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Etiqueta: DEI

El DEI necesita de su apoyo

Para afrontar este tiempo de crisis el Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI ha organizado esta campaña para mantener el proyecto caminando. Lo poco o mucho que pueda aportar será de mucha ayuda.

Asoc. Depto. Ecuménico de Investigaciones
Cta BNCR
100-02000611003811
IBAN CR 37015100010026110386
Codigo Swift BNCRCRSJ

 

Información enviada por Alberto Gutiérrez.

DEI inicia el Taller Socio-Teológico en modalidad virtual con 50 participantes de 17 países

  • El webinario consta de seis sesiones entre este 5 de agosto y el 16 de septiembre

Este 5 de agosto iniciamos con el Taller Socio-Teológico «Crisis sistémica y rearticulación de las resistencias en un mundo post-pandémico». Esta vez en modo webinario, durante seis sesiones, del 5 de agosto al 16 de septiembre.

A pesar de las distancias y las condiciones de esta pandemia, nos vamos a reunir -en línea- 50 personas participantes de este taller. Nos ha sorprendido gratamente el gran interés y la cantidad de solicitudes de participación que hemos recibido por parte de tantas personas de tantos puntos del continente.

Nos motiva saber que, aún en este contexto de distancia física, logremos coincidir en intenciones y aprendizajes con personas de 17 países de Abya Yala/Latinoamérica.

¡Así que seguimos acompañándonos, repensando estrategias para atravesar como grupo estos tiempos!

El taller estará integrado por personas de México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua; Costa Rica, Panamá, Cuba, Puerto Rico; República Dominicana, Venezuela, Colombia, Ecuador; Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Brasil.

Sin reemplazar la riqueza del aprendizaje presencial, este webinario saca provecho de las herramientas digitales para propiciar un espacio de diálogo crítico y reflexión colaborativa sobre la coyuntura que atravesamos. Tenemos como intención reconocer, inspirarnos e imaginar en colectivo, desde la experiencia de cada país y cada persona, cómo rearticular las resistencias ante el actual escenario.

El taller busca integrar la experiencia de quienes participan, junto con la investigación crítica, el diálogo de saberes y la búsqueda común propuestas y prácticas liberadoras para nuestros pueblos.

Vamos a transmitir algunas sesiones para quien quiera acompañarnos en Facebook Live, así que les recomendamos estar pendientes. Avisaremos con tiempo.

Crisis sistémica y rearticulación de las resistencias en un mundo post-pandémico

El Departamento Ecuménico de Investigaciones, DEI, convoca al Taller Socio-Teológico 2020: «Crisis sistémica y rearticulación de las resistencias en un mundo post-pandémico»

  • Seis sesiones, del 5 de agosto al 16 de septiembre

  • Inscripción del 1 al 31 de julio

El Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) convoca a personas líderes de movimientos y organizaciones sociales, organizaciones basadas en la fe liberadora, y pueblos originarios y afrodescendientes, a participar en el primer Webinario Socio-Teológico 2020, que se realizará en virtualmente entre el 5 de agosto y 16 de septiembre de este año.

El Webinario Taller Socio-Teológico 2020 busca aprovechar las herramientas de educación en línea, para promover un espacio de diálogo crítico pluralista y de reflexión colaborativa sobre la actual coyuntura pandémica. Con ello se pretende reconocer, inspirar e imaginar colectivamente la rearticulación de las resistencias ante los escenarios que se están configurando.

Sin pretender reemplazar las dimensiones del aprendizaje presencial, este webinario asume la integración de la experiencia concreta de quienes participan con la investigación crítica, el diálogo de saberes y la búsqueda común de transformaciones liberadoras para nuestros pueblos.

La propuesta se desarrollará a través de 6 sesiones virtuales de 2 horas cada una, con 5 asignaciones complementarias para el trabajo individual, o grupal en línea, de duración similar. La frecuencia de trabajo estará estructurada en dos ciclos: cada uno de 3 semanas consecutivas con una semana de pausa entre ellos. Se realizará una sesión virtual semanal con su asignación complementaria correspondiente. Después de la tercera semana se tendrá una semana de pausa, para luego retomar el segundo ciclo que concluirá con la sexta sesión.

Las fechas de las actividades programadas son las siguientes:

El Webinario Socio-Teológico 2020 no tendrá costo de inscripción, pero contará con una selección de hasta 20 participantes. Se espera el compromiso de participación durante todo el Webinario.

Las personas interesadas en participar deberán responder el formulario disponible en línea. Posteriormente se confirmará su cupo en el taller:

Se abrirá un período de inscripción desde el 1 al 31 de julio del año en curso, y se les confirmará a las personas seleccionadas según el cupo. ¡Les esperamos!

Requisitos para participar del Taller Socio-Teológico

  1. Trabajar o colaborar en un proyecto de incidencia política, social o comunitaria, ejecutado por una organización o comunidad afines a la convocatoria del DEI
  2. Responder de forma clara y completa el formulario en línea y enviarlo a más tardar el 31 de julio. Se puede acceder al formulario mediante la página web del DEI o entrando en el siguiente enlace: xxx. Se priorizarán las primeras 20 solicitudes.

Políticas de participación

  • Las personas interesadas deberán inscribirse entre el 1-31 de julio 2020.
  • Las personas participantes deberán involucrarse de manera proactiva en todas las actividades del Taller.
  • El DEI es un espacio de aprendizaje respetuoso, acuerpamiento político y construcción colectiva del conocimiento. No se considerará aceptable el trato irrespetuoso, ni las conductas y discursos discriminatorios contra algún participante o sector socialmente vulnerable.

