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Etiqueta: desigualdad

La indiferencia social

Juan Huaylupo Alcázar

La indiferencia aparece como la incomunicación entre actores implicados socialmente, lo cual puede ser interpretado como una relativa ruptura creada artificialmente por actores que crean barreras que no son arbitrarias. El carecer del apego a alguien o situación particular, no es característico del ser social, que valora, actúa y es consecuente en sus relaciones cotidianas. Imaginar una indiferencia a todo, es la negación a la propia existencia humana, como individuo, ciudadano y ser social, sin duda sería una extrema patología, una muerte en vida, un sujeto convertido en objeto, sin capacidad de valorar ni reflexionar.

La indiferencia es originada externamente, creada por determinaciones culturales, grupales o ideológicas, que se encubre en una aparente indiferencia. Esto es, revela la separación, la diferenciación del pensamiento, condición social, etc., no es sobre lo desconocido o ignorado, sino sobre lo conocido y despreciado. Es la evidencia de la toma de posición sobre aspectos que se asumen no tener interés porque lo comprometen como sujeto social, sin ser desconocimiento de lo existente.

La abstención intencional al establecimiento de determinadas relaciones o estar inmersos en situaciones indeseadas, son valoraciones separatistas, excluyentes o antagónicas aprehendidas en contextos particulares que ubican a las personas con afinidades e identidades grupales, estamentales o clasistas en la heterogeneidad social.

La indiferencia posee una implícita relación de poder entre los actores, pues es excluyente la decisión de ignorar, desoír o despreciar el pensamiento y acciones de los otros, pero también expresa la imposibilidad de desaparecer lo que perturba o disgusta. Esto es, la indiferencia no es arbitraria, representa una posición e intencionalidad específica entre los sujetos en interacción no armoniosa que trasciende la actuación de los actores, para comprometer al contexto societal.

La sociedad capitalista ha configurado un espacio individualista de competitividad y explotación asociado con procesos de corrupción y violencia con formas jurídicas desiguales e inequitativas. Asimismo, ha conformado mafias asociadas con el sistema financiero y el poder estatal para los sistemáticos despojos de la riqueza social, así como las democracias se convierten en dictaduras de propietarios y delincuentes. Procesos que han creado medios insolidarios y de desconfianza que liquidan las formas culturales éticas de solidaridad y cooperación colectiva. La desigualdad inherente del sistema, es la impronta de las diferencias sociales, racistas y segregacionistas que promueven separaciones intolerantes e indiferentes en un sistema que lo incentiva, como función reproductora de poder y dominio. Esto es, el contexto contemporáneo es el ámbito propicio donde se inscribe la indiferencia, como una forma aparente de ignorancia y temor social ante la inseguridad delincuencial, legal, económica y estatal.

Alejarse o aparentar indiferencia ciudadana es una alternativa para no ser visto como adversario o enemigo por poderes o posiciones intolerantes y violentas que no aceptan discrepancias, visiones alternativas ni plurales.

La indiferencia y cinismo del poder clasista no ignora la condición de los subalternos, por el contrario, son causantes de su situación. La intolerancia política crea indiferencia y miedo ante la impotencia e imposibilidad de desafiar o liquidar a los otros.

En la unilateral y desigual violencia totalitaria, o del monopolio represivo del Estado, como del control y dominio privado del aparato estatal, no solo son transgresiones del Estado Social de derecho, también liquida todo vestigio de democracia y organicidad social y política. El miedo y el totalitarismo convierte a las víctimas en cómplices e incluso en victimarios contra su pueblo. Esas viejas prácticas terroristas son comunes en los delincuentes para anular, aislar y asesinar testigos, así como, en la represión privada contra trabajadores que temen el despido, la desaparición o ser víctimas del sicariato, o la represión estatal que intencionalmente aprisiona y asesina inocentes para amedrentar a opositores y poblaciones indefensas. Procesos que no están aislados, se relacionan y complementan en la crítica cotidianidad en más espacios latinoamericanos.

En ese contexto, tan peculiar en el presente, la indiferencia social es aparente, el no importar sobre lo que acontece, es una máscara que oculta lo que se conoce, no se cree o teme. La indiferencia está determinada por la desigualdad, la diferenciación y el distanciamiento social, como también por la acción de poderes autocráticos que inciden y promueven el aislamiento de las personas y grupos. El totalitarismo crea indiferencia de la cual se nutre, además de encubrir su despotismo, ante una aparente aceptación, sin oposición.

“La indiferencia es apatía, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes.
La indiferencia es el peso muerto de la historia. Es la bola de plomo para el innovador, es la materia inerte en la que a menudo se ahogan los entusiasmos más brillantes, es el pantano que rodea a la vieja ciudad y la defiende mejor que la muralla más sólida, mejor que las corazas de sus guerreros, que se traga a los asaltantes en su remolino de lodo, y los diezma y los amilana, y en ocasiones los hace desistir de cualquier empresa heroica.
La indiferencia opera con fuerza en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad, aquello con lo que no se puede contar, lo que altera los programas, lo que trastorna los planes mejor elaborados, es la materia bruta que se rebela contra la inteligencia y la estrangula.” (Gramsci, 2017: 19).[1]

La inacción de los indiferentes forma parte del contingente social que permite la continuidad del poder y del mantenimiento del statuo quo, pero en el sistema son otros muchos los actores subalternos que lo sostienen y alimentan. Un sistema totalizante como el capitalista ha creado una inmensa red de procesos de subordinación formal y real del trabajo que genera riqueza que es privatizada, así como en las desiguales relaciones mercantiles que contribuyen a la reproducción de la polaridad e iniquidad social, procesos en cual están insertas gran parte de las naciones occidentales.

De este modo, las afirmaciones expresadas mucho antes de David Ricardo, que son los trabajadores la fuente de la riqueza y poder, se confirman por doquier. Así, en las labores productivas, la riqueza empresarial es creada por quienes desprecian, odian y explotan; o de los trabajadores privados y del Estado que son compelidos a envilecer los servicios públicos y financieros que violentan derechos sociales; o de magistrados que interpretan leyes en beneficio propio y dictaminan resoluciones contra la letra y espíritu de la Constitución y validan leyes indignas; o los profesionales en salud pública que violentan el juramento hipocrático y se coluden corruptamente cuando atentan contra la salud y vida ciudadana; o los militares, como en el Perú, que ciegos y obedientes, violentan su propia constitución y existencia, asesinando a quienes defienden los intereses y derechos sociales y nacionales.

Las necesidades de subsistencia de los subalternos, son los medios para que los propietarios del capital y el Estado, manipulen el trabajo y los trabajadores para crear colaboradores y cómplices, así como indiferentes, aun cuando son los subalternos del mundo quienes sostienen el sistema imperante.

La indiferencia y cinismo del poder clasista no ignora la situación y condición de los explotados, por el contrario, son sus intencionados causantes. La pobreza es el medio para someter y dividir salarialmente a las poblaciones trabajadoras, así como la indiferencia estatal es protagonista de la creciente desigualdad social al liquidar las políticas públicas y privatizar los servicios públicos y recursos nacionales. La práctica estatal totalitaria obstruye y niega a los trabajadores el pensamiento y la actuación propia y original, para ser obligados a asumir como propia la del poder. La indiferencia creada por el poder despoja a las personas de lo propio, de su identidad social para subordinar totalmente del sujeto colectivo.

