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Etiqueta: cine

Documental “Por primera vez” Octavio Cortázar

A modo de conmemoración el pasado 24 de marzo del 65° aniversario de la creación del Instituto de Arte e Industria Cinematográfica, la primera institución cultural creada por la Revolución Cubana, les invito a observar el documental “Por primera vez” de Octavio Cortázar en el cual se recoge la experiencia de una comunidad rural de las sierras del oriente de Cuba, donde llega «por primera vez» el cine, gracias a los cines móviles creados con este fin por la Revolución Cubana.

UCR. Nuevo ciclo de cine «8M: Ciclo del Día Internacional de la Mujer» en Conmemoración al Día Internacional de los Derechos de las Mujeres

Vacaciones de verano. Dos hermanas, Marina, de 17 años, y Luna, de 14, viajan de Costa Rica a Panamá para buscar a su papá ausente.

QUINCE UCR y la Unidad de Género de la Universidad de Costa Rica presentan el Ciclo de Cine

La Universidad de Costa Rica reafirma su compromiso con la igualdad, buscando ser una institución libre de violencia y discriminación en todas sus formas.

QUINCE UCR y la Unidad de Género de la Universidad de Costa Rica tienen el placer de anunciar el estreno del ciclo de cine «8M: Ciclo del Día Internacional de la Mujer,» en conmemoración de este día.
En la transmisión de televisión y en la plataforma de acceso libre UCRQ.tv, se encontrarán largometrajes como:

Tengo Sueños Eléctricos. Costa Rica. 2023
Directora: Valentina Maurel
Sinopsis: Eva no aguanta el hecho de que su madre quiera reformar la casa, quiere marcharse a vivir con su padre, quien está viviendo una segunda adolescencia. Eva lo sigue mientras él intenta reconectar con su deseo de convertirse en artista y de volver a encontrar el amor. Pero, como alguien que cruza un océano de adultos sin saber nadar, Eva también descubrirá la rabia que la carcome y que, sin saberlo, ha heredado de él.

Trigal. México. 2022.
Directora: Anabel Caso
Sinopsis: Durante el verano, Sofía, de trece años, se traslada a la casa de campo, donde su prima Cristina la espera para pasar las vacaciones. Durante estos días de juegos y descubrimientos las dos se verán sumergidas en un triángulo amoroso con un hombre casi veinte años mayor. Su desenlace marcará el paso de la pubertad a la adolescencia de ambas.

Las Hijas. Costa Rica, Panamá. 2023.
Directora: Kattia Zúñiga
Sinopsis: Vacaciones de verano. Dos hermanas, Marina, de 17 años, y Luna, de 14, viajan de Costa Rica a Panamá para buscar a su papá ausente. Mientras lidian con roces que surgen entre ellas, encuentran el espacio para explorar sus deseos, nuevas amistades, amantes y skate, en un viaje hacia la emancipación en el que aprenderán la virtud de, simplemente, pasar el rato. Una historia íntima y tierna de hermandad en el trópico urbano, un retrato profundo de la colorida vida adolescente.

Bailando en silencio. Argelia. 2022.
Directora: Mounia Meddour
Sinopsis: Houria es una joven y talentosa bailarina. Para luchar por sus sueños y conseguir algo de dinero, participa en apuestas clandestinas. Pero una noche, tras haber ganado una fortuna, es atacada. Tras este inesperado acontecimiento, su mundo cambiará para siempre.

Todas las películas estrenarán los domingos de marzo a las 7:00 p.m. y tendrán una segunda transmisión en la señal abierta de Quince UCR durante la semana del 17 al 20 de abril, a las 9:00 p.m.
#8M en UCR

La conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de los Derechos de las Mujeres, es una oportunidad para reflexionar sobre los logros alcanzados en la lucha por la igualdad de género y reconocer los desafíos que persisten.
La Universidad de Costa Rica reafirma su compromiso con la igualdad, buscando ser una institución libre de violencia y discriminación en todas sus formas.

La Unidad de Género y Canal QUINCE UCR se unen en este ciclo de cine para promover la reflexión sobre las narrativas feministas, la representación y las identidades. Las películas seleccionadas buscan destacar la diversidad de voces y perspectivas de las mujeres en la cinematografía regional e internacional. Este evento marca un hito en el compromiso por construir un futuro más igualitario y justo.

Disfrute el acceso libre a las películas del #8M, Ciclo del Día Internacional de la Mujer Disponible en UCRQ.tv en: http://https://www.ucrq.tv/8m-2024

Contacto QUINCE

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Rocío Fernández Monge
Quince UCR

Gabriela Mayorga López
Editora digital y periodista, Oficina de Comunicación Institucional, UCR

Alternativas. El cine como herramienta de cambio: Cine, ambiente y ciencia

El 22 de marzo de 2024, a las 6:00 p.m. Alternativas realizará el foro “El cine como herramienta de cambio: Cine, ambiente y ciencia”.

Tendrá en su panel a Silenny Montero, bióloga marina y directora Herederas, y a Ignacio Barrantes Jiménez, chef y cineasta con énfasis en producción. 

El programa se transmitirá por las plataformas digitales de Alternativas: Facebook, YouTube y Spotify. Y también se estará retransmitiendo por 107.1FM, Radio Guanacaste, Radio Soberanía y Radio Revolución. 

