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Etiqueta: construcción colectiva

Cultura organizativa y resistencia cotidiana en clave solidaria

Carlos Hernández
Miembro de la Red Economía Solidaria / Redess
carloscokmal.p@gmail.com

Esta reflexión surge desde la práctica cotidiana en redes de economía solidaria, como ejercicio de análisis crítico frente a los desafíos ideológicos, organizativos y culturales que enfrentamos en nuestros territorios. En medio de una guerra ideológica permanente difundida por gobiernos, medios, espectáculos y formas de la “cultura” de masas se nos impone la confusión, el olvido y la fragmentación. Esta distorsión nos aleja de los verdaderos problemas y también de las razones para sentir alegría, gratitud y esperanza.

Se crean distancias entre personas, sectores y clases que comparten necesidades comunes. Esto impide que surja la urgencia de pactar y construir colectivamente una salida al caos impuesto. Desde la economía solidaria, es fundamental recuperar el vínculo humano, la empatía y la cooperación para transformar esta realidad.

Evaluar para transformar

Evaluar debe ser una práctica cotidiana. Cometer errores es natural; lo absurdo es no reconocerlos ni buscar soluciones. No se trata de señalar culpables, sino de comprender la situación, identificar lo estratégico en cada tarea y avanzar con conciencia crítica.

La tendencia dominante es ocultar las contradicciones y manipularlas para obtener ventajas. Desde una perspectiva solidaria, lo que debemos hacer es analizarlas y transformarlas colectivamente. La evaluación crítica es una herramienta de aprendizaje, no de sanción.

Discusión organizada y participación democrática

La discusión debe ser organizada y sistemática. Como en cualquier proceso colectivo, se requiere preparar el contexto, identificar insumos, facilitar el diálogo y, en ocasiones, contar con acompañamiento metodológico. La improvisación puede llevar al desgaste o la confusión. Por eso, necesitamos ser constantes, metódicos, dinámicos e inquisitivos en el buen sentido: capaces de preguntarnos sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos.

Este análisis permanente permite corregir errores, orientar el trabajo y fomentar una formación continua. El proceso de ensayo-error se convierte en aprendizaje compartido y transformación constante. La participación democrática no es espontánea: requiere cuidado, escucha activa y espacios seguros para la palabra crítica.

Colectividad y confianza

No al mesianismo, sí al grupo y a la fuerza de la colectividad. Debemos acostumbrarnos a tomar decisiones colectivas, abandonar la fragmentación y confiar en las direcciones compartidas. Las divisiones debilitan; la unidad fortalece. Solo la solidez del colectivo puede permitir una gestión política que conduzca a una transformación social real.

Un ejemplo son las iniciativas asociativas. Mientras el sector oficial busca dividir, nosotros debemos levantar el principio de no discriminación y defender los intereses del sector en los territorios sin importar afiliaciones partidarias. Así construiremos unidad desde la diversidad.

Cultura organizativa desde el territorio

En muchos territorios, la desconfianza hacia las estructuras organizativas es resultado de experiencias de manipulación, imposición o exclusión. Esa desconfianza puede ser una virtud si se transforma en criterio ético y exigencia colectiva. La confianza no se impone: se construye en el hacer cotidiano, en la coherencia entre discurso y práctica.

Una organización comprometida con la economía solidaria debe generar formas auténticas de información, decisión y ejercicio del poder, basadas en el respeto, la participación y la transparencia. Es fácil reproducir los esquemas dominantes: dividir, evadir, esconder. Por eso, debemos cultivar prácticas culturales que fortalezcan la identidad ética, territorial y transformadora de nuestras redes.

Unidad en la diversidad

Reconocer las diferencias, sus matices y formas distintas de ver el mundo; respetar y planificar un trabajo conjunto marcará la diferencia entre las organizaciones que antes buscaban manipular y las que hoy queremos construir.

Los hegemonismos destruyeron la confluencia. Imponer una sola visión es repetir el modelo dominante de homogeneización para controlar. El control social busca que pensemos y actuemos igual, que consumamos lo mismo, votemos igual y sintamos de forma homogénea. Al mismo tiempo, fomenta el sectarismo, el racismo y la separación de los sexos.

Frente a esto, debemos promover la diferencia y la unidad: la unidad en la diversidad. Este es el camino hacia una economía solidaria, inclusiva y transformadora.

La trampa de las elecciones nacionales

Por José Rafael Quesada Jiménez

Cada cuatro años, los costarricenses nos sumergimos en un ritual cívico que despierta pasiones, esperanzas y falsas promesas: las elecciones nacionales. Una vez más, se nos dice que “ahora sí” todo cambiará o nos renovamos para cambiar. Pero, ¿y si la transformación que necesitamos no puede lograrse solo en las urnas? ¿Y si estamos atrapados en un mecanismo que reproduce el inmovilismo?

