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Etiqueta: geopolítica

Como en una gran partida de ajedrez, el mundo asiste a un enfrentamiento en el que se juega su futuro

Gilberto Lopes
San José, 24 de febrero del 2025

E4 jugó Karpov, en la movida con que abrió la tercera partida del campeonato mundial de ajedrez de 1984. C5 respondió Kasparov, con una defensa siciliana, en la que sería su primera derrota en un enfrentamiento de titanes, resuelto después de 48 partidas, con un polémico triunfo de Karpov.

Era otro campeonato. El torneo hoy es otro. Como en una enorme partida de ajedrez, se mueven las piezas en la apertura de un juego en el que se definirá el futuro orden mundial, entre dos contendientes formidables: Estados Unidos y China.

Trump abrió con su primer movimiento en Riad, el pasado 18 de febrero, en la reunión de su Secretario de Estado, Marco Rubio, con el canciller ruso, Serguei Lavrov.

E4, mueve Trump

Los objetivos de Estados Unidos en la cita con Moscú fueron enumerados por Rubio al final del encuentro. El primero es normalizar las relaciones diplomáticas entre los dos países, que habían llegado a niveles prácticamente inexistentes, como lo describió hace meses Lavrov. La expulsión y la limitación de la actividad de los diplomáticos rusos, el cierre de consulados, la suspensión de todo contacto relevante entre las cancillerías de ambos países, entre otras medidas, habían reducido la relación a niveles sin precedentes. Para comenzar a normalizar esas relaciones decidieron renovar el nombramiento de embajadores e ir removiendo las limitaciones que se habían impuesto a las actividades diplomáticas y consulares de Rusia en Estados Unidos, respondidas con medidas recíprocas por Moscú.

Lavrov señaló que en la reunión no se discutieron aspectos en que los dos países mantienen posiciones discrepantes.

Lo segundo era discutir las bases para la negociación del fin del conflicto entre Rusia y Ucrania. Algo que, para los rusos, no es solo el fin de la guerra, sino un acuerdo sobre lo que perciben como las causas del conflicto: la expansión de la OTAN hacia el este, la violación de los derechos de las poblaciones rusas en Ucrania, el fin de un régimen al que acusan de neonazi, entre otras medidas.

Finalmente, una proposición de alcances mucho más amplios, de límites difíciles de precisar: explorar las posibilidades de cooperación, tanto en el terreno de los negocios como en materias geopolíticas.

«Si este conflicto llega a un final aceptable, existen enormes oportunidades de asociarnos con los rusos geopolíticamente en temas de interés común y, económicamente, en temas que permitan mejorar nuestras relaciones a largo plazo», dijo Rubio.

El presidente del fondo de inversiones ruso, Kirill Dmitriev, estimó en 300 mil millones de dólares las pérdidas de las empresas norteamericanas que abandonaron Rusia a raíz de las sanciones impuestas por Occidente desde 2014 y, principalmente, a partir de febrero del 2022.

Lavrov también expresó un gran interés “en reanudar consultas sobre problemas geopolíticos, incluidos conflictos en diferentes partes del mundo donde tanto Estados Unidos como Rusia tienen intereses y en eliminar los obstáculos artificiales para el desarrollo de una cooperación económica mutuamente beneficiosa».

Es una agenda que podría abarcar las más diversas esferas de las relaciones bilaterales, incluyendo las abandonadas negociaciones de desarme y que sentarían las bases para poner fin a las sanciones económicas impuestas a Rusia por Estados Unidos.

Naturalmente, el desarrollo de esta agenda está condicionado a un acuerdo para poner fin al conflicto entre Rusia y Ucrania, que deberá resolver situaciones delicadas, como la delimitación de nuevas fronteras entre los dos países, las garantías de seguridad exigidas por Ucrania, los costos de la reconstrucción del país y la suspensión de las sanciones económicas a Rusia.

Las afirmaciones de Trump, calificando a Zelensky de “incompetente” y expresando su frustración por la posición adoptada por Ucrania frente al encuentro de Riad, indican su poca disposición para considerar las demandas de Kiev. En todo caso, no serán solo las de Kiev, acuerpadas por una Unión Europea que, en todo caso, aun no sale de su asombro ante los cambios ocurridos en el escenario desde la llegada de Trump al poder.

Trump no lo tendrá fácil tampoco dentro de su propio país, donde deberá enfrentar oposición inclusive de republicanos que ven con reticencias su aproximación a Moscú.

Como dijo Fyodor Lukyanov, director de Investigación del Club de Valdai, uno de los principales académicos rusos sobre temas internacionales, esta guerra no es solo sobre Ucrania, ni siquiera sobre Rusia; es el resultado del colapso “del orden liberal mundial”.

El nuevo escenario ha despertado una gran ansiedad en Europa, donde en ninguna de sus principales potencias –Alemania, Francia e Inglaterra– los gobiernos cuentan con un escenario político o económico sólidos, sobre el que ofrecer una alternativa a sus aliados. Una ansiedad que deriva no solo del cambio en la política norteamericana, sino también en una “hostilidad de larga data hacia Rusia”, como recordó Zhang Hong, investigador del Instituto de Estudios de Rusia, Europa del Este y Asia Central de la Academia China de Ciencias Sociales.

Perfilando el medio juego

Como una “pesadilla” calificó el presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Christoph Heusgen, el resultado de la reunión de este año, que se celebró entre el 14 y el 16 de febrero. En lágrimas, terminó su intervención diciendo que el presidente Trump parece vivir “en otro planeta”. Se refiere a las relaciones establecidas por Estados Unidos con Europa, una de las bases del orden político mundial después de la II Guerra Mundial y de la Guerra Fría.

Un giro de 180 grados en esas relaciones fue anunciado por el vicepresidente J.D. Vance en su discurso ante la conferencia, con particular relevancia para las negociaciones sobre el conflicto en Ucrania.

Cuando todo es aún incertidumbre sobre la marcha de esas negociaciones, cuando resulta todavía imposible vislumbrar un acuerdo, o ver mejor perfilados los objetivos norteamericanos, me parece que lo más ambicioso es la propuesta de acuerdos geopolíticos y económicos.

En un artículo publicado el pasado 20 de febrero, Dimitry Trenin, investigador del Institute of World Economy and International Relations y miembro del Russian International Affairs Council (RIAC) llega a la conclusión de que Trump parece haber concluido que sus predecesores –Joe Biden y Barack Obama– hicieron cálculos equivocados, que terminaron por empujar Moscú a la órbita china. Un esfuerzo por revertir esa situación explicaría el acercamiento y la propuesta de acuerdos geopolíticos y económicos.