Juegos inocentes o poderes de la moral ocultos

Adriano Corrales Arias*

¿Será verdad que todo niño, antes de los siete años, tiene poderes ocultos –o percepción extrasensorial– dado que su inocencia –benevolencia– es intrínseca? ¿Podemos proyectar mentalmente el mal hasta materializar el daño? Son cuestiones que se me plantearon al terminar de ver la película Juegos inocentes (“De uskyldige”, 2021), segunda del realizador noruego Eskyl Vogt (la primera se llama Blind, no la he visto), traducida al inglés como The Innocents, y al castellano como Poderes ocultos. El asunto ha sido tratado con exhaustividad, tanto en el cine como en la literatura, para no hablar de la filosofía y la psicología. Sin embargo, la perspectiva de este director (guionista de La maldición de Thelma y La peor persona del mundo de Joaquim Trier) es absolutamente inédita y enigmática. Las vidas privadas de los protagonistas, que entre ellos no se comunican ni se conocen, sirven, cual ácida metáfora, para la eterna pregunta sobre si se nace siendo malo o se hace debido al entorno familiar y social.

La familia de Ida (Rakel Lenora Fløttum), conformada por su hermana mayor Anna (Alva Brynsmo Ramstad) y sus padres, se ha mudado a un nuevo apartamento en un condominio fuera de la ciudad. Anna ha sido diagnosticada con autismo desde muy niña, Ida se siente ignorada y molesta por el cambio y su “responsabilidad” ante su hermana, pero lo único que desea es hacer amigos, jugar, explorar el bosque aledaño y disfrutar del verano. Comete actos “preocupantes”, para nosotros, público adulto, pero que, para un niño, son acciones debidas al nuevo ambiente y sus variados descubrimientos. Hasta que conoce a Ben (Sam Ashraf), un niño que de inmediato hace migas mostrándole su escondite en el bosque y su habilidad para mover objetos ligeros a voluntad. En paralelo, vemos a otra niña solitaria llamada Aisha (Mina Yasmin Bremseth Asheim) que establece una conexión profunda y psíquica con Anna, quien a su vez también posee (¿o adquiere?) poderes especiales. Ida es la única que carece de poder alguno, pero poco le importa pues ha dado con un amigo y posible grupo con quienes conectarse; pronto enfrentará el conflicto con sentimientos encontrados y dudas incomprensibles.

Estamos ante un drama de la soledad, la incomunicación y el crecimiento, pero se nos olvida que es una obra de terror. Ida y Ben pasan un tiempo juntos y ambos parecen compartir cierta moral disociada. En una de las escenas más impactantes y efectivas, Ben arroja un gato desde lo alto para probar que puede caer de pie. Eso y lo que sigue parece mostrar a la niña los límites que no debe traspasar, incluso si no está segura de por qué mata lombrices, gusanos u hormigas por diversión, o tortura en silencio a su hermana dado que esta “no siente”. Ida es un personaje muy complejo y es un gran logro de Eskil Vogt en su construcción más allá del cliché infantil (lo mismo puede decirse en cuanto a la dirección de actores: dirigir niños es difícil y arriesgado; por supuesto, los cuatro, son excelentes actores). Anna no puede comunicarse atrapada en un cuerpo que no le responde, Ida se auto percibe, entonces, en segundo plano ante sus padres y por ello es vulnerable a la influencia externa. Ben vive con una progenitora abusiva y Aisha no sabe cómo ayudar a su madre que llora cuando cree que nadie la está viendo.

La diferencia de la película, lo que a su vez aporta un hálito perturbador, es que nunca abandona la visión ni el mundo infantil –desconectado, por demás, del mundo social adulto y sus prioridades–hecho que la torna más realista (incluido lo “sobrenatural”) cuando vemos la reacción a problemas y miedos propios de esa edad –que nos recuerdan los nuestros– con poderes psíquicos ejercidos como insumo del horror cuando una acción relativamente inocente, como empujar a alguien que te molesta, se convierte en algo cruel y escalofriante. Todo ello se logra, entre otros recursos, por el uso de la cámara subjetiva; la misma se coloca junto a los niños para mostrar sus vivencias, dudas y conflictos. Aunque los padres y otros adolescentes aparecen, la perspectiva de los protagonistas es constante, lo que subraya esa desconexión con el mundo adulto donde las habilidades sobrenaturales suenan a broma o a trucos de magia. Vogt explora el desarrollo moral de la infancia, lo que sucede en un mundo infantil cerrado a los padres con sus propios códigos y reglas, así como el significado de la amistad y, además, lo que implica tener un poder sin responsabilidad ni discernimiento.

La infraestructura familiar –por demás (pos) moderna y funcional, esa fría arquitectura cual escenografía y hábitat de los acontecimientos– aparece también como desconectada de los protagonistas y, por tanto, ominosa como ambiente insano, agresivo y desequilibrado para nosotros, a pesar de su aparente normalidad. Llama la atención que los acontecimientos se suceden durante el verano nórdico y no en sus tenebrosos inviernos, lo que, de alguna manera, grafica la metáfora de la oscuridad en plena luz, o de un ambiente multifamiliar “normal” que esconde, no obstante, un drama maléfico y espeluznante. Así, el director no olvida lo más importante: que el público comprenda que se trata de “niños reales”, no de hijos de un demonio, de un encantamiento o una maldición, ni de héroes o semidioses con poderes mágicos para salvar al mundo. El conflicto alude a que la moral se forma en una etapa harto difícil donde contradecir o desobedecer a los padres –quienes, presuntamente, muestran el camino del bien– también es necesario, aunque en momentos de rebeldía ante el abandono, la indiferencia, el pasado supra genético (migraciones, guerras, racismo, segregaciones, enfermedades, etc.) o el mismo entorno social, puede derivar en acciones crueles que la mayoría oculta por el sentimiento (¿“natural”?) de culpa o se ignoran justificándolo como inmadurez o escasa memoria. 

