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Etiqueta: centenario

Los vestigios de un puente centenario

El vetusto puente, sostenido sobre la roca central del cauce del río Reventazón y el bastión de la ribera derecha. Foto: Luko Hilje.

Publicado originalmente en le revista digital europea MEER

Luko Hilje Q. (luko@ice.co.cr)

Tuve la fortuna de laborar por 13 años como entomólogo agrícola y forestal en el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), ubicado en Turrialba, tras lo cual fui honrado con el título de profesor emérito, por lo que todavía mantengo vínculos con tan querida institución. Aún más, siempre viví en su campus, en el sector denominado 109, y tan cerca del otrora caudaloso río Reventazón, que su apacible rumor nos arrullaba todas las noches, como trasfondo de los incesantes y gratos coros de grillos, ranas y cuyeos. ¡Ah noches plácidas, de naturaleza pura!

Sin embargo, nunca reparé en que un poco aguas abajo del largo puente que desde inicios de 1962 permite la comunicación entre las ciudades de Turrialba y Siquirres —localizado a unos 200 metros de nuestra casa, en línea recta— hay vestigios de un puente metálico de gran significado histórico. No es fácil observarlo, pues está bastante escondido entre la vegetación de ambas riberas. Eso explica que nunca lo viera —a pesar de mi prolongada estadía ahí—, aunque lo cierto es que las innumerables veces que transité por ahí fue en automóvil, concentrado en manejar por las escarpadas, retorcidas y peligrosas pendientes de la cuenca del río.

Irónicamente, no fue sino cuando ya vivía en Heredia que, ante una pregunta que le hice para un libro que estaba escribiendo, mi amigo Manuel Barahona Camacho me envió una fotografía del antiguo puentecito, enmarcado en una espléndida floración anaranjada de árboles de poró. ¡Una auténtica postal!

Fue así como me propuse conocerlo de cerca. Por tanto, junto con mi ex asistente Arturo Ramírez Naranjo, en numerosas visitas a Turrialba he recorrido varias veces su entorno inmediato, y tomado decenas de fotografías. Para entonces ya me había sumergido en abundantes y añosos documentos en el Archivo Nacional, que me permitirían desentrañar la historia de ese sitio, que quedó plasmada en dos artículos académicos, publicados en revistas universitarias.

El piso del viejo puente, visto desde el cauce del río. Foto: Luko Hilje.

Ahora bien, puesto que este año se conmemora el centenario de la inauguración del citado puente, en el presente artículo deseo hacer un resumen de su historia. Al respecto, el lector puede consultar nuestro artículo Los puentes en Angostura, Turrialba, el cual apareció en el 2017 en la revista Comunicación (26(2): 97-127), del Instituto Tecnológico de Costa Rica.

Una alternativa al camino de Matina

Durante la conquista del territorio de Costa Rica por parte de los españoles, se necesitaba una vía que comunicara el litoral del Caribe con Cartago, la capital de entonces. Y fue así como se abrió el célebre y hasta mítico camino a Matina, que era una trocha por terrenos de muy densas selvas y escabrosa topografía. Al respecto, cabe acotar que en 1838 el ingeniero inglés Henry Cooper Johnson hizo un puntilloso reconocimiento de dicha ruta, y nos legó un muy detallado relato de su curso. En años recientes, con la ayuda del amigo Juan Manuel Castro Alfaro, topógrafo y gran conocedor del territorio nacional, fue posible trazar ese curso sobre las actuales hojas cartográficas del Instituto Geográfico Nacional, y así elaborar un mapa veraz y de gran calidad estética —gracias al amigo Felipe Abarca Fedullo—, que aparece como un anexo de mi libro Turrialba en la mirada de los viajeros.

