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Etiqueta: desigualdad social

Voces y Política: Mujeres atravesando la pandemia

No todas las personas experimentan de la misma forma la pandemia. Debido a que vivimos en una sociedad basada en la desigualdad social y el patriarcado, las mujeres nos encontramos en una situación de mayor vulnerabilidad frente a los efectos de cualquier crisis económica, política y social. Además, las mujeres rurales, campesinas e indígenas experimentan doble exclusión y desigualdad que agudiza el impacto de la crisis sanitaria.

Mañana estaremos profundizando sobre este tema, así como sobre las estrategias y alternativas que construyen las mujeres para resistir a este contexto.

Nos acompañaran Francisca Inés Wilson de Valle Bonito de Upala, parte de la Red de Mujeres Rurales, Cinthya Hernández de Chánguena en Palmar Sur, parte de Chánguena por Siempre. Doris Ríos, del territorio cabecar de China Kichá en la Zona Sur, parte de los procesos de recuperación de tierras indígenas y Kattia Cruz de la Carpio en San José, parte de COOVIFUDAM.

A las 5:00 p.m. por la 96,7 fm o en el Facebook de Radio Universidad de Costa Rica.

Hacia una nueva normalidad: EPPS-UNA expone resultados de la segunda fase

Confianza en las autoridades sanitarias, solides del sistema de salud, desigualdad social, desmejoramiento y lenta recuperación económica en Costa Rica pos pandemia destacan en estudio.

Bajo la premisa: ¿cuáles son los escenarios más probables para Costa Rica en el corto plazo 2021-2023?, la Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad Nacional, EPPS-UNA concluyó la segunda fase del proyecto: “La Nueva Normalidad-Escenarios Costa Rica”.

Le invitamos a leer el texto completo en el siguiente enlace:

Mujeres en Acción: decisiones del gobierno propician una sociedad más desigual

SURCOS recibió el siguiente comunicado de Mujeres en Acción:

Queridas compañeras del movimiento feminista y de mujeres:

En Mujeres en Acción estamos muy preocupadas por las decisiones que el gobierno está tomando en el contexto de la crisis del COVID 19. Dichas medidas apuntan hacia una sociedad más desigual que la que teníamos, más excluyente para la diversidad de mujeres y otras poblaciones tradicionalmente discriminadas y, más frágil ante futuras emergencias como la que estamos viviendo. Sin embargo, esta crisis y sus lecciones, pueden ser la oportunidad para diseñar y construir una Costa Rica inclusiva, justa y democrática entre todas.

Pensando en la sociedad que sí queremos, hemos redactado un documento para plasmar las preocupaciones y plantear propuestas que aseguren el ejercicio de los derechos humanos básicos, tan urgentes en esta coyuntura.

Queremos invitarlas a leerlo, divulgarlo al interior de sus organizaciones y suscribirlo si así lo consideran. En el enlace que incluimos más abajo podrán leer el documento y firmarlo a título personal, como organizaciones o colectivas. Una vez recogidas las firmas, lo publicaremos y lo presentaremos junto a ustedes, en una sesión virtual de redes sociales.

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdEmOscD5MWIrl9wimPVosYjvrIQYjYZ8aYH4rmaKecIKF4yQ/viewform

Mujeres en Acción

Semillas de Esperanza: «El coronavirus revela el verdadero mal de la humanidad»

La declaración de pandemia en marzo anterior trae consigo el incremento de las desigualdades en términos de justicia social. Por eso, a pesar del distanciamiento físico, consideramos urgente reafirmar la solidaridad con quienes más lo necesitan. Es necesario, aún más, seguir haciendo a reflexión crítica y denuncia de las injusticias sociales estructurales. No es momento para callarnos.

Nos hemos propuesto compartir cada semana una reflexión sobre esta coyuntura, y procurar acompañarnos en la distancia. Esta semana compartimos la segunda de varias reflexiones: un texto de Hugo Marillán Millavil, pastor mapuche.

Hugo Marillán participó en el Taller Socio-Teológico «Saberes insurgentes desde Abya yala fente a los fundamentalismos político-religiosos» que realizamos en el DEI hace tres años (2017).

Equipo del DEI

El coronavirus revela el verdadero mal de la humanidad

Hugo Marillán Millavil

Pastor Mapuche, tallerista del DEI

Hoy requiero escribir algo después de un tiempo de quedarme en el silencio. Y reabro mi opinión abierta, en un contexto dramático de la obligada inmovilidad de una sociedad que basa su pasar en constante movimiento de las masas urbanas en todos los lugares. Donde la inmediatez de los acontecimientos, lo que parece ser, lo conduce al ser humano a una carrera interminable en búsqueda de satisfacer sus sueños, sus expectativas que, sin embargo, cada día son inalcanzable para la mayor parte de la población. De ahí el levantamiento social que actualmente vive el pueblo chileno.

No obstante, hoy nos encontramos en una crisis global provocada por un «ser desconocido», al que le han puesto “coronavirus”. El cual ha tenido la capacidad de limitar el movimiento humano, de generar cambios de paradigmas económicos, religiosos, educacionales, etc. Desde los más grandes imperios, hasta los lugares más apartados que son golpeados por una crisis que recién comienza.

Es una enfermedad que ataca a un mundo enfermo de odios, egoísmos, luchas de poder, violencia, de competitividad, de vanidades, de falsos profetas, de injusticia, etc. Que no sabe cómo responder a este ataque y la única alternativa es refugiarse, esconderse y esperar el padecer de los más débiles, que son especialmente los que han dado sus pulmones, su cansancio, sus lágrimas para construir un sistema de sociedad basada en la acumulación de grandes capitales y bienes económicos. Que están en manos de grupos reducido de la sociedad, que se ha hecho de los recursos a través de sistemas injustos como las administradoras de fondos de pensiones (AFP), Isapres, decretos 701 de empresa forestales, explotación minera, etc.

Esto provoca un empobrecimiento de aquellos que han terminado su vida laboral, son los que están en el sector de mayor riesgo de muerte, de los sectores populares y campesinos, con espejismo de una clase media que cree ser parte de este sistema de lujos y vanidades de la oligarquía chilena, pero que se ha dado cuenta que son solo peones para mantener el sistema de consumo, con pequeños privilegios a cambio de ser explotados día a día, sin mayor seguridad social presente y futura.

