mauricio Redondo Solano señaló que su labor en el proyecto consiste en examinar el papel que juega la microbiología en la conservación de la pintura.
En su caso específico, su estudio se centra en realizar muestreos en la obra para aislar las bacterias, identificarlas y determinar las cantidades, con el fin de descubrir la relación entre la presencia de microorganismos y el deterioro del mural.
Además, con las bacterias que se encontraron, se analizó su sobrevivencia en la pintura, cuánto tiempo pueden durar ahí, si tienen algún efecto negativo o positivo sobre la obra y si hay algún tipo de vínculo entre las bacterias y los hongos hallados.
De esta manera, es posible probar algunas eventuales estrategias de intervención para conservar, desde el punto de vista microbiológico, este tipo de productos culturales.
El quehacer de la artista plástica Lic. Yojina Mora Quirós ha sido determinar los daños a simple vista. Además, realizó muestras de la pintura, utilizando réplicas de los pigmentos y los materiales del mural, y es allí donde se realizan experimentos con bacterias y hongos. Este proceso lo desarrolló igual o lo más cercano posible a como se creó la obra.
Ella explicó que su labor se centra en entender cómo se ejecutó el trabajo y detectar daños, colores desaparecidos, craquelados, descamaciones y manchas que están presentes y afectan la lectura original del mural.
Gracias a la gran e importante tarea que ejecuta este proyecto, la investigación se ha ampliado a obras que se encuentran en otras instituciones, como los Museos del Banco Central y el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, entre otros.
Andrea Marín Castro Periodista Oficina de Comunicación Institucional, UCR
“Oscilaréis de nuevo abriendo el alma”, les dice Neruda a las puertas viejas, de desecho, rescatadas del olvido para servir a su casa nueva de La Sebastiana de Valparaíso, un viejo inmueble que él rehízo con retazos encontrados aquí y allá, todos muy cerca de los basureros.
“Saldréis de ese estado cercano a muerte para recrear los sitios donde se generó la vida”, parece decir Loida Pretiz en su nueva exposición que lleva, por cierto, el más simple y el más complejo de todos los nombres: se llama “Casa”.
Hacía tiempo que no me conmovía tanto una exposición plástica como lo ha hecho esta. En ella Loida recoge pedacitos de madera vieja, partes de puertas y marcos de ventana, detritus y olvido, y con ellos reordena el recuerdo, el lugarcito donde tomábamos el café de media tarde, el cacho del piano donde papá nos tocaba todas las noches, al lado de comedor, la cama que compartíamos con los niños, la ventana por la que se asoma una mata cercana o una montaña que nos saluda desde la lejanía, la sala, a veces completa, a veces apenas insinuada, el dormitorio.
Es una recopilación de los recuerdos, que dejan de ser cosa del pasado y que gracias al arte, a ese talento y esa dulzura propios de Loida, se nos vienen encima en el presente y nos envuelven en el abrazo cálido del hogar.
Vuelvo a Neruda, pero a otro poema también dedicado a la madera: “Debajo/ de la pintura sórdida /adivino tus poros, /ahogada me llamas/ y te escucho,/ siento/ sacudirse/ los árboles/ que asombraron mi infancia…” No hay olor en los cuadros de Loida. Ese aroma del bosque se disipó posiblemente hace mucho tiempo. Pero no hace falta. Hay un olor a café fresco, a sábana limpia, a ternura, a hogar; un olor que supera el paso del tiempo y que nos vuelve a traer la suavidad y la fortaleza de la madera y, a través de ella, el humus y el bosque todo.
Los invito a disfrutarla. Creo que es un hito de la creación artística reciente.
Por Memo Acuña. Sociólogo y escritor costarricense.
Fui invitado por el gobierno de Honduras a la celebración de la Feria Internacional del Libro, realizada en Tegucigalpa entre el 8 y 11 de agosto.
Entre otras actividades desarrolladas como escritor, compartí una ponencia en la que expongo la poética contemporánea sobre las movilidades humanas en la región centroamericana.
A partir de mi cercanía en la literatura y en la vida con Balam Rodrigo y Chary Gumeta (ambos poetas de Chiapas, México) y Dennis Ávila, hondureño radicado en Costa Rica, trabajo con el sentido que circula en su poesía para reflejar tres dimensiones: patria, cuerpo y memoria.
En su poesía se reconoce la huella de un contexto regional complejo, marcado por la exclusión y la violencia en todas sus variantes y como se expresa en las subjetividades que se ven forzadas a partir. Como una muestra de esta narrativa, comparto el siguiente texto, escrito por Dennis Ávila:
IMPUESTO DE SALIDA
Las muchachas se preparan para cruzar la frontera.
