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Etiqueta: cultura

Estudiantes de la UCR participarán en un Encuentro de Líderes Indígenas

  • Faride Barrantes y Jeimy Selles viajarán a México en agosto próximo
Estudiantes de la UCR participaran en un Encuentro de Lideres Indigenas
Jeimy Selles y Faride Barrantes participarán en el IX Diplomado Intercultural para fortalecer el Liderazgo de Mujeres Indígenas que se llevará a cabo entre el 13 y el 26 de agosto en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

Dos estudiantes de la Universidad de Costa Rica fueron seleccionadas para participar en el IX Diplomado Intercultural para fortalecer el Liderazgo de Mujeres Indígenas que se llevará a cabo entre el 13 y el 26 de agosto en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Se trata de Faride Barrantes Selles, estudiante de Administración Aduanera y Comercio Exterior; y Jeimy Selles Vargas, estudiante de Enseñanza de los Estudios Sociales, ambas indígenas Bribri.

En este encuentro, las jóvenes tendrán la oportunidad de compartir experiencias con otras 30 líderes indígenas y expertos de otros países sobre temas como: derechos humanos, lenguas autóctonas, seguridad alimentaria, interculturalidad, derechos de la salud sexual, medicina tradicional, arte, cultura e identidad.

Además, en este espacio las dos estudiantes podrán trabajar y enriquecer sus proyectos de incidencia comunal.

En el caso de Jeimy Selles, ella trabajará la creación de un Ecomuseo para la comunidad de Amubri de Talamanca, lugar que la vio crecer.

“Esta idea nace porque siento que hace falta en mi comunidad Amubri un espacio donde todos puedan compartir, un espacio para niños, jóvenes y adultos que permita el intercambio cultural, que pueda recoger la historia y las tradiciones de la comunidad, y que esta idea también pueda propiciar el turismo” añadió Selles.

Por su parte Faride Barrantes tiene como meta empoderar a las mujeres de la comunidad de Akberie (Piedra Grande) de Talamanca, quienes fundaron la Asociación “Nosotros somos mujeres indígenas trabajadoras” y se dedican al cultivo del Abacá (Musa textilis).

“Desde hace 4 años producimos en nuestra comunidad el Abacá, una especie que es familia del plátano y del cual se saca el tallo para hacer mecate, y bueno nos dimos cuenta que este cultivo no nos está generando un retorno de inversión, sino pérdidas, entonces mi idea es capacitar a las mujeres para ver si la producción de este cultivo es rentable en nuestra comunidad y además hacer un análisis de cómo darle un valor agregado a este producto” dijo Barrantes.

El IX Diplomado Intercultural para Fortalecer el Liderazgo de Mujeres Indígenas 2018 es organizado por el Foro para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y del Caribe, la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

 

Tatiana Carmona Rizo

Periodista Oficina de Divulgación e Información.

 

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

UCR: Mujeres puntarenenses compartieron aprendizajes sobre comunicación, cuerpos y territorios

Angélica Castro Camacho

Unidad de Comunicación Vicerrectoría de Acción Social

El encuentro contó con un intercambio de semillas que aportaron las mujeres de cada una de las comunidades. Foto: Angélica Castro.
El encuentro contó con un intercambio de semillas que aportaron las mujeres de cada una de las comunidades. Foto: Angélica Castro.

Ser mujer desde el cuerpo, la tierra y la voz. Compartir territorios en común y crecer como semillas. Ese fue el espíritu del Encuentro de Mujeres: comunicación, cuerpos y territorios, que se realizó del 24 al 27 de mayo, en el Centro Demostrativo de Sostenibilidad en Guacimal de Puntarenas.

Durante cuatro días se trabajaron temas relacionados con el cuerpo, la defensa territorial, el arte y el derecho a la comunicación; con personas de las comunidades puntarenenses de Monteverde, Abangaritos, Parcelas de Herradura, Isla Venado y Guacimal.

El Encuentro fue posible gracias a la unión de muchas iniciativas distintas. Dos proyectos de la Vicerrectoría de Acción Social (VAS) Radio-Andante (ED-3290), Desde la mar (ED-462) y el programa Kioscos Socioambientales, fueron el vínculo principal con las comunidades, pues desarrollan procesos distintos en cada lugar. A estos se sumaron las iniciativas Radio Calles y Cuerpos, Voces Nuestras y la Alianza en Defensa del Agua.

El encuentro contó con un intercambio de semillas que aportaron las mujeres de cada una de las comunidades. Foto: Angélica Castro.
El encuentro contó con un intercambio de semillas que aportaron las mujeres de cada una de las comunidades. Foto: Angélica Castro.

También participaron los trabajos comunales universitarios “Comunicación y memoria” (TC-702), “Participación ciudadana por el Derecho a la Comunicación” (TC-636) y “Comunicación para el Desarrollo y el Cambio Social” (TC-127).

Gloriana Rodríguez Corrales, coordinadora de Radio Andante y Desde la mar, explicó que la actividad surgió con el objetivo de enlazar las historia individuales, personales y colectivas de cada región. El énfasis feminista se debe a que históricamente las problemáticas de las mujeres latinoamericanas han sido acalladas, incluso a través de la muerte.

Lucía Pérez de 17 años, que fue violada, torturada y empalada en Argentina; Yuliana Andrea Samboní, quien con sólo 7 años fue violada y torturada en Colombia; y Maritza Vargas, quien fue asesinada en San Carlos por su compañero, mientras estaba embarazada; son algunas de las mujeres que inspiran la protesta por la defensa de la libertad y los cuerpos de las mujeres. Estos femicidios llevaron a la creación del movimiento feminista “Ni una menos”, que se ha expandido por toda la región.

“La comunicación porque es ese territorio aire que nos enlaza. Si no podemos comunicar nuestras luchas, memorias o procesos, es difícil que otras personas puedan conocerlos y así podamos enlazar fuerzas. El segundo eje son los cuerpos, precisamente porque esa es nuestra primer trinchera(…) Y los territorios porque son los espacios que en nuestros distintos volúmenes habitamos. Tiene que ver con la vivienda, la tenencia de tierra, la siembra, con la experiencia de estar desde todas las formas de vida”, indicó Rodríguez.

La feria de Guacimal se celebra todos los sábados desde hace 3 años. Foto: Angélica Castro.
La feria de Guacimal se celebra todos los sábados desde hace 3 años. Foto: Angélica Castro.

Durante el segundo día se realizó un taller de radio, impartido por la organización Voces Nuestras y Radio Calles y Cuerpos. En este se enseñaron conceptos relacionados con el espectro radioeléctrico, la ley de medios del país y el derecho a la comunicación. Todas las personas aprendieron a conectar un equipo básico de audio para una transmisión de radio.

