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Etiqueta: construcción colectiva

La trampa de las elecciones nacionales

Por José Rafael Quesada Jiménez

Cada cuatro años, los costarricenses nos sumergimos en un ritual cívico que despierta pasiones, esperanzas y falsas promesas: las elecciones nacionales. Una vez más, se nos dice que “ahora sí” todo cambiará o nos renovamos para cambiar. Pero, ¿y si la transformación que necesitamos no puede lograrse solo en las urnas? ¿Y si estamos atrapados en un mecanismo que reproduce el inmovilismo?

Elecciones sin rumbo

Las elecciones, aunque necesarias, no son suficientes. Las promesas se repiten, se diluyen, y al poco tiempo son sustituidas por la decepción. Los partidos —viejos y nuevos— insisten en discursos desgastados, carentes de visión estratégica. Pero lo más grave: no tienen un relato histórico nacional claro, ni un proyecto colectivo que inspire a las nuevas generaciones. Parece que solo el Ejecutivo parece tener una imagen de lograr la mayoría electoral para transformar el Estado Nacional, asamblea constituyente incluida.

Como diría Rodrigo Facio Brenes, se requiere una «revolución mental» para que el país tome conciencia de su propio destino. Pero en lugar de revolución, lo que vemos es reiteración. En vez de despertar, hay una anestesia colectiva sostenida por una clase política sin audacia ni profundidad.

Un país sin imagen de futuro

El país está extraviado. No porque falten candidatos o partidos —tenemos demasiados—, sino porque ninguno propone una visión transformadora de largo plazo. La política costarricense ha perdido altura y densidad histórica. Lo que hace falta no es más administración de lo mismo, sino una nueva dirección histórica, un nuevo relato. Desde mi mirada, ese relato debe ser humanista o al menos cercano a esa visión.

Como se afirma en el Documento Humanista:

Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro.”

Ese principio esencial exige una transformación profunda del modelo político, económico y cultural. Las elecciones deberían abrir camino a esa transformación, pero hoy más bien la cierran, la disimulan o la falsean.

El problema es estructural, no coyuntural

No estamos ante una crisis de gestión; estamos ante el agotamiento de un modelo. Las instituciones fundamentales del país —educación, salud, transporte, seguridad, ambiente— no están funcionando como garantes del bienestar colectivo:

  • Educación: abandonada, rezagada, desarticulada, sin alma

  • Telecomunicaciones: Un ICE que termina siendo un competidor más en el mercado, sin entrar en la disminución de la brecha digital

  • Salud: colapsada, sobrepasada, burocratizada, deshumanizada

  • Transporte: anticuado, con estrés y contaminación, sin propuestas

  • Seguridad: realmente inseguridad, absorbida por la lógica del narco y la criminalidad, patrimonial y social.

  • Los seguros: El caso del INS que no permite pensar en la solidaridad como instrumento de cobertura de los más vulnerables

  • Crisis climática: sin alma para soluciones, sin emoción y apoyo de la población

Como decía don Manuel Mora Valverde, «el Estado debe ser el protector de los débiles y regulador del poder económico», pero hoy el Estado parece más bien desmantelado, impotente o cómplice de intereses privados.

El mesianismo electoral y la fragmentación sin sentido

Otra trampa es el mesianismo político: la creencia en que un solo líder (candidatura) «lo resolverá todo». Pero no hay mesías. Ni candidatos milagrosos. Hay cientos de candidaturas dispersas, promoviendo un nuevo mosaico partidario donde lo más probable es que uno o dos partidos concentren una fracción legislativa mayor a los 30 diputados, mientras el resto del Congreso se fragmenta en 10 o más fracciones políticas sin rumbo, sin propósito estratégico, sin unidad de proyecto país.

Este “picadillo” legislativo impediría la gobernabilidad real y favorece el chantaje parlamentario, los intereses particulares y la parálisis institucional.

Como advertía Alberto Cañas Escalante, “el país no necesita más partidos, necesita más ciudadanos con conciencia histórica, con ética pública y sentido de dirección”.

Desconexión con el mundo

Uno de los errores más graves de la actual dirigencia política (de gobierno y oposición) es no ver el mundo. No parecen leer los cambios de época. No entienden el papel de la inteligencia artificial, la transformación laboral, la crisis climática, ni las disputas geopolíticas globales en la transformación civilizatoria que se avizora en el camino mundial, como tampoco la posibilidad de avance hacia una “singularidad histórica y tecnológica” que transformaría la vida del Sapiens sapiens como lo conocemos hoy.

Costa Rica sigue alineándose a bloques de poder internacional sin análisis, sin estrategia. No tenemos política exterior, ni visión económica a largo plazo. Nuestra neutralidad histórica se desvanece sin reflexión colectiva, y parecemos repetir errores históricos por omisión.

¿Para qué sirven entonces las elecciones?