La narración es lenta, cuasi silenciosa, sin ese soundtrack tremebundo que se acostumbra en el cine corporativo/usamericano. Ello se agradece porque la trama y el conflicto crecen de a poco sin sobresaltos ni trucos gratuitos para mantener la angustia y la atención del público. Siempre que hay protagonistas con poderes especiales la audiencia –entrenada por Hollywood y las plataformas cableras– espera la confrontación que pondría a prueba a los buenos cual fórmula para temer y rechazar lo que sucedería si los villanos “ganaran”. El film aprovecha ese espurio deseo del público para darle un giro novedoso al cliché. Y si el espectador se da la oportunidad de ingresar a un cine diferente con un análisis personal más a fondo, encontrará un desenlace que funciona a la perfección gracias al elenco infantil, la eficiencia del guion, la fotografía y la sutileza de los efectos visuales y sonoros.

El auténtico eje de la historia en  Juegos Inocentes es la salvación o la condena de la moral de Ida en un mundo adulto desconectado (atrofiado) y, por tanto, poco interesado en cuanto a los resultados de esa terrible e implacable lucha de formación psíquico/anímica/emocional ante un mundo confuso y agresivo –amenazante por donde quiera que se le mire: ¿es por allí que se cuela la maldad?– que todos los niños deben librar solos. Es la eterna lucha entre el bien y el mal, pero experimentada desde la supuesta inocencia de una niñez posmoderna con familias disfuncionales en sociedades con anomia.

UCR: CINE UNIVERSITARIO PRESENTA “ROMPOPE Y GALLETAS”: UN NUEVO CICLO DE CINE AL AIRE LIBRE EN LA UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

Sumérgete en películas con mensajes esperanzadores propios de esta época del año.

Rompope y Galletas, es el nombre para este nuevo ciclo de proyecciones al aire libre, que Cine Universitario estará realizando este mes de diciembre en diferentes localidades de la Universidad de Costa Rica.

Desde 2014, en la plaza 24 de abril, con el fin de llevar el séptimo arte a otros espacios y diversas poblaciones, Cine Universitario comenzó y ha ido consolidando temporadas de Cine al Aire Libre en los meses de diciembre, febrero y marzo. Con el tiempo, a cada película proyectada asisten entre 120 y 150 personas espectadoras.

Una de las particularidades del cine al aire libre, es que se ofrece un refrigerio gratuito, que en esta temporada decembrina será rompope y galletas, de ahí el nombre de este ciclo de cine. Además; después de finalizadas las películas, se abren espacios de conversación para que el público espectador, pueda expresar sus impresiones acerca del filme.

Cine Universitario también cuenta con dos espacios complementarios, que son abiertos al público a lo largo de todo el año. Uno de ellos es el Cine Presencial en el Auditorio de Derecho todos los jueves, donde cada mes hay un ciclo temático y en algunas sesiones se organizan conversatorios con personas especialistas. Y el otro es el que nace a raíz de la pandemia en 2020, Cine por Zoom, donde todos los viernes se transmiten películas de manera virtual, esta iniciativa fue gestionada por uno de los colaboradores de Cine UCR, el estudiante de computación Christian Torres, quien hasta la fecha se encarga de las transmisiones por Zoom.

El cine al aire libre que normalmente se realiza en espacios como plazas, parques, campos, tiene sus inicios en 1907 con el Sun Pictures in Broome, en Australia y en 1916 se consolida en Alemania, pasando por la etapa de apogeo del autocine en Estados Unidos, hasta llegar a ser en la actualidad una actividad clásica para realizarse en las tardes y noches cálidas del verano. Después del confinamiento producto del COVID-19, adquirió un valor más significativo en cuanto a la recuperación de espacios públicos de forma más consciente.

En el caso de este proyecto de enfoque cultural, impulsado por la Universidad de Costa Rica, desde Cine Universitario se busca llevar el séptimo arte de forma accesible a las diferentes regiones del país. Por lo que todos los años cine al aire libre se traslada de manera presencial a diferentes partes de Costa Rica, en los últimos años se ha visitado Garabito, Liberia, Santa Cruz, Alajuela, Limón, en busca de acercar a la población a estos espacios llenos de cultura que promuevan la reflexión crítica de diversos temas.

En esta línea, Christian Torres, enfatiza que la importancia y la principal diferencia del cine al aire libre al cine convencional es que “se lleva el cine a la gente en lugares accesibles para que tenga las ganas de ir (…) Es importante porque actualmente se ha reducido el presupuesto destinado al sector cultura y desde la UCR como institución autónoma, desde distintos proyectos se busca el acercamiento a las comunidades”.

Por otra parte, el cine virtual resulta accesible para aquellas personas que por algún motivo no pueden movilizarse o que se encuentran fuera del país, lo que también genera un mayor alcance del proyecto.

Samantha Carrillo Arroyo coordinadora de Cine Universitario, comenta que “algo fundamental del proyecto, es que busca democratizar el cine, llevar propuestas de películas con gran calidad estética, narrativa y originalidad que no todo el mundo tiene la posibilidad de acceder, además de proponer películas que por medio del disfrute también permitan la reflexión y crítica del mundo en que vivimos”.

Otra característica de Cine Universitario, es que aunque el público principal al que van dirigidas las funciones son estudiantes universitarios de todas las carreras, se abre también al público en general, para que puedan disfrutar de una actividad creativa y de manera gratuita.