Están también en contexto de crisis los valores espirituales de la sociedad, sostenida supuestamente en instituciones religiosas, católicas, protestantes, evangélicas u otras, que han sido absorbidas por este mismo sistema corrupto, y que ha permeado su integridad, golpeando profundamente la fe del pueblo, creciendo la incredulidad, la desconfianza y generando una crisis de esperanza y aumento de la desorientación emocional. Lo cual conduce a gran parte de la población joven más vulnerable al consumo de drogas y a gran parte de la población a crisis depresivas, violencia intrafamiliar, desarraigo social.

Escribo esto en contexto del recordar a Cristo y hacer memoria de Él, cuando parece que el tiempo se ha detenido en esta humanidad, en nuestro caminar diario y en nuestros planes cotidianos. Donde he estado escuchando un sinnúmero de reflexiones, opiniones, todas con algo en común: poder de alguna manera comprender estos acontecimientos y generar una cierta certeza para decir que ya pronto volveremos a la normalidad.

Sin embargo, me pregunto ¿cómo imaginar este ser que está provocando esto tan profundo en la humanidad? Y solo puedo tratar de comprender esto mediante lo que pudo provocar la acción de Jesús en ese mundo de injusticia y explotación, donde llegó a nacer. Que fue identificado como el principal mal para los poderosos de su tiempo, fue perseguido y muerto; sin embargo, hoy seguimos celebrando su resurrección.

Jesús, con su acción generó un cambio profundo en muchas vidas. Parafraseando, “él produjo el virus del amor” que fue creciendo. Jesús y el amor que proclamó y practicó, para muchos, fue el mal a destruir, y quisieron terminar con él, crucificándolo.

Él vino a revelar el mal que estaba consumiendo al ser humano, que era el pecado de la injusticia, la lucha de poder, el egoísmo, el despojo de los derechos de aquellos que generaban el bienestar de los poderosos, que condenaba al infierno del padecer eterno a esa sociedad, donde las pestes consumían las vidas de los más vulnerables. Donde los religiosos del templo sustentaban sus privilegios con las ofrendas sacrificiales de los más pobres.

El impacto de cambio de paradigma del “virus del amor” fue a la vez el antídoto contra la muerte, trayendo la justificación y la salvación, para iniciar la vida nueva en construcción de justicia y paz, basado en el amor a Dios y al prójimo.

Hoy vemos al mundo luchando contra lo que se nos dice que es el principal mal que afecta a esta humanidad: un virus, sin embargo, este ser desconocido y que aún no puede ser eliminado, está revelando los verdaderos males de este mundo actual: el poder, el egoísmo, la competitividad, el lucro, la explotación, la discriminación, el consumismo, la vanidad, el despojo de la naturaleza, etc. Esto revela profundamente que, desde los líderes de los grandes imperios hasta aquellos en sus pequeños egoísmos e individualismos, no les importa si sus acciones pueden dañar a su prójimo.

Es muy posible que pronto encuentren la forma de matar el “coronavirus”, pero no podrán eliminar el verdadero mal que azota la sociedad, que es la codicia y el amor al dinero (1 Timoteo 6:10 / Eclesiastés 5:10), que es la mayor tensión que está provocando esta pandemia, que cruza lo económico, lo político y lo religioso.

Jesús ya lo había advertido a sus discípulos: que esto era lo más difícil de transformar en el ser humano (Mateo 19:16-30), y que mayor dolor le causo a Jesucristo, que su única opción fue aceptar el camino del calvario, para traernos redención a través de ser perdonados y ser justificados, para verdaderamente nacer a una nueva vida, como Jesús le dijo a Nicodemo (Ev. De Juan 3:1-2), como lo experimentó Pablo (Hechos 9:1-18 / 1 Corintios 15 :8-9), vida nueva que provoca que el verdadero Amor (Juan 15:12), que es el real antídoto que puede sanar esta sociedad enferma, que está en aquel que es sanado de avaricia, de egoísmo, de vanidad, de orgullo y otros males que no nos permiten romper con fronteras, desigualdades, injusticias, idolatrías, etc.

Al hacer memoria del Cristo vencedor de la muerte, se nos permite descubrir que estos tiempos no son para solo esperar pasivamente a que la normalidad vuelva, sino que no podemos permitir que la normalidad vuelva. ¿Qué quiero decir con esto? Que no podemos seguir infectados de avaricia, de egoísmo, de rencores, de injusticia, vanidades y toda actitud que nos lleve a ser indolentes frente al prójimo.

En este nuevo caminar nacerá una nueva iglesia que deberá abandonar los privilegios a los cuales se había acomodado, privilegios que la llevaron a pecar de egoísmo y querer sentirse parte del poder. Creyendo que si estaba en esos lugares podría transformar el mundo, pero el mundo transformó su religiosidad en vanidad, corrupta y sin los valores eternos de Cristo.

Una Iglesia nueva debe volver al sendero del Maestro, de la cruz, del dolor junto a los pobres, una iglesia desde los pobres y no por los pobres (Lucas 2:7/2 Corintios 8:9). Donde verdaderamente adquiere sentido más profundo la misericordia y justificación de Cristo (Romanos 5:8), porque una nueva iglesia que no tiene privilegios, es una iglesia que busca la redención, su restauración, un nacer de nuevo.

Una iglesia que vuelve a abrir los espacios negados al pueblo (Deuteronomio15:7-10), compartiendo el pan diario con el hambriento, sacándose su capa y dándosela a quien necesite abrigo, dispuesta a ofrecer hasta sus mártires para que luchen por dignidad y justicia. Una iglesia que se niegue a sí misma, como se negó Cristo (Lucas 9:23). Solo así podremos provocar esperanza, fe, solidaridad, justicia, paz, reconciliación. Un cristianismo que se visibiliza y asume la primera línea en la lucha por la dignidad de los que sufren y la defensa, el cuidado y la restauración de la Naturaleza como creación de Dios.

El Coronavirus, debe provocarnos para la vida y no quedarnos en el miedo a la muerte, porque Cristo ya venció la muerte, y nos desafía a ser su pueblo que camina en medio de este desierto hacia la tierra prometida. Sus huellas nos van conduciendo a su Reino de Justicia.

 

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Semillas de Esperanza: «Un barco desigual»

Semillas de Esperanza
(Opinión de coyuntura)

Nos hemos propuesto compartir con ustedes parte de las reflexiones que hemos hecho como equipo de trabajo del DEI, desde nuestra experiencia y aprendizajes junto con ustedes, las comunidades basadas en la Fe, otras organizaciones y personas amigas con las que caminamos.

Nuestra intención es invitarles a pensar y actuar en colectivo sobre las implicaciones de la coyuntura en la que estamos, aprender entre todxs al leernos, acompañarnos en este momento de distanciamiento físico. Saber que estamos cerca también desde nuestro sentir y deseo de justicia social, desde cada uno de nuestros países.