El taller de radio fue la parte favorita de Margarita Meza Peñalba, perteneciente a la Asociación de Desarrollo de las Parcelas de Herradura. Ella explicó que se dio cuenta de algo que nunca había entendido: que muchas luchas fracasan por falta de divulgación y que apropiarse de los medios es fundamental para que sean exitosas.

“En mi comunidad nosotros logramos adquirir un proyecto de mobiliario y tenemos un equipo. Y siempre que hacemos actividades, ya está listo el adornado, la agenda, pero estoy esperando alguien que me ayude para conectar un equipo. Y la verdad es que no es nada que las mujeres no podamos hacer, dependiendo de otras personas. Y ahora el equipo de la comunidad lo voy a poner yo, voy a practicar lo que aquí aprendí”.

Las mujeres participantes utilizaron sus conocimientos para montar el equipo de audio necesario para la transmisión. Foto: Angélica Castro.
Las mujeres participantes utilizaron sus conocimientos para montar el equipo de audio necesario para la transmisión. Foto: Angélica Castro.

Durante la peña cultural y la transmisión de Radio Andante cada comunidad compartió su experiencia personal. Las personas de un radio de alrededor de 20km disfrutaron además de la música del grupo Sirenatas, la cantautora Anamá, el grupo Marimbas, el joven local Dany Villalobos y el concierto de Guadalupe Urbina.

Sundry Álvarez asistió como representante de la Asociación Provivienda y Libertad y la Asociación de Mujeres de Abangaritos. Las problemáticas de su comunidad se relacionan con el acceso a vivienda, el consumo de drogas y el recurso hídrico. Álvarez quiere aplicar los conocimientos del Encuentro para el trabajo con las mujeres vecinas.

“A veces nosotras las mujeres pensamos que no somos capaces de hacer cosas, que es imposible. Cuando realmente sí podemos hacerlo, si ponemos empeño y esfuerzo sí, y unión entre nosotras mismas, podemos hacerlo. Somos capaces de llegar más allá de lo que pensamos. Lo imposible lo podemos hacer posible”, concluyó Sundry Álvarez.

 

Información generada desde la Vicerrectoría de Acción Social de la UCR, www.accionsocial.ucr.ac.cr

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El problema de la violencia estructural y los derechos territoriales indígenas: una deuda histórica del Estado costarricense

Pronunciamiento del Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE) de la UNED

 

En América Latina perviven actualmente cerca de 650 pueblos indígenas, 60 de los cuales se localizan en Centroamérica, y 8 en Costa Rica. En Centroamérica representan aproximadamente un 17% de la población y un 2,5% para el caso de nuestro país.

El artículo 1º del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) establece que un pueblo se considera indígena “por el hecho de descender de las poblaciones que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista, de la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera sea su situación jurídica, que conservan todas sus propias instituciones sociales, culturales, económicas y políticas o parte de ellas”. Además indica que “la conciencia de su identidad indígena o tribal deberá considerarse un criterio fundamental” para determinar la pertenencia a estos pueblos.

La riqueza y diversidad cultural de los pueblos indígenas se expresa en la multiplicidad de idiomas, prácticas culturales y productivas, formas de gobierno propio y en diversas cosmovisiones y espiritualidades, todo lo cual mantiene vigencia a pesar de la violencia permanente que sufren, y la negación que se ejerce sobre sus culturas y cosmovisiones.

El territorio tiene para estos pueblos una importancia singular: es el lugar donde estos crean y recrean su cultura, espiritualidad, vida y en general, su identidad indígena; es el espacio vital donde se desarrolla la comunidad y se interactúa con el resto de seres vivos y con el universo. Sin embargo, desde la Colonia los pueblos indígenas han sufrido el despojo de sus tierras, algo que sigue viviéndose en la realidad costarricense actual.

Es importante recalcar que el Estado costarricense ha asumido, múltiples compromisos internacionales relacionados con pueblos indígenas, entre los que cabe destacar los siguientes:

1) Los convenios 107 y 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “Sobre los derechos de los pueblos indígenas y Tribales en países independientes”, ratificado por Costa Rica en 1959 y 1992, respectivamente, ambos con rango constitucional;

2) La Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas (ONU), firmada en el 2007;

3) La Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la Organización de Estados Americanos (OEA), firmada en el 2016;

4) La “Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia”, que Costa Rica fue el primer país de América en aprobar en 2013.

5) A nivel nacional, el país dio reconocimiento a los derechos territoriales indígenas desde 1939, mediante la Ley Nº 39 de Terrenos Baldíos, en la que se declara la inalienabilidad de las tierras ocupadas por estos pueblos.

6) A partir de 1956 varios decretos ejecutivos establecen las llamadas Reservas Indígenas, que son tierras de propiedad colectiva reconocidas por el Estado como territorios indígenas. A la fecha suman 24, en diferentes cantones del país.

7) En 1977, mediante la Ley 6172, conocida como Ley Indígena, el Estado costarricense estableció el carácter inalienable, intransferible e imprescriptible de sus territorios y se comprometió a restituirles las tierras que, estando dentro de ellos, se encontraran en manos de población no indígena, así como a protegerlos de nuevas invasiones. A cargo del cumplimiento de ese objetivo quedaron el Instituto de Tierras y Colonización, hoy Instituto de Desarrollo Rural (INDER) y a la Comisión Nacional Indígena (CONAI).

8) En el 2015, mediante reforma del artículo 1º de su Constitución Política, el Estado Costarricense declara que somos una “República democrática, libre, independiente, multiétnica y pluricultural”.

No hay, sin embargo, correspondencia entre estos avances en el nivel jurídico-normativo y de las prácticas sociales y estatales reales, lo cual se evidencia claramente en relación con la situación de tenencia de la tierra. El problema es extremadamente grave: de los territorios indígenas, entre un 50% y hasta en un 90% -en algunos casos como Térraba, China Kichá y Altos de San Antonio- están en posesión de personas no indígenas, o bien regidos por una institucionalidad de gobierno local bajo control gubernamental, como es el caso de las Asociaciones de Desarrollo Comunal. Se desconocen así las instancias de gobierno propias de las comunidades indígenas, lo que también violenta los compromisos adquiridos.

Reconocemos algunos esfuerzos, positivos pero dispersos, principalmente en el nivel educativo, o la reciente directriz 042-MP Mecanismo de Consulta a Pueblos Indígenas, los cuales sin embargo resultan muy limitados, dada la efectiva ausencia de políticas públicas interculturales y de acción afirmativa para estas poblaciones y la persistente negativa por parte de la Asamblea Legislativa durante los últimos 24 años, a votar el proyecto “Ley de Desarrollo Autónomo de los Pueblos Indígenas”, Expediente Legislativo No. 14.352, aun cuando este cuenta con un amplio proceso de consulta tutelado por la propia Asamblea Legislativa y el Tribunal Supremo de Elecciones y el correspondiente aval de la Oficina de Servicios Técnicos de la Asamblea Legislativa ( 2009).