LA CARTELERA

El ciclo de “Rompope y Galletas” que se realiza siempre en diciembre, tiene como objetivo compartir películas con mensajes esperanzadores o que tengan que ver con la unión familiar, “entendiendo familia como algo más allá de lazos de sangre, me refiero a la red de personas que consideramos nuestra familia”, señala Samantha Carrillo. “No solemos proyectar películas que popularmente se encasillan con la típica historia de navidad, ya que estas siempre están disponibles en la televisión y otros tipos de cine, entonces buscamos dar una propuesta diferente pero que rescata los valores típicos de esta época del año”, añadió Carrillo.

En este 2023, Cine Universitario en conjunto a la Feria de las Artes y el Planetario de San José tiene planificado proyectar 3 funciones del ciclo de Cine al Aire Libre “Rompope y Galletas”. Cada función empieza a las 6:30 p.m. en las siguientes fechas:

Viernes 08 de diciembre, Parqueo de la Facultad de Educación:

El Gran Pez (Big Fish). 2003. EE. UU. Drama/Fantástico. Director: Tim Burton.

Sábado 09 de diciembre, Parqueo de la Facultad de Educación:

Isla de Perros. 2018. EE. UU. Animación-aventura. Director: Wes Anderson

Jueves 14 de diciembre, en el patio del Planetario de San José:

Sergio & Serguéi. 2017. Cuba. Ficción. Director: Ernesto Daranas

Alisson Chévez Avilés (Asistente Unidad de Comunicación), UCR

Los Asesinos de la Luna  206 m / 2023 / USA

Director Martin Scorsese

Una metáfora de un pérfido engaño

Por Daniel Lara

Asistí con buenos amigos a ver esta última obra del gran Martin Scorsese. En compañía, ya sea cercana o anónima, el buen cine debe ser disfrutado en una sala de cine, el cine como espacio público, el cine hecho para la gran pantalla. El cine que antaño reunía comunidades, vecinos, a pocas cuadras, tiempos en donde cada barrio tenía su sala de cine. Disfrutado como quien va a misa, sin interrupciones, sin celular, ladridos de perro ni otras distracciones. Streaming, teletrabajo, ubereats, farmacia en moto y cuanta maña para tenernos atrapados en casa, sin compartir, sin vernos las caras, perdiendo de a poco lo gregario que nos permitió llegar a ser humanos. El mismo Scorsese, adalid y defensor del arte cinematográfico, le agradecerá a usted el respeto por su trabajo, hecho con maestría técnica para cine y no para su aparato de TV.  No es lo mismo, ni técnicamente desde el aspecto de la imagen y del formato, ni del recato y concentración necesarias para lograr imbuirse en la historia, en el cuento, en la narrativa audiovisual.

Tal vez sea uno de sus últimos trabajos dada la avanzada edad (82) de este creador neoyorquino hijo y fruto de la migración italiana. Ojalá qué no, pero tal vez cierre el telón como Kurosawa con sus Sueños. No todos los maestros inician bien y terminan bien. Scorsese hace cine, arte, no vulgar entretenimiento pueril para pasar el rato. Su propuesta es para sentir, pensar y empatar con la suerte de otros. Estamos ante una joya cinematográfica, una adaptación virtuosa del texto homónimo ideado por David Grann, un mamotreto de 975 páginas.

La historia da cuenta del oprobio sufrido por el pueblo Osage, personas originarias de Norteamérica radicadas en Oklahoma y trasladadas por la presencia del conquistador y colonizador blanco. Habitaron Kansas, Arkansas y Misuri. Hoy están reducidos al condado Osage en Oklahoma. Como si no bastara su desdicha, su nuevo lugar de residencia vomita petróleo y como es común a otros pueblos del mundo, la fuente de energía fósil redunda en mayor desgracia. La Virgencita de los Ángeles nos proteja de mantenernos lejos del infortunio de la fortuna negra que siembra destrucción no solo medioambiental sino también humana gracias a la avidez de los beneficiados.

Basada en hechos reales acontecidos hace exactamente un siglo, en los glamorosos veintes, glamorosos para unos y trágicos para otros, como siempre, a cien años de distancia la suerte es la misma.

Tres horas y media le lleva al director desenvolver el guion escrito por Eric Roth, un metraje que usted pensará que lo llevará a dormirse, pero no, la maestría del realizador, las magníficas actuaciones del veterano Robert De Niro, de un maduro Leonardo DiCaprio, la sorprendente Lily Gladstone – actúa con sus ojos, su mirada nos habla – y la virtuosidad del montaje y del manejo de cámara logran que el tiempo vuele. Combinación de planos cenitales, generales, de suelo y primerísimos planos con virtuosidad nos regalan un acercamiento palpitante al lugar de los acontecimientos. Por eso es solo posible en el espacio mágico y sagrado de la sala de cine. Para eso trabaja Scorsese, para hacer cine, para atraparnos, como cautiva la mirada de la persona amada que vemos.

Los nativos Osage nadan en petróleo y su riqueza es atractiva para todo tipo de estafadores, desde el banquero. El fotógrafo, el médico, el sepulturero, hasta las petroleras, pasando por toda una suerte de aventureros y asesinos dispuestos a esquilmar a sus legítimos dueños. Los Osage tienen fortuna, pero su administración por ley blanca no les pertenece y los blancos cobran el peaje. Pedían permiso, no siempre concedido, para gastar su propio dinero. Tienen, pero no tienen.

Scorsese no sigue a pie juntillas el relato de David Grann en cuanto a la centralidad de un thriller policiaco que investiga una serie de crímenes y muertes misteriosas por enfermedades también muy sospechosas de los afortunados/infortunados indígenas osage.  Estamos en el momento de la inauguración de Edgar Hoover como director del FBI, antes del macartismo y la cacería de brujas que llegó hasta el mismo Hollywood. Para David Grann el centro está en Tom White – Jesse Plemons – como investigador en jefe destacado en la reserva Osage para esclarecer los terribles asesinatos. El maestro octogenario que hace cine desde chico prefiere que observemos la historia desde las relaciones de una pareja – DiCaprio y Gladstone – mediada por la perfidia de Robert De Niro.

