UNA PASIVIDAD PASMOSA
Óscar Madrigal
El país está viviendo una situación que asusta a la mayoría de costarricenses, principalmente a las capas medias por lo que veo en mi entorno. Sobre todo, la incertidumbre es inmensa; la gente no sabe que pasará en un futuro muy cercano, tal como la semana entrante.
La creciente devaluación del colón, el hackeo a Hacienda, la Caja y hasta a las municipalidades, el aumento desmesurado de precios todos los días, la gasolina desbocada, el pago de la hipoteca y del carro y hasta las inundaciones, nos tienen al borde del pánico. Es evidente que los costarricenses estamos viviendo tiempos de inseguridades, de no saber lo que nos esperaba a la vuelta de la esquina.
Mientras la gente está desconcertada, el Presidente Chaves no reacciona, se muestra apático, sin ideas o propuestas que permitan conocer cuáles son las medidas que está pensando en implementar para detener o sobrellevar la congoja de los altos precios. Lo que parece es que el Presidente Chaves y su Gobierno no saben qué hacer. Es una pasividad pasmosa.
El aumento del precio del dólar beneficia solo a los exportadores, que según dicen constituye como un tercio de los ministros de Chaves, encabezados por la ministra de Agricultura. Por supuesto que este grupo no tiene interés en que se logre contener la desvaloración del colón: está haciendo clavos de oro.
Podemos estar en presencia de una gran debacle ecónomica y social y el Presidente Chaves está paralizado.
Debería salir con una cadena de televisión a tranquilizar a la gente, a proponer medidas urgentes de contención del costo de la vida y de la continuidad de los servicios públicos. Pero su inactividad, solo deja margen a las ocurrencias. La verdad es que del Presidente no hemos oído una sola propuesta interesante de fondo que pretenda resolver los problemas del pueblo.
Lo grave es que las declaraciones de algunos ministros se orientan, nuevamente, a cargar sobre las espaldas de los trabajadores y trabajadoras el peso de la crisis.
Es el momento de la solidaridad de los empresarios. Podría pensarse como se hizo en el pasado en un gravamen tributario extraordinario de un 10% sobre las grandes rentas de capital o una contribución solidaria, como se le pidió a algunos pensionados, de un 20% sobre los salarios superiores a los 8 millones de colones, o una contribución solidaria de un 20% a los exportadores cuando el dólar suba más allá de los ¢670, o una contribución solidaria, única y excepcional, de un 20% a los pagos de los intereses de la deuda pública.
Es tiempo de solidaridad empresarial.
En el pasado cuando distintos grupos empresariales estuvieron en problemas, los costarricenses los subsidiamos, tal como ocurrió con los banqueros, los bananeros, los hoteleros, los dedicados al turismo, los ganaderos, los arroceros con los Cats, y muchos otros más. Es el momento que ellos arrimen el hombro.
Esperamos que el Presidente se compre la bronca. Que tranquilice a los asalariados, a los que menos tienen, que nos diga que tomará medidas urgentes para ayudar y apoyar a los trabajadores. Que nos diga que inmediatamente ordenará -como le gusta a él- un aumento de salarios para todos los trabajadores de un 10%. Esto tranquilizaría mucho.
Que alguien nos diga que el mes entrante estaremos mejor.
¡O todo se irá al carajo!