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Etiqueta: guerra civil del 48

Reo político… pabellón oeste

Dr. Oscar Aguilar Bulgarelli

El miércoles 14 de mayo no lo olvidaré. En su habitual conferencia de prensa, convertida en el podio desde donde el oráculo presidencial del odio, esparce esparciendo el contenido de su cicuta verbal para envenenar el alma de los costarricenses, no solo amenazó con enfrentar a la Guardia Civil con la policía del OIJ, como si fuera un redondel de pelea de gallos, sino que también hizo una referencia a la Guerra Civil del 48, nuevamente haciendo gala de su supina ignorancia sobre la realidad socio política de aquel momento y las fuerzas en disputa; pero ya sabemos que la ignorancia es atrevida y si se utiliza desde el poder, se vuelve también, irresponsable.

Pues bien, esa referencia me hizo sacar de mi biblioteca un libro: “Niñas y Niños del 48 Escriben”, una bella colección de narraciones escritas por los que, en aquel momento, éramos los güilas que habíamos visto aquellos hechos y lo que sucedía a nuestro alrededor, con nuestros ojos asustados, incrédulos, llorosos y angustiados. En ese libro de relatos en dos tomos, recopilados por la Dra. Mercedes Muñoz como editora y publicado por la UCR, junto con decenas de ellos conté lo sucedido a mi familia con la captura y encarcelamiento injusto de mi padre, en un artículo que se titula Reo político…pabellón oeste.

Esa era la dirección que, con el nombre de papá, se debía poner en el sobre con las cartas que aún conservo, los encargos y los medicamentos que él requería cuando estuvo preso por envidias y “ser mariachi” en la Penitenciaría Central o La Peni. Horas, días, semanas muy amargas en la memoria de aquel carajillo de un poco más de cinco años que, si bien no entendía todo el intrincado de lo que sucedía, ni las carreras de mi hermano mayor José Francisco y mi Tío Paco en el ir y venir de la cárcel o en busca de ayuda, o las lágrimas de mi madre y hermanas, sentía el profundo dolor y la angustia de la familia por la terrible ausencia de mi padre a quien adoraba y adoro todavía.

Pues bien, como dije antes, junto a mi relato hay decenas contados por “los niños y niñas del 48; los hay de todos los bandos, ganadores y perdedores, ya fueran mariachis, figueristas, ulatistas, comunistas, católicos o ateos, pero en todos ellos hay un hilo en común que los une: el dolor, la pena, el sufrimiento. No importa el bando, todos sufrimos de mil formas, no importaba el color, pero si el dolor que tocó las puertas de los hogares de aquellos 800.000 costarricenses que por entonces vivíamos; la familia costarricense se dividió por años, las consecuencias fueron muchas y diversas; pero poco a poco sanamos heridas, olvidamos rencores, recobrando la tranquilidad.

Nos convencimos de que solo en paz lograríamos salir adelante, que nada valía más que la sangre de un costarricense y los errores cometidos, que los hubo, no debían repetirse, que las diferencias se arreglarían por medio del diálogo y del consenso que habíamos heredado, como rico patrimonio y herencia histórica marcada en nuestro ADN cultural, desde aquel año1821 y el Pacto de Concordia. En estos 77 años transcurridos desde 1948 claro que nos hemos equivocado y cometido errores, muchos se han corregido, otros evitado, quedan otros por enmendar y revisar el rumbo del timón de esta barca en que navegamos todos, seres humanos susceptibles de equivocarse, pero capaces de corregir dentro de la institucionalidad; por eso, lo que nos está pasando no lo podemos permitir.

