El 24 de noviembre del 2021 Sudáfrica fue el primer país en reportar la existencia de la cepa ómicron, impresionantemente contagiosa si se la compara con sus antecesoras, aunque en principio menos letal, en lo particular para las personas vacunadas. Una semana después, Países Bajos reportó que esa cepa estaba circulando en su país incluso antes de que Sudáfrica la reportara, tal y como ocurrió en otros países del globo.
En muy pocos días, varios países implementaron políticas públicas para procurar ganar tiempo ante la avalancha que se les avecinaba, léase bien, ganar tiempo.
A lo largo del siguiente mes, por todo el planeta saltaban las alarmas de manera notoria: reintroducción del uso de la mascarilla, crecimiento de casos, aumento en la utilización de servicios hospitalarios, vuelta a la virtualidad educativa, regreso al teletrabajo, miles de vuelos cancelados y millones de personas que se quedaron en tierra, etc.
Y como suele suceder con el gobierno de Carlos Alvarado, el presidente, su Ministro de Salud y la Comisión Nacional de Emergencias tomaron nota de la situación y nos dejaron esperando acciones que se correspondieran con la gravedad planetaria de la situación. Muy por el contrario y ante la feliz baja en contagios, hospitalizaciones y muertes que se habían registrado semanas antes, las medidas que se tomaron alentaban la plena apertura de la actividad económica y turística (diciembre, mes para demostrar el amor con regalos y exacerbado consumo), una reducción sustantiva de las restricciones a la movilidad, y el ya desgastado e ineficiente discurso de protéjase usted aunque el mismo gobierno y el empresariado incentiven lo contrario.
Durante varios días de finales de diciembre el Ministerio de Salud nos tuvo sin reportes epidemiológicos, periodo en el que lamentablemente venían aumentando los casos de contagio de manera sigilosa, hasta alcanzar el día de hoy las 2,981 personas contagiadas. Diversas proyecciones matemáticas auguran que se podrían reportar hasta 15 mil contagios diarios en las semanas venideras.
Por lo pronto, retornaron las lecciones presenciales en primaria y secundaria, se aumentó el aforo al 100% en el transporte público (aumentando la transmisibilidad de la enfermedad), y se anuncia con bombos y platillos la vacunación para la niñez mayor de 5 años de edad a partir de la otra semana (Cuba, la comunista y come chiquitos, y en medio bloqueo económico, para el 10 de diciembre del 2021 tenía vacunadas a 1,631,000 personas entre los dos y 11 años de edad).
No es incompetencia, sino la plena complacencia del gobierno con el empresariado, particularmente el del turismo y del sector de bares y restaurantes. A esta altura el gobierno reconoce el problema que se le avecina al país con la expansión de la cepa ómicron, y anuncia medidas para la próxima semana, si, siete semanas después de que Sudáfrica alertara sobre la nueva variante.
Si esto fuera un tsunami como el del 2004 en el Indico, el gobierno de Carlos Alvarado nos pediría que nos quedáramos en la playa degustando -eso si en burbujas familiares o de trabajo- un granizado y un ceviche, y antes de que llegara la ola mortal nos lanzaría un salvavidas de patito.
Las personas pueden presentarse el mismo día para ser vacunadas, pues ya no se requiere de cita previa
Si usted es una de las personas interesadas en tener la tercera dosis de la vacuna contra el COVID-19, tiene más de 58 años y ya pasó más de seis meses desde que le aplicaron la segunda dosis, entonces puede acercarse al centro de vacunación de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) ubicado en el comedor estudiantil de la Universidad de Costa Rica (UCR).
De acuerdo con el área de salud Carmen-Montes de Oca, en los últimos días las terceras dosis se han estado aplicando al personal de salud y a personas mayores a los 65 años de edad.
Ahora, ese margen se amplía para quienes tengan más de 58 años y que la segunda dosis posea al menos seis meses de aplicada. También, se seguirá inmunizando a funcionarios de primera respuesta que todavía no han logrado acceder al tercer refuerzo.
“Las personas deben presentar su documento de identificación y carnet de vacunación. También, debe haber transcurrido seis meses de aplicación de la segunda dosis”, recalcó el área de salud.
En esta tercera inmunización, el centro de vacunación estará recibiendo a personas de cualquier parte del país que cumplan con los requisitos mencionados. Además, las y los interesados pueden llegar directamente a la UCR sin necesidad de cita previa.
En cuanto a las primeras y segundas dosis, se está vacunado a toda persona mayor a los 12 años. En este caso tampoco se requiere de cita previa, simplemente presentarse.
“El horario es de lunes a jueves de 8:00 a. m. a 3:00 p. m. Los viernes es de 8:00 a. m. a 2:00 p. m.”, comentó el área de salud.
Las vacunas que se estarán aplicando son Pfizer y AstraZéneca. El personal de salud decide cuál le aplica al paciente, según criterios establecidos por la Caja.
¡Gran avance!
Con base en el último recuento estadístico dado por la CCSS al martes 4 de enero del 2022, el área de salud Carmen-Montes de Oca ha aplicado cerca de 115 746 vacunas. De esas, 8 088 corresponden a terceras dosis.
El centro de vacunación de la CCSS en la UCR se extenderá durante todo el mes de enero del 2022 y hasta el 30 de junio del presente año.
Para consultas o dudas puede enviar un correo a as_catedral@ccss.sa.cr o bien llamar al 2256 0907.
Jenniffer Jiménez Córdoba Periodista, Oficina de Divulgación e Información, UCR
Cuando un reputado investigador y especialista, como el Dr. Atul Gawande elogia los logros de Costa Rica en el campo de la salud pública, algo hemos hecho muy bien a lo largo de varios decenios. Pero tenemos que seguir haciéndolo para evitar que los avances que son motivo de orgullo, se conviertan en sombríos retrocesos.