En su relato, Cooper comunicó al gobierno del mandatario Manuel Aguilar Chacón —que fue el que le encomendó esa delicada y extenuante labor— lo adversas que eran las condiciones para establecer una ruta firme, para que transitaran por ahí los centenares de carretas tiradas por bueyes que trasegarían el café que se deseaba exportar a Europa. Y, aunque extensos trechos del camino eran inapropiados, al acercarse a la ribera del río Reventazón era «donde la chancha torcía el rabo». En efecto, en un paraje no muy lejano de la actual ciudad de Siquirres —zona donde ya está explayado el río—, su cauce era excesivamente amplio, y portador de un desmesurado caudal. Tan es así, que el ancho del cauce era de unos 100 metros en tiempo normal, y de hasta 250 metros cuando arreciaban los temporales y había lluvias torrenciales.

El bastión de la ribera izquierda y la roca central del cauce. Foto: Luko Hilje.

Ese paraje estaba cerca de La Junta, donde en 1882 la Northern Railway Company tendió un puente ferroviario de dos cuerpos, de 198 m de extensión, el cual se puede observar hoy desde la ruta 32, aguas abajo y no muy lejos del actual y muy extenso puente del Reventazón. En aquella época, todo cuanto había ahí era un par de ranchos pajizos, y se denominaba La Canoa, porque era donde había una canoa para cruzar el río. Las canoas podrían transportar personas y bultos pequeños, pero jamás miles de sacos de café.

En síntesis, por la amplitud del cauce y las correntadas, con las tecnologías de la época no era viable construir un puente para carretas en tan amplio cauce, ni tampoco colocar una barcaza o “ferry” sujetada a un cable o andarivel, como la que existió en el río Barranca, de modo que las carretas no tuvieran que vadear este río para llegar a Puntarenas. Por tanto, había que buscar una opción para soslayar el Reventazón por otra zona, aguas arriba.

El sitio ideal para tender un puente

Aun así, sin haber visualizado una solución técnica para este nudo gordiano, Braulio Carrillo Colina —quien derrocó a Aguilar—, optó por mejorar la vereda existente, en vez de abrir una nueva por otro lado, y cuando ya se había avanzado unos 63 kilómetros, en 1842 fue Carrillo el depuesto por el general Francisco Morazán, quien dejó al garete la obra. Sin embargo, tan importante era ese camino para el desarrollo del país que, al ascender a la presidencia Juan Rafael (Juanito) Mora Porras, le dio prioridad y, con gran ejecutividad, menos de seis meses después, en junio de 1850, lograba que se estableciera la Sociedad Itineraria del Norte para que se dedicara a la construcción del camino.

Este ente público-privado entró en acción con prontitud, y ya para diciembre había contratado una cuadrilla de baquianos, encabezada por Antolín Quesada —mestizo oriundo de Paraíso— para que, a partir de Urasca, en el valle de Orosi, recorriera el Reventazón en busca de un punto estrecho, donde se pudiera tender un puente para carretas. Después de una semana de arduas labores y penalidades por la impenetrable y escarpada ribera izquierda del río, la empresa fue coronada con éxito, pues en medio de aquellos silenciosos boscajes, de súbito los exploradores hallaron dos angosturas, no muy lejos de Turrialba; para entonces, este villorrio se asentaba no en el valle actual, sino en las lomas de Colorado, a unos 10 kilómetros del río Reventazón.

El puente ya inaugurado, el 3 de junio de 1923. Foto: Manuel Gómez Miralles.

Informada de tan importante hallazgo, en enero de 1851 la Sociedad envió una comitiva para verificar tal descubrimiento, lo cual alegró mucho a todos pues, efectivamente, ahora se contaba con dos puntos aptos para el proyecto de puente. Aún más, si bien estaban muy cercanos entre sí, el primer estrechamiento tenía la inmensa ventaja de que en medio del cauce del río había una inmensa roca, la cual podría servir como un soporte natural para afianzar bien el puente. Así que…, ¡manos a la obra!

Sin embargo, no todo era tan sencillo, y demoró un año el planeamiento, la búsqueda de financiamiento y la ejecución de la obra. En efecto, para inicios de 1852 ya estaba construido ahí un puente de siete vigas o troncos de unos 22 metros de longitud, colocados sobre bastiones de cal y piedra. Su diseño e instalación fueron ejecutados por el empresario y agricultor catalán Buenaventura Espinach Gual, quien era el presidente de la Sociedad.