La indiferencia social del poder es un absurdo, imaginar que los gobernados son ajenos del gobierno, es una concepción totalitaria y de ignorancia extrema de un poder que se cree omnipotente, capaz de dominar y explotar eternamente. La ilusa e impotente autosuficiencia totalitaria, cree poseer las capacidades para sacrificar eternamente derechos sociales y nacionales para beneficio propio, clasista y de cómplices. En la historia de la humanidad ningún poder totalitario ha poseído tales capacidades ni han perdurado. Los anhelos democráticos de los pueblos liquidan los sistemas autoritarios.

[1] Palabras duras, pero están descontextualizadas, el breve escrito de Gramsci fue elaborado en febrero de 1917, hace más de un siglo, tiempo y situación muy distinta al presente, citado para la reflexión ante la creciente indiferencia en el presente globalizado. (Odio a los indiferentes. Editorial Planeta).

¿Marxismo cultural o neoliberalismo disfrazado?

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez Núñez

En las últimas décadas, los movimientos por los derechos sexuales y de género han logrado avances significativos dentro de las sociedades occidentales. La visibilidad de las comunidades LGBTQ+, la reivindicación de los derechos de las personas trans y el debate sobre la diversidad de identidades han ocupado un lugar central en la esfera pública, impulsando cambios legales y sociales en algunos países. Sin embargo, más allá de estos hechos, surge una pregunta incómoda: ¿en qué medida estas luchas han sido absorbidas o parte del sistema dominante, convirtiéndose en herramientas funcionales para su perpetuación? Más aún, ¿cómo se relacionan con una estrategia geopolítica e ideológica (imperial) de largo alcance contra el mundo no occidental diseñada desde los centros de poder occidentales?

La llamada revolución sexual y de género no surgió de manera espontánea ni fuera del marco de las dinámicas de poder globales de su época. Por el contrario, su desarrollo ha sido impulsado y vendido como un paso más hacia el progreso, la libertad individual y la igualdad real. Eso sí, una “revolución” centrada exclusivamente en el individuo y su identidad, que no altera la estructura real del poder y deja de lado los aspectos colectivos que podrían haber desafiado al sistema capitalista.

Este enfoque individualista, entiéndase, de raíz estrictamente liberal, responde a una lógica promovida por los aparatos de inteligencia de los centros de poder occidentales, particularmente durante la Guerra Fría, como parte de una estrategia geopolítica más amplia. Al ensalzar la libertad individual —entendida como la capacidad de expresión personal, identidad y consumo—, se construyó un discurso que contrastaba directamente con los ideales colectivos y materialistas del comunismo soviético.

La lucha por los derechos individuales, especialmente en temas de género y sexualidad, se convirtió así en una herramienta ideológica para demostrar la supuesta superioridad moral de las libertades del “mundo libre” frente a los modelos comunistas. El mensaje era claro: en las democracias capitalistas, las personas tienen libertad para ser quienes quieran ser, mientras que en los regímenes socialistas esta diversidad estaría reprimida. Esto permitió desviar el foco de atención de las jóvenes generaciones sobre las desigualdades económicas y sociales que también existían (y existen) en las democracias liberales para evitar que se convirtieran en fervientes militantes socialistas y guerrilleros. En aquel momento el ejemplo de Fidel Castro y el Che Guevara era algo que no podían permitir que se propagara en las juventudes disidentes, especialmente en los Estados Unidos y algunos países de Europa.

El capitalismo, con su extraordinaria capacidad de absorción, transformó estas luchas en oportunidades económicas y narrativas funcionales al sistema. Posteriormente las demandas de las comunidades LGBTQ+ por reconocimiento y derechos fueron rápidamente integradas en el mercado global. Desde las campañas publicitarias en el Mes del Orgullo hasta la creación de productos y servicios para estas comunidades. La diversidad se convirtió en un nicho rentable que genera millones al patriarcado, así como a muchos hombres heterosexuales blancos, que, desde los ojos de estas comunidades, son algo así como el mismo diablo.

Sin embargo, esta “integración” no cuestionó ni alteró las bases del sistema, ya que de marxista tiene poco. Como resultado, las conquistas en materia de derechos sexuales y de género no han afectado las desigualdades estructurales. Un pobre que es trans sigue siendo pobre; su identidad puede ser reconocida, pero su posición económica permanece inalterada. En este sentido, la inclusión se convierte en una forma de control simbólico o lo que el filósofo Byung Chul Han llama psicopolítica (control mental): se otorgan derechos parciales que no alteran el statu quo, mientras las jerarquías económicas y sociales permanecen intactas.

La promoción de esta revolución individualista de corte neoliberal, frecuentemente catalogada como «de izquierdas» o incluso como «marxismo cultural» por parte de la extrema derecha, simplemente por no alinearse con valores conservadores o tradicionales, debe entenderse como una extensión posmoderna de la estrategia de Occidente para debilitar el comunismo durante el siglo XX. Esta narrativa, sin embargo, ignora un aspecto fundamental: tanto el liberalismo como el comunismo son ideologías nacidas de la modernidad, profundamente materialistas y con poca o ninguna conexión con lo espiritual.

Mientras el comunismo niega cualquier posibilidad de una realidad más allá de las relaciones de producción y el conflicto de clases, el liberalismo eleva al individuo y a su razón autónoma (voluntad) al nivel de un dogma casi sagrado. Es precisamente esta exaltación del individuo en el liberalismo lo que, paradójicamente, genera confusión en los críticos que asocian las luchas por derechos individuales o la diversidad con un supuesto «marxismo cultural». En realidad, estas luchas son, más bien, una evolución lógica del liberalismo posmoderno que, en su afán de hegemonía, se apropió de ciertas demandas para acomodarlas al marco del capitalismo.

Por lo tanto, la extrema derecha no solo malinterpreta el origen de estas luchas al identificarlas erróneamente con el marxismo, sino que también pierde de vista que el individualismo que critica como «progresista» es, en esencia, un producto de la misma tradición liberal que dice defender. Esto pone en evidencia una contradicción profunda: su rechazo no es contra el individualismo per se, sino contra ciertas expresiones de este que desafían su visión conservadora del mundo, sin comprender que estas formas de individualismo también forman parte de la lógica del sistema que buscan preservar.

En los países del bloque socialista, donde la agenda colectiva y las metas del Estado se imponían sobre los derechos individuales, la diversidad sexual y de género fue históricamente tratada de forma represiva. Este enfoque, basado en la homogeneización de las identidades como parte del proyecto revolucionario, se convirtió en un punto débil que Occidente no tardó en explotar. Esta narrativa no solo reforzó al capitalismo como modelo económico, vinculándolo con conceptos de libertad personal, sino que también sirvió como una estrategia geopolítica para debilitar la influencia del comunismo en los movimientos sociales y culturales, especialmente en el hemisferio occidental. Una vez caída la Cortina de Hierro en el este, la bandera de la diversidad se convirtió en una herramienta ideológica para terminar de minar la cohesión del socialismo, asociándolo con represión en contraposición a la «libertad» ofrecida por el sistema capitalista tras el “fin de la historia”.

