Clarita, la maestra con corazón UNA
Cuando Clarita fue a conocer la escuela donde tendría su primer nombramiento, llevaba miles de ilusiones a cuestas, un día antes de iniciar fue a conocer el lugar y el ánimo se le vino abajo: sintió tristeza, porque encontró una escuela descuidada, sucia, libros y mesas tiradas por todas partes, las mallas estaban llenas de bejucos, “era como si hubiera pasado un huracán”.
El reto no ha sido fácil, luego de seis meses de nombramiento en la escuela unidocente de Copalchí en Cureña de Sarapiquí, aún lucha con el planeamiento y las funciones administrativas pero siempre busca lo mejor para los chicos.
“Es complicado ser docente y administrativo. Yo vivo en Los Arbolitos (Puerto Viejo, Sarapiquí) viajo en panga la tengo al otro lado del río para poder llegar. Si viajo los lunes me levanto a las cuatro de la mañana para poder llegar pero es una experiencia muy bonita.
Lo hago por los chicos, por hacer la diferencia en ellos, trabajar por ellos, están muy contentos, eso es lo que me motiva a mí, y mi familia por supuesto”, dijo Clara Idalia García Víctor.
Clarita, como le dicen sus docentes, es bachiller en Educación Rural de I y II ciclos, y actualmente cursa la licenciatura y maestría correspondientes a su carrera.
La División de Educación Rural del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional (DER-Cide-UNA), trabaja desde hace más de 35 años en la formación de docentes de I y II ciclo que conozcan las tendencias de la vida rural y los desafíos que esa realidad presenta a la educación a fin de concretar una formación comunitaria-ciudadana anclada en la filosofía que caracteriza la esencia de la vida rural.
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