La declaración de pandemia en marzo anterior trae consigo la imposición de cambios drásticos que seguirán en el tiempo. No solo en términos de salud y vigilancia, sino en dimensiones como la justicia social, justicia de género, justicia ambiental y desafíos tecnológicos. Por eso proponemos, en un momento en que se profundizan las desigualdades propias de un sistema económico depredador, reafirmar aún más el llamado a la solidaridad, y a la urgente justicia social.

Compartimos esta semana el primer texto de varios. Esperamos leerles de vuelta.

Equipo del DEI


Un barco desigual

Cristian Castro Hidalgo, DEI

Varias reflexiones en los medios de comunicación y redes sociales han utilizado la metáfora del barco para referirse a la actual crisis sanitaria. Dudo mucho que todas las personas estemos en el mismo barco y, de serlo así, el destino de este no sería muy distinto del buque inglés Titanic.

Las sociedades latinoamericanas son estructural e históricamente violentas y discriminatorias, herencia de modelos coloniales, proyectos políticos liberales y, actualmente, neoliberales. Todo esto mediado por las fuerzas armadas al servicio de las jerarquías políticas y económicas.

Pues bien, este nuevo coronavirus no llega a sociedades igualitarias, sino en sociedades que presentan alarmantes asimetrías y son éstas mismas las que potencian los efectos negativos sobre poblaciones históricamente violentadas.

Otra frase que he escuchado y leído en reiteradas ocasiones es que «el virus no discrimina entre ricos, pobres, hombres, mujeres» y un largo etcétera. Concuerdo con ese argumento únicamente en que el virus no es un organismo con capacidad de decisión moral, por lo cual no puede discriminar. Pero estructuralmente hay poblaciones que viven más hacinadas, sin acceso a servicios de agua potable y con muy escasos recursos para seguir la recomendación de quedarse en casa.

Esto nos lleva a preguntarnos ¿cómo afecta este virus a la población LGBTI+? Lo primero que me gustaría señalar es la sobrecarga de trabajo que muchas mujeres sufren durante estos días de confinamiento. Históricamente es a ellas a quienes les ha tocado asumir el cuidado de personas enfermas, adultas mayores y de la niñez, junto con esto todo el trabajo doméstico y, en muchos casos, trabajo asalariado. «¿Qué tiene que ver esto con la población LGBTI+?», se podrá preguntar alguien. Pues bien, dicha población está compuesta también por mujeres en toda su diversidad, por lo que las problemáticas de género deben ser un punto importante en la agenda de derechos humanos LGBTI+.

Latinoamérica es la región más peligrosa del mundo para las personas trans, mujeres trans específicamente. Su esperanza de vida ronda los 35 años, ya que desde edades tempranas son excluidas del entorno familiar, educativo, laboral y de la sociedad en general. Dejando como opción el trabajo sexual y todas las implicaciones de este: inseguridad, violencia constante, trato con narcotráfico, falta de garantías laborales, etc.

¿Qué pasa con todas esas mujeres trans que ejercen el trabajo sexual durante esta cuarentena?

Debido a las restrictivas medidas de distanciamiento físico y restricción de movimiento que han impulsado los gobiernos de la región, la mayoría de ellas han visto interrumpidos abruptamente sus ingresos. Si bien, muchas organizaciones de la población trans se han articulado para brindar ese apoyo necesario, no es suficiente. Los gobiernos no están implementando en las políticas sanitarias perspectiva de género ni de derechos humanos.

Varios países, como Perú y Panamá, han establecido días para que las personas salgan a la calle con base en el sexo asignado en el documento de identidad. Esto no sólo es un irrespeto a la identidad de esta población, sino que también ha legitimado conductas sumamente violentas por parte de los cuerpos militares y ciudadanía, quienes les castigan por “salir cuando no les corresponde”. Dejando a esta población en un limbo.

¿Qué pasa con todas esas personas gais, lesbianas, trans y bisexuales que deben pasar la cuarentena con parientes que nos les aceptan ni respetan? Si ya existía una violencia cotidiana que se podía atenuar unos minutos con salir a algún parque, restaurante o antro; ahora no. El “quédate en casa” no es tan cómodo cuando se vive con personas que no te aceptan como un igual, por más que digan que sí.

No es de extrañar que la violencia psicológica y física contra la población LGBTI+ vaya en aumento durante estos días, causando daños graves e irreversibles en todas estas personas.

Junto con esto, muchos liderazgos religiosos utilizan lenguaje apocalíptico para referirse a la actual crisis sanitaria, osando afirmar que esta coyuntura es un castigo divino por el reconocimiento de los derechos de la población LGBTI+ y los derechos sexuales y reproductivos de niñas y mujeres. Creando así chivos expiatorios, sobre los cuales se vierte el estrés y la ira colectiva que se fragua en este contexto.

Tampoco pretendo presentar a toda la población LGBTI+ como la más vulnerada y agredida. Estoy seguro algunas de esas personas, a través de privilegios de clase o género, están llevando a cabo su vida con normalidad durante esta coyuntura.

La preocupación es por las grandes mayorías empobrecidas, y no solo eso: en la mayoría de países latinoamericanos se les considera personas de segunda categoría, no solo por su condición socio económica, sino por su orientación sexual, identidad o expresión de género, puesto que todos sus derechos no son reconocidos.

Volviendo a la metáfora del barco. La población LGBTI+, en su gran mayoría, se encuentra en las partes del barco que primero se inundan. Si ya en la época pre-pandemia la vida era complicada, esta circunstancia sanitaria la hace aún más difícil.

Afortunadamente las muestras de solidaridad a lo interno de esta población, que ayudan a la concreción de una comunidad LGBTI+, no se han hecho esperar. Son muchos los colectivos y organizaciones de la diversidad sexual que trabajan todos los días para garantizar la vida de estas personas.

Lamentablemente, los Estados siguen siendo los grandes deudores. Si antes de la pandemia ya tenían una deuda histórica con esta población, esta coyuntura acrecienta la deuda.

Mi fe y esperanza está en esas acciones solidarias, que parten del amor y resguardo dentro de la misma comunidad LGBTI+. Así como nos hemos cuidado durante todos estos años del machismo, la homo, lesbo, bi y transfobia. Nos cuidaremos de los efectos de esta crisis sanitaria.

Al igual que el arcoiris, brillaremos una vez que esta tormenta haya pasado.