El personaje encarnado por el actorazo que dió vida a Taxi Driver y El IrlandésRobert de Niro – William Hale, es el tío rico y ruin de Ernest Burkhart – Leonardo Dicaprio, el chiquillo enamorado que se ahogó en el Titanic. Tío y sobrino convienen en engañar a Mollie Burkhart – Lily Gladstone – una india osage podrida en plata.  Ernest tiene hijos con Mollie y bien sabe que muriendo Mollie y sus hijos el heredero de la fortuna pasará a sus manos y a las de su hipócrita tío. El tío King Hale –De Niro– simula ser amigo y benefactor de los osage pero en el fondo es un maldito depredador de sus riquezas, miente, engaña y asesina. En la comunidad sobran los matrimonios de interés y rapiña de blancos con indias con tal de quedarse con sus fortunas. Los indios varones corren igual suerte gracias al alcohol que le dispensan los vampiros blancos. No escatima Scorsese en dejar santo sin cabeza en su crítica del latrocinio contra los osage, católicos, masones, judíos y probos jueces y médicos son parte de la orquesta de depredadores de los osage. Lo que prima además del petróleo es la hipocresía, es la ruindad de los blancos que alguna vez llegaron desde Europa para con los dueños originarios de esas tierras.

Martin Scorsese a lo largo de su filmografía nos ha deparado toda una suerte de personajes antihéroes norteamericanos: gansters, depravados, mentirosos, asesinos. Gans of New York, El Irlandés, El lobo de Wall Street y ahora prosigue con Los Asesinos de la luna nos desnudan la genealogía oculta del ADN del sueño americano, de sus valores/antivalores. La rapiña, la avidez, el despojo por parte de particulares, empresas y gobiernos. Por algo los grandes estudios no lo han querido y buena parte de sus obras han sido un fiasco de taquilla, más ahora que despotrica contra las cochinadas de Marvel y el cine prostituido de entretenimiento banal.

El matrimonio forzado, falso y perverso que propone Ernest a la bella y rica Mollie no es más que el ardid para despojarla de sus bienes.  Scorsese logra dibujar una inteligente metáfora con la suerte que corrieron los osage y el falso amor de la pareja estelar protagonizada por Gladstone y DiCaprio.  La suerte de los nativos de todas esas tierras del norte del continente, ayer asesinados por el General Custer, en la historia de marras por William Hale y su sobrino y, aun hoy en los reclusorios reservas penetrados por droga y alcohol nos recuerda cómo se construyen algunos de los grandes y poderosos países del mundo. Una metáfora construida entre la historia privada de una pareja y la historia pública del despojo del pueblo Osage. Una suerte maldita y una metáfora triste como la que sufren los palestinos en Gaza y Cisjordania, con sus tierras arrebatadas y sus vidas segadas. En el mundo sobran los asesinos de muchas lunas, lunas eclipsadas por la ignominia y la sed de quienes se sitúan como superiores por algo que llaman raza, religión y cuanto pretexto vil con tal de perpetuarse sobre la vida de los otros.

Al final los miserables del tío y su sobrino llegan a los estrados judiciales y son condenados pero su prisión duró poco y terminaron sus días en libertad. El castigo no alcanzó a desmontar el sistema que permitió reducir las tierras de los osage y en la actualidad no alcanzan los 5 mil individuos. El cierre no lo cuento aquí, pero Scorsese hace acopio de la ironía más fina e inesperada para decirnos de la mofa y espectáculo que significó la reprimenda oficial contra los abusadores de los osage.

Cine para reflexionar, para desarrollar empatía por los otros, para crecer, para abonar algo mejor a esta humanidad, con textos, con sonido, con imágenes, con amor de un artista como Martin Scorsese, de unos buenos actores, técnicos y gracias a una Sala de cine como las de ayer. Para un cinéfilo el Cine Magaly es un templo.

TOSHKUA

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En lengua Pesh, hablada por las comunidades indígenas de Honduras, el sentido de esta palabra es devastador y absoluto para una región cuyas rupturas a todo nivel son continuas.

Significa “desaparecer” y en la realidad centroamericana actual adquiere una connotación aún más pertinente. Con ese nombre, ese significado, el Director Ludovik Bonleux realizó un documental de 80 minutos (2022) en el que cruza dos historias: la búsqueda incesante de Marco Antonio, el hijo de Doña Mary. Ella es una de las madres de la Caravana de familiares de migrantes centroamericanos desparecidos, que con más de 15 años de accionar, buscan a sus hijos e hijas en su tránsito por México, un territorio que al decir de Oscar Martínez, lo caminan y resisten los “migrantes que no importan” y el viaje de Francisco hacia el centro de la Mosquitia hondureña, motivado por la ida de sus hijos hacia Estados Unidos y también por la amenaza del extractivismo neoliberal que ha dispuesto arrasarlo todo, desde los lugares naturales sagrados para las comunidades originarias, hasta los cuerpos de los desahuciados.

En un momento del documental se observa una de las madres sostener un cartel con la pregunta ¿ Dónde están?. Las cifras no valen de mucho si de lo que hablamos es de personas con historias truncadas, biografías que un día desaparecieron sin dejar rastro y fueron disueltas (literalmente) por el poder de los Estados involucrados y la acción de actores de la industria migratoria, que ven en sus cuerpos una forma de obtener ganancias, como el narcotráfico y la venta de armas.