Fue justamente por esa época que apareció en escena el barón Alexander von Bülow, ingeniero y economista alemán que lideraba los esfuerzos de la Sociedad Berlinesa de Colonización para Centroamérica, orientados a establecer asentamientos agrícolas en nuestro istmo. Tras sendos fracasos en Guatemala y Nicaragua, por entonces no sabía dónde fundar uno en Costa Rica, pero, al enterarse de los avances de la Sociedad Itineraria del Norte, les propuso un pacto. Se trataba de instalar una colonia alemana en Angostura —nombre adquirido gracias al hallazgo de Antolín Quesada— y, desde ahí, construir un camino hasta Moín o Limón, donde además se erigiría una ciudad-puerto.

Es pertinente indicar que a von Bülow no le satisfizo el puente, pues consideró que se necesitaba uno más sólido y confiable, y le encargó el diseño de uno nuevo al ingeniero alemán Francisco Kurtze, quien cumplió a cabalidad la tarea encomendada. No obstante, debido a innumerables dificultades, que aparecen detalladas en nuestro libro La bandera prusiana ondeó en Angostura, ya para fines de 1853 el proyecto de colonia había abortado.

Por fortuna, Kurtze conservó consigo el croquis del puente. Y, para su fortuna, la gran oportunidad vendría, durante el primer gobierno del cartaginés Jesús Jiménez Zamora, quien se empeñó en retomar el proyecto del camino a Limón. Para entonces Kurtze fungía como director general de Obras Públicas, lo que le permitió sugerir y concretar su sueño, de modo que el puente se construyó, y fue inaugurado el 27 de marzo de 1865. Algunos viajeros europeos que pasaron por Angostura en años posteriores atestiguaron la belleza de ese puente de madera, que tenía forma de arco aéreo y con un techo de tablitas de madera de pejibaye, parecidas a tejas. Cabe destacar que, como parte de la meritoria iniciativa del presidente Jiménez, para entonces también se había abierto un tramo de 13,5 kilómetros de camino, que comunicaba Angostura con Cacao, cerca de donde hoy están los caseríos de La Flor y Pilón de Azúcar.

A pesar de ser de madera y estar expuesto a las incesantes lluvias y altas temperaturas que caracterizan a Turrialba, el citado puente duró más de medio siglo, aunque en realidad Kurtze había previsto que duraría de 30 a 35 años. Sin embargo, desde hacía muchos años estaba bastante deteriorado, por lo que se le habían hecho varias reparaciones.

El anhelado puente de metal

Obviamente, urgía contar con un puente más firme y duradero, pero a lo largo del tiempo los gobernantes pusieron oídos sordos al clamor de los vecinos. Y no sería sino hasta 1923, con el advenimiento del gobierno del ramonense Julio Acosta García (1920-1924), líder del movimiento popular que destronó a la dictadura de los hermanos Joaquín y Federico Tinoco, que se acogerían las peticiones de los turrialbeños. No obstante, fueron precedidas por continuos y abundantes reclamos, que la municipalidad local no siempre supo atender.

Al fin de cuentas, surgido de la mente del ingeniero Fernando Cabezas Zaldívar, se contó con el diseño de un puente de hierro, construido en los talleres de la Dirección General de Obras Públicas, de la Secretaría de Fomento. Es decir, fue un puente surgido de mentes y manos costarricenses. Y, una vez que estuvieron listas las diferentes partes de la estructura, fueron transportadas poco a poco hasta Turrialba, en vagones-plataforma de la Northern Railway Company. Correspondió a los maestros de obra Vicente Ramírez y José Hernández ensamblar toda la estructura, que estuvo lista a mediados de 1923. Los costos implicados equivalieron a la hoy risible suma de ₡ 5.565,95.

Es pertinente indicar que, a partir de la ribera izquierda del Reventazón, se instaló un puente corto y con barandas bajas, que permitía comunicar dicha ribera con la gran roca que hay en medio del río. Asimismo, la parte superior de la roca fue acondicionada para facilitar el acceso al nuevo puente, de 24 metros de longitud, con extensiones en cada extremo, para afianzarlo sobre esta roca y el bastión de la ribera derecha.

