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Etiqueta: comunistas

De la Marcha sobre Roma a la Marcha sobre Washington

Vladimir de la Cruz

Los sucesos del 6 de enero en Washington me hicieron recordar la Marcha sobre Roma que organizó Mussolini en Italia, en 1922, momento de su ascenso al poder, comparable con la intención de Trump de hacerse por la fuerza del Gobierno y la Presidencia que perdió en elecciones.

El fascismo italiano se había desarrollado al finalizar la I Guerra Mundial, en 1919, con la complacencia del Rey Víctor Manuel III, y se mantuvo como régimen o sistema político hasta 1945, al finalizar la II Guerra Mundial. Benito Mussolini se había destacado como el principal líder dentro del Partido Nacional Fascista.

En 1922 Mussolini organizó una Marcha sobre Roma, la que se llevó a cabo, en su movilización, entre el 22 y 29 de octubre de 1922.

El resultado político de la Marcha fue que Mussolini se hizo con el poder, acabó con el sistema parlamentario imperante en Italia y más tarde acabó con los partidos de la oposición política prohibiéndolos, imponiéndose como un dictador, un gobernante autoritario.

El discurso de Mussolini era contra los socialistas y comunistas, exaltaba la violencia y las movilizaciones de sus simpatizantes, organizados como brigadas de choque social contra opositores, con grupos armados inclusive. Hacía un discurso violento desde cualquier espacio público que se le facilitara.

En 1921 Mussolini había sido electo diputado desde donde empezó a combatir a todo el sistema político imperante en Italia.

Mussolini atacó al liberalismo y a la democracia desde sus posiciones populistas, que eran muy atractivas para los grupos sociales desplazados por las consecuencias de la I Guerra Mundial, afectados por la crisis social generada por ellas y por la “amenaza” que sentían del surgimiento de la Revolución Rusa, y sus impactos en Italia como en el resto de Europa, especialmente durante los años 1919-1921, y de que pudieran llegar al poder.

En octubre de 1922 Mussolini impulsó convocatorias para que se realizaran concentraciones públicas en toda Italia. Así prepararon su Gran Marcha sobre Roma, llegando a Roma en tren, en autos, o a pie, para forzar o presionar la renuncia de las autoridades políticas, especialmente en las regiones donde había autoridades socialistas, que dominaban principalmente el norte de Italia. El objetivo de la Marcha era tomar el poder para Mussolini. Desde el 22 de octubre de 1922 empezaron a llegar a Roma, amenazando de hecho con la guerra civil si les impedían la llegada. Trump ha creado condiciones para un enfrentamiento civil en la sociedad norteamericana, desde las acciones policial represivas contra negros y afrodescendientes hasta la de enfrentamientos de sus seguidores con otros ciudadanos.

La situación llegó a ser tan tensa que el entonces Primer Ministro italiano, Luigi Facta, impuso un estado de sitio, para la ciudad de Roma, acto que el Rey, Víctor Manuel III, lo suspendió, facilitando que el 31 de octubre se realizará la gran concentración convocada, permitiendo que Mussolini al día siguiente se hiciera con el poder, impusiera su Gobierno e iniciara su dictadura, la que fue estructurando poco a poco, pero de manera acelerada.

Características del fascismo fue su nacionalismo, su totalitarismo, su antiliberalismo, su antimarxismo, su antisocialismo, su anticomunismo, el culto a la personalidad de Mussolini procurando, con ello, un control y la subordinación de todas las autoridades y líderes políticos, el control del Partido Nacional Fascista, convirtiéndose Mussolini en el líder de masas más importante de ese momento en Italia. El culto a la “personalidad” individualista de Trump es parte de su arraigo en una gran masa de ciudadanos y votantes.

Como gobernante Mussolini impulsó una serie de leyes y acciones administrativas de actos de gobierno contra personas y grupos sociales, con un profundo carácter racial, en ese momento contra judíos, exceptuando a los “judíos convertidos en arios”, o que prestaban ciertos servicios al Estado. Estableció leyes que impedían matrimonios con judíos, que emplearan judíos, que impedían el ingreso de judíos a Italia, de retiro de la ciudadanía italiana, que impedían inscribir niños judíos en escuelas públicas.

Estas leyes se impulsaron por la influencia de Hitler en Italia, y por el acercamiento político de Mussolini y de Hitler.

Mussolini exhortó a que los italianos se declararan racistas. Hasta llegaron a elaborar el “Manifiesto de la raza”, con apoyo de una gran cantidad de intelectuales y personajes de la cultura. Allí se hablaba de la existencia de razas humanas, razas grandes y pequeñas, de la raza como concepto biológico, de la pura “raza italiana”, de distinguir entre mediterráneos de Europa, de los orientales y los africanos, excluyendo categóricamente a los judíos de la raza italiana, entre otros conceptos.

En 1922 en Italia había una crisis del sistema político, un vacío de poder. La Marcha sobre Roma fue un movimiento político, una acción política para imponer un gobierno de derecha y autoritario. La base social de Mussolini era el sindicalismo con la Confederación Italiana de los Sindicatos Económicos y la Confederación Nacional de Corporaciones Sindicales, particularmente. La base social de Trump también es de sectores laborales y sindicales, de campesinos y de habitantes de zonas rurales.