Algunas estimaciones, creo bastante conservadoras, hablan de 7.000 personas migrantes centroamericanas desparecidas al año. El número es conservador porque en la clandestinidad de las estrategias de movilidad, son mucho más las personas que salen un día sí y otro también a buscar “la vida en otra parte” como ha dicho con tino el filósofo costarricense Alexander Jiménez.

Al mismo tiempo que son escritas estas notas, se conoce del lucrativo negocio que significa para grupos criminales, el cruce irregular por fronteras al norte de la región, que producen ganancias de más 12.000 millones de dólares al año.

Quien no paga, no existe.

Quien no paga, desaparece.

Fuimos invitados a un Foro sobre este documental, organizado en el marco del Festival de Cine Colombia Migrante, desarrollado en San José, Costa Rica, en los primeros días de octubre. Su objetivo principal es visibilizar, difundir, apoyar y construir un espacio de memoria desde producciones cinematográficas y audiovisuales, que narran la complejidad de los fenómenos de la migración de las y los colombianos(as) al interior de su territorio y al exterior.

En la actividad y a la pregunta sobre la gestión gubernamental de los recientes procesos migratorios experimentados por Costa Rica, mi respuesta fue poco alentadora. No sólo los enfoques prevalecientes siguen abordando el tema desde la seguridad y la criminalización, sino que también las actitudes de quiénes toman decisiones al más alto nivel, están llenas de prejuicios y percepciones discriminatorias.

Convendría tratar de incidir en esos niveles de toma de decisiones, para buscar su mejor comprensión sobre el tema y el cambio en el paradigma de la gestión migratoria, hacia un definitivo reconocimiento de los derechos humanos de personas en contextos de movilidad.

Cine y psicoanálisis, este jueves 10 de agosto

Este jueves 10 de agosto, a las 7:00 p.m. en nuestra sede de ACIEP, Cine y Psicoanálisis en nuestro ciclo XXVII titulado «Puentes en el aire» se estará prologando y proyectando, de manera presencial, Ciudadano X (EEUU,1995); escrita y dirigida por Chris Gerolmo.

El prólogo estará a cargo de Nora Borenstein.

Comentarios por Alfred Kaufmann.

Textos seleccionados por Lucía Molina y Kira Schroeder.

Coordinación: Mario Schumacher.

Actividad presencial y abierta a todo público.

Mi sobrina, Barbie y Gabo

Marcos Chinchilla Montes

Debo de reconocer que luego de la alharaca de vestimentas rosa relacionadas con el lanzamiento de la película Barbie, tanto en Costa Rica como a nivel internacional, no tenía la menor expectativa sobre los alcances de la misma.

La primera advertencia vino de parte de una de mis sobrinas, quién haciendo un resumen de la misma, trajo a colación los conceptos de machismo, patriarcado y misoginia; todo un logro comprensivo para una chica de quince años, formada toda su vida en centros educativos de naturaleza católica, y para rematar, viviendo en una sociedad que privilegia valores conservadores que cosifican y discriminan a la mujer.

El empujón definitivo para verla lo encontré en un video que me llegó por Whatsapp, en el cual una mujer del movimiento profamilia atacaba la película, y aducía que la misma procuraba destruir los valores de la familia tradicional.

Barbie plantea una ficción temporal y espacial que se enfrenta de manera violenta en varios planos con la realidad en la que nos desenvolvemos. En primera instancia, encontramos una sociedad material, perfectamente organizada alrededor de la protagonista, y en la cual dominan las mujeres hermosas y estilizadas, con una organización social superficial, inamovible, repetible todos los días.

En contraposición a ese escenario, el acercamiento de Ken a la sociedad humana, le hace copiar y disfrutar de los “mejores valores” del patriarcado, para imponerlos en Barbieland, mediante un supuesto proceso democrático (dicho sea de paso, manipulado) que terminaría beneficiando a los machos.

Barbie, la película, coquetea con algunas explicaciones y posibles soluciones al nefasto patriarcado, incluso hace una velada crítica a la sociedad capitalista norteamericana. Aunque, es insuficiente en explicaciones (léase a Simone de Beauvoir, Rita Segato o Judith Butler) hay que reconocer que para ser una comedia de cuño hollywoodense, se toma algunas libertades políticas de mal gusto para algunos de los sectores más conservadores: la mujer dueña de su cuerpo, de sus afectos, de sus proyectos personales, de su capacidad organizativa.

Barbie, la película, habría sido imposible en nuestras sociedades hace unos 15 o 20 años, lo que hace alusión a los limitados, pero decididos avances que el movimiento femenino ha venido alcanzado, pero que en cualquier momento pueden ser cercenados como de hecho ya ocurre en El Salvador, Estados Unidos de América o Polonia.

Tengo la sospecha que a diferencia del capítulo titulado “Lisa contra la Baby Malibú” (Los Simpson, 1994, quinta temporada), en el cual solo una niña aprovechaba el trabajo crítico de Lisa, esta producción cinematográfica influirá de manera positiva en millones de mujeres y varones, deconstruyendo así prácticas nocivas para el desarrollo de la humanidad. Sobre el particular, en 1992 Gabriel García Márquez externó una idea que tiene plena vigencia: “Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo (…) Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano (…) Pero, aunque solo fuera por eso, la inversión de poderes es de vida o muerte”.

Al final de la comedia, en esas reservas que permite la ficción, me encantó que Barbie, la muñeca, se convirtiera en una humana imperfecta, y que, de paso, se decantara por ser una chancletuda; el pensamiento crítico en plena construcción, tan necesario en una sociedad en que se exaltan la discriminación, el odio, la exclusión social, el individualismo, y el nefasto neo fascismo que ya toca a nuestras puertas.

