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Etiqueta: economía

Enough is enough: El futuro es público

Tras el lanzamiento del manifiesto colectivo sobre los servicios públicos, y el evento «Enough is enough: El futuro es público», celebrado el 26 de octubre, queremos invitarte a un taller global para elaborar estrategias conjuntas de campaña, defensa y acción sobre los servicios públicos, ese se realizará el próximo 30 de noviembre del 2021 a las 10:00 am (Buenos Aires). 

Este taller se basará en la reunión estratégica mundial de la sociedad civil del año pasado y en los talleres regionales, como el que organizamos conjuntamente en América Latina. Esperamos concluir el taller con ideas concretas para la acción conjunta en diferentes niveles, desde el local hasta el global.

Se invita a inscríbase en el taller lo antes posible accediendo al siguiente enlace https://us02web.zoom.us/webinar/register/WN_iyP-yGpwR563Um7VtMV0hQ

Este será un evento cerrado entre aliadxs que están comprometidxs a responder a los desafíos planteados por las tendencias de privatización y financiarización y a movilizarse por los servicios públicos. Por favor, no dude en invitar a otrxs aliadxs de confianza que compartan estos valores.

Estamos muy contentxs de que el manifiesto ya haya sido respaldado por más de 150 organizaciones, y esperamos recibir muchas más firmas en los próximos meses. Por favor, no dude en compartir el manifiesto con cualquier aliadx: Manifiesto global – El futuro es público.

Este taller está organizado conjuntamente por Ayuda en Acción, el Centro de África Oriental para los Derechos Humanos (EACHRights), la Red Europea sobre Deuda y Desarrollo (Eurodad), la Iniciativa Global para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (GI-ESCR), la Iniciativa para los Derechos Sociales y Económicos (ISER), Oxfam, la Sociedad para el Desarrollo Internacional (SID), la Internacional de Servicios Públicos (PSI) y el Instituto Transnacional (TNI).

Habrá interpretación simultánea para español, francés e inglés.

¡Esperamos verle el próximo 30 de noviembre!

Economía y Elecciones en Voces y Política

El próximo miércoles 20 de octubre, a las 5:00 p.m. en el programa Voces y Política se desarrollará el tema: “Economía y elecciones”, en el marco de #UCRElectoral. Se contará con la participación de:

  • Ana Rosa Ruiz Fernández, economista ITCR, feminista
  • Fernando Rodríguez Garro. Economista UNA y exviceministro de Hacienda

Esperamos su participación en nuestras redes sociales o por medio de llamada telefónica. Teléfono: 2234-3233; la transmisión se llevará a cabo por medio de Radio Universidad 96.7 FM o por Facebook Live.

Voces y Política: La economía crece a un costo de desigualdad alto

El programa Voces y política invita al Miércoles de Coyuntura con el tema de: “La economía crece a un costo de desigualdad alto”, este miércoles 27 de octubre del 2021 a las 5:00 p.m. con la participación de Laura Martínez, directora del Semanario Universidad, periodista y profesora universitaria.

Puede participar por medio de las redes sociales o por medio de llamada telefónica. Teléfono: 2234-3233; la transmisión será por medio de Radio Universidad 96.7 FM y por Facebook Live.

Autonomía energética y alternativas desde los pueblos – video

El pasado miércoles 22 de septiembre se realizó el conversatorio “Autonomía energética y alternativas desde los pueblos”. Se contó con la participación de:

  • Alfons Pérez
  • Gustavo Castro
  • Lourdes Berdié
  • Alberto Gutiérrez – moderador

Este espacio fue organizado por la Movida Global por los Ríos y los Pueblos, la Alianza para una Vida Digna y SURCOS Digital. Se conversó acerca de la soberanía energética, la energía hidroeléctrica y las energías renovables. Asimismo, se analizaron las implicaciones que estas energías tienen para los pueblos y sus luchas, el medioambiente y se hizo referencia a organizaciones que han luchado a favor de esa causa. Se señaló la necesidad de cambiar el modelo extractivo, de generar alternativas de energías descentralizadas en manos de los pueblos y comunidades en función de las necesidades de los proyectos locales.

