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Etiqueta: Francisco Franco

El Plus Ultra y la travesía España-América

Gabe Abrahams

El 22 de enero de 1926, el hidroavión Plus Ultra inició el primer vuelo transoceánico entre España y América. El hidroavión realizó la Travesía España-América, desde el Puerto de Palos de la Frontera hasta Buenos Aires, finalizando el recorrido el 10 de febrero de 1926.

La tripulación del Plus Ultra estuvo compuesta por dos oficiales de la Aeronáutica Militar, el comandante Ramón Franco Bahamonde y el capitán Julio Ruiz de Alda Miqueleiz; por un oficial de la Aeronáutica Naval, el teniente de navío Juan Manuel Durán González; y por un mecánico de la Aeronáutica Militar, el cabo Pablo Rada Ustarroz, todos militares y de nacionalidad española.

El asesor de la tripulación del Plus Ultra fue el comandante Emilio Herrera Linares, futuro presidente del gobierno de la Segunda República Española en el exilio y quien hasta esa fecha destacaba por haber vencido en competiciones de aeróstatos y por ser plusmarquista de varias travesías internacionales con el monoplano Nieuport. Creador del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, embrión del actual Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), Herrera había estudiado la Travesía España-América, lo cual le ayudó a aportar datos atmosféricos y geográficos claves para el éxito de la misma.

El histórico vuelo del hidroavión Plus Ultra se consumó en varias etapas. La primera etapa se inició en el muelle de La Calzadilla de Palos de la Frontera (Huelva), finalizando ocho horas después en el Puerto de la Luz, en la bahía de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, capital de la isla de Gran Canaria.

En la segunda etapa, el Plus Ultra partió desde la bahía de Gando, Telde (isla de Gran Canaria). Tras 9 horas de vuelo con baja visibilidad, llegó a Praia, Cabo Verde, batiendo en esa etapa por primera vez el récord mundial de distancia y de velocidad de un hidroavión.

La tercera etapa debía llevarse a cabo entre Cabo Verde y Pernambuco, Brasil, pero por culpa de los fuertes vientos la ruta concluyó en la isla de Fernando de Noronha. Unos depósitos de combustible casi vacíos, además de los fuertes vientos, obligaron a la tripulación a detenerse antes de lo previsto.

La siguiente etapa del Plus Ultra consistió en recorrer los 540 km que separan la isla de Fernando de Noronha y Recife, Pernambuco. Esa etapa, corta comparada con las anteriores, fue la de mayores problemas. Se rompió la hélice posterior del Plus Ultra y el hidroavión tuvo que mantener el vuelo solo con el motor delantero y a pocos metros por encima del mar. En Recife, la tripulación consiguió las hélices de repuesto.

El 4 de febrero, el Plus Ultra llegó a Río de Janeiro, Brasil, tras 12 horas y 15 minutos de vuelo, en medio del entusiasmo de una multitud entregada. El día 9, alcanzó Montevideo, Uruguay. Y el día 10, concluyó su última etapa y la travesía en Buenos Aires, Argentina, siendo también aclamado por una multitud.

De esta forma, el 10 de febrero de 1926 el Plus Ultra culminó una hazaña única, la Travesía España-América, ante la mirada atenta de miles de entusiastas que colmaron la avenida Costanera de Buenos Aires para ver cómo el hidroavión acuatizaba, exactamente a las 12:35, en el sector sur del Muelle de Pescadores, frente al Balneario Municipal.

Los récords conseguidos por el Plus Ultra y su tripulación a lo largo de la travesía fueron numerosos. Más allá de varias plusmarcas mundiales de distancia y de velocidad de un hidroavión, se alcanzaron las plusmarcas de la Travesía España-América, de la Travesía España-Argentina, de la Travesía España-Uruguay y de la Travesía España-Brasil.