Más información: formacion@deicr.org
Programa de Formación
DEI

«La pandemia como espejo y oportunidad»

Semillas de Esperanza
3er texto de coyuntura

La declaración de pandemia en marzo anterior trae consigo el incremento de las desigualdades en términos de justicia social. Por eso, a pesar del distanciamiento físico, consideramos urgente reafirmar la solidaridad con quienes más lo necesitan. Es necesario, aún más, seguir haciendo a reflexión crítica y denuncia de las injusticias sociales estructurales. No es momento para callarnos.

Nos propusimos compartir semanalmente una reflexión de análisis y opinión sobre esta coyuntura y procurar, así, acompañarnos un poco más en la distancia. El tercer artículo que llega a ustedes es de Alberto Álvarez Toirac, compañero del DEI, investigador y coordinador del Programa de Formación.

Equipo del DEI


 

La pandemia como espejo y oportunidad
Fragmentos para una reflexión socio-política

Alberto Álvarez Toirac
Investigador y coordinador del Programa de Formación del DEI

Vivimos tiempos de disrupción y perplejidad, de incertidumbres radicales y esperanzas infantiles. Tiempos distópicos que se despliegan ante nuestros ojos como salidos de una novela de ciencia ficción. Tiempos de agonía civilizatoria, ralentizados únicamente por nuestra propia incapacidad de asumir los límites del sistema social que habitamos, y de imaginar y generar procesos multidimensionales e inclusivos de transformación.

Frente una crisis pandémica que pone en evidencia la profundidad y complejidad del problema subyacente, sorprende el enfoque unidimensional y cortoplacista de la gestión que la mayoría de los gobiernos y los organismos internacionales hacen de esta. Una vez que las cosas se han salido del control, pareciera que se encuentra inobjetable la globalización del pánico social. Somos presa de un acoso biopolítico sin precedentes en la historia moderna, que suspende no solo la economía y la movilidad de las poblaciones, sino que congela la posibilidad de razonar.

Ante la normalización del “quédate en casa” y “lávate las manos”, se requiere repensar la encrucijada histórica en la que estamos atrapadxs, así como las nuevas resistencias, re-existencias y revoluciones deseables y posibles en un mundo post-pandémico.

Si bien el virus parece haber llegado para señalar con el dedo lo que ya estaba podrido desde antes, la coyuntura actual produce sus propias novedades. La inmediatez de los hechos disruptivos, la velocidad con que se desarrollan los acontecimientos, la conciencia de incertidumbre y la opacidad con que las élites influyen en las decisiones, hacen muy difícil un análisis comprensivo de la situación actual. Esta dificultad puede rastrearse incluso en las reflexiones de las mentes críticas más lúcidas del momento.

No obstante, se impone la necesidad de aventurarse y diseminar intuiciones, que nos puedan ayudar a disipar la cortina de humo instalada por los medios de comunicación, y leer la realidad de manera independiente. En adelante, algunos fragmentos de intuiciones para seguir pensando.

La dialéctica (negativa) del miedo y la esperanza

La coyuntura actual me trae a la mente una reflexión de Boaventura de Souza, a partir de la teoría de Baruc Spinoza sobre las emociones humanas y los tiempos históricos.

Según este último, las dos emociones básicas de los seres humanos son el miedo y la esperanza. La relación entre estas dos varía según la situación histórica y los grupos sociales correspondientes. La condición mayoritaria y más sensata es una cierta combinación entre la esperanza y el miedo. Pero también puede darse una polarización extrema entre ambas. El miedo sin esperanza conduce a la parálisis, mientras que la esperanza sin miedo desemboca en la indolencia y el voluntarismo. Durante el transcurso de la modernidad, la mayoría de los sectores sociales se han encontrado en algún punto intermedio entre la esperanza y el miedo. Pero las condiciones sociales provocadas por el neoliberalismo, han producido una desigualdad y polarización social tal, que se expresa también en las emociones vivenciadas por los grupos socialmente polarizados.

De un lado se ubica la mayoría, pauperizada y desprovista de poder o capacidad para remontar su situación deshumanizante e injusta, que termina dominada por el miedo y resignada a lo que parece ser su destino. Del otro lado, los sectores más acomodados y las élites se desenvuelven con estilos de vida lujosos y proyectos de expansión personal y apropiación del mundo. Una clase media cada vez más reducida y vulnerable, se estaría corriendo de su anterior balance entre la esperanza y el miedo hacia un miedo ascendente y una descendente esperanza. De aquí que el diagnóstico del tiempo actual apunta hacia la creciente polarización entre el mundo del miedo sin esperanza y el mundo de la esperanza sin miedo, al punto de crearse una línea abismal entre ellos.

Dicha condición, observada hasta hace muy poco, parece haberse quebrado tras la disrupción provocada por la pandemia. La parálisis económica generada por el Gran Confinamiento pone en crisis a grandes sectores empresariales y hasta financieros que de forma repentina empiezan a declararse insolventes. Las desigualdades previamente existentes se agravan con la crisis e impactan con mayor violencia y desprotección a los sectores más desfavorecidos. Esto ya era una tendencia socioeconómica que ahora experimenta una aceleración abrupta. Pero también ocurre algo nuevo. Una parte cada vez más importante de los sectores privilegiados son alcanzados, para su sorpresa, por esta crisis.

