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Etiqueta: democracia liberal

De la autocracia electoral a la autocracia total. Costa Rica a un paso

Dr. Oscar Aguilar Bulgarelli

Cuando el presidente de El Salvador Nayib Bukele vino a Costa Rica en noviembre del 2024, su homólogo costarricense Rodrigo Chávez dijo una frase que no debe olvidarse ni pasar inadvertida: quisiera poder hacer en Costa Rica lo que Bukele hace en El Salvador; ¿qué hizo ese individuo en su país?, simplemente, transformarse en dictador a través de la autocracia electoral.

Después de pertenecer al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de origen marxistaleninista, resultó electo alcalde de Nuevo Cuscatlán en el 2012 y San Salvador en 2015 bajo esa bandera, luego buscará dar el salto a la presidencia de la República. Pero conflictos internos con su partido y después de dar brincos partidarios por la izquierda salvadoreña, se afilia y es candidato por la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) de centro derecha para las elecciones del 2019, dando una cabriola política espectacular. En esas elecciones obtiene la mayoría absoluta (53.10%) en mucho gracias al desprestigio en que habían caído los gobiernos del Farabundo Martí, los cual él había participado antes de su salida definitiva hacia el otro extremo del espectro ideológico. Prueba que a los aspirantes a autócratas no les importa su línea de pensamiento, sino el afán de poder y destrucción de la democracia.

En junio del 2019 el presidente Bukele lanzó su plan “Control Territorial” con el que logró disminuir la inmensa tasa de mortalidad que había El Salvador, junto con acuerdos clandestinos y corruptos con la Mara Salvatrucha. Esto le dio una enorme popularidad, la verdad sea dicha, y eso le abrió la posibilidad de pedir en marzo del 2022 a la Asamblea Legislativa, ya dominada por él y sus partidos alados desde las elecciones del 2021, la declaratoria del Régimen de Excepción, lo que le permitió bajar aún más la tasa de criminalidad y gozar de un apoyo masivo de una población harta de la inseguridad provocada por las pandillas, maras y asesinatos; eso sí, todo cambio de perder las libertades fundamentales en una democracia.

La tumba de la democracia liberal en El Salvador estaba abierta, solo faltaba lanzar el cadáver y poner la lápida. El acta de defunción se firmó desde el 2021, cuando por una intervención del ejército quedaron borrados los límites entre el Poder Ejecutivo y Legislativo y aprueba un permiso para que el presidente Bukele se aparte del cargo y pueda participar en las elecciones del 2024, las que gana con una votación del 84.65%, prácticamente sin oposición.

Proceso típico de la autocracia electoral, pues también ya había dado el zarpazo final con la toma del Poder Judicial; esto sucedió cuando la Asamblea también en mayo del 2021 destituyó a los cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional primero y otros jueces después, incluyendo al fiscal general. Pero la lápida cayó el 1 de agosto de este año 2025, cuando la dócil y aborregada Asamblea Legislativa salvadoreña, por votación de 57 de 60 diputados dóciles, aprobó la reelección presidencial indefinida. ¡Viva la dictadura!

Sin embargo, cuando en su show rutinario de los miércoles, uno de la prensa vasalla preguntó al presidente Rodrigo Chaves su parecer sobre este hecho, dijo que había sido un proceso aprobado por una Asamblea electa democráticamente… y como dice el viejo refrán: si las barbas del vecino ves pelar… pon las tuyas a remojar.

Precisamente, porque ese es el modelo o ejemplo que el presidente Rodrigo Chávez restriega constantemente en las narices de los costarricenses como su gran ambición política, es que lo hemos explicado con amplitud; y ejemplo de cómo utilizando los procesos electorales aparentemente democráticos, un autócrata de pocas luces y verbo demagógico creador odios, se roba un país. Pueden ponerle el nombre y apellido que quieran, que los hay por todo el mundo: desde Ortega en Nicaragua, Milei en Argentina, Chávez-Maduro en Venezuela o Trump en los Estados Unidos y hay más, para no salirnos de nuestro continente. Como puede verse, no se trata de ideología, los hay de todos colores, y su deseo es solo uno: acabar con la democracia liberal. Para ello atacan a los otros poderes del Estado y a las fiscalías; critican el pasado que consideran corrupto, pero intencionadamente ignoran los logros y avances obtenidos para crear así la imagen de un país en caos que necesita un salvador; por lo que para ellos el discurso creador de odio, ya sea desde un podio los miércoles o diariamente desde una curul legislativa, es fundamental.

