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Etiqueta: autoritarismo

¿Hacia dónde nos quiere llevar el presidente?

Vladimir de la Cruz

El presidente Rodrigo Chaves no descansa en su afán de golpear a los diputados y a la Asamblea Legislativa como uno de los poderes independientes de la República.

Evidencia su interés desesperado de controlar la Presidencia de la Asamblea Legislativa, imponiendo un presidente, o luchando, como lo está hizo, para que los diputados libremente no designaran, el pasado primero de mayo, a Rodrigo Arias Sánchez, quien era el principal candidato para presidir el Poder Legislativo en su cuarta legislatura, 2025-2026.

Rodrigo Arias Sánchez es un diputado como lo son los restantes 56 diputados que integran ese Poder. Rodrigo Arias había presidido la Asamblea Legislativa de manera consecutiva desde el 2022 hasta el 30 de abril pasado, en las tres legislaturas correspondientes a su trabajo. Las valoraciones políticas e institucionales internas que permitieron nombrarlo, en las tres Legislaturas anteriores, por parte de los diputados, seguían siendo válidas.

Lo que había cambiado radicalmente era la relación del Poder Ejecutivo, representado por su presidente Rodrigo Chaves, con los diputados y especialmente con el presidente legislativo, para quien no ha escatimado insultos, ofensas, groserías, agresiones verbales de todo tipo que pueda usar en su contra, tanto en lo personal, como en lo político.

También, el presidente Chaves se ha lanzado, de igual manera, contra el presidente de la Corte Suprema de Justicia, y más levemente contra la presidenta del Tribunal Supremo de Elecciones. Del mismo modo, ataca constantemente al fiscal general de la República y a la Contralora General de la República.

Nunca, en la historia institucional y política, en las relaciones públicas y privadas, de los presidentes de los Supremos Poderes de la República, había sucedido algo parecido.

El ataque del presidente penetró a las fracciones parlamentarias. Antes de la sesión del 1 de mayo. En algunas de ellas el presidente había “chineado” a diputados que se lograron alinear con él, provocando en esos partidos divisiones respecto a votar favorablemente por Rodrigo Arias y a impulsar, otras candidaturas, estimulando, como lo intentó, las corrientes feministas parlamentarias, para lo cual había halagado posibles candidatas y a algunos candidatos que se veían, y así les hacía creer, como en el espejo de la Cenicienta, como las más perfectas y bellas personas candidatas para presidir el alto solio del Poder Legislativo.

El resultado de sus esfuerzos conspirativos contra Rodrigo Arias no le dio resultado, pero no ha dejado de atacarlo soezmente, como está acostumbrado a referirse a las personas que quiere “golpear” en su imagen pública o institucional.

Evidente es que las figuras presidenciales de los Supremos Poderes de la República siguen siendo el blanco de su atención. El de la Corte Suprema de Justicia y los altos funcionarios del Ministerio Público, los de la Fiscalía General de la República y del Organismo de Investigación Judicial también son parte de sus ataques, difamaciones, ofensas y desconfianzas públicas, que alrededor de ellos quiere sembrar diariamente, porque son las instancias que tendrán que ver, lo quiera o no, en tramitar y llegar a conocer las acusaciones que se le han hecho para que se le investigue en gran cantidad de causas que están en trámite judicial en su contra. Probablemente, su juego consiste en cuestionarlos de tal manera, que después, o en algún momento, pueda impugnarlos en esos trámites judiciales aduciendo que son personas que podrían tener prejuicios contra él por los ataques que él les hace.

También, parte de su objetivo es sembrar en la ciudadanía falsas ideas e imágenes respecto a las instancias judiciales en cuanto a los procesos judiciales, que son parte de sus ataques contra estas instituciones, y sus principales funcionarios, a quienes hace responsables de los ataques acusatorios que les cuestiona sobre sus trabajos personales y profesionales como institucionales.

Respecto al Organismo de Investigación Judicial lo ha terminado presentando en sus últimos ataques como un grupo militar incapaz de enfrentarse a los 17.000 funcionarios de la Fuerza Pública, a los cuerpos policiales, que trata de presentarlos como su policía “privada”. Al Respecto ha señalado claramente que toda la fuerza policial del Organismo de Investigación Judicial no podría enfrentar a la Fuerza Pública, que él maneja porque la relación es de un policía del OIJ a cinco efectivos de la Fuerza Pública. Claramente está analizando llevar el país a esa posibilidad de enfrentamiento. Pero, no contento con esta imagen y percepción, ha convocado a la llamada Reserva Nacional, con más de 3000 personas, según se ha dicho, para que le respondan más como un grupo paramilitar, “más privado” y “personal” que la Fuerza Pública, de la cual no tiene plena confianza. Su grupo de asalto al estilo de las policías nazis, ya lo constituyó con la Unidad Especial de Intervención, que es más selecto, que solo a él, al presidente, le reporta, por medio del viceministro de seguridad, y no tanto por el ministro.

El negocio del tráfico de armas en el país, con la tolerancia de la Seguridad Pública con que se hace, es parte de este juego macabro que se impulsa, en las instancias gubernativas para tratar de crear un clima de inseguridad nacional, que le permita al presidente tratar de invocar un estado de emergencia nacional, que le permita a la vez suspender algunas garantías individuales, si no pudiera establecer un estado de excepción plenamente convocado como los hace Bukele en El Salvador.

El peligro del supuesto golpe de estado, que ha dicho, casi responsabilizando de él al Tribunal Supremo de Elecciones, se le ha diluido por la aceptación en el trámite de inscripción que han tenido tres de sus partidos jaguares, con los que intenta asaltar electoralmente el control de la Asamblea Legislativa, constantemente invocando, llamando y clamando para que los electores le den, a esos partidos, por lo menos 38 o más diputados. Solo así podría igualar el autoritarismo institucional bukeliano mandando en el país, desde la Asamblea Legislativa y no desde el Poder Ejecutivo, para impulsar las transformaciones institucionales que permitan gobernar sin controles públicos. ¿Soñará esquizofrénicamente el presidente de gobernar el país desde la Asamblea Legislativa, como alguna vez lo dijo, que estaría en la oficina del presidente legislativo?

En este ambiente, al margen de la Fuerza Pública, se está convocando, organizando, y facilitando las instalaciones policial-militares del Murciélago, como se dice en corrillos, para prácticas militares de grupos privados de la Reserva Nacional que el gobierno que está impulsando a su alrededor. ¿Los oficiales de la Fuerza Pública, que fueron a entrenarse a Taiwán, en cursos militares de rápida instrucción, tienen que ver con esto? ¿Cuál es el vínculo militar del ministro de Seguridad con las fuerzas militares de Taiwán? ¿Hay asesores militares taiwaneses en la Fuerza Pública? Igualmente, se debe saber si hay militares oficiales extranjeros en la preparación de la Fuerza Pública nacional.

Sobre los oficiales que fueron a entrenarse militarmente a un país con el que no tenemos relaciones diplomáticas, y no reconocemos en ese campo, debe rendirse cuentas a la Asamblea Legislativa, por lo menos, para saber la naturaleza de los cursos que llevaron y su importancia para la seguridad nacional.

Las prácticas que cada día se evidencian de maltrato policial hacia detenidos, también debe ser objeto de investigación legislativa, de saber quién entrena y bajo qué conceptos a la Fuerza Pública, sobre todo si se envía oficiales a academias militares en el extranjero que enseñan a torturar, golpear detenidos y ciudadanos en general, como vemos actuar a las policías estadounidenses, estos días en las manifestaciones que se han dado en Estados Unidos.

Hace pocos días se informó de la muerte de un detenido por agresiones físicas que había recibido de sus custodios penitenciarios.

¿Se está preparando a la Guardia Civil en este tipo de prácticas violatorias de derechos humanos, y de la integridad física de los detenidos?

Peor aún, con la divulgación y conocimiento por la prensa de estas prácticas, a la que se suman los retenes en carretera que se están montando de vez en cuando, para solicitar documentación automotriz y personal, ¿se está tratando de advertir o asustar a la población sobre cómo podría actuar la Fuerza Pública y los cuerpos policiales y paramilitares que se organizan, con amparo del gobierno, ante una situación de “emergencia” que llegare a convocar el presidente? ¿Hacia dónde nos quiere llevar el presidente?

Su paranoia, su perturbación mental alrededor de la inestabilidad gubernativa que él mismo provoca ante los ciudadanos, por su temor de dejar el gobierno en pocos meses, cuando quisiera permanecer en él indefinidamente, de estar insinuando que no se le permite gobernar, que solo por la fuerza se pueden hacer cambios para mejorar la administración pública y la institucionalidad nacional, que para ello “necesita” 38 o 40 diputados en la próxima Asamblea Legislativa, que no confía en las instancias políticas existentes, que él no controla, por lo que se siente “atacado” por todos los flancos, cuando él es el que agrede aprovechando todos los medios gubernativos que puede usar, desde sus montados espectáculos los miércoles.

Esto es lo que a todos debe preocuparnos por el bien de nuestra Democracia Nacional.