Esta brecha en la implementación de los derechos de estos pueblos ha sido denunciada por las propias organizaciones y comunidades indígenas, por la Defensoría de los Habitantes y por el Relator de las Naciones Unidas para los Derechos de los Pueblos Indígenas. Son denunciadas reiteradas a lo largo de varios gobiernos, sin que se registren avances significativos.

Ante estas históricas deudas del Estado costarricense en relación con sus derechos territoriales, los pueblos bribri y bröran del Cantón de Buenos Aires han decidido recuperar su territorio.

Indígenas bröran decidieron tomar posesión de la finca llamada POTOMAC, rebautizada CRUN SHURIN, teniendo como respaldo la Ley Indígena y una resolución de la Sala I de la Corte Suprema de Justicia de 1990, no ejecutada hasta el momento, la cual establece que esta finca es parte del territorio indígena de Térraba. Desde hace varias semanas, un grupo de unas 16 familias de ese pueblo se mantienen en el lugar. Se trata de aproximadamente 1000 hectáreas actualmente subutilizadas, en posesión ilegal por parte de no indígenas que viven fuera de la región, que serán reocupadas con fines de subsistencia y vida comunitaria bröran.

Estas acciones en Térraba se unen a las realizadas en Salitre y en Cabagra en los últimos ocho años, lapso durante el cual el Estado costarricense no ha hecho avance alguno en la regularización de la tenencia de los territorios indígenas de la región. Es decir, no se ha procedido, como corresponde, a una clara demarcación de los límites del territorio, la constatación de la legalidad de la posesión de las tierras, o su devolución a los pueblos indígenas. Se incumplen así los múltiples compromisos que asumió el gobierno recién concluido, sobre todo teniendo presente la violencia suscitada en Salitre y Cabagra por parte de personas no-indígenas. Se han dado agresiones y amenazas diversas, quemas de casas, destrucción de cultivos, persecuciones, uso de armas, sin que hasta el momento haya nadie detenido ni sancionado. Ello pone en evidencia el grado de impunidad así como la ineficacia de la acción del Estado y el desinterés de las altas autoridades políticas.

La inseguridad y la amenaza contra la integridad de las personas indígenas son evidentes, durante y después de las recuperaciones. Se hace urgente la atención efectiva del Estado costarricense en sus diferentes instancias, tanto administrativas, legislativas como judiciales y de todas sus instituciones, sean ministeriales o autónomas, para resolver, como corresponde y con la urgencia del caso, las necesidades y demandas conforme a los derechos colectivos de estos pueblos.

El Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE), unidad de investigación científica adscrita a la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) hace un llamado respetuoso pero vehemente al nuevo Gobierno de la República, al Poder Judicial y a las señoras y señores diputados, así como a las autoridades de las diferentes instancias políticas y técnicas involucradas en el saneamiento y seguridad de los territorios, para que se actúe conforme al marco de derechos indígenas, especialmente la Ley Indígena, el Convenio 169 de la OIT, la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU y de la OEA y la atención a las Medidas Cautelares impuestas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al gobierno de Costa Rica desde el 30 de Abril del 2015, de manera que se proceda a lo siguiente:

Garantizar la seguridad, protección e integridad física y patrimonial de las familias bröran y bribris, que han recuperado territorios indígenas en diferentes lugares del cantón de Buenos Aires.

Emprender e incrementar, con toda celeridad, las acciones institucionales pertinentes y eficaces para la atención de la situación de conflicto, tanto en sus aspectos de atención inmediata y urgente, como en sus aspectos estructurales, que permitan aplicar medidas efectivas para la regularización en la tenencia y la seguridad de los territorios indígenas, incluyendo el reconocimiento de los derechos autonómicos de estos pueblos sobre estos territorios.

Implementar la Medida Cautelar Nº 321-12 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en relación con los pueblos y territorios indígenas de Buenos Aires.

Armonizar la legislación nacional conforme a los derechos reconocidos internacionalmente y con los que el país se ha comprometido, y establecer los correspondientes mecanismos de aplicación efectiva.

Aplicar las Reglas de Brasilia para garantizar el acceso a la justicia a los pueblos indígenas costarricenses.

Retomar el diálogo directo y eficaz entre el gobierno y los pueblos y territorios indígenas para el desarrollo de políticas públicas interculturales.

Ejecutar los múltiples acuerdos establecidos entre las diferentes instancias del Estado y los pueblos y territorios indígenas.

Realizar los desalojos administrativos ya aprobados, pendientes de ejecución desde el 2014.

 

Atentamente

Dr. Luis Paulino Vargas Solís

Director

Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE)

Vicerrectoría de Investigación

UNED

Costa Rica, América Central

(506) 8362-6681

 

Imagen tomada de https://surcosdigital.com/uned-conmemoro-el-dia-de-los-pueblos-indigenas-costarricenses/

Enviado por Luis Paulino Vargas Solís.

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Los que éramos entonces teníamos tantos nombres pero no teníamos ninguno

Luis Paulino Vargas Solís (*)

 

En los años setenta y ochenta del pasado siglo éramos playos, culiolos, yigüirrones, platanazos, rabanazos, pájaros, mariquitas, etc. Teníamos tantos nombres, pero ninguno en el cual reconocernos. Habitábamos la nominalidad de lo denigrante, no la de la dignidad. No éramos gais. Esa denominación simplemente no existía. En medio de la profusión de etiquetas insultantes, no sabíamos cómo designarnos a nosotros mismos.

La gente sabía que existíamos, pero no se sabía dónde. Como si viviéramos escondidos en lo más oscuro y maloliente de las alcantarillas. Se nos imaginaba monstruosos, deformes, sucios, viciosos, desenfrenados, enfermos. Pero, claro está, las sospechas siempre existían. Lo de ser rarito, finito, quebradito no pasaba inadvertido. Y con la sospecha venía el ácido disolvente de la maledicencia y el desprecio. Pero a veces la sospecha, de alguna forma imprevisible, se volvía certeza, con lo cual tu asesinato social quedaba confirmado y era irreversible.

Con el sida algo cambió. El monstruo, que era imaginado reptando sigiloso en la oscuridad del submundo, devino una peste de proporciones bíblicas en capacidad de invadir e inundar cada rincón de la sociedad. Porque, en realidad, la peste no era el sida; éramos nosotros, los hombres homosexuales. El sida era culpa nuestra y nosotros, por causa de nuestra maldad intrínseca, éramos los agentes infecciosos que lo diseminaban. Por ello mismo, un hombre homosexual con sida, nunca era un enfermo ni una víctima. Era siempre culpable y victimario.  Bueno, sigue siéndolo hoy día, tan solo con cambios de matiz, pero no de sustancia. Pues, bueno, ese era el mensaje que, por entonces, difundían los medios de comunicación con morbo enfebrecido, que repetían y refrendaban las autoridades políticas, las jerarquías católicas e incluso prestigiosos científicos, cuyos aportes a la “comprensión” del sida, se resolvían más bien como un torrente de prejuicios y odio.