Pero Trenin dice algo más: Rusia no se hace ilusiones. Un acuerdo de cese al fuego puede estar siendo negociado, pero un acuerdo más amplio parece poco probable. Trump y su equipo parecen creer que Rusia, debilitada por la guerra, está desesperada por un acuerdo. “Eso es un error”, advierte. (El artículo de Trenin puede ser visto aquí: https://www.rt.com/news/612823-trenin-russias-long-term-play/)

El artículo de Trenin ayuda a ordenar algunas ideas. Una es la de que China es el verdadero objetivo de las políticas de Trump. Lo que está ocurriendo entonces es la puesta en marcha de una política que busca romper la alianza entre a Rusia y China, de aproximar nuevamente Moscú a Washington, de corregir el resultado de las políticas de Obama y Biden.

Si fuera así, se trataría de uno de los movimientos más atrevidos y ambiciosos en el escenario internacional. Un movimiento que pondrá a Putin frente al desafío político más importante de su vida política: elegir su lugar en la confrontación entre Estados Unidos y China, donde se definirán las reglas que regirán el escenario político mundial en las décadas venideras.

C5, responde China

En esta partida importa no solo oír lo que Beijing tiene para decir, sino también ver cuándo y cómo lo dice.

El movimiento siguiente en este tablero fue el encuentro de los ministros de Relaciones Exteriores de Rusia y China, el pasado 21 de febrero, en la reunión del G20 en África del Sur (a la que el Secretario de Estado Rubio prefirió no asistir).

El canciller chino, Wang Yi, había expresado en Sudáfrica la disposición de profundizar los acuerdos a que llegaron los jefes de Estado de los dos países.

Al cumplirse el tercer aniversario de la invasión rusa a Ucrania, Putin llamó a Xi, mientras los dirigentes europeos se reunían en Kiev con Zelenski y anunciaban nuevas sanciones a Rusia y renovadas ayudas militares a Ucrania.

China ha insistido en la necesidad de que todas las partes involucradas sean incluidas en las negociaciones en algún momento y que el conflicto en Ucrania se resuelva mediante el diálogo, “tomando en consideración la preocupación de todos los países por su seguridad y respetando la soberanía e integridad territorial de todos los países”.

Consultado sobre si a China le preocupaba que una resolución del conflicto en Ucrania permitiría a Estados Unidos concentrar más recursos militares en la región Asia-Pacífico, si le preocupaba que la paz en Europa pudiera facilitar un mayor despliegue militar norteamericano en Asia, el portavoz de la cancillería china, Guo Jiakun, afirmó que China ha explicado reiteradamente su postura sobre la crisis ucraniana: “esperamos que todas las partes colaboren para abordar las causas profundas de la crisis, establecer una arquitectura de seguridad equilibrada, eficaz y sostenible, y lograr la paz a largo plazo en Europa”, declaró. Una fórmula compleja, que no será fácil llevar a la práctica.

Al mismo tiempo subrayó que China siempre ha creído que la región Asia-Pacífico debe ser un terreno adecuado para el desarrollo de todos los países, en vez de convertirse en un escenario para la confrontación geopolítica de las grandes potencias.

Hablando la semana pasada, en una mesa redonda celebrada el viernes 14, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, el ministro de Defensa de Singapur, Ng Eng Hen, afirmó que los supuestos asumidos en los años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial “habían cambiado radicalmente”.

Desde la perspectiva asiática –agregó– Estados Unidos había dejado de ser percibido como una fuerza de “legitimidad moral” para ser percibido como algo parecido a “un casero cobrando un alquiler”.

¿Se reescribirá hoy el resultado de la formidable partida de 1984? Habrá que esperar su cierre.

FIN

EE.UU. elige la multipolaridad

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez Núñez.

Esta segunda administración del presidente Donald Trump ha marcado un hito en la política exterior estadounidense. Por primera vez desde el final de la Guerra Fría, Washington está abandonando su papel de guardián del orden unipolar y aceptando la nueva realidad del sistema internacional: un mundo multipolar donde grandes potencias como Rusia, China o India desempeñan un papel central en la recomposición del equilibrio global. Este giro estratégico nos recuerda a la escuela realista de relaciones internacionales, donde el Estado y la soberanía nacional vuelven a ser los ejes primordiales de la política global.

Un aspecto clave de esta transformación es el desacoplamiento de EE.UU. respecto al Occidente político tradicional, entiéndase, de Europa y sus centros de poder clásicos. Durante décadas, Washington dirigió la agenda global en conjunto con sus aliados europeos, pero el nuevo enfoque geopolítico de la administración Trump pone en duda este alineamiento incondicional, lo cual tiene a los europeos con los nervios de punta. Estados Unidos prioriza ahora sus intereses nacionales y redefine sus alianzas en función de la competencia global con China y Rusia, en lugar de seguir sosteniendo el peso del sistema occidental en su conjunto.

Durante años, se sostuvo la idea de que la unipolaridad era un orden natural, propio del “fin de la historia”, pero en realidad se trataba de una anomalía histórica disfrazada de multilateralismo y libertad. No puede existir un mundo con un solo poder sin un contrapoder que lo limite o lo regule. La estabilidad requiere equilibrio, y la unipolaridad, al no tener frenos efectivos, generó desorden y conflictos interminables en distintas partes del mundo. La OTAN fue el brazo armado de ese (des)orden. Ahora, con el ascenso de otras potencias al escenario de la toma de decisiones, ese espejismo de dominio absoluto ha quedado atrás.

El actual secretario de Estado Marco Rubio, lo expresa con claridad en una entrevista el pasado mes de enero en el programa de Megyn Kelly:

Y creo que eso se perdió al final de la Guerra Fría, porque éramos la única potencia en el mundo, y por eso asumimos esta responsabilidad de convertirnos en el gobierno global en muchos casos, tratando de resolver todos los problemas. Y están pasando cosas terribles en el mundo. Hay. Y luego hay cosas que son terribles que afectan directamente a nuestro interés nacional, y tenemos que priorizarlas de nuevo. Así que no es normal que el mundo simplemente tenga un poder unipolar. Eso no lo era, eso era una anomalía. Fue un producto del final de la Guerra Fría, pero eventualmente ibas a volver a un punto en el que tenías un mundo multipolar, múltiples grandes potencias en diferentes partes del planeta. Nos enfrentamos a eso ahora con China y, hasta cierto punto, con Rusia, y luego tienes estados rebeldes como Irán y Corea del Norte con los que tienes que lidiar”.

El reconocimiento de esta nueva realidad por parte de Washington plantea grandes incógnitas. Uno de los desafíos más relevantes es el de la desigualdad soberana, es decir, la brecha entre Estados en cuanto a su capacidad para ejercer plenamente su soberanía dentro del sistema internacional. En teoría, todos los Estados son iguales en términos de soberanía, pero en la práctica, las potencias pueden influir en las decisiones de los más débiles mediante presiones económicas, militares y diplomáticas. La multipolaridad no elimina esta desigualdad, pero sí redistribuye el poder entre varios actores, dificultando que una sola nación imponga unilateralmente su voluntad global.