El Dr. Gawande, profesor en la Facultad de Medicina y de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, escribió un artículo en el que destaca que Costa Rica ha priorizado la salud pública, con lo que ha alcanzado una expectativa de vida dos años superior a la de Estados Unidos (casi 81 versus 79), con un ingreso per cápita seis veces menor que el estadounidense. «Y no solo superó la esperanza de vida de Estados Unidos, sino que consiguió la más alta en América del Sur y América del Norte, con excepción de Canadá», subrayó el Profesor Gawande en su análisis.
Esto lo consignó recientemente, BBC Mundo a través de un amplio reportaje en el que se resalta que el especialista estadounidense realizó una laboriosa investigación de seis meses sobre nuestro sistema de salud pública y a partir de un “viaje profundo”, que realizó al país en abril anterior. El investigador valora en forma significativa lo que ha hecho el país, a tal punto que estima que es un modelo referencial y aplicable en otros países, incluido Estados Unidos.
No obstante los logros que exalta el investigador estadounidense en un sistema en que se ha priorizado la medicina pública frente a la atención privada y donde antes que la atención de las personas en hospitales y clínicas, se desarrollan estrategias de promoción de la salud y prevención, las amenazas se han venido acumulando. En estas circunstancias, el sabor agridulce es inevitable.
Los logros que destaca el Profesor Gawande se empezaron a esculpir hace ochenta años cuando el Gobierno del Dr. Rafael Calderón Guardia impulsó la creación de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), dando un paso decisivo en el desarrollo del Estado Social de Derecho, que ha singularizado la forja de la nación costarricense.
Todos quienes habitamos Costa Rica le debemos mucho a la Caja, por los múltiples servicios prestados en el desarrollo general del país y no sólo en el campo de la salud y la seguridad social. Sin embargo, los que han acogido la doctrina neo-liberal como su credo, ahí donde la salud emerge como un derecho fundamental, ellos lo que han visto es un jugoso negocio. Con la consigna avasalladora “más mercado- menos Estado”, estos adalides del individualismo a ultranza, han querido privatizar muchos de los servicios que presta la CCSS y han avanzado en sus despropósitos y anhelos.
Algunos desde adentro (como topos) han venido afectando el desarrollo de la institución. Son aquellos que han debilitado las finanzas de la Caja, creando una cara y frondosa élite burocrática mientras la oferta de especialistas en distintas áreas es limitada y, con ello, se alargan las esperas de atención así como de algunas cirugías. No pocas familias con limitados recursos han sido empujados a utilizar los servicios de la medicina privada, desesperados ante tan prolongadas (y evitables) lista de espera. Este tópico ha sido motivo de tensión social y de cuestionamientos a la eficiencia y eficacia de la ochentera entidad.
Los detractores del Estado Social de Derecho y de la medicina pública han movido distintos hilos para convertir al robusto árbol de la CCCS en un debilitado bonsai. Si su desmedido afán privatizador hubiese ganado completamente la partida, en el 2020 y en el presente 2021, el país hubiera estado mal preparado para atender la desafiante pandemia de la Covid-19. Porque una pandemia de este demoledor alcance para afrontarla exitosamente, ha requerido del esfuerzo solidario de la medicina social. Todo indica que el mundo y el país, desde luego, habrá de afrontar en el futuro otras pandemias. Por ello, la apuesta certera e inevitable para el país debe ser el fortalecimiento de la Caja.
Como lo expresa el Informe de la Comisión Legislativa que investigó las –preocupantes—finanzas de la Caja: “No cabe duda de que las acciones llevadas a cabo por la CCSS … para universalizar la protección (cobertura horizontal) como para mejorar la cantidad y calidad de las prestaciones (cobertura vertical), explican en buena medida el éxito alcanzado por nuestro sistema público de salud. Empero, de cara al futuro, su sostenibilidad financiera se encuentra seriamente amenazada.”
De acuerdo con las proyecciones actuariales –que se fijen en el citado informe—, el Seguro de Salud será solvente hasta el año 2026 o a lo sumo hasta el 2031. Mientras tanto el Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte, tendrá solvencia hasta el año 2037 con lo que, “a partir de 2038, este seguro no podrá hacer frente al pago de las pensiones en sus diferentes acepciones.” Esta sombría situación financiera se ve significativamente agravada como consecuencia de la exorbitante deuda acumulada por el Estado, que supera ya los 5,9 billones de colones.
Es dentro de un contexto de grave incertidumbre y preocupación que corresponde colocar el manejo y administración de las finanzas institucionales, realizado por 18 exjerarcas de la CCSS (algunos integrantes del Consejo Financiero y de Control Presupuestario) que fueron acusados en marzo de 2019, por tres presuntos delitos de fraude financiero, a saber: i) Influencia contra la Hacienda Pública, ii) Administración Fraudulenta y iii) Fraude de Ley; tal y como consigna el citado informe legislativo. De acuerdo a la Fiscalía de Probidad, Transparencia y Anticorrupción del Primer Circuito Judicial de San José, estas transgresiones habrían acontecido en el lapso 2006 y 2014, “cuando por medio de aparentes documentos falsos, se aprobaron cuantiosos incrementos en el beneficio de cesantía, salarios y plazas; mismos que al resultar impagables para el Régimen de Salud, habrían sido financiados parcialmente mediante subsidios ilegales del Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte”, así expresado también por el informe legislativo.
El valioso estudio del Profesor Gawande retrata la historia de éxito de la Caja y del modelo de salud pública costarricense. El que se nos valore con admiración desde fuera (bien cada vez más escaso), debe ser motivo de orgullo nacional. Pero algo de mayor valor, en el presente, es convertir este elogio de lo que ha sido la Caja en acicate para su defensa y el fortalecimiento de sus finanzas de cara al futuro. Bien vale la pena esta justa y necesaria causa.