El 27 de octubre de 1922 el gobierno italiano, del Primer Ministro Facta, dimitió mientras los fascistas iban controlando el escenario político. La izquierda italiana, incluido el Partido Comunista, nada pudo hacer contra la Marcha. Los otros líderes políticos trataban de llegar a un acuerdo político con Mussolini, que impuso el 30 de octubre un Gobierno de Coalición, controlado por Mussolini, de nacionalistas, de los grupos llamados populares, de los democrático sociales nittianos, giolittianos, salandrinos e independientes filofascistas, mientras la Marcha avanzaba sobre Roma.

La llegada de Donald Trump a la Presidencia de los Estados Unidos fue intempestuosa. Tradicionalmente no era un cuadro político, un líder político, ni siquiera de larga tradición y vínculo con el Partido Republicano, hasta había apoyado en el pasado a líderes y candidatos del Partido Demócrata. No era en sentido estricto un militante político. Nunca ejerció un cargo de elección popular. Era un intruso en ese Partido Republicano y en la política tradicional norteamericana, donde logró imponerse en las elecciones internas de ese partido, en las llamadas elecciones primarias.

Su campo principal de acción estaba en los negocios e inversiones. En el campo político desplazó líderes tradicionales e históricos dentro del Partido Republicano, haciendo uso social, especialmente, de las redes sociales digitales, que en las elecciones norteamericanas empezaron a desempeñar un gran papel desde las elecciones del 2008, en ese momento usándolas Barak Obama.

Las redes sociales sustituyeron espacios tradicionales de comunicación de líderes, candidatos y partidos políticos, sin que los desplazaren del todo, con la ventaja de que son mecanismos al instante, más baratos, directos a los públicos que están destinadas, fáciles de conexión, con cantidades masivas de participantes o de “seguidores”.

Donald Trump, quienes le han estudiado, afirman, que se vinculó a estas redes desde el 2009, con sus actividades profesionales y empresariales, logrando gran alcance de masas.

A la cuenta de Twitter, su medio favorito de comunicación, se vinculó desde ese mismo año, 2009. Así hizo su campaña del 2016 y así la repitió en el 2020. Pero no solo hizo campañas electorales de esa forma. Todo su gobierno, 2016-2020, lo manejó y comunicó principalmente en sus acciones constantes, al instante, mediante su Twitter, con más de 40.000 twitts, según lo han estudiado, durante todo este período. También utilizó hashtags, retuis, las plataformas digitales como Instagram, Facebook y otras.

La imagen proyectada de Trump es la del Héroe, la del superhéroe capaz de hacer grande a los Estados Unidos y de volverlo a hacer, como planteó para esta campaña electoral.

Para Trump los Estados Unidos estaba primero, había que recuperar su economía, sus espacios económicos, de manera que sus relaciones económicas no fueran deficitarias, de allí el ataque y la rediscusión de los tratados de libre comercio con Canadá, México y su disputa con China. El retorno de empresas a Estados Unidos para revitalizar su economía fue clave, la recuperación de empleos en sus primeros años de gobierno le dieron fuerza, la crítica a la infraestructura vial y de comunicaciones que hacía le depararon seguidores, su preocupación por el empleo fue determinante antes de la Pandemia.

Para Trump el papel de los Estados Unidos se había debilitado internacionalmente, de allí que cuestionara el proceso globalizador del que formaba parte, rompiendo alianzas estratégicas militares, económicas y políticas, saliéndose de algunos compromisos internacionales, impactando los escenarios geopolíticos y geoestratégicos.

En lo interior arremetió contra el Partido Demócrata al que constantemente atacaba de socialista y de querer introducir el comunismo en Estados Unidos, sabiendo que en Estados Unidos el Partido Comunista existe desde 1919. Esta lucha contra el socialismo la quiso llevar, sin éxito, y sin investigaciones del Congreso, casi hasta los niveles de la época macartista de la década del 50, a pura publicidad y ataques mediáticos.

Hizo del Partido Demócrata su principal enemigo político y le convirtió en su principal adversario a derrotar por el bien de los Estados Unidos y del pueblo norteamericano, porque los males internos de los Estados Unidos se los achacaba a este partido y a las estructuras políticas e institucionales dominantes en ese país.

Poca atención prestó a los problemas sociales de los negros, de los afroamericanos, de los latinos. Su discurso contra los mexicanos y puertorriqueños, desde el inicio de Gobierno, lo era contra todos los latinos, contra todos los migrantes, contra los mexicanos, con su lucha por el muro fronterizo, casi una obsesión, logró detener bastante los procesos migratorios terrestres hacia los Estados Unidos, estableciendo una alianza estratégica con el con Gobierno de México el que puso casi 30.000 efectivos militares a resguardar la frontera para contener a los migrantes.

Su principal atención eran los ciudadanos norteamericanos y no los que habían llegado, como migrantes, o ilegalmente, a Estados Unidos. Sus políticas antimigratorias dividió familias, separó niños de sus padres, se acentuaron cotidianamente.

Ley y Orden, consignas fundamentales, que autoritariamente blandía para recordar la mano dura de su gobierno.

Cuando Trump se enfrentó a Hillary Clinton, en el 2016, la presentó como la representante de las estructuras de poder, que él cuestionaba. Cuando se enfrentó a Joe Biden, en el 2020, lo presentó como el parásito de la política, que tenía 46 años de estar en política, que nunca había trabajado, decía.