El resultado de esta estrategia es evidente en el presente. Hoy, muchos partidos de izquierda en Occidente, que históricamente enarbolaban la hoz y el martillo como símbolo de lucha por los derechos de los trabajadores y la transformación estructural, han desplazado esa agenda en favor de las luchas por la diversidad sexual y de género. Esto plantea una pregunta fundamental: ¿se han hecho neoliberales estos partidos sin darse cuenta?

La realidad es más compleja. En muchos casos, las luchas por la diversidad se han integrado de forma acrítica al sistema capitalista, promoviendo una agenda identitaria que no cuestiona las bases estructurales del modelo económico. En lugar de representar una amenaza al statu quo, estas luchas han sido neutralizadas, convirtiéndose en herramientas funcionales a un sistema que utiliza el discurso de la inclusión como una forma de legitimarse, mientras perpetúa las dinámicas de explotación y desigualdad.

Así, la izquierda y la social democracia occidental enfrentan un dilema: ¿pueden volver a conectar las grandes mayorías excluidas con una agenda revolucionaria integral que cuestione al capitalismo y promueva transformaciones colectivas profundas? ¿O se limitarán a enarbolar banderas simbólicas que no desafían las estructuras económicas y políticas que perpetúan las desigualdades? La respuesta a estas preguntas definirá su relevancia y su capacidad para liderar un verdadero cambio sistémico, al menos en esta parte del mundo.

Es fundamental reconocer que una revolución centrada únicamente en el individuo y promovida desde los centros de poder occidentales (financiero y tecnológico), no puede transformar las estructuras que perpetúan la desigualdad. Que las izquierdas hoy reduzcan sus luchas prácticamente a esto, no quiere decir que sean realmente izquierdas, defensoras del progresismo o garantes únicos de la justicia social.

Una verdadera agenda revolucionaria y social democrática hoy debe empezar por no negar el Estado nación o menospreciar la soberanía, la tradición propia de cada pueblo y sus valores tradicionales. Debe reforzar las luchas colectivas en favor de una educación y salud públicas de calidad, empleos y salarios competitivos y dignos para todas las personas, así como garantizar oportunidades para que cada ciudadano pueda salir adelante. También es esencial priorizar la seguridad, la protección del ambiente, la seguridad alimentaria y la construcción de un mercado con rostro humano, entender el justo equilibrio que se requiere entre estado y mercado, uno que no sea dejado en manos de especuladores ni de manipuladores de la verdad que financian campañas e imponen agendas ajenas a nuestras costumbres, dirigidas exclusivamente al beneficio de unas minorías.

En una verdadera democracia, las minorías se reconocen, se respetan y se protegen, pero nunca se puede perder de vista que el objetivo supremo no puede ser jamás el beneficio exclusivo de minorías económicas o de otro tipo. El objetivo tiene que ser el país en su conjunto, trabajando un proyecto de nación que priorice el bienestar colectivo y las necesidades de las grandes mayorías, sin sacrificar nuestra identidad, tradiciones ni los derechos fundamentales de todas las personas.

Tocar fondo

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Una publicación de un querido amigo guatemalteco hacía la comparación del comportamiento del entorno en las finales de fútbol tanto en su país como en Costa Rica. Se refería a las celebraciones que sin violencia se desarrollaron en el estadio Mario Camposeco, sede del equipo Xelajú, flamante campeón con su sétima copa obtenida.

Mientras tanto, colocaba una imagen de los bochornosos actos ocurridos a gran escala en la final del fútbol costarricense recientemente desarrollada.

En respuesta a su post, algunos comentarios se apresuraron a recordar cuánto sentimiento de superioridad hemos mostrado los costarricenses a lo largo de la historia, tal vez por el desarrollo institucional que fuera fortaleza durante décadas, tal vez por la ausencia de ejército, tal vez por la construcción idílica y fantasiosa del eje democracia-paz-estabilidad.

Quisiera detenerme en el segundo de los enunciados.

Hasta hace poco, la narrativa de paz como emblema se sostenía. Y era sostenida e impulsada por los grupos hegemónicos a quienes les interesaba diseminar esa noción fantasiosa de la horizontalidad en las relaciones sociales, la ausencia de conflictos bélicos a la usanza centroamericana, la posibilidad de los pactos sociales y las transiciones políticas sin mucho desorden y con un alto control social.

Esta narrativa era diseminada sin problemas por los diferentes estratos y grupos sociales. Había un proyecto en el que La paz narrativa y La Paz en la práctica eran valores universales en una sociedad como la costarricense.

Esto ha cambiado porque las reglas del juego sociopolítico han cambiado. A los grupos hegemónicos no les interesa ya sostener esa premisa tan identitaria de un proyecto que fue asumido por el colectivo de una forma pasivo-agresiva.

Los intereses de esos grupos no están en el país. Y sus interlocutores ya no son los voceros de los partidos políticos.

Más de 112 grupos criminales operan en Costa Rica y son ellos los que controlan los territorios, las agencias individuales, las microeconomías familiares de quienes han sido excluidos por un sistema económico y político que por más de 40 años ha avasallado al ser humano y su esencia.

Las reglas del juego democrático son otras. Otra la interfaz que dibuja un escenario quebrantado, vulnerable, a punto de tocar fondo si no es que ya.

Quiero hacer aquí una precisión y una disculpa conceptual. Durante muchos años en mi ejercicio sociológico utilicé la expresión “Costa Rica se está centroamericanizando” para hacer referencia al aumento de la violencia y la desigualdad, dos ideas precursoras con las que alguna vez se construyó eso que llamábamos los académicos “la excepcionalidad costarricense”.

Es decir, en ausencia de violencia y siendo uno de los países con menos desigualdad a nivel regional, podríamos ver por encima de los hombros a nuestros vecinos. Y si, con tono de superioridad, racismo y burla.

Qué daño nos hizo la idea de la excepcionalidad. Porque si para afuera lo éramos, hacia adentro el germen de la violencia y la ruptura de la convivencia y la igualdad imaginada, empezaba a cristalizar un nuevo proyecto social basado en la competencia, el individualismo y la construcción de un enemigo social interno, que ha erosionado nuestras formas más básicas de coexistencia comunitaria.

Acabamos de pasar una semana de terror en esta materia. El bochorno sin comparación vivido en el Estadio Alejandro Morera Soto debe ser leído en una clave más amplia. Si la base material está quebrada, la dimensión sociocultural está aniquilada. Ya no sabemos cómo divertirnos ni a nivel subjetivo ni colectivo. No sabemos respetarnos. No sabemos convivir.

Si para pasarla bien debemos acudir a la violencia contra el otro; si para divertirnos debemos asistir a la muerte de dos caballos en un desfile de caballistas, es porque inexorablemente hemos tocado fondo.

Trato de encontrar una fecha significativa en la cual podamos colocar un diálogo nacional para revertir esto.

Se me ocurre 2025: el primer cuarto de siglo de una época absolutamente disruptiva. Aprovechar este momento porque del fondo no salimos si no apalabramos en la enfermedad social, económica y cultural en la que nos hemos convertido.