El Dr. José Arturo Molina Mora, bioinformático del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET) de la Facultad de Microbiología, habla sobre el nuevo escenario
El 26 de noviembre de 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) designó a una nueva variante del SARS-CoV-2 como de preocupación internacional. A esta variante hoy se le conoce con el nombre de Ómicron.
De acuerdo con la OMS, ómicron tiene varias mutaciones (28 más que su hermana delta) que podrían generar un impacto mayor en cómo se comporta, en la facilidad de su propagación y hasta en la gravedad de la enfermedad que causa.
“Las personas que no se encuentran bien, que no han sido vacunadas por completo o que no tienen pruebas de infección previa por SARS-CoV-2, tienen un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave, incluidas las personas de 60 años o más o aquellas con comorbilidades (enfermedad cardíaca, cáncer y diabetes). Estas últimas presentan un mayor riesgo de COVID-19 grave”, aseguró la Organización en su sitio oficial.
La evidencia preliminar divulgada por la OMS sugiere que también puede haber una mayor amenaza de reinfección. Es decir, las personas que previamente han tenido COVID-19 podrían volverse a enfermar más fácilmente con este mismo padecimiento, en comparación con otras variantes de preocupación.
No obstante, aunque la Organización Mundial de la Salud destaca la probabilidad que ómicron genere una mayor transmisión y contagio, también es firme en la necesidad de más evidencia científica.
Por ese motivo y para esclarecer más el tema, el Dr. José Arturo Molina Mora, bioinformático del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET) de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica (UCR), brindó algunas explicaciones en relación con lo que se conoce hasta el momento sobre esta variante, sus riesgos y proyecciones.
Asimismo, aprovechó para reiterar el mensaje dado por el Ministerio de Salud de Costa Rica el 30 de noviembre de 2021, en el que se destaca la relevancia de la vacunación como principal herramienta para contener la pandemia.
En ese sentido, el ministro de Salud, el Dr. Daniel Salas Peraza, fue contundente al indicar que las “personas que aún no han podido ser inmunizadas se convierten en el terreno fértil para que nuevas variantes puedan surgir”.
Contexto
-Dr. Molina, empecemos con lo más básico. Esta variante ómicron es por primera vez identificada en Sudáfrica el 24 de noviembre de 2021. ¿Por qué se cree que su origen proviene de un paciente con COVID-19 prolongado e inmunosupreso (que toma medicamentos orientados a reducir la actividad del sistema inmune o enfermedades como el HIV)?
José Arturo Molina Mora (JAMM): “En efecto. Una de las hipótesis con mayor relevancia es que el origen de esta nueva mutación podría deberse a una infección crónica de COVID-19 en una persona inmunosupresa; es decir, una persona cuyo sistema inmune no estaba funcionando bien.
Entonces, se cree que esta persona poseía meses de meses de tener COVID-19 y que el virus se estaba enfrentando a un sistema inmune que no es tan bueno. Cuando el virus encuentra a este tipo de personas tan particulares, pasa que el patógeno empieza a hacer loco, si lo queremos decir más coloquialmente. El virus no logra prosperar, pero tampoco el sistema inmune del paciente puede matar al virus.
Como resultado, se empiezan a originar una serie de mutaciones que se van acumulando y eso podría hacer que, en una persona o paciente crónico de COVID-19 e inmunosupreso, se dé este fenómeno en el cual aparecen más mutaciones de las esperadas porque el virus intenta volverse más fuerte y escapar. Si logra esto con éxito, pasa a infectar a otra persona y, así, se genera así toda la cadena de replicación del virus.
Pero esa es solo una hipótesis. Otro escenario pudo haber sido mutaciones que iban pasando de persona a persona, que se estaban acumulando y que no se detectaron hasta ahora.
Por lo tanto, esta pregunta tal vez no la podamos responder con exactitud porque falta más evidencia científica, pero esos son los dos posibles escenarios de cómo llegamos a esto. Lo que sí sorprende a la comunidad científica internacional es que hubo un brinco muy abrupto. Pasamos de ocho mutaciones que veníamos viendo a 28 muy exclusivas en la variante ómicron”.
-Ese cambio abrupto es una de las razones del por que ha llamado la atención a nivel mundial, tanto, que incluso la OMS la denomina como una variante de preocupación.
JAMM: “Sí. Conforme el virus del SARS-CoV-2 se mantiene circulando entre las poblaciones, es esperable que vaya acumulando mutaciones. De ahí, no es sorprendente el reporte cada vez más rápido de nuevas versiones que llamamos variantes.
Lo que ha sido particular en los últimos días con la variante ómicron, es que no se había reconocido antes un cambio tan abrupto en el número de mutaciones. Esto no lo habíamos visto tan drásticamente en las otras variantes.
Por eso se ponen las alertas máximas, por la cantidad grande de mutaciones en el genoma (el material genético del virus) pero, particularmente, en la molécula de la espícula (la llave que le permite al virus entrar a la célula) y que es la misma que encontramos en las vacunas.
El cambio abrupto de 8 a 32 mutaciones solamente en la espícula genera la alerta, junto con el alto número con los casos reportados en esta variante. En dos o tres días los casos aumentaron relativamente rápido”.
-Si la comparamos con su antecesora delta, ¿cómo usted podría describir el cambio?
JAMM: “Delta reportaba ocho mutaciones en la espícula (los picos del virus). ¿Nosotros qué esperábamos ver? Pues, nuevas variantes que tuviera mutaciones paulatinas. Primero once o doce. En otro reporte quince y en otro dieciocho. No obstante, ómicron brincó de una vez a tener 32 mutaciones en la espícula, cuatro veces más de lo que tiene delta, lo cual es un cambio muy drástico.
Estamos hablando de mutaciones únicamente en la espícula. Recordemos que las mutaciones no necesariamente significan algo positivo o negativo. De hecho, la mayoría no tienen un efecto. Entonces, tampoco es que reportar 32 es, por sí solo, un número significativo. Hay que darle un contexto.