Sabíamos que teníamos muchos nombres, ninguno elegido, todos infames y humillantes. Otros se sumaban a la lista: sidosos, apestados.

Oficialmente se decidió –primera administración Arias Sánchez– que para frenar la epidemia del sida, los apestados debían ser aislados. Y se nos echó la represión policial encima con incrementada furia. No es que fuese algo nuevo; de hecho, el acoso reiterado en sitios públicos o en bares o discos tenía una muy larga historia. Pero ahora el asunto escalaba nuevas alturas. Es una historia contada muchas veces: las redadas, las perreras, la cárcel, la visibilización pública forzada. En fin, el abuso y la violencia sin disimulo ni atenuantes.

Los hombres homosexuales de entonces lo vivíamos como si fuese una especie de tornado que la naturaleza lanzaba sobre nuestras cabezas. Aterrorizados por el sida y por la policía, ni siquiera teníamos conciencia de nuestros propios derechos. La verdad, es que ni siquiera imaginábamos que tuviésemos derechos. Ningún derecho. Frente a la furia de un tornado, cabe tan solo intentar salvarse cada quien como mejor pudiera. No más que eso. Sin identidad en la cual mirarnos y sin conciencia ni siquiera de nuestra propia dignidad humana, carecíamos igualmente de ningún discurso, de ninguna narrativa, que diera siquiera un mínimo sentido a lo que éramos y que clarificase, siquiera un poquito, cuál era nuestro sitio en el mundo. Resultaba entonces esperable que, en consecuencia, no tuviésemos organización alguna. Yo no puedo interpretar esto sino como el producto de años y años, hasta sumar décadas y siglos, de violentísima represión; de negación y silencio en lo más profunda de una caverna en que la debíamos permanecer ocultos y enclaustrados.

Por ello ser hombre homosexual en los años setenta y ochenta del siglo pasado –tiempos de mi adolescencia y mi joven adultez– era esencialmente vivir una vida escindida en identidades fragmentadas, vergonzantes, en fuga permanente las unas respecto de las otras. Era vivir negado a la afectividad, a la posibilidad de construir una familia propia, a la vivencia del amor. Estábamos condenados al sexo clandestino, al placer efímero y culpable. Y al esfuerzo permanente de encubrimiento, de negación. Como un juego de caretas: en cada espacio particular de tu vida, una careta distinta, y con cada nueva careta un manto de silencio que negaba e invisibilizaba las otras facetas, los otros fragmentos de nuestras vidas, las otras caretas. Y la completa desconexión entre sexualidad, afecto, familia y pareja. De hecho, no teníamos novio ni menos pareja. Teníamos algo que llamábamos “gente” (“tengo gente” contábamos; “este es mi gente”, presentábamos). Así, difuso y borroso: “gente”. No novio, mucho menos pareja.

Con el avance de los ochentas y al entrar los noventas, se multiplicaban los casos de sida, y con estos los muertos y crecía el número de quienes eran lanzados a la calle, repudiados por su propia familia. También en los centros de salud y por parte del personal médico y paramédico el trato estigmatizante, las prácticas humillantes, las miradas de sospecha y desprecio. Cada hombre homosexual enfermo era primero aniquilado socialmente, antes de ser aniquilado físicamente por la enfermedad. Pero toda esa dolorosa devastación, tuvo sin embargo una faceta positiva: hizo surgir solidaridades más profundas, tramadas en tejidos más sólidos y perdurables y, con ello, surgieron los primeros esfuerzos organizativos, de carácter humanitario y asistencial, todavía no con conciencia politizada, pero, en fin, ahí se sembró el germen de lo que vendría más adelante. Y en todo ello, no cabe duda, el nombre de Jacobo Schifter debe ser reconocido como el de un pionero insigne. En medio de tanto horror, lo que Jacobo hacía era épico, realmente heroico.

Unos años después, hacia la segunda mitad de los noventa, vino la lucha por los antirretrovirales. La Caja los negaba alegando que no curaban la enfermedad y que resultaban excesivamente caros. Total que los que se morían era, en su gran mayoría, playos. A nadie le importaba ni poquitito. Hubo que llevar el asunto a la Sala Constitucional, lo cual implicaba politizar las cosas y tener que visibilizarse. Y tener que visibilizarse doblemente: como playo y como sidoso, según los términos –igualmente devastadores– que prevalecían por entonces. Ya para entonces habíamos finalmente entendido que sí teníamos derechos que reclamar, y una dignidad que defender. Y, con la misma épica con que Jacobo irrumpió unos años antes, otros compañeros decidieron luchar por sus vidas dando la cara ante la Sala Constitucional. Y lo lograron. Hablábamos entonces del “efecto Lázaro” y circulaban las historias de amigos o conocidos que, al borde mismo de la muerte, habían literalmente resucitado.

Creo que fue por entonces, o sea hacia el decenio de los noventa, que empezamos a reconocernos como gais. El término nos llegó del norte rico, de Estados Unidos en particular, y jugó un papel importantísimo: el reconocimiento de sí mismo  como gay era darse un lugar en el mundo que no fuese el de la denigración y el insulto. Porque, contrario a lo que ciertas tesis excesivamente simplistas pero muy en boga proponen, los seres humanos no podemos existir sin identidad, porque no tener identidad es no tener lugar en el mundo. Las identidades pueden seguramente ser cambiantes, pero que una persona humana pueda existir sin poseer una identidad –seguramente compleja y multifacética– en la cual mirarse a sí misma, es burdo e iluso. Nuestra inescapable condición sociohistórica es inevitablemente identitaria.

Los gais que no éramos, empezamos a serlo. Ya no aquel juego de caretas cada una haciendo su performance en un espacio distinto, y cada espacio escindido de los otros y entre cada uno de estos, murallas irrompibles de silencio. Pasamos, de a pocos, a la fase siguiente: “declararnos” públicamente, un hecho en sí mismo violento y discriminatorio, que se nos impone hacer una y otra vez. Pero, bueno, lo hicimos: empezamos a visibilizarnos, o sea, a autodenominarnos ante otra gente. Primero en espacios más restringidos, más cercanos a la inmediatez de nuestra cotidianidad. Poco a poco a nivel social y político.

Los de entonces, que estamos aquí, sabemos que el recuento de los que quedaron en el camino, los que dijeron adiós a edades prematuras, es muy largo. Somos sobrevivientes de un naufragio, en parte por el sida, pero también por otras causas, incluso innumerables asesinatos. Estamos ahora en el umbral de la tercera edad –algunos ya lo transpusieron– y tenemos claro que eso nos trae nuevos retos, incluso la perspectiva muy cierta de una vejez en soledad.