Tras la histórica hazaña, el Plus Ultra fue donado al gobierno argentino. Hoy, un siglo después, permanece reconstruido en el Museo de Luján, Argentina.

La tripulación del Plus Ultra y su asesor Emilio Herrera tuvieron vidas ajetreadas, posicionamientos políticos muy distantes y finales de diverso signo. Ramón Franco, hermano del dictador Francisco Franco, pasó de ser un entusiasta republicano a combatir al lado de su hermano. Durante la Guerra Civil Española, en 1938, falleció en un accidente de aviación.

El teniente de navío Juan Manuel Durán, otro de los tripulantes del Plus Ultra, falleció en un accidente de aviación en julio de 1926, pocos meses después de la gesta del Plus Ultra.

El capitán Julio Ruiz de Alda, el tripulante del Plus Ultra más conocido después de Ramón Franco, fue cofundador de Falange Española en 1933 y terminó fusilado por milicianos anarquistas en la cárcel Modelo de Madrid en agosto de 1936, nada más iniciarse la Guerra Civil.

Pablo Rada, el cuarto tripulante del Plus Ultra, fue un republicano convencido, fiel a la Segunda República Española hasta el final. Exiliado en Francia, Colombia y Venezuela tras la Guerra Civil, mostró su deseo de regresar a España en 1969, lo cual le fue permitido por la dictadura de Franco, falleciendo en Madrid el 18 de mayo de ese mismo año.

Emilio Herrera, asesor de la tripulación y del vuelo, en 1928-1929, realizó la travesía del Atlántico y la circunnavegación aérea del globo terráqueo en el dirigible Graf Zeppelin LZ 127, redondeando su larga lista de plusmarcas. En 1936, se convirtió en el director técnico de la Fuerza Aérea Republicana (FARE), siendo fiel a la Segunda República hasta la conclusión de la Guerra Civil. Al finalizar esta, se exilió en Francia, fue consultor de la UNESCO sobre física nuclear y ejerció de ministro y presidente del gobierno de la Segunda República Española en el exilio. Falleció en Ginebra el 13 de septiembre de 1967.

El Plus Ultra consiguió una hazaña enorme, la primera gran hazaña de la aviación española. Aunque después se alcanzaron otras, es la que permanece más presente en la memoria colectiva por lo que supuso en aquel momento.

Fue tal la oleada de admiración y entusiasmo que generó la hazaña del Plus Ultra que hasta el mismísimo Carlos Gardel le dedicó un tango.

El 10 de febrero de 2022 se cumplió el 96 aniversario de la Travesía España-América del Plus Ultra. En pocos años, cuatro, se cumplirá un siglo. El paso del tiempo todavía ha encumbrado más al Plus Ultra, a su tripulación, a su asesor clave y a su extraordinaria travesía de 10.270 km.

Todavía son muchos los monumentos, las calles, los actos conmemorativos… que recuerdan al mítico hidroavión y a su Travesía España-América en diferentes países y ciudades de varios continentes. Entre los monumentos, destacan los de La Rábida de Palos de la Frontera, Ferrol, Madrid, Buenos Aires. Es justo y merecido.

Manolo Santana: el tenis español

Gabe Abrahams

El extenista Manolo Santana falleció el pasado 11 de diciembre en Marbella a los 83 años de edad.

Manolo Santana nació en el barrio madrileño de Vallecas el 10 de mayo de 1938, en plena Guerra Civil Española y en el seno de una familia humilde y republicana.

Su padre Braulio Santana era un convencido republicano y un sindicalista de la Compañía Municipal de Transportes de Madrid. Tras acabar la Guerra Civil Española, fue condenado a doce años de cárcel por sus actividades políticas y, finalmente, permaneció preso durante seis años en las cárceles franquistas, donde enfermó. En 1954, poco después de salir de prisión, falleció.