Enhiesto en medio de aquel entorno de abundante verdor y turbulentas aguas, así como elevado 26 metros por sobre la superficie de la corriente del río, el nuevo puente lucía majestuoso aquella soleada mañana del domingo 3 de junio de 1923, cuando la comitiva encabezada por el presidente Acosta llegó hasta él, para inaugurarlo. De súbito, estaba frente a él un séquito de más de 20 personas, de ministros, invitados especiales y periodistas, etc., a quienes se sumaron unos 50 miembros de la comunidad turrialbeña. En medio del júbilo, y después de la entonación del himno nacional, hubo algunos discursos breves, y el acto alcanzó su clímax cuando, de manera simbólica, se quebró una botella de champán contra una cercha del puente. Casi de inmediato, el sacerdote alemán Santiago Bellut bendijo la tan anhelada estructura.

Poco después, la comitiva partió en sus cabalgaduras hacia la ciudad de Turrialba, donde durante el resto del día se vivió una auténtica fiesta, de la cual quedó un inestimable testimonio en 13 impecables imágenes, captadas por el célebre Manuel Gómez Miralles, quien era el fotógrafo oficial del gobierno de Acosta. Las pude conseguir gracias al recordado amigo Julio Ernesto Revollo Acosta —nieto del presidente Acosta—, y fue así como me fue posible reproducirlas en el artículo ¡Día de fiesta en Turrialba! Un testimonio fotográfico de la inauguración del puente en Angostura, en 1923; éste apareció en el 2019 en la revista Herencia (32(1): 7-23), de la Universidad de Costa Rica.

Cercha del viejo puente, invadida por la vegetación. Foto: Luko Hilje.

Palabras finales

Con los años, conforme el camino hasta Siquirres fue mejorado, e incluso asfaltado, fue este puente el que hizo posible el tránsito de carretas, y después de automóviles, hasta dicha ciudad caribeña. Lamentablemente, la pavimentación del camino que comunicaba Siquirres con Puerto Limón demoraría poco más de medio siglo, al punto de que la comunicación vial desde el Valle Central hasta el litoral Caribe no fue factible sino en la administración de Daniel Oduber Quirós (1974-1978). Fue entonces cuando realmente cristalizó el sueño de los tres mandatarios que más insistieron en integrar la actual provincia de Limón al resto del país: Manuel Aguilar, Braulio Carrillo y Juan Rafael Mora. Para entonces ya se contaba con el actual puente, inaugurado poco antes de concluir la administración de Mario Echandi Jiménez (1958-1962).

Mientras tanto, como testigo mudo de estos y muchos otros aconteceres, ahí están hasta hoy los vestigios del otrora tan útil puentecito, del cual persisten los bastiones de ambas riberas, así como las cerchas de ambos lados, muy oxidadas y carcomidas por la infalible intemperie. Cabe aclarar que nunca funcionó como un puente ferroviario, como lo afirman algunas personas de manera infundada, pues por ese punto nunca hubo línea del tren.

Para concluir, deseo aprovechar esta oportunidad para proponer que la Municipalidad de Turrialba, junto con el Instituto Costarricense de Electricidad, el Instituto Costarricense de Turismo y otros entes locales, impulsen acciones para restaurar ese puentecito, de modo que se convierta en un símbolo, así como en un componente de un circuito turístico del cantón, junto el paraje donde se intentó erigir la colonia alemana en Angostura, la recién restaurada estación del ferrocarril y otros hitos históricos.

Asimismo, sugiero que se bautice el actual puente largo con el nombre de Antolín Quesada, humilde ciudadano de origen indígena, que fue el verdadero descubridor del sitio de Angostura. Por cierto, en 1864 él había efectuado el primer ascenso documentado al volcán Turrialba, junto con los cartagineses Manuel y Francisco Guillén, tras lo cual el farmacéutico alemán Juan Braun organizó una expedición a su cima; Braun dejó un testimonio escrito, que aparece en nuestro artículo Un ascenso histórico al volcán Turrialba, publicado en el 2008 en la revista Herencia (21(2): 79-89).