OPPENHEIMER

Daniel Lara

Quien esté libre de pecado alguno que lance la primera piedra.
Siempre será más fácil juzgar que la disposición de comprender.
Yo soy si tu eres.

El 20 de julio se estrenó a nivel mundial la última película de Christopher Nolan. En Costa Rica se exhibe en el Cine Magaly y desde semanas atrás se había creado una gran expectativa sobre este primer acercamiento biográfico, por parte del guionista, productor y director inglés-norteamericano sobre Robert Oppenheimer, físico cocreador de la primera bomba atómica. Trinity, así fue bautizada la criatura atómica, el primer engendro de muerte de dimensiones apocalípticas que abriría la carrera armamentística que ha puesto al mundo entero en vilo desde entonces. Las fechas coinciden en el mes de julio, tanto del estreno de la obra de Nolan como de la primera explosión de prueba, un día 16 de julio de 1945 en Nuevo México, en el suroeste de los EEUU.

Pocos días después, el 6 y 9 de agosto de 1945, se bombardearían, con hermanas de Trinity, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón, en el Imperio del Sol Naciente, causando la muerte de cerca de un cuarto de millón de personas, civiles, niños, ancianos, gente común como usted y yo. Ha sido hasta la fecha la única vez que se ha utilizado el arma atómica. Un acto de terrorismo de estado injustificado desde todo punto de vista, tanto moral como militar. Recién la Alemania nazi había sido vencida y Japón se encontraba en los estertores de su derrota. Harry Truman, a la fecha presidente de los EEUU, fue el responsable superior político que dio luz verde a la detonación genocida. Hasta el presente los anglosajones americanos se han negado a pedir disculpas al pueblo japonés por el error y el horror cometido. Más bien los mismos genocidas de antaño ahora empujan a Japón hacia una confrontación con China, copatrocinada por la OTAN. Algo lejos está el Atlántico Norte de Japón, pero así son los intereses estúpidos de la geopolítica unipolar. Nuevamente y setenta y ocho años después Hiroshima se blande la posibilidad del uso del arma nuclear. Sí, nuclear y de hidrógeno para peores. De suceder ya no habrá ningún Nolan, ningún actor ni nadie en el planeta que pueda reflexionar sobre lo que hicimos. De momento nos ofrecen el edulcorado Barbie como si no pasara nada y todo fuera banalidad rosa.

Como antecedentes a los dos hongos atómicos asesinos sobre Japón, se había producido el bombardeo de la ciudad alemana de Dresde, también injustificado e innecesario desde el estricto juicio militar. Dresde ardió los días 13 y 15 de febrero del mismo año cuando la derrota de Hitler era inminente. Ingleses y norteamericanos descargaron miles de toneladas de bombas sobre una ciudad que no tenía ninguna importancia estratégica matando a más de 40 mil civiles desarmados. Churchill, el viejo gordo, borracho y fumador empedernido, había provocado en 1943 la hambruna en India, a la sazón colonia del Imperio del wiski, borrando de la faz de la tierra a más de dos millones de sus habitantes. Los nazis fueron unos asesinos despiadados, los japoneses también hicieron horrores en China, en Corea y en países cercanos. Los anglosajones de ambos lados del Atlántico los emularon, solamente que la historia la escribieron ellos como ganadores y la manipulación les lavo un poco la cara.

Nolan nos ha traído esta joya fílmica y tiene a su haber una saga de más de quince producciones. Dunkerque, es por su género, la más cercana y las anteriores cintas se enfilan en rasgos que tocan la distopía y las valoraciones de orden moral. Oppenheimer es su primer trabajo que se acerca a lo que se da en llamar un biopic, algo así como una cartografía de un personaje de la historia. Impresiona la habilidad narrativa y el sostenimiento dramático que logra mantener viva la atención a lo largo de los 180 minutos de metraje, acompañada de un elenco de lujo además de la propia excelente actuación de Cillian Murphy. Acompañan al irlandés de 47 años, músico también, actores como Kenneth Branagh, Emily Blunt, Rami Malek, Robert Downey Jr., Matt Demon, Gary Oldman, en fin gente probada y laureada por sus trabajos anteriores. Nolan se ha lucido en el tratamiento de la historia basada en la investigación sobre Oppenheimer, “American Prometheus”, una biografía de Oppenheimer escrita por Kai Bird y Martin J. Sherwin. Christopher Nolan echa mano, como en anteriores trabajos, a una narración no lineal, los flashbacks y el intercalado en blanco y negro suman para darle mayor verosimilitud y cercanía a la historia que nos vende con summa maestría.

Oppenheimer fue un ffísico teórico norteamericano, hijo de migrantes judíos alemanes adinerados, que tuvo en suerte una materia gris privilegiada logrando estudiar en las mejores universidades de su país y de Europa. Se codeó con los mejores físicos de su época, Einstein, Heisenberg, Bohr, Lawrence, Fermi y otros destacados académicos e investigadores. Además de la física teórica mantuvo intereses diversos en literatura, arte, política y se defendía como políglota. Le acompañó un espíritu abierto a los diversos saberes y la mecánica cuántica – estar y no estar en más de un lugar a la vez – parecía que también le animaba en sus disquisiciones morales y juicios éticos. Enamorado de dos mujeres a la vez, algo ególatra pero también empático, determinado y obstinado en su trabajo, pero débil en su propia defensa cuando le acusaron falsamente. Patriota norteamericano convencido, al calor de la Segunda Guerra Mundial, preocupado por el adelanto nazi en la investigación física que posibilitaría a Hitler poseer primero el arma atómica. Pero también algo iluso y cándido como Alfred Nobel con su dinamita. Ambos creyeron que el poder de sus invenciones conllevaría a la contención de la paz y al no uso de tan mortíferas posibilidades de exterminio. Erró Oppenheimer, luego de la fisión atómica nos sobrevino la fusión, algo así como sentar un cilindro de gas en el fogón de la abuela. Para matar la creatividad y la imaginación parecieran infinitas. Hoy día el mundo alberga una cifra de 12,700 ojivas nucleares, sucedáneas de Trinity, suficientes para quemar por completo el mundo entero varias veces. No es tema baladí, importa, y mucho.