Tenemos pistas en evidencia científica preliminar que nos dice que sí puede haber un cambio en la transmisión y que las vacunas sean menos eficaces, pero no hay exactitud. Sin embargo, si algo tenemos en Costa Rica es una gran ventaja”.
-¿En qué sentido es esa ventaja?
JAMM: “Los países europeos y los africanos en donde se inicia el reporte de ómicron están a ciegas. En cambio, nosotros en Latinoamérica hemos tenido una pandemia retrasada con respecto a esas latitudes.
Por lo tanto, si aquí los primeros casos de ómicron se reportan en dos o tres semanas, eso es un tiempo suficiente para que ya vaya teniendo nuevos estudios. La ventaja está en el hecho de que tengamos una pandemia un poco retrasada con lo que se vive en Europa. Tenemos tiempo de prepararnos”.
La espícula del virus tiene casi 1 300 aminoácidos, para los cuales hay mutaciones en 32. No podríamos pensar que las vacunas van a tener una eficacia nula, porque las mutaciones son en un pequeño porcentaje. Crédito: NIAID-RML.
Auge
-En las últimas semanas, Dr. Molina, en Sudáfrica las infecciones han aumentado de forma pronunciada, coincidiendo con la detección de dicha variante. Si bien falta ahondar con más evidencia científica como usted lo dijo antes, ¿qué características genéticas podrían estar incidiendo?
JAMM: “Esto es muy interesante. Primero que todo hay que tener cuidado con el sesgo de selección, porque el que busca encuentra.
Si usted va en un lugar en donde ya encontró dos casos y deja de ir a otros lugares, entonces su porcentaje va a ser de 90 % positivos por una determinada variante. Pero puede ser porque se centralizó en esa población.
En estos momentos podríamos tener un sesgo en los reportes porque se están buscando estos casos en particular. La realidad es que aún falta información para llegar a una conclusión.
En cuanto a las características genéticas, hay algunas mutaciones que son compartidas. ómicron tiene 41 mutaciones exclusivas, incluyendo todos los genes. Delta, en cambio, tenía 25. Solo unas pocas variantes son compartidas con las otras como beta, gamma, alfa y delta. Aproximadamente ocho son compartidas.
Ahora, si nos fijamos solo en la espícula, un reducido número de mutaciones son compartidas entre las variantes. Por ejemplo, entre Beta y gamma solo comparten una mutación. Lo mismo ocurre para otras combinaciones. Si nos vamos al detalle, al describir las mutaciones hay tres posibles escenarios moleculares”.
-¿Cuáles serían esos escenarios moleculares y su relevancia?
JAMM: “Los escenarios moleculares son relevantes porque nos explican esos cambios en el virus. En este caso son tres. Uno es que se cambie una letra a nivel de proteína que tienen los aminoácidos por otro.
Otro escenario es una deleción. En otras palabras, se pierden unos nucléotidos que hacen que perdamos un aminoácido.
Finalmente, tenemos las inserciones, que es cuando se le incorpora un adicional. Esto es producto de algún error durante la copia del material genético dentro de la célula a nivel de detalle molecular.
Por lo tanto, tenemos: cambio de aminoácido, que se pierda un pedacito de aminoácido o, por último, que se meta un pedacito. Esos son los tres escenarios.
En ómicron, el número de deleciones es de cuatro en la espícula y delta solo 2, por ejemplo. Además, ómicron tiene una inserción. Esto nos quiere decir que hay todavía más cambios”.
-Cuando vemos los números de contagio en Sudáfrica desde que se identificó ómicron, se calcula casi 11 500depersonas contagiadassolo el jueves 2 de noviembre,segúnlaBBC de Londres.Más allá de la mutación propia del virus, ¿puede existir algún otro elemento sociodemográfico que esté incidiendo y que, de cierta forma, también se tenga en Costa Rica y nos haga un terreno fértil para la propagación de la variante?
JAMM: “El éxito de la variante en su propagación en Sudáfrica está en tres factores fundamentales. El primero es la parte molecular. Las mutaciones que lleva ómicron ya habían sido reportadas individualmente en otros linajes. Estas mostraron tener un efecto en los procesos relacionados con la transmisión y con la reducción de la efectividad de las vacunas.
Número dos, la sociedad en Sudáfrica tiene una tasa muy baja de vacunación. Cerca de un 25 % tiene las vacunas, de acuerdo con el último reporte dado. El hecho de que el virus circule en personas susceptibles y de que no haya un freno en esa propagación le da esa oportunidad de generar nuevas versiones. Entre más se replique el virus, más oportunidad de mutar.
Finalmente, un tercer factor tiene que ver más del sistema de vigilancia. El sistema de vigilancia de Sudáfrica fue muy eficiente en cuestión de unos pocos días de haber procesado la muestra y el reporte. Hay países donde ni siquiera existe el sistema de vigilancia por secuenciación. Si no se hace, pues no nos vamos a dar cuenta de nuevas variantes. En este caso, el sistema de vigilancia fue muy bueno”.
-Dr. Molina, al comparar la baja tasa de vacunación de Sudáfrica con los últimos datos de vacunación dados por el Ministerio de Salud y de la Caja Costarricense de Seguro Social, con un 62,27 % con el esquema de completo, ¿la población costarricense podría ser menos susceptible a la variante?
JAMM: “Muy probablemente. Cuando llegó delta, dos o tres meses después de que se hicieran los reportes, en ese tiempo nos dimos cuenta de que las personas con la segunda dosis completa tenían una muy buena protección. Eso hizo que en Costa Rica se tomara la decisión de acelerar la segunda dosis.
Parte de eso contribuyó con lo que hemos estado viviendo esta semana. Hay una reducción notoria en casos, en los cuales un alto porcentaje de personas están vacunadas y han impactado en esa reducción”.
-¿Y las vacunas, ante esta nueva variante, podrían ser igualmente eficaces?