Más allá de la crisis sanitaria

Arnoldo Mora Rodríguez

Desde hace varias semanas, millones de seres humanos (sobre)vivimos en una cuarentena que, en la práctica, se ha convertido en una especie de estado de excepción, dadas las estrategias policíacas e, incluso, militares, a que los estados nacionales están recurriendo cada vez con más frecuencia y mayor aceptación de la opinión pública, para enfrentar con éxito desigual los desafíos que nos lanza provocadoramente un virus no muy mortífero pero sí extremadamente propenso a propagarse. Hoy la existencia misma de la, hasta ahora, notoriamente exitosa civilización moderna occidental se ve severamente cuestionada en sus valores fundantes. Esto me recuerda aquel pasaje bíblico, en el que se narra la visión del Profeta Daniel, quien vio una estatua imponente elaborada con todos los materiales más sólidos y preciosos existentes, pero que tenía los pies de barro; por lo que bastó que se desprendiera un diminuto guijarro de una roca circundante y golpeara un talón de barro resquebrajado para que la imponente estatua se redujera a polvo. Un virus ha hecho algo similar al hombre actual, que se apresta a colonizar el sistema planetario pero se muestra trágicamente incapaz de evitar una catástrofe que amenaza con exterminar a miles y miles de individuos pertenecientes a una especie que pomposamente se autocalifica de sapiens.

En el fondo, lo que hoy vivimos es un cuestionamiento del rumbo que ha tomado la humanidad desde los inicios de la modernidad. Eso me induce a recordar los aciagos tiempos de las pestes que asolaron Europa a finales de la Edad Media e inicios de la Modernidad. Como lo ilustra la historia, cada vez que surge una nueva época en la historia de la humanidad, se dan catástrofes de esta índole. Por lo que no es descabellado concluir que hoy vivimos, a inicios del tercer milenio de la cristiandad occidental, un cambio radical, indetenible e irreversible, de una nueva época, cuyo protagonista será un ciudadano dotado de una conciencia planetaria; los países egoístamente cerrados sobre sí mismos, como son Los Estados Unidos de Trump y la Europa Occidental, son los más golpeados por esta pandemia; su egoísmo ultranacionalista se ha visto severamente castigado por la madre Naturaleza. De mi parte pienso que, gracias a que nunca la humanidad ha tenido a su disposición tantos científicos e instrumentos tecnológicos como en la actualidad, eso nos permitiría esperar que logrará controlar, esperamos y deseamos que a corto plazo y con un mínimo de víctimas, este apocalíptico flagelo. Sin embargo, creo que la humanidad tendrá que aprender a acostumbrarse a convivir con este virus, como está haciendo con otras pandemias recientes, como el SIDA.

No siendo especialista en epidemiología, dejo gustoso la palabra a quienes sí lo son, por lo que tan sólo deseo externar algunas reflexiones en torno a las consecuencias culturales y políticas de esta pandemia. Espero que esta crisis sanitaria enseñe al hombre moderno a hacer honor a su autocalificativo de “sapiens”, lo cual implica que debe aprender a tener conciencia de sus propias limitaciones. Valga la pena tener presente que toda acción humana, aún aquellas que surgen animadas e inspiradas con las mejores y más nobles intenciones, tienen también efectos secundarios negativos; estos últimos, contrariamente a los efectos positivos que se agotan al realizarse, son de carácter acumulativo sobre todo aquellos que no son previsibles; por lo que, al llegar a superar el dintel de tolerancia, estallan provocando una crisis global, no sólo en la infraestructura material de reproducción de la vida orgánica, sino también en el ámbito de la creatividad simbólica, o sea, en el mundo de las estructuras del poder político y de los valores culturales. La humanidad, en consecuencia, debe desarrollar una conciencia crítica, lo cual implica estar dispuesto a cambiar de escala de valores ante cada crisis que se le presente. Hasta ahora, esas crisis las provocó la Naturaleza gracias a los procesos evolutivos, en lo que podríamos considerar de manera espontánea, pero como lo vislumbró Teilhard de Chardin, actualmente, después del surgimiento del método científico moderno en la época del Renacimiento Europeo, las crisis son provocadas por la acción humana, que incide en los procesos evolutivos causadas en el trascurso de la historia, como hasta ahora lo había sido la evolución de la Naturaleza gracias a la evolución. Con ello queremos señalar que los procesos evolutivos naturales se dan en un tiempo más lento; por el contrario, la acción humana surge en la razón y se motiva en la voluntad, lo cual le posibilita desarrollar una conciencia previsora; pero aun así, siempre tendrá efectos negativos, tanto más graves cuanto mayor sea el poder del ser humano y más vertiginosa sea en el tiempo su eficacia real; lo cual quiere decir que inexorablemente llegaremos un poco tarde, si bien con capacidad de superar las crisis que, de esta manera, lejos de ser una tumba, se convertirían en un escalón para subir en un proceso evolutivo, tanto material y civilizatorio, como axiológico y cultural.

La civilización occidental, dominante en el mundo, ha enfatizado el crecimiento material y, sobre todo, económico a costa de la destrucción de millones de especies vivientes y de una brutal desigualdad social; todo lo cual ha permitido enriquecerse a una minoría cada vez más reducida y empobrecido a más y más numerosos sectores sociales, si bien son estos los que con su trabajo producen la riqueza. Se ha socializado el trabajo pero se ha privatizado el fruto de ese trabajo. Pero hoy la generalización de la educación y la universalización de la información, han hecho crecer la conciencia social y las luchas políticas, con lo que los pueblos del planeta adquieren una más lúcida conciencia de sus derechos. En concreto, en Costa Rica, el mayor logro de nuestro pueblo, en las últimas décadas, ha sido la creación del Estado Social de Derecho, cuyo fruto ha sido la universalización en todos sus niveles de la educación pública y las instituciones de la seguridad social, lo cual ha hecho posible que estemos asumiendo, con encomiables resultados, la crisis mundial provocada por el coronavirus. Pero, inspirados en nuestros mejores valores cívicos, debemos cambiar el rumbo político imperante; debemos, mediante una mayor justicia distributiva – mayores impuestos directos al capital y no a los empleados y pensionados y a las clases medias – fortalecer los recursos del sector público. De esta manera, se disminuirá la brecha social que amenaza la estabilidad política y el crecimiento económico. Para ello debemos, desde ya, ir poniendo los fundamentos de la Costa Rica que queremos tener más allá de la crisis sanitaria.