De este modo, el miedo regresa y se instala en el otrora mundo de la esperanza sin miedo, pero sin que se haya disuelto la diferencia estructural que antes los separaba. La desigualdad se profundiza y extiende, mientras las élites económicas observan con ansiedad como se desvanece su paraíso.

Una situación socio-emocional de esta naturaleza crea las condiciones para instaurar una política del pánico a escala global y sin precedentes. Una política del pánico social significa que el pánico, más allá de sus causas reales, es un activo político que se produce y gestiona.

El espejo del virus

Si nos apegamos a los datos, el virus en sí es muy contagioso, pero no tan letal como nos hace creer los medios.

Se sabe que al menos un 80% de los contagios reportados apenas desarrollaran signos leves a moderados. Esta cifra incluso podría ser mayor si se tiene en cuenta el margen de positivos asintomáticos que no se estarían registrando. Del 20% restante o menos, aproximadamente entre el 4% y el 5% necesitaran de cuidados intensivos, cuya mortalidad puede alcanzar una media del 3%, casi siempre en personas de avanzada edad, sistemas inmunitarios comprometidos, u otras condiciones de morbilidad que traen complicaciones fatales. Las cifras se comportan de manera muy variable de acuerdo a cada país o incluso entre las diferentes regiones de estos. En los casos en que la mortalidad sobrepasa los márgenes estimados de manera significativa, hay que preguntarse por qué.

El drama sanitario desatado por el virus no depende tanto de su biología como de las condiciones sociales que encuentra a su paso. Sistemas sanitarios reducidos o debilitados, poblaciones pauperizadas o sin acceso a infraestructura médica y hospitalaria, densidad poblacional, dinámicas de urbanización descontroladas, ciudades altamente interconectadas, velocidad y calidad de respuesta por parte de los gobiernos. Sabemos también quiénes son los que ponen principalmente las muertes, más allá de los llamados grupos de riesgo.

Pareciera que el virus llegó para revelar un diagnóstico sobre el estado de la seguridad social que presentan nuestras sociedades. Para indicarnos también el agotamiento del modelo neoliberal y su incapacidad para garantizar sociedades sostenibles a largo plazo. Este diagnóstico no perderá su vigencia incluso si se lograra controlar la situación en unos meses. Mañana podría aparecer otro virus u otro cataclismo natural con similares o peores consecuencias. El proyecto globalista y neoliberal nos ha dejado como legado sociedades fragilizadas y fracturadas, cuyas condiciones materiales impiden la reproducción y expansión continua del capital.

De aquí que surja tentadora la metáfora del espejo. La pandemia nos devuelve la imagen invertida del estado actual de nuestras sociedades y de las consecuencias del proceso expansivo de la globalización neoliberal. Pero la forma en que los gobiernos responden no parece dar cuenta de un verdadero aprendizaje. Nuestros gobiernos no dejan de rescatar a la banca y al alto empresariado, de preservar los grandes patrimonios privados, y de transferirle el costo de la crisis a la clase media. La implementación de las cuarentenas, si bien en los casos exitosos pudieran contener el contagio y debilitar la propagación, no son la solución a los problemas de fondo. Más bien aceleran la catástrofe económica previamente anunciada.

Se trata de un problema complejo, que comporta una doble curva con tendencia a ser inversamente proporcionales entre sí. En la medida en que se aplana la curva de los contagios, se pronuncia la curva del impacto económico hasta niveles críticos, sumamente peligrosos; a la vez que se retarda la posibilidad de alcanzar la inmunidad colectiva. Si bien son cada vez más las voces expertas que calculan que el virus se debilitará antes de que esté lista la vacuna, cabe preguntarse quién rescatará a las poblaciones más vulneradas por esta nueva Gran Depresión.

El espejo de la pandemia podría funcionar de otra forma si se tomara como un diagnóstico vinculante sobre los límites del sistema. Si en lugar de solo gestionar la crisis y contener el contagio, los gobiernos, los organismos internacionales y los diversos actores de la sociedad civil, se empeñaran concertadamente en tomar las lecciones del caso y revertir la lógica social y los mecanismos institucionales que nos han llevado a esta situación de vulnerabilidad.

Son diversas las iniciativas que van surgiendo para enfrentar la crisis de una manera transformadora. Que van desde las propuestas de los economistas del decrecimiento, la crítica aceleracionista, los enfoques de la economía social-solidaria, las estrategias de autonomía y autogestión de las comunidades, la autogestión colectiva de la salud, el retorno de la renta básica universal, hasta la promoción de una Constitución de la Tierra, globalmente vinculante y basada en los derechos humanos para tratar los grandes desafíos transfronterizos.

A manera de la Alicia de Lewis Carroll en A través del espejo, la crisis pandémica no solo se comporta como un espejo que refleja, sino como un portal que al atravesarlo nos permite pasar a otro mundo posible.

La oportunidad del oportunismo

Se dice con frecuencia que toda crisis entraña una oportunidad. Hay quienes perciben esa oportunidad como las posibilidades que surgen de la crisis y que pueden ser aprovechadas en beneficio propio y a expensas de otros. Es la manera de entender la relación con el riesgo y la crisis que ha sido instalada por la mentalidad empresarial. Hoy día se puede encontrar esta visión en todas partes, dado que tiene su origen en la racionalidad hegemónica. Incluso gente que se considera de izquierdas y participa en espacios alternativos o luchas populares, puede llegar a interiorizar ese mantra. Quizás no se trate de hipocresía sino de un punto ciego. O para decirlo en el lenguaje habitual de las izquierdas, de esas contradicciones internas que heredamos de la cultura estándar.

