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Etiqueta: Europa

La larga marcha de la OTAN hacia el este

Gilberto Lopes
San José, 23 julio 2024

“La expansión de la OTAN sería un error fatal”, decía el contralmirante de la marina de los Estados Unidos, Eugene James Carroll Jr., en un artículo publicado en el Los Angeles Times, el 7 de julio de 1997.

Convertido en un defensor del desarme nuclear después de su retiro, el contralmirante intervino en el debate sobre la ampliación de la OTAN hacia el este, que la entonces Secretaria de Estado de la administración Clinton (1993-2001), Madeleine Albright, defendía con entusiasmo.

Mi visión de una nueva y mejor OTAN puede resumirse en una frase, diría la Secretaria: “queremos una Alianza reforzada por nuevos miembros; capaz de defenderse colectivamente; comprometida a hacer frente a una amplia gama de amenazas contra nuestros intereses y valores compartidos”.

“Sé que hay quienes sugieren que hablar de intereses comunes euroatlánticos, más allá de la defensa colectiva, desvirtúa, de alguna forma, la intención original del Tratado del Atlántico Norte. Ya lo he dicho antes y lo repetiré: ¡Eso son tonterías!”.

Nacida en Praga, Albright falleció en marzo del 2022, habiendo publicado varios libros. En uno, sobre el fascismo –Fascism, a warning-, publicado en 2018, vuelve a poner en evidencia ese gusto por el resumen, la capacidad de definir sus objetivos en una frase.

Para mí –diría Albright en su libro–, “un fascista es alguien que se identifica plenamente con toda la nación o con un grupo en cuyo nombre dice hablar. Es desconsiderado con los derechos de los demás y capaz de usar todos los medios necesarios, incluyendo la violencia, para lograr sus objetivos”.

Más adelante, en el mismo libro, se refiere a los objetivos de la política exterior, cuya cartera le tocó dirigir entre 1997-2001, durante la administración Clinton. “Les digo a mis estudiantes que el objetivo fundamental de la política exterior es muy sencillo: convencer a los demás países a hacer lo que queremos que hagan. Para eso tenemos diversos instrumentos a nuestra disposición, desde una demanda educada hasta enviar a los marines”.

Entusiasmada con la perspectiva de incorporar a la OTAN a los tres primeros países de Europa del este –la República Checa, Hungría y Polonia– Albright se referiría, en un discurso pronunciado en Bruselas el 8 de diciembre de 1998, a la importancia de que esos nuevos miembros se unieran a la discusión, que entonces se disponían a realizar, sobre “las iniciativas esenciales para preparar a la Alianza para el siglo XXI”. Era la primera ampliación de la OTAN hacia el este, después de la Guerra Fría. En 2004 se incorporarían otros seis países más.

Aunque las estimaciones varían, el Pentágono calculaba entonces que la ampliación de la OTAN podría costar de 27 a 35 mil millones de dólares en los siguientes diez años, de los cuales Washington debía asumir unos 200 millones anuales. Una cifra ridícula (aun actualizando ese monto al valor del dólar de hoy) si comparada con los más de 175 mil millones ya asignados a Ucrania desde 2022. Sin contar con valores similares otorgados por los países europeos que, sumados, superan ampliamente los 223,7 mil millones de dólares que se destinaron el año pasado a la Asistencia Oficial al Desarrollo.

No era una amenaza

Para Clinton y su Secretaria de Estado la expansión de la OTAN hacia el este no representaba una amenaza para Rusia.

Era la víspera de la cumbre de Washington, de abril de 1999, en la que la organización celebraría sus 50 años, en medio de la operación militar en Kosovo (una polémica operación realizada sin la autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas), y donde discutiría su nuevo concepto estratégico y la adopción del plan de membresía para los nuevos socios, antiguos aliados de la Unión Soviética y miembros del Pacto de Varsovia.

En Rusia, Boris Yeltsin concluía su período al frente del gobierno (que había empezado en 1991), luego de una caótica reforma política y económica, una privatización de empresas públicas que despertó los apetitos de Occidente, interesado en los enormes recursos del país. El 31 de diciembre de 1999 entregó el poder al primer ministro Vladimir Putin, que asumió la presidencia de forma interina antes de ser elegido para el cargo, tres meses después. En su década de gobierno, el PIB ruso se redujo casi a la mitad.

La OTAN tenía todavía esperanza de que pudieran convencer a Rusia “a hacer lo que queremos que hagan”. Albright habló largamente sobre las implicaciones de las propuestas de ampliación de la OTAN en Rusia (su intervención puede ser vista aquí: https://1997-2001.state.gov/statements/970423.html).

En su testimonio ante el Comité de los Servicios Armados del Senado, el 23 de abril de 1997, les recordó a los senadores que ella era una diplomática y que “el mejor amigo de una diplomática es una fuerza militar efectiva y una creíble posibilidad de utilizarla”.

Déjenme explicar el objetivo fundamental de nuestra política, diría a los senadores: “es construir, por la primera vez, una comunidad transatlántica pacífica, democrática y no dividida”. Lo que, en su opinión, les daría mayor seguridad de que no serían llamados, otra vez, a pelear en suelo europeo.

Ya entonces enfatizaba la importancia de fortalecer la cooperación con Ucrania, de promover una reforma militar en ese país y mejorar la interoperabilidad con la OTAN.

“La OTAN es el ancla de nuestro compromiso con Europa”. “Es prometiendo pelear, si fuera necesario, que haremos menos necesario pelear”. Un argumento que no toma en cuenta que, en estos días, esa pelea sería con armas nucleares (pensaban entonces que podían ganarla). No tomó en cuenta tampoco, como veremos, las muchas advertencias de que los resultados de esa ampliación podrían ser contrarios a los que Albright prometía.

Insistió en que no se debía evitar esas medidas solo por la oposición rusa. “Los peores elementos de Rusia podían sentirse fortalecidos, convencidos de que Europa podía ser dividida en nuevas esferas de influencia y que esa confrontación con Occidente valía la pena”. Desde su punto de vista, no podían esperar que Rusia se definiera a favor de la democracia y de los mercados para construir “una Europa unida y libre”. Ni pretendía hacer que Rusia aceptara la ampliación de la OTAN hacía el este.

Un error de proporciones históricas

Albrigth habló en el senado el 23 de abril de 1997. Dos meses después, le 26 de junio, un grupo de 50 destacados políticos y académicos norteamericanos manifestó un punto de vista distinto, en una carta abierta al presidente Bill Clinton.

El contralmirante Carroll Jr recordó, en su artículo, lo que dijo el General Dwight D. Eisenhower, primer Comandante Supremo Aliado de la OTAN, poco después de asumir el cargo, en febrero de 1951: «si dentro de diez años no han regresado a Estados Unidos todas las tropas norteamericanas estacionadas en Europa con fines de defensa nacional, entonces todo este proyecto habrá fracasado».

El contralmirante se pregunta qué pensaría Eisenhower de los planes para ampliar la OTAN y la permanencia de Estados Unidos en Europa. Cita una iniciativa de Susan Eisenhower, nieta del general y experta en temas de seguridad, que “reunió a un impresionante grupo de 50 líderes militares, políticos y académicos” (entre ellos Paul Nitze, Sam Nunn y Robert McNamara) para firmar una carta abierta al Presidente Clinton, en la que califican el plan de ampliación de la OTAN como «un error político de proporciones históricas». (La carta puede ser vista aquí: https://www.armscontrol.org/act/1997-06/arms-control-today/opposition-nato-expansion

En Rusia –dice la carta–, “la expansión fortalecerá la oposición no democrática, reducirá el número de quienes favorecen las reformas y la cooperación con Occidente y llevará a los rusos a cuestionar todos los acuerdos posteriores a la Guerra Fría”.

En Europa –agregan– la expansión fijará una nueva línea entre los que están “adentro” y los que quedan “afuera”, fomentará la inestabilidad y disminuirá la sensación de seguridad de los que no están incluidos y terminará por involucrar los Estados Unidos en la seguridad de países con serios problemas fronterizos y de minorías nacionales.

Los firmantes de la carta proponían otras cosas. Entre ellas la cooperación entre la OTAN y Rusia, tanto en lo político como en lo económico y lo militar. Naturalmente, no fueron oídos.

Farah Stockman, miembro del Consejo Editorial del New York Times, publicó, el pasado 7 de julio, un artículo en el que sugería a la OTAN algunos cambios. Se refería a un creciente malestar que percibía en Europa, donde diversos países comenzaban a sentirse incómodos con la dependencia de la organización de los recursos e intereses de Washington. Cita el caso de los presidentes de Finlandia y de Francia, que pedían una OTAN “más europea” y se preguntaba por qué esa dependencia persistía.

Una razón era estructural, histórica. La OTAN fue creada cuando Europa emergía de una guerra devastadora, que creó enormes hostilidades entre países europeos. “Alguien tenía que juntar los gatos”, afirma Stockman.

Pero hay otras razones. Cita los beneficios del complejo industrial-militar norteamericano que, en el período 2022-23, suministró 63% del equipamiento militar de los países de la Unión Europea. Esa dependencia va acompañada de una importante dependencia política, a la que Washington no pretende renunciar.

Un diplomático notable

El contralmirante Carroll Jr. recuerda otro notable personaje de la diplomacia norteamericana, George Kennan, embajador en la Unión Soviética durante unos pocos meses en 1952, durante el gobierno de Stalin, y en la Yugoslavia de Tito, durante la administración Kennedy, además de otros cargos en el Departamento de Estado y de una destacada carrera académica.

Para Kennan ampliar la OTAN sería también “el error más funesto de la política estadounidense en la época de la post Guerra Fría. Se puede esperar que tal decisión… impulse la política exterior rusa en direcciones que, decididamente, no serán de nuestro agrado».

Un diario de casi 700 páginas, publicado por Frank Costigliola en 2014, registró, año tras año, desde 1916 hasta 2004, los más diversos comentarios de este personaje extraordinario –que nació en febrero de 1904 y murió a los 101 años, en marzo de 2005–, sobre la política norteamericana, las relaciones internacionales, las relaciones familiares y sus estados de ánimo.

Figura clave en la política de contención de la Unión Soviética al inicio de la Guerra Fría, en la concepción y puesta en práctica del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, después de la II Guerra Mundial, asesor informal de Kissinger cuando este fue nombrado Secretario de Estado en la administración Nixon, interlocutor de los más variados líderes internacionales de su época, el diario de Kennan me parece una lectura fascinante.

Esta tarde –diría, en junio de 1960– me senté con Willy Brandt y su esposa noruega y otros en un restaurant en Berlín. Conversamos largamente… El mes siguiente, en julio, invitado por el presidente Tito, de Yugoslavia, pasan una hora conversando. Estaba interesado en Cuba, dice Kennan. Pocos años después, el presidente Kennedy le ofrece la embajada de Estados Unidos en Belgrado, que asumiría también por un corto período.

Son famosos, en la historia diplomática, el “Long Telegram” enviado por Kennan desde Moscú al Secretario de Estado, en febrero de 1946, y el artículo “The Sources of Soviet Conduct”, publicado en la revista Foreign Affairs en julio de 1947, firmado por “X”.

En ellos analizaba la conducta soviética, sus raíces y su importancia en la escenario internacional, y sugería una línea de contención que dio origen a la Guerra Fría.

La luna de miel se acabó

Pero eso no fue todo. Alejado del Departamento de Estado, con frecuencia ignoradas sus posteriores recomendaciones, que evolucionaron hacia posiciones algo distintas a las iniciales, algunas de esas ideas están recogidas en su diario.

“Cuando yo hablaba en 1947, por ejemplo, contra las políticas pro soviéticas de los años de la guerra, había grandes aplausos y todo estaba bien. Cuando decía que debíamos permanecer fuertes frente al poder soviético, todos estaban de acuerdo”, dice Kennan.

Pero, de repente, –agrega– la luna de miel se acabó. “Cuando me atreví a sugerir que quizás estructurar nuestra fuerza alrededor de la bomba de hidrógeno no era la mejor idea, solo hubo desconcierto. Cuando manifesté escepticismo sobre la intención de los rusos de atacarnos, y sugerí que pensáramos en nuestra fuerza militar no tanto para la disuasión de un ataque ruso como elemento central de nuestra política, sino más bien como un elemento discreto, para una política orientada a un arreglo pacífico, hubo una gran y duradera incredulidad”.

Tenía entonces Kennan 56 años. Estábamos en 1960. La administración Eisenhower no le había ofrecido ningún puesto diplomático. Kennedy ya estaba en campaña y Kennan regresa de Berlín y Belgrado para preparar una carta de ocho páginas, con su visión de la política exterior norteamericana, para hacérsela llegar. Habla de las relaciones con la URSS y con la OTAN.

Cuando sugerí –dice en el diario– “que algunas cosas que los rusos hacían eran una reacción a lo que nosotros estábamos haciendo, la gente pensaba que yo estaba loco. Y cuando, finalmente, sugerí que podríamos estar interesados en negociar un acuerdo entre las grandes potencias para una retirada conjunta, tanto de Europa como del Lejano Oriente, hubo una indignación general”.

Ya Kennan no era optimista sobre el rumbo de la política exterior norteamericana. “En ningún momento en los últimos diez años la política exterior de los Estados Unidos se pareció a lo que yo pensaba que debía ser y en ningún momento estuvo basada en una interpretación sobre la naturaleza del poder soviético similar a la mía”, afirma.

“Ahora estamos embarcados en caminos que me parecen equivocados, que nos llevarán a malos resultados y hemos avanzado tanto por esos caminos que estoy obligado a reconocer que mis antiguos puntos de vista han perdido completamente su relevancia”.