Nadie, absolutamente nadie, ningún presidente, gabinete y allegados pueden pretender saltarse la Constitución y las leyes. Todos ellos nacieron después del 48 y los güilas de aquellos años, ya viejos ochentones los que aun quedamos, les reclamamos y exigimos respeto. Ninguno de los que exhiben su prepotencia, arrogancia, ignorancia o mala fe, en las conferencias de prensa, tarimas arrabaleras de pueblo en pueblo o curules trastocadas en albañal del lenguaje, deben olvidar que son funcionarios públicos a nuestro servicio y no focas nombradas para aplaudir al presidente; jamás deben olvidar que, mientras esté vigente nuestro Estado de Derecho, los ciudadanos conscientes de esa herencia democrática, haremos el máximo esfuerzo para que prevalezca la ley contra aquellos que pretenden corromperla e ignorarla. Los compatriotas que, a Dios gracias, no tuvieron que pasar por ese dolor y angustia de una guerra civil, y por el contrario heredaron este país con un ICE, una CCSS, las Garantías Sociales y tantas instituciones logradas en democracia, tienen la obligación es defenderla con la mejor de las armas que brinda el sistema de libertad que nos quieren robar: el voto, eso sí, meditado e inteligentemente utilizado.

Guardo la esperanza que muchos vamos a seguir los pasos que señala la ley y la justicia para defender nuestro estado social de derecho y, a lo mejor, muchos temen que a las cartas se le cambie la dirección: para x, reo corrupto, … máxima seguridad.

LA GUERRA CIVIL DEL 48: Una lectura historiográfica distinta

Trino Barrantes Araya
CE:
camilosantamaria775@gmail.com
Tel: 00 (506) 8990 30 37
Alfonso Pardo Martínez
CE:
alfonsopar@gmail.com
Tel: 00 (506) 8362 52 06

Introducción

Recorrer historiográficamente los hechos políticos de 1948, obliga a armarse de un cuerpo teórico, para no quedar enredado en los intersticios y el tejido con que se ha escrito la historia oficial. En cualquiera de las corrientes, son los vencedores a los que se le ha otorgado la potestad de esa narrativa.

Algunos historiadores dan por sentado la lectura obligada de la Huelga de Brazos Caídos, como antecedente inmediato que supone las bases de los fenómenos que precipitarán más tarde la Guerra Civil (Calderón Hernández, 2002; Molina, 2002, Contreras, 2008, Lehoucq, 19912). Obviamente para explicar los hechos político-militares de 1948, estamos en la obligación de explicar muchos otros factores que precipitaron este conflicto armado. Pero los hechos del 48, no serían completos si no se tiene como marco de referencia el papel del Partido Vanguardia Popular, la política de alianzas y los capítulos de las Garantías Sociales, el Código de Trabajo, la aparición de la Caja Costarricense del Seguro Social y la fundación de la Universidad de Costa Rica. Obviamente, estos aspectos gustan ser soslayados por una parte de los historiadores y principalmente por la historia oficial.

Otros/as han señalado, a partir de los actores sociales, nuevas propuestas para describir el carácter tan violento que asumen estos hechos históricos. Un gran esfuerzo a partir de las memorias de los niños y niñas nacidos en el marco de la guerra. Interpretaciones y explicaciones desde lo militar, lo diplomático o confrontando relatos, recopilan de manera dialéctica visiones distintas del acontecimiento vivido en dicho momento.

I.- Los niveles de los contextos: Lo internacional y lo nacional

La Crisis Económica de 1929-1933, la inestabilidad económica resultado de la Segunda Guerra Mundial, el nuevo mapa bipolar surgido a partir de 1945. La nuevas vías y propuestas para el desarrollo de nuestras economías bajo la hegemonía del imperialismo norteamericano. El marco generado a partir de la “Guerra Fría” representan, sin lugar a dudas, el marco coyuntural de la situación internacional en que queda inscrito nuestro país y consecuentemente la Guerra Civil del 48.

En lo interno, es fácil adivinar que la década de los años 40, tienen en sus cimientos el germen que va a potenciar más tarde el caldo de cultivo en donde se precipitan los hechos político-militares del 48.