¿Los partidos políticos jaguares ganarán la mayoría parlamentaria?

Vladimir de la Cruz

Cada día que pasa se perfila mejor el panorama electoral hacia febrero. Los partidos políticos en proceso de inscripción ya están saliendo del huevo. El Tribunal Supremo de elecciones va sacando su tarea, avalando los que están con todos los trámites de inscripción en forma.

¿Cuántos partidos nacionales tendremos inscritos para la próxima campaña electoral? ¿25 como en la elección pasada, 13 como en la del 2018, 13 como en la del 2014, 9 como en la del 2010, 7 en la del 2006?

En todas las campañas tenemos partidos políticos tradicionales y nuevos. Los tradicionales los que ya han participado en varios procesos electorales, o que al menos repiten una elección. Los nuevos los que se inscriben por primera vez. Así de simple. En los tradicionales están los más viejos, Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana, Frente Amplio, que también eligen diputados desde el 2006. Le siguen en antigüedad Acción Ciudadana, el de Fabricio Alvarado.

Si se trata por elección de diputados, donde hay una mayor cantidad de partidos inscritos, en la elección del 2006 y la del 2010, ocho partidos eligieron diputados, en la del 2014 y 2018, nueve partidos eligieron diputados, en la del 2022, con 26 partidos participando para diputados, solo seis partidos eligieron diputados.

En estos procesos electorales, que estoy mencionando, desde el 2006, que estoy comentando el número de partidos que eligió diputados es el siguiente.

En la elección del 2006 solo dos partidos eligieron más de 10 diputados y solo uno, Liberación Nacional, eligió 24.

En la elección del 2010 solo dos partidos eligieron más de 10 diputados y solo uno, Liberación Nacional, eligió 24.

En la elección del 2014 solo dos partidos eligieron 10 o más diputados y solo uno Liberación Nacional, eligió 18.

En la elección del 2018 solo 3 partidos eligieron 10 o más diputados, y solo uno Liberación Nacional, eligió 17.

En la elección del 2022 solo 2 partidos eligieron 10 o más diputados, y solo uno Liberación Nacional, eligió 19.

Esta es la realidad electoral de los últimos cinco procesos electorales, y del comportamiento, más o menos estable del electorado.

A partir de la elección del 2014 se rompió la tradición y el comportamiento electoral. Llegó a la Presidencia de la República un nuevo partido, Acción Ciudadana, rompiendo el bipartidismo tradicional que tenían Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana de ganar la Presidencia. En la elección del 2018, nuevamente Acción Ciudadana se impone como el partido ganador, y por primera vez Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, quedan fuera de llegar a la segunda ronda. En la elección del 2022, de nuevo se produce una ruptura con la elección presidencial y se produce una sorpresa con el triunfo de un nuevo partido político, que no había participado en procesos electorales anteriores, el Partido Progreso Social Democrático, con un candidato, Rodrigo Chaves Robles, que era un “perfecto desconocido” político en el país por haber vivido fuera de Costa Rica más de 30 años, que había regresado para incorporarse al Gobierno de Carlos Alvarado, por un breve período de seis meses como Ministro de Hacienda, y sorprendió en la campaña electoral agitando problemas sensibles que lo identificaron con la ciudadanía electoral decepcionada de las prácticas de gobiernos anteriores, de sus ejercicios gubernativos políticos, especialmente dominado por el bipartidismo tradicional.

A las puertas del próximo proceso electoral tenemos una proyección parecida de gran cantidad de partidos políticos nacionales y provinciales en posibilidad de presentarse ante el electorado.

En el siglo XX, se han experimentado las segundas rondas electorales en las elecciones del 2002, 2014, 2018 y 2022, cuando los electores no le dan los votos suficientes al partido ganador en la Presidencia. Solo el Partido Liberación Nacional ganó, sin segunda ronda, las elecciones del 2006 y 2010. Ello se debió, entre otros factores a los candidatos liberacionistas de esas campañas electorales, Oscar Arias y Laura Chinchilla. Liberación Nacional estuvo a punto de ganar el gobierno, en la segunda ronda, con José María Figueres, en el 2022, quien había ganado la primera vuelta electoral.

Las segundas rondas electorales ya se quedaron instaladas en la realidad nacional, lo que no es obligatorio para cada proceso electoral, que siempre es una sorpresa, que puede resultar como apretar un jabón, que nadie sabe para donde sale.

El otro elemento que es gravitante en los procesos electorales es el de la reelección de partidos políticos en el gobierno. Esto solo lo ha logrado Liberación Nacional en tres ocasiones, 1970 y 1974, en 1982 y 1986, y En el 2006 y 2010, el partido Unidad Social Cristiana en una ocasión, 1998 y 2002 y el Partido Acción Ciudadana, en el 2014 y 2018. Al Partido Progreso Social Democrático no lo veo repitiendo gobierno…pero cualquier cosa puede suceder en política.

En mi opinión no veo, por ahora, que estas tendencias electorales de los últimos cinco procesos electorales vayan a cambiar sustancialmente.

Lo que veo, por ahora, es el riesgo de un partido, Liberación Nacional, con un candidato electoral más fuerte que sus tradicionales, para las próximas elecciones que le da posibilidad de acariciar la Presidencia y de mantener la mayoría de los diputados que hasta ahora ha sostenido, entre 17 y 24 diputados. Esto estará en relación directa a los candidatos que ofrezca, con la nueva cara presidencial que tiene, y con el programa electoral que agite.

El Frente Amplio en posibilidad de aumentar su número de diputados, de los seis actuales a una decena por lo menos, sobre todo si la lista la encabeza alguien como su dirigente político José María Villalta. Su candidato presidencial lo pueden sacar de sus actuales diputados, que buena imagen pública tienen.

A los otros partidos políticos parlamentarios y hacia las elecciones no les veo todavía una buena proyección. La Unidad Social Cristiana en este momento ni se siente. Su candidato presidencial está en la estratosfera, no está presente en nada ante los grandes y graves problemas que hay en el país, además con planteamientos políticos y económicos sociales sumamente conservadores, que no le van a ayudar nada en su campaña.

El partido Liberal Progresista es un desastre parlamentario y organizativamente pareciera ser lo mismo. Eli Feinzaig obligadamente tendrá que ser el candidato para tratar de mantener alguna presencia política como partido, si es que quiere tener un partido como proyecto político y personal. Si no asume este reto pasará como un fisco electoral. Su planteamiento parlamentario no le ha permitido destacar como un líder en capacidad de ofrecer un proyecto renovador costarricense. Se quedó en el conservadurismo y el retroceso social.

Fabricio Alvarado seguirá jugando a la presidencia, pero no lo veo aumentando su número de diputados. Los electores cautivos de sus templos religiosos le votarán, pero se le han movilizado a las “tiendas” del actual inquilino de Zapote y hacia las que él oriente en búsqueda de votos para sus partidos jaguares.

Del caso del presidente Chaves Robles es políticamente interesante. No puede reelegirse él, porque tiene impedimento constitucional para hacerlo. Pero, se quema por hacerlo. Cómo él no puede, ha impulsado la creación de varios partidos políticos nuevos para que “continúen” su proyecto político desmantelador del Estado Social de Derecho del país. Ya ha logrado que tres de sus partidos estén debidamente inscritos, lo que le da margen de actuar en las elecciones, directamente si se lo propone, o indirectamente como lo viene haciendo los miércoles, y cada vez que puede, en su forma beligerante de su discurso político contra toda la institucionalidad y contra todos los partidos políticos, que le puedan ofrecer oposición y que le impidan que sus “jaguares” logren elegir sus 40 o 38 diputados como desea para de esa forma acabar, desde la Asamblea Legislativa con toda la institucionalidad democrática nacional e instaurar su régimen autoritario, despótico, tiránico, sin controles institucionales, que le permitan actual libremente y con la billetera abierta del Estado en los negocios propios o de sus amigos políticos, nacionales y extranjeros.

La figura del “jaguar” como emblema político ya la tiene uno de sus partidos. Ha provocado la ira de la diputada mentirosa que es la titiritera, o marionetista, de todo ese grupo político, que es la que mueve y articula a la marioneta que tiene en Zapote, porque tenía reservada esa figura del “jaguar” para otro de sus partidos inscritos.

Pero este no es un problema. Electoralmente los partidos del presidente y de su marionetista pueden tener todos su “jaguar” como emblema, para que sea más fácil su identificación grupal. El Tribunal Supremo de Elecciones no podría negar ese emblema salvo que el que lo inscribió primero impugne su uso. Pero, como todos son coyotes de la misma loma, que pertenecen a la misma condición de manada de animales “jaguar”, que pertenecen a la misma red de intereses políticos, no tienen por qué tener problemas con usar ese emblema. Además, están considerando constituir una coalición con esos jaguares. Demás está decir que en las papeletas electorales muchos partidos tienen banderas muy similares en sus colores.