Ay don Ottón

Manuel Delgado

Según el economista Ottón Solís, en autos conocido, los gobiernos como el de Trump y Chaves podrían no cumplir ninguna de sus promesas de campaña y no se verían afectados en su popularidad. Su fuerza radica en otra parte. “Este tipo de políticos, afirma, son populares porque son voceros de los enojos que una buena parte de la población tiene contra todo lo que perciben como causante de su situación”.

Mucho se ha debatido acerca de por qué Chaves sigue siendo tan popular pese a que no ha hecho nada, y me parece que don Ottón da en el clavo. La fuerza de nuestro presidente se debe a la debacle de los demás, se debe a que la población se siente decepcionada de todos los demás políticos y de su discurso.

La fuerza de su política es que Chaves se presenta como el presidente del antisistema. Las debilidades de los otros, incluida la izquierda, es que son concebidos como los defensores del sistema, de un sistema detestable por muchas razones.

En primer lugar, porque es un sistema de desigualdad y de corrupción, donde los empleados rasos viven en pobreza o muy cerca de ella mientras los altos cargos devengan salarios incontrastables (superiores a los de sus homólogos de otros países); donde los costarricenses normales sufrimos más que disfrutamos de pensiones miserables mientras un grupito se ha ideado un régimen de lujos; mientras los costarricenses de a pie sufrimos de la ineficiencia de las instituciones, de su burocratización, del poco acceso a la educación de calidad; y así muchos etcéteras.

Y ese sistema es defendido por esos partidos que los han creado y también por el partido de don Ottón, el PAC, quien por ocho años ejerció un poder que solo dejó cifras en rojo en todos los campos.

No me digan que cambiar un sistema no es fácil, sobre todo si no se quiere echar al niño con el agua sucia, es decir, si se resguardan los derechos conseguidos por décadas de gran esfuerzo. Claro que no es fácil. Pero todo partido que mantenga su apoyo acrítico a ese sistema, que no se proponga un cambio rupturista, es decir, la ruptura de este sistema y su sustitución por otro, todo partido así, digo, está destinado al fracaso.

El PAC surgió, en medio de un gran entusiasmo, por cierto, porque ya estábamos hartos del bipartidismo corrupto. Nació de la decepción. Pero desdichadamente ese bipartidismo corrupto se convirtió muy pronto en tripartidismo corrupto, y esa triple decepción, esa triple tomada de pelo, sumió el pueblo en enojo, en la ira, en el deseo de venganza. “Dado que esa mayoría no tiene un micrófono o una cámara de TV para expresar su rencor contra los supuestos (o reales) culpables, se desahoga con el agresivo vocabulario de los Trump y los Chaves dirigidos a las élites de las instituciones, la prensa, los negocios y del resto de la política (el establishment)”, señala don Ottón. Nada más cierto. Por el pueblo llano aplaude la chabacanería, los insultos, los improperios, porque ese lenguaje soez representa lo que nosotros quisiéramos decirles a esos detentores del estatus quo.

Hay una arista más que señala el fundador del PAC como “la promesa incumplida que resultó ser el neoliberalismo”. ¿Promesa incumplida? En realidad se trató de la aplicación consecuente, hasta el fondo, del neoliberalismo.

No se puede olvidar que durante mucho tiempo los gobiernos fueron introduciendo o haciendo intentos por introducir esa filosofía, la filosofía de la selva. Pero circunstancias diversas, en especial la resistencia popular (recordemos la lucha entra el Combo), impidieron su puesta en marcha más allá de cierto límite profiláctico.

Fueron los gobiernos del PAC, especialmente el segundo, sospecho que con un decidido apoyo de don Ottón, el que pisó el acelerador hasta el fondo.

Cinco grandes proezas del PAC: desarmar años de esfuerzos por crear una ley procesal laboral moderna; aprobar un plan fiscal que nos puso a los pobres a tributar hasta por el aire que respiramos; someter al país a la camisa de fuerza de la regla fiscal con el fin de reducir servicios públicos y empobrecer salarios; someter al sector público a una homogenización que viola los derechos de cada sector de trabajadores y crea un estado centralista y corporativo (ley de empleo público).

Todo ello ha demostrado ser un enorme fracaso. El más grande de todos es la caída del caudal electoral del PAC a menos del 1% de los votos, una “proeza” única en el mundo. Pero esa Costa Rica que el PAC nos heredó sí ha abierto a Chaves, traído por el PAC desde el Banco Mundial, las puertas de su acción antipopular y privatizadora.

Frente a esta pesadilla que vivimos y otras que nos vaticinan, se habla mucho de la unidad de los buenos. Sí, esa es la fórmula: unirnos contra el neoliberalismo y sus apóstoles. Pero esa unidad no puede ser a cualquier precio. En primer lugar, no puede ser la unidad para regresar el poder a los que ya han estado allí. Debe ser una unidad que abra una nueva época que conduzca a un cambio profundo del sistema político, social y económico.

Al menos creo que esa unidad debe proponer volver la institucionalidad a su estado de 2018. Es decir, aprobar la ley procesal laboral, eliminar el plan fiscal, eliminar la regla fiscal, mandar al museo la ley de empleo público.

Pero además, debe proponer fórmulas jurídicas que protejan el sindicalismo, las huelgas y las convenciones colectivas y realizar una primera distribución de emergencia de la riqueza, que eleve salarios y pensiones ipso facto.

You may say I’m a dreamer. Espero vivir muchos años y, al final, morir así, como un dreamer.

La abolición del ejército en Costa Rica: ¿Un hecho humanista?

Por José Rafael Quesada J.

El 1 de diciembre de 1948 tuvo un antes y un después en la historia de Costa Rica y del mundo. En un acto de grandeza que excede lo político, José Figueres Ferrer, líder de la Junta Fundadora de la Segunda República asumió la resolución de abolir el ejército como institución perenne. Un acto que posteriormente fue avalado por la Constitución de 1949, que no solo simbolizó el hecho institucional, sino que también fue el acto fundacional para lograr la transformación cultural política o económica que la instauración de una nueva imagen de un cierto humanismo criollo -y hasta ingenuo- iba a traer consigo, una posible centralidad en el ser humano, el desarrollo un país en paz y el rechazo a la violencia estructural con ribetes socialdemócratas, que se empezaba a esbozar por todo el mundo no alineado como llamaron en otras latitudes.

El ejército antes de 1948: Violencia, exclusión y desigualdad

Antes de su abolición, el ejército costarricense representaba una institución débil y lejos de las necesidades humanas de la población. Su limitado poder de fuego y su uso como aparato de represión en conflictos internos se alejaba de su objetivo de proteger a la ciudadanía. Más bien, contribuyó a perpetuar desigualdades y hacer añicos la confianza social en el Estado.

Durante la Guerra Civil de 1948, el ejército no respondió como un garante de estabilidad política, su existencia contribuyó a agudizar la división entre los sectores de la clase política en el poder y las aspiraciones de justicia democráticas del pueblo. Pero este periodo de crisis también representó que el cambio era posible. La abolición del ejército no solo fue una respuesta en medio de toda esta situación, fue la intencionalidad de algunos que quisieron aprovechar una oportunidad de sostener la voluntad política sin las armas y aprovechar para construir un Estado sin violencia, propiciando espacios para el desarrollo humano con mayor dignidad. Fue el “imperio de las circunstancias”.

