Un Presidente y sus cruzadas contra la «hora tica», los judíos y los comunistas y una propuesta de cómo se podría conmemorar a este y sus actividades

SURCOS comparte el texto del académico alemán, Dr. Jochen Fuchs, escrito durante su última estadía en Costa Rica. Fuchs trabaja en la Universidad de Magdeburgo en Alemania, cuenta con doctorados en Derecho y en Ciencias Políticas, y además es autor de libros de guías turísticas de Costa Rica.

Un Presidente y sus cruzadas contra la «hora tica», los judíos y los comunistas y una propuesta de cómo se podría conmemorar a este y sus actividades

San José tiene muchos monumentos. El centro de la ciudad está lleno de monumentos, monumentos de hombres. Las mujeres no tienen monumentos, tienen hijos, cocinas, maridos y la iglesia. Las mujeres no tienen tiempo para acciones que los monumentos recuerden.

¿Pero quién tiene el monumento más grande de San José, probablemente no solo de San José, sino de todo el país? El monumento más grande de todos conmemora a un luchador contra la “hora tica”. Casi todos están en contra de la “hora tica”.

Según una encuesta, el 76 por ciento de los ticos está en contra de la “hora tica” (porque “es una falta”; ver “La Nación” 4 de mayo de 2011). Pero no son honrados por un monumento, solo un valiente luchador contra la “hora tica” ha recibido un monumento: León Cortés.

¿Qué hizo Cortés? Un día Cortés llegó a la Central de Correos a las 8 a.m. No iba solo. Llegó con su reloj de bolsillo. Si un funcionario postal llegaba 5 minutos tarde, el funcionario era despedido.

¿Por qué? Cortés era entonces Presidente de Costa Rica y un valiente luchador contra la “hora tica”. Quería disciplina y orden, y no la “hora tica” – disciplina y orden como en otros países, disciplina y orden como en los países de sus amigos, donde no había “hora tica”, sino trenes puntuales y autopistas buenas.

Cortés luchó en batallas contra la “hora tica” no solo frente al edificio Central de Correos en San José, sino en todo el país. Aunque Costa Rica era un poco más pequeño que los países de sus amigos a quienes admiraba ––aunque estos amigos podrían no haberlo conocido–– no luchó menos amargamente como lo hizo Hernán Cortez durante la Noche Triste en Tenochtitlán. León Cortés luchó por ejemplo otra batalla contra la “hora tica” en Vara Blanca. El gobierno, más concretamente el Presidente, construyó una carretera cerca de Vara Blanca. Por supuesto, el Presidente no construyó con sus propias manos; el Presidente había ordenado construir una carretera. Al Presidente le encantaba construir carreteras. El Presidente sabía que a sus amigos al otro lado del mar les encantaba construir carreteras (y obras públicas grandes) también – para preparar su guerra contra los polacos, los comunistas y para sus carros tipo “Volkswagen” (y campos de concentración como Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen para los enemigos de la sociedad fascista y los judíos). Bueno, no había muchos polacos, judíos o comunistas alrededor de Vara Blanca, pero carretera es carretera y esas faltaban con seguridad.

Un obstáculo para la construcción de carreteras fue la “hora tica”. Un día, el Presidente llegó sorpresivamente al sitio de construcción a la hora de trabajo. Únicamente un trabajador estaba presente, todos los demás trabajadores eran víctimas de la “hora tica”. Cortés promovió al trabajador, pero despidió a todos los demás al final del día. De esta forma, él derrotó la “hora tica” cerca de Vara Blanca.

Pero el Presidente necesitaba ayuda con la construcción de carreteras ––y no solo para eso, porque no solo quería construir carreteras, sino que tenía muchas ideas más para el futuro brillante del país–– como sus amigos al otro lado del mar. Cortés encontró ayuda. La ayuda vino del otro lado del mar. Su ayudante era ingeniero y se llamaba Effinger, Max Effinger. Max Effinger fue un buen ayudante.