El tema principal de los “jaguares” es si tendrán posibilidad de repetir gobierno, como lo hizo el partido Acción Ciudadana. Con el nombre del Partido Social Democrático, con el que fue electo Rodrigo Chaves pareciera que no hay posibilidad alguna. Ya está buscando candidato entre los “chavistas” de gobierno, sin que su eventual candidato el exministro Amador represente al presidente Chaves o sea su continuador.

En las tiendas “chavistas” eso todavía no está decidido, porque no es él quien decide esa candidatura, la que será definida por el grupo que económicamente le ha apoyado desde la campaña electoral del 2022, junto con la marionetista de Cuesta de Moras. Podría ser definido ese candidato en el Cantón de Santa Ana, como ya se rumora.

El proyecto de los 38 o 40 diputados “jaguar” que se quieren elegir por parte del gobierno y de su presidente no es fácil lograrlo. Las “pintas” que hay en esos partidos jaguar, disputando esos puestos, al margen de lo que decida la marionetista y el animal de Zapote, el Jaguar mayor, son de la casa de los sustos.

El próximo Congreso, Asamblea Legislativa, va a necesitar, este es el reto para todos los partidos, candidatos de mucha calidad política, personal, profesional. Eso es lo que se requiere para la Costa Rica a partir del 2026, si se quiere avanzar hacia la modernización de todo el aparato institucional del país, hacia una Asamblea Nacional Constituyente, y hacia una Costa Rica más próspera, más justa, más democrática.

El peso de la elección nacional va a girar, así lo veo, alrededor de los candidatos a diputados, para que al apoyarlos a ellos se apoye al candidato presidencial que los proponga.

La elección del presidente siempre va a tener la luz y el foco principal, pero está demostrado electoralmente que los electores, los votantes, quiebran, parten, su voto para que desde la Asamblea Legislativa se ejerzan y lleven controles sobre el actuar del Poder Ejecutivo.

¿Variará esto hacia una super mayoría legislativa, parlamentaria, como se propone Rodrigo Chaves, impulsando sus animales, sus jaguares?

Compartido con SURCOS por el autor.

Costa Rica: Cómo los partidos tradicionales abrieron la puerta al populismo

Por JoseSo

Un análisis para entender la crisis política actual

¿Cómo llega aquí la Costa Rica que era el “ejemplo democrático” de América Latina? Un país sin ejército, con elecciones transparentes y alternancia en el poder. Pero detrás de esa imagen, algo se rompía. Hoy, un presidente como Rodrigo Chaves —con un estilo confrontativo y discursos que alarman a expertos— gobierna con un mensaje claro: “Los políticos tradicionales nos fallaron”. ¿Cómo llegamos aquí? La respuesta está en errores históricos de los partidos que dominaron Costa Rica por décadas.

Los “pecados capitales” de los partidos tradicionales

Vivir en una burbuja

Durante más de 60 años, dos partidos (PLN y PUSC) controlaron casi todo. Pero se desconectaron de la gente común. Mientras en el Valle Central había progreso, las regiones periférica y rurales (como Limón, Puntarenas o zonas rurales) vivían con menos oportunidades, peores servicios y abandono. Esta desigualdad creó un caldo de cultivo para el descontento.

Corrupción: La herida que no cerró

Casos como “Cochinilla”, “Cementazo” o “ICE-Alcatel” (donde políticos y empresarios hicieron negocios sucios) mancharon la imagen de los partidos grandes. La gente empezó a verlos como grupos privilegiados que servían a sus intereses, no al pueblo.

Un sistema lento e ineficiente

El Poder Judicial, las instituciones públicas… todo se volvió sinónimo de trámites eternos, burocracia y soluciones que no llegaban. Entre 2018 y 2020, la desconfianza en el sistema judicial subió del 49% al 59%. Carlos Alvarado (presidente antes de Chaves) tuvo solo un 15% de apoyo popular en 2020.

El vacío que dejaron: Cuando la gente buscó alternativas

Los partidos tradicionales no solo fallaron, no escucharon el malestar ciudadano. Esto generó:

Voto “castigo”: En 2018 y 2022, la gente votó masivamente contra el PLN y el PAC. No importaba tanto el nuevo candidato; importaba echar a los mismos de siempre.

Campañas emocionales: Figuras como Fabricio Alvarado (2018) o Juan Diego Castro usaron discursos simples: “¡Ellos son los corruptos, yo soy el cambio!”, Apelaron al cansancio y a la fe (en el caso evangélico) .

Volatilidad electoral: La gente decidía su voto a última hora, influida por escándalos o promesas. Los partidos ya no tenían votos fieles.

  • En 2022, el sistema de partidos pasó a ser de “pluralismo extremo” (fragmentado, con muchos actores). En este caos, los mensajes simples y radicales ganan terreno .

Chaves: El “outsider” (personaje fuera de la política tradicional) que supo leer el momento.

Rodrigo Chaves no es un accidente. Es el resultado de ese desencanto. Y su estrategia explota los errores históricos de los tradicionales.

Lo que falló en los partidos. Cómo lo usó Chaves

Los partidos tradicionales y sus gobiernos cayeron en una profunda desconexión con la periferia, por eso Chaves ganó apoyo en zonas rurales y costeras que se sentían abandonadas.

Corrupción impune. Chaves se presentó como el “luchador contra políticos corruptos” (aunque él fue ministro del PAC).

Instituciones lentas. Chaves critica jueces, Contraloría y prensa, llamándolos “obstáculos” para el pueblo.

Los Partidos usaban lenguaje técnico y frío, mientras que Chaves habla directo, con frases contundentes (y a veces pachucas) en redes sociales.

En resumen, Chaves tiene un discurso estratégico y una puesta en escena creíble, que el pueblo compra al sentirse representado.

Su método es peligroso (y efectivo):

– Crea “enemigos” duales. Por un lado, los políticos tradicionales; por otro, instituciones (medios, jueces) que según él “protegen a esos políticos”.

– Se muestra “del pueblo”: Aunque fue economista del Banco Mundial, usa un tono anti-elite (hipócrita porque negocia y hasta se financia de ellos) y habla de “recuperar el país”.

Ataca controles democráticos. Tilda a la prensa de “canalla”, acusa al Poder Judicial de lento, corrupto y politizado, y descalifica a la Asamblea Legislativa, rompiendo cualquier comunicación con los diputados, propios y extraños para justificar su necesidad de controlar todo a su antojo.

¿Está Costa Rica en riesgo? La advertencia que no podemos ignorar

Chaves no es un dictador. Pero su estilo sigue un guión preocupante visto en otros países, como Brasil, donde Bolsonaro deslegitimó instituciones y los Poderes del Estado hasta que sus seguidores asaltaron el Congreso.

O en la Nicaragua tomada por Daniel Ortega y Rosario Murillo, que llegaron por elecciones, pero después anuló toda oposición y terminó eliminando cualquier competencia dentro de su FSLN (que mancilla el legado revolucionario legítimo de Sandino) y encarcela a líderes de oposición.

En El Salvador, Bukele concentra poder a través de “un estado de excepción” eterno (empezó pidiendo 6 meses desde 2021 y se lo renuevan mensualmente hasta hoy), mientras debilita al Poder Judicial y encarcela opositores y críticos de medios de comunicación y ONGs de Derechos Humanos.

  • ¡No es alarmismo! Cuando un presidente normaliza el ataque a instituciones (Contraloría, Sala IV, TSE), agrieta la confianza en la democracia. Y eso abre paso al autoritarismo. Puede ser, o no, del mismo Chaves, que hemos visto que disfruta de los halagos, sus caravanas policiales a todas partes, incluida su casa en Monterán.

¿Hay salida?

Los partidos tradicionales no murieron por Chaves; se suicidaron con su corrupción, lentitud y desconexión. Pero la solución no es reemplazarlos por un líder que debilite los controles democráticos, que mantiene innegables muestras de corrupción y que encima tiene detrás a las mismas élites económicas que, por conveniencia, antes financiaban campañas a los partidos tradicionales y ahora están detrás del fenómeno chavista.

Para reconstruir la confianza se necesita:

Primero, una renovación real. Aquí no se trata de slogans vacíos como “el nuevo Liberación” o la “Unidad renovada”. Se debe permitir y fomentar el que surjan nuevos líderes en los partidos y no los mismos de siempre o sus delfines (sucesores) nombrados a dedo.

Segundo, conectar con la periferia. Llevar soluciones concretas a zonas olvidadas qué podríamos afirmar es todo lo que no está en el GAMA, salvo pequeñas excepciones.

Tercero, defender instituciones. Aunque sean imperfectas, son el único escudo contra el autoritarismo.

La democracia costarricense no está “condenada” al populismo. Pero si los partidos no aprenden de sus errores, el discurso de Chaves será solo el primer capítulo de una historia que otros países ya vivieron… ¡y hoy lamentan!

¿Y nosotros? Como ciudadanos, toca estar alertas: Criticar a los políticos tradicionales está bien. Entregarle todo el poder a un salvador, es un riesgo que no vale la pena tomar.

Continuará…

Derechos humanos en un hilo: la Centroamérica que somos

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

La deriva de una opción autoritaria en Costa Rica ya dejó de ser una imagen proyectada para otros países de la región. Nos alcanzó eso que alguien despectivamente y con cierto tinte de superioridad llamara “la centroamericanización” de Costa Rica.