Estimaba ser ya muy tarde para hablar de sacar a los rusos de Europa del este, un tema particularmente sensible en esos años de la Guerra Fría. “Ellos están allí para quedarse y no veo mayor hipocresía de políticos occidentales que la piadosa afirmación de que querían otra cosa”.

Habló también de las negociaciones de desarme. “La carrera de armas nucleares, a cuya promoción nuestra política parece haber estado dedicada con singular intensidad en los últimos quince años, ahora avanza con tal ímpetu que no hay la menor posibilidad de detenerla; y aquellos que alguna vez temieron que se pusieran obstáculos de cualquier tipo en el camino de la proliferación de armas nucleares en manos de X números de gobiernos, ahora pueden quedarse tranquilos. No habrá tales obstáculos, el que quiera podrá obtenerla”.

En 1975, el primer ministro polaco, Adam Rapacki, había propuesto crear una zona libre de armas nucleares en Europa central, que sintonizaba bien con la propuesta de retirada conjunta que proponía Kennan. Pero –agrega– “el esfuerzo de los polacos para promover una discusión sobre la prohibición de armas atómicas en Europa central ha sido exitosamente rechazado”.

Hoy Polonia, junto con los países bálticos, son algunas de las naciones más comprometidos en el apoyo a Ucrania, habiendo sugerido, entre otras cosas, la posibilidad de derribar misiles rusos sobre el territorio ucraniano.

Kennan se lamentaba, en sus memorias, de que había insistido, todos estos años, “en que, si actuamos como si pensáramos que la guerra es inevitable, podemos contribuir a que lo sea. Si tratamos a los líderes soviéticos como si no tuvieran más intención que la de declararnos la guerra, eventualmente eso podría transformarse en realidad. Si actuamos como si el peligro militar fuese lo más importante, podríamos terminar haciéndolo verdadero”.

El incidente de un avión espía U-2, que Estados Unidos había enviado para asegurarse de que la URSS no estaba preparando ningún ataque sorpresa en su contra (y que los soviéticos derribaron, sobre su territorio, el 1 de mayo de 1960), era resultado de la visión de los gobiernos occidentales, que daban prioridad al punto de vista militar en sus relaciones con la Unión Soviética. Y, naturalmente, actuaban en consecuencia. Una política que Kennan consideraba totalmente innecesaria, equivocada.

Con ironía, concluía que era “más fácil identificar la personalidad soviética con la bien conocida de Hitler, cuyas intenciones eran tan ambiciosas y agresivas que solo podíamos esperar que intentara lo peor, en vez de tratar de entender lo que un tipo como Kenann tiene que decir sobre Rusia”.

Hoy la portavoz del bloque militar, Farah Dakhlallah, exhibe como fortaleza el hecho de que la OTAN tenga más de 500 mil soldados en estado de alerta máxima, ante lo que estima una amenaza de conflicto directo con Rusia. ¿Cómo entiende la OTAN ese “conflicto directo” contra Rusia? ¿Tiene algún sentido una política orientada, no a evitarlo, sino a librar una guerra como esa?

Como dijo el contralmirante Carroll Jr., la expansión de la OTAN hacia el este es un intento de prolongar las divisiones de la Guerra Fría y reforzar la alianza frente a la expectativa de que Rusia trate de imponer su hegemonía en Europa Oriental. Algo que, en todo caso, parece fuera de toda posibilidad política o militar en el escenario actual y que Moscú ha rechazado reiteradamente.

El contralmirante concluye que podía parecer seguro entonces (en 1997) tratar a Rusia como un enemigo, cuando no podía impedir la expansión de la OTAN. Pero –advirtió– existía el peligro, a más largo plazo, de que “una coalición antioccidental de línea dura” se fortaleciera en Moscú, provocando reacciones contra la OTAN en el futuro.

Una realidad que ha terminado por explotar, atravesándose en esa larga marcha de la OTAN hacia el este, un movimiento sobre el que –según Albright– Rusia no tenía derecho de veto.

FIN

El laberinto político europeo: ¿Dónde está la salida? ¿A la derecha, a la extrema derecha, a la izquierda…?

Gilberto Lopes

San José, 22 de junio de 2024

I.

Empecemos por el principio: por el Tratado de Roma, que creó al Comunidad Económica Europea, en 1957, inspirado en las ideas de uno de sus arquitectos, Jean Monnet. Un personaje polémico, como veremos, novelesco, procedente del mundo financiero, dice el profesor José A. Estévez Araújo, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Barcelona, comentando el libro del historiador británico Perry Anderson, “El Nuevo Viejo Mundo”, un estudio histórico sobre el origen, evolución y perspectivas de la Unión Europea. Este atildado hombrecillo de Charente –Monnet– “fue un aventurero internacional de primer orden, que hizo malabarismos financieros y políticos a través de una serie de espectaculares apuestas”, dice Estévez.

Existía entonces –afirma– un consenso en torno a políticas keynesianas de pleno empleo, una mayor preocupación por lo social. Era la época de la Guerra Fría. Monnet debía su poder y su influencia al apoyo de Estados Unido, interesado, en esa época, en una Europa occidental fuerte, que pudiera hacer frente a la Unión Soviética.

Para Perry Anderson, sin embargo, el escenario era algo distinto. Para él, Monnet estaba “notablemente libre de las fijaciones de Guerra Fría”. “Deseaba una Europa unida que sirviese de equilibrio entre Estados Unidos y Rusia”.

II.

En todo caso, las políticas keynesianas de la época de la Guerra Fría dieron paso a otras, sobre todo a partir de la firma de la llamada “Acta Única”, en 1986. Un documento que implantó, a nivel europeo, las políticas de desregulación de los mercados, que años antes Margaret Thatcher había aplicado en Inglaterra.

En 1986 ya se derrumbaba el mundo socialista del este europeo, incapaz de hacer frente a sus deudas con la banca occidental. El flujo de petrodólares, que alimentaba la economía de los países de Europa del este, se había cortado, desatando una crisis que desembocaría, en pocos años, en el derrumbe de su sistema y en el fin de la Guerra Fría.

El colapso de los acuerdos de Bretton Woods, con la desvinculación del valor del dólar norteamericano del oro, en 1973, obligó a la Comunidad Europea a buscar mecanismos que aseguraran una cierta estabilidad para el valor de sus monedas. En 1979 había entrado en vigor el Sistema Monetario Europeo. En 1988, el Consejo Europeo decidió promover los estudios para la creación de una moneda única: el euro.

Se iba armando el labirinto en el que se encuentra atrapado el occidente europeo. La creación de la moneda única contemplaba la independencia de los bancos centrales de los gobiernos. Se pretendía evitar que pudieran financiar el déficit público, modificar los tipos de cambio o las tasas de interés.

El fin del flujo de capitales baratos, que les suministraba la banca del norte, puso las economías de los países endeudados del sur europeo en manos del mercado financiero. Pero, sobre todo, de los organismos financieros internacionales, que condicionaban los nuevos préstamos al ajuste estructural y a las políticas neoliberales privatizadoras. En vigor desde noviembre de 1993, el Tratado de Maastricht les impedía recuperar competitividad mediante la devaluación.

Grecia fue el ejemplo más dramático cuando, en 2009, después de una década de endeudamiento especulativo, quedó en evidencia que no podría hacer frente a sus compromisos financieros, sobre todo con los bancos alemanes y franceses.

Tal como habían hecho con los países de Europa del este, ahora correspondía imponer draconianos programas de austeridad en la periferia del sur y garantizar a los bancos la recuperación de los préstamos comprometidos. Con Wolfgang Schäuble –ministro de Finanzas del gobierno Merkel– a la cabeza, y un bloque de países más pequeños –entre ellos Holanda, cuyo primer ministro, Mark Rutte, ahora aspira a la Secretaría General de la OTAN–, impusieron a Grecia un programa que redujo el país a una condición de dependencia que recuerda la bancarrota austríaca en 1922, que dio alas al fascismo.

III.

La unificación alemana, en 1990, y el derrumbe del socialismo en el este europeo tuvieron grandes repercusiones en la economía europea. Como nos recuerda el profesor Estévez, la reunificación alemana creó una masa de trabajadores cualificados sin empleo, consecuencia del desmantelamiento de las industrias de Alemania del este. Entre 1998 y 2006, durante siete años consecutivos, los salarios reales disminuyeron en Alemania.

El euro empezó a circular en 2002, estableciendo criterios de convergencia impuestos por Alemania y algunos aliados del norte europeo a los países de la eurozona. Eran normas que limitaban la deuda pública, el déficit fiscal y la inflación, pero no regulaba la política fiscal, ni promovía una política de convergencia real entre los países, ni la creación de una deuda pública europea.

La ampliación hacia el Este (sería más exacto llamarla “colonización”, dice Estévez) hizo posible desplazar plantas productivas hacia esos países, que tenían una mano de obra cualificada y un nivel salarial mucho más bajo que el alemán.

La moneda única, la baja de los salarios y la contención de la inflación por debajo de la media europea hace que, para los países periféricos, resultara muy difícil ser competitivos frente a los productos alemanes.

De esta manera, la economía alemana, en lugar de actuar de “locomotora” de la economía europea, se transformó en su “vagón de carga”

Cuando la recuperación llegó, en 2006, Alemania era el principal exportador de la Unión Europea y pudo, a partir de ese momento, ejercer su dominio en el seno de Europa.

IV.

La OTAN empezaba a hacer agua. Sus objetivos, como los había definido, en 1949, su primer Secretario General, el general inglés (de origen hindú), Lord Hastings Ismay, eran mantener los rusos afuera, los Estados Unidos adentro y los alemanes abajo. Ismay no dice “soviéticos”, dice “rusos afuera”; ni “nazis abajo”, sino “alemanes abajo”.

No lo lograron. Evitar el surgimiento de una potencia europea que desafiara sus intereses era preocupación esencial de la política exterior británica a mediados del siglo pasado. Esa potencia era, naturalmente, Alemania. Si esa aspiración podría tener sentido después de la II Guerra Mundial, 75 años después ya no era realista.

Del proceso de integración europeo –del cual los ingleses acabaron retirándose– lo que emergió fue una Europa a la medida alemana (*). Sus vínculos con Rusia, particularmente gracias al suministro de energía barata, terminaba por descomponer los objetivos enunciados por Lord Ismay. De las tres propuestas, quedaba solo una vigente: la de “Estados Unidos adentro” (y aun esa, como sabemos, enfrenta nuevas amenazas en un eventual gobierno Trump).

No era eso, precisamente, lo que pretendía la OTAN. Para evitar que se creara una dependencia permanente de la economía alemana del estratégico suministro de energía rusa, fuerzas especiales, nunca debidamente identificadas, hicieron volar los gaseoductos Nord Stream I y II, en el mar Báltico. Todo parecía encarrilarse nuevamente… Todos seguían atrapados en el labirinto.

Anderson habla de “la ansiedad de la clase política francesa por no separarse de los diseños alemanes dentro de la Unión” que recuerda “la desesperada adhesión británica al papel de aide de camp de Estados Unidos”. Dos regímenes –el alemán y el francés– que intentaban “meter al resto de Europa en el redil de sus planes de estabilización”, pero que ya entonces (2012) no parecían muy duraderos, como, efectivamente, no lo fueron (especialmente el francés, cuando Sarkozy perdió las elecciones para el socialista François Hollande. Merkel duró un poco más, hasta 2021).

Pero –diría Anderson, con agudeza– otra cosa es si la vuelta de la socialdemocracia al poder en París y Berlín iba a afectar mucho el desarrollo de la crisis. O ayudarlos a salir del labirinto…

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Sobre el papel de Alemania en la crisis del euro y el desequilibrio en la eurozona abunda la bibliografía. Sugiero algunas lecturas:

Quinn Slobodian – We All Live in Germany’s World. Foreign Policy | March 26, 2021.

Juan Torres López – Europa no funciona y Alemania juega con fuego

Diario Público – 27 marzo, 2021

Adam Tooze – Germany’s Unsustainable Growth: Austerity Now, Stagnation Later – Foreign Affairs, Vol. 91, No. 5 (SEPTEMBER/OCTOBER 2012) , pp. 23-30

Wolfgang Streeck – “El imperio europeo se hunde”. Entrevista hecha por Miguel Mora, director de CTXT. Publicada por CTXT el 13 marzo 2019

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V.

La idea de la OTAN era mantener a “los rusos afuera”. Pero, en noviembre de 1990, apenas unificada Alemania, Europa firmaba con Rusia la “Carta de París”, cuyas primeras palabras aseguraban que Europa estaba “liberándose de la herencia del pasado”. “La era de la confrontación y de la división de Europa ha terminado”. 34 años después, es evidente que nada de esto era cierto.

Pero no fue Rusia quien llevó sus tropas a las fronteras polacas, ni alemanas, ni finlandesas ni a las de los países bálticos.

Fue Estados Unidos quien llevó sus armas y soldados a 15 mil km de distancia, hasta las fronteras rusas. Fueron los países europeos quienes corrieron hacia el este, más de 1.500 Km, una cortina de hierro que pretendían extender desde el mar de Barents, en la frontera con Noruega, hasta el mar Negro, en la frontera con Ucrania.

¿No era una provocación el avance de la OTAN hacia las fronteras rusas? ¿Tienen razón quienes niegan que la invasión de Ucrania por las tropas rusas fue respuesta a esa provocación? ¿Qué hizo Estados Unidos cuando la Unión Soviética pretendió instalar armas nucleares en Cuba? ¿No fue eso respuesta a una provocación?