La Resolución de la Abolición del Ejército: Un Acto de Humanismo Radical

No sólo el hecho de abolir el ejército en un Cuartel Bellavista significó un símbolo de liberarse de estructuras de poder no deseadas para Costa Rica; también abrió un camino que no es otra cosa que una orientación hacia un modelo social que priorizara el satisfacer necesidades de las personas en la toma de decisiones. Luego como todos los actos humanos se diluye en los juegos de poder de los sectores poderosos, porque “comida que no se vigila se quema en el camino…”.

Este acto no tuvo límites territoriales, sino que ofreció al mundo otra interpretación: las de la nación que opta por la diplomacia, el diálogo y por invertir en su población en desmedro de perpetuar la violencia estructural o represiva que imperaba en la década de los años 40 del siglo pasado.

En el contexto de la Guerra Fría nuestros países tenían referentes solo para que se armaran hasta los dientes. Costa Rica tomó una dirección opuesta: un acto con impronta de la valentía de la época, que reorientó la lógica del enemigo en las prioridades de la propia nación, apostando por el bienestar social.

Un Nuevo Modelo de Cultura: La Paz como parte del sentido de la identidad

La carencia de ejército devino en una parte de la identificación del pueblo costarricense, una manifestación palpable de la posibilidad de una resolución de los conflictos sin violencia. Este compromiso cultural asociado a la paz es una resonancia de las formas de humanismo, que rechaza la violencia como forma de relación y que hace propio de la esencia solidaria en el área social, hasta que las tendencias neoliberales toman el control de los gobiernos y de las perspectivas de una involución en el social que afecta muchas áreas de quehacer del Estado.

El orgullo que siente el costarricense por no poseer ejército, tiene su lugar en la lectura política del momento y en al menos 25 años posteriores, promoviendo un Estado que se empoderara hacia la igualdad, la justicia y el fortalecimiento de las instituciones democráticas; de esa forma Costa Rica se avizoró como una nación de algo que puede avanzar en posiciones de alguna forma humanistas, representando en varios momentos históricos que la paz no se trata de un ideal sino que es una dificultad a superar en la práctica pero posible.

Recursos para la Vida: Del Armamento al Bienestar

La eliminación del ejército permitió liberar recursos económicos y humanos que fueron incorporados a recursos vitales. Estas inversiones hicieron que Costa Rica pudiera implementar un modelo de desarrollo humano en el que se ejemplifican los principios del nuevo humanismo:

1. Salud: La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) se estructuró como una de las instituciones del acceso universal a atención en salud humana digna e igualitaria.

2. Educación: Desde el aprendizaje de la lectura y la escritura y el acceso a la educación universal, hasta el empoderamiento de nuevas generaciones, ampliar oportunidades y crear una ciudadanía crítica y solidaria.

3. Vivienda y agua potable: Programas sociales que redujeron la desigualdad favoreciendo el respeto del derecho humano de tener un hogar y el acceso a recursos básicos.

4. Mitigación de la pobreza: Transferencias monetarias directas y programas de desarrollo social y comunitario que lograron cerrar las brechas sociales, contribuyendo a la igualdad.

5. Producción de energía: se da un paso adelante en la producción de nuevas energías a partir de la hidroeléctrica y telecomunicaciones para toda la población.

6. Inclusión social: El desarrollo de carreteras y acueductos lograron conectar arriba de todo a las comunidades más aisladas, alcanzando la cohesión social. Y un punto más,

7. El de la protección de la casa del ser humano: el desarrollo y articulación de una estrategia de protección del medio ambiente y base para el turismo de varios tipos, generadores de otro tipo de riqueza para varias generaciones.

Estas inversiones, de acuerdo con los valores solidarios transformaron el país, a través de la cooperación y el bienestar colectivo por encima de la competencia y la dominación. Una decisión que nos permitió construir un modelo de Estado, el cual se encuentra en crisis en la actualidad, pero fue una buena decisión al final.

Diplomacia y Derecho: Una respuesta no violenta de reparación de conflictos

Sin ejército, Costa Rica mostró que se puede encontrar una salida a las disputas internacionales sin recurrir a la violencia. Las disputas fronterizas, como la situación de la Isla Calero con Nicaragua, se resolvían por la vía del derecho internacional y las instancias diplomáticas, mostrando que la paz es una poderosa y efectiva herramienta poderosa y eficaz.

Esta perspectiva reafirma una ética de tipo no militar, que tiene mucho que ver con la ética humanista de priorizar la inversión social, educativa, en sanidad y calidad de vida, lo cual también nos va acercando a un tipo de humanismo y la cooperación solidaria, incluso en escenarios de conflicto.

Conclusión: Un Legado de una perspectiva Humanista para el Mundo

La abolición del ejército en Costa Rica no es solo un hecho histórico, se convierte en una declaración de principios que resuena con las proclamas del nuevo humanismo. Es un símbolo de que es posible construir sociedades más humanas y solidarias si destruimos las estructuras de violencia y redistribuimos la riqueza, el mismo concepto de bienestar.

Y hoy en día Costa Rica es un faro de esperanza para el mundo, una nación que evidencia que la paz y el desarrollo humano no solo son deseables, también son posibles, aunque obliguen a revisarlo de forma constante. Nuevamente “comida que no se vigila, se quema en el camino”

La enseñanza es clara: cuando el ser humano es el centro de las decisiones políticas, el futuro se llena de posibilidades.

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2024/12/la-abolicion-del-ejercito-en-costa-rica-un-hecho-humanista/

MUSADE en sus 38 años transformando el dolor en empoderamiento para las mujeres

Enid Cruz Ramírez
Fundadora y coordinadora general de MUSADE
Fundación: 6 diciembre 1986

Este 6 de diciembre, MUSADE conmemoró 38 años de trabajo incansable en favor de los derechos de las mujeres. Fundada en 1986, en un contexto de profundas desigualdades y discriminación, la organización nació como una respuesta de base para combatir las opresiones que silenciaban y limitaban a las mujeres en Costa Rica.

Desde entonces, MUSADE ha sido mucho más que una organización: ha sido un refugio y un espacio de acogida para las mujeres que enfrentan violencia, desigualdad y exclusión. Aquí, el dolor ha encontrado consuelo, y las voces que alguna vez fueron silenciadas han florecido en mensajes de lucha y esperanza.

En un periodo en el que la violencia contra las mujeres era invisibilizada y la discriminación era parte del día a día, MUSADE rompió esquemas. Se posicionó como un referente, no solo para atender a las mujeres víctimas y sobrevivientes de violencia, sino también para empoderarlas, educarlas y acompañarlas en el proceso de reconstrucción de sus vidas. Ha sido un espacio de aprendizaje colectivo, donde cada mujer ha fortaleció su capacidad para desafiar las estructuras de opresión.