JAMM: “Se podría esperar que exista una reducción en la efectividad de las vacunas, pero no a tasa de cero. Lo más seguro es que vaya a sugerirse un refuerzo más periódico.
Pensar en que solamente dos vacunas van a ser suficientes para acabar con la pandemia es irreal. Este agente se va a quedar como la influenza, en el cual tenemos una vacuna anual.
Como decía antes, las mutaciones que lleva ómicron y que ya habían sido reportadas individualmente en otros linajes señalan que esa posibilidad de una vacuna con menor eficacia. La caracterización molecular sugiere una mayor transmisión, pero no se puede asegurar en un 100 % que se va a reducir la eficacia de las vacunas o que va a ser más transmisible el virus”.
-¿Y qué sabemos de los síntomas?
JAMM: “Los síntomas que se han reportado para estos casos son un poco diferentes y más generales: fatiga, malestar, sin pérdida del olfato o gusto. Habrá que ver si es que sistemáticamente se va a sostener, porque los estudios preliminares son observaciones en pocas personas. Hay que hacer un análisis en un gran número de personas y ver si es algo regular en esta variante”.
¿Una PCR con menor potencial?
-Dr. Molina, ¿la prueba de PCR seguirá siendo efectiva? El Grupo Asesor Técnico sobre la Evolución del Virus del SARS-CoV-2 (TAG-VE) reporta que varios laboratorios indican que uno de los tres genes diana del virus ya no se detecta. Pareciera que la PCR está perdiendo su capacidad de detección.
JAMM: “Esta es una pregunta muy importante. Podría haber mutaciones que hagan de la PCR arroje falsos negativos. Nosotros cuando hacemos la PCR usamos una estrategia que consiste en leer un pedacito muy específico del virus y, si esas mutaciones ocurren en esas zonas, los resultados se alteran y podemos tener pacientes mal diagnosticados que tienen el virus, pero que la prueba arrojó de que no.
Lo anterior sería gravísimo, pues si una persona que tiene COVID-19 le estaríamos diciendo que no. Por el momento, estas pruebas no se han comprometido. No hay ningún problema y la PCR sigue dando los resultados correctos sin problema para todas las variantes identificadas, incluidas ómicron”.
-Entonces, que la PCR no identifique un gen no genera grandes cambios. La PCR puede seguir detectando el virus.
JAMM: “Veámoslo así. Usted me ve en una computadora y me quiere identificar. Yo le podría decir, mi nombre es José Arturo Molina Mora. Otra opción es darle mi cédula y la otra alternativa es darle mi carnet de la UCR. Los tres, inequívocamente, me hacen pensar en la misma persona.
Podría suceder que cuando aplique la estrategia no me salga un dato. Por decir algo, resulta que una persona viene del Tecnológico de Costa Rica (TEC) y, claramente, no tienen un registro del carnet de la UCR. Sin embargo, yo puedo saber que es la persona porque tengo el nombre y la cédula.
Lo mismo ocurre con la variante. Yo voy a buscarle tres pedacitos de los genes y, si solo me salen dos, quiere decir que es el virus con una variante”.
-Con esto tan claro como usted explicó, me llama la atención que otros grupos científicos y la OMS mencionen que el no poder identificar un gen hace que, incluso, se pueden utilizar la PCR como un marcador para ómicron. ¿Por qué?
JAMM: “Cuando hacemos un PCR evaluamos tres regiones del genoma. Hay cierto patrón de análisis de esas tres regiones que nos sugieren la presencia de esa variante. Si falta una, como es este caso con ómicron, se utiliza como una forma de inferir o sospechar que es dicha variante. A eso se refiere la OMS con tamizaje, como sospechoso de Ómicron, aunque no se le haya hecho la secuenciación”.
-Ahora bien, ¿y si se pierden los tres genes que la PCR usa para detectar el virus?
JAMM: “Si se pierde la capacidad de detectar las tres secciones de los genes, la PCR deja de ser útil para identificar al virus, pero para eso hay protocolos. Se empieza a evaluar y a cambiar los pedacitos que va a buscar. Se pueden ir modificando según la necesidad y evolución del virus.
En resumen, si hay alguna alteración, lo que se hace es modificar el PCR para que siga siendo efectiva. Por decirlo así, simplemente se actualiza”.
-Justo eso que usted me comenta es una de las importancias de esta vigilancia genómica del virus. En otras palabras, ir adaptando los protocolos del PCR conforme se presenta nuevas variantes.
JAMM: “Exactamente. Ese es uno de los factores de la relevancia de la vigilancia genómica en conocer la biología del virus y, desde el punto de vista técnico, implementar estrategias de diagnóstico. También, reportar cambio en los síntomas y hasta en la definición de caso sospecho.
Siempre están los casos asintomáticos, pero para estas variantes hay algo muy interesante y es que los síntomas reportados son muy generales y relativamente leves: fatiga y malestar.
Cuando nosotros hablamos de patógenos a lo largo del tiempo, uno espera que se vuelvan menos virulentos, que nos produzcan una enfermedad menos fuerte. Ojalá fuera este el escenario de que esta nueva versión se le asocia a una presentación clínica menos severa”.
En el año del 2020, la tasa de mutación era de una a tres veces por mes. En el 2021 se reportó de hasta 10 veces por mes. ¿Por qué aumenta esa mutación? Porque el ser humano ejerce una presión con las medidas de contención, las vacunas y los tratamientos. Solamente aquellos virus que muten más, van a ser los predominantes. Crédito: NIAID-RML.
Reinfecciones
-Dr. Molina, también tenemos otro panorama muy inquietante. Se ha visto casos de personas reinfectadas del virus con la variante ómicron. ¿Qué tienen en particular estos pacientes? ¿Ya se sabe algo al respecto del por qué se da?