Elecciones sin rumbo

Las elecciones, aunque necesarias, no son suficientes. Las promesas se repiten, se diluyen, y al poco tiempo son sustituidas por la decepción. Los partidos —viejos y nuevos— insisten en discursos desgastados, carentes de visión estratégica. Pero lo más grave: no tienen un relato histórico nacional claro, ni un proyecto colectivo que inspire a las nuevas generaciones. Parece que solo el Ejecutivo parece tener una imagen de lograr la mayoría electoral para transformar el Estado Nacional, asamblea constituyente incluida.

Como diría Rodrigo Facio Brenes, se requiere una «revolución mental» para que el país tome conciencia de su propio destino. Pero en lugar de revolución, lo que vemos es reiteración. En vez de despertar, hay una anestesia colectiva sostenida por una clase política sin audacia ni profundidad.

Un país sin imagen de futuro

El país está extraviado. No porque falten candidatos o partidos —tenemos demasiados—, sino porque ninguno propone una visión transformadora de largo plazo. La política costarricense ha perdido altura y densidad histórica. Lo que hace falta no es más administración de lo mismo, sino una nueva dirección histórica, un nuevo relato. Desde mi mirada, ese relato debe ser humanista o al menos cercano a esa visión.

Como se afirma en el Documento Humanista:

Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro.”

Ese principio esencial exige una transformación profunda del modelo político, económico y cultural. Las elecciones deberían abrir camino a esa transformación, pero hoy más bien la cierran, la disimulan o la falsean.

El problema es estructural, no coyuntural

No estamos ante una crisis de gestión; estamos ante el agotamiento de un modelo. Las instituciones fundamentales del país —educación, salud, transporte, seguridad, ambiente— no están funcionando como garantes del bienestar colectivo:

  • Educación: abandonada, rezagada, desarticulada, sin alma

  • Telecomunicaciones: Un ICE que termina siendo un competidor más en el mercado, sin entrar en la disminución de la brecha digital

  • Salud: colapsada, sobrepasada, burocratizada, deshumanizada

  • Transporte: anticuado, con estrés y contaminación, sin propuestas

  • Seguridad: realmente inseguridad, absorbida por la lógica del narco y la criminalidad, patrimonial y social.

  • Los seguros: El caso del INS que no permite pensar en la solidaridad como instrumento de cobertura de los más vulnerables

  • Crisis climática: sin alma para soluciones, sin emoción y apoyo de la población

Como decía don Manuel Mora Valverde, «el Estado debe ser el protector de los débiles y regulador del poder económico», pero hoy el Estado parece más bien desmantelado, impotente o cómplice de intereses privados.

El mesianismo electoral y la fragmentación sin sentido

Otra trampa es el mesianismo político: la creencia en que un solo líder (candidatura) «lo resolverá todo». Pero no hay mesías. Ni candidatos milagrosos. Hay cientos de candidaturas dispersas, promoviendo un nuevo mosaico partidario donde lo más probable es que uno o dos partidos concentren una fracción legislativa mayor a los 30 diputados, mientras el resto del Congreso se fragmenta en 10 o más fracciones políticas sin rumbo, sin propósito estratégico, sin unidad de proyecto país.

Este “picadillo” legislativo impediría la gobernabilidad real y favorece el chantaje parlamentario, los intereses particulares y la parálisis institucional.

Como advertía Alberto Cañas Escalante, “el país no necesita más partidos, necesita más ciudadanos con conciencia histórica, con ética pública y sentido de dirección”.

Desconexión con el mundo

Uno de los errores más graves de la actual dirigencia política (de gobierno y oposición) es no ver el mundo. No parecen leer los cambios de época. No entienden el papel de la inteligencia artificial, la transformación laboral, la crisis climática, ni las disputas geopolíticas globales en la transformación civilizatoria que se avizora en el camino mundial, como tampoco la posibilidad de avance hacia una “singularidad histórica y tecnológica” que transformaría la vida del Sapiens sapiens como lo conocemos hoy.

Costa Rica sigue alineándose a bloques de poder internacional sin análisis, sin estrategia. No tenemos política exterior, ni visión económica a largo plazo. Nuestra neutralidad histórica se desvanece sin reflexión colectiva, y parecemos repetir errores históricos por omisión.

¿Para qué sirven entonces las elecciones?

No hay que desecharlas. Las elecciones son un punto de partida, pero no un final. No se puede seguir presentándolas como la “gran solución nacional”. Su verdadero valor está en abrir posibilidades, generar pequeñas rupturas del orden establecido y permitir que nuevas fuerzas sociales impulsen un proceso profundo de transformación. Debemos avanzar hacia una democracia real y superar la insuficiente democracia representativa que nos caracteriza por imprimir negación a los avances, representación territorial y mecanismos realmente democráticos que requiere esta nueva época.