No hay que desecharlas. Las elecciones son un punto de partida, pero no un final. No se puede seguir presentándolas como la “gran solución nacional”. Su verdadero valor está en abrir posibilidades, generar pequeñas rupturas del orden establecido y permitir que nuevas fuerzas sociales impulsen un proceso profundo de transformación. Debemos avanzar hacia una democracia real y superar la insuficiente democracia representativa que nos caracteriza por imprimir negación a los avances, representación territorial y mecanismos realmente democráticos que requiere esta nueva época.

Como dice el Movimiento Humanista, “la verdadera revolución no se hace con armas, ni desde arriba, sino desde las conciencias, desde abajo, desde el cambio profundo de la mirada sobre uno mismo y los otros”.

Conclusión: una dirección histórica humanista

Costa Rica necesita despertar. No hacia la ilusión de un nuevo gobierno, sino hacia la construcción de un nuevo país. Un país donde el humanismo no sea un eslogan sino una dirección histórica. Donde la política no sea espectáculo sino servicio. Donde la ciudadanía sea protagonista y no espectadora. Donde la democracia sea Real y no una ilusión.

Y ese proceso no empieza ni termina con una elección. Comienza cuando decidimos romper con la trampa y asumimos la construcción colectiva de un nuevo horizonte civilizatorio.

Participantes de Latinoamérica comparten saberes políticos y luchas territoriales en Abya Yala

  • «Seminario de Construcción Colectiva» del DEI es espacio de encuentro cada año
  • Participantes de seis países de Latinoamérica comparten sus saberes políticos y luchas territoriales en Abya Yala

Con la participación de 11 personas de seis países de Abya-Yala Latinoamérica inicia, en el Departamento Ecuménico de Investigaciones-DEI, el Seminario de Construcción Colectiva 2018.

Diálogos de saberes políticos y Luchas territoriales en Abya Yala” es el tema propuesto para el trabajo colectivo que abarcará ocho semanas, en San José, Costa Rica.

El seminario convoca a personas que quieren dar continuidad a sus proyectos de investigación o quieren sistematizar sus experiencias, a partir de su participación en la comunidad o su vinculación con movimientos sociales. El producto final que espera desarrollar cada participante puede consistir en un texto para su propia comunidad, la publicación de un artículo, o una síntesis escrita de la experiencia.

Johnny Hall, de la nación miskita del caribe nicaragüense, se integró al seminario el pasado 19 de septiembre:

«Me enteré (del seminario) a través del trabajo que yo vengo haciendo. Yo, como gestor y productor cultural de la etnia miskito, como artista e investigador de la cultura miskita, vengo realizando festivales culturales miskitos y de Palo de Mayo (festividad de orígenes ancestrales de la comunidades del caribe nicaragüense). El origen de mi comunidad, el lugar exacto es Auhya, en otro nombre Shayran Sanday Bay Sirpi, de Bluefields. Son 20 horas en barco, pero en lancha rápida son cuatro horas para llegar a mi lugar. Es un largo camino… pero es muy rico: ¡hay vida, ahí está la cultura, la base de nuestra comunidad!».

Junto con él, otras 10 personas comparten convivencia y proyectos durante los dos meses del seminario. Hay participantes de México, Nicaragua, Guatemala, Costa Rica; Perú y Colombia.

Durante la primera semana compartimos diálogos sobre la «red de la vida», con Lorena Cabnal, feminista comunitaria maya-xinka. La segunda semana del seminario la dedicamos a realizar análisis de contexto, en diferentes módulos facilitados por personas que han participado anteriormente en talleres del DEI: Nery Chaves, Henry Picado, Daniel Villalobos y Alberto Álvarez (coordinador del Programa de Formación del DEI).

El Programa de Investigación del DEI, a cargo de Nioe Víquez, coordina este seminario junto con el apoyo de Julieta Montoya. La intención primordial de este espacio de formación es producir con autonomía, desde las mismas comunidades y sus propios intereses, conocimientos colectivos y elementos para interpretar la realidad desde el pensamiento crítico, con justicia social, con equidad y respeto.

Al finalizar el seminario, se pretende que las personas participantes devuelvan a sus comunidades el producto de investigación o sistematización, sin que medie una mercantilización o instrumentalización de sus conocimientos.

El proceso colectivo de construcción de conocimiento que tiene lugar en el DEI, aunque no se rige por criterios académicos, incorpora algunos de sus elementos, y se comparte desde metodologías como la Investigación-Acción participativa (AIP).

El seminario es una propuesta del DEI para facilitar procesos de transformación social protagonizados por las comunidades, tras reconocer -ellas mismas- sus propios saberes como legítimos y valiosos dentro del tejido vital del que forman parte.

Jhonny Hall
Itzel y Heriberto
Julieta Montoya
Lorena Cabnal
Henry Picado
Lorena Cabnal

Comunicación / DEI

Departamento Ecuménico de Investigaciones

San José, Costa Rica.

www.deicr.org

 

 

Enviado por DEI.

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