Durante aquellos años, Manolo Santana, junto a su madre Mercedes y sus hermanos, visitaba a su padre en la cárcel. La madre fregaba y limpiaba para que sus hijos tuviesen algo que comer. Tras la muerte del padre, la situación económica familiar aún se agravó más y el joven Santana encontró su salvación al ser acogido en el hogar de la adinerada familia Romero Girón, ligada al mundo del tenis y al Club Velázquez de Madrid.

Manolo Santana empezó a destacar como tenista a mediados de los años cincuenta. En 1956, consiguió su primer gran éxito, la Copa Galea, trofeo que revalidó en 1957 y 1958.

En 1958, Santana ganó por primera vez el Campeonato de España absoluto de tenis y entró a formar parte del equipo español de Copa Davis.

En 1961, Manolo Santana alcanzó la victoria en el torneo Roland Garros, el primero de sus tres Grand Slam individuales. Tres años después, en 1964, repitió. Ganó los dobles en 1963.

Su tercer Grand Slam fue el Abierto de Estados Unidos de 1965, en Forest Hill, tras ganar en la final a Cliff Drysdale, por 6-2, 7-9, 7-5 y 6-1.

En 1966, Manolo Santana ganó la única final que disputó en Wimbledon, en la que derrotó a Dennis Ralston, por 6-4, 11-9 y 6-4.

Santana fue el primer tenista español en conseguir a nivel individual esos torneos, los mejores del mundo. No obstante, la primera victoria del tenis español, tanto en Wimbledon como en el Abierto de Estados Unidos, la logró Enrique Maier, quien ganó los dobles mixtos de Wimbledon en 1932 y del Abierto de Estados Unidos en 1935. La primera victoria española en Roland Garros fue conseguida por Lilí Álvarez en 1929, al vencer en los dobles femeninos.

En 1968, redondeó Manolo Santana su palmarés al ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de México, donde el tenis fue deporte de exhibición. Para ser exactos, ganó el oro individual y la plata por equipos.

Durante la década de los años setenta, Santana estuvo retirado de las competiciones, aunque reapareció en varias ocasiones para disputar torneos, manteniendo un buen nivel en su juego. Seguía teniendo una muñeca genial, un golpe de derecha y un revés excepcionales. No había perdido su genialidad que le condujo a ser el creador de varios golpes como el lob o globo liftado.

Manolo Santana se retiró definitivamente de la competición en 1980, aunque siguió vinculado al mundo del tenis. Fue capitán del equipo español de Copa Davis en dos etapas, 1980-1985 y 1995-1999. Casado tres veces y padre de cinco hijos, nunca perdió su relación con el deporte que había representado tanto para él.

En sus años de gloria, Santana tuvo que cohabitar con el régimen franquista que había represaliado a su padre. En 1966, Santana había vencido en los principales torneos y Franco quiso conocerlo. El encuentro no fue fácil. Franco se intentó disculpar ante él por la muerte de su padre. Le dijo a Santana que “en las guerras a veces pagaban justos por pecadores, y que quizá ese hubiera sido el caso de su padre”. El tenista se sorprendió con la disculpa y con un abrazo del dictador. Su madre, al enterarse de lo ocurrido, ironizó sobre las disculpas del dictador. Según comentó Santana en una entrevista concedida al diario Público en 2016, afirmó ironizando: “Qué maravilla, qué suerte tenemos”.

A principios de los años 60, el tenis en España era desconocido, lo practicaban muy pocos, era elitista. Manolo Santana, gracias a sus triunfos, consiguió que se convirtiese en un deporte conocido y popular.

Santana, además, abrió la veda para que décadas después tenistas como Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez o Rafa Nadal, entre otros, pusieran al tenis español en lo más alto.

El tenis y el deporte español le deben mucho a Manolo Santana. Nada hubiese sido igual sin él. Su reciente fallecimiento a los 83 años ha sido doloroso. Las muestras de duelo han sido numerosas, incluso desde campos ajenos al deporte. No podía ser de otra forma.