Pero hoy sabemos, con total certeza, que reconocer y cobrar conciencia de la propia dignidad, es dar un paso adelante que jamás, jamás admite  posibilidad alguna de retroceso.

Los que eramos entonces teniamos tantos nombres pero no teniamos ninguno2

(*) Director Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo, CICDE-UNED.

 

Enviado por el autor.

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Feria del Clima Atenas 2018

Este domingo 22 de abril se realizó la Feria del Clima Atenas 2018 en el Parque de la Ciudad. Con este ya son 7 años de arte, cultura e identidad para el pueblo ateniense.

Se contó con la participación de Óscar Espinoza, cantautor nacional.

Oscar Daniel Ramos cantautor

Más de Oscar Daniel Espinoza Ramos

Cantautor nacional. Perteneciente al género de la nueva canción costarricense. Su temática abarca las luchas sociales, el rescate y reivindicación de las culturas indígenas costarricenses, la ecología y la cultura rural.

Utilizas en sus canciones ritmos variados como el tambito, el rock, el bolero, el son, el pasillo, el vals, el blus, etc.

Nació en el cantón de Atenas, de una familia de músicos nacionales. Comenzó sus primeras experiencias y aprendizajes musicales en el colegio, participando en bandas filarmónicas, rondallas, coros y grupos estudiantiles, para luego pasar a formar sus primeros grupos con los que interpretaba música original y de autores latinoamericanos.

En al año 1993 obtiene el primer lugar en el Festival Grano de Oro. Esto lo motiva a continuar componiendo ya perfilado en el género de la nueva canción y con un sentido más profesional y de proyección, en 1994 se funda el grupo musical Abraxas, obteniendo gran apoyo de emisoras y canales culturales como la recién fundada Radio U. Graba sus primeros discos «Noticieros para el alma» y «Semillas de hermandad». Este grupo recibe gran apoyo del Ministerio de Cultura y se inicia un periodo de presentaciones en universidades, festivales, ferias, teatros y auditorios.

En el año 2000 Óscar Espinoza replantea su estrategia musical y da inicio a su carrera como solista hasta la fecha. Manteniendo la misma temática y desarrollando su estilo.

Se ha presentado en el FIA en los años 2013 y 2014. Ha realizado conciertos en todo el país en Festivales, Teatros, Universidades, Ferias, etc.

Quizás sea más conocido por su incursión en la temática indígena, en la que ha realizado investigaciones, tanto en las propias reservas, como también acudiendo a bibliografías. (https://si.cultura.cr/personas/oscar-daniel-espinoza-ramos.html)

Enviado por Óscar Daniel Espinoza Ramos.

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UNED: Inicia Programa de Capacitación para la Gestión Sociocultural en Región Atlántica

  • Artistas del circo, el teatro, la danza, el diseño gráfico, la producción audiovisual, el diseño de modas, cuenta cuentos, artesanos, educadores y muchas otras personas vinculadas con la cultura de la Región Atlántica se unieron para fortalecer sus capacidades
  • El Programa es un proyecto interinstitucional entre la UNED, el Ministerio de Cultura y Juventud y la Universidad de Costa Rica.
  • Programa de Promoción Cultural de la Dirección de Extensión Universitaria representa a la UNED

 

Artistas del circo, el teatro, la danza, el diseño gráfico, la producción audiovisual, el diseño de modas, cuenta cuentos, artesanos, educadores y muchas otras personas vinculadas con la cultura de la Región Atlántica, se unieron para fortalecer sus capacidades. El pasado 17 de marzo asistieron a la primera clase oficial del año 2018 del Programa de Gestión Sociocultural, un proyecto de capacitación interinstitucional entre el Ministerio de Cultura y Juventud, la Universidad Estatal a Distancia y la Universidad de Costa Rica.

UNED Inicia Programa de capacitacion para la Gestion Sociocultural en Region Atlantica2

El Programa busca fortalecer las capacidades metodológicas y teóricas de las personas gestoras culturales, que sienten la necesidad de capacitarse y formarse en temas que han ido aprendiendo sobre la marcha, en el trabajo comunal. El programa educativo se impartió en el año 2017 como plan piloto para dos grupos, uno en Orotina y el otro en San José, para un total de 35 graduados.

En este 2018, el Programa tiene como sede a Guápiles, reunió a 32 estudiantes con edades que van desde los 19 a más de 55 años, provenientes de Guápiles, Siquirres, Limón, Sarapiquí, Cariari, Bataan, Rio Jiménez, Puerto Viejo, Finca Once y otras comunidades cercanas. El grupo de gestores culturales se reunirá durante un año, los sábados cada quince días en la Escuela Barrio Los Ángeles de Guápiles, que funciona como Sede de la UNED durante los fines de semana.

La idea de este Programa es abrir espacios para la gente que no ha podido estudiar gestión cultural, aunque ya la realiza de forma empírica. Deseamos fortalecer sus capacidades con herramientas teóricas y prácticas, que les permitan desarrollar su labor con un enfoque integral. Que logren desarrollar procesos participativos de gestión sociocultural, involucrando a las comunidades en los procesos de investigación, en la elaboración de propuestas y proyectos, así como en la evaluación de los procesos”, explicó Luisa Paz, representante de la UNED en el Programa.

Los estudiantes que participan en la capacitación, se seleccionan por medio de un formulario, entrevistas programadas con cada postulante y evaluaciones que permiten una selección bastante objetiva de los integrantes del grupo de estudios. Además se procura la representatividad de hombres y mujeres por partes iguales y una representatividad etárea, de oficios y profesiones, así como de lugares de procedencia. El resultado de esta selección son grupos muy heterogéneos, con una gran diversidad de experiencias que enriquecen enormemente los procesos de aprendizaje de todos los participantes, que están unidos por un tema en común que es la gestión sociocultural comunitaria.

Vinculación inter institucional exitosa

UNED Inicia Programa de capacitacion para la Gestion Sociocultural en Region Atlantica3

El Programa de capacitación lo constituyen seis cursos que se imparten en tres cuatrimestres con el siguiente orden: Creatividad y herramientas para el trabajo con grupos; Fundamentos de la gestión sociocultural; Herramientas para la investigación sociocultural; Elaboración de proyectos socioculturales; Comunicación y organización; e Incidencia para la gestión sociocultural. Cada curso aprobado se certifica por un total de 72 horas, para un total de 442 horas al finalizar los seis cursos.

El plan piloto que se ejecutó en el año 2017, fue evaluado en varios momentos del proceso, tanto los profesores, como la metodología, los contenidos de los cursos y la logística. Con las recomendaciones incorporadas por el equipo coordinador, se inicia este 2018, la segunda promoción en Guápiles.