Siempre llegaba a tiempo, no conocía la “hora tica”, porque la “hora tica” era desconocida más allá del mar. Effinger era inmune a la “hora tica” y el Presidente ganó otra batalla contra la “hora tica” naturalizando a Max Effinger. Primero el ingeniero Effinger había trabajado como jefe de las obras públicas, construyendo carreteras y obras públicas ––no tan famosas obras públicas como el campo de concentración de Dachau o tan bellas como el campo de concentración de Sachsenhausen, “el campo de concentración más bello” (Bernhard Kuiper, arquitecto de campos y SS Obersturmführer 1937) porque Costa Rica no necesitaba campos de concentración (tenía la isla de San Lucas), pero obras públicas con “valor patrimonial” y “más significativos del paisaje urbano” (Municipalidad de Liberia 2019) como el Cuartel de Liberia.

Pero Cortés necesitaba más ayuda en otros campos de batalla. Él no era solamente un luchador grande contra la “hora tica”, lo era también contra los “rojos” y los migrantes (no de Nicaragua, pero de Polonia y no por el nuevo virus, pero por la raza judía).

En el año 1936 Cortés despidió a Carlos Luis Sáenz, director de la Escuela Normal de Heredia ––como “poeta de los niños” muy peligroso y como militante muy rojo del Bloque de Obreros y Campesinos del Partido Comunista Costarricense–– y en el año 1938 el gran luchador antibolchevique impidió por lo menos con fraude electoral, que el “poeta de los niños” se convirtiera en diputado rojo de la Asamblea Legislativa. Pero Sáenz no fue el único rojo, había muchos, muchos más. Y por eso Cortés necesitaba ayudantes, muchos, muchos más ayudantes. Él tuvo mucha suerte. Había encontrado un gran ayudante para este campo de batalla: Effinger, Max Effinger. Y Effinger tenía amigos, muchos amigos, poderosos amigos –– y si no tan poderosos, por lo menos amigos con un hermano grande. Y los amigos ayudaron al Presidente, porque Effinger era su líder, el líder del partido fascista, el “Führer” de NSDAP (AO) de Costa Rica, y el “Führer” mandó a sus amigos a ayudarlo.

Incluso tenían una fortaleza, la fortaleza se llamó Club Alemán. Bueno, no era una fortaleza muy grande, pero sí muy linda, y a veces había fiestas elegantes– para fortalecer el poder, para escuchar la recitación de la poesía impresionante de la chiquita Margarita (“Adolfo Hitler, el libertador de la tierra alemana”), hija del educador, embajador y escritor Luis Dobles Segreda, y para celebrar la unidad: un partido, un club, un Effinger. Y el Club Alemán no era el único castillo de los amigos. Tenían desde el año 1912 la Escuela Alemana (hoy día Colegio Humboldt) como pequeña fortaleza y su director Hannes Ihring, fundador del pequeño movimiento fascista, que se honró con el nombre del libertador de la tierra alemana: “Hitlerjugend”.

Y tenían un gran hermano, que era un hermano muy grande: no un cañonero, ni un buque torpedero, ni un crucero, no: un acorazado. El acorazado SMS Schleswig-Holstein – por lo menos en el año 1937; (más tarde no tuvo tiempo, tuvo que navegar a las playas de Polonia, a “Westernplase” para empezar la Segunda Guerra Mundial, disparando el primer tiro contra los polacos [también enemigos del Presidente, por lo menos los polacos de la raza judía] o como el “Führer” en Berlín dijo por radio: “disparar de vuelta”).

El acorazado SMS Schleswig-Holstein: un hermano poderoso, un hermano convencido con más de 750 amigos alemanes (ver www.ticoclub.com/schleswig.htm). Y todos ayudaron al Presidente, gran luchador contra los rojos. Y el Presidente estaba muy feliz porque tenía muchos amigos. El invitó a todos, al comandante Krause, a los marineros no rojos, no judíos, a todos sus amigos a la Casa Amarilla y ––porque no todos los 750 amigos del acorazado tuvieron espacio en la Casa Amarilla–– tal vez las “Madames” de los burdeles de Limón también estaban felices. Los amigos del “Club Alemán” estaban ciertamente felices e invitaron a todos a un gran baile “en honor del señor Presidente de la República”. Y todos vinieron, incluido el gran luchador contra la “hora tica” para presidir “junto con doña Lilly Knohr (sic!)”, la esposa de uno de los fascistas más importantes, la fiesta, que inició ––según “La Tribuna” del 26 de enero de 1937–– “con la más precisa exactitud a la hora” (¡y no a la “hora tica”! J.F.).