A Hillary como a Biden los presentó como lo más negativo siendo Trump el factor positivo, el salvador de los Estados Unidos, presentándose, en muchas ocasiones como la víctima de los medios de comunicación, a pesar de que tenía los propios que lo defendían y exaltaban. Este campo para Trump era un campo minado contra la corrupción imperante.

El discurso de Trump fue vulgar, ofensivo, insultante, siempre negativo hacia sus contrincantes, siempre combatiendo todo lo que se le oponía o creía que se le enfrentaba. Atacó instituciones, medios de comunicación, personas, líderes de todo tipo.

En las elecciones que acaban de pasar, el 3 de noviembre, Trump enfrentó su peor crisis de gobierno, de sus políticas y acciones Ejecutivas, especialmente por el impacto del surgimiento de la Pandemia del Coronavirus Covid-19, y su imponente desarrollo en los Estados Unidos, que también paralizó el mundo en sus relaciones económicas internacionales, que bloqueó las redes de intercambios productivos, de comercio, de transportes internacionales y locales, de turismo, de millones de contagiados y de muertos.

En el caso del gobierno de Trump despreciando el papel de los científicos en esta lucha, contra el COVID-19, estimulando con su actitud la expansión de la pandemia en los Estados Unidos, como un elemento de limpieza “étnica”, entendiendo que los afectados con este virus son principalmente sectores y poblaciones pobres, de migrantes, de negros y afroamericanos, de latinos, poblaciones marginales. Quizá su desinterés estaba asociado a la eliminación de votantes, por la pandemia, más del Partido Demócrata que del Republicano.

Irresponsablemente convocando a manifestaciones en el período electoral, de carácter masivo o presencial, facilitando de esa manera los contagios.

Frente a las elecciones últimas, sabiendo de la situación de la pandemia, de las dificultades de las concentraciones humanas, del resultado preliminar de las encuestas desfavorables a él, empezó a cuestionar todo el proceso electoral, presentándose como una víctima del mismo y de los mecanismos de fraude que podían hacerse mediante los sistemas de emisión de votos que hay en Estados Unidos, debilitando la institución federal de correos en este campo, incitando a la población que le sigue fanaticamente a que se estaba fraguando un fraude en su contra, apoyándose en bases sociales incultas, de poca educación, de los grupos fascistas, nacionalistas, racistas, supremacistas, anti migracionistas, misóginos, conservadores en general, en los miembros de la Asociación del Rifle Norteamericana, en la población de tradición religiosa pentecostal, especialmente de la población de los Estados centrales y rurales de los Estados Unidos. Mientras Mussolini combatió y persiguió a los pentecostales, en una sociedad italiana muy católica, Trump los apoyó y los hizo sus aliados estratégicos, en una sociedad no tan católica.

Nadie como Trump había cuestionado el proceso y el sistema electoral de los Estados Unidos, que se tenía como un modelo democrático casi ideal, de larguísima tradición histórica, confiable en todos sus extremos, donde la posibilidad de hacer fraude electrónico es de 0.009 %. Con este cuestionamiento quebró la credibilidad de la misma población norteamericana en su propia estructura democrática. Siempre habló de que las elecciones y su triunfo se la habían robado. Este fue parte del argumento que utilizó para la Marcha sobre Washington, impedir el robo de su elección y triunfo.

Cuestionó el mismo sistema electoral de votos populares donde fue ampliamente derrotado, así como el de los electores del Colegio Electoral, que surgen de esos votos populares, donde también sufrió una amplia y contundente derrota, que son los que en definitiva definen el ganador.

De acuerdo al sistema electoral de los Estados Unidos, cada uno de los 50 Estados, más el Distrito Capital, tienen sus propios sistemas de votación y de conteo de votos. De hecho, son 50 procesos electorales, cuyos resultados tienen que tenerse el 14 de diciembre, habiendo sido las elecciones el 3 de noviembre. Certificados estos procesos electorales de los Estados su informe de resultados se pasa al Congreso el 6 de enero, lo que sucedió, para sobre las certificaciones de votación declarar el candidato ganador de las elecciones para que asuma, formalmente, el 20 de enero la Presidencia de los Estados Unidos.

No satisfecho Trump con los resultados empezó a cuestionar, bajo el pretexto de fraude hecho de distintas maneras, resultados electorales de aquellos Estados que más Electores dan al Colegio Electoral con la finalidad de cambiar el resultado final. Impugnó casi en 60 localidades, de los distintos Estados, la emisión de votos, sin resultado favorable a sus pretensiones, así fallados en su contra por Cortes Federales.

No satisfecho con esto desde el mismo día 14 de diciembre empezó a preparar el ambiente contra lo resuelto que tenía que conocerse el pasado 6 de enero en el Congreso.

Su objetivo, al estilo de la Marcha sobre Roma de Mussolini, una gran Marcha sobre Washington el 6 de enero cuando el Congreso debía conocer los resultados, para detener allí el robo electoral que se le había hecho, sitio en el que todavía se podían impugnar resultados conforme se fueran dando los informes de las certificaciones electorales de los resultados de las votaciones, y tratar de anularlos con el propósito de que, en situación extrema, el resultado pasara a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, donde tiene una amplia y holgada mayoría de Jueces nombrados por el Partido Republicano, y por su propio Gobierno, todos de características conservadoras en su formación profesional.