Imagen: https://sites.google.com/site/procesosproductivos123/equidad-distributiva-y-retributiva

Las desigualdades que enfrentan los hogares en cuarentena

Pamela Jiménez Fontana, Natalia Morales Aguilar y Rafael Segura Carmona (PEN)*

Este texto es una producción del Programa Estado de la Nación escrito por las personas que se indica. SURCOS lo comparte por la calidad y pertinencia del artículo.

Durante estos días, las familias costarricenses enfrentan las disposiciones sanitarias implementadas por el Gobierno para evitar un crecimiento exponencial en el número de personas contagiadas por la pandemia COVID-19. Entre las principales medidas de acatamiento obligatorio en todo el territorio nacional se encuentra la restricción en la operación de locales comerciales, cierre de fronteras y limitación en la circulación de vehículos, las cuales pretenden que la población se mantenga en sus casas durante las próximas semanas. Sin embargo, dadas las brechas sociodemográficas y económicas que persisten en el país, los hogares podrían estar enfrentando en maneras muy distintas la cuarentena.

Por ejemplo, el distanciamiento físico en períodos de larga estancia no es lo mismo para gran parte de la población. De los poco más de 1.600.000 hogares de Costa Rica, un 9% reside en viviendas en mal estado y un 2% posee hacinamiento (más de 3 personas por dormitorio). Los espacios reducidos también dificultan la situación. Aproximadamente un 15% de las casas mide menos de 40 metros cuadrados (m2), en contraste, un 27% supera los 100 m2 (INEC, 2019). Además, se estima que 104.000 viviendas (7%) no tienen acceso a servicios básicos como agua, luz y manejo de residuos sólidos.

Los efectos negativos del distanciamiento físico que está experimentando la población podrían ser compensados por una mayor conectividad remota a través de herramientas digitales; sin embargo, esto no es una posibilidad para todas las familias costarricenses. Mientras que un 79% de los hogares de mayores ingresos (quintil 5) tiene una computadora en la vivienda, en las familias de menores recursos (quintil 1) este indicador es de un 25%. Además, es importante considerar que un 40% de las viviendas en el país no tiene acceso a internet ni por cable coaxial, fibra óptica, o teléfono fijo.

Durante estas semanas de “quedarse en casa”, no todas las familias han tenido las mismas posibilidades de abastecerse de alimentos o de hacer uso de servicios de comida a domicilio para satisfacer sus necesidades. Aproximadamente 335.900 hogares (21%) se encontraban en condiciones de pobreza antes de la crisis, de los cuales 93.500 ni siquiera tenían los ingresos mínimos para cubrir las necesidades básicas alimentarias. Las limitaciones económicas que viven muchas familias de bajos recursos contrastan con la cuarentena que están viviendo aquellas de mayor ingreso. En Costa Rica, el 10% de los hogares más ricos tiene un ingreso 25 veces superior que los más pobres (PEN, 2019).

Una de las principales advertencias del Ministerio de Salud, es que aunque el COVID-19 puede afectar a toda la población, existen grupos con mayor riesgo. La tasa de mortalidad del virus es más alta en personas adultas mayores, los cuales representan un 9% de la población total. En casi una quinta parte de los hogares en Costa Rica reside al menos una persona de 65 años o más, lo cual significa que una gran parte de las familias deberían estar implementando medidas especiales para proteger a este grupo más vulnerable.

Las medidas sanitarias y de distanciamiento físico que ha implementado el Gobierno en las últimas semanas son fundamentales para evitar un colapso del sistema de salud y tener el menor número de personas fallecidas posible por COVID-19. Sin embargo, las brechas sociodemográficas entre los hogares costarricenses generan que las formas de enfrentar la cuarentena y acatar las disposiciones sanitarias sean distintas según dónde, cómo y con quién viva usted. Por lo tanto, más allá del fuerte impacto económico que va significar esta pandemia en la historia del país, es fundamental considerar en paralelo como parte del plan de atención y recuperación, el impacto social y en la salud mental que está teniendo esta crisis sobre las familias.

Fuentes:

INEC. 2019. Encuesta Nacional de Hogares. San José: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

CCP-INEC. 2013. Estimaciones y proyecciones de población por sexo y edad 1950-2050. San José: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

PEN. 2019. Informe Estado de la Nación 2019 en Desarrollo Humano Sostenible. San José: Programa Estado de la Nación.

* Publicado en: https://estadonacion.or.cr/las-desigualdades-que-enfrentan-los-hogares-en-cuarentena/

Ilustraciones: SURCOS.

MANIFIESTO PÚBLICO

Don Carlos Alvarado Quesada.

Presidente de Costa Rica.

S.M.

Con humildad, pero también con vehemencia deseamos ofrecerle algunas palabras de reflexión que no le vendrán de los dueños del periódico La Nación ni de otros empresarios.

Nuestro país es el espacio que tenemos la mayoría de costarricenses para amanecer, sonreír, experimentarnos felices, desear la dignidad para los nuestros (familiares, amigos, conocidos, todos) y morir felices.

Bajo el gobierno que usted lidera y en el que tiene por ello enorme responsabilidad, Costa Rica parece orientada a terminar de consolidar un programa-diseño productivo y económico que se alimenta con la producción de una profunda y creciente desigualdad social afirmando como meta unilateral la superación de una crisis fiscal (que algunos aprovechan para hacer buenos negocios) y avanzar luego en un crecimiento económico que supone concentración política en menos manos dudosamente ciudadanas e incremento de la desigualdad para la población. Por desgracia es el modelo de un Chile que, en estos días estalla. Es también, con sus distancias, el modelo, consciente o inercial, seguido por las oligarquías de nuestros hermanos centroamericanos y del que Costa Rica se ha distanciado desde el siglo XIX. Ya hoy Costa Rica muestra a todos que en su territorio pueden proliferar e imponerse la miseria de escándalo, la desesperanza, la precariedad y la provisoriedad para muchos sectores de su población. Desaparecieron de las calles las camisetas que saludaban con un “Costa Rica. Pura Vida”. El modelo de un muy repudiado mundialmente General Pinochet y sus secuaces se asienta en una Costa Rica afirmada contra los empobrecidos, los ancianos y los jóvenes y que compromete la felicidad y seguridad de toda su ciudadanía.

Se está haciendo más ricos a los que ya son opulentos y para nada de paso robándonos alma y esperanza porque acentuamos la producción de desigualdad, injusticia, precariedad-provisoriedad y radicales desencuentros ciudadanos. Sabemos que sus cercanos, y la prensa que lo eleva al sitial de “héroe” no le hablan de estas cosas. Están ocurriendo y la población lo resiente.