En el enlace adjunto puede acceder al conversatorio: https://fb.watch/8b0fDp5UJt/

Compartimos el afiche utilizado para la divulgación de la actividad:

Inflación en Costa Rica: ¿Qué es primero? ¿El huevo o la gallina?

Dr. Luis Paulino Vargas Solís
Economista / Director a.i. CICDE-UNED

Me resultó, no sé si decir jocoso o simplemente interesante, el debate que días atrás escenificaron varias diputadas y diputados con Rodrigo Cubero, presidente del Banco Central, en relación con la compra, por parte de esta última entidad, de bonos de la deuda pública en el “mercado secundario”, es decir, adquiridos, no directamente de la tesorería del gobierno, sino de gente u organizaciones (como los fondos de pensiones) que los adquirieron previamente. La cuestión giraba alrededor de si eso implicaba emisión de dinero, y se desgranaba en plañidos de tribulación y angustia, acerca de las posibles implicaciones inflacionarias que ello tendría.

Si las autoridades de los grandes bancos centrales del mundo lo oyesen, de seguro se carcajearían, tal es la ignorancia que estas discusiones evidencian. Y eso que tales personajes no son precisamente un ejemplo de progresismo y heterodoxia. Pero lo más bonito es que son supersticiones alimentadas por los economistas del “establishment”, esos que la prensa entrevista y que son los únicos a los que esas élites políticas escuchan.

EL cuento de que, al comprar bonos de deuda pública, el Banco Central emite dinero, y que al hacerlo provoca inflación, se alimenta de una fantasía cuya autoría es atribuible a Milton Friedman, y que se resume en la célebre frase: “la inflación, en última instancia, es siempre un fenómeno monetario”. Lo cual, sin embargo, elude y, por lo tanto, deja sin respuesta una pregunta muy básica: ¿qué es primero? ¿El huevo o la gallina? ¿La inflación o la emisión monetaria? En realidad, hay buenas razones para pensar que la emisión sigue a la inflación, y no a la inversa, puesto que, como ha quedado bien demostrado, los mecanismos de creación del dinero son endógenos al sistema económico.

En realidad, la inflación es mucho más que un fenómeno monetario. Puesto en cortito, habría que decir que es un fenómeno complejo. Sobre todo, tiene que ver con dos cosas: las capacidades productivas de la economía y su grado de utilización; y factores de carácter político e institucional, atinentes a las relaciones de poder entre distintos grupos y clases sociales. Todavía cabría reconocer también la influencia de factores sicológicos y socioculturales, es decir, estados de ánimo colectivos que, en diferentes momentos, son propicios o adversos, a comportamientos sociales que tienen implicaciones inflacionarias. También es factible, aunque en general menos frecuente, que se den “cuellos de botella”, es decir, situaciones de escasez de alguna o algunas materias primas o productos, que propicien limitaciones de oferta y generen presiones inflacionarias.

Vamos en orden.

Primero, en relación con las capacidades productivas reales de la economía, y el grado en el cual la demanda global es insuficiente o excesiva frente a esas capacidades productivas. En el primer caso usualmente no habría inflación, ya que el aparato productivo puede responder con relativa holgura a una mayor demanda, sin que surjan presiones ascendentes sobre los salarios ni presiones sobre la capacidad instalada que eleve los costos. En el segundo, es muy probable que sí la haya, precisamente porque, al estar muy cerca del límite máximo de la capacidad productiva, aparecen tensiones que, eventualmente, elevan salarios y costos. En la actual realidad de Costa Rica, con enorme desocupación de las fuerzas productivas, altísimo desempleo, y un nivel de producción muy inferior al potencial, no hay, por este lado, riesgo alguno de inflación. La demanda podría ampliarse e incentivar más empleo y más producción, sin generar más inflación, puesto que, como ya dije, la economía produce hoy muy por debajo de su real capacidad.