La Marcha sobre Washington no solo para presionar con la multitud, sino para actuar, como lo hicieron, sobre los Congresistas reunidos, e impedir de esa manera la proclamación y reconocimiento de la Presidencia para Joe Biden. La Marcha sobre Washington, fue debidamente planeada, hasta en el asalto al Congreso, para cambiar los resultados electorales por la presión de los manifestantes. La Marcha sobre Washington no fue una movilización de desobediencia civil, fue una acción debidamente impulsado de desacato, de desconocimiento, de no aceptación del resultado de la elección del 3 de noviembre, ni fue un simple asalto al Congreso como inicialmente lo pintaron. Fue una acción contra los congresistas, su institucionalidad y contra la misma Constitución Política de los Estados Unidos.

Los movilizados iban con la intención de tomar el Congreso, de asaltarlo, de impedir que sesionara. Minutos antes los convocados a Washington, que llegaron de distintas partes de los Estados Unidos, se habían reunido en la Casa Blanca, donde fueron alentados por miembros de la Familia Trump a actuar violentamente contra los congresistas. De la Casa Blanca fueron invitados a marchar sobre el Congreso, al edificio del Capitolio, para tomarlo. Así se movilizaron las hordas trumpistas.

De hecho, Trump esperaba una imposición de la multitud sobre los congresistas, del “pueblo” sobre sus “representantes”. Estaba a las puertas de un Golpe de Estado, de una situación de sedición popular, que alentó constantemente desde que cuestionó el resultado electoral aún días antes de que se produjera la votación.

Llamaba a que se reconociera que él debía seguir gobernando, que debía mantenerse en la Presidencia, que desconociera a Joe Biden. De hecho, proponía un golpe de Estado institucionalmente ejecutado en su favor.

Las elecciones para Trump habían sido un éxito, aun en su derrota electoral. Había llegado casi a los 75 millones de votantes en su favor, lo que lo convertía en un líder popular, populista, como no tiene el Partido Republicano, como tampoco lo hay en Estados Unidos en el campo político. Trump como fenómeno político había irrumpido como el principal dirigente político de masas en los Estados Unidos. Había desplazado a todos los dirigentes de la estructura organizativa del Partido Republicano y no había casi ninguna duda de que sería el candidato de las elecciones del 2024, a las que ya había anunciado que volvería a participar.

Las elecciones para el Partido Republicano también fueron exitosas a nivel del Congreso, donde aumentó el número de diputados. Perdió el Senado, por la derrota del 5 de enero de los senadores de Georgia, que en parte ya había perdido desde el 3 de noviembre. La actitud de Trump contra el proceso electoral en general, de fraude en su contra, se ha señalado como una causa adicional para que el 5 de enero estos dos senadores republicanos perdieran, dándole un triunfo apretado al Partido Demócrata del Senado, y del Congreso, lo que obligará al Presidente Biden a un gran proceso de negociaciones políticas constantes, en lo que tiene gran experiencia.

La derrota de Trump no ha acabado con la derrota del fascismo en Estados Unidos. Con Trump se ha alimentado esta tendencia política, que en Estados Unidos tiene más de 1000 distintas organizaciones fascistas y filofascistas de diferentes tipos, que agrupan todo tipo de ciudadanos, lo que explica parcialmente también por qué Trump tiene seguidores latinos, afroamericanos, entre otros grupos. Trump puede convertirse en su líder más importante aun cuando lo llegaren a marginar de procesos político-electorales. Trump puede seguir siendo el emblema del fascismo actual en los Estados Unidos y el agitador político más importante de oposición al nuevo gobierno que inicia el 20 de enero. Podría llegar a convertirse en un mártir político si se le llega a apresar con motivo de los juicios y acusaciones que le seguirán.

Con esta tendencia populista de Trump quizás entramos a una nueva etapa de liderazgos políticos en los Estados Unidos, liderazgos de masas, de populismos políticos…

Los sucesos de asalto al Capitolio, que se señalan de terroristas, que le imputan a Trump su responsabilidad, lo que ha abierto es un juicio político contra él, ya aprobado en el Congreso, ahora en manos del Senado, juicio que puede concluir, ya no en su destitución, sino en una sanción político-jurídica que lo inhabilite para participar en futuros procesos electorales y a puestos de elección pública. Este es el resultado óptimo que esto puede tener.

Si de algo no va a escapar Trump es de la persecución judicial a la que será sometido por una serie de acusaciones que ya le tienen montadas, de las que difícilmente saldrá triunfante de todas ellas.

La Marcha sobre Washington sigue latente para el próximo 20 de enero, con posibilidades de altos grados de violencia, y hasta de actos terroristas contra su realización, y de posibles atentados contra Biden y las nuevas autoridades públicas norteamericanas. Lo que tradicionalmente ha sido una actividad de traspaso de poder festiva, popular, y tranquila, la del 20 de enero es un traspaso de poder que se realizará con un público altamente militarizado, con uniformes militares, con medidas extremas de seguridad y posiblemente sin caminata del Congreso a la Casa Blanca…con protestas republicanas y pro trumpistas en diferentes partes de los Estados Unidos. Será, por todo esto, más una ceremonia virtual que física presencial. Estos son los nuevos Estados ¿Unidos?