JAMM: “Empecemos con dos términos. La reinfección es que usted tuvo una vez COVID-19, se curó y le vuelve a dar. El otro término es una coinfección que puede ser por diversos patógenos. Es decir, una persona tiene COVID-19 y al mismo tiempo una bacteria u otro virus.
También puede haber una coinfección por SARS-CoV-2. Es decir, una persona que tiene COVID-19 con la variante delta y le llega la otra variante (ómicron, por ejemplo).
Lo que se ha visto con esos pacientes reinfectados es que son muy particulares. Los inmunosopresas o aquellos con un cúmulo de factores de riesgo (hipertensión, diabetes u obesidad), en el cual el panorama se vuelve muy distinto.
Primero, hay que ver cómo quedó esa persona después de la primera infección. Si la persona quedó muy resentida a nivel de sus pulmones y está recuperando con algunas secuelas, sí podría reinfectarse con la llegada de ómicron y verse un poco más perjudicada porque quedó muy débil”.
-¿Se podría interpretar que la reinfección sería la excepción y en casos muy específicos?
JAMM: “Correcto, eso es lo esperable. Otra cosa que se podría esperar en un persona relativamente sana que tenga una segunda infección, es un manejo mucho mejor porque ya tuvo una activación previa del sistema inmune. Esto sucedería mejor con personas que por primera vez tienen COVID-19 y que tienen la vacuna. Estas personas están más protegidas de una enfermedad grave o de la muerte.
Sí es necesario resaltar que, a diferencia de la vacunación, una infección natural por COVID-19 nos da en promedio tres meses de protección inmune a nivel de anticuerpos. Si ya pasaron cinco o seis meses y ya no se tienen anticuerpos, esa reinfección va a cursar similar como una primera infección debido a que el sistema inmune ha perdido mucho sus defensas”.
-Decir ‘a mí ya me dio COVID-19’ como justificación para no vacunarse no sería válido.
JAMM: “Tal cual. El sistema inmune no va a quedar tan estimulado como lo hace una vacuna. La vacuna es una inmunización artificial. Aquí se induce intencionalmente al sistema inmune a niveles mucho mayores de lo que va a suceder en una infección natural.
Que a una persona se enferme por COVID-19, claro que va a estimular su sistema, pero esa protección va a ser de meses menores, mientras que en una vacuna va a ser mucho mayor. No hay justificación de que, por haber tenido COVID-19, alguien no se vaya a vacunar”.
Variantes en Costa Rica
-Dr. Molina, antes de cerrar, le quiero consultar si en el estudio que ustedes realizan a nivel nacional se han encontrado nuevas variantes del SARS-CoV-2 y si hay alguna que predomine.
JAMM: “Con los resultados con el Inciensa, hemos analizado más de 1 500 genomas desde el inicio de la pandemia. Yo también participo en un proyecto, con otros investigadores de la Escuela de Biología de la UCR, en el cual estamos evaluando el SARS-CoV-2 en Latinoamérica.
De igual manera participa el Inciensa y yo estoy a cargo de la parte de los análisis. En todos los casos, para Costa Rica y Latinoamérica, hasta noviembre del 2021 los reportes apuntaban a más de un 95 % de casos son dados por delta en Costa Rica, México y Perú, entre otros. Delta predomina.
Hemos visto en delta algunas subdivisiones con mutaciones adicionales y con sus propias características, pero sigue siendo delta. Este es un patrón que se ve en toda Latinoamérica.
Con la llegada de alfa, esta empezó a predominar y luego fue desplazada por delta. Ese es el escenario que tenemos. Hay que esperar a ver qué pasará con la llegada de ómicron, si va a desplazar a las otras variantes, como alfa que fue desplazada por completo por delta.
-¿Hay algún pronóstico de cuándo podría llegar ómicron al país?
JAMM: “No sabemos cuándo podría llegar ómicron al país. Si hacemos una comparación con las variantes anteriores, depende mucho de la movilidad de las personas. Podríamos calcular unas tres semanas o un mes para hacer el primer reporte de la variante Ómicron en Costa Rica. Asimismo, depende mucho de la recolección de muestras. Los resultados podríamos verlos un mes, pues ya hasta podría estar circulando sin darnos cuenta”.
-El 23 de junio de este año ustedes describieron siete perfiles clínicos de COVID-19 en el país. ¿De qué manera ómicron podría alterar esos perfiles tan necesarios en la toma de decisiones políticas para afrontar la pandemia?
JAMM: “Nosotros proyectamos que esos perfiles clínicos vayan a cambiar. Ese trabajo que hicimos era con personas no vacunadas. En enero vamos a actualizar los perfiles clínicos con las personas que tienen vacuna y ahí veremos cómo pasó esa migración de los perfiles con respecto con personas vacunadas y no vacunadas. Va a ser una nueva categoría para comparar.
Lo que se ha visto, en general, es que las personas con la enfermedad más severa son las que no tenían las dosis completa. Nosotros esperaríamos respaldar eso y, de forma similar, explicar esto la generación de las variantes, la no vacunación y más ante la llegada de ómicron.
Para el estudio que haremos de todo el 2021, definitivamente ómicron no va a tener un papel principal porque es muy probable que esté en una minoría de casos (si es que ya llegó a Costa Rica para finales del 2021). Así, el estudio solo va a estar concentrado en todo el 2021, pero un muy buen referente ante el panorama actual.
Sí esperamos que cambien los perfiles clínicos hacia síntomas que, muy posiblemente, bajen en intensidad por las personas vacunadas”.
-Ya para cerrar, Dr. Molina, ¿qué mensaje le envía a la población costarricense? ¿Debemos preocuparnos?
JAMM: “Las consecuencias que podríamos prever del virus que es la transmisión y la reducción de la efectividad de las vacunas. Estas solo las podemos lidiar si mantenemos las medidas y completamos el esquema de vacunación.