Así que, amigos lectores, si ustedes desconocían esta historia, la próxima vez que pasen por ahí, agucen su mirada para detectar entre la vegetación ese vetusto pero bello puentecito. Y, al observarlo, podrán revivir en sus mentes las expectativas, vicisitudes, angustias, dolores, celebraciones y alegrías de tantos seres humanos que tuvieron relación con él a lo largo de su historia, las cuales he narrado —al menos de manera parcial— en este artículo.

Invitación a inauguración de la exposición «Un siglo de luchas: centenario de la Liga Feminista»

La Benemérita Biblioteca Nacional, la Universidad de Costa Rica y el Foro de Mujeres Políticas se complacen en invitarle a la inauguración de la exposición Un siglo de luchas: centenario de la Liga Feminista. La conferencia inaugural estará a cargo de la Dra. Macarena Barahona-Riera, investigadora y académica de la Universidad de Costa Rica.

La actividad se realizará el martes 3 de octubre a las 4:00 p.m. en la Benemérita Biblioteca Nacional y también se transmitirá por el Facebook Biblioteca Nacional https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/

La exposición estará abierta al público del 3 al 27 de octubre, de lunes a viernes de 8:00 a.m. a 6:00 p.m.

Costa Rica en su centenario

El pasado viernes 11 de febrero del 2022 en el programa radial Alternativas se desarrolló el tema: “Costa Rica en su centenario”; Se contó con la participación de:

  • Hamer Salazar, naturalista, investigador y escritor.
  • Francisco Camacho, presidente Asociación Amubis (gestión y producción cultural)
  • Ricardo García, dirigente del Magisterio Nacional, ex secretario de la Confederación de Educadores de América. 
  • Alberto Vega, magister en Administración y Derecho Municipales
  • Marvin Quesada, docente catedrático. Sede Occidente, Universidad de Costa Rica

En este espacio, se conversó acerca del centenario de la independencia patria, a la Costa Rica de hace un siglo. Como punto de partida, se utilizó el diccionario histórico geográfico de Costa Rica.

Se le invita a sintonizar este programa. Compartimos el enlace a Facebook Live de Alternativas:   https://www.facebook.com/AlternativasGrecia/videos/649281199743702

Carta del centenario de Paulo Freire

SURCOS comparte la siguiente información:

Declaración final

Encuentro Internacional “Educación Popular y Ciudadanía: Experiencias y Desafíos”

4 de octubre de 2021

Mucho más que una doctrina económica o un conjunto de políticas y acciones, el neoliberalismo es una verdadera concepción del mundo y de sociedad que busca la deconstrucción de los espacios colectivos de trabajo y sociabilidad, descompone lazos de cohesión y solidaridad, socava la fe en la fuerza de la acción colectiva, promueve el individualismo y el espíritu empresarial competitivos. En los últimos años, aunque de diferentes formas, en los más diversos países, tanto en los periféricos como en los centrales, las fuerzas políticas y sociales populares y progresistas han sido desafiadas, más que nunca, a emprender una verdadera lucha cultural para la cual, en muchos casos, no estaban preparadas.

La educación y la cultura, de hecho, se han convertido en uno de los campos de batalla decisivos de la guerra sin cuartel declarada a la democracia, a la libertad de expresión y al concepto mismo de ciudadanía, entendido como la construcción histórica de seres humanos libres, libres para construir y construir su mundo … y no individuos serviles y domesticados.

En América Latina, África y Asia, así como en América del Norte y Europa, gobiernos y movimientos xenófobos, homofóbicos, supremacistas y racistas pretenden negar y destruir las posibilidades de supervivencia y renovación de conocimientos y culturas de los sectores subalternos. Lo que está en juego es: ¿qué valores, cosmovisiones, conceptos y prácticas serán hegemónicos en el tejido social y sobre qué base se puede construir una sociedad libre, democrática y justa, confiando en el potencial transformador de la diversidad y la educación crítica?