Es evidente que los desafíos no desaparecerán, pero se abre la posibilidad de actuar desde una postura diferente a la hegemonía unipolar occidental. En la misma entrevista citada anteriormente, Rubio reconoce esta verdad. En sus propias palabras:

Ahora más que nunca debemos recordar que la política exterior de Estados Unidos debe estar orientada a promover nuestro interés nacional y, en la medida de lo posible, evitar la guerra y los conflictos armados. En el siglo pasado, vivimos dos guerras mundiales que demostraron su alto costo. Este año se conmemora el 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto de escala y destrucción sin precedentes. Hoy, el impacto de una guerra global sería aún más catastrófico, posiblemente amenazando la vida en el planeta. Y aunque pueda sonar exagerado, la realidad es que múltiples países poseen ahora la capacidad de aniquilación total. Por ello, debemos esforzarnos al máximo para evitar conflictos armados, pero nunca a expensas de nuestro interés nacional”.

Rubio deja entrever un cambio en la lógica estratégica de Estados Unidos; la guerra ya no es una opción sostenible en un mundo donde el equilibrio de poder se ha diversificado. Su declaración refleja el reconocimiento implícito de que la unipolaridad ha caducado y que la coexistencia con otros polos de poder es inevitable. En este contexto, las naciones que sepan moverse con pragmatismo y estrategia podrán aprovechar las oportunidades que ofrece un sistema más distribuido, sin quedar atadas a los dictados de una sola potencia.

Es contundente y queda claro, que la era del mundo dominado por una única superpotencia ha llegado a su fin. El modelo en el que Estados Unidos determinaba unilateralmente la política global sin restricciones externas ha colapsado, y Washington lo ha entendido. Europa hoy debe reinventarse, se encuentra sola y sin ese compañero que en los últimos treinta años fuera su amigo fiel. Ahora, el reequilibrio del poder global dependerá de la interacción entre múltiples actores, donde Rusia, China, India, Turquía, Irán y otras naciones históricas pero emergentes en este contexto serán claves en la configuración del siglo XXI y sus retos globales.

Las guerras desfasadas y el efecto boomerang

Miguel Sobrado

Las potencias siguen operando mediante la vía militar para resolver conflictos, como como si se tratara del siglo pasado. En su afán por imponer el control en sus áreas de influencia han perdido la perspectiva de quien es el enemigo principal de la humanidad. En este caso es el cambio climático que se cierne amenazadoramente, a pasos agigantados, sobre todo el planeta. Amenaza que solo se puede solventar con la integración de los esfuerzos de todas las naciones de forma inmediata.

Las grandes potencias, solo visualizan el progreso técnico por su impacto en el campo de la guerra. Concentrándose en la velocidad, la precisión y el impacto de sus armas. Piensan que con eso están actualizados en el campo de la defensa, sin darse cuenta, que esta debe centrarse ante todo en enfrentar al enemigo estratégico de la humanidad que no se combate con armas de guerra. Además no han tomado nota que la realidad y las relaciones de poder han cambiado. Ya no se basan solo en el poder militar, sino que la globalización ha cambiado la relación entre países y bloques haciéndolos más interdependientes sus relaciones y que las acciones provocan reacciones que los afecta a todos.

El juego tecnológico, de quien tiene el misil o el avión más nuevo los ha obsesionado a tal punto que les ha impedido ver la importancia que, en la nueva realidad tienen, por encima de las armas de destrucción, el manejo de los combustibles y materiales estratégicos.

Que las confrontaciones armadas entre potencias atómicas no pueden ni deben realizarse, como lo plantean algunos Estados Mayores a través de las llamadas armas nucleares tácticas. Peligrosos instrumentos que pueden desencadenar un holocausto nuclear.

Si bien es evidente que la guerra de Ucrania fue provocada por el interés de la OTAN de integrar este país a su bloque e instalar en su territorio armas estratégicas, cosa que el presidente Putin destacó como una línea roja que obligaría a Rusia a tomar medidas, no entiendo la decisión de este de invadir Ucrania, teniendo en sus manos un arma mucho más poderosa como es el suministro de combustibles a Europa. Al invadir con su ejército a Ucrania, no solo afectó, irreparablemente su relación con ese país, sino que integró a la Unión Europea alrededor a la OTAN, como lo querían los Estados Unidos, en vez de dividirlos como era su intención.

Por otra parte, la torpeza estratégica de la OTAN alentada por los Estados Unidos, es de antología ya que, aplicó las sanciones a la compra de combustible ruso, pensando en doblegarla como si fuera un pequeño país vulnerable. Pero resulta que Rusia es un país continental que tiene aliados y podría ser autosuficiente y además es el principal proveedor de combustible a Europa. Con esta medida la OTAN parece haberse disparado en el pie y permitido a Rusia utilizar un arma mucho más potente que su aparato militar. Todo esto al mismo tiempo que arrojó un aliado muy importante en brazos de China, el rival principal por la hegemonía mundial.

En otras palabras Rusia, se comportó́ como si estuviera en el siglo XX donde los conflictos se dirimían con tanques y aviones, sin darse cuenta de que, producto de la globalización tenía en sus manos acceso a la yugular del combustible europeo. La OTAN queriendo perjudicar a Rusia la hizo consciente de que tiene un poder más grande que su ejército.

O sea, los políticos y los militares concentrados en la eficacia de sus juguetes de guerra han perdido el sentido de los tiempos que vivimos y han continuado con sus inercias y modelos mentales propios del siglo XX. provocando muerte, dolor y sufrimiento innecesario a sus pueblos, al mismo tiempo que cometen torpezas de antología. Todo esto sería cómico, si no fuera trágico y estuviera desviando recursos de la lucha contra el enemigo principal.

Es una locura total, que sería objeto de una comedia, si no es porque puede transformarse en una tragedia para toda la humanidad. Las Invasiones por parte de los Estados Unidos a Irak, Afganistán, Libia, Siria, entre otros han sido terreno de guerras y confrontaciones trágicas para sus pueblos, pero no conllevaron el riesgo de una confrontación directa entre potencias atómicas. En el caso de Ucrania el juego de la guerra entre potencias es de alto riesgo para la paz y estabilidad del planeta, al mismo tiempo que distrae la atención y los recursos de la amenaza principal que pende como una espada de Damocles sobre toda la humanidad: el cambio climático.

Esta situación de emergencia que vive la humanidad no puede ser enfrentada y resuelta con el actual ordenamiento de las Naciones Unida, donde las potencias tienen derecho a veto. Debe enfrentarse con una declaratoria de emergencia de al menos dos décadas mientras se atiende la emergencia climática, que por una parte se obligue a un armisticio de los conflictos y de sanciones unilaterales y por otra canalice al menos el 15% de todos los recursos asignados a los ejércitos a la regeneración de suelos y mares, al desarrollo de energías limpias y un nuevo modelo de desarrollo económico sustentable siguiendo los principios del “Donut” impulsado exitosamente por Holanda.