Pero, como indiqué más arriba, la cuestión se complejiza adicionalmente por razones políticas y en función de determinadas relaciones de poder, y en el contexto de particulares estructuras institucionales que, en mayor o menor grado, lo propician o desincentivan, todo lo cual se resumen en la metáfora acerca de la “espiral precios-salarios”, lo cual atiende a una pugna redistributiva entre trabajo y capital, la cual opera sobre el telón de fondo de un determinado marco institucional. Hacemos referencia, pues, a la competencia entre salarios al alza y precios al alza, los unos persiguiendo a los otros. Pero, para que ello se concrete, se necesita una fuerza de trabajo organizada en sindicatos fuertes y con capacidad de negociación, algo totalmente ausente hoy en Costa Rica, donde las personas trabajadoras están en posición de extrema indefensión frente a la parte patronal, y donde la propia institucionalidad pública, se muestra vacilante y omisa a la hora de cumplir con su cometido fundamental: defender a la parte más débil que es, obviamente, la de las trabajadoras y trabajadores. Todo esto inutiliza, y prácticamente anula, el mecanismo precios-salarios.

Como asimismo indiqué, en determinados momentos puede incidir un cierto estado de ánimo, al modo de un efecto sicológico de alcances colectivos, que se visibiliza en comportamientos inflacionarios. Es algo que tiene su dosis de irracionalidad, en cuanto comporta un “efecto imitación”, cuando cada quien cree que debe ir adonde van los demás, como al modo de un comportamiento manada. Pero, por otra parte, no es algo que surja antojadizamente, ya que usualmente ha habido o hay algo en la realidad, que potencia ese comportamiento. Fue, en parte considerable, lo que ocurrió durante la crisis de 1980-82 en Costa Rica, cuando se generalizó una sicología inflacionaria, alimentada por la devaluación caótica que entonces se experimentaba. La devaluación misma elevaba los precios de productos importados, pero, por razones de sicología colectiva, el efecto se generalizaba a todos los bienes y servicios. Se observó también a lo largo del extenso período de alrededor de 20 años, durante el cual se aplicó la política de minidevaluaciones. Como éstas se hicieron muy previsibles, asimismo propiciaron un comportamiento de anticipación y ajuste a la devaluación esperada.

Todavía quedan otras posibles fuentes que incentiven la inflación: la presión al alza de los precios internacionales de los combustibles o de los alimentos importados, por ejemplo. O, en fin, como ya lo mencioné, las situaciones de “estrangulamiento de la oferta”, cuando escasea alguna materia prima o producto.

Es entonces oportuno enfatizar lo siguiente: en contra de la superchería usual, la real explicación de la fuerte inflación de inicios de los ochenta en nuestro país, hay que buscarla, no en la emisión de dinero, sino en la desordenada devaluación y el alza de precios de productos importados, en especial los combustibles, en un contexto institucional y de relaciones de poder, en que la “espiral precios-salarios” todavía conservaba vigencia.

Toda esta mitología urdida alrededor de la emisión monetaria y la inflación, forma parte del material que construye y solidifica los barrotes de una jaula en la que Costa Rica hoy está prisionera. Es la jaula del déficit fiscal y la deuda pública, un par de espectros que aterrorizan y petrifican. Se agita la historia atemorizante de la inflación, para impedir que se haga nada que pudiera ampliar los márgenes de maniobra frente al déficit, y de este último se hace un tótem sagrado, en cuyo altar se sacrifica la vida de las generaciones actuales y de las no nacidas.

 

Publicado en el blog
https://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2021/09/inflacion-en-costa-rica-que-es-primero.html
Compartido con SURCOS por el autor.

Análisis de la estrategia de desarrollo costarricense

El Observatorio Económico y Social (OES-UNA) y el Foro Confluencia Solidaria le invitan a la presentación del libro: “Análisis de la estrategia de desarrollo costarricense. Macroeconomía de un modelo desequilibrado”. Se contará con la presentación del autor M. Sc. Francisco Esquivel Villegas y con los comentaristas Olga Marta Sánchez Oviedo y Fernando Rodríguez Garro.

