MANIFIESTO PÚBLICO

Don Carlos Alvarado Quesada.

Presidente de Costa Rica.

S.M.

Con humildad, pero también con vehemencia deseamos ofrecerle algunas palabras de reflexión que no le vendrán de los dueños del periódico La Nación ni de otros empresarios.

Nuestro país es el espacio que tenemos la mayoría de costarricenses para amanecer, sonreír, experimentarnos felices, desear la dignidad para los nuestros (familiares, amigos, conocidos, todos) y morir felices.

Bajo el gobierno que usted lidera y en el que tiene por ello enorme responsabilidad, Costa Rica parece orientada a terminar de consolidar un programa-diseño productivo y económico que se alimenta con la producción de una profunda y creciente desigualdad social afirmando como meta unilateral la superación de una crisis fiscal (que algunos aprovechan para hacer buenos negocios) y avanzar luego en un crecimiento económico que supone concentración política en menos manos dudosamente ciudadanas e incremento de la desigualdad para la población. Por desgracia es el modelo de un Chile que, en estos días estalla. Es también, con sus distancias, el modelo, consciente o inercial, seguido por las oligarquías de nuestros hermanos centroamericanos y del que Costa Rica se ha distanciado desde el siglo XIX. Ya hoy Costa Rica muestra a todos que en su territorio pueden proliferar e imponerse la miseria de escándalo, la desesperanza, la precariedad y la provisoriedad para muchos sectores de su población. Desaparecieron de las calles las camisetas que saludaban con un “Costa Rica. Pura Vida”. El modelo de un muy repudiado mundialmente General Pinochet y sus secuaces se asienta en una Costa Rica afirmada contra los empobrecidos, los ancianos y los jóvenes y que compromete la felicidad y seguridad de toda su ciudadanía.

Se está haciendo más ricos a los que ya son opulentos y para nada de paso robándonos alma y esperanza porque acentuamos la producción de desigualdad, injusticia, precariedad-provisoriedad y radicales desencuentros ciudadanos. Sabemos que sus cercanos, y la prensa que lo eleva al sitial de “héroe” no le hablan de estas cosas. Están ocurriendo y la población lo resiente.

El presente que avisa un futuro no merece debatirse entre izquierdas y derechas sino entre todos los costarricenses de buena fe. Hemos sido capaces de producir un país distinto al que hoy se nos receta. No deseamos perderlo. Si deseamos empleo y justicia social es con esa meta en la que todos tienen cabida, excepto los que no pueden o saben convertir su ruindad en generosidad y compromiso ciudadano. Deseamos, por ejemplo, que el empleo público se mida por su eficiencia y eficacia en el logro de sus metas y no se lo reduzca a una pugna por negar sus derechos a la organización y a salarios decentes para que esos trabajadores puedan cumplir con las exigencias que demandan sus familias. No es la peor idea estimular la mejor relación posible entre estos trabajadores y los usuarios, relación que estimula y es metro de su eficiencia. La labor de un Gobierno pasa por estimular la integración de su ciudadanía o pueblo. No por hostilizar a algunos de sus sectores para privilegiar codicias.

Don Carlos, usted tiene ojos. Quíteles la venda. Usted es el primer ciudadano y Nuestro, de todos, Presidente. Tiene la responsabilidad de conducirnos en el proceso de reforzar lo que hace de Costa Rica un país de libertad y justicia, integrado e integrador, un país donde Dios se hace carne en cada individuo para que cada grupo familiar exude dignidad. Un país que la Virgen de Los Ángeles bendice, protege y ayuda. No haga que esta Patrona llore por los ojos de sus devotos ciudadanos.

Señor ciudadano Presidente: nuestro pueblo es consciente de que la facilidad contiene peligros tan graves como la mentira. De aquí que la responsabilidad que confiere el voto ciudadano encuentre su sentido al ser utilizada para proponer, escuchar, debatir y resolver con otros, siempre distintos. Y entre ellos los producidos como más vulnerables.

Con ellos debemos estar todos. Constituyen el metro de nuestra ciudadanía responsable y de nuestra humanidad solidaria. Responsabilidad y solidaridad. Ese fue el sentido del voto que lo puso en la Presidencia.

Usted Señor Presidente puede ponerse a la cabeza para alentar un movimiento cívico capaz de construir una ciudadanía moderna, feliz y democrática que ahuyente las gulas y estimule la convivencia de la que hemos solido enorgullecernos y que hoy codicia y delito organizado oscurecen. En el 1% más opulento del país existen personas y familias que no le amenazarán con irse a producir a otro país. Costa Rica es para muchos y muy diversos casa única. Y los empobrecidos no le cerrarán jamás la puerta a la dignidad, los trabajadores siempre querrán construir país haciendo lo que saben hacer con disciplina, eficiencia y voluntad que ameritan una paga justa que les permita pagar, mes con mes, escuela, salud y las legítimas aspiraciones de los suyos. Los sectores medios entienden que si pierden propiedades e ingresos en el nuevo modelo que solo algunos desean la existencia se les volverá angustia y quizás tragedia. Don Carlos, el único riesgo de optar por un llamado a toda la ciudadanía es que el llamado llegue tarde. Quienes conspiran contra los ciudadanos porque solo estiman su codicia propia no descansan. Se instalan y adulan. Usted es un ciudadano joven. Los ciudadanos jóvenes suelen mostrarse atrevidos. Si da usted este primer paso de refundación de una Costa Rica solidaria y ciudadana será siempre recordado por un pueblo espiritualmente agradecido y conmovido. Empiece a dar ya esos pasos ¡que le seguimos!

Guido Sibaja.

Cédula: 1566634.

 

Imagen ilustrativa. UCR.

Compartido con SURCOS por Marino Marozzi.

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