En cualquier caso, el exceso de positividad al que estábamos acostumbrados, a veces nos hace confundir nociones básicas del pensamiento crítico con eslóganes de autoayuda.

Más común a la tradición del pensamiento crítico, es entender la crisis como una oportunidad para el cambio social. Una vez que el sistema social ha llegado al punto crítico de sus propias contradicciones acumuladas, entra en una crisis sistémica que derivará casi automáticamente en una transformación estructural, de la cual emergerá un mundo más racional y humano posible. Siguiendo esta lógica, no se han hecho esperar diversos vaticinios de una sociedad post-capitalista después de la pandemia, o como anunciara Slavoj Zizek: una forma nueva de comunismo, basado en la solidaridad y la cooperación global. Por muy tentadoras y racionalmente deseables que sean estas especulaciones, no hay que olvidar que no existe nada inevitable en la historia humana.

Cuando las sociedades atraviesan momentos de gran emergencia, se vuelven más receptivas a los cambios radicales. Pero no todos los cambios son necesariamente positivos, ni todas las revoluciones han sido necesariamente emancipatorias. En La doctrina del shock (2007), Naomi Klein mostró como las élites económicas y políticas encuentran en las situaciones de desastre una oportunidad para implementar sus políticas impopulares, ante la ausencia de la participación ciudadana.

Hoy día la mayoría de los países han entrado en un Estado de Excepción, bajo la excusa del manejo de la crisis sanitaria, sin indicar claramente en qué momento terminará. Los medios de comunicación nos bombardean con alarmantes cifras y fake news, nos instan al encierro doméstico, al teletrabajo y la distancia social, con un efecto desmovilizador de tal magnitud que ningún ejército del mundo ha logrado anteriormente. Pareciera que la dictadura biopolítica es más eficaz que la dictadura militar. Ya sea en Chile o en Hong Kong.

 

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¡Los derechos sexuales y reproductivos no esperan! y Espiritualidades en tiempos de crisis – DEI

Les presentamos varias actividades organizadas por el DEI:

Jueves 28 de mayo a las 5 p. m.
En Facebook Live / Colectiva por el Derecho a Decidir
Dentro del marco del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres
«Café cómplice virtual» ¡Los derechos sexuales y reproductivos no esperan!
Abordaje socio-teológico feminista
Participan:
Laura Fuentes Belgrave
Silvia Regina de Lima Silva
Invita: Colectiva por el Derecho a Decidir

Viernes 29 de mayo y otras fechas, a las 7 p. m. (Centroamérica)
En Zoom / ID: 386 661 0855 / contraseña 2020 – Espacios gratuitos-
Instagram: @teammisionerospanama
Conversatorio para construir presentes y puentes desde una Espiritualidad Liberadora
«Espiritualidades en tiempos de crisis»

  • Espiritualidad Bíblica / viernes 29 de mayo
  • Comunidades Eclesiales de Base / Domingo 07 de junio
  • Justicia y Paz e Integridad de la Creación / miércoles 17 de junio
  • Justicia Restaurativa / 24 de junio
  • Casa Común con Economía Solidaria y Soberanía Alimentaria / miércoles 01 de julio

Coordina: Eric Obaldía

 

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Semillas de Esperanza: «El coronavirus revela el verdadero mal de la humanidad»

La declaración de pandemia en marzo anterior trae consigo el incremento de las desigualdades en términos de justicia social. Por eso, a pesar del distanciamiento físico, consideramos urgente reafirmar la solidaridad con quienes más lo necesitan. Es necesario, aún más, seguir haciendo a reflexión crítica y denuncia de las injusticias sociales estructurales. No es momento para callarnos.

Nos hemos propuesto compartir cada semana una reflexión sobre esta coyuntura, y procurar acompañarnos en la distancia. Esta semana compartimos la segunda de varias reflexiones: un texto de Hugo Marillán Millavil, pastor mapuche.

Hugo Marillán participó en el Taller Socio-Teológico «Saberes insurgentes desde Abya yala fente a los fundamentalismos político-religiosos» que realizamos en el DEI hace tres años (2017).

Equipo del DEI

El coronavirus revela el verdadero mal de la humanidad

Hugo Marillán Millavil

Pastor Mapuche, tallerista del DEI

Hoy requiero escribir algo después de un tiempo de quedarme en el silencio. Y reabro mi opinión abierta, en un contexto dramático de la obligada inmovilidad de una sociedad que basa su pasar en constante movimiento de las masas urbanas en todos los lugares. Donde la inmediatez de los acontecimientos, lo que parece ser, lo conduce al ser humano a una carrera interminable en búsqueda de satisfacer sus sueños, sus expectativas que, sin embargo, cada día son inalcanzable para la mayor parte de la población. De ahí el levantamiento social que actualmente vive el pueblo chileno.

No obstante, hoy nos encontramos en una crisis global provocada por un «ser desconocido», al que le han puesto “coronavirus”. El cual ha tenido la capacidad de limitar el movimiento humano, de generar cambios de paradigmas económicos, religiosos, educacionales, etc. Desde los más grandes imperios, hasta los lugares más apartados que son golpeados por una crisis que recién comienza.