En 2007 Putin se refirió al escenario mundial, en un importante discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich (el discurso puede ser visto aquí: http://en.kremlin.ru/events/president/transcripts/copy/24034). Habló de los riesgos de un mundo unipolar, de su preocupación por el desmantelamiento de la red de tratados con los que se pretendía evitar la proliferación de armas nucleares, por la intención de Estados Unidos de desplegar un sistema de defensa antimisiles en Europa. Criticó la decisión de Europa de no ratificar el tratado de fuerzas armadas convencionales y advirtió que la decisión de la OTAN de expandir sus fuerzas hacia el este no tenía nada que ver con su modernización, o con garantizar la seguridad de Europa. Por el contrario –afirmó– “representa una seria provocación que reduce el nivel de confianza mutua”. Occidente no respondió a ninguna de esas inquietudes.

No hace falta ser partidario de Moscú para entender lo que estaba en juego y que, 15 años después, estalló en la frontera ucraniana y nos ha llevado a la crisis actual.

Los rusos veían acercarse de nuevo las tropas a sus fronteras… (en los años 40, la invasión alemana les había costado millones de muertos). ¿Con qué objetivos se acercaban esas nuevas tropas? La única explicación posible es la defensa de sus intereses políticos y económicos, del cuidadoso labirinto construido en los últimos 75 años.

Como se puede leer en la página del Royal United Services Institute (RUSI), “el más antiguo think tank sobre seguridad y defensa del Reino Unido” (como ellos mismos se presentan), la confrontación entre Rusia y Occidente no es solamente sobre la seguridad de Ucrania; es sobre todo el entramado estratégico construido después de la Guerra Fría, sobre los intentos de Rusia de dividir el continente en nuevas esferas de influencia, “algo que los europeos han pasado tres décadas tratando de evitar”.

Una arquitectura sobre la base de los mismos intereses que dieron origen a la guerra, en 1939. ¿O representaba el ministro Schäuble algún otro interés, cuando aplastó a los griegos, con el apoyo de sus colegas europeos, en defensa, principalmente, de los bancos alemanes (y franceses)?

VI.

Quisiera sugerir que no hay más derecha en Europa (ni extrema, ni de centro) que esa derecha liberal, “extrema” cuando hace falta (recordemos Pinochet), “democrática”, cuando les es suficiente, hoy organizada para la guerra contra Rusia, como nos recuerda el Royal United Services Institute (RUSI).

Quisiera sugerir que hoy la definición más precisa de esa derecha es la que empuja la cortina de hierro hacia las fronteras rusas, la que trata de evitar que nadie escape del labirinto, proceso que ha conducido a una inevitable confrontación, de carácter mundial.

Si es así, no hay nada a la derecha de la presidente de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen (socialcristiana como Schäuble); ni del polaco Donald Tusk; ni de la ministra de Relaciones Exteriores alemana, la “verde” Annalena Baerbock; ni de Biden, ni de Sunak. Ni de los “Populares”, la mayor formación política del parlamento europeo. Son –todos– representación de una derecha siempre dispuesta a lo extremo.

Me parece que posiciones islamófobas, anti inmigrantes, contrarias a los proyectos LGBTI, antiabortos, etc, no definen ni derecha ni izquierda. En esos grupos los hay de ambos bandos, aunque que sean más de uno que de otro.

Como ya lo dije una vez, si el mundo civilizado no amarra las manos a esos salvajes (que ya condujeron el mundo a dos grandes guerras), nos llevarán a una tercera, de la que hablan como si desde entonces esa guerra pudiera ser cualquier otra cosa que una guerra nuclear.

En cuanto a la izquierda, perdido el rumbo, atrapada en el labirinto, no ha encontrado una salida. Ha perdido la capacidad “de representar el descontento con el capitalismo”, decía el sociólogo Wolfgang Streeck, autor del libro “Como terminará el capitalismo”.

Como una parte de esa “izquierda” ha renunciado a esta tarea ha perdido la confianza de la gente y ha terminado reducida a cuotas marginales del electorado. Eso deja un gran espacio a la derecha. Así que votan a Le Pen, o a Macron, que recorta el gasto social porque hace lo que le pide Alemania”.

En Francia, convocada a elecciones anticipadas, celebra un programa de unidad para enfrentar a la “extrema derecha”. Bajo el título de “Promover la diplomacia francesa al servicio de la paz”, nos propone una guerra contra Rusia en términos aún más feroces que los logrados por la misma Ucrania en su reciente reunión en Suiza. Se propone “hacer fracasar la guerra de agresión de Vladimir Putin y velar por que rinda cuentas de sus crímenes ante la justicia internacional».

Ni una palabra sobre una solución política, sobre atender la reiterada preocupación rusa sobre su seguridad, amenazada por el avance de la OTAN; a la que hacen referencia, por ejemplo, los gobiernos de Brasil y de China. “Lo que más desestabilizó Europa fue la expansión de la OTAN”, dijo el asesor del presidente Lula, Celso Amorim, en agosto del año pasado. Más recientemente, en mayo, presentó, junto al responsable de la política exterior china, Wang Yi, una propuesta de seis puntos para la negociación de un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania.

Nada de eso le interesa al nuevo “Frente Popular” francés, que se propone “defender sin fisuras la soberanía y la libertad del pueblo ucraniano y la integridad de sus fronteras, entregando las armas necesarias…”

¡La guerra! Tema que, como hemos sugerido, hace hoy la diferencia entre una derecha que recuerda a la misma que nos ha llevado ya a dos guerras mundiales, y el mundo civilizado, que trata de encontrar la manera de amarrar las manos a estos salvajes.

FIN

Las elecciones europeas y las futuras relaciones con latinoamérica

En el canal de Youtube de “La Mesa Redonda con Sergio Marin Cornavaca” se realizó un conversatorio con el historiador y politólogo costarricense Vladimir de la Cruz, esto con respecto a las elecciones europeas y las futuras relaciones con Latinoamérica.

En el conversatorio, se discutió sobre estas elecciones, sus resultados, sus ganadores y cómo esta dinámica influye en las relaciones diplomáticas con Latinoamérica, esto debido a que 27 países miembros de la Unión Europea fueron a elecciones para escoger 720 asientos en el parlamento europeo, 15 más de los 705 que había en el parlamento anterior. Con esto, cada país ha repartido de forma proporcional estos puestos con respecto a su número poblacional, tomando en cuenta también su aporte económico al parlamento.

Los resultados observados en estas elecciones señalaron un desplome ligero de liberales, a favor del centro derecha y la extrema derecha en Europa, donde se observaron movimientos políticos que pueden influir estratégica e ideológicamente en los intereses de Europa y por lo tanto, en los intereses de Latinoamérica.

Los intereses de ambos bandos se pueden ver beneficiados o perjudicados tomando en cuenta cuáles países negocian sus intereses, esto relacionando sus características liberales o bien conservadoras. No obstante, para observar el profundo análisis realizado por el historiador y politólogo costarricense Vladimir de la Cruz, se recomienda observar el conversatorio con atención.

Para visualizar este conversatorio, ingresar al siguiente enlace:

Si el mundo civilizado no los detiene, estos salvajes nos llevarán a la tercera guerra mundial

Gilberto Lopes
San José, 25 de mayo de 2024

Las ofertas son las más variadas, todas orientadas a la derrota de Rusia, incluyendo la desintegración de su Estado. La Federación Rusa está integrada por muchas naciones, que podrían conformar estados separados luego de la derrota de Rusia, opinó la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, en un debate en la capital del país, Tallin, el 18 de mayo pasado. Es una de las voces más agresivas en el escenario de este conflicto, junto con sus colegas de los demás países bálticos, Letonia y Lituania. Imponen el tono de un debate en el que se siente cómodo, entre otros, el primer ministro polaco, Donald Tusk.

Hay que detenerse un minuto para revisar el escenario de la guerra y pensar en lo que esta propuesta significa. Estamos en un momento en el que Rusia mantiene la iniciativa y avanza en todos los frentes, mientras Occidente redobla su apoyo militar a Ucrania, discute escenarios que podrían implicar su participación directa en el conflicto y se alista para apropiarse de los recursos rusos congelados en Europa y Estados Unidos, para financiar a Ucrania.

  • No pierden la esperanza de derrotar a Rusia. Es la “Teoría de la victoria”, que defienden, en un artículo publicado en mayo en la revista Foreign Affairs, Andriy P. Zagorodnyuk, ministro de Defensa de Ucrania (2019–2020), y Eliot A. Cohen, consejero del Departamento de Estado entre 2007 y 2009, catedrático en Estrategia en el Center for Strategic and International Studies (CSIS), una institución con sede en Washington “que busca ideas prácticas para enfrentar los grandes desafíos mundiales”.
  • “Occidente necesita explicitar que su objetivo es una decisiva victoria de Ucrania y la derrota de Rusia”, reclaman los autores, para quienes el compromiso de apoyar a Ucrania “todo el tiempo necesario” es una propuesta que carece de un sentido más preciso.
  • “Con el apoyo y el enfoque adecuados, Kiev todavía puede ganar”, aseguran. “Amenazar a Rusia en Crimea e infligir graves daños a su economía y sociedad será, ciertamente, difícil”. “Pero es una estrategia más realista que la alternativa de negociar un acuerdo con Putin”. “Ucrania y Occidente deben vencer o enfrentar devastadoras consecuencias”, afirman.
  • Sus colegas del CSIS, Benjamin Jensen y Elizabeth Hofmann, sugieren cinco problemas estratégicos, que deben resolverse para que Ucrania alcance el triunfo, incluyendo su mayor incorporación al orden económico y de seguridad occidental.
  • Zagorodnyuk y Cohen apoyan los mismos objetivos contenidos en la propuesta de paz de Ucrania que será discutida nuevamente, el mes que viene, en Suiza. Moscú, que no va a participar de esa discusión (lo mismo que otros países, como China y Brasil), la considera desvinculada de la realidad y la rechaza de plano.

La idea de ambos (y de los líderes políticos que tratan de convencer a los ciudadanos europeos de esas consecuencias) es que, si Moscú triunfa, no se detendrá en su ambición. Algo que Moscú rechaza también de plano. Es difícil vislumbrar un objetivo para esas conquistas, que no tienen sentido político, económico, ni militar, y que solo se podrían llevar adelante a riesgo de provocar una guerra nuclear.

Pero ese es el tono del artículo de Zagorodnyuk y Cohen. Desde sus puntos de vista, la solución del conflicto debe ser la derrota militar de Rusia. Para ellos, los recursos, los fondos y la tecnología favorecen abrumadoramente a Occidente. Si son canalizados en cantidad suficiente, Ucrania podrá ganar.

Descartan la posibilidad de una respuesta nuclear de Rusia, caso tenga éxito el triunfo de Occidente. Pero, ¿se podría descartar sin más esa posible respuesta nuclear, si el conflicto escalara, con la participación directa de la OTAN, como sugieren cada vez con más insistencia, tanto el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, como otros líderes europeos, desde el presidente de Francia hasta los gobernantes de Polonia o de los países bálticos?

Me parece evidente que no se puede responder afirmativamente a esa pregunta sin correr un enorme riesgo de llevar el mundo a una guerra nuclear. ¿Se seguirá negando toda atención a las advertencias rusas sobre los desafíos a su seguridad, incluyendo los primeros ejercicios nucleares tácticos realizados el pasado 21 de mayo?

Aunque, como veremos más adelante, no faltan quienes estiman que tanto en el conflicto en Ucrania, como en Taiwán, con China, Estados Unidos debe inspirarse en las políticas de los años de la Guerra Fría, especialmente cuando rechazaron las presiones soviéticas en Berlín, entonces ocupado por las cuatro potencias ganadoras de la II Guerra Mundial.

¿Ganar la guerra a una potencia nuclear?

Para el ministro de Defensa británico, Grant Shapps, la única manera de terminar el conflicto es infligiendo una derrota militar a Rusia. Shapps usa el mismo argumento de que, si Putin triunfa, no se detendrá en Ucrania. La victoria de Rusia es “inimaginable e inaceptable”. Simplemente “no permitiremos que eso ocurra”. “Es del todo impensable que Putin pueda ganar esta guerra”, dijo, el pasado 13 de mayo, en una conferencia en la Royal Navy.

Para el primer ministro, el conservador Rishi Sunak, “defender Ucrania es vital para nuestra seguridad y la de toda Europa”.

Si eso es lo que está en juego, estamos frente a una escalada que no se detendrá hasta esa eventual victoria. Inglaterra es, probablemente, el país más directamente involucrado en operaciones militares en Ucrania, con apoyo logístico y de inteligencia. Ha multiplicado su ayuda a tres mil millones de libras por año, el mayor paquete de ayuda militar jamás otorgado por el país. Aun así, es una cifra muy inferior a los 60 mil millones de dólares recientemente aprobados por Estados Unidos.

En el verano del año pasado, cuando todas las expectativas de Occidente estaban depositadas en una gran ofensiva ucraniana, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, dijo que se asegurarían de que Rusia no saliera victoriosa de esta guerra. Reunido en París con sus colegas alemán y polaco, Olaf Scholz y Andrzej Duda, en junio del 2023, afirmó que esperaban el mayor éxito posible de esa ofensiva “para luego poder iniciar una fase de negociación en buenas condiciones».

Como sabemos, nada de eso ocurrió y la ofensiva ucraniana fue un gran fracaso. Casi un año después, en mayo de este año, con Rusia habiendo asumido la iniciativa en el campo de batalla, el presidente francés amenazó con enviar tropas a Ucrania. “Si Rusia gana en Ucrania, no habrá seguridad en Europa”, afirmó.

¿No habrá seguridad en Europa? ¿Por qué no se negoció con Rusia sobre esa seguridad cuando Putin lo propuso, hace ya varios años, incluyendo su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich en 2007?