Un Presidente y sus cruzadas contra la «hora tica», los judíos y los comunistas y una propuesta de cómo se podría conmemorar a este y sus actividades

SURCOS comparte el texto del académico alemán, Dr. Jochen Fuchs, escrito durante su última estadía en Costa Rica. Fuchs trabaja en la Universidad de Magdeburgo en Alemania, cuenta con doctorados en Derecho y en Ciencias Políticas, y además es autor de libros de guías turísticas de Costa Rica.

Un Presidente y sus cruzadas contra la «hora tica», los judíos y los comunistas y una propuesta de cómo se podría conmemorar a este y sus actividades

San José tiene muchos monumentos. El centro de la ciudad está lleno de monumentos, monumentos de hombres. Las mujeres no tienen monumentos, tienen hijos, cocinas, maridos y la iglesia. Las mujeres no tienen tiempo para acciones que los monumentos recuerden.

¿Pero quién tiene el monumento más grande de San José, probablemente no solo de San José, sino de todo el país? El monumento más grande de todos conmemora a un luchador contra la “hora tica”. Casi todos están en contra de la “hora tica”.

Según una encuesta, el 76 por ciento de los ticos está en contra de la “hora tica” (porque “es una falta”; ver “La Nación” 4 de mayo de 2011). Pero no son honrados por un monumento, solo un valiente luchador contra la “hora tica” ha recibido un monumento: León Cortés.

¿Qué hizo Cortés? Un día Cortés llegó a la Central de Correos a las 8 a.m. No iba solo. Llegó con su reloj de bolsillo. Si un funcionario postal llegaba 5 minutos tarde, el funcionario era despedido.

¿Por qué? Cortés era entonces Presidente de Costa Rica y un valiente luchador contra la “hora tica”. Quería disciplina y orden, y no la “hora tica” – disciplina y orden como en otros países, disciplina y orden como en los países de sus amigos, donde no había “hora tica”, sino trenes puntuales y autopistas buenas.

Cortés luchó en batallas contra la “hora tica” no solo frente al edificio Central de Correos en San José, sino en todo el país. Aunque Costa Rica era un poco más pequeño que los países de sus amigos a quienes admiraba ––aunque estos amigos podrían no haberlo conocido–– no luchó menos amargamente como lo hizo Hernán Cortez durante la Noche Triste en Tenochtitlán. León Cortés luchó por ejemplo otra batalla contra la “hora tica” en Vara Blanca. El gobierno, más concretamente el Presidente, construyó una carretera cerca de Vara Blanca. Por supuesto, el Presidente no construyó con sus propias manos; el Presidente había ordenado construir una carretera. Al Presidente le encantaba construir carreteras. El Presidente sabía que a sus amigos al otro lado del mar les encantaba construir carreteras (y obras públicas grandes) también – para preparar su guerra contra los polacos, los comunistas y para sus carros tipo “Volkswagen” (y campos de concentración como Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen para los enemigos de la sociedad fascista y los judíos). Bueno, no había muchos polacos, judíos o comunistas alrededor de Vara Blanca, pero carretera es carretera y esas faltaban con seguridad.

Un obstáculo para la construcción de carreteras fue la “hora tica”. Un día, el Presidente llegó sorpresivamente al sitio de construcción a la hora de trabajo. Únicamente un trabajador estaba presente, todos los demás trabajadores eran víctimas de la “hora tica”. Cortés promovió al trabajador, pero despidió a todos los demás al final del día. De esta forma, él derrotó la “hora tica” cerca de Vara Blanca.

Pero el Presidente necesitaba ayuda con la construcción de carreteras ––y no solo para eso, porque no solo quería construir carreteras, sino que tenía muchas ideas más para el futuro brillante del país–– como sus amigos al otro lado del mar. Cortés encontró ayuda. La ayuda vino del otro lado del mar. Su ayudante era ingeniero y se llamaba Effinger, Max Effinger. Max Effinger fue un buen ayudante.

Siempre llegaba a tiempo, no conocía la “hora tica”, porque la “hora tica” era desconocida más allá del mar. Effinger era inmune a la “hora tica” y el Presidente ganó otra batalla contra la “hora tica” naturalizando a Max Effinger. Primero el ingeniero Effinger había trabajado como jefe de las obras públicas, construyendo carreteras y obras públicas ––no tan famosas obras públicas como el campo de concentración de Dachau o tan bellas como el campo de concentración de Sachsenhausen, “el campo de concentración más bello” (Bernhard Kuiper, arquitecto de campos y SS Obersturmführer 1937) porque Costa Rica no necesitaba campos de concentración (tenía la isla de San Lucas), pero obras públicas con “valor patrimonial” y “más significativos del paisaje urbano” (Municipalidad de Liberia 2019) como el Cuartel de Liberia.

Pero Cortés necesitaba más ayuda en otros campos de batalla. Él no era solamente un luchador grande contra la “hora tica”, lo era también contra los “rojos” y los migrantes (no de Nicaragua, pero de Polonia y no por el nuevo virus, pero por la raza judía).