A la vuelta de la esquina y con amplio apoyo popular, se cuece la construcción de una vergonzosa megacárcel para paliar, según sus impulsores, el aumento de la criminalidad en el país.

Lo que en otros momentos históricos era impensable, hoy está a punto de ser un hecho que contradice a todas luces la larga tradición democrática costarricense, que empieza lentamente a palidecer.

La excepcionalidad que hasta hace algunos años nos mostraba como punto y aparte en el escenario centroamericano, fue pulverizada en pocos lustros por un sistema económico desigual y aniquilador, un escenario político inquietante y algo turbio en sus alianzas con actores poco claros y altamente cuestionados y, como hemos dicho en varias ocasiones, el agotamiento de un contrato social que espera por una nueva edición para reconstruir el proyecto de eso que utópicamente llamamos “ la vía costarricense”.

Por lo pronto, en algunas países centroamericanos esa deriva autoritaria mantiene su dinámica.

Esta semana veíamos con estupor la forma artera en la que Ruth López, jefa de la Unidad de Anticorrupción y Justicia de la organización social salvadoreña Cristosal, dedicada a defender los derechos humanos de su país, era presentada ante la fiscalía.

La funcionaria había sido detenida el mes pasado luego de hacer serios cuestionamientos al gobierno de Nayib Bukele, como una muestra más de la escalada en la represión a las voces críticas y cuestionadoras a esta gestión. Algo que inquietantemente empieza a mezclarse en el entorno costarricense con la puesta de bozal a la prensa y otros hechos recientes.

Desde diferentes frentes de organismos sociales y civiles salvadoreños se han realizado pronunciamientos para exigir la liberación de López, sin un resultado positivo. Esto se suma a la reciente aprobación de la Ley de Agentes extranjeros, una herramienta que permite al gobierno salvadoreño discrecionalidad sobre qué organizaciones sociales pueden permanecer en su país y si permanecen, “contribuir” con un tributo de renta del 30%.

Una más: tres periodistas del medio de comunicación El Faro dejaron El Salvador en los últimos días ante una inminente amenaza de detención en su contra. Es de sobra conocido el rol cuestionador de este medio a las políticas represivas del gobierno de Bukele que, a fuerza de negociaciones con los líderes de las pandillas, ha bajado la criminalidad, pero han aumentado las detenciones y desapariciones de personas sin ningún nexo con esta actividad.

En Costa Rica la impronta autoritaria está tocando la puerta, asomándose por una rendija a ver si el escenario le es propicio.

Y sí que lo es.

Por ello, no deja de preocupar diagnósticos como el de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que, al escribir el capítulo para Costa Rica en relación con el estado de los derechos en los distintos países de la región, mencionaba:

La CIDH observa con preocupación la situación de la seguridad ciudadana y los cuestionamientos a la respuesta estatal, así como los señalamientos de afectaciones a la independencia judicial. También preocupa las denuncias de violaciones a los derechos de los pueblos indígenas, especialmente en relación con la consulta previa y la delimitación territorial; así como las brechas significativas en la garantía de derechos económicos, sociales y culturales para grupos en situación de riesgo como personas en movilidad humana, mujeres y personas mayores”.

La respuesta estatal a la que se refiere la CIDH es en realidad una inacción, justificante para el siguiente paso: la constitución de un espacio represivo que alimente las necesidades de la población de vivir sin temor en un país cuyo pacifismo también fue pulverizado por los hechos fácticos del modelo.

Es claro. Hay cosas que se parecen y mucho en estos escenarios. Si la reserva moral e institucional nacional a la que le queda menos de un cuarto de tanque no es suficiente, habremos perdido el proyecto país para siempre.

A esta generación le tocó la hora. No es poca cosa. Es el momento del punto del no retorno. Asumamos cada cual los funciones que nos corresponden para intentar recuperarnos.

Es nuestra tarea.

La sombra que avanza: populismo y riesgos institucionales en la democracia costarricense

Por JoseSo
Analista Político

Costa Rica ha sido durante décadas un faro de estabilidad democrática en América Latina. Su sólida institucionalidad, su tradición de alternancia pacífica, la abolición del ejército y su apego al Estado de Derecho le valieron el reconocimiento como una «Democracia Plena» por índices internacionales, un título que pocas naciones en el mundo ostentan. Sin embargo, en los últimos tiempos, la retórica y algunas acciones del presidente Rodrigo Chaves Robles proyectan una inquietante sombra sobre este legado, encendiendo alarmas sobre los peligros del populismo y la insidiosa erosión de las instituciones democráticas.

El populismo, en su esencia, construye una narrativa maniquea: «el pueblo virtuoso» contra «las élites corruptas». Es una herramienta poderosa para movilizar apoyos, pero su lógica inherentemente confrontacional y antipluralista es incompatible con la democracia liberal, que se basa en pesos y contrapesos, en el respeto a las minorías y en la independencia de las instituciones. La retórica del presidente Chaves Robles contiene elementos preocupantemente alineados con este manual: ataques constantes y descalificaciones genéricas contra la prensa («prensa canalla»), contra el poder judicial (acusándolo de politizado o lento sin pruebas concretas), contra la Asamblea Legislativa (deslegitimándola como «disfuncional y corrupta») y contra órganos de control como la Contraloría General de la República. Este discurso no busca la crítica constructiva; busca minar la credibilidad de todo contrapoder, presentándolo como un enemigo del «verdadero pueblo» que él dice encarnar.

El paralelo latinoamericano: De la erosión a la autocracia, un espejo que nos negamos a ver nuestro reflejo

La historia reciente de América Latina ofrece ejemplos dolorosos de cómo este guión puede desembocar en tragedia democrática.

El Brasil en tiempos de Bolsonaro supuso el ataque a la legitimidad. Jair Bolsonaro ejemplificó la retórica agresiva y confrontacional contra las instituciones. Cuestionó sistemáticamente la independencia del poder judicial (especialmente el Supremo Tribunal Federal), atacó a la prensa («periodistas corruptos»), promovió teorías conspirativas y sembró dudas sobre la integridad del sistema electoral sin pruebas, culminando en el asalto a las sedes de los tres poderes el 8 de enero de 2023. El patrón de deslegitimación constante de Chaves contra la Asamblea Legislativa y la prensa tiene ecos del estilo Bolsonaro.

La Nicaragua de Ortega de Revolucionario a Dictador: Daniel Ortega, una vez símbolo de lucha del pueblo nicaragüense desde el movimiento revolucionario legítimo de Augusto Cesar Sandino, contra la dictadura, ha construido una férrea autocracia. Eliminó la alternancia mediante reformas constitucionales, reprimió brutalmente la protesta social, encarceló a candidatos opositores, clausuró medios de comunicación críticos y ONGs, y anuló toda independencia institucional. Es un recordatorio sombrío de cómo figuras que llegan al poder por la vía electoral pueden, mediante el control progresivo de las instituciones, destruir la democracia desde dentro.

Más allá de la región: El resurgir global del autoritarismo

El fenómeno no es exclusivo de América Latina. En Hungría, Viktor Orbán ha construido una «democracia iliberal» debilitando el poder judicial, controlando los medios y cambiando leyes electorales para perpetuarse. En Turquía, Recep Tayyip Erdoğan ha concentrado poder de manera alarmante. En Estados Unidos, el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 fue el clímax de una campaña de deslegitimación constante de las instituciones electorales por parte de Donald Trump. Estos ejemplos demuestran que las democracias, incluso las consolidadas, no son inmunes a la erosión populista y autoritaria.

Costa Rica: La fragilidad de lo sólido

La gran fortaleza de Costa Rica ha sido precisamente la solidez y el prestigio de sus instituciones. La Sala Constitucional («Sala IV»), la Contraloría, el TSE, la prensa libre, son pilares que han garantizado el equilibrio. El peligro de la retórica de Chaves Robles no es que vaya a instaurar una dictadura mañana.

El peligro es más insidioso: la normalización del ataque a las instituciones. Cada descalificación infundada, cada intento de socavar su autoridad, cada intento de concentrar poder o de presentar los controles democráticos como obstáculos, debilita la cultura de respeto institucional que sostiene la democracia. Es la erosión lenta, la grieta que se agranda con cada embate retórico.

Defender la Casa Común

La democracia costarricense no es invulnerable. Su fortaleza histórica no garantiza su futuro inmutable. La retórica populista y con rasgos fascistizantes (simplificación extrema, enemigo interno, ataque a la pluralidad) del presidente Chaves Robles representa un riesgo claro para su institucionalidad. Las comparaciones con Venezuela, Brasil, Argentina, Nicaragua y otros ejemplos globales no son alarmismo infundado; son advertencias basadas en patrones observables. Son lecciones de cómo comienza el declive democrático: con palabras que dividen, que deslegitiman, que siembran desconfianza en los pilares que sostienen la república.