“Si Rusia logra sus objetivos políticos en Ucrania por medios militares, Europa ya no será la misma que era antes de la guerra”, estiman, por su parte, Liana Fix, miembro residente del German Marshall Fund, en Washington, y Michael Kimmage, miembro visitante del mismo Fondo. No solo Estados Unidos habrá perdido su primacía en Europa, como la idea de que la OTAN (el “brazo armado” que ha garantizado esa supremacía) habrá perdido su credibilidad.

En enero pasado, Anders Fogh Rasmussen, exsecretario General de la OTAN y ex primer ministro danés, y Andriy Yermak, jefe de la oficina de la presidencia de Ucrania afirmaron, en un artículo en Foreign Affairs, que la victoria de Ucrania era “el único camino verdadero para la paz”. Para ellos, “Ucrania pertenece al corazón de Europa”. Mientras Putin esté al frente del Estado ruso, “Rusia será una amenaza no solo para Ucrania, sino para la seguridad de toda Europa”. Para evitarlo, Rusia debe ser derrotada en el campo de batalla.

La idea se repite, una y otra vez, en los think tanks conservadores, norteamericanos y europeos. Esta guerra –dice, por ejemplo, un informe preparado por la Rand Corporation, publicado en enero del año pasado– “es el mayor conflicto entre Estados en décadas y su evolución tendrá las mayores consecuencias para los Estados Unidos”.

El Informe sobre Seguridad que la Conferencia de Múnich publica anualmente destacó, este año, la insatisfacción de parte de la comunidad internacional (de “poderosas autocracias” y del “Sur global”) con la desigual distribución de los beneficios del actual orden internacional.

El informe de este año afirma que la guerra de Rusia contra Ucrania es solo el “ataque más atrevido” a ese “orden basado en reglas” que Occidente y su líder, Estados Unidos, impusieron al mundo al final de la Guerra Fría. Preservar este orden es el interés fundamental de Washington y sus aliados europeos.

Rusia, esta vez, no fue invitada a Múnich. La guerra en Ucrania es el centro de las 100 páginas del informe. Eso explica los miles de millones de dólares invertidos en Ucrania, que no guardan relación alguna con ninguna otra inversión en la solución de los grandes problemas de la humanidad.

¿Tienen razón Rasmussen y Yermak? Ellos creen que todos los países civilizados apoyan sus propuestas. Pero yo quisiera sugerir otra cosa: que no son parte más que de esa Europa que nos debe ya dos guerras mundiales y que, si no les amarramos las manos, nos llevarán a una tercera…

Las aspiraciones del “mundo civilizado”

Las opiniones citadas reflejan lo que está en juego para el “mundo civilizado”, el de Rasmussen y Yermak, o el de Zagorodnyuk y Cohen, el mismo que nos ha llevado a las dos guerra mundiales anteriores.

Queda claro lo que está en juego, las razones de una escalada, hasta ahora imparable, de Occidente en esta guerra, y los riesgos que esto representa para el verdadero mundo “civilizado”, que busca un acuerdo negociado para evitar una posible tercera guerra mundial.

Macron causó desconcierto y debate en Europa cuando sugirió, en febrero pasado, la posibilidad de enviar tropas de la OTAN a Ucrania. Era su política de “ambigüedad estratégica”, que dejaba abierta las puertas para una confrontación directa de Moscú con la OTAN. Ni Estados Unidos, ni Inglaterra, apoyaron la idea… todavía. Habrá que ver qué ocurre si la situación en el terreno sigue empeorando para Ucrania.

Pero en Europa –tanto sus gobiernos como su prensa– solo se habla de guerra. La ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, una antigua “pacifista”, miembro del Partido de los Verdes, una de las voces más agresivas en el gobierno alemán, pidió a Occidente el suministro urgente de más armas a Ucrania, en una visita a Kiev el 21 de mayo pasado.

Los preparativos para una guerra con Moscú se multiplican. El primer ministro polaco, Donald Tusk, anunció la construcción de una línea de defensa en sus fronteras con Bielorusia y Rusia. Hablando en una conmemoración militar en Cracovia, el 19 de mayo, anunció que Polonia invertiría 2,3 mil millones de euros en la creación de fortificaciones y barreras, así como en la adecuación del terreno y de la vegetación para esos objetivos, a lo largo de 400 km de frontera. Obras que, en su opinión, harían “impenetrables” las fronteras polacas, en caso de guerra.

¿En qué guerra estará pensando Tusk? El mes pasado, el presidente Andrzej Duda sugirió que el país estaría feliz de alojar armas nucleares de la OTAN (o sea, norteamericanas).

En enero pasado, la vecina Estonia anunció su intención de construir unos 600 bunkers a lo largo de su frontera con Rusia, proyecto al que se sumarían Letonia y Lituania, para conformar la “línea de defensa báltica”.

El presidente de Finlandia –país que, junto con Suecia, son las dos más nuevas incorporaciones a la OTAN– Alexander Stubb, expresó su entusiasmo con la disuasión nuclear, asegurando que las armas de destrucción masiva son “una garantía para la paz”.

Como dijo Zelensky al New York Times, Occidente debería participar en la guerra derribando misiles rusos, dando a Ucrania más armas, y autorizando su uso para atacar directamente el territorio ruso.

En su opinión, no es un problema involucrar los países de la OTAN en la guerra. Idea similar a la de la exsubsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos, Victoria Nuland, para quien llegó a la hora de ayudar a Ucrania a atacar objetivos militares en territorio ruso. «Creo que es hora de dar más ayuda a los ucranianos para atacar estas bases dentro de Rusia», afirmó.

La única posibilidad para que Rusia retorne eventualmente a la “sociedad de naciones civilizadas” es mediante una derrota que ponga fin a las ambiciones imperiales de Putin, estiman Zagorodnyuk y Cohen en el artículo ya citado.

¿Cómo en la Guerra Fría?

“Taiwán es el nuevo Berlin”, dice Dmitri Alperovitch, presidente de Silverado Policy Accelerator, una organización dedicada a promover la prosperidad y el liderazgo norteamericano en el siglo XXI. Definido como un “visionario”, empresario de mucho éxito, exasesor del Departamento de Defensa y de Seguridad Interna, Alperovitch piensa que Estados Unidos debe inspirarse en las políticas adoptadas en los años 60’s para enfrentar los desafíos presentados entonces por la Unión Soviética en el Berlín ocupado por las potencias triunfantes den la II Guerra Mundial.

¿Qué políticas fueron esas? Las de defender los “intereses estratégicos norteamericanos, aun a un costo inimaginable”. O sea, de una guerra nuclear. Para Alperovitch, se trata de convencer a Rusia –y, sobre todo, a China– de esa misma disposición hoy.

Me parece que la propuesta de Alperovitch carece, sin embargo, de un elemento fundamental. La posición estratégica de las potencias involucradas en este conflicto, el escenario político, es hoy muy distinto al de los años 60, cuando Estados Unidos no tenía rival. La pretensión de encarar estos problemas con el criterio de la Guerra Fría ha sido denunciada por China, y puede llevar a errores de consecuencias dramáticas, considerando el papel de cada actor en el mundo de hoy, incluyendo el de Estados Unidos, pero también los de China y Rusia. Taiwán no es, de modo alguno, un “nuevo Berlín”.

El mundo civilizado

“Ha llegado el momento de que los aliados se planteen si deben levantar algunas de las restricciones que han impuesto al uso de las armas que han donado a Ucrania», dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en entrevista a The Economist.

Es un paso más en la escalada de la OTAN para hacer frente a los avances del Ejército ruso. Pero Stoltenberg insiste en que “no serán parte del conflicto» en Ucrania. La realidad es que la OTAN lleva el peso del conflicto. Sin sus recursos, sus armas, sus servicios de inteligencia, sin su entrenamiento de las tropas ucranianas, esa guerra no podría seguir. Este es un nuevo paso, sin que, ante un inminente triunfo ruso, se pueda descartar ningún otro, dado lo que, para Occidente, está en juego en esta guerra. No se trata solo de las armas. Pese a las muchas advertencias en contra, parece acordado ya el uso de los dineros rusos congelados en Bruselas y Washington, para financiar a Ucrania.

Occidente apuesta por la solución militar y el mundo se ve enfrentado, nuevamente, al riesgo de que Europa nos lleve a una tercera guerra mundial. Lo harán, si no les amarramos las manos.

¿Cómo hacerlo? Intentando. Hay que conformar una alianza del mundo civilizado que vaya cerrando los espacios políticos a quienes han impuesto al mundo las guerras más devastadoras del último siglo. Las dos orientadas a derrotar a Rusia.

En ese esfuerzo del mundo civilizado, el encuentro entre Wang Yi, el principal representante diplomático chino, y Celso Amorín, asesor especial del presidente brasileño Lula, es la iniciativa más reciente. Reunidos en Beijing, el jueves 23 de mayo, emitieron una declaración de “Entendimiento común entre China y Brasil para una solución política a la crisis de Ucrania”.

El documento, de seis puntos, reafirma que el diálogo y la negociación entre las dos partes son la “única solución viable” para la crisis. Como alternativa a la cita de Occidente para respaldar la propuesta ucraniana, el mes próximo en Suiza, sin la presencia rusa, invitan al mundo civilizado –a la “comunidad internacional”, según los términos del documento– a apoyar esa propuesta, un intento por amarrar las manos a quienes amenazan con llevarnos a otra guerra mundial.

FIN

Juan Santamaría, el Destino Manifiesto y Palestina

Eddson Gómez Chavarría

Antes de iniciar este artículo, es imperante recordar que desde el 7 de octubre del 2023 las fuerzas ocupadoras de Israel han asesinado a más de 30 mil personas, en su mayoría niños, mujeres y jóvenes, 85 niños asesinados en promedio cada día. Es un genocidio perpetrándose con apoyo militar de Estados Unidos y Europa. Debe haber un alto al fuego inmediato y un retiro de las fuerzas israelíes de los territorios ocupados.

Ahora sí. En el contexto del genocidio perpetrado por la ocupación israelí contra el pueblo de Palestina, hoy en Costa Rica disfrutamos del feriado del 11 de abril, 4 días después, en conmemoración de la Batalla de Rivas de 1856.

En Rivas, en aquella famosa batalla de 1856, en la que un muchacho alajuelense quemó el mesón de Rivas y provocó la retirada de las fuerzas armadas de William Walker. Sin ninguna duda, Juan Santamaría habría apoyado hoy la causa Palestina.

O bueno, más precisamente, apoyaría la causa Palestina aquella joven sociedad costarricense (sus políticos incluídos) que en aquella batalla de Rivas de 1856 lucharon contra las fuerzas colonizadoras de Estados Unidos y su destino manifiesto.

Recordemos, tal y como nos enseñaron en la escuela, que la invasión de William Walker y los filibusteros a América Central tenía parte de su origen en la ideología del “Destino Manifiesto”, una serie de pensamientos religiosos y políticos que le daban al pueblo anglosajón una supremacía sobre el resto de los pueblos. Era su deber, por mandato de Dios, conquistar y llevar esas ideas de grandeza al resto del continente americano.

En otras palabras, una ideología fascista y colonizadora. Era sin embargo una ideología bien encarnada en la sociedad estadounidense para el siglo XIX. Su potente crecimiento económico capitalista, a costa de la explotación y la esclavitud, el desarrollo del protestantismo como religión predominante, la adopción de ideas científicas racistas provenientes de Europa, y un creciente odio antiinmigrante (en aquel momento contra nativos americanos e europeos irlandeses), hicieron creer a una gran parte de los estadounidenses que estaban destinados a conquistar a los salvajes del mundo por gracia y orden de Dios.

En el siglo XIX, Estados Unidos realizó una de las mayores empresas de conquista y colonialismo en la historia. Arrasó con pueblos nativos enteros, conquistó cientos y cientos de miles de tierras extranjeras que pertenecían a México, realizó expediciones en el Caribe y en toda América Central. Todo a punta de armas, masacres, contagio de enfermedades, y engaños. Era la imposición de una potencia que nació imperialista, contra un continente que estaba en reorganización después de la independencia de la desgastada España.

¿Cómo realizaron esta empresa? Bueno, gracias al filibusterismo. Según Robert E. May, de la Purdue University de Estados Unidos, en la lección inaugural del 14 de marzo del 2006 en la Universidad de Costa Rica, los filibusteros eran “cuerpos militares privados que invaden países o las posesiones territoriales de los países con los cuales sus propios estados están en paz, sin el consentimiento explícito o implícito de sus propios gobiernos.

Eran básicamente conquistadores militarizados. El tema acá es que, a pesar de que los filibusteros no eran enviados directamente por Washington, tanto políticos, medios de comunicación y empresarios estadounidenses apoyaban el filibusterismo y lo financiaban. Incluso, después de cometidos los actos de fechoría y desposesión, el Gobierno americano reconocía rápidamente las instituciones colonizadoras creadas en el extranjero.

En un paralelismo escalofriante, la plataforma política del Partido Demócrata, una de las organizaciones políticas más antiguas de ese país, le dio su apoyo a William Walker para que conquistara Nicaragua en 1856. Hoy, 168 años después, el presidente Joe Biden del Partido Demócrata le continúa dando su apoyo militar, económico y político al proyecto de conquista de Palestina.

De hecho, en mayo de 1856, incluso después del revés de Walker en Rivas, el gobierno Estadounidense reconoció el régimen que había instalado William Walker en Nicaragua, y el New York Times destacaría el apoyo popular que tenía Walker por parte de los mismos nicaragüenses.

Siendo así, el “destino manifiesto” fue una ideología que puso en práctica una serie de actos colonizadores, brutalizadores y deshumanizadores que se encuentran en la fundación y origen de la nación estadounidense. No es entonces, coincidencia, que el proyecto sionista haya encontrado tanto cariño en la política imperialista americana y, claro, europea.