Los ciudadanos de todas las naciones del mundo no podemos permanecer impasibles dejando que las potencias sigan en sus juegos de poder. Costa Rica debe actuar con decisión reafirmando su vocación de paz y neutralidad, demandando conjuntamente con otros países latinoamericanos y del mundo, la declaratoria de emergencia mundial a las Naciones Unidas. Si este tema se discute y enfrenta con decisión en el máximo organismo, se abrirá un camino de esperanza y las potencias deberán guardar sus sables. Esta es una lucha moral como la que se emprendió en siglo XVIII para suprimir la esclavitud, cuando de esta dependía la riqueza del sistema. Nos toca ahora recoger el guante o desguarecer el futuro de nuestros hijos y nietos.

Trump y sus ejes geopolíticos

Juan Carlos Durán Castro
Asesor Sindical ANEP-CCSS
Secretario de Prensa FECTSALUD

Un señor de derecha, de la vertiente nacionalista del que ahora denominan capitalismo fascista nacionalista, como Trump, «que difiere » de la vertiente transhumanista hegemonizada por George Soros de Davos, está exclusivamente golpeando la mesa con 5 ejes centrales de geopolítica:

1- Canal de Panamá

2- Groenlandia

3- «Golfo de América»

4- Anexar Canadá

5- Aranceles como espada de Damocles.

Una agenda enorme, que habrá que ver como avanza realmente, por lo cual es menester político separemos que las bombetas y cachiflines mediáticos globales, que controlan corporaciones informativas y aspiremos a ver la realidad y posibles avances temporalizando apropiadamente los tiempos políticos para aspirar a guiar adecuadamente.

La verdad lo que hace Trump, es aspirar con urgencia equilibrar la correlación de fuerzas global, pues EEUU, viene arrastrando una policrisis en varios estamentos como país hegemón desde 1945 y es igualmente cierto que no desaparecerá, pues mantiene tres valuartes esenciales: el aparataje militar industrial, un mayor control de la narrativa global » informativa» que le permite llevar ventaja en la guerra cultural- cognitiva y el manejo del patrón dólar, ejes que se han debilitado, pero que aunados a algunas acciones le va a permitir colarse en esta nueva era multipolar ya en total desarrollo.

Al final como era de esperar, en esa tarea de equiparar las fuerzas mundiales, la prioridad es Ucrania y los negocios que de ahí se derivarán, los cuáles son el elemento central para hacer llegar recursos a los EEUU y cumplir con el discurso de enfoque nacionalista, como una expresión del nuevo liberalismo proteccionista, que es contrario al discurso neoliberal que hemos conocido por décadas, pero que encaja en el contexto actual para EEUU y que sin duda presenta pocas o nulas diferencias con el enfoque fascista del otro enfoque globalista transhumanista, que se deriva del control que emana del foro de Davos.

Dicho esto, está claro a nuestro humilde juicio, que el 14 de febrero 2025, no dudamos marca un punto de inflexión histórico, con la comunicación entre Trump y Putin, lo cual derriba buena parte de la narrativa engañosa de los operadores y operadoras europeas, que llevan desde 1945, siendo alfombra de los EEUU, cuya postración muestra hoy sus consecuencias.

Una llamada marca hoy una implosión brutal en la UE, que ha sido abofeteada tanto en la Conferencia de Inteligencia Artificial, como en la de Seguridad en Múnich, Alemania, en las cuales han sufrido un remesón histórico que ya ha provocado dos sesiones de emergencia en Paris y que parecieran indicar que Macron aspira a asumir algún liderazgo, pero no nos engañemos, la UE, no se va a atrever a enviar soldados a Ucrania, el discurso de poses mediáticas revela su sumisión al golpeado hegemón del norte que está jugando bien sus cartas.

Pero las cosas están claras, una buena parte de la dis que dirigencia de Europa, no se atreverá a romper su cordón umbilical y se plegarán a los designios gringos.

Por otro lado, EEUU con su consenso con Rusia de 3 ejes iniciales:

Lograr frenar el conflicto en Ucrania.

Elecciones democráticas en ese país (que deja fuera a Zelenski sin duda) y cerrar la etapa final de la paz, resulta ser una táctica y una estrategia que trasciende a ese conflicto y nos coloca ante un escenario de un acuerdo que marca el inicio de una nueva fase en la cual el multipolarismo reinará y marcará un momento que brinde las condiciones para una nueva repartición del mundo de cara a los negocios, que son al final del día la agenda de Donald Trump, actor que amarrará con Rusia el devenir del planeta.

Esta realidad puede presentar diversos problemas, pero más allá de todo, decimos con reservas incluidas, que nos alegrarnos, pues nos parece que la consolidación de un escenario como este que nos aleje de la estupidez de una guerra nuclear le agrega valor al mundo como tal y enciende algunas luces.

Así las cosas, Rusia y EEUU, van a definir las características del mundo a partir del 14 de febrero 2025 y sentarán a la mesa a Ucrania, a la UE y a otros actores, para que sigan la ruta trazada, consensuada sin duda con una China y una India, con un perfil más bajo, pero altamente estratégico.

O sea, la reunión inicial en Arabía Saudí marca un antes y un después para el mundo y deja clara cuál es la lógica de Trump y la de Putin, los roles de China e India y los efectos e impactos que empieza a sufrir el mundo en el siglo XXI.

Al final en este reacomodo de las piezas del lego, no olvidemos nuestra América y la relevancia en el actual contexto y sin duda alguna la lectura obligatoria que debemos tener en relación con nuestra patria y los enormes riesgos a los cuáles está expuesta en la actual coyuntura, puesto que no dudamos que las consignas de siempre de los movimientos sociales y sindicales, se mantienen intactas y es menester en tal sentido construir los mecanismos para blindar, mejorar y humanizar la institucionalidad nacional ante un proceso global que tendrá repercusiones de diverso tipo que requieren de acciones para la protección social y económica de las mayorías residentes en el país y el respeto a los derechos humanos, en Tiquicia.

Trump y el nuevo orden multipolar: hacia el fin del globalismo liberal

Mauricio Ramírez Núñez.

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

El regreso del presidente Donald Trump a la Casa Blanca y a la escena internacional está redefiniendo el tablero geopolítico de Occidente. Su reciente conversación con el presidente Vladimir Putin para iniciar las negociaciones y poner fin a la guerra en Ucrania no solo confirma que este conflicto fue inducido por Occidente, sino que también representa un giro fundamental en la política exterior de Estados Unidos. Con este movimiento, Trump ha puesto en su lugar a una Europa que durante décadas ha dependido de la protección estadounidense sin asumir la responsabilidad de su propia seguridad. Ahora, el mensaje es claro: si Europa no es capaz de garantizar su propia defensa, Estados Unidos no seguirá sacrificando sus recursos y su gente por ellos.