El presente que avisa un futuro no merece debatirse entre izquierdas y derechas sino entre todos los costarricenses de buena fe. Hemos sido capaces de producir un país distinto al que hoy se nos receta. No deseamos perderlo. Si deseamos empleo y justicia social es con esa meta en la que todos tienen cabida, excepto los que no pueden o saben convertir su ruindad en generosidad y compromiso ciudadano. Deseamos, por ejemplo, que el empleo público se mida por su eficiencia y eficacia en el logro de sus metas y no se lo reduzca a una pugna por negar sus derechos a la organización y a salarios decentes para que esos trabajadores puedan cumplir con las exigencias que demandan sus familias. No es la peor idea estimular la mejor relación posible entre estos trabajadores y los usuarios, relación que estimula y es metro de su eficiencia. La labor de un Gobierno pasa por estimular la integración de su ciudadanía o pueblo. No por hostilizar a algunos de sus sectores para privilegiar codicias.

Don Carlos, usted tiene ojos. Quíteles la venda. Usted es el primer ciudadano y Nuestro, de todos, Presidente. Tiene la responsabilidad de conducirnos en el proceso de reforzar lo que hace de Costa Rica un país de libertad y justicia, integrado e integrador, un país donde Dios se hace carne en cada individuo para que cada grupo familiar exude dignidad. Un país que la Virgen de Los Ángeles bendice, protege y ayuda. No haga que esta Patrona llore por los ojos de sus devotos ciudadanos.

Señor ciudadano Presidente: nuestro pueblo es consciente de que la facilidad contiene peligros tan graves como la mentira. De aquí que la responsabilidad que confiere el voto ciudadano encuentre su sentido al ser utilizada para proponer, escuchar, debatir y resolver con otros, siempre distintos. Y entre ellos los producidos como más vulnerables.

Con ellos debemos estar todos. Constituyen el metro de nuestra ciudadanía responsable y de nuestra humanidad solidaria. Responsabilidad y solidaridad. Ese fue el sentido del voto que lo puso en la Presidencia.

Usted Señor Presidente puede ponerse a la cabeza para alentar un movimiento cívico capaz de construir una ciudadanía moderna, feliz y democrática que ahuyente las gulas y estimule la convivencia de la que hemos solido enorgullecernos y que hoy codicia y delito organizado oscurecen. En el 1% más opulento del país existen personas y familias que no le amenazarán con irse a producir a otro país. Costa Rica es para muchos y muy diversos casa única. Y los empobrecidos no le cerrarán jamás la puerta a la dignidad, los trabajadores siempre querrán construir país haciendo lo que saben hacer con disciplina, eficiencia y voluntad que ameritan una paga justa que les permita pagar, mes con mes, escuela, salud y las legítimas aspiraciones de los suyos. Los sectores medios entienden que si pierden propiedades e ingresos en el nuevo modelo que solo algunos desean la existencia se les volverá angustia y quizás tragedia. Don Carlos, el único riesgo de optar por un llamado a toda la ciudadanía es que el llamado llegue tarde. Quienes conspiran contra los ciudadanos porque solo estiman su codicia propia no descansan. Se instalan y adulan. Usted es un ciudadano joven. Los ciudadanos jóvenes suelen mostrarse atrevidos. Si da usted este primer paso de refundación de una Costa Rica solidaria y ciudadana será siempre recordado por un pueblo espiritualmente agradecido y conmovido. Empiece a dar ya esos pasos ¡que le seguimos!

Guido Sibaja.

Cédula: 1566634.

 

Imagen ilustrativa. UCR.

Compartido con SURCOS por Marino Marozzi.

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La semilla de las luchas que vendrán (Reflexiones sobre una huelga). Tercera parte y final

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor

De Jorge D. García: “Desde el año 1958, aprobada la ley de Pensiones y Jubilaciones del Magisterio Nacional, los docentes cotizamos sin interrupción para financiar nuestras pensiones. Sin embargo, esos dineros fueron destinados a gasto ordinario de los diferentes gobiernos, hasta 1995, año de creación del Régimen de Capitalización Colectiva de Pensiones Magisteriales. De fuente absolutamente confiable, y con referencia en mano, puedo informarle que la reserva resultante, si se hubiera creado un fondo de pensiones a partir de 1958 y hasta 1995, una vez canceladas las pensiones correspondientes, sería de aproximadamente 5 billones de colones (5 mil millones de colones, en valores de aquella época). Increíblemente, cuando en una ocasión se encaró a Hacienda al respecto, dijeron “que la ley no los obligaba a crear un fondo de pensiones” (¡). Pero la desgracia no termina ahí. La respuesta de las diferentes legislaturas a la presión que resulta de la ausencia de dicho fondo de pensiones, ha sido limitar y disminuir los beneficios de las pensiones del Magisterio, llegando al extremo de presentar en corriente legislativa, en las últimas semanas, proyectos que resultarían incluso en el cierre a futuro del sistema de pensiones del Magisterio. Y todo ello bajo premisas como de que el Magisterio “no cotizó para recibir tales beneficios” (Proyecto 21035 en corriente legislativa) ¿Amnesia histórica o simple ineptitud?”

Una vez impuesto el proyecto de ley 20580, aprobado en segundo debate por los integrantes de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, mediante el procedimiento de torcer brazos, tanto de los diputados (con el uso de toda clase de presiones, las que todavía no llegan al conocimiento público) como de algunos funcionarios del Poder Judicial, sobre todo en el caso de los magistrados de la Sala Constitucional o Sala Cuarta de la Corte Suprema de Justicia, quienes optaron por ignorar las graves violaciones al orden jurídico y constitucional del país, contenidas en ese expediente, el régimen de la dictadura en democracia, imperante en el país y su aparato mediático se afanan en declarar, de manera festiva, que han derrotado al movimiento cívico y social que se les enfrentó, con coraje y determinación, a lo largo de más de ochenta días de una huelga sostenida, sobre todo por los trabajadores de la educación y otros funcionarios públicos. Nada más falso que este alborozo, cuando bien sabemos que lo que sucedió es que esa costosa “victoria”, obtenida por la clase política del PLUSC y el oficialista PAC, ahora convertido en uno más de los integrantes de la coalición neoliberal-neoconservadora, las cámaras o sindicatos empresariales, y los grandes medios de comunicación colectiva, es algo que ocurre en momentos en que un gran sector de la población desinformado por ellos, todavía no se ha percatado de que las leyes contenidas en ese expediente, las que establecen medidas económicas de austeridad, y de restricción de los ingresos de los funcionarios del sector público, terminarán por afectar al conjunto de la economía: todo se resume en que no habrá crecimiento económico, sino todo lo contrario, una vez que se desplieguen esas políticas, a lo largo de los próximos meses y años. Entonces la llamada opinión pública, a semejanza de los vientos girará en otra dirección, con lo que las protestan también.