Ante las próximas elecciones el 1 de febrero del 2026 es urgente que los costarricenses abran los ojos y vean que estamos al borde del abismo, que nuestra democracia está en peligro si de nuevo cae en manos de una pandilla ignorante y ambiciosa que, sin asco alguno, está por destruirnos para acumular poder y riqueza. Hace cuatro años ofrecieron que eliminarían la corrupción, hoy nos heredan la más grande que ha conocido nuestra historia con un presidente con dos expedientes penales en los tribunales y más de cien en trámite en la Fiscalía General, una candidata a la presidencia con una causa penal pendiente en la municipalidad de Cartago por la extracción ilegal de expedientes para beneficiar al Alcalde que era su jefe, y una buena cantidad de candidatos a diputados en los primeros lugares en las papeletas de cada provincia, que parecen un pizarrón del OIJ o la Fiscalía General; donde cabe destacar a Nogui Acosta por San José con 10 causas penales pendientes en la Fiscalía y Marta Esquivel por Heredia, ex Presidente Ejecutiva de la CCSS con expediente penal abierto y en proceso activo por el caso (chorizo) Barrenador y causante de mil perjuicios a la Caja y la salud de los costarricenses o el l Lic. José Miguel Villalobos por Alajuela, con dos suspensiones a cuestas de su ejercicio profesional por el Colegio de Abogados, y sigue ejerciendo como abogado de narcotraficantes y del presidente Chávez, entre otras cosas, mejor ni hablar.

Así funciona la autocracia electoral, llevan al ciudadano ciego y sordo, embobado por los mensajes de odio, al matadero de la urna electoral…para que crean que hay democracia. Precisamente, el historiador Steven Forti en su libro “Democracias en Extinción…El Espectro de las Democracias Electorales” publicado este año, cita el estudio del Instituto V-Dem cuyos investigadores han llegado a la conclusión que el proceso de autocratización de un país pasa por estas tres etapas:

–           “En primer lugar, una erosión democrática comportaría el paso de una democracia liberal a una democracia electoral; en segundo lugar, un colapso democrático conllevaría el paso de una democracia electoral a una autocracia electoral, y, por último, una autocracia electoral puede transformarse en una autocracia cerrada…”

¡Es decir, una dictadura! ¿En cuál de estos tres estadios estamos los costarricenses? Creo que peligrosamente estamos a punto de pasar del punto uno al dos, que nos pone en puertas de la autocracia cerrada, estilo Nayib Bukele. Para eso quieren los famosos 40 diputados, para cambiar las estructuras democráticas de equilibrio de poder y control constitucional con la Contraloría General de la República, y entonces, sin quien ponga los límites, hacer lo que les dé la gana.

Por eso, no a la pandilla chavista o rodriguista o como diablos se llamen, encaramados en el nuevo taxi electoral Pueblo Soberano, dispuesto a convertirnos en un… ¡pueblo de sorompos!

El odio como arma política

Dr. Oscar Aguilar Bulgarelli

El odio se ha convertido en un tema fundamental para entender la política en estos tiempos, pues forma parte crucial de la estrategia autocrática en manos de los populistas. Tal vez muchos puedan quejarse de los resultados del siglo XX para la humanidad, según sea la suma y la resta que haga desde su óptica personal, formación, conocimientos y pensamiento. Pero este primer cuarto del siglo XXI, cuyo fundamento está en esa centuria, a mi gusto y entender, me queda debiendo y mucho. Veo la destrucción del patrimonio y el entramado social de la humanidad cayendo a pedazos, bien sea por las guerras, los intereses bastardos, el egoísmo, la cortedad de miras y objetivos, la falta de pensamiento crítico, la mediocridad y la entrega, cada día más, a una tecnología “inteligente y artificial” en manos de unos pocos que, lucrando con ella, someten a los demás poniendo sus grilletes en los cerebros del ser humano o en sus manos entretenidas tabletas y celulares.

La democracia tiene la condición increíble de permitir elegir en los cargos de gobierno, a sus propios enemigos, a aquellos que desean destruirla. Para ello se valen de la libertad y de los procesos democráticos. Critican a los medios de comunicación, pero se valen de ellos mismos o ahora de las redes de internet, para criticar los errores de los gobiernos democráticos con mentiras y posverdad; o bien utilizan los procesos electorales para ascender al poder, como si elegir fuera la condición única para validar su accionar en el gobierno. Una vez que lo logran, como es el caso de Rodrigo Chávez, tratan de socavar los principios institucionales que la sustentan para lo cual, la generación de odios es fundamental. Ubican a la sociedad una mitad contra la otra y como señala acertadamente la historiadora y politóloga española Cayetana Álvarez de Toledo, levantan muros entre los ciudadanos y lograr obtener el poder absoluto por medio de la polarización y el apoyo incondicional e irracional de esos seguidores, a los que la misma autora ha calificado como “los burros de Troya de la Democracia” como los califica la misma autora. Una vez en el poder, inician el ataque a los otros poderes como el Poder Judicial, Legislativo, Contraloría y Fiscalía, es decir, contra todo aquello que tiene los instrumentos para frenar su ambición de poder límite y corrupto.