El evento se realizará el jueves 23 de septiembre a las 6:00 pm por medio de Facebook Live de SURCOS Digital.

Costa Rica: El déficit fiscal no es el villano que nos pintan

Luis Paulino Vargas Solís
Economista, Director a.i. CICDE-UNED

La versión en PDF de este artículo puede ser descargada aquí: https://www.academia.edu/51437970/Costa_Rica_El_d%C3%A9ficit_fiscal_no_es_el_villano_que_nos_pintan

Resumen: este artículo busca satisfacer dos objetivos, principalmente: 1) demostrar que el proceso de recuperación de la economía y de los empleos en Costa Rica, tras el fuerte golpe inicial de la pandemia del Covid-19, es sumamente lento e insatisfactorio; 2) formular la tesis de que la persistente atonía de la actividad económica y del empleo, está fuertemente influida por la opción prevaleciente a favor de una política fiscal restrictiva, que opta por la austeridad y el recorte.

Hacia agosto de 2020, en la etapa inicial de la pandemia del Covid-19, los ingresos que el Gobierno Central recibía, caían cerca de un -12%, comparados con las cifras de un año antes (agosto 2019). En total, esa reducción alcanzaba los ₡369 mil millones. Cabría decir que, al dejar de afluir hacia las arcas públicas, ese dinero permanecía en cambio en los bolsillos del sector privado de la economía, lo cual, en aquel momento de derrumbe, era bueno.

Pero esa parte positiva del asunto jamás fue reconocida. Estruendosas, sonaron las alarmas para advertir que se avecinaban cataclismos y calamidades, puesto que, como resultaba obvio, el déficit fiscal se estaba incrementado, y amenazaba terminar el año en cifras sin precedentes de 9, quizá 10% del PIB. Al final de 2020, diferente a las estridencias amarillistas de alguna gente, terminó en 8,1%.

Y, sin embargo, tiene mucho sentido pensar que, contrario a la película de terror que nos pintaban, la ampliación del déficit fiscal más bien aportó un colchón que atenuó la caída de la economía. Baste recordar que, entre febrero y julio de 2020, se destruyeron más de 500 mil empleos, lo cual desataba fuerzas contractivas poderosísimas. La economía pudo tener un hundimiento catastrófico. Al final del año, la economía costarricense se contrajo un -4,1%, malo, sí, pero bastante menos que el promedio de -6,8% para América Latina en su conjunto, y mucho menos que el -11% de Perú, el -10% de Argentina, el -8% de México y El Salvador, y ni se diga el -17,9% de Panamá.

Acontecía que el gasto deficitario del gobierno contribuía a sostener la demanda total en la economía, en momentos en que la demanda privada se desplomaba en picada, como consecuencia de que el desempleo, que ya era muy alto antes del Covid-19, en cosas de tres meses prácticamente se duplicó, mientras centenares de miles de personas se salía de los mercados laborales. El gasto público y el déficit fiscal, tan aborrecidos por el empresariado privado, propiciaban que el golpe para sus negocios fuese menos severo de lo que pudo haber sido, y que el derrumbe de la economía no alcanzase las magnitudes de vértigo que potencialmente podría haber tenido. Eso es así, no obstante que ese efecto positivo se veía limitado -y así sigue siendo hasta el día de hoy- porque gran parte de ese déficit correspondía a pago de intereses, cuya contribución a la dinamización de la demanda es, por diversas razones, más limitado.