La defensa de la democracia plena costarricense no es tarea solo de políticos o jueces. Es responsabilidad de toda la ciudadanía, de la prensa independiente, de la academia, de la sociedad civil organizada. Requiere vigilancia activa, rechazo firme a la retórica divisionista y autoritaria, y un compromiso inquebrantable con la defensa de las instituciones que, aunque perfectibles, son el escudo que ha protegido a Costa Rica de los abismos que han sufrido otros. Que el faro costarricense no se apague por la complacencia o el miedo a señalar los peligros.

La democracia centenaria merece y exige este debate.

En la política democrática, las formas importan

Alejandro Guevara Arroyo

Recientemente apareció un texto interesante titulado “Milei y la cuestión de las formas”, publicado por Javier Franzé en La Vanguardia (órgano del Partido Socialista argentino)1. Ahí se evalúan las formas de las prácticas políticas del presidente argentino Javier Milei, aunque sus consideraciones pueden extenderse en buena medida a todas las principales figuras de la actual ola del populismo de ultraderecha que azota Occidente, con Chaves como nuestro ejemplo parroquial. Muchas de sus reflexiones alcanzan la discusión sobre la correcta práctica política en general, es decir, tanto de agentes políticos profesionales, como de militantes partidarios y de la ciudadanía en una democracia. Por ello, entiendo que vale la pena retomar nuevamente lo que ahí se plantea.

El autor propone al menos dos aspectos especialmente valiosos para la reflexión política. Primero, se refiere a las características fundamentales de nuestro accionar, o sea, de nuestra práctica, en tanto agentes morales. En segundo lugar, alude a la práctica política propia de una o un demócrata. Veamos.

El primer asunto interesante que aborda sensatamente este texto es la distinción, muy arraigada en nuestro sentido común, entre formas y contenido de la práctica política y, más en general, de nuestro accionar en tanto agentes. Así, se suele escuchar que al considerar la política, debemos distinguir tajantemente entre las formas (cómo se habla, cómo se trata a otras personas, con quién se discute) y el contenido (las propuestas que se presentan, los ideales que se persiguen con el accionar). En nuestros días, no es inusual que se entienda que ‘el contenido justifica cualesquiera formas’ o, incluso, que ciertas formas son estorbos para lograr lo clave, que se encuentra en el nivel del contenido (fines, ideas o propuestas) de la acción política.

Sobre esta distinción, el autor pone correctamente en duda los límites normativos de la separación entre forma y contenido. Y es que, desde un punto de vista más fundamental, no existe una distinción tajante éticamente entre ambos niveles. Por un lado, los contenidos intencionales de nuestra acción se construyen, comparten y afianzan por medio de ciertas prácticas que, en el caso de la política, son públicas en un sentido relevante. Las formas en que estas se expresan pueden moldear el contenido mismo de la acción política. Pero, además (y quizás de mayor importancia), hay contenido en las formas de nuestro accionar. O sea, las formas de nuestras prácticas en sí mismas tienen contenido: honran y difunden ciertos valores y desprecian otros.

Por ende, al considerar o realizar una práctica política, nunca podemos liberarnos de la consideración ética de su faceta formal. Ahí damos preponderancia a ciertos valores (¡ciertos contenidos!) sobre otros. “Las ‘formas’ tienen importancia por sus consecuencias, por el sentido que transmiten y la realidad que construyen. Otra vez, no son sólo formas, sino expresión de un contenido que, a su vez, contribuyen a crear”, dice correctamente Franzé.

El segundo aspecto interesante para la reflexión alude no ya a nuestra agencia en general, sino a la forma de nuestra correcta práctica política en tanto demócratas. Sobre esto el autor sostiene que ciertas formas son relevantes para la democracia por los valores que encarnan y que performativamente promueven. Prácticas políticas como las de Chaves, Milei o Trump, de irrespeto, insulto y ridiculización al que discrepa políticamente, no son meramente ‘feas’: son afrentas a los valores democráticos mismos; tienden al autoritarismo político. “Las malas formas de un presidente democrático no son importantes porque nos digan algo de su creencia o no en la democracia, sino que son significativas para la democracia misma como orden político”, para citar nuevamente al autor.

Ahora, ¿cuáles son esas formas que las prácticas democráticas han de sostener? Sintetizo algunas de las que se me ocurren: (a) la tolerancia práctica frente al desacuerdo político, entendiendo que este es constitutivo de la sociedad democrática; (b) la cordialidad básica entre quienes sólo median desacuerdos políticos, recordando que juntas y juntos conformamos un cuerpo más amplio, una comunidad política, una República; (c) la decencia y la coherencia pública, dando cuenta de que estamos guiados por ideales y principios, y no por el mero autointerés.

Cabe preguntarse, sin embargo, por qué aceptar esta visión sobre las correctas formas de la práctica política democrática. Al considerar la respuesta a este asunto, el autor se aproxima a uno de los grandes misterios de la vida democrática: ¿cómo se puede, coherentemente, desarrollar una práctica política fundada en cierta concepción que se estima correcta y, al mismo tiempo, admitir que hay otras concepciones y prácticas que en algún sentido también son aceptables? Desde mi punto de vista (y aquí me diferencio un poco del autor), para responder estas cuestiones, debemos poder integrar, bajo distintas máscaras, nuestra faceta en tanto agentes políticos y en tanto personas ciudadanas.

En tanto agentes políticos, defendemos, promovemos y afianzamos ciertas concepciones y propuestas políticas que entendemos como correctas y justas para nuestra sociedad. O sea, bajo esta máscara asumimos que hay posiciones sobre el orden social que son correctas, sin más. Para lograr que dichas posiciones se realicen, nuestra práctica se puede encauzar mediante todas las rutas de acción política constitucionalmente reconocidas.

Por su parte, en tanto personas ciudadanas, hemos de reconocer que existen otros integrantes de la comunidad política que se encuentran en una posición constitucional equivalente, pero que pueden sostener direcciones políticas alternativas. Y su posición es equivalente porque son personas con igual dignidad en tanto ciudadanas de la República y el hecho de su desacuerdo es expresión de su autonomía moral, presupuestos esenciales del profundo ideal democrático de comunidad política.

Honramos, respetamos y mostramos la defensa de dicho ideal (de dicho contenido) a través de ciertas formas en nuestras prácticas, en cada una de ellas, y, ciertamente, en nuestro accionar político. La máscara ciudadana subyace a la del agente político. He aquí la manera en la que se integran para la o el demócrata.

Es gracias a la máscara ciudadana que se distinguen las formas correctas de la vida democrática; es ella la que distancia a alguien que lleva una práctica política autoritaria, aunque se realice dentro de límites legales aceptables, de una práctica demócrata. Y, por supuesto, la persona que ocupa un puesto de autoridad (v.g. un presidente) ha de trasladar dichos valores a su propia práctica política, respetando desde su lugar las formas adecuadas para honrar el pluralismo político.

Al fin y al cabo, en la práctica política democrática, se cumple también aquello que agudamente apuntara Borges para toda nuestra vida: los actos son nuestros símbolos.

De las mariposas y los jaguares

Juan Félix Castro Soto
San Ramón de Alajuela

Ha venido ganando aceptación la adopción del jaguar como símbolo de fuerza, autoritarismo e imposición, atributos que alguna mente, desde el Poder Ejecutivo, les confirió, para que la imagen del felino se asociara con la personalidad del mandatario.

Lo que viene luego es la fuerza y la consistencia del simbolismo para perdurar en el tiempo. La parafernalia de una imagen emblemática, como la del jaguar, desde la lógica en que fue pensada me parece muy atinada: la presencia del jaguar reúne dos elementos simbólicos muy importantes, uno es su singularidad como especie poco común y la otra, claro está, su condición de fuerza bruta, su habilidad de acecho y su poder de intimidación.

Dadas las características citadas, efectivamente nuestro presidente parece contenerlas. Pero una simiente de esta naturaleza debe contar con terreno fértil para que se eleve sobre lo que pretende. De nuevo, la tierra anegada y lista para la germinación de la semilla, es una subjetividad costarricense debilitada por los recurrentes fracasos y las consecuentes desilusiones.

Pero, como sugieren quienes se han refugiado en el carácter del jaguar a costa del suyo propio, no toda Costa Rica es territorio jaguar. Aún quedamos muchas mariposas. Un simbolismo que propongo a toda la población que se sienta incómoda con las atribuciones depositadas en ese animal mítico de los bosques primarios del país.

La mariposa es delicada, sutil, bella y perecedera. Pero posee una fuerza imprescindible, se trata del poder del asombro. Da la impresión de que su presencia es insignificante, pero el revoloteo de sus alas, su bailar frágil aparentemente desacertado, siempre provoca desasosiego y conduce a la reflexión. Y ahí no culmina su fascinación, viene de un ser muy diferente a ella, pues nace del cuerpo de la oruga. Por eso, la mariposa misma, en su dimensión corpórea, representa la diversidad.

Quizá la muerte no le importa, ni su corto período de vida, porque cuando vuela ya absorbió casi todo el sorbo de su vida, vital y palpitante. De modo, que el simbolismo de la mariposa funciona como un contra-poder: el poder de la insignificancia.