Desde la Segunda Guerra Mundial, Europa convirtió a Estados Unidos en su principal herramienta de seguridad, delegando en Washington la respuesta ante cualquier amenaza externa. La Guerra Fría y la expansión de la OTAN reforzaron esta relación, pero los tiempos han cambiado. Trump ha entendido que Estados Unidos no tiene por qué seguir asumiendo el rol de protector absoluto de Occidente, especialmente cuando sus propios intereses estratégicos están en juego. Su postura hacia Rusia ya no es de confrontación como la pasada administración del presidente Biden, sino de cooperación estratégica, lo cual es correcto y necesario en un mundo que avanza hacia la multipolaridad.

El caso de Ucrania es un claro ejemplo de la nueva visión de Trump. En lugar de seguir financiando sin límites al gobierno de Volodímir Zelenski, la prioridad será recuperar lo invertido. La administración Trump probablemente exigirá el pago en forma de petróleo y tierras raras, recursos fundamentales para la economía y seguridad energética de Estados Unidos. Así lo ha mencionado el destacado coronel estadounidense Douglas McGregor en una reciente entrevista. Se acabó el financiamiento descontrolado a gobiernos que no aportan beneficios tangibles a Washington.

La eventual conclusión de la guerra en Ucrania podría marcar el principio del colapso definitivo de la OTAN, una organización que nació como un dique contra la Unión Soviética pero que, tras la caída del bloque comunista, sobrevivió a base de conflictos diseñados para justificar su existencia. Mantenida artificialmente por las élites globalistas de Occidente, la Alianza Atlántica ha demostrado ser más un instrumento de hegemonía estadounidense que un verdadero garante de seguridad.

Hoy, la paradoja es innegable: la izquierda, que durante décadas exigió el desmantelamiento de la OTAN, ahora titubea y evita confrontarla abiertamente. Su institucionalidad, hábilmente adaptada al lenguaje del progresismo, ha logrado cooptarla mediante un sofisticado ejercicio de soft power. Prueba de ello son las declaraciones del entonces secretario general Jens Stoltenberg en 2023, cuando, en un mensaje grabado y difundido por la Alianza, afirmó: “Existimos no solo para defender y proteger nuestras tierras, sino también a las personas en toda su variedad”. Ahora, la OTAN no solo se presenta como un bastión militar, sino también como una supuesta defensora de la diversidad. Y así, la izquierda, que en otro tiempo habría denunciado su existencia, prefiere callar.

Si Washington deja de sostener esta estructura caduca, Europa se verá obligada a redefinir su seguridad bajo sus propios términos, sin el paternalismo estadounidense. La disolución de la OTAN, un escenario antes impensable, hoy ya no parece una utopía, sino una posibilidad concreta en el tablero geopolítico.

En el caso de Asia, la posible desmilitarización de las relaciones con China y la estabilización del tema de Taiwán podrían ser otros de los grandes logros de una política exterior más realista y pragmática. Garantizar la paz en la región del Indo-Pacífico es esencial, y para ello es necesario abandonar la lógica de confrontación impuesta por el globalismo liberal. Un entendimiento entre Estados Unidos y China sobre los asuntos estratégicos de la región aseguraría una estabilidad duradera y reduciría los riesgos de conflicto.

La única región donde no está claro cuál será el accionar de Washington sigue siendo Oriente Medio, y los compromisos que tiene Trump con Israel, donde la situación sigue siendo tensa y las posibilidades de un gran conflicto regional que incluya a EE. UU. siguen vivas. Sin duda, este puede ser el talón de Aquiles del gobierno norteamericano en temas geopolíticos.

En este contexto, la política de Trump moldea un mundo donde las grandes potencias negocian desde sus propios intereses sin estar atadas a una visión hegemónica impuesta por una élite occidental decadente. Sí, es el fin de la globalización neoliberal tal como la conocemos. Esto marca el inicio de una era multipolar en la que el globalismo liberal, con su agenda de intervención y control absoluto, empieza a desmoronarse. El futuro se encamina hacia un equilibrio de poder más natural, donde cada nación puede defender sus propios intereses y zonas de influencia sin ser obligada a seguir un modelo único e impuesto desde arriba. Trump no solo está tratando de reordenar Occidente, sino que, junto con Rusia y China está poniendo los cimientos de un mundo verdaderamente soberano y multipolar.

El ridículo de la diplomacia chavista

Mauricio Ramírez Núñez.

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

La diplomacia es el arte de la prudencia, de la previsión estratégica y de la defensa de los intereses nacionales sin caer en servilismos ni alineamientos ciegos. Sin embargo, la política exterior de Costa Rica bajo el gobierno de Rodrigo Chaves ha sido todo lo contrario: errática, dependiente y carente de un criterio propio. Ahora que la realidad geopolítica cambia drásticamente, con el presidente Trump y el presidente Putin acercándose para poner fin a la guerra en Ucrania, queda en evidencia el ridículo que han hecho muchos países al seguir sin cuestionamiento alguno la narrativa impuesta por Washington y Bruselas.

La paz en Ucrania, que tanto se ha negado durante años por los intereses de una élite occidental, parece inminente. Esto deja en una posición incómoda a los gobiernos que compraron la retórica de defensa de la democracia ucraniana, cuando en realidad todo se trató de una estrategia geopolítica de desgaste contra Rusia. Los países europeos y los aliados incondicionales de la administración demócrata estadounidense quedan expuestos como meros instrumentos de una agenda que nunca tuvo a Ucrania como prioridad ni objetivo final, sino que buscó prolongar el conflicto para beneficios estratégicos.

En este contexto, la pregunta para Costa Rica es clara: ¿qué hará ahora el gobierno de Rodrigo Chaves y su canciller sin experiencia, Arnoldo André Tinoco, cuando su gran aliado norteamericano cambie de postura? ¿Seguirán bailando la música que Washington les imponga, como el propio Chaves admitió vergonzosamente hace unos días? Es un espectáculo lamentable ver cómo la diplomacia costarricense se ha convertido en un eco vacío de la política exterior estadounidense, sin la más mínima capacidad de definir una postura propia que responda a los verdaderos intereses del país.

Costa Rica y su clase política en general, en su mayoría acríticamente pro-occidente, ha apostado por una línea hostil hacia Rusia sin ninguna necesidad ni conocimiento profundo de las razones del conflicto, perjudicando cualquier posibilidad de relación con una de las potencias globales más influyentes de la actualidad. Ahora, con Trump inclinándose hacia un acercamiento con Moscú y un preacuerdo de paz con el presidente Putin, ¿seguiremos con nuestra postura obsoleta y absurda o veremos a Chaves y su equipo dando un giro sensato respecto a Rusia?

Pero el problema no es solo Rusia. Este mismo patrón de sumisión e ignorancia geopolítica se está viendo reflejado en la relación con China. La Casa Blanca dicta la línea, Costa Rica obedece, sin importar si nuestras decisiones benefician o perjudican al desarrollo del país. Lo vimos con Huawei y lo veremos en cualquier otro tema estratégico. La lección es clara: la política exterior de la Costa Rica chavista no responde a una visión soberana ni a un análisis propio de los acontecimientos internacionales, sino a una simple repetición de la narrativa occidental añeja y neocolonial, sin importar las consecuencias.