Es una enfermedad que ataca a un mundo enfermo de odios, egoísmos, luchas de poder, violencia, de competitividad, de vanidades, de falsos profetas, de injusticia, etc. Que no sabe cómo responder a este ataque y la única alternativa es refugiarse, esconderse y esperar el padecer de los más débiles, que son especialmente los que han dado sus pulmones, su cansancio, sus lágrimas para construir un sistema de sociedad basada en la acumulación de grandes capitales y bienes económicos. Que están en manos de grupos reducido de la sociedad, que se ha hecho de los recursos a través de sistemas injustos como las administradoras de fondos de pensiones (AFP), Isapres, decretos 701 de empresa forestales, explotación minera, etc.

Esto provoca un empobrecimiento de aquellos que han terminado su vida laboral, son los que están en el sector de mayor riesgo de muerte, de los sectores populares y campesinos, con espejismo de una clase media que cree ser parte de este sistema de lujos y vanidades de la oligarquía chilena, pero que se ha dado cuenta que son solo peones para mantener el sistema de consumo, con pequeños privilegios a cambio de ser explotados día a día, sin mayor seguridad social presente y futura.

Están también en contexto de crisis los valores espirituales de la sociedad, sostenida supuestamente en instituciones religiosas, católicas, protestantes, evangélicas u otras, que han sido absorbidas por este mismo sistema corrupto, y que ha permeado su integridad, golpeando profundamente la fe del pueblo, creciendo la incredulidad, la desconfianza y generando una crisis de esperanza y aumento de la desorientación emocional. Lo cual conduce a gran parte de la población joven más vulnerable al consumo de drogas y a gran parte de la población a crisis depresivas, violencia intrafamiliar, desarraigo social.

Escribo esto en contexto del recordar a Cristo y hacer memoria de Él, cuando parece que el tiempo se ha detenido en esta humanidad, en nuestro caminar diario y en nuestros planes cotidianos. Donde he estado escuchando un sinnúmero de reflexiones, opiniones, todas con algo en común: poder de alguna manera comprender estos acontecimientos y generar una cierta certeza para decir que ya pronto volveremos a la normalidad.

Sin embargo, me pregunto ¿cómo imaginar este ser que está provocando esto tan profundo en la humanidad? Y solo puedo tratar de comprender esto mediante lo que pudo provocar la acción de Jesús en ese mundo de injusticia y explotación, donde llegó a nacer. Que fue identificado como el principal mal para los poderosos de su tiempo, fue perseguido y muerto; sin embargo, hoy seguimos celebrando su resurrección.

Jesús, con su acción generó un cambio profundo en muchas vidas. Parafraseando, “él produjo el virus del amor” que fue creciendo. Jesús y el amor que proclamó y practicó, para muchos, fue el mal a destruir, y quisieron terminar con él, crucificándolo.

Él vino a revelar el mal que estaba consumiendo al ser humano, que era el pecado de la injusticia, la lucha de poder, el egoísmo, el despojo de los derechos de aquellos que generaban el bienestar de los poderosos, que condenaba al infierno del padecer eterno a esa sociedad, donde las pestes consumían las vidas de los más vulnerables. Donde los religiosos del templo sustentaban sus privilegios con las ofrendas sacrificiales de los más pobres.

El impacto de cambio de paradigma del “virus del amor” fue a la vez el antídoto contra la muerte, trayendo la justificación y la salvación, para iniciar la vida nueva en construcción de justicia y paz, basado en el amor a Dios y al prójimo.

Hoy vemos al mundo luchando contra lo que se nos dice que es el principal mal que afecta a esta humanidad: un virus, sin embargo, este ser desconocido y que aún no puede ser eliminado, está revelando los verdaderos males de este mundo actual: el poder, el egoísmo, la competitividad, el lucro, la explotación, la discriminación, el consumismo, la vanidad, el despojo de la naturaleza, etc. Esto revela profundamente que, desde los líderes de los grandes imperios hasta aquellos en sus pequeños egoísmos e individualismos, no les importa si sus acciones pueden dañar a su prójimo.

Es muy posible que pronto encuentren la forma de matar el “coronavirus”, pero no podrán eliminar el verdadero mal que azota la sociedad, que es la codicia y el amor al dinero (1 Timoteo 6:10 / Eclesiastés 5:10), que es la mayor tensión que está provocando esta pandemia, que cruza lo económico, lo político y lo religioso.

Jesús ya lo había advertido a sus discípulos: que esto era lo más difícil de transformar en el ser humano (Mateo 19:16-30), y que mayor dolor le causo a Jesucristo, que su única opción fue aceptar el camino del calvario, para traernos redención a través de ser perdonados y ser justificados, para verdaderamente nacer a una nueva vida, como Jesús le dijo a Nicodemo (Ev. De Juan 3:1-2), como lo experimentó Pablo (Hechos 9:1-18 / 1 Corintios 15 :8-9), vida nueva que provoca que el verdadero Amor (Juan 15:12), que es el real antídoto que puede sanar esta sociedad enferma, que está en aquel que es sanado de avaricia, de egoísmo, de vanidad, de orgullo y otros males que no nos permiten romper con fronteras, desigualdades, injusticias, idolatrías, etc.

Al hacer memoria del Cristo vencedor de la muerte, se nos permite descubrir que estos tiempos no son para solo esperar pasivamente a que la normalidad vuelva, sino que no podemos permitir que la normalidad vuelva. ¿Qué quiero decir con esto? Que no podemos seguir infectados de avaricia, de egoísmo, de rencores, de injusticia, vanidades y toda actitud que nos lleve a ser indolentes frente al prójimo.