De ahí la enorme relevancia de Paulo Freire y su llamado a una pedagogía emancipadora y popular, una pedagogía emancipadora porque es popular y que es popular porque es emancipadora, una educación concebida como reconocimiento e intercambio de conocimientos, como un proceso simultáneo y relacional de construcción de educadores y educandos, parte de un proceso que, al transformarnos a ambos, nos permite transformar el mundo en el que vivimos.

Afirmar la relevancia de la Educación Popular requiere reconocer, sin embargo, los múltiples y nuevos desafíos que enfrenta. Para que la Educación Popular impulse y revolucione una Escuela Pública que, en los últimos 50 años, ha avanzado en los países periféricos hacia la universalización, pero también hacia una enseñanza pobre, homogeneizadora, orientada a formar y disciplinar a los hijos de la clase trabajadora. Para que la Educación Popular absorba, se desarrolle y se proyecte en la lucha por la justicia ambiental y por un tratamiento integral e integrador, holístico, de la crisis ambiental y del cambio climático. Para que la Educación Popular se fortalezca y se enriquezca a partir de las experiencias de la agroecología y contribuya al avance de las luchas por la reforma agraria. Para que nos apropiemos y aprendamos con las nuevas formas de asociativismo, cooperativismo y economía popular y solidaria. Para que la Educación Popular sepa manejar creativamente las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, con el creciente acceso a medios de difusión de ideas que, contradictoriamente, conviven con el control oligopólico de los medios y plataformas de comunicación.

La Educación Popular también tiene el desafío de ser parte de la formación de subjetividades capaces de tratar con identidades de clase, género, etnia y otras. Y deberá avanzar en la articulación y complementariedad de saberes a nivel local, regional, nacional e internacional, contribuyendo a que los procesos de lucha reconozcan las singularidades locales y, a la vez, se afirmen en la necesaria convergencia internacional de luchas que respondan a los intereses comunes de todos los pueblos.

La razón de ser y el significado de la Educación Popular permanecen, como en sus orígenes, en el reconocimiento de que la práctica social, como praxis, constituye la base sobre la cual se produce el conocimiento y surgen las conciencias críticas capaces de impulsar procesos de transformación social. Pero estos principios hoy deben ser discutidos e implementados en un mundo que redefine las relaciones sociales y escalas de acción y reflexión, exigiendo una reconfiguración en la lucha por el mundo del Buen Vivir, inseparable de la construcción de una episteme decolonial y pluriversa que permita superar la colonialidad de conocimientos y poderes.

Reconocer que la sociedad contemporánea se enfrenta a una crisis sistémica que afecta los cimientos mismos de la sociedad y las condiciones de reproducción de la base material de la existencia de los seres humanos y otros seres vivos, es reconocer que la Educación Popular, más que nunca, tiene el desafío de contribuir a la invención de formas y modos de vida emancipadores, cooperativos, solidarios, en armonía con la naturaleza … que sólo serán posibles allí y cuando la Educación Popular y los educadores populares no se constituyan como un segmento particular del campo popular, sino cuando estén plenamente comprometidos, activos y en diálogo con los procesos de lucha y con los y las que luchan.

Si los desafíos son enormes, también parecen enormes las posibilidades de que los procesos de Educación Popular jueguen un papel relevante en la resistencia a la barbarie y en la construcción de nuevos y coexistentes, múltiples y diversos mundos posibles. Las celebraciones por el Centenario de Paulo Freire mostraron este potencial y arrojaron luz sobre la riqueza, diversidad, creciente conciencia e impacto de las dinámicas de educación popular inspiradas en el pensamiento y la obra de Paulo Freire.

Ha llegado el momento de continuar por el camino abierto por el Centenario.

¡Paulo Freire vive!

Adjuntamos el documento oficial:

UCR, Cien años atrás en la historia: Centroamérica celebra su centenario de Independencia

Libro analiza la conmemoración que se realizó en 1921, para estudiar los cambios en la esfera pública, en la cultura política y en la construcción de la identidad nacional y centroamericana

El libro forma parte de la colección Bicentenario de la Independencia de Centroamérica, de la Editorial UCR. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.