El tiempo ha demostrado que la visión maniquea del conflicto en Ucrania, promovida por Estados Unidos y la OTAN, era falsa. Que el triunfo de Rusia es irrefutable en todos los ámbitos y que la neutralidad, así como las buenas relaciones con todos por igual, es el único camino viable para un país pequeño como Costa Rica en tiempos de incertidumbre global. Pero ¿ha aprendido algo nuestra clase política que tanto ha criticado al “terrible Putin”? Si seguimos con la misma actitud de sumisión y falta de visión estratégica, el ridículo de la diplomacia chavista solo será un capítulo más en la triste historia de nuestra falta de autonomía internacional.

Atreverse a pensar atreverse a opinar

Por Carlos Meneses Reyes

Un pasaje inédito del conflicto armado interno colombiano se viene sucediendo en El Catatumbo, en el Departamento de Norte de Santander, limítrofe con la República Bolivariana de Venezuela. El Frente Nor Oriental de Guerra, que opera en el Norte de Santander, inicio el viernes 18 de enero del corriente año de 2.025, una ofensiva en 7 municipios (Convención, El Carmen, Teorama, Hacarí, San Calixto, El Tarra, Tibú), afectando las áreas metropolitanas de Cúcuta y Ocaña, incluido el sur del Cesar. En un inusitado despliegue de fuerza y pie militar se dieron a la tarea de atacar a las unidades armadas del Frente 33 de las Farc, que hace parte de la atomización de las antiguas Farc-ep desmovilizadas, correspondiendo como estructura del Estado Mayor de los Bloques (EMB); comandada por alias “Calarcá” y que tiene como vocero a Carlos Eduardo García Téllez, alias Andrey Avendaño, cuya delegación gubernamental preside Camilo González.

La ofensiva comenzó con enfrentamientos armados directos hablándose de bajas en las huestes de las farc y no de los atacantes elenos. Procedieron, las unidades del ELN, lista en mano, a ubicar y retener a dirigentes de los municipios citados y en cada uno de esos municipios impusieron ordenes de comparendo, allanamientos a viviendas de colaboradores, simpatizantes del Frente 33 de las Farc, sin distinción de grado de familiaridad de esos buscados. Esto generó caos y traumatismo, optando los pobladores de esa región a movilizarse a las cabeceras de los municipios y de allí gravitar hacia los municipios de Cúcuta, Ocaña y Tibú, adonde han llegado miles de desplazados, trayendo imágenes desgarradoras de cuerpos de combatientes muertos, en una horrorosa muestra dantesca de desolación y destrucción, que conlleva a este relator proponerse a evitar señalar cifras precisas de muertos, desmovilizados y retenidos… De igual manera, son innumerables las caravanas de canoas, con máximo de 20 pasajeros, acompañados de colchones, enseres, alimentos, cobijas, que raudos navegan, por el río Catatumbo y afluentes, a refugiarse en Venezuela.

Resultan incontables las fuentes documentales y testimonios recolectados que permiten, con detalle y precisión, el recuento de los hechos, debido al fluir de las redes sociales, chateos y material, sin fin, que se han logrado recolectar; entre ellos un seriado de entrevistas, videos y comunicados que las fuerzas agresoras del ELN han publicitado, coordinadamente, al respecto.

Bosquejo del rutinario papel desempeñado por Otty Patiño como alto consejero para el fin del conflicto armado

El señor Otty Patiño, desde el inicio de su gestión pareció desconocer las temáticas e instrucciones aplicables a la búsqueda alterna de solución de un conflicto. Acudió a la costumbre o hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y de manera más o menos automática. Concibió la aplicación de una estrategia de dividir, prime faciae, al interlocutor. Un manejador de soluciones alternas jamás puede concebir que está frente a un contrincante. Ese ha sido su mayor desacierto. La estela de malas actuaciones se puede particularizar. No es el tema del presente artículo asumir el análisis del rotundo fracaso infligido al desarrollo de las conversaciones con las facciones de las Farc. Comenzó con el aglutinamiento del Estado Mayor Central de las Farc (EMC). Por una acción de control territorial de esa fuerza armada y el incidente que concluyó con la muerte de una gobernadora indígena, aconsejó al señor presidente, de romper las conversaciones con el bloque que lidera alias Iván Mordisco. Ello ha agudizado el conflicto en todo el sur occidente colombiano. Siendo que el Frente del Magdalena Medio de las Farc, que incluía el Frente 33 en El Catatumbo y hacían parte de la estructura del EMC y del citado dirigente traído a menos, la labor del representante Camilo González quedó circunscrita a menos de la mitad; sin que ello hubiera implicado manejo alguno de solución por parte del Alto Consejero, ni que se hayan mostrado resultados de solución del conflicto armado con esa facción. Por el contrario, la labor divisoria del Alto Consejero del Gobierno Nacional, ubica al citado Frente 33 Farc, no en el EMC, sino en un nuevo Estado Mayor de los Bloques (EMB), comandado por alias Calarcá. Esto es físico burocratismo. Y resulta de exigencia metodológica hacer énfasis en el ítem tratado para abordar lo critico de la situación, en tratándose con el manejo de las conversaciones con el ELN y que resulta con causal con la horrible situación que padece la población catatumbera.

No faltan elementos de fondo para que un analista popular de opinión, pueda concluir y tener claridad, sobre el giro de la agudización de las contradicciones en el seno del pueblo armado, en el vasto territorio de El Catatumbo. Objetivamente, todo apunta al desastre de manejo que tiene Otty Patiño, como alto consejero del presidente G. Petro, en el fin del conflicto armado, que durante su gestión lo ha es agudizado. La respuesta de los Comisionados Oficiales del gobierno progresista – liberal, ante la denuncia de Otty Patiño que el ELN decidiera atentar contra Álvaro Jiménez, el asesor gubernamental del gobierno ante los del grupo paramilitar del Clan de Golfo; en el sentido que es falso y sin fuente real tal afirmación, constituye un revés político para el conflictivo asesor Otty Patiño, que ha debido renunciar o ser removido, por lo ineficaz de su gestión. Es el Alto Consejero Otty Patiño quien ha vertido en un mismo recipiente el conflicto armado interno y el conflicto social. Con esa Carta Pública buscaba implicar al ELN en los derroteros de la política de «paz total» con la delincuencia común, borrando diferencias en el carácter de trato y manejo político con los rebeldes e insurgentes. Téngase todo lo aquí escrito como una opinión de carácter político, esencialmente. En la controvertida carta pública de Otty Patiño, afirma que es el ELN el que busca su destitución. Falso. Durante la Asamblea Nacional de Delegados de Organizaciones Sociales y Movimientos Políticos, llevada a cabo en la UN de Colombia, el año pasado, se ventilo esa necesidad. Se impone el análisis con causales de fondo. Y esa temeraria acusación aplica la inteligencia que quien critique su mala gestión, sea aupado por el grupo insurgente. Mala calaña.