Activista pacifista luego del horror de Hiroshima y Nagasaki, fue perseguido, acusado y humillado por personajes siniestros como Edgar Hoover, director del FBI y del Senador MacCarthy, incendiarios anticomunistas de la Guerra Fría que pusieron a muchos como Charles Chaplin contra la espada y la pared o haciendo maletas al exilio vergonzoso.

La historia de Oppenheimer bajo la lupa de Christopher Nolan tiene la virtud de llamarnos a la reflexión, no solo sobre la guerra, las armas atómicas y la destrucción masiva del mono sapiens. Es un campanazo brutal sobre el cómo proceder en la vida, ya sea como físico, como político o como el más simple y común de los habitantes pensantes de esta Tierra adolorida.

¿Quién no ha tomado una decisión en la vida que no haya comprometido la paz, la integridad, la tranquilidad, la salud, la buena estima de otra u otras personas? ¿Quién no se ha equivocado nunca con sus juicios creyéndose impoluto o al menos actuando de buena fe?

Max Weber, un brillante sociólogo y pensador, nos ofreció en su trabajo El científico y el político una aguda reflexión sobre los linderos y coincidencias de las acciones y omisiones del quehacer de las personas que se dedican a la ciencia y a la política. Ambos tienen una cuota de responsabilidad sobre lo que hacen por las consecuencias de sus descubrimientos y acciones que modifican para bien o para mal la vida de sus pares. Hoy el debate se centra sobre los peligros de la inteligencia artificial, de igual manera tenemos la papa caliente de las modificaciones e intromisiones genéticas, la misilística nuclear augura el Armagedón, el desarrollo científico técnico inundó el mundo de basura y ha destruido de manera irreparable la biodiversidad, ha provocado el cambio climático y como nunca antes esta fase histórica, bautizada como el Antropoceno, nos pone al borde de la desaparición como especie, llevándonos entre las patas todas las otras formas de vida. ¿Y el político? El político no se queda atrás. Truman, ejemplo, recreado por Nolan e interpretado por Gary Oldman es uno de los tantos miserables que han segado la vida de millones inocentes. En la Casa Blanca, en la escena en la que recibe en su despacho a Oppenheimer, Harry saca su pañuelo para que se enjugue las lágrimas el llorón del físico, se ufana el Presi de haber tomado la decisión de asesinar a un cuarto de millón de almas. Cuántos políticos no han conducido a sus pueblos y a otros pueblos allende sus fronteras a las hambrunas, a la miseria, a la inequidad y a la muerte en nombre del poder que ostentan. ¿Dónde queda la responsabilidad de sus acciones? ¿Quiénes pagan los platos rotos? ¿Basta el juicio histórico? ¿Hemos aprendido la lección?

Soy la muerte, el destructor de mundos… así se reconoce el propio Robert Oppenheimer y así deberíamos asumir la responsabilidad sobre nuestros actos, a la escala que sea, privada o pública, por cuanto seres sociales, los otros también nos deben importar. Hace pocos días nos dejó un brillante pensador, Franz Hinkelammert, alemán asentado en Costa Rica desde los años setenta, y entre sus advertencias teológicas, filosóficas y éticas nos resumía el asunto en: yo soy si tu eres.

Las reacciones en cadena de los balances entre partículas atómicas tienen su corolario en las relaciones entre las distintas personas que habitamos el planeta tierra, todo se conecta, todo tiene consecuencias y nadie queda indemne.

Robert Oppenheimer y su tortura por lo que hizo tiene dentro del mismo episodio histórico otra alma atormentada. Claude Eatherly, el piloto del bombardero Boing B-29 bautizado como Enola Gay, con su acción Claude abrió el vientre de donde saltó la bomba que cocinó a miles de japoneses. La cadena de relaciones vincula a Oppenheimer con Eatherly.

El piloto y su asalto ético provocó que le confinaran como loco, lo trataron tan mal como hicieran con el físico de la película de Nolan. Bien merece otra película este otro antihéroe que supo recibir la solidaridad epistolar del filósofo Gunther Anders. Precisamente G. Anders es de los primeros en reflexionar sobre el giro histórico que representa para la humanidad el tener la capacidad técnica de terminar con la vida y el planeta Tierra por completo. Luego del 16 de julio de 1945 la política y su extensión la guerra nos conmina a reflexionar y actuar. De ahí las responsabilidades de nuestros actos sobre la vida de los otros.

Oppenheimer, Eatherly, Snowden, y pilotos de los drones actuales pueden sufrir por sus actos mientras otros reciben medallas y suben al altar del patrioterismo.

Einstein, el genio de la relatividad advirtió a Oppenheimer: primero te utilizan y luego te desechan.

Los ciento ochenta minutos valen mucho la pena, tal vez a usted le haga tan bien como a mí. Puede sugerirle a su vecino que no saque la basura el día que no pasa el camión de la municipalidad. Sus actos tienen consecuencias. No se la pierda.