Nuevas divisiones políticas, consolidación de lecturas ideológicas diferentes, partidos minoritarios que asumen un papel protagónico, tal es el caso de Confraternidad Guanacasteca, el papel mediático de la prensa y las acusaciones mutuas respecto al fraude electoral, van dándole cuerpo al tejido en donde tendrá lugar el conflicto señalado.

Una pequeña burguesía intelectual, conducida por el Centro de Estudios de Problemas Nacionales, un cierto corrimiento del Partido Vanguardia Popular a las tesis gobiernistas, los pequeños empresarios políticos; nuevas políticas de alianza tendrán como resultado una polarización política cada vez mayor.

Todo lo anterior nos lleva a un hecho desencadenante que tendrá sus prolegómenos más marcados con los efectos generados a partir de las elecciones de 1948. Esta campaña polarizó dos visiones político-electorales, claramente diferenciadas. Por una parte, la figura de Otilio Ulate, encabezando el Partido Unión Nacional y por la otra, el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, líder indiscutible del Partido Republicano Nacional. Monseñor Sanabria, Manuel Mora Valverde, el Partido Vanguardia Popular, el papel decidido de los sindicatos bajo la ideología marxista, forman ese complejo tejido donde se dan estos acontecimientos.

Es necesario tener presente, como lo reseña Iván Molina, que a pesar del contexto de fraude que sirve de aureola a las elecciones de 1944, se introdujo una de la más importante reforma al Código Electoral en 1946, la cual tuvo como objetivo independizar la organización de los comicios electorales por parte del Poder Ejecutivo, para dejarlo en manos del Tribunal Nacional Electoral (2002:181.

El otro elemento que es importante tener presente en esta aproximación, fue la creciente polarización política dentro de la misma oposición entre Cortés y Ulate, que de alguna manera será el que incida más directamente en el desencadenamiento de los conflictos de 1948 (Contreras,2008:190).

Actores sociales más relevantes en los hechos político-militares de la Guerra Civil de 1948

Debemos reiterar en esta apartado que, un aspecto que influyó decididamente en el espacio político en los años cuarenta, fueron las reformas sociales, orientadas a favorecer a las grandes mayorías y consecuentemente a potenciar su nivel político-ideológico (http://www.museocostarica.go.cr/es_cr/en-detalle/la-guerra-civil-de-1948-una-sintesis.html?Itemid=115)  Pero, con esa misma rigurosidad que vemos los antecedentes de este conflicto, estamos en la obligación de ver objetivamente los hechos ocurridos en el mismo contexto de la guerra. Estos factores y los nuevos actores sociales imprimen un sello de larga data a este acontecimiento (http://historia.fes.ucr.ac.cr/dialogos.htm).

No se trata de darle un lugar de privilegio a los actores que conoce el discurso oficial, a saber: Teodoro Picado M, José Figueres Ferrer, Otilio Ulate Blanco, Santos León Herrera. De igual envergadura es dar lectura al papel del Partido Social Demócrata, el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, el Ejército de Liberación Nacional, la Legión del Caribe (Schifter, 1980:68 y 75) y, la doctrina social de la iglesia, el aporte del Partido Vanguardia Popular y claro está, la fracción oficialista.

Sobre la Legión del Caribe, Guillermo Villegas H, en su narrativa testimonios del 48, sostiene como tesis central que varios militares (Juan Rodríguez, de la República Dominicana, Rosendo Argüello, de Nicaragua, Horacio Julio Ornes, entre otros, se hicieron presentes en Costa Rica y su papel en el conflicto fue muy importante, además del aporte en la proporción de armas para darle un contenido real al proceso de la guerra (Cfr, Villegas, PP.: 199, 208, 210).

Recordemos aquí, tal y como lo señalamos en nuestra introducción en este apartado es necesario referir a la Huelga de Brazos Caídos de 1947. Aunque en esencia, este movimiento fue un paro patronal, lo cierto también es que sus demandas fueron aceptadas como definitivas por el Tribunal Nacional Electoral. Cabe destacar que los actores sociales más importantes de este evento lo constituyeron los trabajadores del sistema bancario nacional y los comerciantes. Aunque una buena masa de la clase trabajadora y otro poco más de contingentes sociales populares también sumaron su fuerza a este paro (Cfr. Manuel Rojas, Pp.: 109-110 y 150).