El periódico “La Época” (28 de enero de 1937), portavoz de los círculos clericales más reaccionarios, celebró en su primera página: “Al honorable y caballeroso Comandante Krause, alta oficialidad y cadetes de buque (…) Vuestro arriba a estas playas a tiempo anunciado [¡y no a la hora tica”, J.F.] fue vivamente esperado por el pueblo de Costa Rica”. (Por todo el pueblo realmente no, había protestas de ––según La Época–– “gentes sin principios” y estos verdaderos católicos, llenos de caridad cristiana, solo tuvieron un deseo: “estas basuras sociales se consumen lentamente en el crematorio de la conciencia nacional” – bueno, los fascistas sin caridad cristiana han usado crematorios reales para la “basura social”.)

¿Que hizo esa “gente sin principios”, esa “basura social”? En Heredia, por ejemplo, el segundo comandante encontró una hoja suelta con críticas de Hitler debajo de la puerta de su residencia (y según La Tribuna del 24 de enero de 1937 “dio instrucciones de detener a los sujetos que circulaban la publicación”).

¿Y qué hizo la gente con principios, la gente que no era parte de la “basura social”? El 26 de enero de 1937 por ejemplo, visitaron la recepción del Club Unión, en honor de los amigos que han llegado a bordo del acorazado SMS Schleswig-Holstein al puerto de Limón. En el Club Unión estaba presente también el gran luchador contra la “hora tica” ––ahora no con doña Lilly, sino con “su honorable señora esposa” – naturalmente “a la hora indicada”–– según “La Tribuna del 27 de enero de 1937, y no a la “hora tica”.

Otros visitaron el cine “Palace” para ver la película italiano-alemana “Los cien días de Napoleón” – “según la obra de Benito Mussolini (El Duce de Italia)” como informó el cine en su anuncio ––el primer film sonoro sobre Waterloo, que contó con el apoyo en la distribución de Visorio Mussolini, hijo del Duce y como piloto de guerra, que describía sus bombas como “capullos de rosa” colaborador del Generalísimo Franco, otro gran amigo del Presidente.

“La Época” no fue el único periódico con una opinión muy alta sobre los amigos del Presidente. Un Sr. “REX”, periodista de “La Tribuna”, por ejemplo dirigió las siguientes palabras a los amigos del Presidente: “Caballeros alemanes estáis en una tierra pequeña de territorio, pero grande en nobleza hospitalaria por temperamento. (…) Aplauso, cariño, franqueza, lo único que tenemos y lo único que os damos. (…) Seguid vuestra ruta, fija vuestra mirada en el horizonte, en el único horizonte y el único ideal de vuestro jefe, el canciller Hitler (…) Adelante pues, hijos de Alemania (…) ¡Caballeros de la nueva Alemania!, seguid siempre unidos a vuestro jefe (…) como primer bastión occidental frente a la ola bárbara que amenaza la civilización del mundo, desde los hielos de Rusia.” Y como despedida, les deseó: “¡Caballeros Germanos!, feliz viaje. (…) Qué corta ha sido vuestra estadía en esta tierra, y sin embargo, qué grande ha sido la comprensión que hacia Alemania habéis dejado en este pueblo. ¡Unión… Cultura…Amistad… Simpatía… y más Unión! Felices vosotros, que unidos y a la sombra de un único jefe habéis sabido encontrar en el Nacional-Socialismo, el resurgimiento de vuestra Nación! (…) adelante con él, fieles siempre con vuestro jefe, que él, con la nueva bandera alemana, os está diciendo a vosotros y al mundo entero, allí enterramos un pasado y aquí sembramos un porvenir” (La Tribuna, 28 de enero de 1937).

Por lo tanto, Costa Rica, un país feliz, con un presidente valiente, amigos buenos y poderosos en todo el mundo y con poca basura social, ¿se podrá mantener sin problemas? En general sí, pero si se fijaba la mirada en el horizonte, se podía ver una amenaza, una ola bárbara para la civilización: no nicas, sino casi desde los hielos de Rusia: polacos (como se llamaban los judíos en ese tiempo según sus pasaportes) que primero quisieron fugarse de la sombra del ideal del canciller Hitler (y un poco más tarde de los tiros del acorazado SMS Schleswig-Holstein) para invadir Costa Rica.