Rafael Sánchez-Guerra: ministro republicano y presidente del Real Madrid

Gabe Abrahams

Rafael Sánchez-Guerra Sainz (1897-1964) nació en Madrid el 28 de octubre de 1897, en el seno de una familia con importantes personalidades. Su padre, el conservador José Sánchez-Guerra Martínez de Tejada, fue ministro de Gobernación, de Fomento y de la Guerra; presidente del Consejo de Ministros y presidente del Congreso de los Diputados. También fue presidente del Banco de España.

Rafael Sánchez-Guerra estudió en el Colegio de la Asociación Francesa de Beneficencia, luego reconvertido en el Liceo Francés de Madrid. Una vez terminó su carrera de Derecho en la Universidad de Madrid, en 1918 se alistó como voluntario en las fuerzas regulares del ejército español en Marruecos. Cerca de Melilla, fue herido en una pierna, lo que provocó su regreso a España.

En 1923, Rafael Sánchez-Guerra se estableció en Madrid e inició su carrera de periodista. En ABC, cultivó la crítica política a la dictadura de Primo de Rivera. En las mismas fechas, su padre, el conservador José Sánchez-Guerra Martínez de Tejada, encabezó la oposición a la dictadura de Primo de Rivera, marchando al exilio en 1927 y dirigiendo desde París dos años después un fallido intento de Golpe de Estado contra el dictador.

En las elecciones municipales de 1931, las que derrocaron al rey Alfonso XIII, Rafael Sánchez-Guerra estuvo presente en la lista de la Conjunción Republicano-Socialista y fue el candidato más votado en el distrito centro de Madrid con 4.716 votos. A las seis de la tarde del 14 de abril de 1931, anunció que se había proclamado la República en España y, cerca de las ocho, enarboló la bandera republicana en el Ministerio de Gobernación, cuando todavía Alfonso XIII no había abandonado el Palacio de Oriente.

Su padre, José Sánchez-Guerra Martínez de Tejada, también participó en la proclamación de la Segunda República Española, saliendo elegido diputado en las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931.

En la misma tarde de la proclamación de la Segunda República, Rafael Sánchez-Guerra fue nombrado subsecretario del gobierno provisional y, más tarde, secretario general de la Presidencia de la República, cargo que mantuvo hasta abril de 1936.

En esos años, Rafael Sánchez-Guerra escribió varios libros dedicados a los acontecimientos históricos de los cuales él había sido protagonista destacado: Dictadura, indiferencia, República (1931), España republicana (1931), Un año histórico (España, 1931) (1932).

Tres décadas antes de dichos acontecimientos, en 1902, José Sánchez-Guerra Martínez de Tejada había sellado como Gobernador Civil los primeros estatutos del Real Madrid. Los Sánchez-Guerra tenían raigambre madridista.

En 1933, Rafael Sánchez-Guerra intentó por primera vez ser presidente del Real Madrid, pero la oposición lo impidió. En 1935, enfrentado en las urnas con Santiago Bernabéu, consiguió su objetivo: la presidencia del club blanco.

Durante su presidencia que duró hasta agosto de 1936, el Real Madrid ganó dos títulos: el Trofeo Mancomunado (1935) y la Copa del Presidente de la República de Fútbol 1936. Además, aumentó su base social y se democratizó al otorgar a cada socio un voto. Sánchez-Guerra evitó la destrucción del Estadio de Chamartín, prevista por el llamado Plan Prieto, una obra urbanística de La Castellana basada en asfaltar medio Estadio.

El mayor éxito deportivo durante su presidencia, la Copa del Presidente de la República de Fútbol 1936, lo consiguió el Real Madrid al vencer al FC Barcelona en la final por 2-1.

Tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 contra la Segunda República Española encabezado por Francisco Franco, se inició la Guerra Civil (1936-1939) y Rafael Sánchez-Guerra fue apartado de la presidencia del Real Madrid. Desde entonces, su actividad se limitó a ejercer de concejal del Ayuntamiento de Madrid hasta que, en 1938, fue movilizado como oficial de complemento del ejército republicano.