Aunque si es tema del presente artículo abordar la falta de cautela, recato y pudor del Alto Consejero, al señor presidente, para la solución del conflicto; dable es precisar aspectos temáticos.

En el itinerario del desarrollo de las Conversaciones del Gobierno Progresista con el ELN, se han dado seis fases o sesiones. También logrado 28 acuerdos, ninguno aplicado; pese a que se estableció la dinámica de “acuerdo firmado, acuerdo implementado”. Existe el llamado “Pacto Territorial Para El Catatumbo”, cual Acuerdo de compromiso por el Estado. El Alto Consejero lo aplaza. A eso se le llama lo impúdico de una gestión de un funcionario tal.

Para Gerson Arias, investigador asociado de la Fundación Ideas para la Paz, hay varios pecados cometidos por la oficina del comisionado de Paz, Otty Patiño. La situación deja en evidencia «la incapacidad de este gobierno y su oficina de paz para haber ajustado el enfoque y método con el proceso con el ELN a medida que este se le salía de las manos o cogía otros rumbos. Un proceso de paz no se logra con solo retórica, voluntarismo y sin método».

La labor divisoria del Alto Consejero se materializa ante lo del Departamento de Nariño…Fue palpable que resultó ser un error priorizar y darle juego al frente Comuneros existiendo una mesa de conversaciones instalada de carácter nacional con el ELN. Es procedente que de existir un grupo que quiera avanzar en conversaciones hacia el fin del conflicto, sea acogido y vale atraerlo. Pero hacerle ese ejercicio al ELN, demuestra lo equivoco de esa estrategia y desde entonces se malograron las conversaciones con el ELN, que de por sí siempre venían tensas. No iban a quedarse callados y el primer batazo consistía en alertar al gobierno nacional que ese grupo de Nariño eran infiltrados y traidores a su causa. Es más, el Gobierno mismo se dividió alrededor de eso. Vera Grabe e Iván Cepeda, que estaban tratando de llevar a la mesa nacional, estuvieron en desacuerdo con lo de Nariño, que fue más una idea de Otty Patiño. Pero más aún: ¿qué logro ha materializado esa estrategia?, como no sea la aspiración a que hasta el año 2,026 se logrará una “acuerdo de desmovilización” con ese grupo denominado hoy de los bolivarianos. Asalta la inquietud que una vez desmovilizados sea el mismo ELN nacional el que entre a copar esos territorios “dejados” con la seguridad que no van a permitir que sea el narcoparamiltarismo el que los cope, tal como les enseña la experiencia con lo sucedido al desmovilizarse las antiguas Farc-ep.

El método materialista dialéctico nos permite el análisis objetivo del caso concreto y de la situación concreta. Se alimenta de la información objetiva, cierta, veraz. De manera que si se inocula elementos subjetivos y prejuicios pre concebidos a ese material de definición pues se llega a una conclusión errada. Eso es lo que sucede con la caracterización del conflicto armado interno y con el actor rebelde de estirpe esencialmente política. Al reducirlo todo al narcotráfico y al predominio de rutas para su comercialización, embalan el agudo conflicto de la lucha de clases en Colombia, cuya expresión directa es la lucha armada, en un galimatías de acomodos y conveniencias para la perpetuación de la salida militar; resultado de un lenguaje oficial impropio, de frases, generadores de confusión. Le endilgan a la insurgencia armada todos los males habidos y por haber. Conocedores que el insurgente armado es un delincuente político, lo elevan a la categoría de “narcotraficante” a sabiendas que el narcotráfico existe en Colombia con posterioridad al surgimiento de la lucha armada. Que el narcotráfico es un fenómeno del capitalismo y que la lucha armada tiene como egida la destrucción del Estado capitalista y, en consecuencia, por principio no son “narcotraficantes”. Reconocen la conexidad del delito político. Por ende; siendo que el insurgente armado viola todo el código penal, pues también lo viola en relación con el narcotráfico y su economía subterránea que infecta a todos los estadios y niveles de la sociedad colombiana. Entonces es cuando desvirtuando la técnica de búsqueda de la solución del conflicto, le imponen a la insurgencia la exigibilidad de otra conducta y un Alto Consejero para el fin del conflicto armado interno, logra es intensificarlo.

Los efectos políticos adversos

Circulan opiniones que señalan a Otty Patiño como el gestor de la agudización del conflicto armado y el propulsor de dos escenarios de guerra durante este gobierno: El Cauca y ahora El Catatumbo. La desautorización a la Carta Pública de los delegados del Gobierno en la Mesa con el ELN, debía producir el efecto político de su destitución o renuncia; pero no, es premiado con el rompimiento de Conversaciones y fin de la mesa con el ELN.

La prensa intoxicante opositora, aplaude al unísono, la decisión del presidente G. Petro U, de cancelar las conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional de Colombia. La derecha militarista osa pedir al señor presidente, en boca del gobernador de Antioquia, que también cese las conversaciones con las facciones de las farc. En tanto los líderes y voceros comunales del Catatumbo, clamando porque sea en las Mesas de Conversación y Diálogo, con el gobierno, que se busque solución a la contradicción existente entre el ELN y las Farc. En este escenario de fracaso en la búsqueda del fin del conflicto armado interno en Colombia, el creador de toda esta situación, Otty Patiño, permanece impoluto: sin pecado ni mancha. ¡Cese al fuego con todas las insurgencias Ya! Es el clamor nacional al orden del día.

Existe el 1er Acuerdo firmado entre el Gobierno Nacional y el ELN de participación de la Sociedad Civil en el fin del conflicto armado. Es fundamental la instalación de Mesas de Participación de las dos guerrillas enfrentadas, la sociedad civil y el Alto Gobierno. Se impone el Alto Al fuego bilateral con todas las insurgencias o rebeldes.

ANALISIS DEL CONTEXTO ACTUAL.

  1. El control de la extensa frontera colombo-venezolana, por parte del ELN, incide en el factor geopolítico,
  2. No va a permitir el ELN que al desmovilizarse el Frente 33 Farc, el territorio sea copado por elementos ligados al narcotráfico; al paramilitarismo y la corrupción en las Administraciones locales del Catatumbo.
  3. La ofensiva guerrillera en El Catatumbo, no está desligado de la espada de Demóstenes que amenaza la integridad soberana de intervención norteamericana al vecino país. Tampoco del próximo debate electoral 2.026, buscando evitar la acción del narcoparamiltarismo en el poder y el control electoral, bajo la egida de un sistema electoral corrupto, clientelista, de casino imperante y tomado esto, como efecto político subsiguiente, de la organización político- militar que, al parecer, está en capacidad de cumplir sus objetivos de única organización rebelde en esos territorios.
  4. Ya existe Acuerdo Nacional del ELN y el Estado colombiano de participación de la Sociedad Civil en la búsqueda del fin del conflicto armado interno. Lo procedente y consecuente es implementar ese Acuerdo.