Retos a lo largo de 38 Años

A lo largo de estas décadas, MUSADE ha trabajado en múltiples áreas: prevención de la violencia de género, salud sexual y reproductiva, liderazgo comunitario y fortalecimiento de redes de apoyo. Ha contribuido a la creación de políticas locales que promuevan la igualdad de género y ha llevado adelante proyectos que benefician directamente a las mujeres en las diferentes regiones del país.

Entre sus mayores logros, destaca su capacidad para formar lideresas comunitarias, impulsar políticas públicas inclusivas y convertirse en un actor clave en la lucha por los derechos de las mujeres a nivel nacional. No obstante, MUSADE también enfrenta retos importantes:

  1. Sostenibilidad financiera: Como muchas organizaciones de base, asegurar recursos económicos constantes para continuar con su labor es un desafío permanente.
  2. Persistencia de la violencia de género: A pesar de los avances, la violencia sigue siendo una realidad para miles de mujeres, exigiendo que las estrategias de atención y prevención se adapten a contextos cada vez más complejos.
  3. Desafíos culturales y sociales: Romper con estereotipos de género y arraigos culturales sigue siendo una tarea urgente, especialmente en comunidades donde las desigualdades están profundamente enraizadas.
  4. Acceso a la tecnología y nuevos enfoques: En un mundo digital, MUSADE debe seguir integrando herramientas tecnológicas para amplificar su mensaje y llegar a nuevas generaciones de mujeres.

Una casa de empoderamiento

MUSADE ha sido y seguirá siendo un faro para aquellas mujeres que buscan transformar su realidad. Más allá de ser una organización, representa una red de sororidad, un hogar donde las historias se entrelazan, los miedos se superan y los sueños cobran vida. Su compromiso con la justicia social y la igualdad sigue siendo inquebrantable.

Celebrando el legado y mirando al futuro

En su 38 aniversario, MUSADE reafirma su misión de ser una voz para las mujeres, un espacio de aprendizaje y una plataforma para el cambio. Este aniversario no solo es un momento para celebrar lo que se ha logrado, sino también para recordar que la lucha por la equidad de género es un camino que sigue demandando esfuerzos colectivos.

MUSADE invita a la comunidad a ser parte de este legado, a unirse en la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y libre de violencia para todas las mujeres.

¡Felicidades, MUSADE, por 38 años de transformar vidas y construir esperanza!

El sistema educativo de secundaria en Costa Rica enfrenta una crisis estructural: urgen transformación necesaria

Un informe reciente revela una grave crisis en el sistema de educación secundaria en Costa Rica, que requiere una intervención inmediata para evitar mayores desigualdades y garantizar el futuro académico de miles de estudiantes. El Informe de Auditoría sobre la Eficiencia y Eficacia del Servicio de Educación Secundaria Académica Diurna 2024 presenta una caída en las tasas de aprobación de los estudiantes: pasó del 75,5%, en 2021, al 71,5%, en 2023. Este descenso refleja deficiencias estructurales que han sido ignoradas por años y que afectan directamente la calidad de la educación secundaria.

Entre los problemas identificados, se destacan las desigualdades en el acceso a recursos educativos, que impactan principalmente a los estudiantes de liceos rurales y en condiciones socioeconómicas desfavorecidas. La falta de inversión en infraestructura escolar y tecnología educativa, junto con una escasa capacitación docente—más del 57% de los profesores recibieron menos de 10 horas de formación anual entre 2021 y 2023—agravan la crisis. La consecuencia de estos problemas es clara: estudiantes mal preparados para el mercado laboral y con una formación insuficiente para afrontar los desafíos del futuro.

Para revertir esta situación, el Centro de Investigación y Docencia en Educación (Cide) de la Universidad Nacional (UNA) hace un llamado urgente a adoptar medidas estratégicas. Entre las acciones recomendadas, se incluyen:

  • Reformar el currículo para integrar habilidades técnicas y competencias críticas que fomenten el pensamiento analítico.
  • Aumentar la inversión en infraestructura y tecnología educativa, especialmente en las zonas rurales.
  • Mejorar la capacitación continua de los docentes para asegurar su preparación frente a los retos educativos actuales.
  • Fomentar la participación activa de las comunidades en el proceso educativo y asegurar recursos adicionales para estudiantes en situación vulnerable.

El Cide recalca que, sin una intervención estructural y sostenida, la brecha de desigualdad en el acceso a una educación de calidad se ampliará, lo que a largo plazo afectará la cohesión social y el desarrollo económico del país. “La necesidad de transformar el sistema educativo es urgente para asegurar que todos los estudiantes, sin importar su origen o ubicación, tengan las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo”, mencionó Susana Jiménez Sánchez, vicedecana del Centro.

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

La magia navideña: reflexionando sobre la violencia simbólica en narrativas infantiles

En medio de la celebración de la época navideña, San Ramón se viste de luces y fantasías, recreando escenarios tradicionales llenos de princesas y cuentos mágicos. Sin embargo, esta narrativa, aparentemente inocente, encierra una dimensión crítica que debemos abordar: la violencia simbólica que perpetúa roles de género estereotipados y puede normalizar dinámicas de abuso y desvalorización desde la infancia.

La violencia simbólica: una introducción

La violencia simbólica, según el sociólogo Pierre Bourdieu, se manifiesta a través de acciones, discursos y representaciones que refuerzan las desigualdades de poder entre hombres y mujeres. En este caso, los estereotipos de princesas, vinculados a la pasividad, la dependencia y la belleza como única virtud, perpetúan una estructura social que condiciona las expectativas y comportamientos de niñas y mujeres.

Desde temprana edad, las niñas son socializadas en roles que priorizan su apariencia y obediencia, mientras que los niños reciben mensajes que validan su autoridad y autonomía. Este mensaje, que parece inofensivo, puede abrir la puerta a la normalización de relaciones desiguales y abusos. Frases como «eres mi princesita, pero si lo cuentas te conviertes en sapo» son ejemplos claros de cómo esta narrativa puede usarse para encubrir abusos y generar silencio en las víctimas.

Normativa internacional y nacional que apoya la erradicación de la violencia simbólica

Costa Rica ha avanzado significativamente en la creación de marcos normativos para prevenir y erradicar la violencia en todas sus formas, incluyendo la simbólica:

  1. Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW): La CEDAW, ratificada por Costa Rica en 1984, insta a los Estados Parte a adoptar medidas para eliminar los estereotipos de género en todos los ámbitos, incluidas las representaciones culturales y educativas.
  2. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém do Pará): Este instrumento subraya la obligación de los Estados de abordar la violencia simbólica como una forma de violencia psicológica y cultural.
  3. Política Nacional para la Igualdad y Equidad de Género (PIEG): Este plan estratégico promueve la deconstrucción de estereotipos de género en la educación, la cultura y las políticas públicas, reconociendo que estos son una raíz estructural de la violencia de género.
  4. Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres: Establece mecanismos para prevenir y sancionar conductas que perpetúan el abuso y la desigualdad, incluyendo las expresiones culturales que refuercen roles tradicionales de género.