Y, sin embargo, al entrar en 2021 las tornas se vuelve y la tonalidad cambia. Ahora es Costa Rica la que se queda en el pelotón de retaguardia. La CEPAL estima un crecimiento promedio del 5,2% para América Latina y el Caribe en su conjunto, liderado por Perú (9,5%), Chile (8,0%) y Argentina (6,3%). Muy atrás queda Costa Rica: 3,2%.[1]

Que, en todo caso, esa tasa de crecimiento para Costa Rica es engañosa, ya que está inflada por la expansión desorbitada de las zonas francas, la cual solo tiene un efecto nimio sobre el resto de la economía, por lo que tampoco fructifica en una creación satisfactoria de empleos. Dejaré de lado ese mundo feliz de los parques industriales -el llamado “régimen especial” según lo designa el Banco Central-, y en lo que sigue me concentraré en “la otra economía”, que provee empleos a cerca del 95% de las personas trabajadoras y paga la casi totalidad de los impuestos.

La medición convencional del valor de la producción de esa “otra economía”, realizada por el Banco Central con base en el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), muestra que a lo largo del trimestre marzo-abril-mayo 2020, se sufre un desplome del -9,5%, respecto del dato de febrero de ese año. En junio empieza una recuperación que, de tan tímida y limitada, no merecería ser considerada como tal, al punto que, a junio de 2021, tras 13 meses de “recuperación”, el dato respectivo todavía está un -4,1% por debajo de su nivel de febrero 2020. En cualquier país del mundo se la consideraría una recuperación sumamente anémica e insatisfactorio. Pero aquí se nos quiere hacer creer que merece celebrarse.

Si, además, comparamos la evolución registrada a lo largo del primer semestre de 2021 con la observada en el segundo semestre de 2020, notaremos que la economía no gana impulso, no obstante el avance, gradual pero sostenido, hacia la eliminación, o, por lo menos, la reducción sustancial, de la mayoría de las restricciones sanitarias. Se suponía que ello habría de infundirle energía a la reactivación económica. No hay tal: el avance, si cabe llamarlo así, sigue siendo lento y contenido.

Quedamos, entonces, en el pelotón rezagado en materia de crecimiento a nivel latinoamericano, pero, en cambio -con tasas de desempleo que se mueven en el rango del 17-18%- lideramos los rankings del desempleo.

Todo lo cual tiene muchísimo que ver con la política fiscal (gastos públicos e impuestos) en aplicación. Las cifras que presenta el Ministerio de Hacienda para 2021, no son directamente comparables con las de 2020, porque suman un componente que anteriormente no incluían: el gasto e ingresos de los llamados “órganos desconcentrados” (OD). Sin embargo, el Banco Central realizó los ajustes estadísticos necesarios de forma que, excluyendo los OD, pudiera compararse la evolución efectiva de las cuentas del Gobierno Central. La conclusión es contundente: al mes de junio 2020, sin incluir intereses, el gasto se reduce en -7,1%. Inclusive sumando intereses, se registra una reducción de -3,5%. La parte de transferencias corrientes -las cuales son giros de dinero a instituciones diversas tales como: CCSS, universidades, FODESAF, IMAS, juntas de educación, IAFA, etc.- se les aplica un tajo de -15,5%.[2]

No obstante lo anterior, las cifras que se presentan en la página web del Ministerio de Hacienda, muestran un notable incremento en los gastos de capital (inversión). Al mes de julio, y comparadas con julio 2020, aumentan en un espectacular 42,8%. En parte, las cifras han de estar infladas por posibles gastos de capital de los “órganos desconcentrados”, los cuales, como ya indiqué, no se incluían en los datos de 2020. Pero incluso así, y en virtud del recorte brutal que se había aplicado en 2020, son números que se sitúan un -5% por debajo de las cifras de dos años atrás, o sea, las de 2019.

Pero, lo que es más importante, resulta que, hasta en el mejor de los casos, es un monto de inversión pública sumamente modesto, en el orden de 1,4% o 1,5% del PIB, cuando, en realidad, nuestro gobierno debería estar invirtiendo arriba del 4% o 5%, en planes de emergencia para la creación de muchos empleos en el corto plazo, y programas de inversión de mediano y largo plazo en áreas como el transporte público, las energías limpias, la vivienda popular y de clases medias, la infraestructura sanitaria, educativa y de cuido, la fibra óptica, acueductos, recuperación de cuencas de ríos, ciencia y tecnología. Entre tantos otros ámbitos, de similar importancia.

