Barrio que resiste es barrio
Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
Es recurrente la imagen de la fila de casitas de madera que se levantan en la entrada histórica de la provincia de Heredia.
Hay quienes desean un proyecto de intervención para “pintarlas de colores”, otros se preguntan por las condiciones que produjeron su construcción, algunos hacen referencia a un viejo y nuevo proyecto para derribarlas y construir una mega entrada a la provincia, con el único inconveniente de que esa megaentrada imaginada al mejor estilo de las carreteras privadas (8 carriles, peajes, quick pass) desembocaría en un embudo monumental que no resolvería los problemas de tráfico en esa zona.
Esa zona, por cierto, es denominada como en referencia al Río del mismo nombre que la cruza. Durante mucho tiempo fue un caudaloso afluente que hoy no es más que un canal de transmisión de desechos y basura de muy diverso origen.
Este barrio, debo decir mi barrio, ha sobrevivido con heroicidad el paso del tiempo. Probablemente su fisonomía actual, incluidas las casas de madera a las que hice referencia al inicio del artículo, datan de unos 60 años aproximadamente, sino más.
Mucha gente que conocí en mi infancia se ha ido ya. Pero sus recuerdos quedan. Muchos de ellos vivieron en esas casas de madera.
Y me pregunto si las personas que quisieran “gentrificarlas” con colores posmodernos se habrán cuestionado por quienes viven allí ahora, sus condiciones, su biografía, su historia.
Barrio que resiste es barrio. Probablemente en unas décadas no estemos por acá físicamente, pero nuestra energía recorrerá estos sitios como lo hicimos de niños.
Se dice que este lugar guarda un significado originario fundamental, como asentamiento de los primeros pobladores de la provincia. Es posible entonces que su resistencia ancestral sea la que haya protegido de los proyectos destructivos este espacio social que se erige como tótem del tiempo.
Prefiero pensar que así es.