Luisa Paz explica que el comité coordinador del Programa de Gestión Sociocultural cuenta con un representante de cada universidad; en el caso de la UNED es Luisa Paz funcionaria del Programa de Promoción Cultural de la Dirección de Extensión Universitaria. La representante por la UCR es Marianela González, de la Escuela de Administración educativa y por parte del Ministerio de Cultura es Fresia Camacho.

Por otro lado, las personas enlaces en Guápiles con el grupo de estudiantes son Xiomara Araica, extensionista de la UNED en el Centro Universitario de Guápiles y Jaime Chacón, coordinador regional para Limón del Ministerio de Cultura.

 

Por Martha V. Herrera Pérez / Comunicadora de la Dirección de Extensión Universitaria, UNED

 

Enviado por Martha V. Herrera Pérez.

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Gayatri Spivak en la UCR

  • Prestigiosa académica y crítica cultural impartió curso sobre Subalternidad, deconstrucción y crítica poscolonial en la Universidad de Costa Rica
Gayatri Spivak en la UCR
Gayatri Chakravorty Spivak – foto Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.

Esta semana la Universidad de Costa Rica (UCR) recibió la visita de una de las grandes intelectuales del siglo XXI, la Dra Gayatri Chakravorty Spivak, reconocida como una audaz teórica literaria y crítica cultural, que abarca en su pensamiento distintas vertientes como la marxista, feminista y deconstructivista.

La Dra. Spivak impartió el curso corto Subalternidad, deconstrucción y crítica poscolonial, del 19 al 22 de marzo del 2018 en la Facultad de Letras, invitada por el Doctorado de Estudios de la Sociedad y la Cultura y la Escuela de Lenguas Modernas de la UCR.

Durante esta semana, con su estilo directo y temperamental, la Dra. Spivak dictó cátedra sobre diversos temas y en especial sobre la deconstrucción, que ha sido uno de los fundamentos de su pensamiento desde que se dio a la tarea de traducir De la grammatologie de Jacques Derrida.

En sus disertaciones, y ante la pregunta constante de los alumnos y académicos, lo explica afirmando que la deconstrucción implica construcción “desde adentro” y no desde una distancia crítica. Su concepto de la deconstrucción es el de teorizar de manera activa al internalizar el aprendizaje textual de manera tal que se manifieste en el trabajo propio.

“El curso fue apasionante y muy interesante” expresó el Dr. Francisco Guevara, director de la Escuela de Lenguas Modernas, quien solicitó el Honoris Causa para esta reconocida académica condecorada en diversas universidades del mundo. No obstante, dicha propuesta no fue aprobada en el Consejo Universitario de la UCR por un voto.

Gayatri Spivak en la UCR2
El curso que impartió en la UCR en la Sala Joaquín Gutiérrez de la Facultad de Letras contó con la asistencia de egresados y estudiantes del doctorado, estudiantes de posgrados en historia, filosofía, filología, entre otras disciplinas. – foto Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.

Entre sus atestados, Guevara destacó que la teoría de Spivak es uno de los ejes primordiales de la actual disciplina de los estudios poscoloniales, pero también ha entablado diálogos con ejes discursivos esenciales en la crítica literaria y en los estudios culturales. Gracias a ello, su trabajo es de referencia en disciplinas muy distintas como la antropología, la historia, la filosofía, la crítica literaria y la sociología.

Algunos de los planteamientos más reconocidos de su trayectoria académica son su teoría de la subalternidad, el concepto de violencia epistémica, también el carácter feminista que da a la critica poscolonial. Asimismo, Spivak contribuyó enormemente a extender ejes primordiales de discursividad como los iniciados por Karl Marx, Antonio Gramsci y Jacques Derrida con sus teorías sobre la subalternidad y la catacresis.

El pensamiento de Gayatri Spivak es de referencia primordial en el Doctorado de Estudios de la Sociedad y la Cultura y ha influido en el trabajo de algunos académicos de la Escuela de Lenguas Modernas y estudiantes de la Maestría en Literatura Inglesa de la Universidad de Costa Rica que han realizado estudios poscoloniales, por lo que su visita a esta casa de estudios resulta de gran valor académico.

La Dr. Spivak además ofreció una entrevista pública el 20 de marzo en el Auditorio de Estudios Generales que estuvo a cargo del filósofo y profesor emérito de la Escuela de Filosofía, el Dr. Bernal Herrera Montero.

 

Katzy O`neal Coto

Periodista Oficina de Divulgación e Información

 

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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Mi voto, mi llamado a votar

Por la democracia y la república

Contra la barbarie y el oscurantismo

Luis Paulino Vargas Solís

 

La Costa Rica de las grandes polarizaciones socioeconómicas no tiene –no por ahora al menos– esperanza de redención. Ese país donde centenares de miles –hasta sumar mucho más de un millón– de personas trabajadoras, viven negadas de un trabajo decente. La misma donde amplias regiones periféricas sufren al olvido y abandono que las condena a la pobreza y el desempleo perpetuos. Esa Costa Rica de contrastes groseros entre los súper-ricos, que viven escondiendo su miedo detrás de enormes murallas, y las amplias capas populares que deben sobrellevar la violencia de la carencia cotidiana. Con perplejidad despertamos a la realidad de que, lejos de la opción pacifista, igualitaria, dialógica e inclusiva, que presuntamente definía una “vía costarricense”, somos, en realidad, una sociedad que alberga en las profundidades de su siquis colectiva, perturbadores sentimientos de odio e intolerancia. En mucho mayor grado de lo que sabíamos, y con mucha mayor intensidad de lo que nunca imaginamos. Esa Costa Rica que renuncia incluso a lo que en el pasado fue su mayor fortaleza: unas clases medias vigorosas, hoy en pleno derrumbe bajo el asedio de la inseguridad económica y la incertidumbre ante el futuro.

Mucha gente creyó que el gobierno de Luis Guillermo Solís podría traer un cambio. No lo hizo, o, a lo sumo, solo lo intentó muy tímidamente. Decepcionó esas esperanzas, pero, en fin, he de reconocer que mi partido, el Frente Amplio, tampoco logró estar a la altura de lo que esperaban quienes le dieron su voto.

Pero, en realidad, nada permite anticipar que esto pueda cambiar. El proyecto neoliberal, fallido en muchos sentidos sustantivos, excepto en la generosidad y largueza con que premia los intereses de minúsculos sectores de gran poder económico, debiera dar lugar a nuevas propuestas y posibilidades. Es necesario, dadas las devastaciones que ha provocado, que nos llevan hoy al borde mismo del abismo.