Como dice el Movimiento Humanista, “la verdadera revolución no se hace con armas, ni desde arriba, sino desde las conciencias, desde abajo, desde el cambio profundo de la mirada sobre uno mismo y los otros”.

Conclusión: una dirección histórica humanista

Costa Rica necesita despertar. No hacia la ilusión de un nuevo gobierno, sino hacia la construcción de un nuevo país. Un país donde el humanismo no sea un eslogan sino una dirección histórica. Donde la política no sea espectáculo sino servicio. Donde la ciudadanía sea protagonista y no espectadora. Donde la democracia sea Real y no una ilusión.

Y ese proceso no empieza ni termina con una elección. Comienza cuando decidimos romper con la trampa y asumimos la construcción colectiva de un nuevo horizonte civilizatorio.

Participantes de Latinoamérica comparten saberes políticos y luchas territoriales en Abya Yala

  • «Seminario de Construcción Colectiva» del DEI es espacio de encuentro cada año
  • Participantes de seis países de Latinoamérica comparten sus saberes políticos y luchas territoriales en Abya Yala

Con la participación de 11 personas de seis países de Abya-Yala Latinoamérica inicia, en el Departamento Ecuménico de Investigaciones-DEI, el Seminario de Construcción Colectiva 2018.

Diálogos de saberes políticos y Luchas territoriales en Abya Yala” es el tema propuesto para el trabajo colectivo que abarcará ocho semanas, en San José, Costa Rica.

El seminario convoca a personas que quieren dar continuidad a sus proyectos de investigación o quieren sistematizar sus experiencias, a partir de su participación en la comunidad o su vinculación con movimientos sociales. El producto final que espera desarrollar cada participante puede consistir en un texto para su propia comunidad, la publicación de un artículo, o una síntesis escrita de la experiencia.

Johnny Hall, de la nación miskita del caribe nicaragüense, se integró al seminario el pasado 19 de septiembre:

«Me enteré (del seminario) a través del trabajo que yo vengo haciendo. Yo, como gestor y productor cultural de la etnia miskito, como artista e investigador de la cultura miskita, vengo realizando festivales culturales miskitos y de Palo de Mayo (festividad de orígenes ancestrales de la comunidades del caribe nicaragüense). El origen de mi comunidad, el lugar exacto es Auhya, en otro nombre Shayran Sanday Bay Sirpi, de Bluefields. Son 20 horas en barco, pero en lancha rápida son cuatro horas para llegar a mi lugar. Es un largo camino… pero es muy rico: ¡hay vida, ahí está la cultura, la base de nuestra comunidad!».

Junto con él, otras 10 personas comparten convivencia y proyectos durante los dos meses del seminario. Hay participantes de México, Nicaragua, Guatemala, Costa Rica; Perú y Colombia.

Durante la primera semana compartimos diálogos sobre la «red de la vida», con Lorena Cabnal, feminista comunitaria maya-xinka. La segunda semana del seminario la dedicamos a realizar análisis de contexto, en diferentes módulos facilitados por personas que han participado anteriormente en talleres del DEI: Nery Chaves, Henry Picado, Daniel Villalobos y Alberto Álvarez (coordinador del Programa de Formación del DEI).

El Programa de Investigación del DEI, a cargo de Nioe Víquez, coordina este seminario junto con el apoyo de Julieta Montoya. La intención primordial de este espacio de formación es producir con autonomía, desde las mismas comunidades y sus propios intereses, conocimientos colectivos y elementos para interpretar la realidad desde el pensamiento crítico, con justicia social, con equidad y respeto.

Al finalizar el seminario, se pretende que las personas participantes devuelvan a sus comunidades el producto de investigación o sistematización, sin que medie una mercantilización o instrumentalización de sus conocimientos.

El proceso colectivo de construcción de conocimiento que tiene lugar en el DEI, aunque no se rige por criterios académicos, incorpora algunos de sus elementos, y se comparte desde metodologías como la Investigación-Acción participativa (AIP).

El seminario es una propuesta del DEI para facilitar procesos de transformación social protagonizados por las comunidades, tras reconocer -ellas mismas- sus propios saberes como legítimos y valiosos dentro del tejido vital del que forman parte.

Itzel y Heriberto
Lorena Cabnal
Lorena Cabnal
Henry Picado
Julieta Montoya
Jhonny Hall

Comunicación / DEI

Departamento Ecuménico de Investigaciones

San José, Costa Rica.

www.deicr.org

 

 

Enviado por DEI.

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