En este nuevo caminar nacerá una nueva iglesia que deberá abandonar los privilegios a los cuales se había acomodado, privilegios que la llevaron a pecar de egoísmo y querer sentirse parte del poder. Creyendo que si estaba en esos lugares podría transformar el mundo, pero el mundo transformó su religiosidad en vanidad, corrupta y sin los valores eternos de Cristo.

Una Iglesia nueva debe volver al sendero del Maestro, de la cruz, del dolor junto a los pobres, una iglesia desde los pobres y no por los pobres (Lucas 2:7/2 Corintios 8:9). Donde verdaderamente adquiere sentido más profundo la misericordia y justificación de Cristo (Romanos 5:8), porque una nueva iglesia que no tiene privilegios, es una iglesia que busca la redención, su restauración, un nacer de nuevo.

Una iglesia que vuelve a abrir los espacios negados al pueblo (Deuteronomio15:7-10), compartiendo el pan diario con el hambriento, sacándose su capa y dándosela a quien necesite abrigo, dispuesta a ofrecer hasta sus mártires para que luchen por dignidad y justicia. Una iglesia que se niegue a sí misma, como se negó Cristo (Lucas 9:23). Solo así podremos provocar esperanza, fe, solidaridad, justicia, paz, reconciliación. Un cristianismo que se visibiliza y asume la primera línea en la lucha por la dignidad de los que sufren y la defensa, el cuidado y la restauración de la Naturaleza como creación de Dios.

El Coronavirus, debe provocarnos para la vida y no quedarnos en el miedo a la muerte, porque Cristo ya venció la muerte, y nos desafía a ser su pueblo que camina en medio de este desierto hacia la tierra prometida. Sus huellas nos van conduciendo a su Reino de Justicia.

 

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Semillas de Esperanza: «Un barco desigual»

Semillas de Esperanza
(Opinión de coyuntura)

Nos hemos propuesto compartir con ustedes parte de las reflexiones que hemos hecho como equipo de trabajo del DEI, desde nuestra experiencia y aprendizajes junto con ustedes, las comunidades basadas en la Fe, otras organizaciones y personas amigas con las que caminamos.

Nuestra intención es invitarles a pensar y actuar en colectivo sobre las implicaciones de la coyuntura en la que estamos, aprender entre todxs al leernos, acompañarnos en este momento de distanciamiento físico. Saber que estamos cerca también desde nuestro sentir y deseo de justicia social, desde cada uno de nuestros países.

La declaración de pandemia en marzo anterior trae consigo la imposición de cambios drásticos que seguirán en el tiempo. No solo en términos de salud y vigilancia, sino en dimensiones como la justicia social, justicia de género, justicia ambiental y desafíos tecnológicos. Por eso proponemos, en un momento en que se profundizan las desigualdades propias de un sistema económico depredador, reafirmar aún más el llamado a la solidaridad, y a la urgente justicia social.

Compartimos esta semana el primer texto de varios. Esperamos leerles de vuelta.

Equipo del DEI


Un barco desigual

Cristian Castro Hidalgo, DEI

Varias reflexiones en los medios de comunicación y redes sociales han utilizado la metáfora del barco para referirse a la actual crisis sanitaria. Dudo mucho que todas las personas estemos en el mismo barco y, de serlo así, el destino de este no sería muy distinto del buque inglés Titanic.

Las sociedades latinoamericanas son estructural e históricamente violentas y discriminatorias, herencia de modelos coloniales, proyectos políticos liberales y, actualmente, neoliberales. Todo esto mediado por las fuerzas armadas al servicio de las jerarquías políticas y económicas.

Pues bien, este nuevo coronavirus no llega a sociedades igualitarias, sino en sociedades que presentan alarmantes asimetrías y son éstas mismas las que potencian los efectos negativos sobre poblaciones históricamente violentadas.

Otra frase que he escuchado y leído en reiteradas ocasiones es que «el virus no discrimina entre ricos, pobres, hombres, mujeres» y un largo etcétera. Concuerdo con ese argumento únicamente en que el virus no es un organismo con capacidad de decisión moral, por lo cual no puede discriminar. Pero estructuralmente hay poblaciones que viven más hacinadas, sin acceso a servicios de agua potable y con muy escasos recursos para seguir la recomendación de quedarse en casa.

Esto nos lleva a preguntarnos ¿cómo afecta este virus a la población LGBTI+? Lo primero que me gustaría señalar es la sobrecarga de trabajo que muchas mujeres sufren durante estos días de confinamiento. Históricamente es a ellas a quienes les ha tocado asumir el cuidado de personas enfermas, adultas mayores y de la niñez, junto con esto todo el trabajo doméstico y, en muchos casos, trabajo asalariado. «¿Qué tiene que ver esto con la población LGBTI+?», se podrá preguntar alguien. Pues bien, dicha población está compuesta también por mujeres en toda su diversidad, por lo que las problemáticas de género deben ser un punto importante en la agenda de derechos humanos LGBTI+.

Latinoamérica es la región más peligrosa del mundo para las personas trans, mujeres trans específicamente. Su esperanza de vida ronda los 35 años, ya que desde edades tempranas son excluidas del entorno familiar, educativo, laboral y de la sociedad en general. Dejando como opción el trabajo sexual y todas las implicaciones de este: inseguridad, violencia constante, trato con narcotráfico, falta de garantías laborales, etc.

¿Qué pasa con todas esas mujeres trans que ejercen el trabajo sexual durante esta cuarentena?