Llegado el final de la guerra, Rafael Sánchez-Guerra rechazó huir de Madrid, siendo detenido por los franquistas en marzo de 1939 en la sede del Ministerio de Hacienda. Fue encarcelado junto al socialista Julián Besteiro en la prisión de Porlier de la capital.

En mayo de 1940, la justicia de la recién instaurada dictadura de Franco le condenó a cadena perpetua por no apoyar el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936, es decir por su fidelidad inquebrantable a la Segunda República Española.

Desde la condena, Rafael Sánchez-Guerra pasó por diferentes prisiones franquistas hasta que, en 1946, logró llegar a Francia de forma clandestina, escondido en el maletero de un coche y ayudado por el servicio de inteligencia francés. El gobierno de la Segunda República Española en el exilio, presidido por José Giral, lo recibió con los brazos abiertos y, con buen criterio, le nombró ministro sin cartera.

En los años posteriores, Rafael Sánchez-Guerra vivió en París, como tantos y tantos republicanos españoles. Mantuvo su condición de ministro sin cartera de la Segunda República Española en el exilio durante 1946 y 1947 y publicó su libro Mis prisiones (1946). Instalado en la capital francesa, fundó la Agencia Prensa Intercontinental, una agencia con la que nutrió de artículos y crónicas de la actualidad francesa y europea a periódicos de Iberoamérica.

Rafael Sánchez-Guerra vivió en París hasta finales de la década de los años 50, momento en el que su mujer falleció de cáncer. Sumido en una depresión por la muerte de su esposa, ocurrida en octubre de 1959, solicitó regresar a España. La dictadura franquista le permitió regresar, a cambio de una condición pactada: su ingreso en el convento de los Padres Dominicos de Villava, Navarra. Eso suponía su final como periodista y político.

Allí permaneció Rafael Sánchez-Guerra sus últimos años de vida. Allí escribió sus últimos dos libros: Mi convento (1961) y Cartas a mis nietos (1964).

Un año antes de su muerte, en abril de 1963, Sánchez-Guerra tuvo una visita inesperada en el convento. El presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, junto a una expedición del club, le visitaron. Al día siguiente, jugaban con Osasuna en el Estadio El Sadar y el convento de Villaba se encontraba cerca. Rafael se emocionó con el detalle. Fue su último contacto con el equipo que había presidido durante la Segunda República Española.

Rafael Sánchez-Guerra falleció en 1964. Murió en España, anhelo que no pudieron ver cumplido otros destacadísimos republicanos.

Martí Ventolrà: un mito del fútbol español en el exilio mexicano

Gabe Abrahams

Martí Ventolrà (Barcelona, 1906-Ciudad de México, 1977) empezó a jugar a fútbol a los 14 años. El Fortpienc y el Cataluña de Les Corts, situado en el barrio barcelonés de dicho nombre, fueron sus primeros equipos.

En 1924, Ventolrà fichó por el RCD Español, con el cual consiguió el Campeonato de Cataluña y la Copa del Rey ante el Real Madrid en 1929, año en el que debutó con la selección española de fútbol.

Tras su etapa en el RCD Español, entre 1930 y 1933, Ventolrà jugó en el Sevilla FC. En la capital andaluza, acabó de consagrarse. Ventolrà empezó a ser considerado uno de los grandes jugadores del fútbol español. Destacaban sus centros milimétricos, sus goles espectaculares y su dominio del juego aéreo.

En 1933, Ventolrà fichó por el FC Barcelona e inició una etapa que lo consagraría definitivamente como un mito futbolístico. En esta etapa, consiguió dos Campeonatos de Cataluña (1934-35 y 1935-36) y notables gestas. La más destacada ocurrió el 21 de abril de 1935 contra el Real Madrid (5-0). Ventolrà marcó cuatro goles. Todavía sigue siendo el único jugador del club catalán que ha conseguido esa cifra de goles en un clásico.