Responsabilidad social y cultural en la construcción de narrativas

Es crucial reflexionar sobre las representaciones culturales que promovemos en espacios públicos y celebraciones. Mientras la magia navideña debería ser una oportunidad para fortalecer valores de igualdad, justicia y respeto, recurrir a imágenes estereotipadas de princesas refuerza dinámicas problemáticas. En lugar de celebrar una narrativa pasiva y dependiente, ¿por qué no crear historias que empoderen a niñas y niños, enseñándoles sobre resiliencia, trabajo en equipo y autonomía?

Además, incluir espectáculos con show de comedia cuyos chistes perpetúan estigmas y desvalorizan a las mujeres contradice los principios de igualdad y respeto que Costa Rica, como firmante de tratados internacionales, se ha comprometido a promover.

Un llamado a la acción

Es necesario que las municipalidades, instituciones públicas y organizaciones culturales asuman la responsabilidad de garantizar que las actividades y representaciones que financian sean coherentes con un compromiso por la igualdad y la erradicación de la violencia simbólica. En su lugar, podrían promoverse actividades culturales que celebren la diversidad, rompan estereotipos de género y fomenten un mensaje positivo de equidad.

La magia navideña no necesita de princesas que atrapan a las niñas en roles limitantes, ni de chistes que desvalorizan a las mujeres. Lo que necesita son mensajes de esperanza, empoderamiento y respeto, para construir una sociedad donde cada niña y niño puedan soñar con ser quienes quieran ser, sin restricciones impuestas por narrativas anticuadas.

Este artículo busca invitar a una reflexión crítica sobre las decisiones culturales y sociales que tomamos como comunidad, y cómo podemos construir espacios libres de violencia simbólica, que fomenten una verdadera igualdad desde la infancia.

San Ramón, 3 de diciembre, 2024

Enid Cruz Ramírez, Coordinadora general de MUSADE

Honrar la vida

Discurso de graduación Facultad de Ciencias Sociales Universidad Nacional (noviembre 2024)

Por Memo Acuña

Cerramos un año relevante para la Facultad de Ciencias Sociales, al celebrar nuestros primeros 50 años de vida, aportando al desarrollo de la sociedad costarricense en su conjunto. Por eso, esta graduación es muy significativa toda vez que ustedes serán recordados, queridos y queridas estudiantes, como la generación que acompañó a nuestra Facultad en esa hermosa celebración.

En marzo anterior, al iniciar con una clase inaugural la programación de actividades que nos acompañaría a lo largo del año, nuestra querida Arlette Pichardo nos recordaba el valor de la alegría como motivación constante en un mundo vertiginoso, lleno de cambios y desafíos en el que las Ciencias Sociales son absolutamente pertinentes, indispensables, necesarias.

Hoy, la alegría se manifiesta en la culminación de un esfuerzo que deberá recordarse siempre y será la emoción que guie su caminar en su vida personal, familiar y laboral. Eso, la alegría de permanecer y transcurrir.

Debo permitirme en este día, en este acto significativo, hacer un reconocimiento a las familias de quienes están hoy aquí recogiendo el fruto de su esfuerzo. Son ustedes, ese núcleo importante, los que sostienen el afán y el maravilloso acto de transitar en el conocimiento y la formación. Mi admiración profunda y sincera.

Para hacer este homenaje, tanto a ustedes graduandos y graduandas como a sus familias y amigos, quisiera convocar de manera muy especial a Sandra Mihanovich. Tal vez ese nombre no les diga mucho, pero si les cuento que es la autora de esa hermosa canción “honrar la vida”, ya sabrán el significado que para mí tiene hablar con su letra, utilizarla también para hacer un sencillo pero sencillo homenaje a quienes en este momento no están con nosotros por alguna razón.

Su energía, su paz, su esfuerzo rondan también esta sala a la que hoy acudimos con entusiasmo. Para ellos, ellas, mi pensamiento, mi abrazo.

Dice la autora que “eso de durar y transcurrir, no da derecho a presumir, porque no es lo mismo que vivir, honrar la vida”. La vida se honra en cada acto de nobleza, en cada acción dignificante, en cada gesto de humildad.

Con este título en sus manos, el primer mandato que quiero solicitarles es que sus acciones sean ejemplo de nobleza, dignidad y sobre todo y ante todo, humildad. Sean humildes para transitar, permanecer, honrar la vida.

Continúa Mihanovich diciéndonos: “Hay tantas maneras de no ser, tanta conciencia sin saber adormecida”. A lo largo de todos estos años de estudio, ustedes queridos graduandos, queridas graduandas, fueron construyendo una memoria, un ritual de la constancia, pero sobre todo un hacer consciente del mundo que les tocó vivir.

Por eso, la segunda solicitud que les hago es que continúen siendo a través de una actitud vigilante, despierta, cuestionadora.

“Merecer la vida no es callar y consentir tantas injusticias repetidas, es una virtud es dignidad y es la actitud de identidad más definida” nos advierte Sandra. Si. Eso es. No es desde el silencio que construiremos una mejor sociedad.

Esta solicitud es quizá la más aguda que les formulo. Vivimos tiempos difíciles, en los que hemos visto el flagelo de la violencia campear sin control; este año, como ningún otro, el narcotráfico y el crimen organizado nos han arrebatado a niños y niñas que quizá nunca regresen al sistema educativo. La desigualdad y la pobreza permean el proyecto de sociedad que somos.

Por eso, persistir en hacer notar la injusticia es un acto de resistencia. Les solicito entonces su voz, su acompañamiento: en silencio nunca más. Eso, queridos y queridas graduandos y graduandas, es, definitivamente un acto de amor, un acto para seguir honrando la vida.

Hoy, al salir con su título ya en sus manos y al salir a esta sociedad que les necesita con urgencia, piensen en la hermosa circunstancia, el gran privilegio que les hizo ingresar a esta universidad, permanecer, persistir, nunca darse por derrotados y derrotadas. Ese es el principal valor de un acto como el de hoy: la resistencia, permanencia y logro.

Estimadas y estimados señores que nos acompañan hoy en este auditorio. Este año las graduaciones de nuestra facultad serán especiales porque coinciden en tiempo y espacio con las celebraciones de los 50 años. Celebramos entonces.

Celebramos que nuestra Facultad gradúa 606 nuevos profesionales en distintos campos de las Ciencias Sociales. No debemos olvidar que desde las Ciencias Sociales se acompaña los desafíos que nos impone la sociedad costarricense y que ustedes hoy asumen al convertirse en los nuevos profesionales que le entregamos a nuestro querido país.

Por ello, como lo hemos dicho reiteradamente, salgan y contribuyan con su trabajo y su forma de ver la vida, a construir una nueva arquitectura de país, que es tan urgente en estos momentos. Pero en particular, permanezcan, perduren, persistan: honren la vida.

De mi parte y de parte del señor vicedecano: ¡Felicidades y muchos éxitos!

Don Nogui Acosta, la educación costarricense ya tiene su camino definido

Mujeres por Costa Rica

El 18 de noviembre pasado, en un artículo publicado por el periódico La Nación, el ministro de Hacienda manifiesta que: “La educación que debemos discutir no es la que tenemos”. Afirma además, “…la discusión sobre educación se ha centrado en defender el presupuesto en vez de concentrar esfuerzos para atender aspectos de fondo relacionados con la formación idónea que le permita al estudiantado una preparación adecuada para el complejo mundo en el que vivimos”.