Mientras esto ocurre, los ingresos del gobierno dan un notable salto. Las razones son diversas, pero el caso es que, incluso con los necesarios ajustes estadísticos que, como ya indiqué, fueron realizados por el Banco Central, a junio 2021, y comparados con junio 2020, crecen un 12,6%. Lo cual pareciera ser algo positivo, pero deja de serlo en el contexto de una economía ralentizada y con altísimos niveles de desempleo. Si por lo menos esos ingresos adicionales financiaran programas de creación de empleos e inversión pública, el efecto neto sería positivo. Pero sirven exclusivamente para reducir el déficit fiscal, por lo que su impacto sobre la economía es necesariamente negativo: es dinero que se saca de los bolsillos del sector privado y son drenados de la demanda privada, sin que el sector público los devuelva al flujo de la demanda global.

Cuando, por otra parte, ha quedado claro que la relativa flexibilización de la política monetaria del Banco Central, que ha hecho descender considerablemente las tasas de interés sobre las colocaciones de créditos por parte de los bancos comerciales, ha sido insuficiente e ineficaz, tan ineficaz como ha sido la eliminación de restricciones sanitarias y la “reapertura” de la economía. En ninguno de los dos casos era de esperar otra cosa, porque en ninguno de ambos se atacan las fuerzas más profundas que frenan la economía. Todo lo cual simplemente ratifica que, sin una política fiscal enérgica, la reactivación y, sobre todo, la generación de empleos, serán mucho más difíciles y lentas.

El déficit fiscal ha devenido una especie de “pesadilla de Freddy Krueger”, en la cual hemos quedado atrapados. Es, a un mismo tiempo, el fantasma que se agita para infundir miedo, y la camisa de fuerza que nos paraliza. Lo absurdo de la situación queda mejor ilustrado, tan solo con que hagamos un somero recuento de las urgentes necesidades que nos acogotan y angustian. Pensemos tan solo en la carencia de adecuados espacios públicos -incluyendo parques, instalaciones deportivas, campos de juego y centros para la práctica del arte-, en nuestros ríos contaminados o en las limitaciones de la infraestructura de cuido para atender a la niñez, las personas mayores o las personas con discapacidad. Y, entretanto, tenemos centenares de miles de personas desempleadas.

¿No es acaso una locura que ni siquiera podamos proveer empleos temporales a esas personas para resolver ese tipo de acuciantes necesidades, mientras encuentran mejores oportunidades de empleo en las empresas?

Luis Paulino Vargas Solís, CICDE-UNED

Alajuela, Costa Rica, 7 de septiembre de 2021

Algunas cifras ilustrativas


[1] CEPAL, La paradoja de la recuperación en América Latina y el Caribe. Crecimiento con persistentes problemas estructurales: desigualdad, pobreza, poca inversión y baja productividad. Informe especial Covid-19, julio 2021.

[2] Banco Central de Costa Rica, Revisión del Programa Macroeconómico 2021-2022, San José, julio 2021, pp. 47-49.

Blog del autor: http://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2021/09/costa-rica-el-deficit-fiscal-no-es-el.html

Sindemia Covid-19: crisis económica y acuerdo con el FMI

El acuerdo con el FMI llega en un contexto de crisis, que agudizó los gravísimos problemas del empleo que ya existían desde antes de la llegada del Covid-19. Al centrar la política económica alrededor del déficit, no solo se perpetúan los problemas del empleo, con graves implicaciones para la calidad de vida de nuestra gente, sino que compromete seriamente el futuro del país.

En el ciclo de tertulias en el Bicentenario de la independencia de Centroamérica se invita al conversatorio “Sindemia Covid-19: crisis económica y acuerdo con el FMI” este miércoles 15 de septiembre, 9 a.m.

  • Modera: MSc. Paulo Coto Murillo.
  • Ponente: Dr. Luis Paulino Vargas Solís4.
  • Coordina: Dra. Marcela Pérez Rodríguez.