El Sionismo es una ideología y movimiento supremacista y racista que considera a los judíos como un pueblo superior y de caracter divino, es decir, el judío es el pueblo “elegido” por Dios. Como parte de sus proyectos en su nacimiento en el siglo XIX, estaba la creación del estado nación judío. A pesar de que la idea se consideró implementar en lugares muy curiosos como Madagascar, había un interés en que fuera en Medio Oriente, de donde es originario el pueblo judío, específicamente en Palestina.

El 2 de noviembre de 1917, en media Primera Guerra Mundial, el imperio de Gran Bretaña realizó la Declaración de Balfour, una manifestación pública en la que prometía a los sionistas un “hogar nacional” para el pueblo judío en Palestina, que en ese momento era parte del Imperio Otomano. Vale la pena decir que en Palestina vivían históricamente judíos, cristianos y árabes, entre otros pueblos de esa región del mundo.

Es decir, el establecimiento europeo en Palestina era un proyecto colonizador impuesto sobre una región que vivía y compartía con varias religiones, etnias y procedencias, incluída la judía. Es en Europa, de hecho, donde se manifiestan los procesos racistas y excluyentes contra los judios desde el imperio romano, que alcanzaron su punto máximo con el proyecto de exterminio nazi en el Siglo XX. De hecho, uno de los objetivos de crear el estado de Israel en Palestina era “solucionar el problema judío” en Europa.

El término “antisemita”, utilizado hoy para referirse a cualquiera que critique las acciones atroces del ejército del estado de apartheid de israel, viene de la raíz “sem”, que se refiere a Shem, hijo de Noé. Es decir, semitas son los descendientes de Noé, y eso incluye tanto a los árabes como a los judíos. Son pueblos hermanos.

Gran Bretaña impuso su administración colonial sobre Palestina desde 1922 hasta 1948, tras derrocar al Imperio Otomano, y como parte de sus proyectos y promesas a los sionistas, como mencioné antes, fue enviar miles y miles de judíos europeos, a crear colonias en Palestina, a crear la nación judía.

Esto lo hizo por años junto a la Agencia Judía para la Tierra de Israel, representante de los judíos sionistas, en el Mandato Británico de Palestina. Esto provocó descontento en el pueblo árabe, que veía cómo sus tierras eran desposeídas para dárselas a europeos.

Dentro de los grupos judíos europeos llevados a Palestina, se encontraban múltiples grupos paramilitares, de extrema derecha, fascistas, que se desarrollaron para imponer el “estado nacional” judío en Palestina a como diera lugar. Esto incluyó hacer la guerra dentro del territorio palestino, guerra que los árabes contestaron.

En noviembre de 1947, la Organización de Naciones Unidas decidió darle solución al conflicto entre judios y árabes por medio de la repartición de Palestina, creando arbitrariamente un Estado Judío y un Estado Árabe, tal y como eran los planes prometido a los sionistas. La ONU no creó ninguna democracia en medio oriente, creó un etno-estado, Estados basados en religión.

Este hecho, claramente de un carácter colonialista por parte de las Naciones Unidas, explica por qué al día de hoy esta organización es cómplice del genocidio del pueblo palestino, y lo que explica también su obvia incapacidad para resolver nada en un momento de masacre como el que se vive en este momento.

La división por parte de la ONU terminó de calentar las ya crispadas tensiones en Palestina, y se originó una “guerra civil” entre árabes y judíos colonizadores. Esta guerra civil de 1948 provocó serias consecuencias para Palestina y para la región.

Los grupos judíos sionistas se establecieron como ganadores de la guerra y desarrollaron la Nakba, es decir, “la catátrofe”, la expulsión de cientos de miles Palestinos de sus tierras por medio de masacres, y el asentamiento israelí por la fuerza en la patria palestina, previamente ocupada por Gran Bretaña. En otras palabras la masacre, destrucción y colonización del pueblo Palestino.

Como parte de la Nakba, en abril de 1948, antes del fin de la guerra, las fuerzas militares israelís llevaron a cabo la Masacre de Deir Yassin, que es una aldea cerca de Jerusalem, en donde asesinaron a la mayoria de sus pobladores, cerca de 240 personas. Niños, mujeres y adultos mayores fueron masacrados. Tal y como sucede hoy en día.

En ese momento, Hannah Arendt y Albert Einstein, en conjunto con más intelectuales judíos, emitieron comunicados públicos en Estados Unidos condenando los hechos de Deir Yassin y señalando que las fuerzas ocupadoras israelíes compartían en su esencia sionista, las ideologías y políticas nazis y fascistas de Europa, y que se equivocaban los políticos estadunidenses en apoyarles.

El comunicado publicado por esos intelectuales en diciembre de 1948 en el New York Times, en referencia los colonizadores en Palestina, en el nuevo Estado de Israel creado por la ONU, dice lo siguiente:

“Among the most disturbing political phenomena of our times is the emergence in the newly created state of Israel of the “Freedom Party” (Tnuat Haherut), a political party closely akin in its organization, methods, political philosophy and social appeal to the Nazi and Fascist parties. It was formed out of the membership and following of the former Irgun Zvai Leumi, a terrorist, right-wing, chauvinist organization in Palestine.”

(“Uno de los fenómenos políticos más perturbadores de nuestros tiempos es la emergencia en el recién creado estado de Israel del “Partido de la Libertad” (Tnuat Haherut), un partido político estrechamente afín en su organización, métodos, filosofía política y apelación social a los partidos Nazi y Fascista. Se formó a partir de la membresía y el seguimiento del antiguo Irgun Zvai Leumi, una organización terrorista de derecha y chovinista en Palestina.”)

“A shocking example was their behavior in the Arab village of Deir Yassin. This village, off the main roads and surrounded by Jewish lands, had taken no part in the war, and had even fought off Arab bands who wanted to use the village as their base. On April 9 (THE NEW YORK TIMES), terrorist bands attacked this peaceful village, which was not a military objective in the fighting, killed most of its inhabitants240 men, women, and childrenand kept a few of them alive to parade as captives through the streets of Jerusalem. Most of the Jewish community was horrified at the deed, and the Jewish Agency sent a telegram of apology to King Abdullah of Trans-Jordan. But the terrorists, far from being ashamed of their act, were proud of this massacre, publicized it widely, and invited all the foreign correspondents present in the country to view the heaped corpses and the general havoc at Deir Yassin.”

(“Un ejemplo impactante fue su comportamiento en el pueblo árabe de Deir Yassin. Este pueblo, apartado de las carreteras principales y rodeado de tierras judías, no había participado en la guerra e incluso había resistido a bandas árabes que querían usar el pueblo como su base. El 9 de abril (THE NEW YORK TIMES), bandas terroristas atacaron este pacífico pueblo, que no era un objetivo militar en la lucha, mataron a la mayoría de sus habitantes: 240 hombres, mujeres y niños, y mantuvieron vivos a unos pocos para desfilar como prisioneros por las calles de Jerusalén. La mayoría de la comunidad judía quedó horrorizada por el acto, y la Agencia Judía envió un telegrama de disculpa al Rey Abdullah de Transjordania. Pero los terroristas, lejos de avergonzarse de su acto, estaban orgullosos de esta masacre, la publicitaron ampliamente e invitaron a todos los corresponsales extranjeros presentes en el país a ver los cadáveres amontonados y el caos general en Deir Yassin.”)

¿Les suena conocido? Ese modus operandi de destrucción, saqueo, ejecuciones de niños y mujeres. Tal vez les suene conocido a lo que pasa en Gaza todos los días.

Antes de ese comunicado, Shepard Rifkin, líder sionista de Estados Unidos invitó a Einstein a apoyar la causa sionista en Palestina. El científico contestó:

“When a real and final catastrophe should befall us in Palestine the first responsible for it would be the British and the second responsible for it the Terrorist organization build up from our ranks.

I am not willing to see anybody associated with those misled and criminal people.”

(“Cuando una catástrofe real y final caiga sobre nosotros en Palestina, el principal responsable por ésta será Gran Bretaña, y el segundo responsable serán las organizaciones terroristas nacidas desde nuestras propias filas.

No me gustaría ver a alguien asociado con esa gente criminal y engañadora”)

Volvamos al Destino Manifiesto, también para intentar aterrizar los paralelismos entre el destino manifiesto y el proyecto sionista.

Hablamos entonces de dos ideologías puestas en práctica que contienen elementos supremacistas en relación a la religión, la raza y la guerra. Ambas, contienen en su interior vehículos precursores de estas ideas, que las ponen en movimiento, en práctica. En el caso del “Destino Manifiesto” era el filibusterismo, en el caso del proyecto sionista, fueron los grupos paramilitares y posteriormente el ejército constituido como Fuerzas de Defensa de Israel (IDF).

Ese vehículo era conducido por hombres, blancos, colonizadores, con deseos de establecerse en territorios ajenos. Los hombres jóvenes son los llamados a ocupar, masacrar e imponer su orden frente a pueblos que consideran inferiores. La raza debe imponerse, pues los demás son “bestias salvajes” o “personas no humanas”.

Y pues el establecimiento de una ocupación israelí en Palestina tiene como objetivo imponer una sola religión en ese lugar, desplazando míticamente a su población natal, tal y como lo hacía Estados Unidos y los Filibusteros con el protestantismo y sus ataques a los católicos o a los nativos americanos.

Curiosamente, Estados Unidos no estaba muy seguro de reconocer el Estado de Israel tras la resolución de la ONU. De hecho el primer país en reconocer el etno-estado fue la Unión Soviética. Sin embargo, en el contexto de la Guerra Fría, y en términos geopolíticos, para Estados Unidos era muy útil contar con un estado satélite justo en el medio oriente.

Desde entonces el apoyo de Estados Unidos a la ocupación israelí ha sido mucho más que incondicional. Políticos de los dos partidos políticos, Demócrata y Republicano, le han dado desde 1949 financiamiento militar, políticas de inversión para empresas multinacionales, promoción de industrias culturales, y todo un aparataje comercial que se construyó específicamente para el nuevo estado de Israel. Todo esto, mientras Israel comete genocidio contra el pueblo palestino.

Y es que, más allá de la estrategia geopolítica, los sionistas encontraron en algunas partes del pueblo estadounidense un caldo de cultivo racista, esclavista y extremista que nunca dejó de ser parte de la cultura norteamericana imperialista.

Los sionistas lograron convencer a poblaciones enteras y a políticos estadounidenses de que el pueblo judío es superior al árabe, que es el pueblo elegido de dios, y que el “destino manifiesto” de Estados Unidos, también como pueblo elegido de Dios, apoyar incondicionalmente a Israel en su “recuperación” de tierra santa, recuperarla de los árabes impuros.

Miles de millones de dólares son invertidos en lobby político y medios de comunicación, por parte de los sionistas, para convencer a votantes, congresistas y senadores gringos de que el pueblo judío es elegido por Dios. El extremismo religioso sionista le cayó muy bien al extremismo religioso norteamericano.

Tal y como se hizo en la época de William Walker en la década de 1850, conseguir financiamiento para la guerra de ocupación es siempre necesario. Es por eso que Estados Unidos envía billones de dólares a Israel todos los años para que continue con la disposición y limpieza étnica del pueblo palestino.

Podemos seguir acá buscando y encontrando paralelismos entre el destino manifiesto y el proyecto sionista. Pero no quiero extender un artículo que se me salió un poco de las manos.

Sin entrar en polémica de Juan Santamaría como figura histórica, es clarísimo que la Batalla de Rivas, y la resistencia de América Central que se organizó en contra de William Walker y los filibusteros fue un acto claramente anti-imperialista, anti–colonizador y anti-extremista.

El revés militar que sufrió William Walker en Rivas provocó la pérdida de apoyo del pueblo nicaragüense en el gringo, y de hecho provocó que pocos años después lo ejecutaran mientras el tipo intentaba organizar otra expedición colonizadora en Nicaragua.

Juan Santamaría, guste la idea o no, jugó un papel importantísimo en las luchas contra el colonialismo. Y si bien singuralizarlo sería un error histórico, no es descabellado decir que aquel ejército y sociedad costarricense de 1856 estarían hoy en día apoyando al pueblo palestino, en contra del destino manifiesto israelí.

Tal y como Estados Unidos no estaba creando sociedades democráticas en sus conquistas de territorio en México o Centroamérica, en el territorio ocupado de Palestina por el Estado de Israel no se creó tampoco una democracia.

Las ideas expansionistas, características del filibusterismo y el “destino manifiesto” también están vivas y presentes en Palestina, donde el estado genocida ha acaparado y tomado cada vez más tierras que eran parte de Palestina, incluso del territorio árabe creado por la ONU. No hay quien detenga su sed de conquista del territorio.

Israel tiene el objetivo claro de totalizar su poderío en el territorio, hasta haber asesinado o expulsado a todos los palestinos. Es su política de fundación, y es su política actual. Benjamin Netanyahu lo ha dicho ciento de veces: “no habrá estado palestino”. Su política es la aniquilación.

Recordar la importancia de la Batalla de Rivas, a la luz de la ocupación israelí en Palestina, es un ejercicio no solo de memoria histórica, sino que también de comprensión del grave daño que genera el extremismo religioso, el racismo estructuralizado, y el pensamiento colonizador que aún hoy impera en el mundo, y específicamente en sus tomadores de decisiones, donde unos pocos creen tener la superioridad para imponerse sobre las demás personas y pueblos de la tierra.

Viva Palestina Libre.

Nota del autor: No soy especialista sobre Palestina, o el conflicto que se vive ahí. Mi criterio está basado en una posición crítica contra el imperialismo y el apartheid, que se desarrolló tanto en mis casas de estudios (Colegio Humanístico Costarricense y Universidad de Costa Rica), como en mi trabajo para el Sindicato APSE. En ese sentido, pido disculpas por errores interpretativos, comparaciones que puedan parecer fuera de lugar o detalles dejados por fuera del artículo, siempre y cuando quede claro que mi posición política, personal y humana es, y será será siempre, en contra de la ocupación y genocidio israelí en Palestina.