Debido a las restrictivas medidas de distanciamiento físico y restricción de movimiento que han impulsado los gobiernos de la región, la mayoría de ellas han visto interrumpidos abruptamente sus ingresos. Si bien, muchas organizaciones de la población trans se han articulado para brindar ese apoyo necesario, no es suficiente. Los gobiernos no están implementando en las políticas sanitarias perspectiva de género ni de derechos humanos.

Varios países, como Perú y Panamá, han establecido días para que las personas salgan a la calle con base en el sexo asignado en el documento de identidad. Esto no sólo es un irrespeto a la identidad de esta población, sino que también ha legitimado conductas sumamente violentas por parte de los cuerpos militares y ciudadanía, quienes les castigan por “salir cuando no les corresponde”. Dejando a esta población en un limbo.

¿Qué pasa con todas esas personas gais, lesbianas, trans y bisexuales que deben pasar la cuarentena con parientes que nos les aceptan ni respetan? Si ya existía una violencia cotidiana que se podía atenuar unos minutos con salir a algún parque, restaurante o antro; ahora no. El “quédate en casa” no es tan cómodo cuando se vive con personas que no te aceptan como un igual, por más que digan que sí.

No es de extrañar que la violencia psicológica y física contra la población LGBTI+ vaya en aumento durante estos días, causando daños graves e irreversibles en todas estas personas.

Junto con esto, muchos liderazgos religiosos utilizan lenguaje apocalíptico para referirse a la actual crisis sanitaria, osando afirmar que esta coyuntura es un castigo divino por el reconocimiento de los derechos de la población LGBTI+ y los derechos sexuales y reproductivos de niñas y mujeres. Creando así chivos expiatorios, sobre los cuales se vierte el estrés y la ira colectiva que se fragua en este contexto.

Tampoco pretendo presentar a toda la población LGBTI+ como la más vulnerada y agredida. Estoy seguro algunas de esas personas, a través de privilegios de clase o género, están llevando a cabo su vida con normalidad durante esta coyuntura.

La preocupación es por las grandes mayorías empobrecidas, y no solo eso: en la mayoría de países latinoamericanos se les considera personas de segunda categoría, no solo por su condición socio económica, sino por su orientación sexual, identidad o expresión de género, puesto que todos sus derechos no son reconocidos.

Volviendo a la metáfora del barco. La población LGBTI+, en su gran mayoría, se encuentra en las partes del barco que primero se inundan. Si ya en la época pre-pandemia la vida era complicada, esta circunstancia sanitaria la hace aún más difícil.

Afortunadamente las muestras de solidaridad a lo interno de esta población, que ayudan a la concreción de una comunidad LGBTI+, no se han hecho esperar. Son muchos los colectivos y organizaciones de la diversidad sexual que trabajan todos los días para garantizar la vida de estas personas.

Lamentablemente, los Estados siguen siendo los grandes deudores. Si antes de la pandemia ya tenían una deuda histórica con esta población, esta coyuntura acrecienta la deuda.

Mi fe y esperanza está en esas acciones solidarias, que parten del amor y resguardo dentro de la misma comunidad LGBTI+. Así como nos hemos cuidado durante todos estos años del machismo, la homo, lesbo, bi y transfobia. Nos cuidaremos de los efectos de esta crisis sanitaria.

Al igual que el arcoiris, brillaremos una vez que esta tormenta haya pasado.

En nuestro 43 aniversario: rostros del DEI. Es momento de sembrar

Hace unos ocho años atrás la huerta del DEI empezó a dar los primeros frutos. Hoy, en este contexto de alerta y declaración de emergencia internacional, la huerta del DEI sigue viva gracias al trabajo de Francisco “Pacho” Mejía, agricultor y orientador de vida desde la propuesta de la BioSalud. Un movimiento popular de la salud con enfoque preventivo, dirigido a recuperar nuestro ánimo, nuestra alegría y salud con autogestión, hoy presente en 50 países.

Con Pacho hemos aprendido sobre siembra, paciencia, constancia y hemos visto los frutos que devuelve la tierra cuando se le cuida con afecto y dedicación. Dice un viejo proverbio que “lo que se cuida, crece”.

Pacho narra los inicios de la huerta en el DEI: «Todo empezó hace ya algunos años con Jorge Batres (Guatemala, docente universitario, en 2013 integró el equipo de trabajo del DEI). Cortó un estañón a la mitad, le hizo un huequito para el drenaje en uno de sus extremos e hizo un techo y una base de madera. Su finalidad era criar lombrices californianas para alimentarlas con los residuos orgánicos de la cocina del DEI y producir así lombricompost y lixiviado de lombriz. Conseguí un kilo de lombriz y con el grupo de talleristas hicimos un mandala y sembramos plantas medicinales”

Nos cuenta que, al principio, antes de empezar la huerta, fue necesario limpiar la tierra. Estaba llena de los escombros que la actividad humana descuidada va dejando sobre el terreno: trozos de vidrio, plástico, prensas rotas de ropa, alambre y todo tipo de objetos pequeños desechados. Cuenta que aún hoy, cuando cosecha, encuentra escombros. Además de la primera huerta en el DEI, ha construido otra huerta en la Universidad Bíblica Latinoamericana (UBL).

La huerta es parte de los espacios de formación del DEI

Esos fueron los primeros pasos de siembra agroecológica en el DEI. Una experiencia que incluso hoy permite producir alimentos y otros productos (como el bio-carbón y abonos orgánicos) en armonía con el entorno natural, para el consumo a pequeña escala. La huerta se ha convertido en una escuela perfecta para talleristas, visitantes, y equipo de trabajo. Permite apreciar la biodiversidad en la multiplicidad de flores, plantas, pájaros, insectos. La misma diversidad de la que somos parte responsable como seres humanos.