En el año 1936 Cortés despidió a Carlos Luis Sáenz, director de la Escuela Normal de Heredia ––como “poeta de los niños” muy peligroso y como militante muy rojo del Bloque de Obreros y Campesinos del Partido Comunista Costarricense–– y en el año 1938 el gran luchador antibolchevique impidió por lo menos con fraude electoral, que el “poeta de los niños” se convirtiera en diputado rojo de la Asamblea Legislativa. Pero Sáenz no fue el único rojo, había muchos, muchos más. Y por eso Cortés necesitaba ayudantes, muchos, muchos más ayudantes. Él tuvo mucha suerte. Había encontrado un gran ayudante para este campo de batalla: Effinger, Max Effinger. Y Effinger tenía amigos, muchos amigos, poderosos amigos –– y si no tan poderosos, por lo menos amigos con un hermano grande. Y los amigos ayudaron al Presidente, porque Effinger era su líder, el líder del partido fascista, el “Führer” de NSDAP (AO) de Costa Rica, y el “Führer” mandó a sus amigos a ayudarlo.

Incluso tenían una fortaleza, la fortaleza se llamó Club Alemán. Bueno, no era una fortaleza muy grande, pero sí muy linda, y a veces había fiestas elegantes– para fortalecer el poder, para escuchar la recitación de la poesía impresionante de la chiquita Margarita (“Adolfo Hitler, el libertador de la tierra alemana”), hija del educador, embajador y escritor Luis Dobles Segreda, y para celebrar la unidad: un partido, un club, un Effinger. Y el Club Alemán no era el único castillo de los amigos. Tenían desde el año 1912 la Escuela Alemana (hoy día Colegio Humboldt) como pequeña fortaleza y su director Hannes Ihring, fundador del pequeño movimiento fascista, que se honró con el nombre del libertador de la tierra alemana: “Hitlerjugend”.

Y tenían un gran hermano, que era un hermano muy grande: no un cañonero, ni un buque torpedero, ni un crucero, no: un acorazado. El acorazado SMS Schleswig-Holstein – por lo menos en el año 1937; (más tarde no tuvo tiempo, tuvo que navegar a las playas de Polonia, a “Westernplase” para empezar la Segunda Guerra Mundial, disparando el primer tiro contra los polacos [también enemigos del Presidente, por lo menos los polacos de la raza judía] o como el “Führer” en Berlín dijo por radio: “disparar de vuelta”).

El acorazado SMS Schleswig-Holstein: un hermano poderoso, un hermano convencido con más de 750 amigos alemanes (ver www.ticoclub.com/schleswig.htm). Y todos ayudaron al Presidente, gran luchador contra los rojos. Y el Presidente estaba muy feliz porque tenía muchos amigos. El invitó a todos, al comandante Krause, a los marineros no rojos, no judíos, a todos sus amigos a la Casa Amarilla y ––porque no todos los 750 amigos del acorazado tuvieron espacio en la Casa Amarilla–– tal vez las “Madames” de los burdeles de Limón también estaban felices. Los amigos del “Club Alemán” estaban ciertamente felices e invitaron a todos a un gran baile “en honor del señor Presidente de la República”. Y todos vinieron, incluido el gran luchador contra la “hora tica” para presidir “junto con doña Lilly Knohr (sic!)”, la esposa de uno de los fascistas más importantes, la fiesta, que inició ––según “La Tribuna” del 26 de enero de 1937–– “con la más precisa exactitud a la hora” (¡y no a la “hora tica”! J.F.).

El periódico “La Época” (28 de enero de 1937), portavoz de los círculos clericales más reaccionarios, celebró en su primera página: “Al honorable y caballeroso Comandante Krause, alta oficialidad y cadetes de buque (…) Vuestro arriba a estas playas a tiempo anunciado [¡y no a la hora tica”, J.F.] fue vivamente esperado por el pueblo de Costa Rica”. (Por todo el pueblo realmente no, había protestas de ––según La Época–– “gentes sin principios” y estos verdaderos católicos, llenos de caridad cristiana, solo tuvieron un deseo: “estas basuras sociales se consumen lentamente en el crematorio de la conciencia nacional” – bueno, los fascistas sin caridad cristiana han usado crematorios reales para la “basura social”.)

¿Que hizo esa “gente sin principios”, esa “basura social”? En Heredia, por ejemplo, el segundo comandante encontró una hoja suelta con críticas de Hitler debajo de la puerta de su residencia (y según La Tribuna del 24 de enero de 1937 “dio instrucciones de detener a los sujetos que circulaban la publicación”).

¿Y qué hizo la gente con principios, la gente que no era parte de la “basura social”? El 26 de enero de 1937 por ejemplo, visitaron la recepción del Club Unión, en honor de los amigos que han llegado a bordo del acorazado SMS Schleswig-Holstein al puerto de Limón. En el Club Unión estaba presente también el gran luchador contra la “hora tica” ––ahora no con doña Lilly, sino con “su honorable señora esposa” – naturalmente “a la hora indicada”–– según “La Tribuna del 27 de enero de 1937, y no a la “hora tica”.

Otros visitaron el cine “Palace” para ver la película italiano-alemana “Los cien días de Napoleón” – “según la obra de Benito Mussolini (El Duce de Italia)” como informó el cine en su anuncio ––el primer film sonoro sobre Waterloo, que contó con el apoyo en la distribución de Visorio Mussolini, hijo del Duce y como piloto de guerra, que describía sus bombas como “capullos de rosa” colaborador del Generalísimo Franco, otro gran amigo del Presidente.