En 1934, Ventolrà jugó también la Copa del Mundo de Fútbol celebrada en Italia con la selección española, llegando hasta los cuartos de final. Precisamente, la selección italiana que luego sería la campeona impidió tras un doble partido que España alcanzase las semifinales. España estuvo cerca de llegar a ellas y de alcanzar la gloria.

En 1937, en plena Guerra Civil Española, el FC Barcelona participó en una gira internacional por México y Estados Unidos. En México, Ventolrà decidió no regresar a España. La versión oficial afirmó que el jugador se quedó en tierras mexicanas por una oferta del Club España; la realidad fue diferente. Martí Ventolrá era de izquierdas, catalanista y republicano y, durante la Segunda República Española, había ejercido de secretario general del sindicato de futbolistas catalanes. Ante la posibilidad de que los sublevados contra la República Española ganasen la guerra y de represalias posteriores, Ventolrà decidió optar por el exilio.

El camino del exilio fue escogido por otros jugadores azulgranas en la misma gira. Por ejemplo, Josep Escolà y Domènec Balmanya fijaron su residencia en Francia y ficharon por el FC Sète. El Barça prácticamente se deshizo en esa gira. Ventolrà no regresó a Barcelona hasta el año 1955.

Con el Club España de México, Ventolrà jugó dos años y ganó la Liga mexicana de la temporada 1939-40. Después, fichó por su rival el Atlante FC, consiguiendo varios títulos de Liga (1940-41 y 1946-47), Copa (1941-42) y Supercopa (1941-42), a los que añadió el logro de ser máximo goleador de la Liga mexicana en la temporada 1940-41. En México, Ventolrà reforzó su condición de mito.

En 1937, el presidente de México, Lázaro Cárdenas, realizó una recepción importante a la plantilla del FC Barcelona que se encontraba de gira y acababa de llegar a México. El Barça era visto por aquellas tierras como una especie de embajador deportivo de la Segunda República Española. Durante la recepción, Ventolrà conoció a Josefina Rangel Cárdenas, pariente del presidente mexicano. En 1939, se casó con ella y tuvo cuatro hijos: Martín, José, Guadalupe y Jorge.

Uno de esos hijos, José Ventolrà Rangel, fue futbolista y jugó el Mundial de México’70, hecho que provocó que Ventolrà estableciese otro registro único. Con su hijo, se convirtió en la primera pareja padre-hijo en disputar dos mundiales con dos selecciones distintas.

Ventolrà regresó a Barcelona en 1955, porque su padre estaba enfermo. Los directivos del FC Barcelona de la época, todos adeptos del régimen de Franco, intentaron convencerle para que entrenase al club. Era un intento de utilizar a un jugador carismático del exilio para dar una imagen afable del régimen. Ventolrà no cedió y rápidamente volvió a México.

Martí Ventolrà murió en 1977 a los 70 años en la Colonia Portales, en Ciudad de México. Los aficionados mexicanos lloraron su muerte. El Barça y el fútbol español le recuerdan como uno de sus más grandes delanteros de todos los tiempos.

Diego Martínez Barrio: presidente de la Segunda República Española

Gabe Abrahams

Diego Martínez Barrio nació en Sevilla en 1883, en el seno de una familia humilde. Era hijo de Manuel Martínez Gallardo, natural del pueblo sevillano de Utrera y de profesión jornalero, y de Ana Barrios Gutiérrez, nacida en la localidad gaditana de Bornos. Su familia por parte de padre era originaria de Sorbas, provincia de Almería.

En sus memorias, escribió: “Mi infancia no conoció otras alegrías que las inevitables de la edad, entreveradas con escaseces que, después de la muerte de mi madre, se convirtieron en miserias”.