Por eso el Presidente necesitaba otra vez ayuda. Y un buen amigo, quien previamente había ayudado al Presidente a construir el cuartel de Liberia, un baluarte contra rebeliones y/o ataques posibles de los guanacastecos (ver los periódicos “Marcha sobre Roma” y “El Guanacaste” y la movilización del centro político cultural “La Casa de Guanacaste” y la “Confraternidad” (partido político de Francisco Vargas Vargas) – debió ayudar otra vez, ahora no con piedras y cemento, sino con papel y tinta, a construir un baluarte contra la invasión de los “polacos”, ahora no en un sitio de construcción, sino detrás de la mesa en el despacho del director de migración: Effinger, Max Effinger. Su trabajo detrás de la mesa en el despacho del director de migración consistía en garantizar que incluso en el futuro brillante del país “ojos, serenamente azules, ––en los que se refleja toda la poesía del Rhin”–– como los ojos de “señora Agmes (sic!) Hammerstein” según “La Tribuna” del 27 de enero de 1937 – puedan ver “esa tierra pequeña de territorio, pero grande en nobleza hospitalaria por temperamento”, pero no los ojos polacos o, peor aún, ojos judíos, con o sin nobleza hospitalaria por temperamento.

Max Effinger tenía a un diplomático como colaborador, como partidario – conectado también a la poesía, no a la poesía del Rhin, sino a una niña de poesía. La chiquita Margarita recitó un poema en honor de Adolf Hitler. Su padre, su educador natural, era Luis Dobles Segreda (Áncora 20 de Abril de 2008), educador, escritor y diplomático costarricense, como informa “Wikipedia”.

¿Qué hizo Luis Dobles Segreda además de entrenar a su hija para que recitara poemas? Como diplomático costarricense asistió a la conferencia de Evian del 6 al 15 de julio de 1938 – y no solo él, sino también representantes de otros 31 países más participaron en la conferencia. La conferencia, una iniciativa del presidente Rossevelt, tenía como objetivo resolver el problema de los judíos de Alemania, que querían encontrar un puerto seguro para salir del ”Reich”, que querían encontrar países que quisiesen otorgarles una visa, porque sin una visa no había forma de salvarse. ¿Y cuál era la tarea de Dobles Segreda en la conferencia? Él era más o menos la punta de lanza en la lucha contra los ‘polacos’, contra la invasión judía de Costa Rica, el puesto de avanzada más externo del escritorio de Max Effinger para salvar a Costa Rica como puerto seguro de los ojos azules y de la imperecedera comunidad de sangre española (como dijo el ministro de España el 12 de julio de 1934 y como se puede leer hasta hoy en la placa conmemorativa frente de la iglesia principal de Heredia).

Luis Dobles Segreda hizo un buen trabajo – como hizo Effinger. No hubo invasión de ‘polacos’ (judíos) en Costa Rica.

Golda Meir, Primera Ministra de Israel entre 1969 y 1974, quien estuvo presente como observadora en la conferencia, describió más tarde la situación de la siguiente manera:” (…) escuchando a los representantes de 32 países ponerse de pie uno tras otro y explicarles cuán terriblemente les gustaría recibir a más refugiados y cuán terriblemente lamentaban no poder hacerlo, fue una experiencia impactante.”[1]

¿Qué pasa más tarde? Sabemos que en el año 1952 fue inaugurado el monumento más grande de San José en honor de León Cortés. Probablemente todos los fascistas alemanes de Costa Rica estuvieron presentes en la ceremonia de inauguración del monumento, porque el 20 de abril de 1952 tuvieron la oportunidad no solo de celebrar la inauguración del monumento en honor a su gran amigo costarricense, sino también de celebrar el cumpleaños de su querido “Führer” Germánico – como en los tiempos gloriosos en el Club Alemán (desafortunadamente sin lindos poemas de la talentosa niña Margarita Dobles). Don Oso, hijo de León Cortés, quien una vez escribió una carta de Alemania a su papá, lleno de admiración por el “Führer”, estuvo presente – al igual que el presidente Otilio Ulate y todos los líderes anticomunistas del PLN, ganadores de la guerra civil – y cerca 50.000 ticos más.

Cortés fue declarado Benemérito de la Patria en 1949. Su corazón está en la iglesia de Alajuela.