Transmisión por Facebook Live, en el siguiente enlace https://www.facebook.com/CICDEUNED

Personas en situación de discapacidad (PSD): Con los mismos derechos humanos

El próximo sábado 18 de septiembre de 3:30 p.m. a 5:30 p.m. el CEDI (Centro Dominico de Investigación) realizará el primer conversatorio: “Personas en situación de discapacidad (PSD): Con los mismos derechos humanos”. 

Éste pretende generar un espacio para diseñar una estrategia de incidencia ética espiritual sobre la economía de la sociedad. Se contará con la participación de:

  • María José Gallardo Médico Profesora y Especialista en Medicina Física y Rehabilitación Con Maestría Académica en Bioética

Reforma Fiscal Verde para Costa Rica

La oficina en Costa Rica de la Fundación Friedrich Ebert (FES) y el Observatorio Económico Social de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (OES-UNA) ofrecen su más reciente publicación conjunta: “Reforma Fiscal Verde para Costa Rica – propuestas para una reactivación económica sostenible.” se contará con los siguientes panelistas:

  • Fernando Rodríguez Garro
  • Olga Marta Sánchez Oviedo
  • Sofía Guillén Pérez

El seminario se realizará el día 26 de agosto del 2021 a las 4:00 p.m. por medio de Facebook Live FESAMERICACENTRAL

Costa Rica sufrió un fuerte impacto por la pandemia de la COVID-19, que hizo caer la producción, aumentar el desempleo y afectar la ya complicada situación fiscal. No obstante, previo a la pandemia se había perdido dinamismo económico, el crecimiento se había ralentizado, el desempleo ya supera los dos dígitos y la deuda pública aumentaba rápidamente. La pandemia vino a exacerbar los problemas que el país tenía, complicando el planteamiento de una solución.

Una reforma fiscal verde parte de la utilización de instrumentos de mercado para cambiar el comportamiento de las personas, frente a la producción y el consumo, de forma que se refleje en el precio de los bienes el valor de la externalidad ambiental negativa que esos bienes producen. La utilización de mecanismos de este tipo no está exenta de problemas, como la definición de la tasa a cobrar, la base imponible a utilizar y si existe capacidad de la administración tributaria para cobrarlo.

En Costa Rica, existe un impuesto a los combustibles, que no tuvo una génesis como impuesto verde y grava los distintos combustibles con tarifas diferenciadas. Asimismo, un impuesto a la propiedad de los vehículos, que arrastra varios problemas, como un monto de impuesto muy bajo para los vehículos de mayor tamaño (como buses y camiones de carga) y una metodología que reduce la carga impositiva a los vehículos de mayor antigüedad. Estos impuestos y otros cobrados al uso y adquisición de vehículos suponen una quinta parte de los ingresos tributarios, lo que provoca que el sistema tributario dependa de que se venda combustible y vehículos para sostener la situación fiscal.

Se debería pensar en una reforma al impuesto a los combustibles, que los grave en función de su potencial contaminante. Aunado a esto, gravar la propiedad de vehículos usando como parámetro su cilindrada, mejorar el impuesto a la importación de bienes ineficientes en el uso de energía, introducir un impuesto al plástico, crear una tarifa por congestión en el país, entre otras medidas. Los recursos generados vendrían a impulsar la transición a una nueva economía y la reducción de cargas sobre el trabajo.

Para inscripciones sería en el siguiente enlace:

https://us06web.zoom.us/meeting/register/tZUpde2oqD0sG9zMjdIFuaz6ESBSMPp9or7p

Luego de su inscripción, recibirá un correo electrónico de confirmación con el enlace personal y código de acceso para unirse al taller web. Si no recibe esta información o tiene alguna consulta logística, puede escribir a Carlos Ávila al correo: c.avila@fesamericacentral.org

Para consultas acerca del objetivo y el contenido de la actividad, escribir a Marco Zamora al: m.zamora@fesamericacentral.org

 

Compartido con SURCOS por Carlos Ávila.