A temprana edad, Diego Martínez Barrio inició su actividad como tipógrafo y periodista y se afilió a la Juventud Republicana de Sevilla y al Partido Republicano Radical. Desde 1901, comenzó a publicar artículos en diferentes diarios y semanarios como El Noticiero Obrero, Tierra y Libertad, ¡Justicia! y El Proletario. Fundó también el semanario Trabajo, después titulado Humanidad.

En 1910, inició su carrera política, siendo elegido concejal del Ayuntamiento de Sevilla, cargo en el que se mantuvo durante más de una década. Y, en ese mismo año, fundó el diario El Pueblo. En 1917, contrajo matrimonio con Carmen Baset Florindo, con la que no tuvo descendencia.

En 1923, Martínez Barrio se presentó como candidato para diputado a Cortes, pero la Junta del Censo y el Tribunal Supremo anularon el resultado y designaron a dedo a Juan Ignacio Luca de Tena, hijo del fundador del diario ABC, el cual no aceptó el cargo.

Al poco tiempo, Diego Martínez Barrio fue elegido presidente del Partido Republicano Radical en la provincia de Sevilla, pasando a encabezar la oposición a la dictadura de Primo de Rivera en la capital andaluza.

El 14 de abril de 1931, fecha de la instauración de la Segunda República Española, Martínez Barrio se encontraba exiliado en Francia. Pero el 15 de abril, acompañado de Marcelino Domingo, Indalecio Prieto y Lluís Nicolau d’Olwer, regresó a España por ferrocarril. El viaje hasta llegar a Madrid fue apoteósico. Las aglomeraciones en las estaciones, el entusiasmo, eran enormes.

Nada más llegar a Madrid, el Gobierno provisional de la Segunda República Española le nombró Ministro de Comunicaciones. Y, tras las exitosas elecciones de 1933, fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros, alcanzando también los cargos de Ministro de la Gobernación y de Ministro de Guerra.

En 1934, Diego Martínez Barrio abandonó el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux tras décadas de fidelidad por no estar de acuerdo con sus pactos con la derechista CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Tras ese abandono, fundó el Partido Radical Demócrata, el cual daría vida al partido Unión Republicana. En 1935, la Unión Republicana se integró en el Frente Popular junto con formaciones socialistas y comunistas, la Izquierda Republicana de Manuel Azaña, etc.

En las elecciones de febrero de 1936, en las que la Unión Republicana y el Frente Popular consiguieron un gran triunfo, Diego Martínez Barrio fue elegido diputado por Madrid e inmediatamente ocupó el cargo de presidente de las Cortes en sustitución de Santiago Alba Bonifaz, ejerciendo de manera interina la Jefatura del Estado entre el 8 de abril y el 11 de mayo de 1936.

Tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 contra la Segunda República Española, Manuel Azaña le ofreció a Martínez Barrio la difícil tarea de formar un gobierno de conciliación que pudiese evitar el inicio de una guerra. Éste lo intentó, pero no pudo. El 19 de julio, presentó su dimisión a Azaña.

Durante la Guerra Civil española (1936-1939), Diego Martínez Barrio presidió en varias ocasiones las Cortes republicanas. Y, tras la última reunión de las mismas, la que tuvo lugar en febrero de 1939 en el castillo de Figueras, cruzó a pie la frontera francesa e inició un doloroso exilio.

Martínez Barrio pasó por Francia, Cuba y finalmente México, donde presidió desde finales de 1943 la Junta Española de Liberación​. La Junta, fundada en México, actuó como un gobierno provisional de la Segunda República Española en el exilio ante los Aliados.

El 17 de agosto de 1945, un centenar de diputados de las Cortes republicanas de 1936 se reunieron en el Salón de Cabildos de la Ciudad de México, designando a Diego Martínez Barrio presidente de la Segunda República Española en el exilio. La sede del gobierno republicano se ubicó primero en la Ciudad de México, trasladándose el 8 de febrero de 1946 a París, donde Martínez Barrio residió desde entonces, primero en una lujosa residencia en la Avenida Raymond Poincaré y después en un piso más modesto en las afueras de la ciudad.