Envalentonadas por los detalles más visibles de esta volátil coyuntura social y política, las fuerzas de la reacción proclives hacia la conformación de un régimen totalitario, dentro del que la división de poderes no existe en modo alguno, como lo demostró la actitud evasiva y complaciente hacia los designios del Poder Ejecutivo que mostró la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia a la que hacíamos referencia, en un hecho que ha sido calificado, en estos días, como un golpe de estado blando, por parte del filósofo y escritor Arnoldo Mora Rodríguez. Estas fuerzas sociales y políticas se preparan para una ofensiva total contra las conquistas históricas de los trabajadores, tanto en materia de sindicalización como en lo referente al derecho de huelga, como parte de una contrarreforma conservadora.

Mientras el capital financiero y sus adláteres se preparan para saquear los fondos de pensiones la opinión pública se indigna y estremece al conocer la lista de grandes empresas que durante una década, entre los años de 2008 hasta el 2017, reportaron haber tenido cero utilidades, dentro de lo que el economista Luis Paulino Vargas Solís calificó, como una hábil jugada financiera más propia de la elusión fiscal que de llamada evasión en sí misma, pues sostiene ese autor que: “1) El fraude fiscal grandote –como el de este tipo de empresas– es un fenómeno de “elusión” más que de evasión. O sea: se gesta en muy sofisticadas firmas de abogados y contadores, con la complicidad de grandes bancos. Mediante estrategias muy agresivas aprovechan cualquier pequeñísimo resquicio de la ley, para evitar el pago de impuestos. La “evasión” la hacen los pequeños, que simplemente caen –muchas veces por necesidad– en incumplimiento directo de la ley. Los grandotes recurren a mecanismos mucho más sofisticados y, por ello mismo, mucho más penumbrosos y retorcidos.”(Vargas Solís, 2018). Dicho de otro modo, la mentira y el terror mediático fueron las herramientas esenciales del régimen para imponernos el endeudamiento del país, ocultando la evasión e impunidad de la clase política y de un grupo de empresarios, entre ellos tenedores de títulos de la deuda pública, además de especuladores con el valor de la moneda nacional (la que sufrió una fuerte devaluación durante los últimos meses), por lo general cercanos a las altas esferas del poder político.

Después de muchas semanas satanizando la lucha del magisterio, y de otros trabajadores del sector público, cuando ya el plan fiscal pasó de la Asamblea Legislativa a las esferas de decisión del Poder Ejecutivo, resulta que los gobernantes y los dirigentes de los viejos aparatos políticos, no sólo se disponen a anular el Código Procesal Laboral y el código de trabajo, en sus disposiciones más esenciales, para de ese modo criminalizar la protesta social, sino que preparan sendos proyectos de ley(como es el caso del expediente 21035) para saquear los fondos de pensiones de los trabajadores del Poder Judicial y el Magisterio Nacional(régimen de capitalización, creado en los años noventa, después de que el reparto fuera saqueado por los gobiernos que se sucedieron entre 1958 y 1995), mientras que el de la Caja(Invalidez, vejez y muerte) y los regímenes complementarios están en constante riesgo por las maniobras del Poder Ejecutivo y la voracidad del capital financiero, sin que haya una respuesta enérgica además de una acción organizada por parte de la ciudadanía para contrarrestar los efectos de esas amenazas para las jubilaciones de las generaciones más jóvenes. Por todo lo anterior, no nos cabe duda alguna de que estos temas serán prioritarios en las agendas de lucha del movimiento social, durante los próximos años.

Esta huelga, sostenida sobre todo por los trabajadores de la educación, ha sido un hecho histórico bastante singular ya que puso a prueba la naturaleza del régimen político y de sociedad existentes en la Costa Rica del siglo XXI. Sin abandonar el discurso democrático los gobernantes, los dirigentes políticos, el aparato mediático y buena parte de la opinión pública se desenmascararon, mostraron su desesperación por imponer sus decisiones inconsultas en el orden de lo político y lo social, el autoritarismo se les salió hasta por los poros, acudiendo a muchas de las tácticas propias de los movimientos totalitarios del siglo anterior, pues no hay ya duda alguna de que a nuestras clases dirigentes les estorba la democracia, una fachada de la que aún no logran desprenderse del todo, pero que han venido sustituyendo por la llamada dictadura en democracia partiendo de que la presunta legitimidad otorgada por los electores equivale a un cheque en blanco para hacer lo que les venga en gana. Podríamos concluir manifestando que este fue apenas un episodio de una larga lucha que recién empieza, en la que los trabajadores y sus organizaciones sindicales mostraron su mejor músculo, en el futuro veremos como ellos mismos superarán sus acciones y su voluntad de resistencia, llevándolos hasta alturas todavía insospechadas.

s. Mediante estrategias muy agresivas aprovechan cualquier pequeñísimo resquicio de la ley, para evitar el pago de impuestos. La “evasión” la hacen los pequeños, que simplemente caen –muchas veces por necesidad– en incumplimiento directo de la ley. Los grandotes recurren a mecanismos mucho más sofisticados y, por ello mismo, mucho más penumbrosos y retorcidos.

2. Estos grandes defraudadores –y sus abogados y contadores– no tienen en empacho en justificarlo. “Es legal”, dicen, con toda su carota lavada y sin el menor temblor en la voz. Tal cinismo es quizá la mejor prueba de su espíritu delincuencial. Trajeado elegante y exquisitamente perfumado. Pero delincuencial al fin. Porque lo suyo consiste en una operación deliberada tendiente a “exprimir” la ley hasta el límite de sus posibilidades y mucho más allá. Y hacerla decir lo que jamás estuvo en el espíritu del legislador que dijera. Es una operación de fraude planificada con rigor y meticulosidad, y por ello mismo mucho más espernible.»

 

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La semilla de las luchas que vendrán (Reflexiones sobre una huelga). Segunda parte

Segunda parte

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor

De Esperanza Tasies: “Hemos hablado públicamente contra Hacienda, hemos dicho que quienes están ahí, deben ser investigados por sus nexos con los tenedores de bonos y evasores porque un hecho cierto es que ahí podrán ver a quienes incriminar por este saqueo y chantaje al país”.