A nivel de la sociedad, lo que nos debe alertar es el hecho de cuidarnos, que estemos vacunados y que en las fiestas seamos selectivos con quién quieren ver. Si vamos a abrir las burbujas, que sea siempre con las medidas de prevención para eso”.
Jenniffer Jiménez Córdoba Periodista, Oficina de Divulgación e Información
El pasado viernes 12 de noviembre el programa radial Alternativas se discutió acerca de “El estado de la cuestión de la pandemia del Covid-19”.
Durante el desarrollo del programa se conversó sobre el impacto de la vacunación para erradicar enfermedades, la situación de las vacunas en territorios indígenas, situaciones de desigualdad debido a la pandemia, situación laboral en Costa Rica, situaciones a nivel psicológico por el COVID-19, entre otros.
El espacio contó con la participación de:
– Marco Vinicio Fournier Facio, psicólogo social e investigador
– Leonardo Merino, investigador del Programa Estado de la Nación
– Walter Quesada Fernandez, secretario adjunto ANEP
– Pablo Sibar, coordinador de FRENAPI e investigador comunitario del CICDE UNED y recuperador de Chun Shurin
Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
Esparcidos en su caminar por territorio mexicano como consecuencia del fracaso del modelo económico, la inhabilitación del sistema de protección institucional a todo nivel, el agresivo resplandor del extractivismo y las violencias in extremis en sus países de origen, cientos de miles de migrantes de varios países pero en particular provenientes del norte, y ahora del sur de Centroamérica, continúan su paso incesante y su lucha por el reconocimiento de su condición ante un estado que ha ejecutado al pie de la letra las indicaciones de la administración Biden-Harris en materia de administración migratoria.
Desde setiembre del año en curso, como si fueran piezas de un juego de lego desarmado y vuelto a armar, cientos de agrupaciones de migrantes han sido desbaratadas a su paso por territorio mexicano.
La acción desmedida de las autoridades mexicanas ha contribuido con este escenario, que ha contado también con el concurso de otras instituciones. Pese a ello, los grupos se han reconformado y resistido para seguir su curso. Todavía lo hacen.
En medio de tales dinámicas de represión, violencia y resistencia, las dicursividades acusatorias, intimidantes, excluyentes han estado a la orden del día.A inicios del mes de noviembre una supuesta condición de dengue en miembros de los grupos de personas migrantes que transitan por las carreteras mexicanas fue anunciada por las autoridades y reproducida en el acto por varios medios de comunicación comerciales.
Esta situación fue desmentida por organizaciones defensoras de derechos humanos alegandoxenofobia institucional orientada a desacreditar el paso de los grupos de personas migrantes por territorio mexicano.
Tales acusaciones son producto de un registro que históricamente ha asociado migración con enfermedad o riesgo.Es una suerte de hipérbole en la construcción de sentido de los discursos antiinmigrantes que se ha posicionado fuertemente en los últimos años a nivel global. Como señala Moraña en un reciente trabajo publicado en España:
“Desde la perspectiva foucultiana que enfatiza la importancia de la articulación entre cuerpo y poder y la relación individuo-estado, las estrategias actuales de control invasivo del sujeto individual o colectivo considerado objeto de sospecha y amenaza pública, no pueden parecer del todo sorprendentes, aunque signifiquen una intensificación hiperbólica de procesos anteriores. La visión organicista, por la cual la sociedad es vista como un organismo vivo, autoriza la idea de que es necesario defenderse de elementos foráneosque vienen a atacar la integridad del cuerpo social, a infectarlo, debilitarlo y vencer sus defensas inmunológicas” (Moraña, 2021, 398-399).
No quisiera cerrar esta observación participante sin plantear una preocupación acerca de la forma como la sociedad repele lo que considera riesgoso.
Ocurre en un escenario como el costarricense en el que la existencia de grupos contrarios a la vacunación para abordar la COVID-19 ha producido el aumento de discursos inmunitarios y de higiene social que de alguna manera dividen a las personas.
Me tocó leer un comentario en Twitter sobre la presencia de estos grupos en espacios públicos y la relación que se hacía con una serie de enfermedades a las que supuestamente se había expuesto la persona que originó la opinión al cruzarse con ello.
Debemos prepararnos y estar atentos a identificar estos planteamientos higienistas y excluyentes.Tengan o no tengan razón en sus argumentos, no es con odio y exclusión como se gestiona desde el punto de vista social una crisis civilizatoria como la que estamos experimentado.Tener conciencia del otro es asumirlo en su diferencia, sus creencias y sus prácticas. Tenemos pendiente esa tarea. Todos.
Este viernes 12 de noviembre a las 6:00 p.m, el programa radial Alternativas ofrecerá un panel acerca de “El estado de la cuestión de la pandemia del Covid-19”. Se contará con las siguientes participaciones:
– Marco Vinicio Fournier Facio, psicólogo social e investigador
– Leonardo Merino, investigador del Programa Estado de la Nación
– Walter Quesada Fernández, secretario adjunto ANEP
– Pablo Sibar, coordinador de FRENAPI e investigador comunitario del CICDE-UNED y recuperador de Chun Shurin
– Gustavo Gutiérrez Espeleta, rector UCR
Puede sintonizar el programa en Radio 16, 1590 AM o por medio del Facebook de Radio 16
La Fundación Friedrich Ebert (FES) en Costa Rica y el Observatorio Económico Social de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (OES-UNA), le invitan a participar en el próximo seminario web del ciclo COYUNTURA FISCAL ANTE EL COVID-19.
En esta oportunidad se moverá el debate a partir de la evolución de los ingresos salariales y del empleo durante la pandemia, para plantear recomendaciones y propuestas respecto de la crisis de empleo, el creciente desempleo y la situación de los salarios.
La actividad contará como panelistas:
Gerson Martínez especialista en políticas de empleo la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
Sra. Ana Rosa Ruiz economista feminista de Mujeres en Acción e integrante del Consejo Institucional del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC)
Sr. Henry Mora, profesor e investigador de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (UNA).