El jaguar moriría casi inmediatamente fuera de su selva, la civilización no es para él. En qué clase de selva el presidente quiere convertir el país. La mariposa, en cambio, puede sufrir en la ciudad, pero la acción civilizatoria la mejoraría, cultivando el jardín que ellas necesitan. Es decir, no se requieren jaguares en la ciudad, pero sí mariposas.

Una selva en la ciudad, donde los jaguares vivan alimentándose de los miedos y los odios no es lo que puede engrandecer este país, de lo que no disponemos como pueblo, es de una opción política que nos permita cultivar jardines donde lleguen las mariposas como banderas pequeñas, delicadas y coloridas, dejando ver destellos de esperanza.

Imagen ilustrativa, UCR.

Llamado al cese de hostilidades

Comunicado

Las mujeres y sus diversas organizaciones hacemos un vehemente llamado a la razón a quienes encabezan el gobierno de la república para que depongan sus discursos incendiarios que atizan el odio de manera irresponsable, y en su lugar, conduzcan a nuestra querida nación por los caminos de la paz, la no violencia y el diálogo democrático.

El juramento constitucional de cumplir con nuestro pacto político y con las leyes debe honrarse hasta su último día de la gestión gubernamental; el marco jurídico que nos cobija no es de carácter optativo. El gobierno debe maximizar sus esfuerzos para enmendar sus pifias, sus grandes errores, su errática gestión, sus desaciertos.

Nuestro país no merece esta polarización entre hermanas y hermanos, porque si no rectifican serán recordados como la administración del extravío y de la polarización. Es responsabilidad del mandatario Chaves Robles utilizar las vías del diálogo y el entendimiento y cesar en sus hostilidades.

El regresivo mensaje del presidente se inscribe en una tradición autoritaria de larga y continua data llegando al extremo de manifestar un impulso irracional al invocar a una guerra civil como un medio legítimo, esto es en realidad un delirio de poder irreflexivo inaceptable, que no podemos admitir ni validar.

Aunado a lo anterior tenemos noticia de que en las llanuras del norte se está fraguando una arremetida armada que no es ni más ni menos que un llamado a la sedición de forma abierta y sin tapujos, amparados en las armas, al hedor a muerte y la violencia, ¿Qué se creen estos hombres? ¿Qué son dueños de la verdad? ¿Qué son la conciencia de la nación? Están equivocados porque son numerosas las voces que se levantan desde la ciudadanía adversando tal disparate.

Esto nos hace recordar que la Guardia Pretoriana fue extinguida desde el siglo III, porque si bien nació para proteger al emperador romano, cometió excesos y abusos de poder contra la población hasta que fue eliminada. El presidente de la república si bien tiene ínfulas de emperador romano, no lo es, su mandato expira en un año y otra persona será electa para ocupar ese mismo cargo, porque así lo establece nuestra organización política.

No es con amagos de violencia como se resuelven los grandes y graves problemas nacionales. Bien se aplica el dicho “zapatero a tus zapatos”, deje de buscar y atizar conflictos y dedíquese a gobernar para toda la población que ese es ni más ni menos el mandato constitucional que usted juró defender.

La paz es una construcción social; desde la antigüedad se asocia con ideas de armonía y bienestar integral, no es solamente la ausencia del conflicto armado. En nuestro país se asocia con la doctrina en materia de los Derechos Humanos y a eso debe enfocarse la gobernanza democrática.

Frente a esta delicada coyuntura nos pronunciamos y reafirmamos los valores de la paz, la no violencia y la búsqueda constante de la justicia y la razón. Frente al autoritarismo y la arbitrariedad, frente a las guerras y genocidios que otros deciden sin ninguna compasión, rechazamos toda intención de retroceder y de renunciar a nuestras esperanzas por una vida más justa y más pacífica.

21 de mayo, 2025.

Suscriben:

  1. Albena Muñoz Taya, cédula 901040926

  2. Albertina Alfaro Chinchilla, cédula 105650667

  3. Alejandra Bonilla Leiva, cédula 302080425.

  4. Alice Solís Fernández 104680009

  5. Ana Chacón Mora, cédula 105480839

  6. Ana Helena Chacón, cédula 1567359

  7. Ana Isabel Ruiz Rojas cedula # 401031163

  8. Ana Leonor Ramírez Montes cédula 104830426

  9. Ana Ligia Sanchez Rojas, cédula 700470621.

  10. Ana Lupita Chaves Salas, 104550585

  11. Ana Priscilla Flores Quirós, cédula 114040862

  12. Ana Tristán Sánchez, cédula 105130593

  13. Ana Victoria Rodríguez Badilla, cédula 103800227

  14. Anacristina Rossi 104070914

  15. Andrea Campos Ramirez, cédula 109380681

  16. Andrea Cordero Vargas, cédula 112510163

  17. Andrea Cuenca Botey, cédula 110060165

  18. Ann Mc Kinley Meza, 7 0086 0416

  19. Argentina Artavia Medrano 107090127

  20. Bianca Carolina Castaño Sandoval 155820864908

  21. Carmen Carro Barrantes, cédula 106000363

  22. Carmen Lia Meoño Soto, cédula 203730473

  23. Carmen María Muñoz Quesada 106190272

  24. Carolina García Mendoza, cédula 110200521

  25. Carolina Viquez 109350514

  26. Casilda Sancho B 506 202410142

  27. Cassandra Jara Barrantes, cédula 118760925

  28. Cecilia Claramunt Montero, cédula 104480250

  29. Cynthia Córdoba Serrano, cédula 108290785.

  30. Daniela Miranda Méndez, cédula 114120885

  31. Elides Rivera Navas, cédula 601990675

  32. Elisabeth Cook Steike, cédula 184000052015

  33. Ericka Arrieta Matarrita. Cédula 108020564

  34. Erika Sevilla Zepeda, cédula 107900467

  35. Esperanza Tasies 700670374

  36. Eugenia Salazar Aguilar, cédula 104720913

  37. Fabiola Bernal Acevedo, cédula 01030029

  38. Flora Fernández Amón 105230903

  39. Gabriela Quirós Sánchez, cédula 114180925

  40. Giannina Tanzi P – 104340758

  41. Giselle Arce Fonseca, cédula 105230641

  42. Guiomar del Rocío Martín 103550418

  43. Haydeé Hernnández Pérez, cédula 10559O946

  44. Hazel Vargas Zeledón. 103980738

  45. Hilda Echeverría Alvarado – 900240403

  46. Ileana DAlolio Sánchez 110510808

  47. Ileana Ramírez Quirós, cédula 105860094

  48. Irené Barrantes Jimenez, cédula 111550692

  49. Isabel Ducca Duran 105640060

  50. Isis Fallas Salazar, cédula 108530920

  51. Julia Ardón Morera, cédula 2-0386-0415

  52. Julia María de la O. Murillo, cédula 401010754.

  53. Karla Calderón Sánchez, cédula 114240786

  54. Karol Tatiana Navarro Monge 1-0941-0004

  55. Katherine Cerdas Bonilla 303590402

  56. Kattia del Carmen Castro Valverde, Cédula 107 29 0341

  57. Kattia Isabel Castro Flores, cédula 107590724

  58. Keyra Martínez Meneses, cédula 701860267

  59. Larissa Arroyo Navarrete, cédula 109850255

  60. Laura Arias Cabrera, cédula 108750206

  61. Laura María Valenciano García 1-0973-0873

  62. Laura Pacheco Muñoz 112240846

  63. Leda Barquero 105560466

  64. Lucía Molina Fallas, cédula 1 07930190

  65. Luz María Chacón León 203360097

  66. Ma. del Milagro Solís Aguilar, 106970566

  67. Magda Sánchez Lépiz, cédula 103930882

  68. Margarita Salas Guzmán 110080057

  69. María Clareth Calderón Monge, cédula 118100822

  70. María del Rocío Chamorro Tasies, cédula 111240216

  71. María Dolores Ramírez Bonilla, cédula 3245233

  72. María Emma Prada Granados, cédula 117000795806

  73. María Fernanda Chaves Rodríguez, cédula 207930834

  74. María Gabriela Hernández López, cédula 204070211

  75. María Lorena Molina Molina 202940461

  76. María Natalia Chaves Vargas, cédula 207560519

  77. María Trejos Montero, cédula 106890938

  78. Mariela Víquez Ramirez, cédula 401110780

  79. Marielos Muñoz Solórzano, cédula 603340348

  80. Maritza González Zuñiga, Cédula 104181352

  81. Maritza Salgado Silva, cédula 800860319

  82. Marla Hernández Gaubil 107970014

  83. Marla Hernández Gaubil, cédula 107970014

  84. Marlen Zúñiga Alvarado 1 06830439

  85. Marta Eugenia González Madriz 104460350

  86. Marta Solano Arias, cédula 104530311

  87. Mayra Castro Artavia, cédula 104530815

  88. Melania Monge Rodriguez 105370482

  89. Milagro García Bolaños 104050350

  90. Millaray Villalobos Rojas ; 109340412

  91. Nancy Piedra Guillén 105860455

  92. Nataly Segura Molina 208100216

  93. Nelsy Saborío 106300624

  94. Nicole Daniela Sánchez Calvo 118070611

  95. Nora Gómez Mora, cédula 108360262

  96. Nora Montero Quirós 103550044

  97. Pamela Bojorge Ortega, cédula. 603340112

  98. Patricia Porras Guzman 111350324

  99. Priscilla Araya Cabrera 304270423

  100. Priscilla Echeverría Alvarado 900640150

  101. Priscilla Fernández Ortiz, cédula 303550419

  102. Raquel Berrocal Sibaja, cédula 114360553

  103. Raquel Hernández Castro cédula 108320138

  104. Rebeca Solórzano Aguilar, cédula 112380408

  105. Rocío Abarca Sánchez, cédula 701600677

  106. Rocío Solís García, cédula 108370263

  107. Rosa Anca Huamani, cédula 186201879632

  108. Roxana Arroyo Vargas, cédula 106430057

  109. Roxana Hidalgo Xirinachs 105970626

  110. Sandra Araya Umaña, cédula 401310102.

  111. Sandra Cartín Herrera, cédula 203430634

  112. Sharo Rosales Arce, cédula 106920853

  113. Shi Alarcón-Zamora, cédula 112910818

  114. Silvia Regina de Lima Silva, cédula 107600000731

  115. Sofía Gómez Morice, cédula 116970519

  116. Stella Chinchilla Mora, cédula 106160504

  117. Sylvia Ester Muñoz Mata, cédula 108830514

  118. Teresita Ramellini Centella, cédula 8-0087-0026

  119. Tiryth María Vindas Campos, cédula 504410688

  120. Vania Quezada Silva, cédula 800640843

  121. Vicky Luna Salas 204690427

  122. Vivian Solís Espinoza, cédula 110320334

  123. Wendy Vásquez Pessoa, cédula 303640290

  124. Yamileth Monterrey López, cédula 800580801

  125. Yamilette Fontana Coto. 194410669

  126. Yanina Soto Vargas 104770775

  127. Yanis Quesada Chanto, cédula 107520531

  128. Yendry Martínez Rivera, cédula 110800645

  129. Zaida Lorena Valverde Hernández, cédula 106240926

  130. Zeidy Brukwä Rodríguez, cédula 603850036

  131. Alexander Rojas Parajeles, 1-0713-0292

  132. Carlos Manuel Muñoz Jiménez 401810513

  133. David Contreras Mora 105310468

  134. Edison Valverde Araya 1 0346 0024

  135. Esteban Rodríguez Dobles 205420910

  136. Fernando Alfredo Mora Chacón 1-0377-0243

  137. Guido Mora Mora 302570217

  138. Henry Mora Jiménez 105120548

  139. Jaime Cerdas Solano. 1-0573-0178

  140. Jaime Delgado Rojas, céd. 400960395

  141. Luis Ángel Céspedes Rodriguez 104131304

  142. Óscar Castillo Rojas. Céd.: 301951450

  143. Pablo Andrés Chinchilla Balladarez 112420412

  144. Roberto Castillo Rojas 301770017

  145. Rodolfo Ulloa Bonilla, 105480272

  146. Sergio Reuben-Soto 103150723

Organizaciones

  1. Organización de Mujeres indígenas Mano de Tigre

  2. Territorio Conte Burica

  3. Kalpulli Otokani

  4. Colectiva Feministas en Resistencia

  5. Frente Nacional de Lucha

  6. Profesionales para la Ciudadanía

  7. Centro de Amigos para la Paz

  8. Asociación de Mujeres Hefziba Internacional

  9. Colectivo Mujeres por Costa Rica

  10. Movimiento de Trabajadores y Campesinos (MTC)

  11. ACOPROM

  12. Observatorio de Género y Medios

  13. Feministas Picos Rojos

  14. Seguridad Feminista

  15. Voces Nuestras, Centro de Comunicación Educativa

  16. MUSADE

  17. Alianza Latinoamericana de Mujeres con Discapacidad

  18. Colectiva Coexistir, Cartago

  19. Juventud del Frente Amplio

  20. Red Ecuménica de Lectura Popular de la Biblia-Costa Rica

  21. Grupo de Trabajo, Agenda CEDAW Costa Rica

  22. Movimiento Reflexión en Acción

  23. Voces de fe contra la violencia de género

  24. Alianza de Mujeres Costarricense

  25. DEI – Departamento Ecuménico de Investigaciones

  26. Asociación TransVida

  27. Escudo Democrático

  28. Radio Zurquí

  29. Mundo Sin Guerras y Sin Violencia

  30. Me Pasó en la UCR

  31. Frente Feminista

  32. Asociación Civil Pro Natura

  33. SERPAJ, Servicio, Paz y Justicia, Costa Rica

  34. Frente Nacional de Pueblos Indígenas

  35. Mujeres en Lucha Social

  36. Mesa Nacional de Diálogo Social y Productivo

  37. Socias del Museo de las mujeres de Costa Rica

  38. Mujeres Migrantes Luciérnagas sobre Ruedas

  39. Somos Fuego

  40. Mujeres autoconvocadas en la lucha por nuestros derechos

  41. Comisión Nacional de las Mujeres. Acción Ciudadana.

Le invitamos a descargar el documento en formato PDF mediante este enlace.

Carta pública a don Mario Zamora, Ministro de Seguridad

José Manuel Arroyo Gutiérrez
Exmagistrado Corte Suprema de Justicia y
Profesor Catedrático Universidad de Costa Rica

Señor Ministro:

         Dados los tiempos que corren, le escribo sin ninguna expectativa de obtener respuesta de su parte. Sin embargo, creo que lo que tengo que decirle rebasa lo interpersonal para alcanzar un evidente interés público. Además, he llegado a la triste conclusión de que usted encarna, como pocos, el extravío político y moral al que nos ha conducido la deriva autoritaria del gobierno Chaves Robles.

         Conocí al joven Zamora en las aulas universitarias como una persona estudiosa, responsable, muy respetuosa y con claros afanes de superación. Me alegré sinceramente cuando lo vi ocupar, muy temprano, puestos de importancia en la función pública. Asimismo, estuve gratamente impresionado con el currículum que presentó cuando, no hace mucho, estuvo concursando para Defensor de los Habitantes, donde usted destacaba su preparación teórica y experiencia práctica en temas relevantes como Derechos Humanos, Estado Social de Derecho y, muy valiosa, su preparación en la doctrina para una Policía democrática. Por años su trayectoria, como la de muchos excelentes alumnos que tuve el privilegio de tener en las aulas, me hacía sentir, como profesor, el orgullo propio de “la misión cumplida”.

         Pero he aquí que ahora me enfrento a un hombre irreconocible. Se percibe una involución ética y política que sólo la embriaguez del poder es capaz de obrar en los seres humanos. Porque a diferencia de muchos improvisados y oportunistas, usted no puede alegar que no lo sabía, que no lo estudió, que no lo conoce. Porque al lado del gritón de los miércoles, con cara de “chiquillo regañado”, me produce una sensación de frustración y fracaso que también, de alguna manera, alcanzan a este profe.

         Por esta razón caen como piedras rodantes las preguntas impostergables. De veras, don Mario, ¿vale la pena tirar por el caño tanto estudio y patrimonio profesional a cambio de un ministerio en el gabinete más mediocre e inestable de que tenemos memoria? ¿Vale la pena cohonestar como referente en materias de seguridad, sistema penal y régimen penitenciario al fûhrer de los campos de concentración del siglo XXI, Nayib Bukele? De veras, don Mario, ¿está usted dispuesto a pasar a la historia como ese ministro que calló y fue cómplice de los llamados a la sedición y al derramamiento de sangre entre costarricenses, por los delirios presidenciales?

         Ha llegado usted tan lejos, sobre todo en el manejo oscuro del tema de crimen organizado y narcotráfico que, a estas alturas de mi carta, puede usted estarse riendo y con ganas de enterrarme en cajita blanca. La verdad es que no sé si queda algo del Mario Zamora de antes. Pero algo muy hondo sobrevive de mi formación cristiana, de la posibilidad que tenemos todos de reconocer errores y vicios, corregirlos y tratar de salvarnos. Usted todavía está a tiempo de bajarse de un tren a toda velocidad y sin frenos, rumbo al despeñadero. Ojalá la vida le dé oportunidad de recuperar una carrera prestigiosa y jamás tenga que conocer al sistema penal desde el otro lado del mostrador.

Vocabulario arrabalero

Dr. Óscar Aguilar Bulgarelli

No hay duda de que, los autócratas y aspirantes a tal de nuevo cuño, sea cual sea su signo o inclinación ideológica no soportan el disenso, es decir, el derecho de los demás de pensar y expresar sus diferencias de criterio libremente. Ese es un elemento básico de la democracia que, cuando se pierde, acaba con ella, pues como dice G.Chiodi en su libro “Tácito Dissenso”:

  • cuando el disenso se calla, para una democracia debería sonar la alarma.