Esta huelga cívica y laboral, que han venido protagonizando los trabajadores del sector público, y sobre todo los que laboran en el sector de la educación de Costa Rica, durante un lapso de más de ochenta días, constituyéndose en una de las más largas de nuestra historia social más reciente, es ya un hecho histórico singular que nos ha dejado profundas enseñanzas, las que se harán sentir o podrán ser captadas con mucha más intensidad, en el largo y el mediano plazo, sobre todo por parte de quienes serán realmente las víctimas de la contrarreforma social, puesta en marcha por el gobierno, los partidos políticos y la clase empresarial, aunque muchos de ellos no logren entender todavía los sutiles hilos de la trama, los que habrán de evidenciarse, de manera brutal a lo largo de los próximos meses y años. Resulta innegable que esta ha sido una lucha contra viento y marea, en un medio en el que por desgracia muchas de las víctimas de lo que vendrá han terminado, por el momento, amando a los opresores y denostando en los peores términos, ante la carencia de argumentos sólidos, a quienes escogieron el duro camino de la lucha y la resistencia, razón por la que cabe destacar nuestro reconocimiento y respeto para estas gentes valerosas.

La estrategia de signo totalitario de los mencionados sectores sociales, destinada a aplastar cualquier foco de resistencia a sus políticas, se basa en una campaña ideológica muy bien montada, con la que han pretendido satanizar la figura de quienes trabajan en la función pública, haciéndole creer a un amplio segmento de la población, sobre todo entre la que habita en las áreas urbanas, una de cuyas características más esenciales es la de estar conformado por gentes que no tienen acceso a otras fuentes de información que no sean aquellas que, como los grandes diarios y noticiarios de televisión, por lo general en poder de los empresarios, han sido los eternos detractores de los movimientos huelguísticos y de las organizaciones sindicales, llevándolos a afirmar tercamente que son los salarios y beneficios que tienen estos trabajadores los que llevaron (o llevarán) al país y la economía nacional a una profunda crisis que, según afirman los voceros del régimen, se expresa en un abultado déficit fiscal(aunque las cifras del mismo sean presentadas, de una manera contradictoria, fragmentada y presentando variaciones intencionales, en diferentes momentos, llegándose a admitir la existencia de presuntos errores), el que según las élites del poder es preciso corregir o eliminar con un conjunto de medidas de política social y económica, cuando en realidad no solucionan nada al no atacar la elevada evasión y elusión tributarias, sino que lo que buscan es obtener la aceptación de los usureros internacionales para seguir endeudando al país, para en el mediano y largo plazo llevarlo a lo quiebra y someterlo a los dictados del Fondo Monetario Internacional (Han hablado de un déficit fiscal que supera el 8 % del PIB, aunque después dijeron que era apenas equivalente al 6% del mismo, en tanto que el paquete fiscal si acaso produciría un monto del 1,9% del mencionado PIB, al cabo de un año y siempre que la economía crezca, cosa que no va a suceder como consecuencia de la disminución del poder de compra de los funcionarios públicos), mientras tanto se abocan a una serie de acciones punitivas que, aunque son presentadas como una reforma tributaria en los términos ya indicados, y reducir así el crecimiento de la deuda pública, en realidad de lo que se trata en esencia, es de la implementación de una violenta reorganización del régimen de empleo público, la que traerá una reducción y un estancamiento de los salarios nominales de esos trabajadores, una medida que dará lugar en los próximos años a una disminución importante de la demanda de bienes y servicios, por parte de ese sector de la sociedad, lo que terminará por afectar también a quienes laboran en el sector privado, donde habrá una disminución del empleo y en el caso de la abultada informalidad de grandes segmentos del mundo laboral, esta también continuará creciendo sin ninguna perspectiva de que vaya a bajar, en el mediano plazo.

Durante el interregno del conflicto, y aún antes de su materialización, los poderes fácticos se abocaron a la especulación con las tasas de interés de los títulos valores de la deuda pública(Una maniobra de la que casi nadie se ha percatado, pero que ha hecho crecer la deuda pública hasta alturas insospechadas, esa obligación financiera que nunca se podrá pagar) y con el tipo de cambio o paridad fija entre el colón costarricense y el dólar estadounidense, el que hace ya muchas semanas superó los seiscientos colones por dólar, en una jugada que les ha dejado grandes ganancias (del orden de los 93.111 millones de colones, según informó el Semanario Universidad en su edición n°2253, 7 al 13 de noviembre de 2018, página 2) y ha empobrecido a la mayoría de la población, dada la violenta caída del poder adquisitivo de los salarios, al que se suela llamar salario real. Son medidas que los han beneficiado inmensamente, de una manera fraudulenta y descarada, pero que al mismo tiempo han formado parte esencial de la estrategia del terror, bien diseñada para someter al pueblo costarricense a los designios de las élites o poderes fácticos, que son los que de verdad toman las decisiones más importantes en materia de política económica y social, tanto en este como en los otros países de la región.

Uno de los aportes de esta huelga, digamos que colaterales, más no en daño, es el hecho esencial de que, durante las largas semanas en que se ha sostenido con heroica y decidida determinación, se ha producido un importante y voluminoso material informativo, producido por valiosos economistas y analistas sociales como Luis Paulino Vargas, Walter Antillón Montealegre, Gerardo Contreras, Manuel Delgado, Sofía Guillén, Pablo Abarca y Esperanza Tasis, entre otros, el que ha sido divulgado y analizado con las bases sindicales, lo mismo que con amplios sectores de la población, en lo que ha sido todo un acto de reflexión y educación política que nos presenta un panorama muy diferente al de los anuncios paradisíacos de los impulsores del proyecto de ley 20580, aprobada en primer debate por la Asamblea Legislativa. El hecho esencial es que la huelga permitió desenmascarar, ante los ojos de los sectores populares, la perfidia de los planes de la reacción conservadora para destruir la economía nacional, poniendo al país en manos del FMI y de los banqueros internacionales, con su insaciable codicia. En la siguiente y última entrega de este artículo hablaremos del saqueo de los fondos de pensiones, de la criminalización de la protesta social, y de las implicaciones de la judicialización de la política, con lo que se cae el mito de la división de poderes, dentro de lo fue una democracia de baja intensidad, basada sobre todo en las mascaradas electorales, la que se nos ha venido cayendo a pedazos con la complicidad y decidida participación de los políticos profesionales del PLUSC PAC(que por fin se desenmascaró, al destartalarse su fachada progre), además de la complicidad de un sector del llamado Frente Amplio, por lo que estamos apenas en los inicios de una dura y larga batalla. Hace ya mucho rato que la dictadura en democracia, ese engendro fascistoide, se encuentra enquistada entre nosotros, aunque muchas buenas gentes no se den por enteradas.

 

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