Con perplejidad despertamos a la realidad de que, lejos de la opción pacifista, igualitaria, dialógica e inclusiva, que presuntamente definía una “vía costarricense”, somos, en realidad, una sociedad que alberga en las profundidades de su siquis colectiva, perturbadores sentimientos de odio e intolerancia. En mucho mayor grado de lo que sabíamos, y con mucha mayor intensidad de lo que nunca imaginamos.

La sucesión escalofriante de femicidios de las últimas semanas viene a ser como una especie clímax macabro, al cabo de tantas y tan encendidos discursos que agitan los fantasmas de una imaginaria “ideología de género”, y disparan una profusión patológica de violentas diatribas homofóbicas. Y, lo digo con toda convicción, que también mueren, hoy como antes, y morirán en el futuro cercano, muchos gais cuya muerte será atribuida a cualquier otra razón, pero jamás vinculadas a su homosexualidad, no obstante ser ésta la razón de fondo. Muertes que jamás serán reivindicadas ni jamás protestadas; que permanecerán silenciadas e ignoradas. Lo digo porque lo he presenciado reiteradas veces a lo largo de toda mi vida.

Pero, en fin, ese proyecto neoliberal, que por mil razones debiera cambiar, sin embargo no cambiará. La composición que tendrá la Asamblea Legislativa a partir del 1° de mayo próximo, augura más bien su profundización, incluso su radicalización, y, por lo tanto, mayores amenazas futuras para la democracia y la paz social.

Cierto, no cabe esperar que desde el Poder Ejecutivo se haga nada sustantivo por cambiar esa ruta al abismo. Pero, aun así, conviene reconocer que podría haber algunos matices no despreciables.

Fabricio Alvarado es un sujeto sin criterio, sin educación, sin convicciones y sin temperamento. Su trayectoria es la propia de un mercader de la fe que, en búsqueda del becerro de oro, sencillamente amplió los escenarios donde actúa: ya no solo las tarimas de los templos evangélicos, sino también las del ámbito político. Lanzado de forma imprevista al primer plano, ha quedado atrapado en las redes que le lanzaron las tecnocracias neoliberales provenientes de los partidos tradicionales: PLN y PUSC. Sin bases ni discernimiento, este señor no entiende una coma en materia de política económica; simplemente firmaría lo que los economistas venidos de esos partidos le pondrán ante los ojos, e intentará repetir, tan bien como sus escasas luces se lo posibiliten, lo que le digan que debe decir.

Carlos Alvarado es, claramente, un hombre mucho mejor educado, de inteligencia despierta, de ideas mucho más claras y capaz de pensar por sí mismo. Se podría admitir que tiene un cierto bagaje políticamente progresista. No es poca diferencia, aunque eso queda opacado, hasta casi desvanecerse, detrás de esos pactos que ha firmado con rancios representantes del neoliberalismo criollo.

Todavía podríamos albergar la expectativa de que Carlos abra siquiera pequeñas ranuras para posibles entendimientos que maticen un poco la tumultuosa ofensiva neoliberal que se nos viene encima. No es que esto sea la gran cosa, pero comparativamente a Fabricio es, siquiera, una tenue luz de esperanza.

Pero hay mucho más que eso, y de grandísima importancia. Es que Fabricio es portador de una visión religiosa de la política y el Estado, que conlleva una gravísima amenaza a la democracia, la república y la civilidad. Los acontecimientos de estos días –reuniones secretas para tramar la violación de la Constitución y las leyes– reafirman que este candidato representa una seria amenaza para la democracia.

Es que la fusión entre religión y política es un cóctel explosivo, porque la religión es espacio de dogmas y verdades reveladas, cuando la política democrática debiera ser espacio de deliberación abierta y equitativa, sin dogmas de ningún tipo, independientemente de la fe o creencias de cada quien.

Cuando la religión invade la política, exporta hacia ésta sus dogmas y, por lo tanto, establece un adentro y un afuera entre quienes aceptan esos dogmas y quienes no. El dogma religioso devenido principio político, legitima automáticamente a quienes los aceptan, como deslegitima a quienes no lo hacen. Porque los dogmas, recordémoslo, no son asunto sobre los que se delibere y decida. Simplemente es obligatorio aceptarlos. Cuando, todo lo contrario, la política en democracia es espacio para disentir, deliberar y decidir.

Claro que sí: la fe de cada quien, sus creencias religiosas, son asuntos respetabilísimos que cada persona debe poder vivir con absoluta libertad. Que cada quien, en el espacio de su iglesia y congregación, acepte los dogmas de su religión y guíe su vida según éstos ordenan. Eso es perfectamente respetable, pero de ninguna manera transferible al espacio público, donde gente con diversas creencias –o sin fe alguna– han de tener pleno derecho a expresarse, a participar y decidir.

Indispensable es esa ágora política donde principios democráticos universales garanticen para todas y todos los derechos fundamentales, inclusive aquellos que son propios de la libertad religiosa, en la plenitud de tal concepto: igual si la fe es católica, neopentecostal, luterana o bautista. O musulmana, judía, hindú o budista. O la que fuere, incluyendo el agnosticismo o el ateísmo. Todos y todas gozando de la misma libertad, receptores del mismo respeto.

Fabricio y su movimiento político no entienden nada de esto. Lo rechazan en términos viscerales: quieren trasladar al ámbito político los dogmas de su religión e imponérselos a todo el colectivo, independientemente de que las otras personas los compartan o no. Lo cual equivale a negar la democracia y el pluralismo, o, en otros términos, a desconocer todos los aportes de la filosofía iluminista, de la ilustración y del liberalismo político. Estamos hablando de avances civilizatorios que datan de los siglos XVII y XVIII. Retroceder, pues, cuatro siglos atrás, hacia la imposición de un orden político regido por dogmas religiosos que son inherentemente enemigos de los principios que fundan las nociones modernas de democracia y república.

Sería un orden político donde las leyes y la institucionalidad definirían derechos e inclusiones; negaciones y exclusiones según criterios religiosos. No la libre deliberación y decisión según principios de libertad de pensamiento y expresión. Solamente la aceptación o no aceptación del dogma y, sobre esa base, tener derechos o no tenerlos.

Fabricio y su movimiento representan una grave amenaza a la democracia y la república. Representan, asimismo, una apuesta a la involución a un ideario pre- moderno, oscurantista, intolerante. Es una convocatoria al odio y la intolerancia contra quienes se aparten de unos dogmas religiosos que, encima de todo, tienen como única base una interpretación literalista, completamente arbitraria, oportunista y acomodaticia, de textos bíblicos escritos hace muchos siglos. Pero, por ello mismo, todo esto representa una apuesta contra la razón y la ciencia; una convocatoria al pensamiento mágico y la hechicería, según se evidencia en la extrema ligereza con que proclaman milagros y sanaciones en masa, presumiendo incluso de tener el poder de controlar a voluntad las placas tectónicas de la Tierra.