Adjunto la bibliografía que utilicé para construir este artículo de opinión:

El Destino Manifiesto, William Walker, Y El Filibusterismo De Los Estados Unidos En América Central En La Década De 1850. Lección Inaugural . Autor: Robert E. May. Enlace: https://www.ucr.ac.cr/medios/documentos/2006/Destino_manifiesto_Robert_E_May.doc

El destino manifiesto y el sionismo: Dos doctrinas expansionistas que sirven de base y unión a las políticas estadounidense e israeli. Autoría: Ernesto Gómez Abascal. Enlace: https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1883

Albert Einstein también habría llamado fascista a Netanyahu. Autoría: Antonio Maestre. Enlace: https://www.lasexta.com/el-muro/antonio-maestre/albert-einstein-tambien-habria-llamado-fascista-netanyahu_20231016652d9072b98ca100016540a2.html

Letter to the New York Times: New Palestine Party: Visit of Menachem Begin and Aims of Political Movement Discussed. Autoría: Isidore Abramowitz, Hannah Arendt, Abraham Brick, Rabbi Jessurun Cardozo, Albert Einstein, Herman Eisen, M.D., Hayim Fineman, M. Gallen, M.D., H.H. Harris, Zelig S. Harris, Sidney Hook, Fred Karush, Bruria Kaufman, Irma L. Lindheim, Nachman Maisel, Seymour Melman, Myer D. Mendelson, M.D., Harry M. Oslinsky, Samuel Pitlick, Fritz Rohrlich, Louis P. Rocker, Ruth Sagis, Itzhak Sankowsky, I.J. Shoenberg, Samuel Shuman, M. Singer, Irma Wolfe, Stefan Wolfe. Enlace: https://www.marxists.org/reference/archive/einstein/1948/12/02.htm

Carta de Albert Einstein, rechazando el sionismo y tratándolos de ‘gente criminal y engañadora’. Autoría: @Rodrigo — Revista De Frente. Enlace: https://www.revistadefrente.cl/carta-de-albert-einstein-rechazando-el-sionismo-y-tratandolos-de-gente-criminal-y-enganadora/

Sobre la definicion de antisemita, “CONFLICTO EN GAZA” programa Desde la Otra Acera de APSEParticipación de Dr. Mohammad Hassan Abed, Médico palestino radicado en CR. Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=uHIIh36mTlQ

Cuando Washington dudaba en reconocer el Estado de Israel. Autoría: Irene Gendzier. Enlace: https://mondiplo.com/cuando-washington-dudaba-en-reconocer-al-estado

Compartido con SURCOS por el autor.

¡No tendremos oportunidad de aplaudir!

Gilberto Lopes, desde San José
9 marzo 2024

  • Una Europa de perfil alemán
  • Mientras tanto… ¿cómo le ha ido a Inglaterra?
  • Los rusos… ¿afuera o derrotados?
  • Conservadores y socialistas
  • La amenaza rusa
  • La OTAN se prepara para la guerra

“Los norteamericanos adentro, los rusos afuera, los alemanes abajo”. Así definía Lord Ismay –Hastings Lionel Ismay, I Barón Ismay, general del ejército británico, primer Secretario General de la OTAN (1952-57)– los objetivos de la organización, fundada en 1952, en plena guerra de Corea y comienzos de la Guerra Fría.

Como nos advierte Víctor Davis Hanson, historiador de la Hoover Institution, en la Universidad de Stanford, autor del libro “The Second World Wars: How the First Global Conflict Was Fought and Won”, Lord Ismay no se refería a dejar afuera a la Unión Soviética (que, alguna vez pretendió, sin éxito, sumarse a la OTAN), sino a los “rusos”. Tampoco a Alemania del este, o a los nazis. Simplemente, a los “alemanes”.

En un artículo publicado en julio de 2017, Hanson afirmaba que Ismay entendía que, atrapada entre Alemania y Rusia, Europa necesitaba un poderoso aliado externo para evitar nuevos conflictos. Ese aliado era Estados Unidos­, entonces tentado por el aislacionismo ante el riesgo de involucrarse en otra guerra europea. Una preocupación que el eventual triunfo de Trump en noviembre próximo despierta nuevamente.

Lo que Hanson no dice es que impedir el surgimiento en el continente europeo de una potencia que pudiera desafiar a Londres fue siempre un objetivo clave de la moderna política exterior británica.

Por alguna razón, diría Hanson, tanto la exprimera ministra inglesa, Margaret Thatcher (1979-90), como Mijaíl Gorbachov, Secretario General de Partido Comunista de la Unión Soviética (1985-91), veían con preocupación la unificación alemana en 1989. Tanto a Lord Ismay como a Thatcher, o a Gorbachov, una Alemania dividida les parecía más seguro.

Pese a que hoy, en muchos aspectos, Alemania es un “modelo de democracia”, no hay que olvidar ciertas “raíces” que hacen pensar que la historia podría repetirse, agregó Hanson. El general Ismay no dejaba de recordar la guerra Franco-Prusiana de 1870-71, ni el papel de Alemania en las dos guerras mundiales.

Una Europa de perfil alemán

El objetivo de la OTAN, de mantener “a los alemanes abajo”, no se cumplió. La unificación alemana, en 1990, y el Brexit, aprobado en un referendo el 23 de junio del 2016, por el que Gran Bretaña decidió salirse de la Unión Europea, son dos expresiones de ese fracaso.

Catorce años antes del Brexit, el 1 de enero del 2002, había entrado en circulación, en doce Estados europeos, el euro, la moneda única que Gran Bretaña nunca adoptó. Empezaba ya entonces su retirada de una Europa que se iba organizando, cada vez más, con un perfil alemán.

El euro fue la espina dorsal de esa construcción. Una moneda común que evitaba la valorización de una moneda nacional, como el marco, haciendo más caras las exportaciones de un país que mantenía un creciente superávit comercial, como era el caso de Alemania.

El banco central alemán controlaba de hecho las finanzas europeas, dice Hanson. Las empobrecidas economías del Mediterráneo estaban atadas a la alemana, que vio en el Brexit “una intolerable afrenta a su liderazgo”.

Abundan los análisis sobre el efecto del euro en las economías europeas y no es posible analizarlo aquí en detalle. Sugiero el texto de Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía y autor del libro “El euro. Cómo la moneda común amenaza el futuro de Europa”, publicado en 2017. Para Stiglitz, para salvar el proyecto europeo había que abandonar el euro. El euro ha hecho que los países más débiles lo sean aún más y que los más fuertes se hayan reforzado, dice Stiglitz. El PIB alemán, que era 10,4 veces el de Grecia, en 2007, pasó a serlo 15 veces, en 2015.

Adam Tooze, historiador económico británico, ya señalaba, en septiembre de 2012, en la revista Foreign Affairs, que el crecimiento de Alemania era insostenible, porque gran parte de su superávit era logrado a costa del déficit en cuenta corriente de los países europeos en crisis.

Alemania veía en el enorme superávit comercial –que disfrutó desde el 2000– como una forma de retornar a los viejos días de gloria posteriores a la II Guerra Mundial. Pero entonces, dice Tooze, invertían en el país. En 2012, Alemania invertía más en el extranjero que en casa. En ese sentido el superávit no era una repetición del modelo de crecimiento de posguerra, “sino una señal de su descomposición”.

Quizás en ningún otro escenario esa Europa “alemana” se dibujó con mayor dramatismo que en las condiciones impuestas a Grecia en la renegociación de su deuda, en 2015, con el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble (2009-2017), desempeñando un agresivo papel en la imposición de drásticos recortes a los gastos públicos, privatizaciones y la obligación de hacerla pagar hasta el último centavo de la deuda. Los gobiernos de la Eurozona no querían ver ni en pintura una renegociación, un alivio a la deuda griega.

Poco a poco se fue conociendo de qué se trataba todo eso. El FMI había decidido proteger los bancos afectados, principalmente alemanes y franceses, expuestos a la deuda griega. Se sacrificó la economía griega para salvar el proyecto del euro y el sistema bancario del norte de Europa.

Mario Draghi, entonces presidente del banco, reconoció que los países de la eurozona obtuvieron beneficios por 7,8 mil millones de euros gracias a las condiciones que impusieron a Grecia en la renegociación de su deuda. Berlín ganó cerca de 2,9 mil millones de euros con la crisis griega, gracias a la parte que le correspondía de las ganancias generadas por el programa de compra de títulos de la deuda griega por el Banco Central Europeo (BCE).

Mientras tanto… ¿cómo le ha ido a Inglaterra?

En 2018, la primera ministra británica, Theresa May, negociaba con la Comisión Europea los acuerdos que regularían la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, luego del referendo de junio del 2016.

“En la famosa cena de Downing Street, de Theresa May con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la primera ministra planteó que debían comprometerse a conseguir que el Brexit fuera un “éxito». Un perplejo Juncker le recordó que eso era imposible, porque las dos partes iban a salir perdiendo”.

El luxemburgués Juncker era el mismo que, junto con el alemán Schäuble, se había ensañado con Grecia tres años antes, en la renegociación de la deuda.

En noviembre del 2022 el Banco de Inglaterra advirtió que el Reino Unido enfrentaba un escenario «muy desafiante» para su economía y que el desempleo prácticamente se duplicaría para 2025, pasando de 3,5% a casi 6,5%. Si bien no sería la recesión más profunda de su historia, sería la más larga desde que comenzaron los registros en los años 20, dijo el banco central.

El gobierno conservador de Rishi Sunak anunciaba nuevos recortes de gastos y aumento de las tasas de interés. La oposición laborista advertía que las familias no podrían soportar estos aumentos, que los precios de los alimentos y la factura de energía iban en aumento y ahora tendrían que hacer frente a tasas hipotecarias más altas.

Ya entonces se leía en la prensa británica que millones de personas se veían obligadas a saltarse comidas (o a quedarse el día entero sin comer). En una, de cada cuatro casas con niños, se estaba viviendo inseguridad alimentaria.

En octubre del 2022, la BBC publicó un artículo titulado “Ratas, huesos y barro: los alimentos del hambre que la gente desesperada come para sobrevivir”. “Hay personas que están comiendo alimentos para mascotas y calentando su comida con velas”, decía otro artículo, dos meses después, en un comentario sobre los efectos de la inflación en el Reino Unido.

Con la economía prácticamente estancada, el FMI prevé un crecimiento del PIB de 0,6% en 2024. La OCDE proyectó una contracción de 0,4% en 2023 y un crecimiento más modesto, de 0,2% en 2024.

Una encuesta de opinión del Observer señaló que 41% de los entrevistados opinaban que Gran Bretaña se había hecho menos influyente en los últimos diez años. 19% estimaba que más. 35% estimaba que el Brexit le había dado menos influencia, frente a 26% que opinaba lo contrario.

Las previsiones de la Comisión Europea sobre la economía de la región tampoco son optimistas. “El importante estancamiento de la UE a lo largo de 2023 se tradujo en un débil impulso al entrar en el nuevo año. […] la economía de la UE entró en 2024 en una situación más débil de lo previsto, y los últimos indicadores no sugieren un repunte inminente”.

No era el escenario imaginado por los ingleses cuando se creó la OTAN, hace ya 75 años.

Los rusos… ¿afuera o derrotados?

Ya no se trata de dejar a los rusos afuera de la OTAN, como planteaba Lord Ismay. Ahora el objetivo de sus países miembros es derrotar a Rusia. Algo mucho más ambicioso… y peligroso.

La era de la posguerra ha terminado”, dijo el primer ministro polaco, Donald Tusk, en una reunión del conservador Partido Popular Europeo (PPE) en Bucarest, Rumania. «Estamos viviendo nuevos tiempos: una era de preguerra». O luchamos para proteger nuestras fronteras, territorio y valores, para defender a nuestros ciudadanos y a las generaciones futuras, o [aceptamos] la alternativa que es la derrota”.

La derrota de Rusia “es indispensable para la seguridad de Europa”, opina también del presidente francés. “Europa se pone en pie de guerra”, decían, entusiasmados, dos corresponsales del diario español “El País”. “Más munición, más producción de armamento, mayor inversión y coordinación en capacidades de defensa”.

La presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró ante el parlamento europeo que “la amenaza de guerra puede no ser inminente, pero no es imposible”. Para los periodistas españoles es un granito más, un aporte al cambio de paradigma, una advertencia para que los ciudadanos europeos se preparen mentalmente para la guerra, como lo pidió el gobierno sueco, recién incorporado a la OTAN.

¿Para qué guerra deben prepararse los ciudadanos europeos?, deberíamos preguntarnos desde América Latina. Y desde todo el mundo. ¿Estarán en sus cabales quienes pretenden prepararse para una guerra entre Rusia y la OTAN? ¿Quienes hablan de la necesidad de producir más municiones, o de un cambio de paradigma? ¿De qué municiones están hablando, de qué paradigma?

Para el canciller ruso, Sergei Lavrov, la corriente de los partidarios de la guerra es muy fuerte en Europa. Putin ha reiterado que no tiene intención de librar una guerra con la OTAN, que será, inevitablemente, una guerra nuclear.

Hay quienes piensan que avanzando en la militarización de Europa y acercando las fronteras de la OTAN a Rusia estaremos todos más seguros. La advertencia de von der Leyen –aseguran los periodistas españoles– no es más que la última “de una cadena de llamativas declaraciones que alertan del riesgo de que el presidente ruso, Vladimir Putin, ataque un país europeo”.