“La Época” no fue el único periódico con una opinión muy alta sobre los amigos del Presidente. Un Sr. “REX”, periodista de “La Tribuna”, por ejemplo dirigió las siguientes palabras a los amigos del Presidente: “Caballeros alemanes estáis en una tierra pequeña de territorio, pero grande en nobleza hospitalaria por temperamento. (…) Aplauso, cariño, franqueza, lo único que tenemos y lo único que os damos. (…) Seguid vuestra ruta, fija vuestra mirada en el horizonte, en el único horizonte y el único ideal de vuestro jefe, el canciller Hitler (…) Adelante pues, hijos de Alemania (…) ¡Caballeros de la nueva Alemania!, seguid siempre unidos a vuestro jefe (…) como primer bastión occidental frente a la ola bárbara que amenaza la civilización del mundo, desde los hielos de Rusia.” Y como despedida, les deseó: “¡Caballeros Germanos!, feliz viaje. (…) Qué corta ha sido vuestra estadía en esta tierra, y sin embargo, qué grande ha sido la comprensión que hacia Alemania habéis dejado en este pueblo. ¡Unión… Cultura…Amistad… Simpatía… y más Unión! Felices vosotros, que unidos y a la sombra de un único jefe habéis sabido encontrar en el Nacional-Socialismo, el resurgimiento de vuestra Nación! (…) adelante con él, fieles siempre con vuestro jefe, que él, con la nueva bandera alemana, os está diciendo a vosotros y al mundo entero, allí enterramos un pasado y aquí sembramos un porvenir” (La Tribuna, 28 de enero de 1937).

Por lo tanto, Costa Rica, un país feliz, con un presidente valiente, amigos buenos y poderosos en todo el mundo y con poca basura social, ¿se podrá mantener sin problemas? En general sí, pero si se fijaba la mirada en el horizonte, se podía ver una amenaza, una ola bárbara para la civilización: no nicas, sino casi desde los hielos de Rusia: polacos (como se llamaban los judíos en ese tiempo según sus pasaportes) que primero quisieron fugarse de la sombra del ideal del canciller Hitler (y un poco más tarde de los tiros del acorazado SMS Schleswig-Holstein) para invadir Costa Rica.

Por eso el Presidente necesitaba otra vez ayuda. Y un buen amigo, quien previamente había ayudado al Presidente a construir el cuartel de Liberia, un baluarte contra rebeliones y/o ataques posibles de los guanacastecos (ver los periódicos “Marcha sobre Roma” y “El Guanacaste” y la movilización del centro político cultural “La Casa de Guanacaste” y la “Confraternidad” (partido político de Francisco Vargas Vargas) – debió ayudar otra vez, ahora no con piedras y cemento, sino con papel y tinta, a construir un baluarte contra la invasión de los “polacos”, ahora no en un sitio de construcción, sino detrás de la mesa en el despacho del director de migración: Effinger, Max Effinger. Su trabajo detrás de la mesa en el despacho del director de migración consistía en garantizar que incluso en el futuro brillante del país “ojos, serenamente azules, ––en los que se refleja toda la poesía del Rhin”–– como los ojos de “señora Agmes (sic!) Hammerstein” según “La Tribuna” del 27 de enero de 1937 – puedan ver “esa tierra pequeña de territorio, pero grande en nobleza hospitalaria por temperamento”, pero no los ojos polacos o, peor aún, ojos judíos, con o sin nobleza hospitalaria por temperamento.

Max Effinger tenía a un diplomático como colaborador, como partidario – conectado también a la poesía, no a la poesía del Rhin, sino a una niña de poesía. La chiquita Margarita recitó un poema en honor de Adolf Hitler. Su padre, su educador natural, era Luis Dobles Segreda (Áncora 20 de Abril de 2008), educador, escritor y diplomático costarricense, como informa “Wikipedia”.

¿Qué hizo Luis Dobles Segreda además de entrenar a su hija para que recitara poemas? Como diplomático costarricense asistió a la conferencia de Evian del 6 al 15 de julio de 1938 – y no solo él, sino también representantes de otros 31 países más participaron en la conferencia. La conferencia, una iniciativa del presidente Rossevelt, tenía como objetivo resolver el problema de los judíos de Alemania, que querían encontrar un puerto seguro para salir del ”Reich”, que querían encontrar países que quisiesen otorgarles una visa, porque sin una visa no había forma de salvarse. ¿Y cuál era la tarea de Dobles Segreda en la conferencia? Él era más o menos la punta de lanza en la lucha contra los ‘polacos’, contra la invasión judía de Costa Rica, el puesto de avanzada más externo del escritorio de Max Effinger para salvar a Costa Rica como puerto seguro de los ojos azules y de la imperecedera comunidad de sangre española (como dijo el ministro de España el 12 de julio de 1934 y como se puede leer hasta hoy en la placa conmemorativa frente de la iglesia principal de Heredia).

Luis Dobles Segreda hizo un buen trabajo – como hizo Effinger. No hubo invasión de ‘polacos’ (judíos) en Costa Rica.