Como presidente de la Segunda República Española en el exilio, Martínez Barrio estuvo al frente de varios gobiernos, encabezados por José Giral (1945-1947), Rodolfo Llopis (1947), Álvaro de Albornoz (1947 y 1947-1949), Félix Gordón (1951-1956 y 1956-1960) y Emilio Herrera (1962). La principal misión de todos ellos fue acabar con la dictadura de Franco e intentar reestablecer un régimen republicano en España.

Países como México, Yugoslavia, etc. nunca reconocieron a la dictadura franquista, considerando a Diego Martínez Barrio y sus gobiernos como los legítimos.

En 1960, falleció la mujer de Diego Martínez Barrio, Carmen Baset. A los pocos meses, contrajo matrimonio con su cuñada Blanca, “boda melancólica –escribió-, impuesta por la necesidad…”.

En sus últimas cartas, Diego Martínez Barrio envuelto en una depresión añoraba desde París su tierra natal, “los días felices de nuestra Sevilla, perdida y amada”. Y recordaba a menudo su última visita a la capital andaluza de abril de 1936, cuando en compañía del presidente de la Generalitat de Cataluña, Lluís Companys, ambos fueron aclamados por un público extasiado que gritaba vivas a la República y a Cataluña.

Diego Martínez Barrio falleció en París el 1 de enero de 1962, sin poder ver completada su máxima aspiración: el final de la dictadura de Franco y el restablecimiento de una república en España. Eran las 13.15 horas del día de Año Nuevo de 1962, cuando en la Taberne Alsacienne de la rue Vaugirard, número 235, falleció de un ataque al corazón.

Su cuerpo, de setenta y ocho años, fue cubierto con la bandera republicana y enterrado en el cementerio de Saint-Germain-en-Laye, situado a las afueras de París.

En enero del 2000, sus restos fueron trasladados a Sevilla. En su testamento, había escrito: “Pido que cuando muera se trasladen mis restos al cementerio de San Fernando de Sevilla y en él se procedan a la definitiva inhumación. Creo tener derecho a sepultura perpetua como concejal que he sido de la ciudad. Deseo que al morir se envuelva mi cuerpo en la bandera de la República. Durante mi larga vida he sido leal a la patria, a la libertad y a la república. Los servicios prestados pertenecen al juicio de la historia. Los propósitos fueron rectos y desprovistos de odio hacia el adversario. Esa ha sido y es mi tranquilidad”.

Tras el fallecimiento, los sucesores de Diego Martínez Barrio al frente de la Segunda República Española en el exilio (los presidentes Luis Jiménez de Asúa, José Maldonado González y Fernando Varela Aparicio) continuaron su labor, hasta que en 1977 finalizaron su recorrido institucional. En esa fecha, el gobierno republicano en el exilio se disolvió oficialmente, aunque sin reconocer expresamente a la monarquía que colocó en el poder Franco en 1975. Tampoco ellos pudieron ver completada la aspiración de que la república regresase a España.

Diego Martínez Barrio fue el presidente de la Segunda República Española, tanto en España como en el exilio, con una mayor duración en el cargo, al igual que el legítimo presidente de España durante varias décadas. Casi 60 años después de su muerte, permanece olvidado y prácticamente fuera de las instituciones españolas. Cuando sus restos fueron a parar al cementerio de San Fernando de Sevilla en el año 2000, ni tan siquiera se permitió que recibiese los honores que corresponden a un Jefe de Estado.

Espero que este artículo sirva para aliviar ese injusto olvido, ese mal trato institucional que en España se extiende a las grandes figuras de la Segunda República Española, y también para rescatar su memoria.