Las advertencias son en el mismo tono, nunca precisos: “Nuestros expertos prevén que esto podría ser en un periodo de cinco a ocho años”, según el ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius. Para el titular de Defensa danés, Troels Lund Poulsen, el hipotético ataque podría suceder incluso antes”.

Conservadores y socialistas

Los periodistas se entusiasman con lo que consideran “un paso histórico” de la UE, de apoyar militarmente a Kiev con fondos intergubernamentales. O que el Banco Europeo de Inversiones cambie su política crediticia “para financiar empresas que fabrican armas y municiones”.

Occidente ha incrementado progresivamente su participación en la guerra: suministra artillería de largo alcance, avanzados sistemas de defensa aérea, tanques, misiles crucero, inteligencia por satélite.

Para al jefe del servicio de inteligencia de Estonia el Kremlin está, “probablemente”, anticipándose a un “posible” conflicto con la OTAN, en la próxima década, “o algo así…” “Los ministros de Defensa de Dinamarca y Alemania han advertido también que Rusia puede atacar a la OTAN en menos de una década”.

“Nos encontramos ante el amanecer de una nueva era más turbulenta y difícil”, dice la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, en el congreso de los socialistas europeos, en Roma. Putin es el “gran desestabilizador”. “Rusia ataca donde huele debilidad”. Por lo tanto, se trata de sumar fuerzas en su contra.

Es el mismo congreso donde se designará al luxemburgués Nicolas Schmit candidato del Partido Socialista Europeo (PSE) a la presidencia de la Comisión. A la que los conservadores llevarán como candidata a la reelección a la actual presidente. Se elige el parlamento europeo en junio próximo, y luego se encarga de elegir a los altos funcionarios de la Comisión. Según los grandes medios europeos, los conservadores no solo tienen asegurada una mayoría, sino que, corridos aún más hacia la derecha, consolidarán un bloque mayor que el actual.

Schmit fue tajante: “No hay compromiso posible con la extrema derecha, ni con quienes la respaldan y amparan”. Luego agrega: “No podemos aceptar que nuestros hijos estén expuestos a amenazas permanentes (de Vladímir Putin), al chantaje permanente de una potencia (Rusia) que es una potencia imperialista y, por sus orientaciones, una potencia fascista”.

Nadie habla del avance permanente de la OTAN hacia las fronteras rusas, del Maidán ucraniano del 2013-14, estimulado por Estados Unidos. Solo de la “amenaza rusa”. “La defensa de Ucrania es esencial para la estabilidad europea y para prevenir la expansión del poder global ruso. Contener a Rusia en Ucrania significa mantener la línea de contacto tan cerca de la frontera rusa como posible, restringiendo las tendencias expansionistas rusas”, estiman cuatro académicos del Center for Strategic and International Studies (CSIS), una organización con base en Washington.

“Europa se reafirma”, según los periodistas españoles. En 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea el presupuesto militar de los aliados europeos de la OTAN era de 235 mil millones de dólares: 1,47% del PIB. En 2023, la cantidad ascendió a 347 mil millones de dólares, equivalentes a un 1,85% del PIB. Para 2024 se espera 380 mil millones. Un 2% del PIB. Cifra considerada ya insuficiente por los países europeos.

La amenaza rusa

¿Es Rusia una verdadera amenaza para la OTAN? se preguntaban Andrea Kendall-Taylor, directora del Programa de Seguridad Transatlántica del Center for a New American Security, y Greg Weaver, exdirector de la oficina del Subsecretario de Defensa para Políticas, en un artículo publicado el 5 de marzo en Politico.

No lo ponían en duda. En su artículo trataban de analizar como debían prepararse los aliados de la OTAN para enfrentar una agresión rusa que, pese a todas las evidencias en contrario, estimaban muy probable.

Weaver y Kendall-Taylor citan al exjefe del Estado Mayor conjunto de los Estados Unidos, el general Mike Milley, quien explicaba que, si bien los gastos para disuadir una agresión son altos, muchos más altos son los de pelear una gran guerra.

Les preocupa tener que pelear en dos escenarios: en Europa y Asia. Para eso se necesita asegurar la capacidad de transportar y abastecer sus fuerzas, por mar y aire, en los escenarios de batalla y de contar con suficientes municiones convencionales para mantener su superioridad.

Fyodor Lukyanov, director del Grupo de Debates de Valdai, nos sugiere otra visión del problema. La élite occidental gobernante es hoy muy distinta a la de generaciones anteriores, pues cree en su infalibilidad. Piensa que cualquier desvío de las normas políticas e ideológicas establecidas después de la Guerra Fría sería “una real catástrofe para el mundo”. Y como cualquier compromiso con los rusos significaría eso, “es necesario evitarlo a toda costa”.

“Los Estados Unidos fueron incapaces de manejar la responsabilidad de ser la única superpotencia del mundo al finalizar la Guerra Fría”, dijo Putin en el reciente Festival de la Juventud, en Sochi.

Lukyanov se refiere al origen de esas ideas, a la mentalidad del “fin de la historia” que prevaleció con el fin del socialismo en el este europeo. El mundo parecía caminar en una sola dirección, hasta que se toparon con una nueva realidad, con Estados capaces de oponerse y bloquear ese movimiento.

Durante veinte años Rusia trató de hacer ver la necesidad de reacomodar el orden internacional. Esas advertencias fueron ignoradas. El resultado fue lo ocurrido el 24 de febrero del 2022, cuando sus tropas entraron en Ucrania. Rusia trata ahora, con la fuerza militar, de obligar a Occidente a revisar su enfoque de los años 90, a buscar un nuevo acuerdo sobre el escenario de seguridad europeo, dice Lukyanov.

El que la retórica de Occidente sobre lo inadmisible de una victoria de Moscú sea cada vez más estridente es alarmante. “Estamos entrando en un período peligroso”, en su opinión.

Para el diplomático hindú Kanwai Sibal, exembajador en Rusia (2004-07), los países miembros de la Unión Europea prometen más armas para Ucrania, mientras se niegan a aceptar la afirmación de Moscú de que no tienen planes de atacar ningún país de la OTAN. Piensan que aumentando el nivel de la confrontación, van a obligar a Moscú a sentarse en la mesa de negociaciones.

“Esto puede ser un grave error de apreciación”, estimó. Lejos de forzar una solución negociada al conflicto, esa lógica puede conducir inexorablemente a una confrontación entre Rusia y la OTAN.

El argumento es que si Rusia vence, atacará otros países para satisfacer sus ambiciones imperiales.

“¿Alguien en esta sala piensa que Putin parará en Ucrania? Les garantizo que no”, dijo Joe Biden en su discurso sobre el estado de la nación, el pasado 7 de marzo. La frase me recordó la del entonces Secretario de Estado Colin Powel quien, un 5 de febrero del 2003, exhibía ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una muestra de ántrax, supuestamente del arsenal de Sadam Husein, un argumento más para justificar, mes y medio después, la invasión de Irak.

Son falsos argumentos, dice Sibal. “Putin ha estado en el poder 24 años, la OTAN se ha expandido cinco veces, sus tropas y los misiles norteamericanos están estacionados cerca de las fronteras rusas, sin ninguna respuesta agresiva de Rusia”. Nadie explica ahora porque Rusia tendría interés de atacar a la OTAN.

Putin ha advertido a Occidente de los riesgos de sus políticas, especialmente del avance de la OTAN hacia sus fronteras. Lo hizo en el 2007, en su discurso en la conferencia de seguridad de Múnich y no ha dejado de hacerlo desde entonces. Su última oferta de un acuerdo, en diciembre del 2022, dos meses antes de la invasión de Ucrania, fue rechazada.

Occidente piensa que Moscú no responderá militarmente si Occidente sigue incrementando su apoyo a Ucrania. “Esto puede ser un serio error de apreciación; puede explicar porque los europeos no toman debida nota del formidable aparato nuclear ruso”. “Esto –dijo Sibal–puede arrastrar a Occidente, y a todo el mundo, a la pesadilla nuclear.

La OTAN se prepara para la guerra

El que Rusia no tenga los medios para lograr sus ambiciones neoimperiales no le impide tratar de alcanzarlas hasta un amargo final, dijo Joschka Fischer, exministro de Relaciones Exteriores y líder de los verdes alemanes (que hoy ocupan nuevamente esa cartera, a cargo de la expeacenik Annalena Baerbock).

Sobre las ambiciones neoimperiales, las lecciones más recientes de la historia revelan que lo que Fischer atribuye a Rusia calza mejor con el comportamiento alemán. Ambiciones imperiales que nos han conducido a amargos intermedios, pero que, repetida, nos puede conducir al final amargo a que hace referencia el político alemán.

La Unión Europea ya no es solo un proyecto de paz. Europa tiene que prepararse para la guerra. Este programa no contradice el objetivo inicial de prevenir la guerra en Europa, dijo Riho Terras, un conservador miembro del parlamento europeo y excomandante militar de Estonia.La Comisión Europea acaba de presentar una Estrategia Industrial de Defensa junto con un fondo de subsidios de al menos 1.500 millones de euros para un Programa Europeo de Inversiones en Defensa. Pero se va a necesitar mucho más, si Europa pretende crear un complejo industrial competitivo, en opinión del Comisario de Industria de la Comisión Europea, Thierry Breton. Se necesitarían cien mil millones de euros. Algo que otros diplomáticos europeos ven más allá de toda posibilidad.Cuando la OTAN fue creada, Estados Unidos era una potencia en plena expansión. Fue su momento de mayor preponderancia en el escenario internacional. Controlaba entonces cerca del 50% de la industria mundial.

En 1999, diez años después del final de la Guerra Fría, Bill Clinton (93-2001) anunció que Estados Unidos tenía por delante un futuro próspero y brillante. Parecía cierto: el país era más rico que nunca.

Desde entonces, el porcentaje de su participación en la economía mundial, su productividad, no han cesado de caer, mientras crece la obsolescencia de su industria manufacturera y de su infraestructura.

La inestabilidad financiera es solo uno de los problemas de la economía occidental, dijo el analista económico del Financial Times, Martin Wolf, en su más reciente libro, “The crisis of democratic capitalism”. Es un largo texto, para una crisis profunda, a la que Wolf agrega otros factores, como “la creciente desigualdad, la creciente inseguridad personal y el lento crecimiento económico, especialmente después de la Gran Recesión”.

El debate sobre la decadencia del imperio norteamericano tiene muchas aristas, pero es evidente que el país que impuso las reglas de Bretton Woods al mundo hoy tiene que esforzarse para tratar de mantenerlas, antes de que se les vayan de las manos.

Es el mismo que hizo de la OTAN la columna vertebral de su política de defensa, una organización beligerante que sigue estrechando el cerco en torno a Rusia, moviéndose cada vez más cerca de una guerra nuclear de la que sus líderes parecen soñar con salir vencedores.

¿Nos quedaremos, el resto del mundo, como simples espectadores de una obra sobre nuestro final? ¿Tendrá alguna posibilidad de éxito el esfuerzo mediador de China, con la gira, a principios de marzo, de su representante especial para los asuntos de Eurasia, Li Hui, que incluyó Kiev? ¿O los de Lula, o los de Petro, o los del Papa Francisco? Lo único inaceptable es esperar sentados que caiga la telón…

¡No tendremos oportunidad de aplaudir!

FIN

APDHA solicita amparo por violencia policial en Granada

Violencia policial en Granada, tras el Partido Marruecos-España en Qatar, 06/12/22. Captura de video de testigo del hecho.

Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA)

“¿De qué trabajas tú, moro de mierda?” o “Esta noche vas a dormir en el calabozo caliente” fueron algunas de las frases que los agentes dirigieron al denunciante.
En uno de los vídeos aportados al procedimiento judicial se observa cómo uno de los agentes le propina una patada en la cabeza al denunciante cuando este se encontraba inmovilizado en el suelo.

Solicitan amparo al Tribunal Constitucional por un caso de violencia policial durante el partido entre Marruecos y España

La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) ha presentado un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional (TC) ante un nuevo caso de violencia policial que tuvo lugar en la ciudad de Granada el pasado 6 de diciembre de 2022 durante el partido del Mundial de Qatar entre Marruecos y España. Según la denuncia interpuesta, ese día el denunciante se dirigía rumbo a su trabajo cuando un dispositivo policial le impidió el paso por una calle donde un grupo de personas estaba celebrando la victoria de la selección marroquí en el Mundial de fútbol celebrado en Qatar.

En ese contexto, el denunciante, también de origen marroquí, alega que dos agentes lo tiraron al suelo, lo golpearon en distintas partes del cuerpo y, una vez inmovilizado, otro agente se aproximó y le propinó una patada en la cabeza. Los hechos fueron presenciados por numerosas personas, quienes grabaron la escena con sus teléfonos móviles. Ante tales hechos, las personas que se encontraban congregadas en la zona comenzaron a gritar “¡Racismo!, ¡racismo!, ¡racismo!”. De hecho, según la versión del denunciante, a lo largo de su detención los agentes se dirigieron a él con expresiones tales como “¿de qué trabajas tú, moro de mierda?” o “esta noche vas a dormir en el calabozo caliente”.

Tras su traslado a comisaría y puesta en libertad, se elaboró un parte de lesiones en el que se objetivaron heridas y hematomas en todo el cuerpo. Por ello, acompañado por la asesoría jurídica de la APDHA, la víctima interpuso denuncia ante el Juzgado de Instrucción de Granada solicitando la práctica de numerosas diligencias de prueba tales como el informe médico forense, la declaración de la víctima, el interrogatorio de los testigos y del personal sanitario, así como la identificación de los agentes que formaban parte del dispositivo que detuvo y agredió al denunciante. Junto a la denuncia, se aportaban además informes médicos objetivando las lesiones, fotografías de estas y grabaciones de la detención.