El seminario se llevará a cabo el día jueves 11 de noviembre del 2021 de 5:00 p.m. a 7:00 p.m.
Favor inscribirse en el siguiente enlace (link) para la actividad por Zoom:
Hace 80 años, la creación de la Caja Costarricense de Seguro Social, tuvo el objetivo histórico de proteger a la clase trabajadora de los riesgos de enfermedad, maternidad, invalidez, vejez y muerte.
Su contribución a la democracia hoy es más que evidente, universalizando los servicios de salud, con alcance para todos, sin distingos de región, estrato social, etnia o credos, desde la gestación hasta la vejez.
La Caja Costarricense de Seguro Social es motivo de orgullo nacional. Su activo más valioso es su enorme capital humano; con alto sentido humanitario. Trabajadores comprometidos con la salud pública, lo cual ha sido latente en estos tiempos de crisis sanitaria por la pandemia del COVID-19. Su dedicación y entrega merece todo nuestro reconocimiento.
UNDECA, hoy reafirma su misión en defensa de la Caja, contra los más oscuros intereses mercantilistas, de los intentos privatizadores de sectores políticos neoliberales, del ataque sistemático e injustificado a la estabilidad laboral de los trabajadores y la intención de acabar con el régimen de Invalidez, Vejez y Muerte y pensiones dignas para costarricenses. los
Hoy se cumplen 80 años de una gran institución. La CCSS clama por su defensa y protección. Las futuras generaciones merecen también disfrutarla.
La pandemia generada por el virus que causa el COVID-19 ha originado una crisis sanitaria,
económica y social sin precedentes, a nivel mundial y regional. El desarrollo, junto con la
aprobación, fabricación y distribución de vacunas seguras y efectivas son pasos determinantes para: i) enfrentar los riesgos a la vida y a la salud derivados de la pandemia; ii) disminuir la sobrecarga de los sistemas de salud, y iii) mitigar los efectos de las medidas de salud pública que han sido implementadas para contener el contagio. Tales medidas han afectado de manera especialmente adversa el disfrute de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA), con un impacto diferenciado y desproporcional en los grupos en situación de vulnerabilidad de las Américas, así como de las personas con COVID-19 y sus familiares.
Un año después del comienzo de la pandemia generada por la COVID-19, el esfuerzo global ha dado como resultado el desarrollo y distribución de vacunas seguras y eficaces avaladas por las autoridades sanitarias competentes. Sin embargo, la inmunización de una masa crítica de la población mundial, crucial para controlar la pandemia, se enfrenta a un nuevo conjunto de desafíos, que incluyen nuevas cepas peligrosas del virus, la competencia mundial por un suministro limitado de dosis y el escepticismo público sobre las vacunas. En este escenario, sólo algunos Estados de la región han avanzado rápidamente en la inmunización de sus poblaciones, mientras hay otros en los que el acceso a dosis es limitado o el proceso aún no ha comenzado. De acuerdo con la Organización de Estados Americanos (OEA), el 90% de las personas en países de bajos ingresos no tendrán acceso a ninguna vacuna contra el COVID-19 en el año 2021.
En este contexto, para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la
Comisión” o “la CIDH”) es imperativo que se promueva la distribución justa y equitativa de las vacunas y, en particular, hacerlas accesibles y asequibles para los países de medios y bajos ingresos.
La equidad debe ser el componente clave no sólo entre países, sino también dentro de los países para poder poner fin a la fase aguda de la pandemia.
Conforme al Marco de valores del Grupo de Personas Expertas en Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización (SAGE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la asignación de vacunas y el establecimiento de prioridades en la vacunación para prevenir el COVID-19, el objetivo general de las vacunas es que contribuyan significativamente a la protección equitativa y a la promoción del bienestar humano. Por ello, las vacunas para prevenir este virus deben ser un bien público mundial y regional, y estar al alcance de todas las personas, con equidad y sin discriminación.
Las decisiones sobre aprobación, adquisición, distribución y acceso que adopten todos los Estados de las Américas deben estar informadas y regidas por sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos, según corresponda, bajo la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante “la Convención Americana” o “CADH”) y el Protocolo Adicional a la CADH en materia de derechos económicos, sociales y culturales (Protocolo de San Salvador). Igualmente, deben estar regidas desde un enfoque de salud pública y basadas en la mejor evidencia científica disponible.
La presente Resolución se enmarca en el trabajo continuo que la CIDH viene realizando en
respuesta a la pandemia desde un enfoque de derechos humanos; en particular, con la adopción de su Resolución 1/2020 sobre Pandemia y Derechos Humanos en las Américas y la Resolución 4/2020 que establece las “Directrices Interamericanas sobre los Derechos Humanos de las personas con COVID-19”. Asimismo, la Comisión toma nota de la Resolución No. A/HRC/46/L.25/Rev.1 de 17 de marzo de 2021, adoptada por aclamación en el seno del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en la cual hace un llamado para asegurar el acceso equitativo, asequible, oportuno y universal de todos los países a las vacunas para hacer frente a la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19); como también de los pronunciamientos del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas a la luz de las obligaciones de los Estados parte del Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Asimismo, toma nota de la guía conjunta sobre el acceso equitativo a las vacunas contra el COVID-19 emitida por el Comité sobre Derechos de las personas trabajadoras migrantes junto a otros mandatos, incluyendo la Relatoría sobre Personas Migrantes de la CIDH.
El objetivo de esta Resolución es contribuir a que los Estados asuman el alcance de sus
obligaciones internacionales en el contexto de las decisiones sobre vacunación, a fin de garantizar los derechos humanos, especialmente el derecho a la salud y a la vida. Para tales efectos, brinda recomendaciones puntuales basadas en los principios de igualdad y no discriminación, dignidad humana, consentimiento informado, transparencia, acceso a la información, cooperación y solidaridad internacional.