El destino entrelazado de Groenlandia y Panamá

Rodrigo Cabezas Moya

Rodrigo Cabezas Moya.

Para sorpresa de todos, el presidente electo de Estados Unidos lanza la idea de retomar el Canal de Panamá, por la fuerza de ser necesario y también comprar el territorio semiautónomo de Groenlandia el cual pertenece a la nación soberana de Dinamarca.

Como se recuerda, Panamá era una provincia de Colombia y Estados Unidos deseaba construir un canal interoceánico en Colombia. La oferta no fue satisfactoria para Colombia y para su sorpresa esa provincia se, Washington la reconoce de inmediato como país soberano y de hecho su bandera fue bordada en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York.

Entonces Estados Unidos negocia con este nuevo país el Tratado Hay-Bunau Varilla que le concede a Estados Unidos el uso a perpetuidad del canal, así como una zona de ocho kilómetros en cada una de sus orillas con su total soberanía, a cambio de $10 millones más réditos anuales muy por debajo de las ganancias obtenidas por el tránsito de buques.

Así se mantuvo ese tratado hasta 1999 cuando el presidente Carter tuvo la valentía de devolver el canal a sus legítimos dueños mediate el Tratado Torrijos-Carter ratificado por el senado de su país.

El presidente electo también desea comprar Groenlandia por “razones de seguridad”. Como se recuerda, Groenlandia tiene una importancia económica dadas las nuevas rutas marítimas en desarrollo debido al deshielo en esa zona, además, de su posición geopolítica y de los recursos del subsuelo.

Los habitantes de Groenlandia han manifestado su deseo de independizarse de Dinamarca, por lo cual no sería sorpresa que el presidente electo de Estados Unidos interponga sus buenos oficios para lograrla y así negociar directamente con el nuevo país como lo hizo con Panamá.

En cuanto a Canadá, no creo que esas estrategias funcionen.

2025, hacia un nuevo orden global y sus eventuales implicaciones regionales (I)

Caryl Alonso Jiménez

¿Escenarios de crisis o nuevas oportunidades…?

Caryl Alonso Jiménez

Todos los indicios al parecer apuntan a un nuevo orden global que, según analistas nacionales e internacionales, tiene diversas implicaciones en las dinámicas mundiales. Por un lado la recomposición geopolítica que abre un nuevo periodo de tensiones Este/Oeste, la crisis de oriente próximo y China. Prioridades económicas hacia la reversión de la globalización en la deslocalización de las tecnológicas de Asia; y finalmente el tema migración.

En esta región los alineamientos geopolíticos vinculados a China alimentarán tensiones que derivarán en escenarios que tienen implicación como el canal de Panamá, y seguramente en colisiones a lo que hoy entendemos por democracia.

Excepto por alineamientos y/o contención migratoria, en la región no hay industria ni tecnológicas y tampoco en el corto plazo, no habrá beneficios de la deslocalización de empresas tecnológicas para competir en mercados globales.

El modelo económico en la región, principalmente en Guatemala el sector primario no tiene perspectiva de cambio en el corto plazo. Excepto los intentos de transformación industrial en Costa Rica en desarrollo farmacéutico y productos tecnológicos que aún son débiles y, Panamá con la modernización de un nuevo modelo de país Offshore financiero (servicios), que sacrifica políticas territoriales. El resto en van en esa línea.

Cualquier análisis económico financiero de país pasa por la estabilidad macroeconómica. Los casos de Guatemala, El Salvador y Honduras, depende de las remesas anuales que, en el 2024, con casos como México superaron los US$ 60 mil millones anuales, Guatemala alcanzó US$ 21 mil millones y la tendencias del crecimiento de remesas fueron la línea de crecimiento en Honduras y El Salvador.

La economía regional aporta al comercio mundial menos del 2% anual. El crecimiento sigue siendo débil en promedio por abajo del 3% anual del PIB. La riqueza no se expande (equidad) y la lógica matemática de la explotación de excedentes permanece inalterable.

Sin embargo, los anuncios intensifican alarmas hacia expulsiones masivas de migrantes que de concretarse tendría serias crisis en todos los campos de la vida nacional, donde su incorporación a la vida productiva tendría altos impactos.

¿Hasta dónde las agendas institucionales están construyendo la infraestructura pública necesaria para respuestas humanitarias? Al parecer los sistemas institucionales no tienen respuestas inmediatas excepto medidas de traslado a sus comunidades sin ninguna previsión de sobrevivencia o sistemas de asistencia y acompañamiento local.

Como región no existe una plataforma de integración real, ni el Parlamento Centroamericano y tampoco las tentativas de SICA son opción, se agotaron. Queda un último eslabón: el sistema multilateral financiero de BCIE, que podría articular un Programa Regional en línea a crear el fondo de inversión y desarrollo para despegar. En tres temas centrales públicos: educación, salud e infraestructura. Sumado a un programa de precipitación de fondos de inversión territorial para recuperar infraestructura local y territorial. Pero no se tienen políticas para la reinserción de migrantes, excepto servicios administrativos aun sin la efectividad real, que debe someterse a un escrutinio de calidad.

Es importante tener en cuenta que la incorporación del sector económico en esta nueva etapa será imprescindible. Está claro, guste o no, solo el mercado genera riqueza, y si esta llega en intervención en áreas productivas territoriales tendrá mayor impacto.

La agenda comienza por ordenar el nivel de respuesta con sentido estructural y la articulación con entidades públicas para programas con sentido humano. En educación abrir espacios para la inserción acelerada en programas que certifiquen capacidades. Igualmente programas de formación en capacidades técnicas para disponer de recursos calificados y disposición de fondos para proyectos productivos. Generar mercado puede alentar redes de consumo local y extender confianza, Pero actuar, ese es el punto.

Lo que no cabe duda es que los temas globales tienen aterrizajes locales, y el tema de las migraciones en breve tiempo obligará a acciones estatales que determinará el cálculo de percepciones de optimismo o pesimismo del ciudadano, y eso tendrá costos.

No es fácil, y los simplismos frente a las crisis no se resuelven con esperanzas dominicales, ni retoricas populistas; sino, con respuestas precisas, concretas y efectividad institucional privada y pública.

Por la brevedad del espacio no se abordan propuestas, será en las siguientes entregas. Por ahora posicionar en el imaginario del ciudadano el acompañamiento institucional con capacidad de respuestas, comenzando por servicios de atención. Y comienza en los consulados en USA, que juegan roles importantes que quedarán bajo el escrutinio del migrante, que a partir de ahora tendrá otra valoración el verdadero sentido de nación.

En 45 años los migrantes enviaron más de US$ 2 billones de dólares en remesas, ¿Son suficientes para respuestas del Estado y mercado…? O, ¿Cuánto más hará falta…? Es ahora cuando se retratará el liderazgo institucional, y allí estará la estatura del Estado… Entonces, ¿lo medimos…?