La historiadora y directora del Instituto de Investigaciones en Arte (IIArte) de la Universidad de Costa Rica (UCR), Patricia Fumero Vargas, detalla cómo fue la celebración de los primeros 100 años de independencia en la región centroamericana, en el libro “Festejos y Símbolos: el primer centenario de la independencia de Centroamérica”.

El libro fue publicado por la Editorial UCR y forma parte de la colección Bicentenario de la Independencia de Centroamérica.

Los pueblos, los actores políticos, las manifestaciones culturales y los festejos de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica en 1921 son los objetos de estudio de la investigación.

Fumero Vargas dedicó tres años al estudio y recopilación de los principales hitos históricos que marcaron el centenario de la independencia en el istmo y mediante becas de investigación organizó un periplo para recorrer la región en búsqueda de finalizar su proyecto.

“Primero inicié con la revisión de algunos periódicos, archivos públicos y privados, ya después tuve dos o tres diferentes momentos y estancias de investigación en cada uno de los países y donde los colegas centroamericanos aportaron no solo la calidez humana sino que también el apoyo en el proceso de investigación”, comentó la autora del libro.

El texto nos transporta 100 años atrás, donde en la región centroamericana convivieron dos modelos distintos de creación del nacionalismo. Por un lado, la unión entre Guatemala, El Salvador y Honduras en lo que se llamó “El Triángulo del Norte”. Mientras que en Nicaragua y en Costa Rica existía un sentimiento mucho más nacionalista y anclado a lo invidiual.

En nuestro país, ese sentimiento inició su proceso de desarrollo desde el año 1913, cuando el sistema educativo costarricense empezó a resaltar los símbolos nacionales como elementos de unión patria.

“Desde que se inició a concebir y cantar las notas del Himno Nacional y además estudiar los símbolos nacionales, empezamos a fortalecer la idea de que somos ticos. Y este sentimiento fue aún más fuerte para 1921 porque ya más del 80% de la población había ido a la escuela”, explicó Fumero Vargas.

Mientras en los otros países del istmo, se vivían tiempos particulares en la historia. En Guatemala y El Salvador habían terminado las dictaduras, por lo que se dio una apertura política y un proceso de democratización, y por primera vez desde las leyes liberales de 1880, en Guatemala se nombró a un Arzobispo.

A pesar de esas diferencias nacionales y culturales entre los países, para setiembre de 1921, Centroamérica se volvería a unir y celebraría el centenario de vida independiente de manera conjunta.

Esta vez, la unión surgió como respuesta ante un nuevo enemigo en la zona, los Estados Unidos. Ya con mucha influencia en los distintos países, los norteamericanos tenían grandes contratos petroleros e iniciaban sus negocios con las bananeras.

Por esta razón, Costa Rica decidió participar con una representación en la celebración del centenario que se realizó en Guatemala.

“Por Costa Rica van dos niveles de representación. El primero de ellos fue político, representado por el presidente Rafael Iglesias, dos secretarios y dos mujeres que se dice fueron su esposa y su hija. También varios periodistas que fueron a cubrir el evento”. detalló Fumero.

A pesar de que la celebración magna se llevó a cabo en Guatemala y unió a los cinco países, en Costa Rica, unas semanas antes del setiembre de hace 100 años, organizó su propia conmemoración.

Nuestra Celebración

Desde enero de 1921 inició el proceso de organización, en el país, para la celebración de los 100 años de vida independiente. Diferentes grupos sociales planearon desde sus realidades, actividades para conmemorar esta fecha tan importante para la historia nacional.

“La mayoría de celebraciones eran organizadas por las escuelas y comunidades pero también se dieron celebraciones de organizaciones gremiales, artesanos, obreros y la Iglesia Católica, quienes básicamente desfilaban por todas las ciudades y mandaban a hacer elementos decorativos, como los arcos del triunfo”, aseguró la autora.