Cuarenta días que sacudieron el suelo patrio: La Guerra Civil de 1948

Distingamos, pues, dos grandes factores que está en la base de este conflicto. En primer lugar, existe, como tesis central por gran parte de la historiografía costarricense que, el “conflicto político-electoral” es sin duda la “chispa que encendió” la apacible pradera del suelo costarricense. Tal vez el punto más álgido del acontecimiento tuvo lugar el 12 de marzo de 1948, cuando los militares y soldados del Ejército de Liberación Nacional toman San Isidro del General, con el grave acontecimiento del asesinato del coronel gubernamental Rigoberto Pacheco; pero de la misma envergadura son los acontecimientos que se suceden en San Ramón de Alajuela, con la muerte de los figueristas Catalino Murillo y Federico Arce (López,2000:292).

A estos eventos político-militares le siguieron el día 13 de marzo con la toma de San Cristóbal Sur y sucesivamente la toma de San Marcos de Tarrazú y Santa María de Dota, por parte del Ejército de Liberación Nacional.

El autor citado, Juan diego López, en su texto: Los cuarenta días de 1948: La guerra civil de Costa Rica, reseña que dos días después los seguidores de Picado toman Buenos Aires, posteriormente el 9 de abril arranca la Marcha Fantasma. Operación bélica conducida por el ELN, que culmina el 12 de abril con la toma de Paraíso y Cartago. Más tarde, con la ayuda de la Legión del Caribe, bombardean Limón y el Ejército de Liberación Nacional se apunta un triunfo más,  tomándose el centro de esa provincia y el puerto de Moin. (http://www.slideshare.net/Socialesdigital/costa-rica-en-la-decada-de-los-40-134602245).

Vale reseñar que el papel jugado en todo este proceso de lucha civil, por los dirigentes comunistas, bajo el alero del Partido Vanguardia Popular, son imprescindibles para entender los alcances del conflicto al que referimos.

El final de la Guerra Civil lleva a un breve espacio de transición en el cual, en el gobierno de los 18 días, le corresponderá a Santos León Herrera, asumir la presidencia de la República. Su gran logro, poner fin, oficialmente, al conflicto político-militar en que se vio envuelto nuestro país. Pero en ese mismo orden, también se dictaron los decretos que pone en manos de los vencedores el aparato militar costarricense, los cuarteles, la Fuerza Armada y la Fuerza Policial.

En esta suerte de impase político, el 10 de mayo se establece formalmente la Junta Revolucionaria, a la cual le corresponderá el ejercicio del poder durante los dieciocho meses siguientes. Este gobierno de facto asume el nombre de Junta Fundadora de la Segunda República y de inmediato se abocó a convocar la Asamblea Nacional Constituyente.

Paralelo a la Constituyente, los nefastos Decretos Ley de la Junta Fundadora de la Segunda República, proscribiendo los sindicatos clasistas y al mismo partido comunista bajo el nombre de Partido Vanguardia Popular, tienen su epílogo más amargo en el asesinato impune de los mártires del Codo del Diablo. Necesitamos, entonces, reescribir la historia desde las voces de las grandes mayorías.

Sin lugar a dudas, estos acontecimientos siembran las bases del Estado Social de Derecho mediante el Estado Benefactor que tendrá lugar en los próximos quinquenios.

Una página que requerirá de un nuevo examen es la firma del Pacto de Ochomogo. Sin la verdadera y correcta interpretación de estos hechos históricos, no se le está otorgando a nuestra historia el contenido objetivo que como ciencia requiere. Si un atroz crimen como el que se ejecutó contra los mártires del Codo del Diablo, no se aclara, nuestra historia seguirá cargando grandes vacíos.

 

Imagen ilustrativa.