Llevan un hilo de miedo entre sus piernas.
Seis de cada diez serán violadas.
Las pastillas anticonceptivas se agotan en la farmacia del pueblo
Como lo he dicho en otras columnas, estoy convencido que el arte y en este caso la poesía cumple un rol social fundamental: ser vehículos de expresión, pero ante todo de sensibilización para entender mejor estos temas que nos atraviesan como región.
El sentido poético seguirá dándonos lo que necesitamos para acercarnos desde otras fibras más humanas a comprender lo que nos ocurre. Acudamos a su encuentro.
Por Memo Acuña. Sociólogo y escritor costarricense
El jueves 16 de julio de 2020 emitimos por primera vez nuestro espacio Zona de Recarga. Lo hicimos en medio de la incertidumbre no solo por la forma comunicativa que escogimos en ese momento (la plataforma de Facebook live directamente) que no conocíamos en su totalidad, sino porque eran los primeros meses de la crisis pandémica que nos circundaba entonces.
Pensado como un espacio dedicado al arte y la cultura en Latinoamérica y El Caribe, se originó justamente en el marco de una serie de lecturas de poesía virtuales que organizamos en los meses previos, donde juntamos poetas nacidos en otros países y residentes en nuestro país.
Lo hicimos motivados por el clima antiinmigrante que existía entonces, donde las narrativas sobre la relación entre enfermedad y migración generaba una crispación discursiva en redes sociales y en espacios sociales de convivencia. Decíamos entonces, en uno de esos espacios, que para nosotros era una recarga de esperanza encontrar esas voces para decir lo que las personas migrantes no apalabraban.
Desde entonces, el concepto empezó a tomar forma. Pensamos en un lugar seguro, un espacio inclusivo de coloquio, arte y reflexión. Tomamos la decisión de que fuera un espacio regional latinoamericano y caribeño. Construimos el concepto, que entonces y ahora reza de la siguiente manera:
“El espacio es de una hora de duración dedicado a promover intercambios con artistas de diversos sectores sociales y diferentes países de la región latinoamericana y El Caribe, en el que la persona invitada se extiende en contenidos biográficos, contextuales, testimoniales desde su vivencia individual y colectiva. Zona de Recarga es concebido como un momento para recargar y seguir adelante, imaginado desde la noción de contenidos constructivos, sensibles a los derechos humanos, a las diversidades y por ello acompaña narrativas y estéticas de voces múltiples”.
Con este concepto claro, hicimos nuestras primeras tareas de producción: generación del afiche promocional, listado de personas invitadas (que entonces lo conformaban cerca de 50 hombres y 50 mujeres) y un calendario preliminar con cerca de dos meses de programación confirmada.
Ese 16 de julio, recibimos con mucha alegría al poeta uruguayo Gustavo Maca. En un horario que nunca volvimos a repetir en nuestros programas habituales (3 pm), esa tarde iniciamos una experiencia de comunicación cultural que nos llevaría a aprender tanto sobre contenidos, conversación en redes y, sobre todo, tomar a la persona invitada y su biografía como los principales protagonistas de nuestro espacio.
Este 1 de agosto cumplimos 200 programas habituales. Es decir, cuatro años completos, 20 países invitados y una paridad en cuanto a hombres y mujeres en el espacio. Escritores, escritoras, personas relacionadas con la música, las artes plásticas, el teatro, la fotografía han pasado jueves tras jueves a contarnos cómo iniciaron en el arte y como el arte les ha transformado la vida. De igual manera, se han emitido 25 programas especiales, en horario de fin de semana, en el que han participado artistas de las diversas disciplinas.
Cumplimos estos 200 programas celebrando, como hemos dicho, la alegría de coincidir. Somos firmes convencidos en el rol social y subjetivo del arte como recurso para la transformación y la generación de mejores sensibilidades en un mundo que las requiere con urgencia.
Nos aprestamos a iniciar la quinta temporada con emoción e ilusión, como la que tuvimos esa tarde de julio de 2020 cuando Gustavo Maca apareció en nuestra pantalla. Seguimos pulsionando, percutiendo, transformando. Esa es nuestra motivación y misión política y social.
Nos pueden acompañar en nuestras redes sociales con el nombre de Zona de Recarga (Youtube y Facebook) y nuestras redes personales. Les espero para seguir construyendo la alegría de coincidir.
Actividad de celebración de los 200 programas de Zona de Recarga en el Centro Cultural de España, en San José, el 31 de julio; con Arabella Salaverry, Luis Diego Solórzano, Pablo Narval y Alejandra Solórzano.