Por ello, cuando los sectores económicos del mundo, de la mano de sus ideólogos del neoliberalismo impusieron las leyes del mercado, se aliaron con los sectores políticos y los medios de comunicación para imponer, casi como una regla, el pensamiento único; nunca imaginaron que estaban creando el caldo de cultivo donde se encubarían poco tiempo después, las nuevas autocracias; que se valdrán de los mismos instrumentos de la democracia para, como las termitas, destruirla por dentro desde sus cimientos.

Hoy la democracia y las sociedades que la sustentan tiene tres tendencias que la destruyen día con día y que Diego Fusaro en “Disentir o Filosofía del Disenso” las ha definido así:

  • a) vaciamiento de la soberanía popular (remplazada por las imposiciones sistémicas, por la voluntad de los mercados, y el eficiente automatismo de los gobiernos técnicos; b) la desigualdad, cada vez mayor entre el vértice y la base que conduce a la polarización hiperbólica de la sociedad; c) la atrofia generalizada de las formas del disenso, como la negación de los espacios del pensamiento antagónico y no alineado con el orden simbólico imperante… (Fusaro D. 2022. P.34)

Y como bien señala, el disenso se obstaculiza de muchas formas, pero, muy especialmente, a través de la prensa, los medios de comunicación de masas y en los últimos quince años especialmente, en las famosas redes sociales donde, irresponsablemente, se ensucia la honra ajena y se calumnia sin misericordia utilizando el vocabulario más arrabalero que se pueda imaginar.

De esta forma, se ha ido destruyendo al ser humano como persona, en su identidad, en su familia, no tiene conciencia propia que le permita tener sentido de oposición al disgusto, el trabajo ya no es estable y va cayendo en un desarraigo no solo territorial, sino mental; pues pierde la identidad de su entorno, primero local y luego total, es simplemente un objeto de relativo valor. Su mente, atrofiada por una meditada y mal intencionada “mediocratización” de la educación y esos medios de comunicación, se ve limitada en la capacidad de pensar, reflexionar, el uso del lenguaje es limitado, ya no se habla, sino que se balbucea y se vuelve incapaz de responder al más simple cuestionamiento.

Dominada la mente, masificado el individuo, desarraigado de su pasado, es carne de cañón para el mensaje del autócrata que necesita, precisamente, que esa masa no piense, que simplemente guste y entienda su mensaje que jamás será profundo y racional, sino burdo, superficial, grosero, agresivo y arrabalero hasta el insulto más procaz. Entonces, veamos algunos ejemplos de presidentes que en el mundo hacen gala de ese lenguaje: Nicolás Maduro trató a Alberto Núñez Feijoo del Partido Popular español de vagabundo, traidor y narcotraficante; Javier Milei de Argentina dijo que el Papa Francisco era un imbécil, representante del maligno y comunista y publicó un “meme” para burlarse de León XIV; Daniel Ortega trató a Gustavo Petro de Colombia y Lula Da Silva de Brasil de traidores arrastrados y, para cerrar estos ejemplos con broche de oro, Donald Trump trató recientemente a Jerome Powell presidente de la Reserva Federal (FED), de “tonto sin ideas”, y ante la imposición de impuestos a las importaciones dijo que, nada menos, los representantes de todos los países del orbe “me llaman para besarme el culo”… sobran las palabras y comentarios.

Pero en el terruño de los “ticos básicos” como los calificó Pilar Cisneros, el presidente Chaves trató a los periodistas de ratas, a los diputados como inútiles mafiosos, chantajistas, banda de corruptos, mal nacidos, vagos, mezquinos, cucarachas, etc. Qué sentido educativo puede tener esa letanía en la población si no es repetir y decir lo mismo, abonado con un creciente sentimiento de odio que se inspira desde la misma silla presidencial.

Como bien lo explica Ece Temelkuran en “Como Perder un País”, la estrategia que siguen para imponer las dictaduras y autoritarismos es, primero destruir las voces de la oposición filtrando sus criterios a través de ejércitos de troles que

  • simplifican, multiplican y utilizan como munición para colonizar el ámbito de las comunicaciones políticas. Al poco tiempo la comunicación se sume en el caos transformando la forma de hablar de los intelectuales y convirtiéndolos en pandilleros semánticos. La actividad intelectual pasa a ser una mera cuestión de reaccionar a los diversos fragmentos del discurso populista con sarcasmo en un intento de combatirlos con sus propias armas. El lenguaje del debate político se reduce a una especie de lucha libre donde todo está permitido…convertida en un asunto global…” (Temelkuran E.2019. Pp. 80-81)

Ese fenómeno mundial de un lenguaje chabacano, lamentablemente, no solo ha alcanzado a los sectores populares o los niveles de la “gradería de sol”, como los calificó en su momento don Alberto Cañas, sino que, en tanto el populismo ha ido ganando espacios de poder, también ha atraído o enamorado a sectores intelectuales y empresariales, que se alinean en búsqueda de los beneficios que conlleva ese populismo en lo económico y político o porque se vuelve una actitud un tanto normal. No tienen empacho en asumir, también, el vocabulario arrabalero en sus respuestas orales o escritas contra los opositores a ese fenómeno, por la sencilla razón de que son conscientes que su uso provoca miedo, temores y angustias en sus contrarios, que entonces prefieren el silencio o el “perfil bajo” aunque ello conlleve, a la larga, la pérdida total de la libertad, la democracia y conviertan a la sociedad en un conjunto de mercachifles o esclavos asalariados, incapaces de pensar.

Ese lenguaje, disperso a través de los medios vasallos y las redes sociales plagadas de granjas de troles pagados y al servicio del autócrata o aspirante a tal, se utiliza especialmente contra la institucionalidad, utilizando la posverdad y las mentiras completas, que no soportan en menor análisis serio y profundo para demostrar su falsedad, y cuando eso se produce, simplemente basta la reiteración de la mentira desinformativa para mantener el apoyo a los programas o proyectos del autócrata, por descabellados, inconstitucionales, ilegales o desaforados que estos sean.

Ese lenguaje chabacano es fundamental para fomentar los odios. Para ello se ataca el pasado, la historia, en síntesis, el patrimonio cultural que es fundamental para defender y sostener la institucionalidad. Como principal instrumento y estrategia se utiliza una gran mentira, se dice y reitera que ese pasado está plagado de corrupción porque los grupos dominantes, lo que han hecho es utilizar esas instituciones para su propio beneficio.

En el caso de Costa Rica, desde las opiniones dadas por el propio Rodrigo Chaves, su principal vocera Pilar Cisneros y de ahí para abajo todos sus exaltados repetidores, están plagadas de inexactitudes históricas y opiniones negativas e infundadas sobre la institucionalidad, que no soportan ni el menor análisis serio, analítico, documentado y académico al que ellos no están acostumbrados ni les importa. Por el contrario, es la reiteración de la mentira y el desmesurado llamado al odio lo que les basta y sobra, con lo cual tienen a sus huestes embelesadas con ignorancia, mala fe, cizaña y gritos estentóreos de odio, y por qué no, talvez, hasta algún pingüe beneficio.

Como bien lo señala Natascha Strobl en “La Nueva Derecha” estos enemigos de la democracia y la libertad, ocultan debajo de una tenue capa de modales civilizados y hasta gentiles, que pronto saltan en pedazos por…

  • “… las actitudes autoritarias que se hacen cada vez más visibles, sobre todo en forma de una retórica cada vez más gamberra…” (Stroll.2021. P. 28)

Breve, concreta y certera descripción de la forma como se presentan ante “su público” el presidente Rodrigo Chaves y sus adláteres que lo siguen de tarima en tarima, aplaudiendo, gritando y haciendo preguntas, previamente montadas, por pseudo periodistas de medios vasallos, muy bien pagados, como se ha demostrado y que sirven de caja de resonancia junto con las bandas tirolesas, verdaderos sicarios en las redes sociales, para difundir los infundios, insultados y ataques despiadados a la institucionalidad democrática nacional.

Con esa estrategia, quieren convertir al costarricense que, reitero para no olvidar, Pilar Cisneros calificó de “básico” es decir, un mediocre que se lo cree todo, en un individuo sin identidad, sin conciencia opositora al régimen autoritario con que sueña el chavismo, olvidado de sus raíces y su patrimonio cultural, casi sin arraigos, obediente, sumiso y temeroso. Para ello la utilización de ese lenguaje arrabalero y gamberro es importante, pues es la forma para mantener un bajo nivel intelectual, cultural y social y hasta ético del ciudadano.

La democracia costarricense está en peligro, se ha perdido el sentido del valor humano, espiritual y cultural de lo eterno, de lo trascendente, de lo verdaderamente importante y hermoso que encontramos en esa casa de adobe o el colibrí, que según Pilar Cisneros no crean riqueza ni bienestar; para conformar una sociedad materialista, superficial, mediatizada, sin voluntad y sin criterio propio; la mayor aspiración es entonces convertir nuestro pueblo en una sociedad mediocre, temerosa y esclava de la ignorancia, sin disensos, a la que lo llevaron, lavado cerebral incluido, con su vocabulario chabacano.