Luis Dobles Segreda, una vez Secretario de Educación durante la Administración de Ricardo Jiménez Oreamuno, fue designado Ministro de Educación por Ulate en 1949 y declarado Benemérito de la Patria en 1994; no se construye un monumento en su honor, sino que en 1959 se fundó el Liceo Luis Dobles Segreda – muy cerca del monumento de Cortés.

Max Effinger no fue honrado con un monumento, ni fue declarado Benemérito de la Patria. Después de un período en el campo de concentración en La Sabana, donde ahora se encuentra el estadio nacional, fue deportado a los Estados Unidos el 2 de abril de 1942 y regresó a Costa Rica después de la Guerra.

¿Y ahora? ¿Vamos a destruir o remover el monumento de León Cortés? Los argumentos de Antonio Trejos (ver Semanario Universidad 26.09.2017) son muy buenos y mucha gente ha firmado una petición con ese objetivo. La queja de Trejos de que en Costa Rica no existe monumento alguno que honre a los judíos y comunistas perseguidos por Cortés tiene mucho peso también. Pero no creo que la destrucción del monumento va a destruir el “mito Cortés”.

Tengo otra idea – no es 100 % idea mía, el artista Rainer Jooß de Heidenheim (RFA) es responsable de mi idea. ¿Por qué? Tenía una muy buena idea para destruir el “mito de Rommel”. Erwin Rommel de Heidenheim fue un soldado que tenía no solo mucho éxito por matar miles y miles de seres humanos durante la era fascista, especialmente en África, sino que también fue responsable de la muerte de muchos “rojos” de Lindau, Schwäbisch Gmünd etc., en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial – y el número de víctimas de Rommel sigue creciendo hoy, más de 75 años después de la guerra. Durante la Guerra Fría, Rommel fue presentado como un buen soldado, soldado de estilo antiguo, víctima de Hitler, etc. y se construyeron monumentos en su honor, también en su ciudad natal, Heidenheim: un monumento grandioso, y 80% de su costo fue pagado por veteranos. En los años siguientes hubo controversia, la izquierda, las feministas, los pacifistas, solicitaron destruir el monumento, los veteranos, la derecha, los militaristas, defendieron a su héroe.

¿Y qué hizo el artista? Hizo una imagen de una víctima de Rommel, una víctima actual, una víctima que perdió un pie, porque las minas terrestres de Rommel, que ordenó enterrar para evitar el avance de los Ingleses aún están intactas, están in situ y hacen siempre lo mismo desde sus primeros momentos bajo la tierra: hacer daño, matar a seres humanos, producir víctimas.

Ahora sobre el monumento grandioso del General feldmarschall cae la sombra de una víctima y esa sombra tiene en mi opinión el poder de destruir el mito de Rommel.

Entonces, ¿por qué no construir imágenes, estatuas, monumentos, etc. de las víctimas de Cortés alrededor del monumento más grande de la ciudad? Fotos, siluetas, monumentos conmemorativos, etc. de los comunistas en las cárceles, sitios de tortura, en la isla de San Lucas, y otros lugares, de los judíos, los «polacos» frente a los consulados, embajadas, en trenes de deportación – para destruir el mito de Cortés, para manchar el honor del Presidente, y para honrar a los comunistas, a los «polacos», y quizás también para los inmigrantes de hoy, que no solo son víctimas de Rosweilers como Natividad Canda, sino también víctimas de personas con pensamientos similares y sin conciencia como el Presidente Cortés, sus súbditos, sus amigos y sus seguidores.

¿Y la “hora tica”? ¿Qué hacemos con la “hora tica”? Quizás la “hora tica” perdió algunas batallas, pero no perdió la Guerra. La “hora tica” no es una víctima de Cortés. La “hora tica” vive.

¡Viva la “hora tica”!

[1]         Meir estaba equivocada. El representante de la República Dominicana declaró su disposición a aceptar 100.000 judíos. La colonia Sousa para refugiados fue fundada allí. Su jefe, el dictador Trujillo, no era un ángel, sino un racista. No le gustaban los negros. Los nicaragüenses de los dominicanos son los haitianos. Para Trujillo, los haitianos eran negros y los dominicanos eran blancos. Pero sabía que no todos los visitantes de la isla pensaban que los dominicanos eran blancos. También sabía que los judíos eran blancos. Para hacer de la República Dominicana un país de blancos, se necesitan muchos blancos.

Compartido con SURCOS por Lorea Pino.