Sin embargo, el Juzgado de Instrucción número 6 archivó el caso sin practicar ni una sola diligencia de prueba solicitada. Tan solo solicitó el atestado policial elaborado al efecto por la Policía Nacional. Ante esta decisión, el denunciante recurrió primero ante el propio juzgado y después ante la Audiencia Provincial. El órgano de instrucción confirmó la decisión adoptada, argumentando respecto al vídeo donde se ve cómo uno de los agentes le propina una patada en la cabeza que “si en ese momento se produjo alguna lesión al denunciante” fue porque los agentes “se vieron obligados a utilizar la fuerza mínima imprescindible para poder ser trasladado a Comisaría”.

La Audiencia Provincial, sin entrar al fondo de la cuestión, confirmó la decisión del Juzgado de Instrucción el pasado mes de junio. Por tal motivo, el denunciante ha formalizado esta semana recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional en el que sostiene que se ha vulnerado su derecho a la tutela judicial efectiva en conexión con la prohibición de sufrir torturas o tratos inhumanos o degradantes.

La APDHA denuncia que no se trata de un hecho aislado. Por una parte, la organización recuerda que apenas hace un año que el Tribunal Constitucional dictó sentencia en un caso que también tuvo lugar en la ciudad de Granada y en el que se formuló una denuncia por torturas en el contexto de una actuación policial. Por otra parte, la entidad andaluza sostiene que «lejos de tratarse de un hecho puntual, estas actuaciones policiales totalmente desproporcionadas son algo más que casos aislados y, en muchas ocasiones, son reflejo de un racismo institucionalizado»

 

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2023/07/apdha-solicita-amparo-por-violencia-policial-en-granada/

Lanzan en Europa investigación sobre la contaminación del agua en Cartago

  • Transnacional Syngenta con sede en Suiza exportó clorotalonil prohibido en Europa en 2019

  • Costos de cisternas que abastecen desde octubre del 2022 a unas 10 mil personas han costado al AYA más de 100 millones de colones

Bloque Verde. La Unidad Unearthed de Greenpeace Reino Unido y Public Eye que es una organización no gubernamental Suiza, con más de 28 mil personas miembros y 50 años de incidir la conducta de las compañías suizas en países en desarrollo. También están preocupados por el ambiente de su país y por eso son testigos directos de lo que ha pasado con la contaminación con clorotalonil, su consecuente prohibición en la 2019 en la Unión Europea y ahora cómo las compañías lo exportan en países con débil legislación para regular agrovenenos, como el nuestro.

En Francia y Suiza vivieron exactamente la misma situación que experimentan las comunidades de Cartago. En Francia un tercio del agua está contaminada con estas mismas moléculas, a pesar de la prohibición hace más de 4 años, es decir es una molécula muy persistente.

En Suiza unas 700.000 personas están expuestas a metabolitos de clorotalonil en su agua potable y el costo de la descontaminación podría conducir a un aumento del 75% en el precio del agua.” asegura Laurent Gaberell investigador y activista sobre alimentación y agricultura de Public Eye.

La investigación fue realizada por el periodista nacional Alvaro Murillo desde inicios de año y revela impactantes testimonios que serán conocidos por medios, opinión pública y tomadores de decisión europeos desde el día de hoy.

Según revelan sobre la contaminación de fuentes de agua en Cartago “Las autoridades temen que esto podría ser sólo la punta del iceberg en un país donde las autoridades no tienen la capacidad de analizar su propia agua para detectar estos contaminantes”. Agrega que “nadie sabe cuántas personas en Costa Rica han estado expuestas a estos contaminantes ni por cuánto tiempo. Las autoridades costarricenses nunca han analizado sistemáticamente el agua potable para detectar la presencia de uno de los pesticidas más utilizados en el país.”

Según un informe de los ministerios de Salud, Ambiente y AYA que fue clave para que la Sala Constitucional solicitará la prohibición del clorotalonil en junio pasado, en la zonas vecinas de Cartago había alrededor de 65.000 personas que dependían de suministros de agua en “las mismas condiciones”, con una agricultura tan cercana a las fuentes de agua que estaba “afectando la calidad del agua” y generando “una probabilidad muy alta de contaminación por el uso de los productos químicos».

Según datos aduaneros oficiales costarricenses analizados por la investigación “los productos de Syngenta representaron más de una cuarta parte (26%) de todo el clorotalonil importado a Costa Rica entre 2020 y 2022”. Es decir que es la principal empresa que suministra el producto al país. Syngenta es el mayor exportador de clorotalonil de la UE y se fabrica principalmente en la ciudad Suiza de Basilea.

Según asegura la investigación “la evidencia de estudios en países europeos donde el producto químico ya está prohibido es que los metabolitos del clorotalonil son muy persistentes en el medio ambiente y es probable que “deterioren significativamente las aguas subterráneas durante muchos años”.

Ver reportaje completo, videos y fotos en: https://stories.publiceye.ch/es/costa-rica/ o https://unearthed.greenpeace.org/2023/06/22/pesticide-chlorothalonil-water-contamination-costa-rica-banned-europe-syngenta/

A las puertas de un cambio Histórico

Edgar Chacón Morales

Edgar Chacón Morales
Mayo de 2023

El cambio en el nuevo orden mundial tendrá que ver más allá de cuestiones económicas, políticas y militares. Es un cambio más profundo, más amplio y determinante. Desde los griegos, desde Alejandro.

Algunos milenaristas tal vez dirán que estamos ante un cambio de era.

En la Escuela primaria nos enseñaron que luego de la prehistoria, la historia se divide en cuatro edades, la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea.

La Prehistoria va desde hace tres millones de años, hasta la aparición de la escritura; la Edad antigua, desde el 3,500 aC, hasta la caída del Imperio Romano (s. V); la Edad Media, desde el siglo V, hasta el descubrimiento de América siglo XV; la Edad Moderna, desde el siglo XV, hasta la Revolución Francesa (s. XVIII); la Edad contemporánea hasta la actualidad. (Elia Tabuenca).

Visto así, la Edad Antigua, que comprendió las influencias de otras civilizaciones, se cierra en Europa, con el Imperio Romano y el peso relativo de la Historia hasta nuestros días, se abre en Europa. Entonces, el centro de la Historia, hasta ahora, ha sido Europa y Estados unidos, la civilización occidental y cristiana, con puntos secundarios en Asia y África.

Ahora, ese centro se mueve y además, ya no habrá un solo centro o polo, estamos a las puertas de que termine la centralidad europea y estadounidense en la Historia.

Hay un cambio en el peso relativo de las capitales políticas mundiales y se avizoran: Pekín, Moscú y Washington. En el futuro puede estar presente Nueva Delhi.

Así también en las capitales financieras, en las que es indudable la presencia de Shanghái.

Esto conlleva un cambio en quiénes hacen la Historia y quiénes la escriben, quiénes la registran. Dicho en otras palabras, en la Historia que se conoce, en la Historia que se enseña y divulga y en la que existe y prevalece.

Por lógica, esto deberá traer un cambio también, en cómo se construye el conocimiento histórico, quiénes participan en esta tarea.

Hay motivos de esperanza y optimismo, para que la Historia ya no sea más la Historia del genocidio, el saqueo, el despojo, la esclavitud, la discriminación que lleva a injusticias, el oprobio y otras aberraciones antiguas, medias, modernas y contemporáneas.

En cuanto a Nuestra América, se dice: fulano de tal parte, fue el conquistador de tal lugar y la Historia del pueblo de ese lugar, es de ahí para atrás. De ahí para adelante es la Historia del país que sojuzgó, el país que resultó y el pueblo sojuzgado.

Y se ensalzan los héroes metropolitanos y se les llama bandidos, a los que opusieron resistencia.

De los pueblos vencidos, sólo se recuerdan tumbas, pirámides, estelas, monolitos y leyendas. Se construyen templos sobre templos; dioses sobres dioses y mitos sobre mitos, o a lo más, se hacen sincretismos.

Se recordarán historias, anécdotas y datos de algunos personajes de los vencidos, pero sólo serán eso en la Historia oficial.

Un cambio en la legitimidad, en el derecho y en la ética. Geo cooperación vrs. geo explotación y saqueo

Actualmente, algunos actores en el plano internacional justifican sus procederes, con base en principios, valores, que según ellos los legitiman, por lo tanto, son éticas y les dan derecho de ejecutarlas.

De acuerdo con esto, por ejemplo, USA/G7/OTAN, ejecuta una acción política en un país, justificando que es para restaurar o preservar la democracia, o la libertad, por lo cual tiene el derecho de hacerlo, de acuerdo con el “orden internacional basado en reglas”, lo que le da legitimidad a la acción y por lo tanto es ética.

Pero hay reglas y organismos internacionales, que pueden ponerse en el tapete del cuestionamiento y por lo tanto los procederes que con base en ellas se legitiman, por ejemplo, la Organización de Naciones Unidas, la Unión Europea.

¿Es legítimo y ético que USA/G7/OTAN invada países, amenace y desestabilice la paz mundial, según sus conveniencias, con base en lo que esgrime y por lo tanto: tiene el derecho de hacerlo?

¿Es legítimo, justo y ético y por lo tanto fuente de derecho, que el mundo occidental y sus instituciones sean emisores y reguladores de la conducta mundial?

Eso está en cuestionamiento, y por lo tanto se avizoran cambios en este orden.

Estamos entonces también ante cambios en el ser, hacer y pensar de grupos y personas y en la convivencia.

Para que este cambio se realice, tenemos que poner de nuestra parte. Un esfuerzo enorme es el desapego a figuras e iconos. Todo aquello que tiene que ver con el esfuerzo nuestro por no ser parte más, del área de influencia del colonialismo ideológico, creer que podemos construir nuestro ideario y construirlo.

Una batalla dura es contra todo aquello que nos inculcan por los “medios de comunicación”; todo aquello que nos llama al engaño de los falsos miedos y las falsas realizaciones; todas las mercancías materiales e ideológicas que nos “ponen” a consumir.

La trampa del consumismo no está sólo en consumir, sino también en olvidar. Por ejemplo, la trampa de la moda no está sólo en lo explícito: comprar, desechar, volver a comprar y volver a desechar, hasta el infinito; sino también en lo implícito: una moda borra la anterior (que tal vez volverá después, pero desarticulada).

Desarticular nuestra historia, la continuidad de nuestra vida, pensamientos y acciones y la desarticulación entre generaciones.

Que no haya memoria; que se le dé la espalda a las luchas y los logros; que una generación no se dé la mano con la otra; la compulsión es a hacer un corte, borrar; todos los días, borrón y cuenta nueva, sin memoria.

Entonces la experiencia no cuenta, cuentan las mentes nuevas por alienar.

Además, que unos pueblos no se den la mano con otros. Así no tendremos pasado ni futuro, sólo presente consumista y que se agota en sí mismo.

En cuanto a los países al sur del río Bravo, que nuestro nacimiento fue en el marco de la independencia del colonialismo europeo.

Contradiciendo el conocido refrán, “Más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer”, podemos estar ante una situación distinta:

Más vale ignorancias y miedos por dejar y oportunidad nueva y propia por construir, que tragedia vieja, segura y conocida, por seguir padeciendo.

Arranca iniciativa europea de tsunami contra el bloqueo a Cuba

París, 3 abr (Prensa Latina) El canal Europa por Cuba anunció hoy el comienzo de su iniciativa de realizar durante dos meses un «tsunami mundial» de acciones contra el bloqueo económico, comercial y financiero estadounidense a la isla.

Organizaciones canadienses de solidaridad se encargarán durante esta semana de materializar el arranque, explicaron a Prensa Latina los coordinadores de la plataforma, José Antonio Toledo, Haydeline Díaz y Patricia Pérez.

De acuerdo con los promotores del canal creado en 2020, el nombre de la campaña responde a la idea de desarrollar por todo el planeta actividades que muestren en abril y mayo el rechazo a esa política, como olas de solidaridad que pasan de un país al otro y de un continente al otro.

Las asociaciones, las personalidades y los individuos que se sumen, realizarán desde acciones de calle hasta comunicados y muestras de condena en las redes sociales al bloqueo impuesto a Cuba hace más de seis décadas, detallaron.

En ese sentido, adelantaron que cada organización es responsable de preparar su actividad, en dependencia de sus características y posibilidades, siempre bajo la intención de lograr un verdadero tsunami contra el cerco estadounidense, que pase por América, África, Europa y Asia.

Lo importante es que suene por todo el mundo el repudio, precisaron Toledo, Díaz y Pérez, quienes anunciaron el comienzo de la campaña en una breve transmisión en YouTube, red audiovisual por donde el canal emite cada domingo un programa de alrededor de dos horas.

Según los coordinadores, la iniciativa presentada en enero de este año implicó muchos contactos con integrantes del movimiento de solidaridad con Cuba, como parte de una relación curtida por movilizaciones, caravanas y otras acciones de denuncias del bloqueo ejecutadas en los últimos dos años.

Esos contactos no pararán mientras avance el tsunami, porque el objetivo es seguir sumando voces, afirmaron.

Europa por Cuba se encargará de divulgar videos y fotos de las actividades realizadas, en la medida en que se produzcan.

La campaña incluye el llamado a la condena al imperialismo estadounidense, un proyecto de acompañamiento a la nación antillana gestado a finales de enero en la ciudad española de Sevilla, donde sesionó el primer encuentro internacional de solidaridad con Cuba organizado por el canal.

Los promotores aseveraron que abril no es un mes casual para comenzar el tsunami, porque fue en abril de 1961, en las arenas de Playa Girón, que el imperialismo estadounidense sufrió su primera derrota en América Latina.

 

Compartido con SURCOS por Trino Barrantes.