“Cuando se fueron los talleristas (de un taller realizado unos 8 años atrás) hablé con Gladys y Silvia Regina (del equipo de trabajo del DEI), para poder ampliar el lugar y pedir a la persona que chapea el DEI que no se llevara las hojas caídas, ni las ramas cortadas. Empecé a hacer compost”. De Pacho hemos aprendido que, incluso lo que resulta de la poda puede ser aprovechado completamente para volver a nutrir la tierra. No hay desperdicio.

“También con las ramas -una vez secas- saqué biocarbón, en la estufa-finca que traje de Talamanca, con ella también traje semillas de ñame, tiquisque, sagú, cúrcuma…Tracé e hice camas de cultivo y sembré las plántulas. Ahora hacemos trueque, consulta por plántulas y biocarbón. Sembré cebollinos, rábanos, lechugas, albahaca; culantro, apio, tomate, maíz pujagua (semilla de la provincia de Guanacaste), que comparto con indígenas en Talamanca y Buenos Aires (cantón de la provincia de Puntarenas), también tabaco y frijol negro”.

En el DEI observamos cada tanto cómo crecen en cajoneras -a modo de almácigos-, cientos de nuevas plantas diminutas que luego crecerán robustas, pues la tierra en que se siembran es sana, nutrida, cuidada. Pacho siembra en cultivos multiestrato: un aprendizaje de las comunidades campesinas e indígenas en Colombia.

Aprendizajes de las comunidades campesinas

“La academia me había enseñado a sembrar solo una variedad en cada cajonera: ¡un monocultivo absurdo! Nosotros somos, al igual que las plantas, seres de relación con otros seres de la naturaleza, somos fractales, celebramos la vida en comunión, en “común”-“unión”. Plantea que cuando se agrede ese equilibrio y se rompe la armonía vienen las consecuencias perjudiciales. Esto incluye la aparición de virus agresivos, superbacterias, contaminación química, enfermedades. Es importante observar cómo las granjas industriales y los monocultivos extensivos traen numerosos problemas de salud a las comunidades cercanas.

Pacho recuerda cómo sembraba en la selva colombiana años atrás, cuando era instructor de huertas escolares. Olga -su compañera, se lo recordó alguna vez observando la huerta y motivándolo a sembrar como antes lo hacía en la selva.

Los cultivos cambian cada ciertos ciclos. A diferencia de las mercancías en el neoliberalismo, lo producido por la tierra con nuestras manos puede ser compartido y multiplicado: las semillas son guardadas y mejoradas por las comunidades. En las huertas se expresa la experiencia ancestral de las comunidades campesinas y los beneficios del trabajo compartido. A diferencia de los enfoques mercantilistas, las semillas al ser compartidas no se degradan, no se pierden; se mejoran y engrandecen la pluralidad de la vida. Las lombrices, las semillas del DEI se multiplican en beneficio de la Red de la Vida y son compartidas con personas campesinas y participantes de talleres. Y con quien las necesite.

Nuevo panorama social y Casa Común ¿Qué hacemos?

En tiempos de colapso económico, de profundización de las desigualdades sociales -que tienen sobre todo rostros de mujeres, migrantes y personas refugiadas-, el acto de sembrar y compartir alimentos es un regalo de la vida que nos abre a posibilidades de soberanía alimentaria y sobrevivencia en medio de las peores condiciones.

Trabajar en mantener nuestra salud y nuestro propio alimento es un acto de resistencia comunitaria frente a los grandes capitales que ven a la tierra como un repositorio de recursos para el extractivismo y la depredación.

La situación mundial actual nos reafirma nuestro compromiso, pues la injusticia social que se acrecienta en condiciones así es efecto del modelo económico dominante y sus industrias depredadoras en su afán de enriquecerse por encima de la justicia social, obviando los perjuicios para las comunidades. El desequilibrio que sobreviene tras la destrucción de los bosques, la pérdida y fragmentación de hábitats naturales incrementa las posibilidades de enfermar. Si hacemos daño a la Tierra nos hacemos daño a nosotros mismos.

Enviado por DEI.

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Conversatorio en línea: «Espiritualidades, praxis y teologías frente a la crisis»

El Departamento Ecuménico de Investigaciones, DEI; invita este martes 21 de abril al conversatorio en línea (el primero de varios): «Espiritualidades, praxis y teologías frente a la crisis».

El conversatorio es este martes 21 de abril a las 18 hrs en Centroamérica, 19 hrs en México / Perú.

Se compartirá en redes digitales el enlace a Jitsi Meet minutos antes de iniciar el espacio.

“Nos alegra mucho saber que esta iniciativa viene de teólogxs y personas jóvenes, y que algunxs nos han acompañado como talleristas en el DEI”, se lee en el comunicado.

Participan:
Yadamy Acero (Teóloga/México)
Cristian Castro (Teólogo / Costa Rica)
Alex Vásquez (Sanadora ancestral / Iximulew Guatemala)
Idania Mejía (Teóloga / El Salvador)
Kevin Moya (Teólogo / Iximulew Guatemala)

Imagen tomada de Informe percepción de costarricenses sobre valores y prácticas religiosas

 

Imagen de portada ilustrativa, UNA.

Enviado por Comunicación / DEI, Departamento Ecuménico de Investigaciones.

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