Nuestro grupo de trabajo en educación del Colectivo Mujeres por Costa Rica acepta el reto de responder a la preocupación de Don Nogui con respecto a nuestra educación y sobre todo aclarar lo que él indica de que “nos agarró tarde” para definir …. “¿Qué habilidades tienen que tener los chicos hoy cuando salen (del sistema educativo)”?

Como titular del Ministerio de Hacienda don Nogui, con la venia de la ministra de Educación, en los últimos años han sido los más interesados en disminuir los presupuestos a la educación pública, sin asumir las consecuencias ni contextualizar los recortes más allá de una perspectiva de un mal concebido ahorro. Tal vez, desde esa visión, efectivamente les “agarró tarde” para hacer cambios sustanciales en la educación.

Sin embargo, Costa Rica tiene un largo camino recorrido de más de 150 años de sustentar el desarrollo de su educación en políticas educativas muy bien fundamentadas. Estas han sido políticas de Estado, firmemente ancladas en principios constitucionales que nos han permitido insertarnos en la economía global, atender y aportar al desarrollo tecnológico, sin desatender nuestra preocupación por el desarrollo humano sostenible y cultural.

En la actualidad, nuestro país cuenta con un modelo educativo innovador que integra el desarrollo de habilidades en los aprendizajes y a la vez, contamos con nuevos programas de estudio que permiten la introducción de enfoques pedagógicos novedosos, desde el nivel de preescolar hasta finalizar la educación secundaria. Esto se debe a que, nuestra formación educativa actual se basa en la Política Educativa y en la Política Curricular (aprobadas en los años 2016 y 2017) así como en otras más específicas tales como la de Educación para el Desarrollo Sostenible, la de Promoción de Idiomas, Aprovechamiento de Tecnologías digitales en Educación (PATDE), Tecnologías de la Información, la política de Educación y Formación Técnica Profesional (que incluye habilidades y competencias para el trabajo), entre otras. Todas esas políticas fueron construidas y consensuadas con diversos grupos afines y fueron debidamente aprobadas, en los últimos años, por el Consejo Superior de Educación, según consta en las Actas correspondientes y de acceso público, en el sitio WEB del Consejo. Con esos parámetros, el camino está claramente señalado y respaldado oficialmente así que, si la preocupación es realmente mejorar la educación, lo más lógico (y rentable) es seguir construyendo e innovando por los canales que son los oficialmente vigentes, y muy adecuados por cierto.

Sobre la formación por habilidades, ya eso existe. Con fundamento en la Política Educativa y conforme se especifica en la Política Curricular (Fundamentación Pedagógica de la Transformación Curricular), aprobadas en el 2015 y en el 2016, nuestra educación precisamente se basa en el desarrollo de trece habilidades agrupadas en cuatro dimensiones que hoy forman parte y se ejecutan en nuevos programas de estudio y que son:

  • las nuevas maneras de pensar(pensamiento crítico, pensamiento sistémico, aprender a aprender, resolución de problemas, creatividad e innovación),
  • las formas de vivir en el mundo(ciudadanía global y local, responsabilidad personal y social, estilos de vida saludable, vida y carrera),
  • las formas de relacionarse con otros(colaboración y comunicación) y
  • las herramientas para integrarse al mundo(apropiación de tecnologías digitales y manejo de la información).

Cada habilidad está debidamente conceptualizada en la Política Curricular. Ésta contiene además indicadores claros para monitorear el desarrollo de las capacidades en el estudiantado, a lo largo de su formación y las habilidades se profundizan desde el nivel de preescolar hasta el último ciclo de secundaria. También existen perfiles bien definidos que son desarrollados a lo largo de los nuevos programas.

Obviamente, ante esta situación, no es necesario diseñar nuevos programas de asignaturas por habilidades como don Nogui indica en sus declaraciones, pero sí es fundamental contar con presupuesto y fondos para capacitar y dar seguimiento a todo el personal docente y administrativo del país, en la aplicación e implementación de estas políticas y de los nuevos programas de estudio, y proveer también los ambientes y recursos adecuados para su implementación, así como de evaluaciones válidas y confiables. Sabemos que los cambios en educación son culturales, lentos y progresivos y requieren de financiamiento permanente. De ahí la preocupación de diversos grupos por la constante disminución del presupuesto asignado a educación.

La necesidad de apoyar la transformación curricular en proceso ha llegado también a las universidades. Fruto de un trabajo colaborativo liderado por el CONARE, varias instituciones universitarias formadoras de docentes, públicas y privadas, así como organizaciones afines, (más de diez en total), se logró establecer los marcos de cualificaciones que deben cumplir quienes siguen las diferentes carreras de educación, orientados a desarrollar las habilidades definidas en los nuevos programas que se ejecutan para la formación del estudiantado. Esos marcos de cualificaciones contienen los perfiles, criterios y otros referentes para la formación inicial de docentes, administrativos y orientadores y aseguran así una educación de mayor calidad, a tono con las políticas educativas vigentes que hoy los jerarcas del Ministerio de Educación están ignorando.

En Costa Rica tenemos claro el camino que debemos seguir para integrarnos a un mundo complejo y versátil pero, como bien sabemos, “sin cacao no hay chocolate”. Establecer una educación basada en el desarrollo de habilidades, que permitan el aprendizaje continuo (a lo largo de la vida), no es fácil. Es un cambio drástico que solo se puede lograr si se cuenta con presupuesto suficiente para apoyarlo y las condiciones necesarias para ejecutarlo. De ahí la preocupación expresada por diversos grupos por la disminución del presupuesto asignado para la educación pública.

Detener o postergar la ejecución de los cambios requeridos, cercenando el presupuesto constitucionalmente asignado a la educación, tendrá costos muy elevados en nuestro desarrollo futuro como sociedad. Por ello, nuestro llamado es a que recapacitemos, dialoguemos y nos unamos como país, para evitar un mayor deterioro educativo, ya que eso solo conduce a incrementar la desigualdad y la pobreza y compromente además el futuro y bienestar de la juventud y la niñez de nuestra querida Costa Rica.

Por el Colectivo Mujeres por Costa Rica:

Alicia Eugenia Vargas Porras 1-0362-0899
Yolanda Rojas Rodríguez 9-0012-0762
Yamileth González García 2-0246-0555
Vera V. Sancho Mora 1-0411-1454
Susan Francis Salazar 1-0721-0975
María Paula Villarreal Galera 1-1533-0586
Ana Lupita Chaves Salas 1-0455-0585
Eiliana Montero Rojas 1-0591-0052
Tania E. Moreira Mora 1-0579-0876
Virginia Ramírez Cascante 1-0543-0030
Josefina Pujol Mesalles 9-0069-0096
Melania Monge Rodríguez 1-0537-0482
Sandra Cartín Herrera 2-0343-0634
Arabella Salaverry Pardo 9-0002-0602
Margarita Bolaños Arquín 1-0407-0764
Eugenia Solís Umaña 1-0443-0132
Elizabeth Fonseca Corrales 4-0097-0783
Nora Garita Bonilla 1-0382-0064