Uno de los sectores más importantes para la celebración de este hito fue el de las mujeres costarricenses, la mayoría de ellas mediante el Club Unionista del Partido Unionista, ya que fueron las encargadas de organizar las actividades de las comunidades mediante el sistema escolar.

En el marco del Bicentenario

Para la autora, existen varios aspectos similares entre las realidades centroamericanas del primer centenario a las actuales, principalmente en el ámbito político y económico.

Temas relacionados con aranceles y aduanas, problemas con las injerencias de un país sobre otro, disputas políticas y acciones diplomáticas sin solventar, son algunos de los detalles que desde la perspectiva de ella y después de investigar las realidades pasadas, compartimos con 100 años de diferencia.

No obstante, el principal diferenciador que encuentra entre ambas realidades es la unidad y comunicación entre los países del área y cómo en aquel entonces éramos capaces de unirnos como bloque y enfrentar los problemas como tal. Ya que para ella, trabajar en conjunto como unión centroamericana es mejor que trabajar por separado.

Patricia Fumero Vargas deja un mensaje en el marco del bicentenario de vida independiente en la región donde resalta la necesidad de replantearnos qué queremos cómo sociedad y cómo podemos seguir marcando la historia como lo sucedido hace un centenar de años atrás, en conjunto, como sociedades centroamericanas.

“Lo que yo quisiera ver es cómo llegamos a pensar en qué tipo de sociedad queremos y además qué tipo de ciudadanía queremos. Debemos pensar más en los derechos humanos y no tanto en asuntos de procedencia y de dónde viene la sangre si no vernos a todos por igual. Esta responsabilidad está en nuestras manos, es nuestra decisión”, concluyó.

El libro está disponible en la Librería UCR o en el siguiente enlace.

 

Kevin Venegas Arias
Asistente de Prensa, Oficina de Divulgación e Información

Conferencia UCR: La función decolonizadora de la Universidad pública latinoamericana

En el marco de la conmemoración del centenario de la Reforma de Córdoba, la Universidad de Costa Rica realizó durante la semana del 23 al 28 de abril diversas actividades para reflexionar y discutir sobre los temas relevantes vinculados con el quehacer de la Universidad Pública latinoamericana. Uno de estos espacios fue la conferencia impartida por el Dr. Boaventura de Sousa Santos “La función decolonizadora de la Universidad pública latinoamericana”, disponible en pdf en el siguiente enlace.

Durante la conferencia se compartió el Manifiesto de Acción Social: Los dolores que quedan son las libertades que faltan, resultado de un proceso colectivo que retomó muchos de los aportes de los encuentros realizados en el Foro de Acción Social: “La Inter-acción Universidad-Sociedad: propuestas y desafíos a cien años de la Reforma de Córdoba, realizado de agosto del 2017 al 28 de abril del 2018. Le invitamos a conocer y suscribir este manifiesto.

 

Imagen de portada tomada de nota de la UCR titulada: UCR celebra el centenario de la Reforma de Córdoba

Enviado por Marjorie Jiménez Castro.

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Obra de Teatro «La Pesadilla»

  • Celebración de los 100 años de nacimiento del gran escritor nacional Fabián Dobles Rodríguez
  • Apoya a las y los artistas belemitas

 

La Asociación Cultural El Guapinol en el centenario del natalicio de Fabián Dobles R. (1918-2018) presentará la obra de teatro La Pesadilla, con la dirección de José Chaves y la actuación de Xinia Vargas, Esmeralda Zamora, Sigifredo Villegas, Joselyn Villegas y Roberto Ramírez.

Fechas:

  • 17 febrero de 2018 a las 6:30 p.m. en el Salón Comunal de la Ribera
  • 18 de febrero de 2018 a las 6:30 p.m. en el Salón Comunal de la Asunción
  • 4 de marzo de 2018 a las 6:30 p.m. Salón Parroquial San Casimiro

Valor de la entrada: 3000 colones.

Obra de Teatro La Pesadilla

Enviado por Karla Villegas Garita.

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