Como hombre gay puedo sentirme justificadamente temeroso por la amenaza terrible que Fabricio representa para mí y para quienes, como yo, comparten una orientación sexual y/o identidad de género, distinta a la mayoritaria y hegemónica. Pero el asunto es mucho más grande que eso. Fabricio es una amenaza para las aspiraciones que alguna vez cultivamos de construir una patria realmente inclusiva, pacífica, democrática y justa.

Pregunto con todo respeto pero con el mayor énfasis: ¿realmente creemos en la república, la democracia, la paz, los derechos humanos y la igualdad o esas son tan solo palabras bonitas y vana demagogia, frases carentes de significado y respecto de las cuales no tenemos compromiso ni convicción alguna?

Votaré por Carlos, con todas las muchas reservas que puedo tener, votando por los valores civilizatorios de la democracia, la racionalidad, la ciencia, la paz, los derechos humanos y la civilidad.

Votaré entonces contra Fabricio, consciente de que representa la involución barbárica hacia un orden político intolerante y oscurantista.

Y, con todo respeto, pero con la urgencia y la alarma de quien está convencido de que los valores indispensables para la convivencia en paz y democracia están bajo gravísima amenaza, pido por favor: ¡votemos contra Fabricio!

O sea, e inevitablemente, ¡votemos por Carlos!

 

Tomado del blog http://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com

Enviado a SURCOS por el autor.

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La UNA en Valle la Estrella

UNA educación alternativa para docentes de Lengua y Cultura en las comunidades indígenas

 

La División de Educación Rural del Centro de Investigación, Docencia en Educación-CIDE en su fiel compromiso por la consolidación de la Universidad Necesaria, mancomuna esfuerzos con la Dirección Educativa Regional Sulá para favorecer procesos de capacitación con docentes de Lengua y Cultura en la zona de Valle la Estrella.

Estas personas docentes tienen valiosos saberes, pero demandan un trabajo académico que les permita generar procesos educativos para atender niños y niñas en edad escolar, de manera que los saberes de sus pueblos puedan revitalizarse y resignificarse culturalmente.

La Dra Marisol Vidal Castillo, académica e investigadora del CIDE UNA se desplazó a la comunidad Gavilán en Valle la Estrella el día 13 de marzo y junto con la Asesora Lorena Reyes, Asesora Cabécar Regional Indígena y 15 docentes diseñaron un espacio educativo para mejorar los proceso educativos en la escuela indígena de la zona.

Se aportaron y compartieron ideas para el logro de UNA educación pertinente en la comunidad indígena.

M.S.c Efraín Cavallini Acuña

Asesor Comunicación RECTORIA UNA

 

Enviado por Msc. Efraín Cavllini Acuña, Asesor Comunicación, Rectoría UNA.

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El pretexto de la cultura no puede prestarse para violar los Derechos Humanos

  • Los mecanismos internacionales de Derechos Humanos defienden a las personas de las prácticas impositivas de gobiernos abusivos, sin discriminación de ninguna clase
  • Pretender defender la cultura por encima de los demás Derechos Humanos atenta contra la democracia

 

Ante las recientes manifestaciones de ex diplomáticos costarricenses en un diario de circulación nacional, el 16 de este mes, expertos, activistas, defensores y defensoras de los derechos humanos, manifestamos:

  1. Las personas, y no los gobiernos, son la razón de ser de los Derechos Humanos. Por ello, los órganos internacionales de protección, como la Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos, los Comités de Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional o los instrumentos de los sistemas africano y europeo, están llamados a proteger a las personas y a defenderlas de las violaciones a sus derechos y libertades. Tratar de reformar la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), para que se libere a los gobiernos de sus obligaciones, implicaría permitir que se conculquen los derechos y libertades de todas las personas. El genocidio, las masacres, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura, las desapariciones forzadas, y demás violaciones de los derechos y libertades quedarían impunes. Los ciudadanos quedaríamos desprotegidos
  2. La existencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y de otros instrumentos de Derechos Humanos, nace de la necesidad de proteger a todas las personas de las arbitrariedades de los Estados. Es usual que, usando el argumento de la cultura se hayan violentado los derechos y libertades fundamentales. El argumento de que debe protegerse una supuesta «cultura» es ridículo. Nos veríamos forzados a aceptar los femicidios y las relaciones impropias dentro de las familias, que responden a una cultura definida por el machismo y el abuso. También tendríamos que consentir el trabajo infantil, pese a que hemos invertido casi dos siglos fomentando acciones que protejan a la niñez. En la mayoría de nuestros países, las libertades de expresión, de opinión o de religión dejarían de estar protegidas frente a regímenes con tendencias dictatoriales
  3. Costa Rica fue el primer país en ratificar el Pacto de San José y también el primero en aceptar la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ambos fueron actos soberanos del Estado costarricense. Pretender desconocer hoy, lo que con orgullo hicimos hace casi 50 años, atenta contra la cultura visionaria de nuestros próceres, que siempre buscaron fortalecer nuestro Estado social, democrático y de Derecho.
  4. El sentir de la mayoría no puede significar jamás la violación de derechos de las minorías. Aceptar tal aberración sería darle la espalda a nuestras raíces democráticas. Traicionaríamos esa verdadera cultura costarricense, por la cual gozamos del respeto y la admiración de la comunidad internacional.

En consecuencia, rechazamos tajantemente la propuesta de ese grupo de ex diplomáticos. Proponer que la política exterior de Costa Rica vaya encaminada a derruir la Convención Americana sobre Derechos Humanos, denota un parecer contrario a la verdadera cultura costarricense de respeto a los Derechos Humanos y es carente de visión. Nos inquieta por las evidentes y nefastas consecuencias que tal despropósito tendría para Costa Rica y para el resto de los países americanos.

Cuando se abordan los temas de Derechos Humanos debe hacerse con seriedad, con responsabilidad, con compromiso y, sobre todo, con conocimiento. Si se hace de manera ligera y desde la ignorancia, los derechos y las libertades fundamentales de todas las personas correrán grave riesgo.

 

Francisco José Aguilar Urbina

Irene Aguilar Víquez

Marcia Aguiluz Soto

Larissa Arroyo Navarrete

Roxana Arroyo Vargas

Paola Casafont Villalobos

Catalina Devandas Aguilar

Gonzalo Elizondo Breedy

Alda Facio Montejo

Ana Isabel Garita Vílchez

Lorena González Pinto

Rodrigo Jiménez Sandoval

Soraya Long Saborío

Marcela Martino Aguilar

Ana María Méndez Libby

Ana Elena Obando Mendoza

Gilda Pacheco Oreamuno

Víctor Rodríguez Rescia

Cristina Zeledón Mangel

 

*Imagen con fines ilustrativos tomada de malagaldia.es

Enviado por Patricia Salgado.

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