En la propuesta de quienes ambicionan el poder absoluto, autoritario y autócrata para destruir la democracia, entre otros elementos crean su plataforma o movimiento político formando grupos que generan sentimientos confrontativos para enfrentar a quienes no están dentro del movimiento .Son los que generan el sentimiento de “nosotros” , los virtuosos, dueños de la verdad, de pertenecía y lealtad, frente a “ellos” sus opositores y enemigos de muy diversa índole pero que fundamentalmente son las instituciones democráticas, los partidos políticos, sus líderes, los funcionarios públicos, la prensa e intelectuales que son tachados de privilegiados, son su blanco favorito. Ellos son los culpables de sus frustraciones y deseos no cumplidos, según se los inculcan los lideres del “autocratismo”.

Contra” ellos” se debe generar el odio, generalmente por boca del autócrata de turno o el aspirante a tal. ¿Y cómo lograr producir ese sentimiento negativo?, muy fácil, culpando a las instituciones y a todos los demás que no compartan su visión política, de todos los males de la sociedad. Con eso, crean la sensación que “ellos” son negativos, malos, corruptos, ladrones, egoístas, creadores de privilegios para su beneficio, que han tomado las instituciones y las han corrompido, y fundamentalmente, debe cambiarse la Constitución Política como madre institucional de todos los males.

Sin embardo, todos esos ataques individuales o colectivos, institucionales, etc, se hacen sobre la base de la posverdad; es decir con acusaciones o afirmaciones aparentemente ciertas, pero sin demostrarlo, pues en realidad o es mentira o su dicho no es totalmente cierto, como lo afirma el autócrata y su grupo. Utilizando indiscriminadamente todas las redes sociales, por medio de troles y bots, forman lo que RAND Corporación ha llamado: maguera de falsedades

–           “por las dos característicos que la distinguen: la gran cantidad de canales y mensajes y la voluntad deliberada de difundir medias verdades o mentiras descardadas…” (Naim Moisés. La Venganza de los Poderosos. P.214)

Para ellos no importa violar la verdad y la ley, lo importante es crear el sentimiento negativo hacia algo o alguien y con ello generar el odio y deseo de destruirlo.

Por lo tanto, no es un movimiento que funcione en torno a la inteligencia sino de la emoción, pues es bien sabido que el odio es un gran generador de cohesión capaz de movilizar a las masas, que no meditan lo que hacen. Los mejores ejemplos están en las entrevistas a los manifestantes chavistas frente a la Asamblea Legislativa o contra el fiscal general; ninguno sabía cuál era el objetivo real y por qué de la manifestación, su principal motivación era apoyar al presidente…sin saber por qué, pura emoción, nada de raciocinio.

Para crear ese estado de confrontación, explotan las deficiencias y errores que se han cometido dentro de la democracia liberal, especialmente las promesas no cumplidas y, se debe reconocer, los beneficios excesivos que algunos grupos y sectores obtuvieron del ejercicio del poder político, a los que el régimen de Chávez ha llamado “costarricenses con corona”, aunque durante su gobierno siguen gozando de los mismos privilegios y otros han obtenido, también, su corona; como ciertos sectores industriales, agrícolas, importadores y bancarios. En este sentido, el uso del lenguaje agresivo, soez y arrabalero por el presidente Chávez ha sido fundamental pues, al contrario de la actitud tradicionalmente modosa y tranquila del costarricense, las huestes chavistas aplauden el insulto y agresión a los que ellos consideran “los malos”, por parte del “líder de los buenos”; así se ha ido creando esa gran división entre los costarricenses que no había existido, por lo menos, desde 1948.

Es obvio que esta es parte de la estrategia por medio de la cual, los populistas sin importar su origen ideológico, tratan de usurpar el poder. Es evidente que en Costa Rica, Rodrigo Chávez cumple uno a uno los pasos de toda la estrategia autoritaria, hasta la de utilizar los procesos electorales de la democracia para acceder al gobierno; pero les falta el paso siguiente: obtener el voto necesario para que un candidato sumiso y 38 diputados de “a culazo” como los llamaba don Paco Calderón Guardia, le permitan reformar la Constitución Política, cambiar la Corte Suprema de Justicia, el TSE, la Controlaría e instalar lo que acertadamente ya empieza a llamarse una “kakistocracia” o el gobierno de los peores elementos de la sociedad, mediocres y corruptos. ¿Quieren ejemplos?, no miren hacia afuera, vean simplemente lo que nos ha pasado estos años, cuando apenas hemos caminado por el borde del abismo.

Tomemos muy en cuenta lo que nos advierte don Elliot Coen en su artículo “Guerra Civil: En Costa Rica”:

–           “Más profundamente, el antagonismo constante, el descrédito de las instituciones y el auge del discurso del odio están erosionando los cimientos de la cultura democrática de Costa Rica. Se observa una creciente desafección hacia la democracia misma, especialmente entre los jóvenes, que muestran tendencias más autoritarias…” (Coen Elliot. Guerra Civil En Costa Rica. P-18)

Estimado lector: en guerra avisada, no muere soldado… de usted depende.