Golda Meir, Primera Ministra de Israel entre 1969 y 1974, quien estuvo presente como observadora en la conferencia, describió más tarde la situación de la siguiente manera:” (…) escuchando a los representantes de 32 países ponerse de pie uno tras otro y explicarles cuán terriblemente les gustaría recibir a más refugiados y cuán terriblemente lamentaban no poder hacerlo, fue una experiencia impactante.”[1]

¿Qué pasa más tarde? Sabemos que en el año 1952 fue inaugurado el monumento más grande de San José en honor de León Cortés. Probablemente todos los fascistas alemanes de Costa Rica estuvieron presentes en la ceremonia de inauguración del monumento, porque el 20 de abril de 1952 tuvieron la oportunidad no solo de celebrar la inauguración del monumento en honor a su gran amigo costarricense, sino también de celebrar el cumpleaños de su querido “Führer” Germánico – como en los tiempos gloriosos en el Club Alemán (desafortunadamente sin lindos poemas de la talentosa niña Margarita Dobles). Don Oso, hijo de León Cortés, quien una vez escribió una carta de Alemania a su papá, lleno de admiración por el “Führer”, estuvo presente – al igual que el presidente Otilio Ulate y todos los líderes anticomunistas del PLN, ganadores de la guerra civil – y cerca 50.000 ticos más.

Cortés fue declarado Benemérito de la Patria en 1949. Su corazón está en la iglesia de Alajuela.

Luis Dobles Segreda, una vez Secretario de Educación durante la Administración de Ricardo Jiménez Oreamuno, fue designado Ministro de Educación por Ulate en 1949 y declarado Benemérito de la Patria en 1994; no se construye un monumento en su honor, sino que en 1959 se fundó el Liceo Luis Dobles Segreda – muy cerca del monumento de Cortés.

Max Effinger no fue honrado con un monumento, ni fue declarado Benemérito de la Patria. Después de un período en el campo de concentración en La Sabana, donde ahora se encuentra el estadio nacional, fue deportado a los Estados Unidos el 2 de abril de 1942 y regresó a Costa Rica después de la Guerra.

¿Y ahora? ¿Vamos a destruir o remover el monumento de León Cortés? Los argumentos de Antonio Trejos (ver Semanario Universidad 26.09.2017) son muy buenos y mucha gente ha firmado una petición con ese objetivo. La queja de Trejos de que en Costa Rica no existe monumento alguno que honre a los judíos y comunistas perseguidos por Cortés tiene mucho peso también. Pero no creo que la destrucción del monumento va a destruir el “mito Cortés”.

Tengo otra idea – no es 100 % idea mía, el artista Rainer Jooß de Heidenheim (RFA) es responsable de mi idea. ¿Por qué? Tenía una muy buena idea para destruir el “mito de Rommel”. Erwin Rommel de Heidenheim fue un soldado que tenía no solo mucho éxito por matar miles y miles de seres humanos durante la era fascista, especialmente en África, sino que también fue responsable de la muerte de muchos “rojos” de Lindau, Schwäbisch Gmünd etc., en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial – y el número de víctimas de Rommel sigue creciendo hoy, más de 75 años después de la guerra. Durante la Guerra Fría, Rommel fue presentado como un buen soldado, soldado de estilo antiguo, víctima de Hitler, etc. y se construyeron monumentos en su honor, también en su ciudad natal, Heidenheim: un monumento grandioso, y 80% de su costo fue pagado por veteranos. En los años siguientes hubo controversia, la izquierda, las feministas, los pacifistas, solicitaron destruir el monumento, los veteranos, la derecha, los militaristas, defendieron a su héroe.

¿Y qué hizo el artista? Hizo una imagen de una víctima de Rommel, una víctima actual, una víctima que perdió un pie, porque las minas terrestres de Rommel, que ordenó enterrar para evitar el avance de los Ingleses aún están intactas, están in situ y hacen siempre lo mismo desde sus primeros momentos bajo la tierra: hacer daño, matar a seres humanos, producir víctimas.

Ahora sobre el monumento grandioso del General feldmarschall cae la sombra de una víctima y esa sombra tiene en mi opinión el poder de destruir el mito de Rommel.

Entonces, ¿por qué no construir imágenes, estatuas, monumentos, etc. de las víctimas de Cortés alrededor del monumento más grande de la ciudad? Fotos, siluetas, monumentos conmemorativos, etc. de los comunistas en las cárceles, sitios de tortura, en la isla de San Lucas, y otros lugares, de los judíos, los «polacos» frente a los consulados, embajadas, en trenes de deportación – para destruir el mito de Cortés, para manchar el honor del Presidente, y para honrar a los comunistas, a los «polacos», y quizás también para los inmigrantes de hoy, que no solo son víctimas de Rosweilers como Natividad Canda, sino también víctimas de personas con pensamientos similares y sin conciencia como el Presidente Cortés, sus súbditos, sus amigos y sus seguidores.

¿Y la “hora tica”? ¿Qué hacemos con la “hora tica”? Quizás la “hora tica” perdió algunas batallas, pero no perdió la Guerra. La “hora tica” no es una víctima de Cortés. La “hora tica” vive.

¡Viva la “hora tica”!

[1]         Meir estaba equivocada. El representante de la República Dominicana declaró su disposición a aceptar 100.000 judíos. La colonia Sousa para refugiados fue fundada allí. Su jefe, el dictador Trujillo, no era un ángel, sino un racista. No le gustaban los negros. Los nicaragüenses de los dominicanos son los haitianos. Para Trujillo, los haitianos eran negros y los dominicanos eran blancos. Pero sabía que no todos los visitantes de la isla pensaban que los dominicanos eran blancos. También sabía que los judíos eran blancos. Para hacer de la República Dominicana un país de blancos, se necesitan muchos blancos.

Compartido con SURCOS por Lorea Pino.